martes, 30 de abril de 2019

ELVIRA NAVARRO: 'Me gustaría poder y saber escribir la luminosidad pero lo que me incita e impulsa a escribir es la oscuridad'

Asomarse por primera vez a la prosa de un escritor, adentrarse en su universo, constatar cuáles son sus preocupaciones que suelen camuflarse o mostrarse en sus historias, discernir su punto de vista, su ángulo de visión para mirar el mundo en el que nacemos, transitamos y morimos. Descubrir, eso es lo importante. Por eso nunca me canso de añadir nuevos nombres a esa lista de autores leídos, matizada con pequeñas anotaciones mentales para colocarlos en un lugar u otro de esa estancia literaria que todos llevamos en nuestro interior. Y así, Elvira Navarro, una autora de la que había siempre oído hablar muy bien, ya forma parte de mi particular bagaje literario, bajo la denominación que incluye a esos autores a tener en cuenta por su originalidad y por su peculiar forma de encarar la literatura. Hablamos con ella hace unas semanas, cuando recaló en Sevilla para presentar su última publicación La isla de los conejos, un volumen de cuentos diferentes.


Marisa G.- Elvira, creo que este es tu primer volumen de cuentos aunque tus novelas no son excesivamente largas tampoco. Parece que eres una autora de corta-media distancia.

Elvira N.- En realidad no es mi primer libro de cuentos. Ya publiqué 'La ciudad de invierno' lo que ocurre es que la protagonista era siempre la misma aunque en distintas etapas de su vida y los textos seguían un orden cronológico. No se leyó como si fueran cuentos sino más bien como un intergenérico. Incluso hubo gente que lo leyó como una novela.

M.G.- Entre escribir cuentos y novelas, más allá de concreción y la extensión,  a tu juicio, ¿qué diferencias sustanciales hay?

E.N.- Son dos regímenes de escritura totalmente distintos. En una novela, normalmente, trabajas con lo explícito. Las novelas funcionan por agotamiento del tema, o más bien, porque agotas lo que tú tienes que decir sobre un tema. Generalmente ese tema se va explicitando, bien sea porque los protagonistas hablan sobre ello o bien porque el narrador encara el tema de manera directa. En cambio, en los cuentos, el tema es implícito. El régimen de trabajo de los cuentos contar algo a través de una historia. Los cuentos son muy metafóricos, es algo que vemos muy bien en los cuentos infantiles. Si piensas, por ejemplo en 'Caperucita Roja', en realidad no te está contando la historia de una niña que visita a su abuela y tal, sino otra cosa distinta. U otro ejemplo, 'Conservación' de Carver, un cuento que trata sobre la descomposición de una pareja pero en ningún momento se habla de manera directa de eso. 

M.G.- Pues fíjate que yo necesito leer los cuentos dos veces. Es una costumbre que he adquirido. Y estoy pensando ahora que quizá sea por esto que comentas porque para extraer el verdadero significado del cuento, el que subyace hay que profundizar en la lectura. 

E.N.- Pero hay que tener cuidado porque podemos traicionar el sentido verdadero de un cuento si pretendemos traducirlo a otro lenguaje. El arte o cualquier manifestación artística en general se mueve con ese contexto griego de verdad, con la 'alétheia', que significaba verdad como desvelamiento. Pero un desvelamiento que implica mover el velo pero sin que se vea del todo lo que hay detrás. Sé que es un poco correoso lo que intento decir pero digamos que la verdad que maneja un texto es una verdad de tipo poética. Creo que no se puede resumir en tres o cuatro frases una novela o un relato. Hay mucho más. 

M.G.- El volumen consta de once piezas. ¿Están escritos exprofeso para la ocasión?

E.N.- La mayoría sí. Hay tres relatos escritos con anterioridad a que tuviera una idea del libro, idea que surge cuando escribo en 2014 'La isla de los conejos', cuento da título al libro. Cuando escribí aquella historia sentí que tiraba de mí para que siguiera escribiendo cuentos. 

M.G.- ¿Y por qué elegir ese cuento concretamente como título del volumen?

E.N.- Sencillamente porque me lo dijo mi agente y me di cuenta que llevaba razón. Yo lo había titulado 'La habitación de arriba', que cuenta la historia de una chica que trabaja en un hotel y sueña los sueños de los huéspedes. Me gustaba mucho ese título porque me recordaba a una película que había visto de niña, 'Al final de la escalera', que no terminé de ver y no sé si es buena o mala. De alguna manera quería que los relatos tuvieran cierta conexión con el terror porque, aunque no lo sean totalmente, sí se asoman un poco a ese abismo. Pero mi agente pensó que era mucho mejor titular el libro con 'La isla de la conejos' porque nos lleva a fabular con una idea extraña, elemento común en el libro y también porque en estos cuentos aparecen muchos animales. No en todos los cuentos pero sí o aparece un animal o hay algún tipo de o animal o transformación por parte de los protagonistas.

M.G.- Sí que hay bastante fauna en los cuentos, pájaros extraños que no se sabe muy bien de qué tipo son, extrañas criaturas, los conejos que hemos mencionado,... Detrás de esta fauna, ¿qué intencionalidad hay? ¿Funciona como esa metáfora de la que hablábamos antes?

E.N.- Diría que sí. Cuando uno contempla un animal, sobre todo cuando tienes un animal de compañía, hay una enorme sensación de familiaridad porque es tu animal, convives con él y puedes ver hasta qué punto tienen emociones. Pero, al mismo tiempo, te das cuenta de lo misterioso que son porque por más que los tengamos cerca resultan incomprensibles. Es imposible penetrar en ellos. Es algo que está muy cerca de nosotros pero a la vez muy lejos. Esta idea puede ser una metáfora de nosotros mismos, de nuestras partes oscuras, que están muy cerca pero también muy lejos porque no las queremos ver y continuamente las apartamos.

M.G.- Y has comentado que hay mucho elemento extraño en tus cuentos. Realmente es así porque tus textos son como una vuelta de tuerca, hay como una transgresión de la realidad, un giro a lo cotidiano. Te tengo que confesar que me han perturbado, me han incomodado, me han hecho sentir desasosiego,... ¿Realmente querías transmitir todo eso al lector?

E.N.- No es algo que me planteara conscientemente. Son más bien las emociones que me llevan a escribir los relatos y en la medida en la que son su punto de partida, se transmiten también al lector. No me planteé inquietar sino que hay algo que a mí me inquieta y me hace escribir.

M.G.- Entonces, ¿tus cuentos son fruto de tu visión del mundo, un tanto amenazante?

E.N.- Sí, es parte de mi visión aunque no totalmente. Esos cuentos nacen cuando mi visión es más negra o cuando vivo momentos de malestar, momentos de extrañeza, de angustia, de desasosiego,... Aunque soy una persona alegre, me cuesta mucho escribir desde la alegría. Me gustaría poder y saber escribir la luminosidad pero lo que me incita e impulsa a escribir es la oscuridad.


M.G.- Y las sensaciones que provocan estos textos, ¿podrían funcionar como revulsivo en el lector? Lo extraño, lo raro, suele producir atracción.

E.N.- Nos atrae porque nosotros somos muchas veces seres extraños, retorcidos y hay cosas que no vemos habitualmente pero están ahí agazapadas. La atracción que produce en nosotros la oscuridad se debe a que es más cercana de lo que pensamos. Lo que nos es ajeno nos resulta totalmente indiferente. La oscuridad nos atrae porque forma parte de nosotros aunque la rechacemos. Ese rechazo ya es significativo de algo. 

M.G.- En tus cuentos prima más estas emociones de las que hablamos por encima de los hechos en sí porque hay relatos en los que no ocurre gran cosa. Pesa más la atmósfera que creas que la historia en sí.

E.N.- Sí. Lo que me interesa es recorrer un territorio y lo hago generando atmósferas, a través de algunas tramas. Mi interés no radica en armar una trama para resolverla aunque a veces la historia me lo pida porque resulta que lo que quiero explorar se explora así. Pero sobre todo lo que me gusta es generar un universo y meterme por él.

M.G.- Dentro de que son relatos, algunos son más realistas, otros tienen un toque fantástico, otros ciencia-ficción, terror,... Tocas como un poco de todo.

E.N.- No lo he hecho a propósito tampoco. Creo que ha salido así porque leo literatura realista, fantástica,... Todo eso no deja de ser códigos o herramientas que manejo.

M.G.- Todos son muy inquietantes aunque algunos lo son en sumo grado como por ejemplo 'Estricnina', 'Encía',... He advertido algún toque kafkiano. ¿Cuáles son los referentes a la hora de componerlos?

E.N.- Desde mi punto de vista hay un referente clave, un libro fundamental. Me refiero a 'Proyectos de pasado' de Ana Blandiana. Es un libro de relatos fantástico. Blandiana es rumana. Publicó este libro en 2008 en la editorial Periférica. No es un libro muy leído en España aunque la autora tiene mucho prestigio crítico. Creo que ese libro, en el que lo fantástico se mezcla con lo onírico es un referente importante y de él bebe mucho mi libro. Aunque quizá no sea así porque no siempre somos buenos jueces de nuestra propia obra. 

Por otra parte, mientras escribía también pensaba a menudo en 'Las Hortensias 'de Felisberto Hernández por los continuos efectos de extrañamiento y porque sus personajes son un poco excéntricos. Para mí son dos referentes que son claros pero bueno, luego cada lector lo asimila a su propio corpus de lectura.

M.G.- A mí la atmósfera de algunos de tus cuentos me trasladó a los trabajos de David Lynch.

E.N.- Puede que haya algo de Lynch también porque he visto bastantes pelis suyas y soy bastante fan. 

M.G.- Antes has mencionado lo onírico algo que juega un papel muy importante en 'La habitación de arriba'. Este, junto con 'Memorial', son los dos cuentos que más me han gustado. Me gustaría saber cuáles son los que te resultan más atractivos. 

E.N.- Me gustan varios y no sabría elegir, la verdad. 'Memorial' y 'La habitación de arriba' me gustan tanto como a ti pero también destacaría 'La isla de los conejos' y 'Las cartas de Gerardo'. Creo que son los cuatro mejores relatos del libro. 

M.G.- Creo que tienes un proyecto entre manos que tiene que ver con un blog que administras y que se denomina 'Periferia'.

E.N.- Sí, aunque está un poco muerto últimamente. Durante años estuvo muy activo y en él contaba paseos que me daba por Madrid. Pretendo convertir ese blog en un libro, de hecho lo llevo muy avanzado, pero no estarán todo los textos que he publicado ahí aunque sí aparecerá alguno. Es un proyecto a largo plazo.

M.G.- A primeros de años nos dejó Claudio López Lamadrid, ¿qué herencia te ha dejado como editor?

E.N.- La confianza en mí misma. Sentía que su apoyo estaba fundado y no era a lo loco y eso me generaba confianza como autora.

M.G.- Se ha dicho de ti que eres una de las mejores voces literarias de la actualidad. De hecho en 2014 una novela tuya fue elegida como la mejor del año. ¿Eso supone un peso específico a la hora de crear?

E.N.- Llega un momento que no. Te da confianza pero cada libro es como empezar de cero otra vez. Obviamente siento que cada vez tengo más oficio pero eso no garantiza que el libro que estés escribiendo te salga bien. Además, el oficio puede actuar en tu contra porque adquieres determinados automatismos y a veces lo que necesitas es precisamente romperlos. Realmente no me supone un peso.

Efectivamente, los cuentos de Elvira Navarro tienen mucho de metáfora. Así que, como suele ser mi costumbre, los he leído dos veces para arañar la superficie y ver lo que realmente encierran. Os daré mis impresiones muy pronto. 



Ficha libro

Editorial: Literatura Random House.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Nº Páginas: 160
Publicación: Enero, 2019
Precio: 17,90€
ISBN: 9788439734826
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.






lunes, 29 de abril de 2019

CANDELA de Juan del Val

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Editorial: Espasa.
Premio Primavera de Novela 2019
Fecha publicación:marzo, 2019.
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 256 
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta.
ISBN: 978-84-670-5423-1
[Disponible en eBook]


Autor

Juan del Val (Madrid, 1970) ha trabajado en varios periódicos, revistas, en radio y en televisión. Guionista, director, presentador y productor, empezó a ganarse la vida en varias obras (de construcción, no de teatro). Entre otros medios, ha trabajado en Radio Nacional de España, Televisión Española, Canal 9 y Telecinco.

Durante cuatro años dirigió Lo mejor que te puede pasar, en Melodía FM. Actualmente colabora con Carlos Alsina en Onda Cero y es guionista en El Hormiguero.

Junto a Nuria Roca, ha firmado Para Ana, de tu muerto y Lo inevitable del amor. En 2017 publicó su primera novela en solitario, Parece mentira.

Sinopsis

Candela es una mujer de cuarenta y pocos años con una vida normal, acostumbrada a la soledad, enormemente observadora y con un ácido sentido del humor. Sus días transcurren sin grandes sobresaltos mientras trabaja de camarera en el bar que regenta junto a su abuela y su madre tuerta. Un bar de barrio por el que, a través de sus clientes, pasa la vida entera.

Candela deberá alumbrar cualquier penumbra, incluso esa que vuelve desde el pasado que creía olvidado.

Juan del Val construye, con una veracidad descarnada y un sentido del humor en ocasiones desternillante, el retrato de una mujer única.

[Información tomada directamente del ejemplar]

Así empieza Candela:



[Lectura de las páginas 9 a 12;
música: 'Italian Morning' de Twin Musicom
está sujeta a una licencia de Creative Commons Attribution
[Biblioteca de audio de Youtube]

Juan del Val regresa en solitario tras la publicación de su anterior trabajo, Parece mentira, y regresa con un premio bajo el brazo, el Premio Primavera de Novela 2019 con un jurado compuesto por Carme Riera, Fernando Rodríguez Lafuente, Antonio Soler, Ana Rosa Semprún y Gervasio Posadas. 

Hace unas semanas pudimos hablar con el autor (puedes leer la entrevista aquí) y durante aquella conversación surgieron las claves de la novela, la idea de la que partió esta novela y su pretensión a la hora de escribirla. Y es que Candela narra la vida de tres mujeres, de tres generaciones, de la abuela Remedios, de la madre Teresa y de la propia Candela, protagonista y narradora de esta historia. Las tres trabajan en El Cancerbero, un bar de barrio, humilde y sencillo, donde la gente va a tomar algo para desconectar de runrún de la vida diaria o donde, como Fermín, acostumbran a almorzar allí cada día, pues vive solo y busca esa compañía que tanto añora. 

Juan del Val construye una historia de mujeres que se han tenido que buscar la vida desde siempre, mujeres trabajadoras y luchadoras, valientes y resueltas, a las que el destino les ha dado algún que otro revés pero han sabido levantarse de nuevo. Son mujeres que no han tenido mucha suerte que digamos, y mucho menos en el amor. Remedios perdió a su marido siendo joven, el marido de Teresa era un maltratador y Candela abandonó sus estudios universitarios después de que su novio Roberto la dejara. Desde entonces trabaja en el bar y no parece que tenga más interés que el poco que manifiesta dentro del establecimiento. Por no tener, no tiene ni amigas, no sale a divertirse, no se le conoce pareja estable ni tampoco parece tener muchas relaciones sexuales y si le surgen, las vive con poco entusiasmo.

Alrededor de estas tres mujeres orbitan otros personajes más secundarios pero bien trazados. Loli, la mejor amiga de Teresa y su hijo Iván, un joven karateca enamorado de Candela, también trabajan en el bar. Como cocinera tienen contratada a Akanke, una mujer de Malí que llegó a España buscando nuevas oportunidades, Como clientes habituales del bar están Fermín, Matías y Tomás Cifuentes, dos policías que se acodan en la barra tras terminar su servicio.

La vida transcurre entre las paredes del bar. El Cancerbero es el barómetro social del barrio, donde la gente acude a conversar con los demás, a compartir sus penas y alegrías,  es ese típico lugar que existen en todos los pequeños barrios de cualquier ciudad, donde todos se conocen y donde todos saben de los demás. Casi que forman una familia. Y si inicialmente en Candela, no ocurre más que eso, la vida, que no es decir poco, pronto se irán sucediendo algunos acontecimientos que marcarán a Candela de un modo significativo pues surgirán también otros personajes que traen grandes novedades y de los que mejor no contar nada.

Si piensas que Candela es una historia sencilla, no vas descaminado pero contiene una dosis de veracidad importante, en el sentido de que sus personajes son de carne y hueso, gente que te puedes encontrar en tu día a día, que te los cruzas por la calle, que pueden ser tus vecinos y cuyas vidas, en mayor o menor medida, son tan parecidas a las nuestras. En este punto tengo que decir que, si inicialmente me pareció que la historia me llevaba de un punto a otro, sin ningún hilo conductor concreto, fluctuando mi interés a lo largo de los primeros capítulos pues no parecía que sucediese gran cosa, pronto se adentra en temas especialmente serios como el abuso de menores, la emigración, el maltrato o el machismo. Pero la intención de Juan del Val en sus novelas es 'Lo único que quiero es que, cuando una persona se enfrente a una novela mía, se lo pase bien, que disfrute, que le enganche, que no le resulte una pesadez', tal y como nos aclaró en la entrevista y efectivamente lo consigue. El lector encontrará entretenimiento en esta novela pero creo que también merece la pena pararse un poco a pensar en los temas que aborda.

Por otra parte, en Candela no falta su punto de suspense pues en algún momento el lector se sentirá intrigado por la presencia de unos personajes que regresan del pasado, incluso es una novela que tiene su toque surrealista lo que provocará cierta diversión en el lector. Y es que a Candela no falta el sentido del humor. Es uno de esos personajes que, si bien no ha tenido nunca una vida fácil sabe hacerle frente a las adversidades y encarar los reveses con filosofía. Esto es importante que lo recalce porque, al principio pensé que Candela era un personaje con poca fuerza o poco definido psicológicamente pues me iba contando sus desdichas con muy poca amargura en la voz y eso me llamó la atención pero, a medida que vas leyendo, comprendes que es su personalidad, que al mal tiempo, buena cara y que hay que seguir para adelante. No es un personaje que se deja someter por el infortunio. Además, llegará a entender y entenderemos con ella, que la vida tiene sus luces y sus sombras, que todo no es tan malo, que hay que reírse de las cosas y que siempre, siempre, hay algo que merece la pena y a eso debemos aferrarnos. A su vez, Candela nos enseña que la vida tiene múltiples comienzos, que cada día puede ser una nueva oportunidad para encontrar la felicidad que radica, precisamente, en las pequeñas cosas y que el ser humano no necesita grandezas para sentirse pleno y satisfecho.

Mucho diálogo, y capítulos muy cortos, hacen de Candela una novela que se lee con suma agilidad, una historia de mujeres, dedicada a un hombre -al padre del autor-, que proporciona un par de tardes de entretenimiento y deja una sensación agradable tras la lectura. 







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


viernes, 26 de abril de 2019

LLUVIA FINA de Luis Landero

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Editorial: Tusquets.
Fecha publicación: marzo, 2019.
Precio: 19,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 272 
Encuadernación: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-9066-656-2
[Disponible en eBook 
y en audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]

Autor

Luis Landero nació en Alburquerque (Badajoz) en 1948. Licenciado en filología hispánica por la Universidad Complutense, ha enseñado literatura en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y fue profesor invitado en la Universidad de Yale (Estados Unidos). Se dio a conocer con Juegos de la edad tardía en 1989 (Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa 1990), novela a la que siguieron Caballeros de fortuna (1994), El mágico aprendiz (1998), El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter (2007, XV Premio Arcebispo Juan de San Clemente), Retrato de un hombre inmaduro (2010), Absolución (2012), elegida la mejor novela española del año por los críticos de El País, El balcón de invierno (2014, Premio Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid y Premio Dulce Chacón 2015) y La vida negociable (2017). Traducido a varias lenguas, Landero es ya uno de los nombres esenciales de la narrativa española. Ha escrito además un inspirado ensayo literario, Entre líneas: el cuento o la vida (2000) y ha agrupado sus piezas cortas en ¿Cómo le corto el pelo, caballero? (2004)

Sinopsis

Tras mucho tiempo sin apenas verse, Gabriel decide llamar a sus hermanas y reunir a toda la familia para celebrar el ochenta cumpleaños de la madre y tratar así de reparar los viejos rencores que cada cual guarda en su corazón y que los han distanciado durante tantos años. Aurora, dulce y ecuánime, la confidente de todos y la única que sabe hasta qué punto los demonios del pasado siguen vivos, trata de disuadirlo, porque teme que el intento de reconciliación agrave fatalmente los conflictos hasta ahora reprimidos. Y, en efecto, la primera llamada de teléfono desata otras llamadas y conversaciones, inocentes al principio y cada vez más enconadas, y de ese modo conocemos las vidas de Sonia, de Andrea, de Horacio, de Aurora, del propio Gabriel y de la madre, y con ellas la historia familiar, desde la infancia de los hijos hasta la actualidad. Tal como temía Aurora, las antiguas querellas van reapareciendo como una lluvia fina que amenaza con formar un poderoso cauce a punto de desbordarse. Lluvia fina es la novela más emotiva e inolvidable de Luis Landero, con la fuerza y la determinación de las obras llamadas a convertirse en clásicos.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Así empieza Lluvia fina:


[Lectura de las páginas 11 a 14,
música: Passing Time (Biblioteca Audio Youtube)]

Hay autores que cuentan buenas historias y autores que, además, saben transmitirlas magistralmente. Ese es Luis Landero.

La lectura de su anterior trabajo, La vida negociable, me pareció fabulosa,una novela llena de contrastes con un desenlace inesperado y sorpredente. Y anoche mismo terminé de leer Lluvia fina. No he querido dejar pasar ni un segundo para contaros mis impresiones, no he querido dejarla reposar, como es necesario con otras lecturas, porque Lluvia fina te arrebata por completo y es ahora, con las ideas frescas, como mejor voy a contaros mis sensaciones. 

No voy a resumiros su argumento. La sinopsis aportada por la editorial es lo suficientemente reveladora como para que os podáis hacer una idea. A grandes rasgos os diré que Lluvia fina narra la historia de una familia, una madre viuda y sus tres hijos, Sonia, Andrea y Gabriel -nacidos en este orden-, y la mujer de este último, Aurora. Es una familia, como la tuya o la mía, en la que algunos miembros se llevan bien y otros no tanto, en la que se han ido acumulando rencillas, roces, disputas, discordias que, tarde o temprano salen a la luz. Dice la sinopsis que esas querellas son como una lluvia fina, como el típico calabobos que parece que no moja pero al final termina empapando. Y efectivamente es así, esas inquinas que se van generando con el paso de los años son lluvia fina que, por menudencias que parezcan, terminan por horadar nuestra alma, provocando una herida ulcerosa que no termina de cerrar nunca. Son gestos, muecas, aspavientos, ademanes o señas pero sobre todo son palabras porque, como se recoge en la novela, es incierto eso de que las palabras se las lleva el viento. Lluvia fina hace mucho hincapié en este asunto, en el valor de las palabras. Lo que a veces decimos en un momento de arrebato y furia permanece latente en nuestro interior para siempre. Habrá perdón pero no olvido. El viento se podrá llevar las palabras pero la huella que han dejado en nosotros permanece indeleble. Seguro que os ha pasado muchas veces, discutir y que vuestro interlocutor suelte a bocajarro lo primero que se le viene a la boca, sin reparar en la veracidad de sus palabras o en el daño que pudiera causar. Eso queda ahí, aunque semanas después vuelvas a estar frente a ese interlocutor que parece haber olvidado vuestro anterior encuentro, como si nada hubiera ocurrido. No sé a vosotros pero a mí esas situaciones me sobrepasan y a la menor alusión recibes por respuesta un '¡Ah!, no me eches cuenta. Es que tuve un mal día'. Inconcebible. No. Las palabras no se las lleva el viento. Y no es cuestión de dignidad sino de amor propio.

Lluvia fina habla de familias y en cierto modo alude a ese refrán tan nuestro que dice 'De la familia y del doctor, cuanto más lejos mejor'. Tiene gracia, hay que confesarlo, pero a poco que lo pienses un poco, es un dicho que encierra una gran tristeza. Pero es que hay familias, muchas, cuyos miembros es mejor que mantengan una sana distancia porque las mejores familias, a veces, son aquellas que apenas tienen contacto. Y es que puede ocurrir que tener una familia es transitar por un camino lleno de piedrecitas que uno se va guardando en el bolsillo, que nos lastran y que terminamos por lanzar contra el otro a la menor oportunidad. 

Lluvia fina habla de esto, de la mentira, de esos pequeños embustes que nos decimos todos porque no siempre es conveniente decir la verdad y ser sincero, de la manía del ser humano por complicarlo todo, de tergiversarlo todo, de ponérselo difícil al contrario, de la memoria y del recuerdo, de cómo lo manipulamos a demanda, como nos guste, como mejor nos agrade, y de los silencios cargados de significado, más que si estuvieran llenos de insultos y reproches. Y lo hace a través de las vivencias de esta familia y de un personaje más principal que otro, de Aurora, la esposa de Gabriel, que seis días después de que se desataran los acontecimientos, retrocede en la soledad del aula en la que imparte clase, para revivir lo acontecido y para, de paso, indagar en el pasado de todos los personajes, en el matrimonio de su suegra, en la relación de los hijos con la madre, en la relación entre hermanos y por supuesto, en su relación con Gabriel. 


Lluvia fina es poliédrica gracias a unos personajes quea pesar de corresponder a un perfil muy concreto y de fácil hallazgo en todas las familias, no están en absoluto estereotipados. Todos, desde la madre hasta la cuñada están llenos de matices. Son personajes profundos y densos, difíciles de esquivar, de ignorar, y entre los que sobresale Aurora como hilo conductor de esta trama. Aurora, la esposa de Gabriel, es la amapola en medio de un campo de cardos. Ella es el hombro en el que todos lloran, a la que todos le cuentan sus penas y a la que hacen mil y una confidencias porque Aurora es 'de aire apacible y un poco melancólica', 'de carácter indulgente y acogedor'. Aurorita, como todos la llaman cariñosamente después de haber descargado sus cuitas sobre ella, es el tamiz a través del cual todos miran a todos. Sinceramente, me ha parecido un personaje fabuloso, un personaje con el que el lector se siente acompañado, y a la que mira resignada porque yo creo que Aurora, a pesar de que no le importa que todo el mundo le cuente sus desdichas y sus interpretaciones, está cansada y hastiada de todos desde el mismo momento en el que Landero escribe la primera palabra del texto. Aurorita es la que mejor conoce al resto de personajes, la que realmente tiene las cifras y los datos, las idas y venidas de todos ellos con lo que es la más capacitada para valorar la auténtica realidad familiar. Es la que, además, nos anticipa desde las primeras páginas, que esta historia va a acabar más mal que bien. Y así lo intuye el lector, que se remueve inquieto en su asiento presintiendo que los mazazos que se dan unos personajes a otros no son nada buenos para el futuro familiar y avanzamos en la lectura, esperando ese momento de gloria en el que todo termine por explotar. Pero ¿qué pasa con Aurora? ¿A quién le cuenta ella sus penas? Porque también las tiene. Sin ir más lejos, tiene mucho que decir sobre su matrimonio y sobre Gabriel, ese personaje anguloso. Gabriel siempre ha sido el predilecto de su madre y eso, inevitablemente levanta muchas ampollas. Por eso, y por otras muchas cuestiones más que dejo en el aire, la relación con sus hermanas está llena de cristales rotos. Es un personaje que se vuelve desconcertante capítulo a capítulo, es casi bipolar, un individuo que pasa rápido del blanco al negro y que, como descubrirá Aurora, está lleno de dobleces.

Y tendremos a Andrea, el típico perro del hortelano que ni come ni deja comer, que si las cosas le van bien, mal y si le van mal, peor. Andrea es una mujer llena de amarguras, siempre dispuesta a culpar a los demás de sus desdichas porque el mundo ha confabulado contra ella para hacerla desgraciada. Andrea es huraña, esquiva, rebelde, dominante, condenada a un ostracismo auto-impuesto, sin vida social, ni amistades, muy melodramática y muy teatrera.  No se lleva bien con Gabriel, ni tampoco con Sonia, tan distintas la una de la otra pero al menos, con ella comparte esa herencia social tan apegada al género, ese 'los hombres nunca se enteran de los problemas de las mujeres' que, en cierto modo, las une porque los hombres no tienen una visión nítida de los asuntos domésticos, pero, a la vez, hay un abismo entre ambas porque Sonia es la niña buena, la niña aplicada, tan alegre y buena estudiante, la que a la vida le sonrió. ¿De verdad? 

Ninguna de las dos lo ha pasado bien, ninguna se ha sentido querida por una madre fría que desde el momento en el que fallece el marido -un hombre alegre y luminoso-  cubre la existencia de la familia con un velo opaco. Pesimista, hermética, agorera y de espíritu fatalista, la madre cree realmente que el mundo es un valle de lágrimas y aquí hemos venido a sufrir porque toda dicha vendrá aparejada a un castigo posterior inevitable.

Y por último, estará Horacio, el ex marido de Sonia, pero de este personaje no suelto prenda porque es la guinda perfecta para un desenlace que a mí me ha parecido brillante y colosal. Solo añadiré que en la construcción de personajes, Landero es un cirujano que, en plena operación, va apartando los órganos sanos a un lado para llegar hasta la negra bilis. Y es que teje una maraña de luces y sombras, es el creador de una familia literaria que tiene un reflejo real en muchas familias auténticas. Hay pasajes en los que la atmósfera que recrea es tan asfixiante como la que se pueda sentir en las reuniones familiares de Navidad. Maravilla su elección del léxico, su certero lenguaje y su capacidad para decir lo que realmente quiere decir con absoluta naturalidad. Lluvia fina, como ya ha demostrado con sus restantes novelas, tiene una calidad literaria brutal. Da gusto leer párrafos enteros una y otra vez, perderse entre las sentencias, circunvalar esas palabras tan hermosas que emplea y que denotan la riqueza lingüística de nuestro idioma. Pero si hay algo que encandila en cuanto a estilo en esta novela es su habilidad para trenzar diálogos paralelos, para enredar unos discursos con otros de tal modo que la historia en sí queda integrada en un solo plano aunque se haya desarrollado en niveles distintos. 

El mundo de las familias no tiene límites. Bien se demuestra en Lluvia fina. Como dice Aurora 'En tu familia hay que tener cuidado con las palabras' y es verdad. En esta familia literaria de Landero todos tienen que tener cuidado con las palabras. Por desgracia, en muchas familias reales también porque a veces no medimos el alcance de nuestras palabras, y si acaso algo te salpica, casi que es mejor callar, obviar la cuestión, compartir con los tuyos fruslerías, ser políticamente correcto y poco más. Porque no es verdad que las palabras se las lleve el viento. No es verdad.

Si has leído hasta aquí, te será fácil entender lo mucho que me ha gustado Lluvia fina. Con cada página me he ido adentrando en esta familia, observando desde la distancia los reproches de unos y otros, examinando desde la objetividad lo que acontecía sin posicionarme de un lado o de otro, si acaso, del lado de Aurora, Aurorita, la buena de Aurora. Así que, no me queda más remedio que recomendar esta novela hasta el hartazgo.  Será una de mis mejores lecturas del año.

Fabulosa.







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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jueves, 25 de abril de 2019

Presentación SÁBADO, DOMINGO de Ray Loriga

A principios de abril tuvimos la suerte de contar con la visita de Ray Loriga para presentar su última novela Sábado, Domingo (Alfaguara). El acto tuvo lugar en la Biblioteca Infanta Elena y se inició con las palabras de su directora, Anabel Fernández, quien apuntó que 'de Ray Loriga se ha dicho que es la estrella del rock de las letras y que redefine la ficción del siglo XXI'. A grandes rasgos hizo un resumen del argumento, mencionando que el eje central de la historia era un problema no resuelto que repercute con el paso del tiempo. Añadió además que, Sábado, Domingo 'muestra las zonas escondidas de las sombras que guardamos ocultas en nuestro interior', por eso, su protagonista, Federico, os resulta tan cercano. 

Acompañando a Loriga se encontraba el también escritor Salvador Gutiérrez quien inició su discurso haciendo un alegato a favor de las novelas legibles. 'Sábado, Domingo es una novela que se lee del tirón, de una forma ansiosa', apuntó. Hasta el extremo de tener que levantarse de la cama para continuar leyendo pues no podía dejar de pensar en la novela. En palabras de Gutiérrez, el argumento es adictivo pues el lector se enfrenta a una noche de sábado en la que dos amigos, Federico y Chino, viven un suceso brutal que los marcará para siempre. Esa noche de sábado transcurre durante un primer capítulo largo y continuará en un segundo, también largo, que transcurre durante un domingo en el que se recoge la vida de Federico veinticinco años después de aquel sábado narrado en primer lugar. Algo le hace recordar aquel suceso y comienza a recordar. 'A Federico, aunque es el mismo personaje, se le nota que han pasado esos veinticinco años por la forma de expresarse, de entender y mirar el mundo', dijo Gutiérrez. 

Destacó el conductor del acto que lo que más le maravillaba de las novelas de Loriga eran sus finales. Recordó la sensación que experimentó tras acabar de leer Rendición, 'con aquellas dos últimas frases. Parecía que toda la novela  había sido escrita para llegar a esas dos líneas finales'. Y con respecto a Sábado, Domingo, dijo que le había parecido un final majestuoso, un desenlace que cierra la novela perfectamente pero que deja al lector con una sensación de incertidumbre, preguntándose qué sería de Federico después. 'Creo que Loriga debería dar cursos para aprender a finalizar novelas', señaló. Y sobre ese final, sobre ese capítulo concretamente giró la primera pregunta del acto pues Gutiérrez manifestó tener curiosidad por saber si ese final fue lo que empujó a Loriga a escribir esta novela.




Siendo una novela que escarba en la manera en la que recordamos los sucesos del pasado, la forma en la que nosotros mismos construimos nuestra propia memoria 'sin ser conscientes completamente de lo sucedido realmente', Gutiérrez manifestó que, durante la lectura, se le habían venido a la cabeza dos autores y dos textos. Por un lado pensó en Juan Marsé y Últimas tardes con Teresa a lo que Loriga dijo que podía ser perfectamente pues Chino, con su aire chulesco y su pose sobrada podría recordar a la habilidad de Marsé a la hora dar peso a la frivolidad. Por otro lado, a Raymond Carver y su poema Bebiendo la noche' Al respecto, Loriga comentó que le gustaba mucho Carver y que incluso su narrativa podría recordar a Cheever. Compartió con los presentes una divertida anécdota sobre los finales abruptos en los cuentos de Carver que en realidad, no eran más que un artificio del editor quien decidía cortar los textos del autor justo en un punto álgido para dejar la tensión en el aire y provocar un golpe de efecto. 'Todos los cuentos de Carver tenían su final y seguramente eran magníficos pero su editor decidió eliminarlos y así se formó el Efecto Carver'. 

Loriga declaró que Sábado, Domingo había sido una novela muy distinta a Rendición en cuanto a la escritura. 'Rendición es una novela de ciencia-ficción, de un mundo inventado aunque con conexiones con el nuestro pero parte de un precepto totalmente distinto'. Una de las diferencias radica en el narrador. El de Rendición habla consigo mismo para intentar entender el mundo en el que vive y lo que lo rodea mientras que en esta última novela, el narrador intenta comprender su interior. 'Me gusta trabajar desde directrices muy diferentes. Me ha ayudado mucho cambiar de géneros, de texturas, de puntos de vista y de tonos de voz a lo largo de estos treinta años que llevo escribiendo para no repetir modelo y estirar algo que ya he hecho previamente. Necesito sentir vértigo con cada nueva novela'.

Quizá porque es una novela que empezó hace diez años, dicen que Sábado, Domingo parece una novela más clásica, más cercana a aquellos primeros trabajos del autor. Opiniones que reconfortan a Loriga pues, aunque han pasado muchos años y ha pretendido evolucionar, sigue siendo él mismo. 'Lo fundamental para mí a la hora de seguir escribiendo es mantener de manera constante el entusiasmo', declaró. 

Poco a poco algunos de los presentes se aventuraron a hacer algunas preguntas. Hubo quien se interesó por su faceta más cinematográfica y por saber si él escribía sus novelas pensando en llevarlas al cine. Aclaró que en ningún momento esa era su actitud. 'Cuando me meto a escribir una novela, mi cabeza está en la literatura y no en el cine. Bastante difícil es pensar en la estructura que debe sujetar una novela para idear el tipo de película que podría ser'. En cualquier caso, alegó que, siendo escritor de guiones, es lógico que sus novelas se contagien de manera casi intuitiva. 'Esta novela es muy cinematográfica pero si la miro desde el punto de vista de guionista y de producción, creo que se plantea un problema importante y es que necesitaríamos dos actores para un mismo personaje'.

Debido al argumento de la novela, se hicieron alusiones al caso de la Manada y Loriga dijo que era normal pues, el texto puede conducir al lector a recrear ese caso, 'pero no he escrito la novela debido a lo que sucedió. Como digo, esta novela comenzó a formarse hace diez años, lo que ocurre es que ese horror ha sucedido miles de veces a lo largo de la historia y de nuestra historia reciente', aclaró. Igualmente se le preguntó sobre sus títulos, si los tenía pensado con antelación o salían después de terminar las novelas. Explicó que con cada novela era distinto. 'Lo ideal es tener el título incluso antes de escribir la novela', pero en este caso, Sábado, Domingo era un título de trabajo. 'Mi intención era cambiarlo pero la editorial dijo que podría funcionar bien así, y así se quedó'. 




En cuanto al tono creíble con el que construye sus personajes dijo: 'Presto mucho atención a lo que sucede a mi alrededor, oigo conversaciones y luego voy anotando algunas cosas mentalmente'. 

Y poco más. De allí salimos con muchas ganas de embarcarnos en la lectura de Sábado, Domingo, algo que espero hacer en las próximas semanas. 



Ficha libro

Editorial: Alfaguara.
Encuadernación: Rústica con solapas.
Nº Páginas: 272
Publicación: febrero, 2019
Precio: 18,90 €
ISBN: 978-84-9066-656-2
Disponible en e-Book.
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.







miércoles, 24 de abril de 2019

EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN (DRAMA - 2018)

Año: 2018

Nacionalidad: Española.

Director: Mar Targarona.

Reparto: Mario Casas, Richard van Weyden, Alain Hernández, Adrià Salazar, Stefan Weinert, Macarena Gómez, Frank Feys, Rubén Yuste, Eduard Buch, Efrain Anglès, Luka Peros, Igor Szpakowski, Marc Rodríguez, Joan Negrié, Roger Vilá.

Género: Drama

Sinopsis: Con la ayuda de un grupo de prisioneros españoles que lideran la organización clandestina del campo de concentración de Mauthausen, Francesc Boix, un preso que trabaja en el laboratorio fotográfico, arriesga su vida al planear la evasión de unos negativos que demostrarán al mundo las atrocidades cometidas por los nazis. Miles de imágenes que muestran desde dentro toda la crueldad de un sistema perverso. Las fotografías que lograron salvar Boix y sus compañeros fueron determinantes para condenar a altos cargos nazis en los juicios de Núremberg en 1946. Boix fue el único español que asistió como testigo. 


[Fuente: Filmaffinity]



Tenía que verla. Nada más toparme con el tráiler de El fotógrafo de Mauthausen se me encendieron las alarmas. No podía ser de otro modo tratando sobre la Segunda Guerra Mundial, el nazismo y los campos de concentración. Otro testimonio más, otro acercamiento más a aquel horrible acontecimiento histórico, tan necesario bajo mi punto de vista, porque este largometraje está basado en hechos reales. Aunque en la película no se recoge ningún dato al respecto, más allá de una escena final que muestra al verdadero protagonista testificando en los juicios de Núremberg, basta con introducir el nombre del protagonista en Google- Francesc Boix - para tener acceso a un montón de información sobre parte de su vida. 

El fotógrafo de Mauthausen narra el periodo en el que este comunista catalán pasó entre los muros de aquel campo de concentración desde que fuera apresado por los nazis en 1940. En el campo trabajó para el Servicio de Identificación, el Erkennungsdienst, encargado de retratar a todos los prisioneros a los que se les abría una ficha. Bajo el mando de Paul Riken, un oficial nazi enamorado de la fotografía al que se le apodaba 'Los ojos de Mauthausen', compañero infatigable de una Leica con la que inmortalizaba todo lo que ocurría entre aquellos muros, Boix no ocupaba un mal puesto. Frente a los trabajos forzados, las palizas, las duchas heladas, él se limitaba a auxiliar a Riken, hacer fotografías, revelarlas y clasificarlas. Era un privilegiado. 


Por los muros de Mauthausen pasaron más de 7.000 españoles. 
Venían de luchar contra Hitler con los soldados franceses,
venían de la miseria y del hambre de los campos de refugiados,
venían de perder una guerra civil...


La película se centra en el trabajo que Boix desempeñaba y en su importante papel una vez que los alemanes retrocedían en el campo de batalla. Con la proximidad de los aliados, la película muestra cómo los nazis intentaron deshacerse de todas las pruebas incriminatorias lo que incluía las fotografías y los negativos pero Boix pensó que aquello era un material demasiado valioso como para perderlo, así que, junto a sus compañeros, orquestaron un plan para, una vez finalizada la guerra, mostrar al mundo las atrocidades cometidas por los nazis. Cómo lo hicieron y por lo que tuvieron que pasar, lo dejo en el aire.

Pero antes de que el desenlace se precipite, El fotógrafo de Mauthausen indaga también en otros puntos importantes, como en la red que trazaron los prisioneros comunistas para salvar a miembros del partido, los 'Nacht und Nebel' (Noche y Niebla), o la jerarquía propia de los campos donde los Kapos eran aún más crueles que los propios nazis, o los trapicheos, intercambios y favores que los presos se hacían unos a otros con el objeto de sobrellevar una vida llena de carencias. Todo esto es lo que nos narra este largometraje dirigido por Mar Taragona (Secuestro, 2016), un guion al que le he advertido algún hilo poco trenzado. Se suceden hechos que considero no están muy bien explicados, lo que genera algún hueco e incomodidad, o se mencionan a personajes cuya identidad me costaba descifrar. Por otra parte, me ha parecido una película algo larga, con alguna secuencia demasiada extensa que tampoco aporta mucho, a la que, en casi la mayor parte del metraje le falta tensión y ritmo. Sin embargo, no puedo decir que no me haya gustado pues, a grandes rasgos la película cuenta con un argumento interesante que pueden disfrutar los que les guste la época.


Tras ser capturados por las tropas alemanas, Serrano Suñer, 
ministro franquista, les arrebató incluso su patria.
Para los franquistas no eran ni españoles .
Los nazis podían hacer con ellos lo que quisieran.


En cuanto a las interpretaciones, Mario Casas es el protagonista indiscutible al encarnar a Francesc Boix. Siendo un actor con el que generalmente no conecto ni de refilón, debo reconocer que en esta película no me ha disgustado del todo, por lo menos lo he entendido cuando hablaba. Quizá un plano final, cuando el dolor y el sufrimiento se hacen insoportable, me ha resultado menos creíble. Por otra parte, no estoy muy segura de que su físico sea el más adecuado para interpretar a un prisionero de un campo de concentración, por mucho que digan que adelgazó lo suyo para meterse en el personaje. Y hablando de Boix, cabe destacar también que la película muestra su lado más humano y bondadoso. En un entorno en el que el hombre se puede volver egoísta, pensar solo en sí mismo y salvaguardar su espalda, Boix se alza como paladín y protector de un niño pequeño, Anselmo Galván quien, separado de su padre nada más llegar al campo de concentración, se siente desvalido. Solo, indefenso y muerto de miedo, Boix intentará protegerlo en todo momento, procurando encontrarle trabajos livianos, comida y una cama caliente. Si esto es verdad o ficción, no sabría deciros.

Junto a Mario Casas vamos a ver a Alain Hernández en el papel de Valbuena, compañero de Boix en el Servicio de Identificación. Creo que tanto él, como el resto de secundarios, españoles y alemanes, están bastante correcto aunque a mí me ha faltado emoción. Por explicarme un poco, diría que todos interpretan bien su papel, creíble en la mayor parte pero, para tratarse de prisioneros de guerra no he sentido compasión alguna. Podía ver a un personaje muerto a palos, con la sangre seca en su cuerpo, hecho un jirón, o desnudo en plena nieve, tiritando de frío, y no sentir gran cosa. 

En cualquier caso, El fotógrafo de Mauthausen no es una mala película pero le falta sustancia. Tiene un argumento interesante y unas interpretaciones correctas pero no emociona. Le falta algo más que no sabría muy bien cómo definir, no sé si algún giro argumental más o más crudeza - y eso que ya lleva bastante-. No sé, la verdad. Eso sí, los créditos finales vienen acompañados por las fotografías reales que ponen los vellos de punta porque esas fotos, y no las que toma Boix en la película, sí son reales. 

En definitiva, aunque esperaba algo más de El fotógrafo de Mauthausen, no puedo decir que no me haya gustado. Creo que lo que más me ha interesado es conocer en parte los años de Boix en aquel campo de concentración y saber que, a pesar del peligro, tuvo la brillante idea de rescatar de las llamas esos negativos que luego serían pruebas más que suficiente contra los nazis por sus crímenes contra la humanidad.




Tráiler:

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