Reparto: Karra Elejalde, Enric Auquer, Megan Montaner, Lander Otaola, Maribel Salas, Gorka Aguinagalde, Yanet Sierra, Manuel Burque, Pablo de Santos, Unax Hayden.
Género: Comedia
Sinopsis: Mikel, un joven y ambicioso chef, recibe la visita inesperada de su padre, desaparecido hace treinta años. En un momento crítico para el futuro de su restaurante, Mikel deberá hacerse cargo del alocado e imprevisible Juan, un verdadero huracán de vitalidad que pondrá a prueba todas sus ideas sobre la cocina y la vida.
[Fuente: Filmaffinity]
Me gusta el género de la comedia. Ver una película durante hora y media, que te haga reír, es un bálsamo para los días más grises. Pero debe ser comedia pura. Nada de esas cintas pseudo-cómicas, mezcladas con un romance excesivamente edulcorado, que ni te despierta la risa ni te provoca una carcajada. Y me gustan las comedias de cualquier nacionalidad: británicas, francesas, argentinas, italianas y, por supuesto, españolas. Si además de comedia el reparto lo encabeza un actor como Karra Elejalde, la tentación es demasiado poderosa como para resistirse. Así que, aquí me tenéis. Vengo a hablaros de La vida padre.
En La vida padretodo gira alrededor de una familia y el restaurante Ataria, en Bilbao. Para conocer la historia completa hay que retrotraerse en el tiempo, y viajar al año 1990. Por entonces, el Ataria era un restaurante reputadísímo, dirigido por el genio culinario Juan Intxausti. Una noche, cuando no cabía un alfiler en el establecimiento, donde se habían congregado personalidades de todos los ámbitos -futbolistas, políticos, empresarios y hasta el mismísimo rey emérito- ocurre una terrible desgracia que hundió por completo la reputación de Juan. Todo por lo que había luchado se vino abajo y Juan nunca más levantó cabeza. De hecho, tomó una decisión drástica, que afectó a toda la familia.
Lo que os he contado hasta ahora sirve de introducción al verdadero desarrollo del argumento porque el presente de la película ocurre en 2022. Han pasado más de treinta años y el Ataria vuelve a lucir con esplendor. Su chef es Mikel Intxausti, hijo de Juan y ganador de dos estrellas Michelín. Está en juego una tercera pero todo depende de que Mikel sea capaz de replicar la famosa crema de erizo que elaboraba su padre. Pero de Juan Intxausti nunca más se supo después de aquella noche de agosto de 1990. Dado por muerto, su mujer continuó con su vida y sus dos hijos -Mikel y Ander-, crecieron con la ausencia del padre. Pero, ¿está muerto realmente? Bueno, no os desvelo nada nuevo (ya lo dice la sinopsis) si os adelanto que la tranquila vida de Mikel y su familia se verá alterada por la reaparición de alguien que fue muy importante en sus vidas, por el regreso de Juan Intxausti. ¿Dónde ha estado todos estos años? ¿Qué consecuencias tendrá su reaparición para la familia y el restaurante? En eso consiste esta película, en narrar cómo afectará a unos y otros el regreso de Juan.
En definitiva, La vida padre es una película que explora las relaciones padres e hijos, dejando constancia de que, al final, la sangre tira mucho. Todo esto en clave de humor, aunque con algún toquecito dramático para compensar la balanza.
Qué me ha gustado de esta película
Grosso modo, me gusta el argumento. No es excesivamente original, ni en lo referente a lo culinario ni tampoco en lo que le ocurre a Juan. Digamos que pasado y presente se funden para enfrentar, a su vez, lo tradicional con lo moderno. ¿Qué tipo de comida ofrecía Juan en el Ataria? ¿Qué oferta gastronómica elabora su hijo Mikel? En este sentido, hay cierta crítica porque, en un momento dado, uno de los personajes se pregunta a sí mismo qué es lo que hoy se hace en restauración: ¿guisar o crear una obra de arte minimalista? Lo mismo, por ahí deberían haber escarbado más porque yo creo que, en los restaurantes de altura, se cuelan muchísimo con tanta cocina de vanguardia y tanta gaita.
¿Y es divertida? A ver, reír, te ríes. Al menos, yo sí me he carcajeado en varias ocasiones pero diría que el argumento tiene baches. Hay escenas muy divertidas, gags buenísimos, pero también te encuentras chistes un tanto tontos y escenas cómicas que te dejan totalmente indiferente. Así que, a mi criterio, la película genera en el espectador sensaciones que van y vienen.
Y técnicamente me gustaría resaltar la transición que podemos ver entre el pasado y el presente, es decir, entre la Bilbao de 1990 y la de la actualidad, mostrando cómo ha cambiado la ciudad y lo distinta que es la parte de la ría de lo que fue décadas atrás. La ciudad no es que tenga gran protagonismo. Serán pocas las escenas de exterior en las que podemos identificar lugares reales de la ciudad. Casi todo ocurre en el interior del restaurante, o en la casa de Mikel.
Qué no me ha gustado de esta película
La introducción será narrada por el propio Mikel, conectado en videoconferencia con una mujer. ¿Quién es esa mujer? No lo sabemos. Podemos intuirlo pero no se explica. ¿Tiene importancia ese detalle? Pues no, la verdad. Sin embargo, a mí me gusta que todo tenga una justificación.
Por otra parte, creo que el pasado de Juan durante esos treinta años que ha estado desaparecido está excesivamente camuflado. No pido que se cuente con detalle lo que le ha ocurrido durante ese periodo de tiempo, pero no hubiera estado mal algo más de información. Por ejemplo, qué pasó las horas posteriores a ese momento trágico que él vive en 1990, cuando toda su vida se viene abajo, por qué su familia piensa que está muerto, por dónde se ha movido, qué ha hecho. Tan solo un par de detalles y un par de escenas nos permiten tener una somera idea.
Y cuidado con las relaciones amorosas. ¿Es necesario desarrollar una trama sentimental? A veces sirven solo de relleno. Quizá, en este caso, sí tenga algo de sentido, por el hecho de enfatizar que los cocineros solo viven por y para sus platos, sin tener vida familiar, ni social, ni amorosa. Pero en La vida padre, ese hilo argumental es casi anecdótico, el desarrollo es tan minúsculo, que prácticamente se podría haber obviado.
Como anécdotas, en algún momento se tira de estereotipo, de la idiosincrasia de los vascos, del tira y afloja con otras comunidades autónomas. Por suerte, los andaluces nos libramos en esta cinta, cosa rara porque siempre nos han dado por todos lados. Sin embargo, algún que otro chascarrillo si irá contra madrileños y catalanes, algo que no sé cómo encajarán. Ya he leído alguna opinión diciendo que son bromas de mal gusto.
Reparto e interpretaciones
No cabe duda de que el mejor papel de todos es el de Juan Intxausti, interpretado por Karra Elejalde. Juan es un hombre que tiene su propio mundo interior, que se resiste al avance del tiempo, que no entiende mucho de lo que ocurre a su alrededor, y esa desorientación y locura es la que genera situaciones divertidas, que sacarán una carcajada al espectador. Elejalde es un punto y aparte. Hay actores y actrices a los que no les hace falta pronunciar palabra para transmitir. Les basta una mirada, un levantamiento de ceja, un fruncir el ceño para que todo cobre sentido. No es fácil llegar al espectador con el simple lenguaje gestual pero Karra lo ha conseguido siempre. Y más en esta ocasión, en la que el mundo en el que se mueve le parece tan extraño y raro que, a veces, no da crédito.
En cuanto a Mikel Intxausti, es un digno sucesor de su padre. Él ha absorbido la pasión por la cocina que sentía su padre y al restaurante se dedica en cuerpo y alma. Su personaje arrastra un enorme sentimiento de culpabilidad, del que mejor no os digo nada, y, tras la aparición de su padre, cree sentirse en deuda con él. Eso hará que Mikel cambie su estilo de vida, que reconozca qué es lo que realmente merece la pena y por lo que hay que preocuparse de verdad. Interpretado por Enric Auquer, hace buena pareja con Elejalde y, tanto actores como personajes, componen un buen tándem.
Sin embargo, el papel de Nagore, la doctora que se introduce en la vida de los Intxausti por circunstancias de la vida, queda muy en el aire. Sin ella, no habría trama amorosa y, sinceramente, como dije antes, tampoco hubiera pasado nada si se elimina ese hilo. Además es que, lo que ocurre entre Nagore y Mikel es evidente desde el minuto uno. Demasiado predecible.
Interpretado por Megan Montaner, a mí esta chica me aporta poco. La he visto recientemente en la serie Si lo hubiera sabido que, dicho sea de paso, no merece mucho la pena, más allá de las estampas que ofrece sobre Sevilla.
Eso sí, el resto de personajes que están interpretados por ese grupo de actores vascos que todos conocemos -Maribel Salas, Gorka Aguinagalde, Iker Galartza, Santi Ugalde-, está muy muy desaprovechado. La madre de Mikel y su actual pareja podrían haber dado mucho más juego. Y luego hay otros dos personajes también muy conocidos que apenas tienen unas líneas de guion.
En fin, La vida padre está bien. Su visionado permite echarse unas risas pero, en lo que a mí respecta, es una película muy pasable.
Reparto: Javier Gutiérrez, Karra Elejalde, Luis Callejo, Patrick Criado, Andrés Gertrudix, Isak Férriz, Miquel Gelabert, Édgar Vittorino, Florín Opritescu, Ángel Solo, Àlex Monner, Sebastián Haro
Género: Thriller
Sinopsis: En una fría noche cerrada de invierno, en mitad de una carretera despoblada, un furgón policial blindado es asaltado durante un traslado de presos. Alguien busca a alguien de su interior. Martín, el policía conductor del furgón, consigue atrincherarse dentro del cubículo blindado con los reclusos. Obligado a entenderse con sus enemigos naturales, Martín tratará de sobrevivir y cumplir con su deber en una larga noche de pesadilla en el que se pondrán a prueba incluso sus principios.
[Fuente: Filmaffinity]
Pintaza. Eso es lo que pensé cuando vi que se estrenaba esta película en Netflix, allá por finales de enero. Un thriller, con Javier Gutiérrez y Karra Elejalde era una tentación demasiado poderosa como para no ver este largometraje el mismo día del estreno. Sin embargo,... (puntos suspensivos). Ahora os cuento.
Bajocero narra la historia de una venganza.Martín Salas (Javier Gutiérrez) es una policía que acaba de ser trasladado a una nueva comisaría. Su primer servicio será trasladar a unos presos desde un centro penitenciario a otro. Para ello irá acompañado por Montesinos, un policía con las manos muy sueltas y muy poca paciencia. El traslado se hace en plena madrugada, cuando el mundo duerme y las carreteras están menos transitadas. Lo importante es mantener la discreción y la seguridad, por eso los policías no llevan móviles y a los presos -seis en total (Ramis, Golum, Rei, Pardo, Rumano y Nano)- se les comunica el traslado en el mismo momento. Los seis son minuciosamente cacheados. Los seis suben a un furgón blindado de la policía, que será conducido por Martín, y custodiado por un coche patrulla que irá abriendo paso. Más allá de la actitud chulesca de los presos, todo se desarrolla con normalidad y se ponen en marcha. Cae la niebla, cada vez más espesa, más densa, la visibilidad es prácticamente nula. De repente, el coche patrulla desaparece en la nada y el furgón blindado pincha, derrapando por el asfalto. ¿Qué ha ocurrido?
En paralelo, breves escenas nos muestran un ajuste de cuentas, un hombre embozado en un impermeable, golpea sin piedad a un joven bajo una lluvia torrencial. Posteriormente, veremos su reflejo en un charco y una barrera de pinchos que coloca en perpendicular a la carretera. No doy más detalles sobre lo que ocurre después. Ya la sinopsis aporta demasiada información para mi gusto.
¿Qué me ha parecido el argumento? A priori, la idea es buena. Como dije al principio, el motor de esta trama radica en la venganza, y en tomarse la justicia por la mano. La película no se centra en el asalto del camión blindado para liberar a los presos. La cosa va por otros derroteros bien distintos. Sin embargo, me he pasado toda la película saltando de una incoherencia a otra. Y es que yo creo que este guion adolece de evidentes lagunas. A ver cómo lo cuento para no destripar la historia. Me surgen todas estas preguntas, y más:
¿Cómo es posible que un vehículo que circula a unos 200 metros de distancia de nosotros, tenga un accidente y no nos percatemos de ello? Vale que hay mucha niebla, pero también hay mucho silencio, porque estamos en plena noche y no hay ni un alma alrededor. Un accidente conlleva ruido, sí o sí.
¿Cuántas ruedas de repuesto lleva un camión blindado de la policía? Para lo que ocurre en la película, hacen falta más de una.
¿Cómo es posible que, con una escopeta de repetición, cueste la misma vida hacer añicos una ventana del furgón blindado -impacto tras impacto- y, sin embargo, la otra salte en mil pedazos tras el primer impacto del arma reglamentaria de un policía?
Por último, la vinculación que existe entre un preso y Martín me ha parecido de risa. Es que no aporta absolutamente nada.
Muchos me diréis que no deja de ser una película de ficción y que no sea tan melindrosa. Es verdad, Bajocero es una película de ficción pero los hechos deben ser verosímiles porque, de otro modo, terminas por no creerte lo que ocurre y, por tanto, el interés decae. No lo puedo evitar. No me vale que no me expliquen las cosas, que los personajes actúen sin lógica ninguna, o que se saquen de la manga situaciones que no tienen pies ni cabeza.En cualquier caso, la película está muy entretenida, y avanza con pasajes de mucha acción y violencia que se alternan con otros mucho más sosegados. No es una de esas película que no te dejan respirar ni un solo minuto. Por otra parte, la atmósfera está muy bien lograda, así como la sensación de aislamiento que se respira fuera del furgón blindado.
En cuanto a las interpretaciones, debo confesar que no me han dicho gran cosa. Bajo mi punto de vista, no es la mejor película de Javier Gutiérrez. En muchas secuencias me ha parecido ver lo mismo que ya he visto en otros tantos papeles que ha interpretado. También me pregunté cómo podía un señor menudito de 164 centímetros -para entrar en la policía bastan 160-, reducir a un tipo corpulento, grandote, mastodóntico, de 177 centímetros. Que sí, que soy puntillosa, pero es que hay cosas que, si no me las creo, me hacen sentir incómoda y eso hace que desconecte de la película.
Por otra parte, Karra Elejalde está muy poco aprovechado. Su papel es muy principal en la trama pero tiene poca exposición. Quizá algo más al final. Y fijaos, que tampoco me ha impactado como acostumbra. A mí me parece que, como ellos tampoco se creen el guion, no se sienten cómodos en el papel. Esto es una gran suposición mía, claro.
En cuanto al resto del reparto, algunos están mejor que otros, sin que ninguno me haya parecido especialmente brillante. Probablemente sobresale algo más Luis Callejo, en su papel de delincuente de poca monta; quizá sea el personaje que más evoluciona, que termina mostrándonos una cara muy distinta a aquella que le conocimos en los primeros minutos de filme.
La dirección correcta, la banda sonora potente, la fotografía cuidada y poco más. En resumen, Bajocero se deja ver. Funciona como producto de entretenimiento pero si eres de los que se hacen preguntas como yo, y todo lo cuestionan, vas a encontrar muchos más detalles de los que yo he mostrado.
Y cierro con una frase que emplea frecuentemente Martín Salas: la ley no funciona así. O lo que es lo mismo, uno no puede saltarse a la torera todo un cuerpo jurídico, ni siquiera cuando la ley es tan injusta que te deja un profundo vacío existencial. ¿De verdad la ley no funciona así?
Reparto: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López Arnaiz, Inma Cuevas, Nathalie Poza, Luis Bermejo, Mireia Rey, Tito Valverde, Luis Callejo, Luis Zahera, Carlos Serrano-Clark, Ainhoa Santamaría, Itziar Aizpuru, Pep Tosar.
Género: Drama
Sinopsis: España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer el orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio, decidido a hacerle una petición.
[Fuente: Filmaffinity]
Silencio. Eso era lo que se escuchaba en la sala de cine durante los ciento siete minutos de metraje. Era septiembre, y el tiempo se paró para ver a Unamuno en la pantalla. Tenía claro que iba a volver a ver esta película. Y eso he hecho estos días. Hoy tengo claro que volveré a verla de nuevo más veces. Mientras dure la guerra ha sido una película inolvidable.
El 19 de julio de 1936, la Plaza Mayor de Salamanca se ve repentinamente inundada de camiones militares y soldados armados. Se declara el Estado de Guerra, mientras se escuchan voces a favor y en contra. Estas últimas son acalladas con disparos. El destacamento militar irrumpe en el ayuntamiento y se lleva preso a su alcalde, Casto Prieto, delante de una angustiada y atónita esposa, a la que le invade el terror y la rabia.
Y en esa ciudad que se despierta convulsa y revuelta, vive Miguel de Unamuno, junto a sus hijas María y Felisa, y su nieto Miguelín. Por estas fechas, ya es un escritor famoso. Muchos lo admiran por obras como Niebla, La tía Tula, Abel Sánchez o San Manuel Bueno Mártir, novelas ya publicadas mucho antes del alzamiento. También es admirado por su pensamientoy por su labor docente, de ahí que ocupe el cargo de rector vitalicio de la Universidad de Salamanca. A Unamuno lo veremos acudir, como cada día, a tomar café al Novelty, en compañía de sus amigos, el joven Salvador Vila, declaraddo republicano y ex alumno, y el pastor protestante Atilano Coco. Desde la ventana situada junto a la cristalera del café, los tres conversan sobre el alzamiento y los últimos acontecimientos. Serán unas primeras escenas en las que se definen las ideas políticas de estos tres hombres. Mientras que Salvador se siente indignado por el ataque a la República, Atilano cree que el viejo régimen atacaba la fe en Cristo y Unamuno, sin querer pronunciarse demasiado, termina por reconocer que este revés político es necesario para poner a la República en su sitio, ya que nunca llegó a ser lo que se esperaba de ella.
Su apoyo a la sublevación le cuesta el cargo como rector de la Universidad. Manuel Azaña lo destituye y lo llama traidor, pero la Junta de Defensa de Burgos, en la voz del militar Miguel Cabanellas, lo restituye inmediatamente. Eso sí, será un caramelo envenenado pues, junto con la restitución, lo nombran Presidente de la Comisión Depuradora Provincial, encargado de revisar los expedientes de todos los detenidos, una labor que no está dispuesto a asumir.De igual modo, lo invitarán a firmar un manifiesto en el que se declare que la universidad, como institución, está a favor de los nacionales.
Y mientras esto ocurre en Salamanca, el general Franco orquesta desde el Protectorado de Marruecos, la manera de hacerse con el liderazgo del alzamiento. Apoyado por los alemanes y algunos generales y especialmente el general Millán-Astray, fundador de la legión, se traslada a España, primero a Cáceres y luego a Salamanca. Será allí donde se desarrollen los hechos más importantes de la película, aquellos que afecten directamente a Unamuno y a su entorno.
Mientras dure la guerra nos muestra a un Unamuno de setenta años, aficionado a la papiroflexia, que ya ha vivido en sus carnes un exilio. Viudo desde hace años, su mente regresa con frecuencia a una época de juventud, una escena en la que descansaba en los brazos de Concha, su mujer, su costumbre. Es un hombre que se enorgullece de no guardarse nunca su opinión, decir siempre lo que piensa, aunque haya cambiado tantas veces de parecer a lo largo de su vida. Al principio, al alzamiento no le dará mayor importancia. No cree los rumores que llegan sobre fusilamientos, detenciones de intelectuales y asesinatos de famosos poetas. Para él, este revuelo no es más que un tirón de orejas a la República, pero pronto lo veremos asistir atónito a una serie de sucesos que él no esperaba. Las detenciones, las acusaciones fundadas en justificaciones absurdas, la forma de proceder de los militares sublevados, le harán cambiar de opinión. Se ha equivocado.
La interpretación que hace Karra Elejalde es sublime. Bien le podría haber valido el Goya como Mejor Actor Protagonista, el pasado sábado si no fuera porque competía con otros tres grandes actores y unas interpretaciones brutales: Antonio de la Torre, Luis Tosar y Antonio Banderas (se lo llevó este último). Pero en Mientras dure la guerra, Elejalde consigue que te olvides del actor. Se mete tanto en la piel del personaje, que él desaparece de la pantalla para resucitar al escritor cabezota y testarudo, al que acudían las esposas con maridos encarcelados, para pedir su intermediación y ayuda. Poco podía hacer Unamuno.
Pero sobre interpretaciones también habría que destacar la que realiza Eduard Fernández. El actor catalán nos tiene acostumbrados a grandes trabajos y en su papel de José Millán-Astray no se queda atrás. Ayer mismo hablaba con una nutricionista sobre la dieta a la que se tuvo que someter el actor para interpretar al Glorioso Mutilado. Astray tenía un brazo amputado y el actor tuvo que embutirse en un traje militar llevando el brazo izquierdo sujeto a la espalda. Por su puesto, la magnífica caracterización del personaje también aporta credibilidad a su interpretación, pero es principalmente Fernández el que le imprime carácter al fundador de la legión, un tipo sin escrúpulos, desagradable, que pone sobre las cuerdas al que tiene enfrente, lanzándoles órdagos al adversario con un 'Ahí lo dejo', muletilla con la que cierra sus speeches. Hay una escena especialmente tensa entre Astray y Unamuno, donde el primero reprocha al escritor ciertas declaraciones en prensa.
Sin embargo, el personaje de Franco me ha descolocado un poco. Y no lo digo por la interpretación que hace Santi Prego, sobre la que no tengo nada que objetar, sino por el dibujo que se hace del dictador. Todo lo que he leído sobre Franco me ha conducido a pensar que era un tipo, bajito sí, pero de ideas firmes y muy echado para delante. Sin embargo, aquí me he encontrado con un hombre un tanto sosainas, dubitativo, algo pusilánime. Un enfoque distinto que me ha gustado.
La película está dirigida con mucho mimo y cariño. No solamente te atrapa la historia sino cómo está contada. Hay planos en los que da gusto perderse, analizando el enfoque, el movimiento de la cámara, y el foco de atención de algunas secuencias. Las banderas, como elemento metafórico, jugarán un papel importante en ciertas escenas. Y lo mismo ocurre con las gafas de Unamuno, que funcionan como un espejo, en cuyo reflejo se representa la sinrazón y la incredulidad. Mientras dure la guerra, un título que tiene mucho que ver con la reunión que la Junta de Defensa celebró en Salamanca el 21 de septiembre de 1936, es una película que no abusa de los contrastes, pero sí ofrece hilos argumentales que se suceden en paralelo, permitiendo al espectador asistir al nacimiento de unos hechos que tendrán gran repercusión para el escritor.
La banda sonora también es un elemento importante en esta película. Es el propio Alejandro Amenábar el artífice de unas melodías muy emotivas, conmovedoras, impregnadas de una pátina triste y melancólica. Es tan bonita, que a veces la propia tonada se antepone a la escena, y eso no le resta valor a la película, al revés, porque será en esos momentos donde los temas musicales enfaticen la secuencia, especialmente en el último tercio de película, cuando la acción adquiere dramatismo y se suceden hechos que pueden destruir a Unamuno para siempre.
Dicho lo cual, no me queda más que recomendar una y mil veces Mientras dure la guerra. Si navegas por Internet vas a encontrar críticas profesionales que no la ponen muy bien, pero mi opinión se basa en las sensaciones que me ha transmitido el filme, más allá de cuestiones políticas o históricas. Amenábar ha permitido que me acerque a la vida de Unamuno y lo conozca un poco más en profundidad, y eso es suficiente para mí. Así que, lo dicho, no os la perdáis.
Reparto: Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde, Carmen Machi, Berto Romero, Belén Cuesta, Rosa María Sardá, Alfonso Sánchez, Alberto López y Agustín Jiménez.
Género: Comedia.
Sinopsis: Las alarmas de Koldo se encienden cuando se entera de que su hija Amaia, tras romper con Rafa, se ha enamorado de un catalán. Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. Secuela de "Ocho apellidos vascos".
[Información facilitada por Filmaffinity]
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Ocho apellidos vascos fue un bombazo. Esto no lo puede nadie negar. Llegó a las salas de cine y lo petó. Yo me resistí lo mío porque tanto bombo y platillo me hacía recelar pero al final sucumbí y el resultado fue una película que me hizo pasarlo bien pero de la que esperaba más (malditas expectativas). Y aún no se había pasado la fiebre vasca cuando ya anunciaban la catalana. La gente lo celebró. Yo me alegré, por qué no decirlo, pero a un tiempo me eché a temblar. Dice el refrán, y yo soy muy refranera, que «Segundas partes nunca fueron buenas» y para mí es una máxima que generalmente se cumple pero para hablar hay que catar, así que, en su día me fui al cine a ver esta secuela. No salí muy contenta. Si Ocho apellidos vascos me hizo pasar un rato divertido con algunos gags bastante bien planteados y unas situaciones cómicas que me hacían soltar una carcajada de vez en cuando, Ocho apellidos catalanes no dejaba de ser una secuela de calidad inferior. Me reservé mi opinión. Pero hete ahí que la volví a ver en DVD y aunque mis impresiones no han cambiado radicalmente sí he de confesar que han mejorado ligeramente. Será que ya sabía con lo que me iba a enfrentar y mi cuerpo acogió la cinta de otro modo.
Si la anterior acabó con el «Love is in the air», es decir, con un par de parejas de tortolitos - Rafa y Amaia por un lado y Koldo y Merce por otro - Ocho apellidos catalanes arranca con «Se nos rompió el amor». Tras un año más o menos, cada uno está por un lado. Rafa ha regresado al hogar. Vuelve a ser el camarero sevillano pijo, saleroso y con ganas de llevarse a una turista a la cama, pero su corazón roto le impide levantar definitivamente cabeza. Amaia, su vasca, aún le pesa en el alma y no podrá sacársela de la cabeza. Aunque él lo negará, sus amigos Joaquín y Curro lo conocen bien y saben que Rafa lo está pasando mal.
Por otro lado, Koldo también regresa al hogar, a Argoitia, después de haber estado embarcado durante meses y de haber dejado sobre la mesa las migas que Merche le había preparado. El recibimiento será frío pero lo que más le escocerá a este marinero es enterarse de que su hija piensa casarse con un catalán. Si ya accedió a que su txiki se emparejara con un sevillano, consentir que entremezcle su sangre con un catalán sería ya inconcebible. Demasiada tolerancia para él. Así que ideará un plan, interrumpir esa boda por un lado y reconquistar a Merche, y para ello necesitará la ayuda de Rafa. Volverán a juntarse todos para construir una nueva trama llena de situaciones divertidas, malentendidos, escenas .... Ese será el núcleo de la película.
Es innegable que Ocho
apellidos catalanes tiene sus golpes de humor. Se vuelven a exagerar las
formas, y en esta ocasión a tres bandas -andaluza, vasca y catalana- y gran parte de la hilaridad de la cinta recae en esos tópicos que ya sirvieron de sustento en la anterior. Ese andaluz del miarma en la boca a cada instante, saleroso y simpático, o el vasco que se caracteriza por su frialdad, la incapacidad de manifestar sus emociones o su brutalidad y como nueva incorporación, el catalán que ensalza la supremacía de su tierra y no deja de dar la lata con tanta independencia. No creo que haya que molestarse en ningún caso, aunque, en el terreno andaluz, que es el que a mí me toca más de cerca, me chocó una escena simulando la salida de una cofradía. Como no deja de ser una recreación le faltaba verosimilitud pero esto es una película y se entiende que montar una cofradía para un minuto de metraje iba a ser excesivamente caro. No sé si a los catalanes os ha parecido bien la aparición de los castellers o la fiesta de la calçotada que también sale en la peli. Ya me diréis.
A mi juicio son estas cuestiones menores pero no lo es tanto que el argumento vuelva a tirar de escenas ya vistas. Me refiero al planteamiento de dos otres situaciones idénticas a algunas que ya aparecieron en la versión vasca, por llamarla de otro modo. No creo que sea válido repetir el chiste porque, como suele ocurrir, cuando te lo cuentan por segunda vez pierde chispa y ya no es tan divertido. Al margen de que la reiteración me parece una falta de originalidad y carencia de nuevas ideas.
Si pasamos al plano interpretativo, el trabajo de los actores en esta nueva entrega va en la misma línea que ya comenté en la anterior. En líneas generales me han gustado mucho. El tandem Dani Rovira y Clara Lago sigue funcionando bien, cada uno en su papel. Por su parte, Carmen Machi sigue estando muy correcta, al igual que la pareja formada por Alfonso Sánchez y Alberto López, aunque yo tengo más devoción por este último. Pero, por encima de todos ellos, yo sigo quedándome, a todas luces, con Karra Elejalde, ¡qué grande es!
Perodado que la acción se traslada a Cataluña, habrá nuevos personajes. Por un lado la señora Roser, una mujer catalana de 84 años, muy considerada en su pueblo, dueña de una preciosa masía en la que prácticamente vive recluida y que cree que Cataluña ya es independiente y primera potencia mundial. A este personaje le da vida Rosa María Sardá aportando un estupendo deje a sus diálogos. Lo hace magníficamente la verdad y eso que su salud andaba un tanto resentida. A su vez, y con sangre catalana también, Berto Romero en el papel de Pau, el nieto de Roser. Se trata de un joven artista, un hispter muy bien caracterizado con un karma espectacular que todo lo puede. Con una filosofía de vida muy flow, Berto se mete en la piel de un tipo al que se le coge manía, algo que se entiende como premeditado pero que no deja de resultar odioso.
Y como última adquisición en el bando catalán, también estáBelén Cuesta, la wedding planner que lleva por nombre Judith, y que no sabrá qué más hacer para hacerse visible ante los ojos del que está enamorada. A pesar de ser un personaje con menos protagonismo que los demás, sin llegar a secundario, tiene una historia detrás muy divertida. Su papel me ha parecido un acierto y me ha sorprendido gratamente.
Reparto: Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso Sánchez, Alberto López, Aitor Mazo, Lander Otaola.
Género: Comedia Romántica.
Sinopsis: Rafa (Dani Rovira) es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce a una mujer que se resiste a sus encantos: es Amaya (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de las Vascongadas, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el nombre de Antxon y varios apellidos vascos: Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Gabilondo, Urdangarin, Otegi, Zubizarreta e incluso Clemente.
[Información facilitada por Filmaffinity]
Recuerdo que cuando empezaron a anunciar esta película en televisión me sorprendió la anticipación. Si no me equivoco fue allá por enero y aún faltaban dos meses para su estreno en los cines. El trailer prometía una película muy divertida, con buenos golpes de humor pero, en ocasiones, los trailers suelen destripar tanto las comedias que cuando las ves en el cine resulta que ya has visto lo mejor. En este caso, Ocho apellidos vascos contaba además con la presencia de Alfonso Sánchez y Alberto López, dos actores, productores, directores muy conocidos en Sevilla, que habían empezado haciendo sus pinitos con pequeños sketchs que colgaban en Youtube con miles y miles de visitas. Tras comprobar la aceptación entre el público y hacer algún que otro espectáculo en bares de copas, se lanzaron al cine con la película El mundo es nuestro. Todo esto me quedaba muy cerca. Alberto López es (o era) vecino mío y en más de una ocasión coincidí con él en la misma cola del super y la película El mundo es nuestro se rodó íntegramente a escasos metros de mi casa. Aún así, que anuncien una película con tanta anticipación me sonaba extraño y pensé que estaban jugando con las expectativas del público. Llegó el día del estreno y las salas se llenaron. Habían dado el gran campanazo. Todo el mundo me contaba lo divertida que era, lo que se habían reído, lo bien que lo habían pasado. Yo aún no me había decidido a verla pero sabía que tarde o temprano lo haría. Y aprovechando uno de eso miércoles de cine rebajado me dispuse a ello. Rafael Quirós (Dani Rovira) es sevillano, de gomina en el pelo, polo de marca, bético hasta la médula, fan de Los de Río y amante de su tierra («Como Sevilla no hay ná», que diría él).
Por su parte Amaia (Clara Lago) es una joven vasca cuyas amigas le hacen la jugada de su vida. Le han organizado una despedida de soltera en el lugar de la tierra que más aborrece, Andalucía. Para colmo la han vestido de flamenca y la han llevado a un tablao para celebrar la pérdida de su soltería algo que no ocurrirá porque el novio, Antxón, ha roto con ella y de lo dicho nada de nada. Dos polos totalmente opuestos, no solo en carácter y personalidad sino también en situación geográfica. Pero un breve altercado tras unos chistes algo desafortunados y unas cuantas copas de rebujito consiguen que Amaia termine en casa de Rafa. Cuatro besos, dos achuchones y a dormir. Sin embargo, el amor entra en escena, al menos entra en la vida de Rafa que se queda prendado de la cenicienta vasca que huye sin decir ni pío a las claritas del día, dejando atrás su bolso con toda la documentación. Rafa se nos ha enamorado y sin el beneplácito de sus dos amigos, Curro (Alfonso Sánchez) y Joaquín (Alberto López), marcha a Argoitia (Guipúzcoa) para devolverle a Amaia sus pertenencias. Lo que allí le ocurrirá es el cuerpo de este largometraje. Una comedia de enredo con un constante tira y afloja que nos hará disfrutar. Una sucesión de gags, algunos más brillantes que otros, que desentumecerán nuestra mandíbula con risas y sonrisas. Una madre postiza, Merche (Carmen Machi), un suegro marinero y un tanto bruto, Koldo (Karra Elejalde), un grupo de radicales, un par de ertzaintzas,... mucha simpatía y ocho apellidos vascos: Gabilondo, Urdangarin, Zubizarreta, Arguiñano Igartiburu, Erentxun, Otegi y Clemente. Bueno, lo de Clemente está por ver. Ocho apellidos vascos juega mucho con la dualidad, con la contraposición de caracteres, de estilos de vida, de forma de pensar, de modo de vestir,... y con muchísimos tópicos. Ni todo sevillano es como se presenta, ni tampoco lo es todo vasco, pero eso sí, desde siempre, tanto unos como otros, hemos tenido colgando varias etiquetas. En cualquier caso, no debe haber ofensa ni molestia alguna porque esta película está hecha con humor y desde el humor. Interpretarla de otro modo sería, a mi juicio, un estúpido error. Otra cosa es que no te haga gracia los gags o que las situaciones no te parezcan divertidas. Eso es distinto. En cuanto al reparto, caras conocidas. A Dani Rovira lo sigo en la serie B & B, junto a Belén Rueda, Gonzalo de Castro y Fran Perea entre otros. Me gusta mucho este malagueño. Me parece natural, fresco, espontáneo y sencillo. Tanto en esta película como en la serie interpreta el papel de tontorrón simpático al que se le coge cariño inmediatamente y aunque lo hace tremendamente bien, espero que no se encasille. Clara Lago también me suele gustar. Creo que es una mujer camaleónica que puede dar más de sí. La he visto bien haciendo de niña pija o de más macarra, como es el caso de esta película. Lo que ocurre es que su compañero Dani la eclipsa un pelín, muy ligeramente, porque sobre él recae la parte más cómica del guión y eso es una baza con la que él juega. En cualquier caso, hacen buena pareja que funciona bastante bien para los planteamientos del guión. Karra Elejalde, para mí un gran actor. He visto muchos de sus trabajos y no recuerdo decepción ninguna. Habrá papeles que me hayan gustado más que otros pero desde Vacas (1992) junto con Carmelo Gómez con el que ya repitió en Días contados (1994), pasando por Airbag (1996), Los sin nombre (1999), Novios (1999), Año Mariano (2000), Marujas asesinas (2001), Nos miran (2002),... y otras tantas lo he visto tanto en papeles más serios como en otros más cómicos y lo visto hasta ahora me gusta. En esta ocasión, Elejalde interpreta a un padre sorprendido de que su hija haya retomado el contacto con él después de seis años de desconexión. La alegría que siente se desborda hasta el extremo de querer controlarlo todo y recuperar el tiempo perdido. Me he divertido mucho con sus textos. En cuanto a Carmen Machi, ¿qué decir? No sé si la crítica la considerará una buena actriz o no pero a mí me gusta su trabajo. Lo paso bien viéndola tanto en la pequeña como en la gran pantalla y con eso me basta. Sobre el dúo sevillano, Alberto Lópezte arranca una sonrisa nada más asomar en escena y es que él le ha puesto siempre mucha pasión a todos sus textos. Sin embargo Alfonso Sánchez no me ha terminado de convencer. Otro detalle a destacar son los paisajes. Nada más que con las escenas aéreas de Sevilla que acompañan los créditos la balanza se inclina positivamente pero es que además, todo los paisajes del norte son preciosos. Los pequeños pueblos con sus pequeñas plazas, el mar, las playas, los montes verdes, las recónditas ermitas,... Siempre queremos aquello que no tenemos. Me gusta mi tierra pero si tuviera que abandonarla algún día sin pensarlo me iría al norte. Soy una enamorada de la cornisa cantábrica. Las localizaciones de Ocho apellidos vascos se mueven entre Sevilla y las localidades de Getaria, Zarautz, Leitza, Zumaia y la playa de Itzurun, por citar algunas. Preciosos parajes con los que dan ganas de hacer las maletas y alejarse del calor infernal que ya comenzamos a sentir aquí. Antes de concluir esta reseña y dejaros mi puntuación, me gustaría comentar algo que no suelo pasar por alto en las películas. Suelo ser muy puntillosa cuando me siento a ver cine y si veo algo que no encaja con el sentido común lo critico. En este caso se producen algunas situaciones que no tienen mucha lógica pero no me quiero poner tiquismiquis. La película me ha hecho pasar un buen rato y aunque es cierto que esperaba algo más (fruto de las altas expectativas con las que me enfrenté a ella), no puedo negar que me he reído. He escuchado todo tipo de opiniones. Desde gente que la ensalzan y te incitan a verla como si no hubiera un mañana, a otros que se han sentido totalmente decepcionados. Yo no me posiciono ni en un extremo ni en el otro. Para mí, Ocho apellidos vascos es una película divertida, con sus golpes de humor que te harán reír, con un elenco de actores y actrices que lo hacen bien. Sin rasgarme las vestiduras, la recomendaría. Así que mi puntuación es:
Ah... y ya está prevista Ocho apellidos catalanes.