Editorial: Ediciones B
Fecha publicación: Junio, 2020
Precio: 20,90 €
Género: Thriller
Nº Páginas: 480
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788466667449
Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]
Fecha publicación: Junio, 2020
Precio: 20,90 €
Género: Thriller
Nº Páginas: 480
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788466667449
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Autor
Mikel Santiago nació en Portugalete (Vizcaya) en 1975. Comenzó escribiendo relatos y novelas cortas, y publicando sus propios e-books en internet, con lo que consiguió llegar a la lista de best sellers de iTunes, Amazon y Barnes & Noble. Ha vivido en Irlanda y en Ámsterdam. Actualmente reside en Bilbao.
Ha publicado las novelas La última noche en Tremore Beach (2014), El mal camino (2015), El extraño verano de Tom Harvey (2017) y La isla de las últimas voces (2018) en Ediciones B. Todas ellas han escalado hasta los primeros puestos en las listas de best sellers en España y han sido publicadas en una veintena de países. Sus obras han vendido más de un millón de ejemplares en todo el mundo, conquistando por igual a los lectores y a la crítica literaria. En la actualidad, está considerado como uno de los mejores autores de thriller a nivel internacional.
Sinopsis
Hay novelas imposibles de abandonar una vez leídas las primeras páginas. Historias que reinventan el suspense y hacen dudar al lector cada vez que termina un capítulo. En este thriller absolutamente original y adictivo, Mikel Santiago rompe los límites de la intriga psicológica con un relato que explora las frágiles fronteras entre el recuerdo y la amnesia, la verdad y la mentira.
En la primera escena, el protagonista despierta en una fábrica abandonada junto al cadáver de un hombre desconocido y una piedra con restos de sangre. Cuando huye, decide tratar de reconstruir él mismo los hechos. Sin embargo, tiene un problema: no recuerda apenas nada de lo ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas. Y lo poco que sí sabe es mejor no contárselo a nadie.
Así arranca este thriller que nos traslada a un pueblo costero del País Vasco, entre sinuosas carreteras al borde de acantilados y casas de muros resquebrajados por las noches de tormenta: una pequeña comunidad donde, solo aparentemente, nadie tiene secretos para nadie.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Mikel Santiago vuelve a ofrecernos un verano de lectura adictiva. Cuando se anunció nueva novela, tuve claro que la quería leer porque, en líneas generales, me gustan sus libros. Hasta la fecha, puedo decir que los he disfrutado todos, aunque algunos más que otros. Por ejemplo, La isla de las últimas voces no me pareció tan fabulosa como las anteriores. En aquella reseña, resalté ciertas cuestiones que habían supuesto pequeños escollos en la lectura, escenas o situaciones que no me habían parecido convincentes, para llegar a un desenlace con el que no me sentí del todo conforme. Cuestión de gustos. Por entonces, llegué a plantearme si el efecto que me provocaban las novelas de Mikel Santiago se había evaporado, si el autor ya había perdido la capacidad de sorprenderme. Así que, la lectura de El mentiroso se presentaba ante mí como un reto, una manera de comprobar si las historias que este escritor vizcaíno seguían pareciéndome atractivas o, por el contrario, habíamos perdido la magia. Ahora, tras la lectura, tengo que admitir que el resultado ha sido satisfactorio. El mentiroso ha logrado engancharme, ha conseguido que tenga ganas de llegar a casa para sentarme a leer, para pasear por unos escenarios agrestes y hostiles, donde las inclemencias del tiempo golpean con fuerza. Ha sido una lectura con la que he ido descubriendo, poco a poco, que todos los personajes tienen mucho que ocultar.
Álex es un joven jardinero que reside en Ilumbe, un pueblecito costero del País Vasco, próximo a Bermeo. Una mañana despierta en el hospital, sin saber cómo ha ido a parar allí. Al parecer ha tenido un accidente de tráfico, al salirse en una curva. Cuando abre los ojos, lo primero que ve es a Erin, su novia, con la que lleva saliendo aproximadamente un año. Pero Álex no recuerda nada de su accidente. Por su mente cruzan otras imágenes muy distintas y desconcertantes: una vieja fábrica abandonada, un bulto tirado en el suelo, un hombre que no respira y una piedra manchada de sangre. ¿Son recuerdos reales o su imaginación le está gastando una broma? Su confusión mental conduce a los médicos a lanzar un diagnóstico: amnesia. El golpe que ha recibido en la cabeza, visible por la herida que muestra en el cráneo, le ha borrado, momentánea y parcialmente, la memoria. Solo tiene que darse tiempo, descansar y recuperarse para que los recuerdos vayan fluyendo de nuevo. Sin embargo, lo que va recordando solo le produce más y más inquietud. A ello se une que, la investigación que la policía lleva a cabo sobre el accidente, arroja conclusiones algo inquietantes, que no lo dejan en muy buena posición. Por ejemplo, la policía descubre que Álex iba circulando en sentido contrario y que el golpe en la cabeza no cuadra con el patrón del accidente. ¿Por qué tuvo Álex ese accidente? ¿De dónde venía y hacia dónde iba? Ni siquiera el propio joven puede responder a estas preguntas, hasta que la luz comienza a abrirse paso entre la oscuridad de sus recuerdos. Será entonces cuando, por sus propios medios, intentará ir atando cabos, desandando sus pasos, y reconstruyendo las últimas cuarenta y ocho horas de su vida, hasta llegar al origen de todo. Pero para ello, y al no tener la certeza de nada, al sentir dudas sobre sus actos, irá lanzando una mentira tras otra, hasta meterse en aguas pantanosas. Ahora bien, no será el único mentiroso de esta historia.
Por otra parte, en Ilumbe se ha notificado la desaparición de un escritor. Félix Arkarazo, vecino del municipio, cosechó un importante éxito con su primera novela, El baile de las manos negras, un libro que no gustó a muchos en el pueblo porque desvelaba información confidencial. Los métodos de Félix siempre han sido bastante cuestionables y su rol como escritor dejaba mucho que desear. Antes de su desaparición, andaba preparando su segunda novela. ¿Tan escandalosa como la primera? ¿Qué le ha ocurrido a Arkarazo? Bueno, lo sabremos en las primeras páginas, aunque en esta novela no importa tanto el qué, sino el quién y el porqué.
A todo ello, una muerte ocurrida en el pasado volverá a ser centro de atención, dejando en evidencia que, muchos de los sucesos actuales, están relacionados con los ocurridos, tiempo atrás.
Así pues, la novela plantea varias incógnitas. La más inmediata tendrá que ver con esas cuarenta y ocho horas que Álex no recuerda y con su implicación en un suceso luctuoso. El lector advierte, desde primer momento, que la actitud esquiva del protagonista está relacionada con ciertas circunstancias personales que no pueden salir a la luz. Así que, el misterio está servido desde las primeras páginas. Mikel Santiago teje un entramado donde se entremezclan los viejos amores, la amistad y la lealtad, los negocios turbios, el maltrato, los chantajes, las traiciones, la extorsión y las amenazas, para conducirnos a un desenlace que me ha parecido un cierre acorde con el trazado del relato.
De entre los personajes, Álex es el que capitanea esta historia. Es un joven sin más familia que su abuelo, Jon Garaikoa. Begoña, su madre, falleció hace unos años y de su padre apenas sabe nada. Así que el joven reside con el anciano en Punta Margúa, un accidente geográfico donde se erige la casa familiar. La vivienda está llena de grietas por todas partes, debido a la inestabilidad de sus cimientos, provocada por los continuos desprendimientos que se producen en los acantilados cercanos. Los dos hombres están solos, salvo por Dana, una ucraniana que se encarga de mantener la casa en orden.
Me gusta Álex. Me parece un joven de su tiempo. La lectura nos demostrará que, a pesar de ciertos trapicheos, es un tío normal, legal y con buen corazón. Y me gusta la relación que tiene con su abuelo Jon, un viejo lobo de mar, al que la vejez ya le está pasando factura. Aunque el anciano se resiste, contra la cabalgadura del Alzheimer poco se puede hacer. Jon comienza a tener lagunas mentales y eso lo convierte en alguien vulnerable, una situación terrible para un hombre que nunca necesitó ayuda de nadie. Ahora, al igual que su nieto, tendrá que dar su brazo a torcer y aceptar que, en esta vida, no siempre podemos ser titanes.
El abuelo Jon me ha parecido un personaje entrañable, que le sirve a Mikel Santiago para reflexionar sobre la pérdida de la memoria y, a la larga, sobre la pérdida de la propia identidad. Jon es un personaje que lanza sentencias como dagas y que remueve las entrañas del lector. Pero si hablamos de emociones, hay que destacar el cariño que destilan los recuerdos que Álex tiene sobre su madre. Esos pasajes son los que más me han aproximado al protagonista.
Pero en esta novela circulan muchos más personajes. Al margen de la familia de Álex (pasada y presente), también conoceremos a sus amigos; a su novia Erin y a los padres de esta; a Denis, íntimo amigo de Erin; a algunas amigas de Begoña. La palma se la llevan ciertos tipos siniestros de los que mejor no os cuento nada. Pero Ilumbe es un pueblo pequeño y ocurre, lo que ocurre en todos los pueblos pequeños, que todo el mundo se conoce, que todo el mundo sabe cosas de su vecino. De este modo, los personajes se mueven como dentro de una burbuja, un caparazón bajo el cual se han producido hechos inconfesables que irán saliendo a la luz.
Escrita en primera persona, la novela arranca con un capítulo inicial que sitúa al lector en mitad de una escena cargada de suspense. Se trata de una introducción que sirve de presentación de la escena del crimen. A partir de ahí, la novela se estructura en siete bloques titulados, a lo largo de los cuales se distribuyen capítulos cortos. No diría que la narración te deja sin aliento en cada página, pero es justo reconocer que hay capítulos en los que la tensión se dispara, y el nivel de suspense irá in crescendo, a medida que nos acercamos al desenlace.
La ambientación es otro plus más. Es cierto que el autor recurre siempre a las tormentas, a los cielos grises, a los vientos, a las lluvias torrenciales y a los truenos ensordecedores, pero todo esto se ha convertido en su seña de identidad. Y creo que, en esta novela precisamente, es donde más sentido tiene una climatología adversa. Son esos momentos de tempestades los que incrementan el suspense de la novela, consiguiendo que el lector no solo luche con las incógnitas que se le plantean, sino también con los elementos de la naturaleza. Mikel Santiago sabe crear ambiente, algo que demuestra en cada novela.
En cuanto a los escenarios, que la historia transcurra en España ha sido para mí un punto muy positivo. A Mikel le gusta hacer viajar al lector, llevarlo a otros parajes, lejos de nuestras fronteras. Sin embargo, a mí me ha parecido todo un acierto que la historia se desarrolle en nuestro país, más concretamente en el País Vasco, con acantilados que ceden ante el envite del mar, con pequeños pueblos llenos de encanto, bosques tenebrosos y galernas que arrasan con todo a su paso. Aunque él mismo reconoce que se ha inventado lugares (Ilumbe no existe en la realidad), y que, por exigencias de la trama, ha movido de lugar algunos escenarios, también hay lugares muy reconocibles, tanto que casi se podría hacer una ruta literaria.
Por cierto, en la web del autor (www.mikelsantiago.info) encuentras tres relatos cortos, bajo los títulos Carreteras solitarias I, II y III, en versión audio, que conviene escuchar para adentrarte en el universo Santiago. Y ya, por último, os comento que el propio autor nos desveló en la entrevista (puedes leerla aquí), que es posible que Ilumbe vuelva a ser escenario de sus próximas novelas. Para ello tendremos que esperar un poco. ¿Al verano del 2021, quizás? No sabemos. De momento, cierro esta reseña animándote a leer El mentiroso. Una vez que empieces, no podrás dejarla.
Álex es un joven jardinero que reside en Ilumbe, un pueblecito costero del País Vasco, próximo a Bermeo. Una mañana despierta en el hospital, sin saber cómo ha ido a parar allí. Al parecer ha tenido un accidente de tráfico, al salirse en una curva. Cuando abre los ojos, lo primero que ve es a Erin, su novia, con la que lleva saliendo aproximadamente un año. Pero Álex no recuerda nada de su accidente. Por su mente cruzan otras imágenes muy distintas y desconcertantes: una vieja fábrica abandonada, un bulto tirado en el suelo, un hombre que no respira y una piedra manchada de sangre. ¿Son recuerdos reales o su imaginación le está gastando una broma? Su confusión mental conduce a los médicos a lanzar un diagnóstico: amnesia. El golpe que ha recibido en la cabeza, visible por la herida que muestra en el cráneo, le ha borrado, momentánea y parcialmente, la memoria. Solo tiene que darse tiempo, descansar y recuperarse para que los recuerdos vayan fluyendo de nuevo. Sin embargo, lo que va recordando solo le produce más y más inquietud. A ello se une que, la investigación que la policía lleva a cabo sobre el accidente, arroja conclusiones algo inquietantes, que no lo dejan en muy buena posición. Por ejemplo, la policía descubre que Álex iba circulando en sentido contrario y que el golpe en la cabeza no cuadra con el patrón del accidente. ¿Por qué tuvo Álex ese accidente? ¿De dónde venía y hacia dónde iba? Ni siquiera el propio joven puede responder a estas preguntas, hasta que la luz comienza a abrirse paso entre la oscuridad de sus recuerdos. Será entonces cuando, por sus propios medios, intentará ir atando cabos, desandando sus pasos, y reconstruyendo las últimas cuarenta y ocho horas de su vida, hasta llegar al origen de todo. Pero para ello, y al no tener la certeza de nada, al sentir dudas sobre sus actos, irá lanzando una mentira tras otra, hasta meterse en aguas pantanosas. Ahora bien, no será el único mentiroso de esta historia.
Por otra parte, en Ilumbe se ha notificado la desaparición de un escritor. Félix Arkarazo, vecino del municipio, cosechó un importante éxito con su primera novela, El baile de las manos negras, un libro que no gustó a muchos en el pueblo porque desvelaba información confidencial. Los métodos de Félix siempre han sido bastante cuestionables y su rol como escritor dejaba mucho que desear. Antes de su desaparición, andaba preparando su segunda novela. ¿Tan escandalosa como la primera? ¿Qué le ha ocurrido a Arkarazo? Bueno, lo sabremos en las primeras páginas, aunque en esta novela no importa tanto el qué, sino el quién y el porqué.
A todo ello, una muerte ocurrida en el pasado volverá a ser centro de atención, dejando en evidencia que, muchos de los sucesos actuales, están relacionados con los ocurridos, tiempo atrás.
Así pues, la novela plantea varias incógnitas. La más inmediata tendrá que ver con esas cuarenta y ocho horas que Álex no recuerda y con su implicación en un suceso luctuoso. El lector advierte, desde primer momento, que la actitud esquiva del protagonista está relacionada con ciertas circunstancias personales que no pueden salir a la luz. Así que, el misterio está servido desde las primeras páginas. Mikel Santiago teje un entramado donde se entremezclan los viejos amores, la amistad y la lealtad, los negocios turbios, el maltrato, los chantajes, las traiciones, la extorsión y las amenazas, para conducirnos a un desenlace que me ha parecido un cierre acorde con el trazado del relato.
De entre los personajes, Álex es el que capitanea esta historia. Es un joven sin más familia que su abuelo, Jon Garaikoa. Begoña, su madre, falleció hace unos años y de su padre apenas sabe nada. Así que el joven reside con el anciano en Punta Margúa, un accidente geográfico donde se erige la casa familiar. La vivienda está llena de grietas por todas partes, debido a la inestabilidad de sus cimientos, provocada por los continuos desprendimientos que se producen en los acantilados cercanos. Los dos hombres están solos, salvo por Dana, una ucraniana que se encarga de mantener la casa en orden.
Me gusta Álex. Me parece un joven de su tiempo. La lectura nos demostrará que, a pesar de ciertos trapicheos, es un tío normal, legal y con buen corazón. Y me gusta la relación que tiene con su abuelo Jon, un viejo lobo de mar, al que la vejez ya le está pasando factura. Aunque el anciano se resiste, contra la cabalgadura del Alzheimer poco se puede hacer. Jon comienza a tener lagunas mentales y eso lo convierte en alguien vulnerable, una situación terrible para un hombre que nunca necesitó ayuda de nadie. Ahora, al igual que su nieto, tendrá que dar su brazo a torcer y aceptar que, en esta vida, no siempre podemos ser titanes.
El abuelo Jon me ha parecido un personaje entrañable, que le sirve a Mikel Santiago para reflexionar sobre la pérdida de la memoria y, a la larga, sobre la pérdida de la propia identidad. Jon es un personaje que lanza sentencias como dagas y que remueve las entrañas del lector. Pero si hablamos de emociones, hay que destacar el cariño que destilan los recuerdos que Álex tiene sobre su madre. Esos pasajes son los que más me han aproximado al protagonista.
Pero en esta novela circulan muchos más personajes. Al margen de la familia de Álex (pasada y presente), también conoceremos a sus amigos; a su novia Erin y a los padres de esta; a Denis, íntimo amigo de Erin; a algunas amigas de Begoña. La palma se la llevan ciertos tipos siniestros de los que mejor no os cuento nada. Pero Ilumbe es un pueblo pequeño y ocurre, lo que ocurre en todos los pueblos pequeños, que todo el mundo se conoce, que todo el mundo sabe cosas de su vecino. De este modo, los personajes se mueven como dentro de una burbuja, un caparazón bajo el cual se han producido hechos inconfesables que irán saliendo a la luz.
Escrita en primera persona, la novela arranca con un capítulo inicial que sitúa al lector en mitad de una escena cargada de suspense. Se trata de una introducción que sirve de presentación de la escena del crimen. A partir de ahí, la novela se estructura en siete bloques titulados, a lo largo de los cuales se distribuyen capítulos cortos. No diría que la narración te deja sin aliento en cada página, pero es justo reconocer que hay capítulos en los que la tensión se dispara, y el nivel de suspense irá in crescendo, a medida que nos acercamos al desenlace.
La ambientación es otro plus más. Es cierto que el autor recurre siempre a las tormentas, a los cielos grises, a los vientos, a las lluvias torrenciales y a los truenos ensordecedores, pero todo esto se ha convertido en su seña de identidad. Y creo que, en esta novela precisamente, es donde más sentido tiene una climatología adversa. Son esos momentos de tempestades los que incrementan el suspense de la novela, consiguiendo que el lector no solo luche con las incógnitas que se le plantean, sino también con los elementos de la naturaleza. Mikel Santiago sabe crear ambiente, algo que demuestra en cada novela.
En cuanto a los escenarios, que la historia transcurra en España ha sido para mí un punto muy positivo. A Mikel le gusta hacer viajar al lector, llevarlo a otros parajes, lejos de nuestras fronteras. Sin embargo, a mí me ha parecido todo un acierto que la historia se desarrolle en nuestro país, más concretamente en el País Vasco, con acantilados que ceden ante el envite del mar, con pequeños pueblos llenos de encanto, bosques tenebrosos y galernas que arrasan con todo a su paso. Aunque él mismo reconoce que se ha inventado lugares (Ilumbe no existe en la realidad), y que, por exigencias de la trama, ha movido de lugar algunos escenarios, también hay lugares muy reconocibles, tanto que casi se podría hacer una ruta literaria.
Por cierto, en la web del autor (www.mikelsantiago.info) encuentras tres relatos cortos, bajo los títulos Carreteras solitarias I, II y III, en versión audio, que conviene escuchar para adentrarte en el universo Santiago. Y ya, por último, os comento que el propio autor nos desveló en la entrevista (puedes leerla aquí), que es posible que Ilumbe vuelva a ser escenario de sus próximas novelas. Para ello tendremos que esperar un poco. ¿Al verano del 2021, quizás? No sabemos. De momento, cierro esta reseña animándote a leer El mentiroso. Una vez que empieces, no podrás dejarla.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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