martes, 29 de julio de 2025

INÉS MARTÍN RODRIGO: ❝Cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra❞

El pasado mes de abril, Inés Martín Rodrigo visitó Sevilla para promocionar su última novela, Otra versión de ti, una lectura que os recomiendo muchísimo para estos días de verano porque os vais a encontrar con una historia intimista de las que cautivan. Inés Martín centra esta historia en las relaciones de pareja, en la búsqueda de la identidad y en la figura de las madres ausentes. La novela, que la propia autora define como un collage, nos va a permitir asomarnos a la vida de Andrea, la pareja de Candela, desaparecida sin que se sepa qué ha sido de ella. Y es que Candela, tras quedar huérfana, pretende reencontrarse con sus raíces y para ello, afrontará la escritura de una novela sobre su madre. Al desaparecer, Andrea busca los motivos de esa desaparición en el ordenador de Candela. Lo que descubra lo dejo en el aire. Pienso ahora que, al hablaros de desapariciones podréis pensar que estamos ante un thriller pero no, Otra versión de ti es mucho mejor. 

Os dejo con la entrevista.

Marisa G.- Inés, un placer tenerte en Sevilla y conocerte. Sigo tu trayectoria, aunque nunca habíamos hablado ni nos habíamos visto. Y felicidades por el Nadal, aunque ya ha pasado un tiempo, y hay nuevos ganadores. 

Inés R.- Sí, claro. Pero muchas gracias.

M.G.- Bueno, pues te tengo que reconocer que he empezado a leer tu novela, y ando con mucha cautela. Y es que a mí, el tema madres y, sobre todo, el tema madres ausentes es algo que me remueve mucho por dentro. 

I.R.- Y a quién no, ¿no?

M.G.- Claro. He empezado a leerlo con esa cautela que te digo y lo primero que te quiero preguntar, ya que llevo muy poquito, es si me espera un libro triste y duro o un libro luminoso.

I.R.- Las dos cosas. Es como la vida, triste, dura y también luminosa. Te espera un libro con el que creo que te vas a poder sentir muy identificada. No solo por el tema de la ausencia de la madre, o por esas ausencias que están tan presentes en nuestra vida, sino también porque la novela está atravesada por temas que en realidad son muy universales, desde ese duelo al que ya nos hemos referido con la ausencia de la madre, pasando también por la enfermedad, la muerte digna, el amor,... Esta es una historia de amor que surge como todas las historias de amor, de la fragilidad de las personas que llegan a esas relaciones con heridas. Es algo que nos sucede a todos. Ninguno salimos ilesos de ciertas circunstancias. Y eso es lo que te vas a encontrar, una novela muy luminosa, en la que se termina bailando al ritmo de Suzi Quatro, con una canción estupenda que se titula Stumblin in, y que te va a dar luz.

M.G.- Hace un tiempo estuve con un compañero tuyo de editorial que también suele hablar mucho de su madre y escribir sobre su madre. Me refiero a Alejandro Palomas. Fíjate que cosa más curiosa. Palomas escribe su madre, el premio Nadal de este año, Jorge Fernández Díaz, habla sobre su padre en la novela con la que ha ganado el premio y tú, o Candela, habla sobre su madre en este libro. ¿Qué es lo que pasa? Lo comentaba con Alejandro en su día, que los escritores tenéis unas herramientas, que no todos tenemos, que usáis cuando llega un momento, o una necesidad de hablar de vuestros padres, por algún motivo, por heridas abiertas,... Me ha ocurrido con Jorge, con Alejandro y ahora contigo.

I.R.- Y hay más autores. Creo que las relaciones materno-filiales, paterno-filiales son uno de los grandes temas de la literatura. Están ahí desde el principio. Hacemos el viaje de la vida casi siempre acompañados, desde el principio, por nuestros padres. Son figuras además totémicas y, en muchos casos, incluso idealizadas. Sobre todo, en lo que respecta a la figura de la madre. Me parece muy interesante lo que estamos haciendo, me incluyo, toda una serie de creadoras, no solo escritoras, sino también cineastas, que nos estamos intentando acercar a la figura de la madre, a la figura de la maternidad desacralizándola, mirándola desde otra perspectiva diferente a ese púlpito en el que se le había colocado desde tiempo inmemorial y atreviéndonos a contar desde otra perspectiva,  creo que mucho más realista. 

Lo que sucede con los padres es que, además de marcarnos mucho la vida, cuando están presentes, nos la marcan, sobre todo, cuando están ausentes. Y llega un momento en la vida en el que irrumpe esa palabra grande, enorme, que es orfandad. Y cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra. Independientemente, además, de la relación que hayas tenido, o que tuvieras con tu padre o con tu madre.

M.G.- Y de la edad, Inés.

I.M.- Da igual, claro, da lo mismo. Desde luego, cuando te sucede siendo un niño, estás más desvalido todavía. Pero sí, por supuesto, da igual a qué edad te suceda. Y a partir de ese momento, creo que tienes que aceptar que, puesto que la vida se te ha quebrado, ya no vas a volver a caminar erguida. Y a mí eso me ha pasado, una vez que me he reconocido como huérfana. He sentido ese sentimiento tan hondo, tan profundo, tan doloroso. Y he recurrido a la literatura para tratar de enderezarme un poquito. Creo que para eso está también la literatura, para guiarnos en ese camino que, a veces, es muy oscuro.


[Si quieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Pero en alguna entrevista te he escuchado decir que tú no concibes la literatura como herramienta terapéutica, ¿no?

I.M.- No, y no lo es, para nada. Y además creo que es importante aclararlo, porque además estamos rodeados de tantos falsos profetas de la autoayuda, que hay gente que lo pasa muy mal. La enfermedad mental es un tema muy serio. Es una enfermedad y, por lo tanto, tiene que ser tratada por especialistas. Yo hago terapia en el terapeuta y luego, cuando llego a casa, escribo o lo que sea, pero son dos cosas completamente distintas. 

Además, la dimensión utilitaria de la literatura no me gusta. Si lo planteamos así nos estamos equivocando. Escribo, como la protagonista de la novela también para entenderme, para saber qué lugar ocupo en el mundo, pero también para vivir más y mejor. Porque vivo todas esas otras vidas que la literatura me permite crear, y si lo trasladas a la lectura, pues es exactamente lo mismo.

M.G.- A raíz del fallecimiento de mis padres, pensé mucho en ellos, y empecé a entenderlos y a comprenderlos. Los comportamientos y actitudes que antes, cuando los tenía en vida, me desquiciaban, y no entendía, ahora los comprendo mejor. No sé si eso es una herramienta de reconciliación o realmente que mi madurez o esa ausencia me hace ver las cosas desde otro punto de vista. ¿Qué crees?

I.M.- Creo que la perspectiva es muy útil. El paso del tiempo es muy sano. Hay historias a las que no nos podemos enfrentar o traumas que no podemos revivir, y ocurre que, a veces, ni siquiera podemos escribir sobre ellas hasta que no ha pasado cierto tiempo. Lo mismo sucede con respecto a las figuras totémicas del padre y de la madre. ¿Por qué? Porque nos separa un abismo, y no solo un abismo de edad, nos separa un abismo de vida. Yo que no soy madre, entiendo profundamente la dificultad que entraña serlo. Perdí a mi madre muy joven. Y mi madre era muy joven cuando murió. Entonces, no pude llegar a entender o no me podía imaginar lo que suponía ser madres a esa edad, a los treinta y cinco, treinta y seis, a los cuarenta años. No ha sido hasta ahora que he comprendido. He comprendido lo que ella pudo sentir entonces, enfermando, dejando a dos niñas muy pequeñas, huérfanas de madre. Y con mi padre ha sucedido lo mismo. Creo que juzgamos a nuestros padres de manera injusta, sin tener la perspectiva del tiempo, sin tener todas las claves, sin tener conciencia de lo que realmente sucedió. Madurar también es esto. Es aprender y no aprender a perdonar, porque no se trata de perdón, sino aprender a ponerse en su lugar. Creo que como hijos, pocas veces nos ponemos en el lugar de los padres. Bueno, ya casi nadie se pone en el lugar de nadie.

M.G.- Exacto. 

I.M.- Creo que hasta que no somos lo suficientemente maduros, no llegamos a entender ciertas cosas. Es verdad que, en el momento en que te conviertes en madre o en padre, hasta cierto punto dejas de ser un poco hijo. A mí esa clave me falta.

M.G.- Ya. Bueno, y empiezas a leer la novela... ¿O ensayo...?

I.M.- Novela, novela. Es una historia de ficción.

M.G.- Pero hay como una mezcla de géneros.

I.M.- Sí, es una novela que está construida con una mezcla de géneros, si quieres llamarlos géneros. Es una hibridación de cantidad de herramientas narrativas en las que me he permitido usar todo, desde la narración más convencional de una novela más convencional, el uso de la segunda personal o el relato, que es una de mis debilidades. Hay un relato dentro de la novela, como también hay conversaciones de WhatsApp, tweets, entrevistas periodísticas. Es un gran collage, pero porque la vida lo es. A mí me interesa la literatura que subvierte los géneros, la literatura que no tiene ni etiquetas ni límites tampoco, y eso es lo que he buscado en esta novela.

M.G.- Romper barreras.

I.M.- Sí, eso es.

M.G.- Hay muchas referencias literarias,  referencias a obras teatrales, al cine. ¿De qué manera encajan todas estas citas, todas estas referencias en lo narrado? Es como si dieran cohesión a la relación de Candela con Andrea, su pareja. ¿Cómo encajan?

I.M.- De una manera muy armónica. Igual que la literatura desempeña un papel crucial en nuestras vidas, ese papel también lo tiene el teatro, o el cine. Digamos que permiten un equilibrio muy armónico. Para mí la música tenía que estar presente en la novela, porque muchas veces veo películas que tienen una banda sonora extraordinaria y siempre pienso que esa banda sonora, no solo da coherencia a la película, sino que se convierte incluso en un personaje más. ¿Por qué no hacer eso mismo en una novela, en una ficción narrativa? Y eso es lo que he querido hacer en esta novela, donde la música, con ese enorme poder evocador que tiene. Cuando escuchamos una canción, tal vez nos vamos mentalmente al lugar en el que la escuchamos por primera vez, o a ese momento que compartimos con alguien. Cuando escribí mi primera novela, Azules son las horas, me pasé toda la escritura escuchando a un pianista que se llama Dustin O'Halloran y cada vez que escucho a ese pianista, vuelvo a aquella novela rápidamente. Aquí, la novela tiene ese papel cohesionador, ese papel evocador y narrativo, también. 

M.G.- Y hay una lista de Spotify, en la que podemos encontrar temas muy concretos. Me gustaría preguntarte por esos temas, por qué esos y no otros. Y luego también me llama mucho la atención las fotografías que se insertan en el libro.

I.M.- Con respecto a la música, esos temas son las canciones favoritas de Candela. Es la música que, de algún modo, ha ido construyendo su relación con Andrea, su propia vida. Asocia esas canciones a momentos muy concretos y determinados, ya sean más tristes o más alegres. La música es que siempre está presente en nuestra vida, por lo menos, en la mía, y tenía que estar también muy presente en la de Candela. Además es que son temas muy variados, y de distintas épocas, como pueden ser Gino Paoli o Suzi Quatro, u otras más actuales, como McEnroe, con la voz maravillosa de su cantante, Ricardo Lezón, o La bien querida, Xoel López o Depedro, que es un cantante fantástico. Bueno, pues también hibridación. Volvemos otra vez a la mezcla. No hay un género musical o un estilo musical que predomine entre el resto. Creo que la mezcla nos hace crecer. Eso con respecto a las canciones. 

Con respecto a las fotografías son un elemento narrativo más de este collage al que me refería. Pero no sólo las fotografías, sino también los documentos. Insisto, me he dado la libertad de recurrir a toda la documentación y a todo el material que necesitaba para poder construir,—ese es el verbo—, la historia de Otra versión de ti.

M.G.- Y en esa otra versión de ti, Candela y Andrea son las dos protagonistas. ¿Cómo es la relación entre ambas mujeres? En la novela veremos que quizá Andrea no conocía suficientemente a Candela, aunque nunca se termina de conocer a la persona con la que vives.

I.M.- Claro. La identidad es un tema crucial en esta novela. Esta es una novela sobre la identidad, sobre esa búsqueda incesante que todos emprendemos en algún momento de nuestra vida, para saber quiénes somos y que yo creo que nunca llegamos a terminar del todo, a perpetrar del todo. Y aquí se mezcla con la relación de pareja que mantienen Candela y Andrea. Se puede trasladar a cualquier pareja, en realidad. ¿Cuándo llegamos a conocer a la persona que tenemos a nuestro lado? ¿Cuándo la llegamos a conocer del todo? ¿Acaso es posible? ¿Acaso nosotros mismos nos conocemos del todo? ¿Cuántas versiones hay de nosotros? Pues ahí está el título. Otra versión de ti, que es esa versión que Andrea va descubriendo en el ordenador de Candela cuando esta desaparece y que es toda esa documentación que ella ha ido recopilando durante los meses previos para tratar de escribir el libro sobre su madre.

M.G.- He leído ese WhatsApp largo que aparece en la novela, en el que Candela le dice a Andrea que ha tomado la decisión de escribir un libro. Y yo veo dos posiciones tan distintas. Por un lado, Candela como muy entusiasmada, casi rozando lo obsesivo, y Andrea, más cautelosa. Me ha parecido un WhatsApp muy interesante, porque creo que desvela la actitud de cada una de ellas, el sitio que ocupa cada una.

I.M.- Claro. Candela se obsesiona con escribir ese libro, lo siente como una necesidad, porque teme que, una vez fallecido su padre, pierda a los dos, a su padre y a su madre, definitivamente. Y la única manera que tiene o que se le ocurre para poder retenerlos es a través de la literatura. Cree que trasladándolos a las páginas de un libro, eso le va a permitir vivir o revivirlos a través de la escritura. Y luego, por otra parte, está Andrea, que asiste sin poder hacer mucho más que estar y acompañar a esa deriva, rozando la autodestrucción de Candela, que ve que comienza.

En esta novela es fundamental el acompañar. En esta novela y en la vida, porque lo primordial y lo fundamental es saber estar al lado de alguien que sufre y que está pasando por un momento doloroso, por un momento trágico. Y para mí era muy importante que esa figura quedara iluminada, poner el foco sobre ella, porque a veces se nos olvida. Es decir, es crucial el papel del cuidador, de la persona que cuida a alguien que está enfermo o que está moribundo. Pero, ¿qué pasa con la persona que cuida del cuidador? Y esa persona es Andrea.

M.G.- Lo de la figura del cuidador es, para mí, una asignatura pendiente en esta sociedad porque, los que hemos tenido que cuidar, nos hemos sentimos muy desprotegidos emocionalmente y en todos los sentidos. Muy sola.

I.M.- Claro, y más allá. Y todavía más el papel del que cuida al cuidador porque el cuidador, además, es que no se deja cuidar.

M.G.- Eso es, exactamente. 

Inés, quería preguntarte por la voz narrativa. Es Andrea la que se dirige constantemente a Candela. Pero esa voz, no sé si es la voz propia de Andrea o la voz propia de Inés, que intenta buscar el camino para comunicarse a través del personaje.

I.M.- Inés está en todas las voces. Inés Martín Rodrigo está en todas las voces porque las ha creado. Y está en todos los personajes porque los ha creado, los ha inventado. Esa voz en segunda persona tenía que ser en segunda persona porque el lector escucha y el lector asiste a ese soliloquio, a ese monólogo casi que emprende, que comienza Andrea en su propia mente, una vez que descubre que Candela ha desaparecido. Entonces, se dirige a ella casi como  sucede en Cinco horas con Mario, con la diferencia de que, en el caso de Delibes, el marido ha fallecido y aquí no sabemos lo que ha sucedido. No sabemos si es una desaparición temporal, circunstancial,... El lector tendrá que ir avanzando en la lectura para descubrirlo.

M.G.- ¿Por qué la segunda voz narrativa está tan poco explorada en literatura?

I.M.- Porque es muy difícil escribir una novela cuya voz narrativa sea en segunda persona. Es una voz muy difícil de conseguir, muy difícil de apresar, muy difícil de contener, porque se va. Pero una vez que la tienes, una vez que la encuentras, es maravilloso. Es maravillosa porque lleva al lector a donde tú quieras. Y en este caso concreto, yo quería que se metiera en la cabeza de Andrea, que sintiera con ella, que sufriera con ella, que riera con ella, que asistiera a ese caos que, de repente, empieza a extenderse por su vida y sin embargo, trata de contenerlo. Entonces, ahí está.

M.G.- Inés, cuando llego a esa primera página de la novela y leo lo siguiente: «Estabas empezando a olvidarte de tu madre y cada vez te costaba más recordarla su cara, su voz, sus manos, sus gestos, sus gustos, su carácter», tuve que levantarme e ir a mi ordenador. Tengo grabada la voz de mis padres.

I.M.- ¿Y las escuchaste?

M.G.- Sí. Llevaba muchos años sin escucharlos pero, al leer esas líneas, me tuve que levantar para escucharlos de nuevo. Nunca me alegraré más de haber tenido la idea de grabar a mis padres, su voz. Tengo fotografías, claro, pero olvidar su voz, el tono de sus voces, me espeluznaba.

I.M.- Claro, es que además la voz es algo... Lo dice Belén en la novela. Candela le pide a Belén un texto en el que describa quién cree que era la madre de Candela. Y Belén le responde algo así como que la voz dice mucho de la personalidad de una persona y es verdad. 

Es curioso porque ahora no valoramos eso. Estamos permanentemente haciendo grabaciones y tenemos multitud de vídeos. Creo que demasiados. Pero hace treinta, cuarenta, cincuenta años no era así. Y aquellas voces se han perdido. Además es que recordar una voz es casi tan difícil como recordar un olor. Y una vez que se pierde esa evocación, tienes una sensación de vacío.

Hay un libro precioso que publicó Periférica hace unos meses. Se titula, precisamente, La voz. Es de una autora japonesa, no recuerdo ahora su nombre, que viven en Francia [Se refiere a La voz sombra de Ryoko Sekiguchi]. Precisamente, en esa novela, se reflexiona sobre lo que sucede con las voces de nuestros muertos, a dónde van, cómo permanecen en nuestro recuerdo.

M.G.- Yo tengo a buen recaudo las mías y, además, como me da miedo perder esas grabaciones, las guardadas en varios dispositivos.

I.M.- Haces bien. 

M.G.- Sí. Bueno, me comentaste antes que tu madre falleció siendo muy joven. Estamos hablando de recuerdos, de la imagen que tenemos de nuestros padres. ¿Qué tal de potente es ese recuerdo de tu madre? ¿Es nítido o, al contrario, está difuminado?

I.M.- Bueno, mi madre, su ausencia, está siempre muy presente en mi vida. Ahora, gracias a esta novela, está más presente ella y menos su ausencia. Es un recuerdo que, durante muchos años ha sido un recuerdo muy doloroso, ha sido un recuerdo triste, angustioso incluso, pero que insisto, en gran parte, gracias a haber escrito esta novela, ahora es un recuerdo también en parte bello y en parte hermoso. Yo he recuperado a mi madre, he recuperado la sonrisa de mi madre, he recuperado la alegría de mi madre. Y bueno, esa es una herencia que ella me dejó, de la que yo no era consciente y que he descubierto gracias a esta novela.

M.G.- Las lecturas cambian a los lectores, al menos, ciertas lecturas, y estoy convencida que la escritura opera del mismo modo con los escritores. En este caso, tras escribir este libro, ¿tú sientes que hay una Inés antes y una Inés después?

I.M.- No tanto, no. Pero sí una escritora mejor. Yo he crecido mucho como escritora con esta novela, pero muchísimo. Y estoy muy orgullosa de haberla escrito, muchísimo, porque era un reto inmenso. A mí me gustan mucho los riesgos literarios, los riesgos creativos, los personales, ya menos. Y estoy muy orgullosa de haberlo hecho, de verdad que sí. Y me colocaba en un lugar literario al que creo que pertenezco y en el que me quiero quedar.

M.G.- Inés, yo continuaré con la lectura de esta Otra versión de ti. Seguramente encuentro a mi madre en estas páginas. Segurísimo.

I.M.- Seguro que sí.

M.G.- Te agradezco que hayas venido a Sevilla y que hayas compartido este momento conmigo.

I.M.- Nada, un placer.

Sinopsis: Hace casi una década que Andrea y Candela son pareja y en estos años su amor ha tenido que convivir con los golpes habituales de la vida. Candela es escritora y desde muy pequeña la pérdida la acompaña: de niña le sorprendió la temprana muerte de su madre y desde entonces le persigue su recuerdo. Ahora, veintiséis años después y en su mejor momento, todo estallará de nuevo cuando tenga que asumir otro adiós. Será cuando se obsesione con escribir un libro que la ayude a descubrir quién fue su madre, esa mujer casi desconocida para ella, y construir por fin un relato claro y reconfortante. Para ello recopila testimonios de familiares, amigos y expertos en neurología, psicología y fotografía, además de documentos e imágenes… Piezas de un puzle que, tras la misteriosa desaparición de Candela, Andrea tendrá que resolver. Será ella quien le irá contando al lector la historia de ambas y la de la incesante búsqueda de una identidad personal y familiar a partir de un amor infinito.


Otra versión de ti es una obra deslumbrante sobre la recomposición de los recuerdos que nos construyen, el temor a perderlos y la búsqueda incansable por preservarlos. Una novela sobre el amor a la pareja, el amor a la vida. En definitiva, un alegato del amor al amor. 


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