lunes, 31 de julio de 2023

ANTONIO FUENTES: ❝La democracia tiene que conocer su historia❞

Hoy publico la última entrevista que me queda por sacar a la luz de esta temporada. Y cierro con un libro que trata de rescatar del olvido el nombre de hombres que se marcharon de manera injusta y cruel. Hoy quiero hablaros del periodista Antonio Fuentes y de su primera novela, La huella borrada (Plaza & Janés), que se centra en la figura de Horacio Hermoso Araujo, el que fue el último alcalde republicano en Sevilla.

Horacio Hermoso Araujo nace en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en el año 1900. La vida le trajo a Sevilla. Y la vida también quiso que viviera el alzamiento en una posición comprometida. Cuando amanece el día 18 de julio de 1936, era alcalde en Sevilla, elegido democráticamente en las elecciones del 26 de febrero del mismo año. Su cargo le llevó frente a un pelotón de fusilamiento. Y de ahí a una cuneta, como le ocurrió a otros tantos.  Quizá porque su mandato duró solo unos meses, poco se sabe no solo de la persona, sino también del político. Por puro azar, Antonio Fuentes escucha el nombre de Horacio Hermoso Araujo por primera vez. Lo que escuchó de este hombre en boca de su hijo le pareció suficientemente interesante como para ponerse a investigar durante cinco años, tiempo tras el cual La huella borrada llega a nuestras manos. 

Os dejo con la charla telefónica que mantuve con el autor.

(c) Juan Carlos Vázquez
Marisa G.- Antonio, para romper un poco la entrevista y empezar a hablar sobre el libro, yo he estado indagando sobre ti, sobre tu trayectoria. Eres periodista pero, si no me equivoco, La huella borrada es tu primera novela, ¿Puede ser?

Antonio F.- Sí, he trabajado mucho en prensa escrita pero, como obra literaria, esta es la primera, sí. 

M.G.- En esta novela escribes sobre la figura de Horacio Hermoso Araujo, que fue el último alcalde republicano de Sevilla. Me llama la atención ver que has hecho una novela en vez de optar por una biografía o un ensayo. ¿Por qué te decantas por una novela?

A.F.- Bueno, es una decisión que tomo para que, las personas a las que intento homenajear o rescatar del silencio al que han estado sometidas durante décadas, tomen vida. La novela es la solución que permite que las personas sientan o comprendan a los demás, que tengan su propia personalidad.

Y creo que para el lector también es más fácil identificarse o inidentificarse con ellos. Y, a la par, pues construirte a ti mismo, te hace pensar sobre los hechos que se están contando, sobre los valores de esa generación, y sobre el sistema político que supone la República. No fue una decisión fácil pero lo hice para dotar de vida a las personas.

M.G.- Por lo que he escuchado decir, tu primer acercamiento a la figura de Horacio Hermoso fue por azar. Es decir, tú llegas a este hombre, a este alcalde, el último de la República, que no es muy conocido, por puro azar.

A.F.- Sí, la curiosidad me la despierta un video de YouTube que me mandan familiares del hijo del último alcalde de la República. Este hombre habla de la Segunda Guerra Mundial, de la guerra civil, y a mí la verdad que me fascina, me cautiva cómo habla, con qué conocimiento, con qué pasión. Y creo que lo mismo que me pasó a mí, les pasó a los chavales de un instituto en Gelves, donde dio una conferencia. Era una actividad lectiva, muy valiente, de una profesora de ese instituto que invitó a este hombre republicano a dar esa charla. Esos chavales le preguntan cómo sabe tanto de Historia y es ahí cuando él confiesa que se sentía del bando de los perdedores, porque su padre había sido el último alcalde de la República en Sevilla, siendo fusilado en el 36. A partir de ahí, él se excusa de no contar más. Pero bueno, a mí eso me dio pie para preguntar y para saber qué más pasó. Y es todo eso lo que he estado investigando en este tiempo.




M.G.- He buscado ese vídeo porque tenía curiosidad y he empezado a verlo. Pienso que una actividad como esa es la mejor manera de acercar la Historia, de viva voz, a los alumnos. Alumnos a los que, por otra parte, a veces se les ha preguntado y hemos visto en televisión cómo algunos ni siquiera sabían que este país había vivido una guerra civil. Parece que los planes de estudio pasan muy de puntillas por esa parte de nuestra Historia.

A.F.- A nuestra generación, o a la generación a la que yo pertenezco, no se nos dieron estos contenidos lectivos. Lo típico que ocurre en las aulas, que nuestra etapa histórica más cercana no da tiempo a verla en clase. Eso parece que ha cambiado pero no estoy de acuerdo. Si ves los manuales de Historia ahora, lo que se comenta de la guerra civil y de la República son los datos y las fechas, lo que se sabe de cualquier otro acontecimiento histórico.  Por ejemplo, la fecha del 18 de julio, la batalla del Ebro,... Datos como muy militares.

Creo que la educación y la cultura, las iniciativas culturales como esta novela, son las armas que tenemos en democracia para combatir el desconocimiento y la ignorancia. En el caso de la guerra civil, tanto la educación como la cultura tienen que ser algo básico para conocer nuestra historia. Otros sistemas políticos se lo pueden permitir, pero la democracia no. La democracia tiene que conocer su historia. 

M.G.- Y creo que, a raíz de la publicación de tu libro, tú mismo has acudido a institutos a dar charlas a jóvenes, ¿no es así?

A.F.- Sí, un amigo me invitó a un instituto de Rota para hablar con alumnos. Eran más mayores que los que hablaron con Horacio. Se presentaban a Selectividad en una semana y sí, fue una actividad formativa igualmente valiente. Creo que ahora es incluso más difícil el celebrar algo así que cuando aquella profesora de Gelves convocó a este republicano en 2017, por todo esto del pin parental, por el intervencionismo de los padres en la educación, donde no tiene que haber nada ideologizado. Con esta novela no pretendo adoctrinar a nadie, sino exponer la vivencia de una familia sobre un personaje público como fue el último alcalde republicano. Y todo esto ha sido contrastado por un periodista que ha dedicado cinco años de investigación. Me gustaría que este trabajo fuera el inicio de algo, para conocer mejor nuestra historia. No me importa confrontar la versión de mi novela con personas que pueden dar otras opiniones. Me encantaría que fuera sí para completar el cuadro, para que fuera más veraz. Pero es verdad que, desde que el libro se publicó a finales de marzo, el contacto con el público, con los lectores, está siendo positivo. Esperaba que quizás alguien me dijera, bueno, estos hechos históricos sucedieron así, pero eso no ha ocurrido. Por ahora estoy comprobando que todo está bien documentado y ordenado porque no me están vendiendo versiones muy contradictorias.

M.G.- Centrándonos un poco en Horacio Hermoso, sí me gustaría que tú nos contaras quién era, de qué familia venía, cómo era. Ya después de estos años que has estado investigando, habrás llegado no solamente al alcalde, sino a la persona. ¿Cómo era Horacio Hermoso?

A.F.- Pues esta es una de las cuestiones que te permite escribir una novela. Por la investigación, he conocido casi cada día a día de la alcaldía de Horacio Hermoso, pero, en función de los hechos que he investigado, ha sido la propia novela la que me ha permitido conocer a la persona. Todos me han dicho que era una persona buena, con lo que ello implica de no hacer mal a nadie. Era una persona humanista y su adscripción a la masonería se puede entender así, de buscar siempre el bien del prójimo y no del propio. Fue una persona modesta pero también desafortunada en muchas de las decisiones que toma. Él llega en un momento muy complicado políticamente por ese auge del comunismo y la reacción que supone el fascismo y otros movimientos políticos tan impactantes como el nazismo, que también se está ya desarrollándose en Europa. Y la Segunda República se mete ahí en medio, igual que Horacio, que también se mete ahí en medio de los grandes políticos, de esos que han salido mucho más tiempo en las páginas de los periódicos, confrontando contra la monarquía para conseguir una República. Y él es una persona que llega de repente a la alcaldía, que incluso va a ser una clave de transición. Parece que su cargo iba a ser para unas semanas pero las elecciones se fueron aplazando en Sevilla por las fiestas y él sigue en el cargo mucho más tiempo, hasta que lo expulsan por un golpe de Estado. 

M.G.- Su alcaldía se prolongó durante meses, por los motivos que comentas pero realmente su mandato fue muy corto. También lo fusilaron siendo muy joven.

A.F.- Sí, pero en esos cinco meses de mandato pasaron muchas cosas. Primero fue una sorpresa que el Frente Popular ganara las elecciones. Todo el mundo pensaba que las derechas iban a continuar en el gobierno en febrero del 36. Coincide que en Sevilla son unos meses que pasan muchas cosas. Las fiestas de primavera, tanto de la Semana Santa, como de la feria. Y también hay otras cuestiones que se cuentan en la novela. Está un centenario que se hace por el nacimiento del gran poeta para la ciudad, Gustavo Adolfo Beckett. Coincide también en los últimos meses, otra vez ese impulso al espíritu autonomista andaluz con Blas Infante. Se producen unas riadas brutales al principio de la primavera del 36,... En fin que, si su alcaldía hubiera sido en otro momento del año, quizá no me hubiera dado tanto juego, pero en esos meses pasaron muchas cosas. Y toda esa acción política de los republicanos se interrumpe por el golpe militar que estaba planificado desde febrero. Desde la victoria del Frente Popular hay movimientos para que los republicanos no sigan gobernando.

M.G.- Cuando se habla de fusilamiento en estos crudos años, generalmente se dice que el estamento militar es el que está detrás de esos hechos, de las desapariciones y muertes. Sin embargo, en este caso concreto, tú señalas al estamento eclesiástico como el que estaba detrás de la muerte de Horacio.

A.F.- Sí, después de tantos años de investigación, comparto lo que me decía el hijo del último alcalde republicano. Creo que los militares fueron el instrumento, pero detrás del golpe están las clases, las élites acomodadas, que no quieren perder los beneficios y privilegios que venían disfrutando. Entre ellos está la Iglesia Católica y otras élites, como la oligarquía agraria que tanto predomina en Andalucía, o la aristocracia que también era importante, o los sectores monárquicos, o falangistas que estaban siempre pendiente de cualquier acción violenta. Se mezclaron todos para derrocar la legalidad. Y los militares, en concreto, eran unos militares muy soberbios, muy altivos, que venían de una guerra muy larga en África, donde el ejército español había perdido mucho poder, y había cambiado también sus formas de entender la guerra. Creo que prácticamente antes de esa África, los militares españoles luchaban como si fuera esgrima. No sé si decir que con la mano atrás y con elegancia, pero en África tuvieron que aprender porque el ejército contra el que se enfrentaban tenía otra forma de entender la guerra. Y  ya, después del desastre de Annual en el 21, se autorizó a los militares a cortar orejas y a otras barbaridades que pondrán luego en práctica, a partir del 18 de julio. 

A los andaluces nos tocó Queipo de Llano, un conspirador nato. Me dicen que era monárquico y que primero fue también republicano. Bueno, Queipo era una persona que solo miraba por sí misma, era queipista, como digo yo. Y  coincide con el general Mola, que eran molista, y con Franco, que era franquista. Solo miraban por ellos y querían dar un golpe para disciplinarnos. Creo que todavía seguimos disciplinados.


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M.G.- Horacio fue fusilado en septiembre de 1936. Muchos de estos fusilamientos tuvieron lugar en la tapia del cementerio y por eso se está trabajando en la fosa común de Pico Reja, situada dentro del campo santo. ¿Es posible que sus restos estén en esa fosa?

A.F.- No deben estar porque, según los investigadores, la fosa de Pico Reja colmata a finales de agosto. En ese verano llega a su límite y por eso abre otra cerca, a solo unos metros, que ahora se llama la de Monumento porque hay un monumento allí al lado. Es ahí donde deberían estar los restos de Horacio. Pero bueno, no saber dónde están es bastante ilustrativo de esta historia, de lo que pasó, de estas personas que eran sevillanos, andaluces, como todos nosotros, amantes de sus tradiciones y que un golpe de estado, no solo los aparto de sus cargos, sino que los criminalizó, los estigmatizó,... Luego llegarían las expoliaciones, las represalias y el exilio. En el caso de Horacio, y el de tantos otros, también llegó el silencio, el olvido y la desmemoria. Hay personas de las que no se sabe si fueron fusilados o se exiliaron a tiempo, como es el caso de la mano derecha de Horacio, de José Antonio Magalán. Los historiadores no saben si este hombre fue fusilado o se exilió. Y en el caso de Horacio pues igual. No sabemos dónde está, no sabemos dónde está Blas Infante, no sabemos dónde está Federico García Lorca. Creo que esta es la gran tragedia de este país y no queremos verla porque es bastante dolorosa.

M.G.- Al retratar a Horacio, no solo como alcalde, sino en ese contexto doméstico, entiendo que en la novela aparecerán otros personajes cercanos a él. De hecho, creo que el libro empieza con un recuerdo de su hijo, cuando lo ve por última vez. ¿Cómo ha sido retratar a la familia y a los restantes protagonistas de esta historia?

A.F.- Bueno, con la familia me he permitido introducir algo más de literatura. Con ellos sí he tenido más juego que con los personajes históricos. Seguí el consejo de los historiadores y prácticamente todos los hechos que se cuentan están contrastados e investigados. La mayor parte de las declaraciones de los personajes históricos son fieles a la realidad, son auténticas. Son extraídas de sus libros, de las declaraciones que hicieron en algún momento en la prensa. Fue un consejo que me dieron los historiadores, que respetara a los personajes históricos tal como estaban construidos. Solo en algunos casos, se dan algunas versiones particulares mías, pero que obedecen a esa investigación, como puede ser el caso del poeta Romero Murube, un personaje que está llamando la atención porque se ofrece una versión distinta a la que conocemos oficialmente. O Blas Infante, un personaje complejo de investigar, apenas está ficcionado. En la película Una pasión singular está muy bien retratado y respeta el trabajo de los investigadores.

Y con la familia, pues bueno, he contado con el testimonio de los hijos, de Horacio hijo principalmente. Respetando la memoria, con la familia me he podido permitir literaturizar un poco, con las lagunas de la investigación o con las cosas que no se saben, pero muy poco porque mi respeto a la memoria de la familia tenía que ser reverencial. Creo que esta novela es un híbrido entre reportaje periodístico y novela.

M.G.- En los reportajes periodísticos se respetan los verdaderos nombres de los protagonistas del relato, sean como sean esos protagonistas. Y aunque esto es una novela, aquí no has querido ocultar los nombres verdaderos, aunque existiera la posibilidad de herir sensibilidades.

A.F.- Sí, creo que era lo más justo, tanto para respetar la memoria como para homenajear a esas personas, y condenar a las que tuvieron actitudes reprobables. Lo digo en una nota, al principio de la novela, que tomo esta decisión y hago un símil con otra nota que también publicó mi admirado Chaves Nogales, en otro de sus libros. En mi caso opté por esta decisión porque lo vi más justo.

M.G.- La labor de documentación habrá sido complicada. Lo primero era acudir a las fuentes más directas, a Horacio Hermoso Serra, el hijo del alcalde pero, ¿qué otra labor de documentación has tenido que llevar a cabo?

A.F.- Bueno, la memoria de los descendientes está bien y te pude guiar pero también hay que cotejarla. La memoria por sí misma no es historia y hay que hacer una labor de contraste. 

Cuando vas explorando, y te vas adentrando en los archivos y en las hemerotecas, van saliendo muchos hilos de investigación que a mí me han sorprendido mucho. Todo este tiempo he trabajado pensado que tenía una exclusiva en las manos. Somos periodistas y, cuanto tienes algo en las manos, te quema y lo que quieres es contarlo rápido, no vaya a ser que se te adelante alguien.

En el caso de Queipo, por ejemplo, creo que es un gran desconocido para Sevilla. Su parte no está contada. Queipo tuvo un papel clave. Probablemente, si él no logra controlar Sevilla el 18 de julio, la guerra civil no hubiera existido o hubiera sido de otra manera. No lo conocíamos desde dentro. 

Cuando después de tantos años, en noviembre del 2022 hay una exhumación en la Macarena, me imaginé que se iba a contar quién era realmente Queipo, mientras que yo llevaba cinco años investigándolo, lo que no hizo y lo que hizo. Pero bueno, yo estaba ya muy preparado y la novela estaba en su etapa de final de redacción.

Creo que esta novela va a permitir también abrir campos de investigación, por ejemplo, el tema de la violencia política. Yo he llegado hasta donde he podido pero ese asunto habría que estudiarlo mucho mejor. En toda la Segunda República no hubo ni un solo religioso muerto. Y no lo hubo no solo en Sevilla, sino que no hubo en toda España, salvo los sucesos de Asturias en el 34. Eso no puede quedar así. Los investigadores tienen que hacer su trabajo bien y ver eso, qué violencia religiosa hubo. 

M.G.- Pero en tu investigación, imagino que también te habrás topado con otros nombres, de otras personas fallecidas, fusiladas, que también podrían tener su propia historia. 

A.F.- Sí, hay muchas pequeñas grandes historias dentro de la novela. Hay muchas historias durante la guerra civil que se han contando y esta no tiene por qué ser diferente. Sin embargo, esta historia de Horacio, quizá por su simbolismo, y no solo al ser el último alcalde republicano, sino por todas las consecuencias que tuvo, es bastante ejemplificadora de todo lo que se estaba viviendo, pero hay muchas otras historias que bien nos podrían ayudar a construir nuestro pasado de mejor modo y nos ayudarían también a entender mejor nuestro presente.

M.G.- Antonio, fíjate que esta mañana comentaba con una compañera de trabajo que iba a charlar contigo hoy. Esta compañera es nieta del que fue el último presidente republicano de la Diputación. Este hombre fue médico, también fusilado, tampoco se sabe dónde está,... En fin, que por eso te digo que hay muchos otros nombres.

A.F.- Creo que son personas que hay que rescatar el olvido, como en este caso que te refieres, por ejemplo. Pero el paso que he dado, transformando la historia de Horacio en novela va un poco más allá de un libro que pudiera ser una semblanza de aquellas personas, retratando lo que hicieron que, en algunos casos, fue algo importantísimo. Estoy pensando, por ejemplo, en el abuelo de tu compañera, en José Manuel Puelles, presidente de la Diputación. Pero si sus historias se novelan, creo que nos ayudarían a entenderlo todo mejor. No es una decisión fácil y todavía es más difícil su ejecución. Tienes que estar bien asesorado, bien guiado, que todo esté muy claro, tanto en lo relativo a los hechos históricos como en lo que sucedió en sus vidas personales. Y cuanto más conozcas qué pasa en la familia, pues más verosímil será todo. 

Este paso más que se está dando en el caso de algunos periodistas que novelan o que cuentan de forma periodística los hechos históricos, creo que es interesante. Yo estaba más inquieto por la versión tan contundente que tengo de esos hechos históricos y que creo que son bastante ignorados o poco divulgados, sobre todo en esta ciudad o en Andalucía. Temía que esa versión tan contundente desapareciera. La novela es otro soporte cultural donde tienes que provocar al lector para que no cierre el libro, para que siga leyendo, página a página, para que le aporte algún conocimiento. Y que también se entretenga, claro. Y el riesgo es evidente pero creo que el resultado ha sido y está siendo muy positivo. La gente me viene ahora y me cuentan sus propias historias personales, y algunas serían dignas de ser contadas en un libro o en una película. En el caso de Horacio, creo que ahora estoy empezando a entender que ha sido un acierto contar su historia y entiendo ahora que la novela está transmitiendo lo que yo quería contar.

M.G.- Y como última pregunta. Creo que Horacio hijo falleció no hace mucho y no sé si pudo llegar a ver más o menos conformada la novela, más o menos construida...

A.F.- La novela no tanto. Desde que me intereso por él, hablamos mucho. Prácticamente todas las semanas hablábamos. Tuvo un borrador importante de la investigación. Yo quería que él supiera quién era su padre pero, cuando hablaba con él, era él mismo el que me contaba mil veces los grandes hitos de su padre. Lo que la investigación me iba revelando, no le interesaba. Date cuenta de que él había construido una imagen de su padre durante toda su vida. Era un mito para él. Quería contarme lo que él sabía. Muchas veces me preguntaba que cuando iba a salir todo esto. Le respondía que no sabía porque esta versión era muy distinta a la que conocíamos en Sevilla, que no era fácil encontrar a una editorial que quisiera arriesgar y apostar por una versión un poquito conflictiva. Quien me iba a decir que una gran editorial, con autores preferentemente de Madrid o Barcelona, se iba a interesar. Pero sí, en Andalucía hay grandes historias, grandes periodistas, grandes escritores y tenemos que estar en las grandes editoriales, que son las que se mueven por todo el país.

En fin, Horacio conoció todo es proceso. Pero, en los últimos meses de vida ya tenía su salud muy deteriorada e intenté molestarle lo menos posible. Él ya me había contado todo lo que podía aportar, aunque siempre salía algo nuevo. Lo repasábamos todo y siempre había algo nuevo. Lo he hablado con psicólogos y me han dicho que las personas de esa generación han dejado de tener miedo. A veces, Horacio me contaba cosas que nunca contó en aquellas entrevistas que se le hizo en los años 80 o 90, pero los amigos historiadores y psicólogos me decían que estas personas, que han tenido una vida tan distinta y han vivido en una represión autoimpuesta, tienen una parte de su memoria encerrada y hasta que no tienen confianza, no recuerdan las cosas que tenían incluso en el olvido. Es un miedo casi genético. Y es una pena porque esta generación se está perdiendo y con ello muchas de sus historias. Y si este primer testimonio no hubiera pertenecido a una persona tan longeva, quizá esta historia se hubiera perdido y no la conoceríamos.

M.G.- Es estupendo que la hayamos conocido. Me parece un bonito homenaje Horacio Hermoso y a todas esas personas que perdieron la vida en aquellos años, por una causa como aquella. Imagino que Horacio hijo, si estuviese vivo, estaría muy feliz, muy contento de ver esta novela en las librerías. Así que, Antonio, felicidades y te doy las gracias por haberme atendido esta tarde.

A.F.- Muchas gracias a ti, Marisa. Un placer.

M.G.- Un saludo, Antonio. Chao.

Sinopsis: Horacio Hermoso Araujo, último alcalde republicano de Sevilla, reflexiona mientras se encuentra cautivo de las tropas franquistas sobre su carrera y cómo ha llegado a esa situación. Mientras, su hermano trata de salvarle de la muerte en una ciudad conmocionada por el Alzamiento Nacional y la primera batalla de la Guerra Civil.

La huella borrada constituye una exhaustiva investigación convertida en novela en torno a la figura de Horacio Hermoso a partir de los testimonios de familiares y conocidos. Supone también la recuperación de una poderosa historia real al borde del olvido, una sobre las muchas personas que aún se encuentran en las fosas comunes creadas durante el franquismo. En definitiva, un ambicioso proyecto periodístico convertido en una novela desgarradora.

martes, 25 de julio de 2023

ROBERTO SANTIAGO: ❝La rebelión de los buenos es 100% ficción, pero tiene una base muy sólida de realidad❞

En el mes de mayo se falló el Premio de Novela Fernando Lara 2023, recayendo en la novela Ahora sé por qué lloráis de Marcelino Havertz  (pseudónimo). Tras abrir la plica se desveló que el novelista ganador era el autor Roberto Santiago, por su novela La rebelión de los buenos 




Meses después de ese momento, tocaba hacer ronda por las distintas ciudades para promocionar el libro. Y, por supuesto, no podía faltar Sevilla, la ciudad donde le dieron tan buena noticia. 

La rebelión de los buenos gira alrededor de los turbios negocios de las farmacéuticas. Fátima Montero, co-propietaria de uno de estos monstruos que, supuestamente, velan por nuestra salud, acaba de saber que su marido le es infiel y decide emprender acciones para divorciarse. Para ello, y siendo una mujer de holgados recursos, paradójicamente contrata a un bufete de abogados de poca monta, que se mantiene difícilmente en el sector. ¿Por qué decide contratar a Jeremías Abi en vez de a un abogado de mayor prestigio? ¿Qué papel jugarán las farmacéuticas en toda esta historia? No te queda otra más que leer la novela pero, como aperitivo, ahí va la conversación que mantuve con Roberto Santiago.

Marisa G.- Roberto Santiago, un placer tenerte en Sevilla. Es la primera vez que nos vemos. 

Roberto S.- Sí, es la primera vez que nos vemos cara a cara.

M.G.- Bueno, por empezar a preguntarte antes de meternos de lleno en la novela. Te conocimos con literatura infantil y juvenil, y el hecho de que estemos ante una segunda novela para adultos, ¿implica que a partir de ahora dejas esa otra parte al margen y te vas a centrar en lo adulto?

R.S.- No, rotundamente no. Voy a seguir alternando distintos géneros, distintos formatos, porque es lo que llevo haciendo siempre, en realidad. A la novela negra le tengo tanto respeto que por eso me ha costado más atreverme como escritor a hacer mis propias novelas negras. He leído tanta novela negra y me ha cambiado tanto mi vida que me ha costado llegar. Pienso seguir escribiendo este género y tengo ya un germen de otra posible novela negra. Pero eso no significa que abandone la literatura infantil y juvenil, en absoluto. De hecho, acabo de terminar mi siguiente novela infantil y pienso seguir escribiendo para los chavales. Me encanta y lo disfruto mucho. Es muy emocionante tener lectores para los que son sus primeras lecturas. Eso les marca para toda la vida. Y eso no lo pienso abandonar en absoluto.

M.G.- ¿Pero es más difícil escribir para el público joven que para los adultos?

R.S.- No lo sé. No sé si es más difícil. En cualquier caso, creo que es un reto que tiene otras connotaciones. Los niños tienen una exigencia muy alta. Ellos no son como nosotros, que intentamos quedar bien. Te lo dicen todo. Lo bueno, lo malo, lo absolutamente malo. Si algo les gusta son más apasionados que nadie y quieren más, más, más. Pero si algo no les interesa abandonan el libro a la segunda página y te lo dicen. Me encanta que sean tan directos. 

M.G.- La sinceridad ante todo. Bueno, La rebelión de los buenos gana el premio Fernando Lara 2023. No es tu primer premio. Sabemos que has recibido otros premios, también en lo teatral. Pero, aparte de lo económico, que es un gran alivio, ¿qué te ha supuesto este galardón?

R.S.- Pues muchas cosas. Es una de las cosas más emocionantes y mejores que me ha pasado en mi vida, y desde luego en mi carrera como escritor. 

Decido presentarme al premio Fernando Lara, en gran medida, por esa lista de escritores que ya han ganado este premio. En mi época de universidad, estaba obsesionado con Francisco Umbral. Leía sus columnas y sus novelas. También están en esa lista Terenci Moix o Zoé Valdés. Y ya el año pasado me gustó mucho la novela de Máximo Huerta. Es decir, me presento porque creo en el prestigio del premio, que lo dan todas esas personas que lo han ganado. Formar parte de esa lista era un sueño que ya se ha cumplido. Soy el último de la lista pero ahí estoy, muy orgulloso. 

Y además de eso, tengo la ambición, lo digo claramente, de llegar a muchos lectores. Este premio es un escaparate para llegar a más lectores. Así que, muy feliz con este premio. 

M.G.- En esta novela tenemos a ese bufete de abogados y a Fátima Montero, una mujer muy poderosa que contrata a Jeremías Abi, para que le lleve el divorcio. Pasarán un montón de cosas a partir de ese punto pero hay un contraste muy potente entre dos mundos, entre ese bufete situado en Carabanchel Bajo, muy humilde, y Fátima Montero, propietaria de la segunda fortuna más importante. ¿Estamos frente a David contra Goliat?

R.S.- Claro, las historias de David contra Goliat son un clásico en la literatura. También en el cine y en el teatro, pero en literatura han conformado grandes epopeyas desde siempre. Creo que eso propicia que el lector se pueda identificar. Cuando hay una lucha tan desigual nos ponemos de parte del débil. Y este bufete de abogados y detectives es muy humilde. Es un negocio pequeñito, ubicado en un barrio como Carabanchel, un barrio obrero, humilde, dentro de Madrid. Es mi barrio, donde nací, y lo conozco bien. Ellos terminan enfrentándose a una corporación multinacional tan grande, tan grande, tan grande, que ni siquiera se sabe cuánto poder y cuánto dinero tienen. Y sí, hay una enorme y desigual lucha de David contra Goliat, en la que ninguno va a ganar del todo, porque cuando hay una lucha tan encarnizada, siempre hay heridas, y todos salen perdiendo de alguna forma.

M.G.- Los negocios farmacéuticos son el eje alrededor del cual gira la trama. Te leí decir en una entrevista que tú llegas a la idea para esta novela a través de un informe que te hicieron llegar. 

R.S.- Sí, a través de un amigo periodista, que me dejó leer un informe.


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M.G.- ¿Y qué se decía en ese informe?

R.S.- Bueno, básicamente era un informe sobre las demandas y querellas, la cantidad enorme y creciente de demandas y querellas, que hay contra la industria farmacéutica en Europa. A todos nos suena que Estados Unidos es el país de las demandas pero yo desconocía que aquí, en Europa, fuera algo tan creciente. Lo que más me llamaba la atención de ese informe era que se decía que la mayoría, la inmensa, pero inmensísima mayoría de estas demandas y querellas, no llegaban a sentencia firme por dos razones. Una, por acuerdos extrajudiciales. Dos, porque cuando llegaba a haber una sentencia, incluso ya firmada por el juez, había tal cantidad de recursos y contrarrecursos que durante años enterraban el proceso en distintas instancias, distintos tribunales, para desesperación de los demandantes. Y dices bueno, cuando ocurre una vez u ocurre diez veces, pues vale, pero cuando ocurre cientos de veces, ahí me dije que, como escritor, había algo de lo que me interesaba saber más. Hace diez años jamás me hubiera imaginado que iba a escribir sobre el mundo de las farmacias. Pero, claro, después de un trabajo de documentación e investigación tan largo, en el que hay que leer mucho, y tener entrevistas personales con gente que trabaja dentro de la industria, o con personas que han demandado a farmacéuticas,... Bueno, se te ponen los pelos de punta cuando vas viendo más cosas. Así que, La rebelión de los buenos es 100% ficción, pero tiene una base muy sólida de realidad.

M.G.- Esas personas afectadas por los negocios farmacéuticos te habrán dado una visión negativa pero ¿y las farmacéuticas? ¿Qué te han dicho?

R.S.- El asunto no es tanto las farmacéuticas  porque con ellos no he hablado de manera oficial, pero sí  he hablado con personas que trabajan o han trabajado, una de dos, dentro de la industria de la farmacéutica.

No soy periodista. Mis fuentes, no es que sean anónimas, es que son totalmente anónimas porque yo no voy a escribir un reportaje periodístico, ni voy a escribir un ensayo. Lo que yo voy a escribir es una obra de ficción. Estas personas, en muchos de los casos, y para mi sorpresa, se han abierto, y me han contado muchas de las prácticas que tenían dentro de la farmacéutica. 

Al final, sin llegar a investigar mucho, todos podemos entender que, si un negocio multinacional consiste en que cuanto peor está nuestra salud, cuanto más enfermos estamos, y cuanto más medicación tomamos, más negocio hacen ellos, pues algo hay ahí que no va a salir bien seguro. El problema no son las farmacéuticas. El problema es el sistema que permite que eso ocurra.

M.G.- Pero no solamente cuanto más enfermos estemos, sino cuanto más enfermos nos hacen creer que estamos. Hace muy poco leí un reportaje en el que se decía que, hace muchos años, el límite del colesterol estaba en 290 pero ahora, como te pases un poco de 220, ya te están dando una pastilla. Es algo para pensarlo.

R.S.- He leído sobre ese asunto del colesterol y también es muy significativo. ¿Quién pone la línea aquí o allí? Parece que el poder que tienen estas farmacéuticas es tan grande que pueden influir en las decisiones de los organismos de salud nacionales e internacionales, en los baremos del colesterol y de otras muchas enfermedades. Y claro que la medicación es necesaria en muchas enfermedades. Claro que las farmacéuticas han hecho cosas estupendas por la sociedad. Pero hay prácticas ahí que son muy poco éticas.

M.G.- Hay mucho dinero de por  medio.

R.S.- Mucho. Muchísimo.

M.G.- Bueno, por empezar a hablar de los personajes, tenemos a Fátima Montero. Ella es co-propietaria de la farmacéutica, junto con el marido del que pretende divorciarse. ¿No hay nada peor que una mujer despechada? Esta es la mala, malísima de esta historia.

R.S.- Podríamos decir que es la villana de La rebelión de los buenos. De todas maneras, y creo que es lo interesante en toda novela, en La rebelión de los buenos vamos a ir descubriendo que Fátima también tiene dolor, heridas y un hijo al que quiere mucho. Es decir, es una persona humana. No es una malvada caricaturizada, en absoluto. Es un personaje al que he intentado entender, comprender qué le pasa. Lo que ocurre también es que, por mucho que la he intentado entender, tiene una parte muy poco moral a veces. Con tal de salirse con la suya es capaz de... Bueno, esto de que el fin justifica los medios. A ella se le podría aplicar esa frase. Y, además, tiene otra cosa, y es que es una persona que, de nacimiento, está acostumbrada a moverse entre los privilegios, en una familia de muchísimo, muchísimo dinero. Eso conforma un carácter en el que estás acostumbrado a salirte con la tuya. 

M.G.- En esa intención de que sean creíbles y lo más verosímiles posibles, todos tienen sus luces y sombras. Por ejemplo, Jeremías es un personaje peculiar. Es un buen abogado pero no tiene escrúpulos. Es muy controvertido.

R.S.- Eso es lo interesante, que sean personajes complejos e incluso contradictorios. Es que los seres humanos somos todos contradictorios. Hacemos una cosa y al día siguiente podemos hacer casi la contraria. Creo que todos tenemos una parte que, depende de qué circunstancia, podría ser un poquito oscura. Y un héroe como Jeremías, o más bien un antihéroe como Jeremías, por supuesto que tiene partes de las que dirías madre mía, madre mía. Al final, eso es lo que lo hace humano. Cuando yo veo un personaje con esas dificultades y esos defectos, los entiendo todavía más.

M.G.- Jeremías se meterá en un buen jardín porque, no solamente va a tener el entramado del divorcio de Fátima y la farmacéutica, sino que cuando tú metes a alguien en la cárcel es muy normal que ese alguien desarrolle un deseo de venganza.

R.S.- Y tanto, claro. Jeremías, como abogado y detective, ha pasado por muchos casos a lo largo de su vida y hay uno que reaparece. Los fantasmas del pasado vuelven a aparecer. En este caso,  reaparece Fajardo, un traficante de armas que vuelve del pasado y vuelve para reclamar, de alguna manera, venganza. Vuelve para pedir un cierto ajuste de cuentas. Curiosamente, Fajardo es un personaje pequeño dentro de la novela pero, cuando aparece, que son muy poquitas veces, detona cosas muy importantes en la historia.

M.G.- Hay muchos más personajes como Trinidad Bardo, que forma parte del equipo de Jeremías. Se dice de ella que es como la Lisbeth Salander española. Además, tiene un pasado bastante peculiar porque es expresidiaria. En fin, que es una mujer que tiene que tener un trasfondo interesante.

R.S.- Es una mujer hecha a sí misma, sin duda. Es una persona que viene de una familia muy desestructurada. En su adolescencia y juventud pasó tiempo entre rejas. Ella dice que se ha sacado el título de Derecho en defensa propia. Es una mujer muy luchadora y una guerrera incansable. Pero también, a veces, es tan cabezota que es capaz de llevarse por delante a quien haga falta, con tal de que se haga justicia. Es una mujer de situaciones límites. Demasiado visceral, a veces. 

M.G.- Te voy a hacer una pregunta que a veces hago a los escritores. Sobre todo, si estamos hablando de novelas en las que hay muchos personajes complejos, complicados,... ¿Tú estás de acuerdo con esa teoría de muchos autores que dicen que los personajes tiran del autor? A mí me cuesta un poco creer que los personajes sean los que vayan dictaminando por dónde va su camino.

R.S.- De esto te podría estar hablando hora y media porque me encanta.

M.G.- Expláyate.

R.S.- Cada escritor tiene su manera de escribir, y no hay mejores ni peores maneras. Cada uno tiene la suya. Yo puedo hablar de la mía. Y, en mi caso, nunca sé lo que va a ocurrir en la historia hasta que lo escribo. Sin embargo, sí tengo mucho trabajo previo antes de ponerme a escribir sobre los personajes. ¿Y qué significa trabajo previo? Pues que voy descubriéndoles. Voy poniendo cada personaje en mi pizarra, y a cada uno le voy asignando algo que se me ocurre, algo que veo, o incluso una noticia. Me voy diciendo lo que tiene que ver con cada personaje, esto con esto, y esto otro con este otro. Voy poniéndoles capas. Así, los personajes van creciendo, van convirtiéndose en personajes contradictorios o complejos, como decíamos antes. 

Yo no sé si los personajes tiran del autor, de la historia, o cómo es. Lo que sí sé es que, durante el proceso de escritura, para mí son como si fueran personas reales. Convivo con ellos, con Trinidad, con Jeremías, con Ana María, con Dolores. Para mí, durante mucho tiempo han sido personas reales. Y no te hablo de algo metafísico, no, no, te hablo de que de verdad yo estaba convencido de que Trinidad estaba ahí, y cuando le pasa algo que estoy escribiendo y descubro que le pasa algo malo, yo sufro y me sorprendo. Lo vivo así, absolutamente. Te lo prometo. Entonces, esos giros que hay en la novela no salen de la trama, salen de los personajes, sin duda. Para mí es así. No tengo ninguna otra manera de entender la escritura. 

Al final, como autor, tomas tus decisiones, pero es que para que funcione, por lo menos en mi caso, tengo que sentir que esos personajes son de verdad, absolutamente. Y de hecho, por eso cuando acabo, hay como un duelo. ¿Y ahora dónde está mi Trinidad? Sí, sí, vamos, sin duda para mí es lo más importante de la novela, los personajes.

M.G.- Es una novela con muchos giros, con ritmo frenético. ¿Qué claves debe tener una novela para mantener el interés del lector? ¿Cómo se consigue que ese ritmo no decaiga?

R.S.- Bueno, lo primero es tomar la decisión de que no quieres que decaiga. Sobre esto hay muchas teorías. La mía es que, en una buena novela, da igual que sea novela negra como La rebelión de los buenos, la acción interna no debe parar nunca. Siempre debe avanzar. Da igual que sea un capítulo de una conversación, da igual que sea una persecución de un coche, da igual que sea... No hay momentos de transición, siempre la acción interna debe avanzar. Esa es mi propia teoría. Esto ya te digo que hablo de mi manera de escribir. Y luego, claro, ¿cómo hacer que avance todo el tiempo? Pues es que, como yo no sé lo que va a ocurrir  porque no tengo un mapa, ni tengo una escaleta, ni tengo nada, sino que voy a pecho descubierto, pues voy encontrándome la historia y yo mismo me voy sorprendiendo. Y si yo me sorprendo, pues luego también se sorprende el lector con esos giros que para mí son reales porque son de verdad, porque los he vivido como reales.

M.G.- Antes has comentado que has hablado con personas que han trabajado en farmacéuticas para documentarte, con personas afectadas por los negocios de las farmacéuticas. Pero también ésta es una novela en la que hay un entramado judicial, y por eso también te has visto obligado a hablar con mucha gente.

R.S.- Sí, es verdad. En los agradecimientos menciono a algunas de las personas que más me han ayudado, pero hay muchas otras. Hay personas que me han abierto su corazón y que me han contado muchas cosas, que me han permitido por ejemplo, asistir a muchos juicios, especialmente a la Audiencia Provincial de Madrid y la Audiencia Nacional. He visto juicios, los he grabado, aunque a veces no está permitido, pero como no soy periodista y no voy a usar esos datos exactos,... Esa parte ha sido esencial. 

Es verdad que yo venía de Ana. En Ana ya había un proceso judicial, había una abogada, y ahora he vuelto a los abogados pero claro, este juicio es muy distinto. Ahí hay otra temática y otro planteamiento distinto. He vuelto a hacer ese viaje que me apasiona, que me encanta. Lo he dicho algunas veces pero es que me encanta ir a un juicio. Ya no solo para documentarme, sino como espectador.

M.G.- No he ido nunca a un juicio pero me encantaría. Siento curiosidad

R.S.- Debes ir porque la mayoría de los juicios son en audiencia pública y se puede entrar. La gente no lo sabe. Y ya si es un juicio con jurado, te digo que no te lo pierdas. No te pierdas la posibilidad, porque es que es más interesante en mi opinión, que ir al cine o al teatro. Es algo apasionante. No hay muchos juicios con jurados, pero los hay. Tú vas a la Audiencia Provincial, a donde sea, allí preguntas por los juicios con jurados y vas porque puedes entrar. Hay una parte del juicio en la que el juez te obliga a salir pero la mayor parte del tiempo puedes ver el juicio en directo.

M.G.- Tengo que ir. 

Bueno, la novela se abre con una cita de Edmund Burke. Te han preguntado mucho por ella pero es que es muy buena. Esa cita hace preguntarme cuándo los buenos nos vamos a revelar porque vivimos en una sociedad en la que siempre estamos callados.

R.S.- La cita de Edmund Burke alude justamente a eso, algo que recorre toda la novela. ¿Por qué no presentamos batalla? ¿Por qué no nos rebelamos? ¿Por qué nos conformamos con todo? Bueno, yo no tengo la respuesta pero sí intuyo que tiene que ver con esta cosa de ir resolviendo lo urgente. Llegar a final de mes, ayudar a nuestra familia, pagar la luz,... Vamos poniendo parches, sobreviviendo de alguna manera, cada uno con lo suyo. No nos paramos. No tenemos tiempo. Ni fuerza para dedicarnos, precisamente, a eso, a rebelarnos, a mejorar el sistema, a mejorar la sociedad. Pero es necesario que paremos porque el sistema no es un ente que está allí en el fondo. No. El sistema somos tú y yo, somos nosotros. Y si no hacemos nada, pues no va a mejorar. Es imposible que mejore.

Fíjate ahora que estamos en campaña, o en precampaña, o en lo que sea, ¿qué decimos de esta clase política que tenemos, en general? [la entrevista tuvo lugar antes de las elecciones del 23J] Bueno pues, a lo mejor, es que es un reflejo de una sociedad que no está muy movilizada y que no tiene ganas de...  Oye, vamos a mirarnos al espejo. Cada uno en su sitio. Yo hago ficción, hago novela, y desde ahí intento lanzar estas preguntas e invito a revelarnos.  

M.G.- Es que solo nos quejamos pero después no nos movemos.

Bueno, última pregunta, Roberto. Futbolísimos fue llevado a la televisión y Ana también. ¿Qué sensación tiene uno cuando, después de escribir una novela, se asienta delante de la tele y ve su historia en formato audiovisual?

R.S.- Una sensación contradictoria. Siempre, siempre hay algunas cosas que dices esto no es lo que había escrito. Y es imposible que lo sea porque el lenguaje es muy distinto. He hecho mucho cine pero perdóname que te diga que, donde llega una buena novela, jamás va a llegar el cine ni la televisión. Es imposible porque la novela pide al lector una implicación, que tú pongas de tu parte, que te imagines a los personajes, el sitio,... En televisión y en el cine, eso ya te lo han dado hecho. 

Más allá de eso, yo estoy contento con mis adaptaciones. Por ejemplo, con Ana, a mí me encanta el trabajo que hace Maribel Verdú. Me la imagino como Ana Tramel perfectísimamente y me encanta. Pero es normal que sean dos lenguajes tan distintos que siempre, cuando tú has vivido como yo vivo mis novelas de manera muy personal e intensa, pues siempre se te queda una cosa por decir. Pero creo que eso le ocurre a cualquier autor que escriba desde algo personal. Y no estoy protestando con mis adaptaciones, porque ya te digo que, en general, creo que han sido bastante buenas, pero es que es otra cosa.

M.G.- Es que es muy difícil compactar una novela, en la que ocurren tantísimas cosas, en un producto de hora y media, o en una serie de x capítulos.

R.S.- Efectivamente. Sé que mucha gente no estará de acuerdo conmigo pero una buena novela siempre va a ser mejor que la adaptación audiovisual. Me da igual que sea de García Márquez, que sea de Arturo Pérez- Reverte, de quien sea. Una buena novela siempre va a ser mejor que la adaptación. Siempre.

M.G.- En cualquier caso, si te dicen vamos a llevar La rebelión de los buenos a la tele, al cine, ¿la respuesta sería sí?

R.S.- Sería sí, depende cómo. Sería sí, pero vamos a ver cómo. A veces veo a algunos autores diciendo que lo mejor que le ha pasado en su vida es que le hayan comprado la novela para hacer... Oye, pues no, perdona. A mí, lo mejor que me ha pasado en la vida es escribir una novela que llega a los lectores, que ha emocionado a los lectores. Si luego tengo una adaptación audiovisual, esa es otra parte del viaje que puede ser muy bueno pero no es lo mejor que le puede pasar a una novela. En eso, no estoy de acuerdo. Te lo digo de verdad.

M.G.- Bueno, Roberto, muchas gracias por atenderme. Ha sido un placer tenerte y charlar contigo, conocerte. Y esperemos que nos veamos en los próximos encuentros.

R.S.- Espero que sí. Además, Sevilla para mí..., después del Fernando Lara, ya lo es todo. (Ríe)

M.G.- Tienes que volver. Muchas gracias.

R.S.- Gracias a ti.

Sinopsis: Roberto Santiago reinventa la novela negra con una trama absorbente que desafía el poder de los amos del mundo.

La rebelión de los buenos, Premio de Novela Fernando Lara 2023.

Fátima Montero, propietaria de uno de los imperios farmacéuticos más poderosos del mundo, contrata al irreverente abogado Jeremías Abi para que se encargue de su multimillonario divorcio. Herida en su orgullo después de saber que su marido y socio tiene una relación amorosa con una menor, solo desea destruirle, pero algo muy turbio se esconde bajo ese encargo.

Abi, que también ha sido engañado por su exmujer y vive entre amenazas, descubre terribles ilegalidades en los métodos de la farmacéutica: ensayos con cobayas humanas, extorsiones, chantajes y estafas.

Él y su bufete rozan la quiebra, pero su afán de justicia sobrepasa cualquier límite: se disponen a enfrentarse a una multinacional con largos tentáculos, aunque eso exija mirar directamente a los ojos del mal.


martes, 18 de julio de 2023

RAQUEL PERERA: ❝Este libro va dirigido a las personas que quieran crecer internamente❞

Raquel Perera, a la que conocimos en 2007 cuando inició una relación con Alejandro Sanz, es mujer, madre, divulgadora y psicóloga. Pero la que fue pareja del cantante durante trece años, y de cuya relación nacieron Dylan y Alma, es también una mujer emprendedora. Al margen de sus estudios en psicología, se especializó en Marketing y Comunicación. Con o sin Alejandro a su lado, no ha parado de idear proyectos. Uno de ellos nació en 2020 cuando, en plena pandemia, funda Terapia a un clic, una plataforma online donde se ofrece ayuda psicológica. Y recientemente la hemos vuelto a ver en activo, ya que acaba de publicar su primer libro, Para que no te olvides (Espasa).

Con la publicación de este libro, fruto de su interés por el autoconocimiento, Perera pretende ayudarnos a conocernos más profundamente. Escrito como si se tratara de una carta abierta a sus hijos, la autora expone, a lo largo de algo más de doscientas páginas, diversas claves y aprendizajes que ha ido adquiriendo a raíz de su propia experiencia, para permitirnos mejorar en ámbitos como la familia, la pareja, el amor o los hijos. 

Dirigido para todo tipo de lectores, Raquel pasó por Sevilla y pudimos conversar con ella. 


Marisa G.- En 2020, en plena pandemia, fundaste Terapia a un Clic. ¿Qué secuelas nos ha dejado lo que vivimos?
Raquel P.- La pandemia ha acentuado los problemas mentales. Son problemas que ya estaban ahí pero lo que la pandemia ha hecho ha sido aflorarlos a la superficie. Muchos de nuestros desarreglos psicológicos no los notamos tanto mientras seguimos con nuestra vida rutinaria y normal. A veces sales, entras, tienes tu dinámica del día a día y la vida no nos muestra de golpe esos vacíos o esas grietas que tenemos. Es como si no existieran. Pero, de repente, te viene una pandemia, te tienes que encerrar, y tu vida no solamente cambia porque ya no tienes tu rutina sino que, además, se nos viene encima la incertidumbre por el futuro, que es lo que más miedo nos da a todos. El ser humano tiende a predecir un poco todo lo que le va a pasar y cuando no puedes hacer eso, afloran todas las inseguridades, los miedos, las ansiedades, el estrés, y todo lo que hemos vivido en estos años, y lo que estamos viviendo ahora también, que son los efectos.

M.G.- ¿Y ese proyecto Terapia a un clic sigue en pie?

R.P.- Sí, sigue en pie. Lo que pasa es que es una plataforma que fundamentalmente funciona en Latinoamérica. La montamos Efrén Martínez y yo. Él es un gran psicoterapeuta, escritor y divulgador maravilloso, amigo mío desde hace mucho tiempo. Además ha sido mi propio terapeuta también durante un tiempo. Él vive entre Colombia, México y Miami. La fundamos cuando yo estaba viviendo en Miami. 

Obviamente, como es una plataforma online, puede acceder cualquier persona en cualquier parte del mundo. Es cierto que, al ser con un horario de Latinoamérica, resulta más difícil para los pacientes de Europa o que estén en otro continente, con seis, siete, diez o doce horas de diferencia. Pero funciona muy bien y sigue funcionando. Tiene muchas visitas de todo el mundo, visitas de personas que entran para tener acceso a ciertas herramientas técnicas de relajación o de meditación guiada; o acceso a libros donde pueden informarse de ciertas cosas. 

M.G.- Raquel, Para que no te olvides es tu primer libro. ¿En qué momento nace la idea de este libro?

R.P.- Ha sido toda una sorpresa y muy accidental. Es cierto que escribo desde que soy pequeña. Me encanta escribir. Creo que es la vertiente más creativa o artística que puedo tener y lo he hecho siempre, pero de una forma muy íntima, y muy para los míos. De vez en cuando he sacado las palabras a bailar pero en alguna celebración, bautizo, boda, comunión, cumpleaños, donde daba algún discursito. Tengo escritas muchísimas cosas, muchas reflexiones,... Si en algún momento, más jovencita, he fantaseado con la idea de publicar un libro, se quedó en eso, en una fantasía que nunca perseguí. Y fíjate la vida. De repente me llaman y me dicen que quieren publicarme un libro porque les gusta mi perfil en redes sociales y creen que inspiro a la gente, por mi positividad, mi optimismo, porque cuento ciertas cosas que me han pasado a nivel personal,... A mí me encantó la idea pero no sabía muy bien qué es lo que quería escribir. Ellos me dieron libertad total. No me dijeron que tenía que ser una novela, ni ensayo, ni un cuento para niños. Estuve debatiéndome entre si escribir un cuento para niños o, lo que más peso tuvo, escribir sobre el autoconocimiento y el crecimiento personal. Lo decidí así porque, primero, he adquirido mucho conocimiento a lo largo de todos estos años. No solamente por haber estudiado psicología sino que, después de eso, la psicología ha caminado conmigo de la mano y he intentado siempre estar muy, muy cerca de todo el conocimiento que tiene que ver con el desarrollo personal y el potencial humano. Así que me propuse compartir todo lo que sé, lo que he vivido y lo que he sentido, pero sin que fuera un libro de autoayuda como tal. Para eso ya hay muchísima gente, y mucho más cualificada que yo.

Mi idea era hilar todo eso del autoconocimiento con algo de mi vida. Llevo toda mi vida diciéndoles a mis hijos desde que nacieron que hay cosas que no se pueden olvidar, que hay cosas muy importantes, que lo esencial de la vida, a veces, se nos olvida, porque estamos metidos en otra vorágine. Ellos son las dos personas que más me importan en el mundo. Quiero que estén preparados, que se soporten a ellos mismos frente a la vida, que por mucho que ésta les dé, por mucho que ésta les quite, por muy mala o muy buena que sea a veces la vida, que, por lo menos, ellos se soporten siempre con determinación y compromiso.

M.G.- Y, a la hora de escribir este libro, ¿en ningún momento te surgió la duda esa que invade a veces a los escritores, eso de por qué me he metido en este jardín?

R.P.- Desde el primer momento, desde la primera página en blanco. De repente me pongo delante del ordenador y me empiezan las preguntas: ¿cómo empiezo?, ¿qué hago?, ¿qué digo? Creo que esta habilidad que tengo con el tema de la escritura es algo innato pero tampoco me he preparado para ello. Sé que hay cursos excelentes para escritores pero yo me lancé porque me encanta escribir. Algunos amigos escritores me aconsejaron escribir, escribir y escribir, y que ya iría viendo cómo colocarlo todo. 

En la combinación de mi conocimiento sobre el tema del crecimiento personal con el testamento emocional que quiero dejar a mis hijos creo que radica el éxito del libro. No es un manual de psicología con los que, a veces, te pierdes. Es un libro en el que voy entrando y saliendo, hablando directamente a mis hijos, pero también al lector. Una vez que tenía claro lo que quería escribir y cómo quería hacerlo, el libro empezó a fluir. Hubo un momento en el que no quería parar de escribir. Me dio pena entregar al bebé.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]


M.G.- Este libro es una carta abierta a tus hijos pero también está dirigido a los lectores en general. Y tengo una duda, ¿también es un libro para gente que no tiene hijos? Porque está muy vinculado con la maternidad.

R.P.- Pero para nada es un libro de maternidad, en el sentido de que no doy ninguna instrucción ni hablo sobre cómo criar a un hijo o lo que supone educar a un hijo específicamente. Es un libro dirigido a las personas que quieran crecer internamente, que se quieran conocer, que quieran utilizar las herramientas que tenemos, que son muchas y muy válidas, para bailar con la vida de una forma lo más feliz posible, conocer cómo funciona el mundo, conocer cómo funciona la mente, y conocer cómo funciona la mente con el mundo, esa interacción de nosotros con el mundo. Y quiero que mis hijos sepan que la vida muchas veces es fascinante, pero otras muchas veces no va a ser como ellos piensan, sino que la vida a veces es cruel, es peligrosa, pero siempre es maestra. Quiero que estén seguros.

Muchas veces flaqueamos a la hora de tomar decisiones en la vida, porque no nos sentimos seguros de nosotros mismos y no nos conocemos. No es una cuestión de que seamos menos o que merezcamos menos, es que nosotros no nos conocemos, no sabemos el potencial que tenemos. Es muy importante conocerte para así poder defenderte en la vida. Y como las dos personas que más quiero son mis hijos, quiero armarlos para que tengan todo ese conocimiento. Pero este libro va dirigido a cualquier persona que quiera crecer como ser humano. 

M.G.- A mí me llama mucho la atención el tema de los hijos. No soy madre por decisión propia. Tú eres madre de Dylan y de Alma. Yo veo a los padres y madres, y a los hijos desde fuera. ¿Cómo los estamos educando? ¿Les estamos dando las herramientas necesarias para que se valgan por sí mismos o les estamos facilitando demasiado el camino? 

R.P.- Creo que les facilitamos mucho la vida, que les protegemos en exceso, pero sin tener intención de hacerlo mal. A los niños les hacemos un flaco favor porque, antes de que se caigan, ya hemos puesto la red. Siempre digo que los niños tienen que sufrir lo que pueden llegar a sufrir con su edad. No tienen por qué sufrir cosas diferentes. De hecho, me parece una crueldad cuando veo niños pequeños que tienen que pasar por situaciones que no están a la par ni de su edad, ni de su comprensión, ni de su entendimiento. Hay niños que pasan por cosas que realmente son muy crueles.  Pero sí creo que los niños tienen que saber lo que es el dolor y la incomodidad desde muy chiquititos. Cuando algo es un no, tienen que patalear y llorar. 

En el libro cuento una anécdota con mi hijo. Una vez me hizo pasar un día horrible, con una pataleta que me montó saliendo de un teatro. En ese momento, yo estaba estudiando mucho sobre el comportamiento de los niños de los 0 a los 5 años y lo que lleva a esas programaciones en su cerebro, eso de que, si yo pataleo, mi madre me da lo que quiero. En su cerebro se hacen asociaciones de este tipo que llevan al extremo. De niño, si yo pataleo, mi madre me da lo que quiero. Cuando soy un poco más mayor, si insulto, consigo lo que quiero. Cuando soy un poco más mayor todavía, si pego, consigo lo que quiero. Y cuando soy un adulto, no pataleamos ni lloramos como los niños, pero sí tiramos del rencor, de la envidia y del odio. Este tipo de comportamientos es muy importante que se vayan frenando a medida que van creciendo pero, al mismo tiempo, tienen que sentir el dolor y la incomodidad que les corresponde con la edad.

A mis hijos les digo muchas veces «no, esto no es así». En mi caso, como madre, soy la primera que lo sufro y lo paso mal. Con tal de no aguantar la pataleta del niño soy capaz de darle el Ipad y que me deje tranquila pero en esto hay que ser fuerte. Muchas veces vas a estar tentada de darle lo que sea a tu hijo con tal de que te deje en paz y eso lo puedes hacer una vez, dos veces, pero como se vuelva una rutina y una dinámica del día a día con tus hijos, al final lo que estás haciendo es crearle una programación en su cerebro. Si él quiere algo, se va a poner a patalear porque sabe que, con esas reacciones, lo ha conseguido otras veces.

M.G.- En el libro incluyes muchos pasajes, fragmentos en los que hablas con tus hijos directamente, en el que cuentas experiencias que has vivido con ellos. Son pequeños todavía pero algún día leerán este libro. ¿Qué crees que te dirán o qué pensarán?

R.P.- Creo que les va a encantar. De hecho, hay fragmentitos que ya leen y entienden perfectamente. Les encanta cuando hablo de ellos, de su nacimiento, o cuando cuento anécdotas con ellos pequeños que, a lo mejor, no recuerdan. O cuando les hablo de la familia donde han nacido. En fin, ese tipo de cosas. 

Hay una cosa que me encanta. El otro día, Dylan me dijo que cuando lee algo del libro, escucha mi voz. Es una cosa que me parece increíble. Es lo que soñaba que pasara con este libro. Que si algún día lo leen y yo no estoy cerca, sobre todo en esa época de la adolescencia, donde los padres pasamos de ser amigos a los oponentes, escuchen mi voz. Creo que es algo muy potente. Aunque yo creo que en el fondo dirán que soy una controladora (ríe). 

M.G.- El libro tiene ocho capítulos en los que tratas temas diferentes. Cuéntame un poco qué temas abordas.

R.P.- Pues mira, hago un recorrido por lo que es la causa y efecto, una de las leyes de las que nadie escapa. Es decir, todo lo que ocurre,  todo lo que hacemos, todo lo que decimos, y todo lo que pensamos viene por algo, y tiene un efecto en algo. 

Luego hablo del término «estar en causa», algo que me ha valido mucho para hacerme responsable de lo que siento, de lo que hago, y de lo que digo. Cuando tú estás en causa, significa que te haces responsable de ti. En el momento en el que te haces responsable de lo que dices, de lo que piensas, y de lo que haces, es muy difícil que le eches la culpa a nadie. Estar en causa significa también que eres capaz de gestionar tu propio estado emocional. Yo puedo tener un enfrentamiento contigo en este momento y eso me va a causar cierta irritabilidad, me voy a poner nerviosa o me voy a poner triste. Pero estar en causa significa que, de alguna manera, yo también he participado para que esto me ocurra, porque yo permito que eso llegue a mí. Estar en causa significa que conoces todo ese recorrido que hace la emoción hasta que tú reaccionas y también significa que, como eres el responsable de tu propio estado emocional, lo puedes cambiar. Aunque el mundo exterior siga girando de la misma manera, tienes la posibilidad de cambiar tu estado emocional si quieres. Lo que ocurre es que, a veces, no queremos porque es incómodo, pero se puede hacer. 

Luego también hablo del amor propio y de la autoestima, que también es un concepto fundamental para mí. Es algo que se tiene que desarrollar en los primeros años de vida. Hablo de las emociones, de la tristeza, del dolor, del sufrimiento. Y hablo de otros temas que a mí me apasionan, base del comportamiento, como son los principios, los valores, la ética, la moral, las creencias,... Muchas veces nos agarramos a creencias que creemos que son nuestras pero son heredadas, adquiridas como una norma. Y también hay principios que no lo son, sino que son puras reglas, que seguimos por miedo a un castigo o a una consecuencia.

Por supuestísimo, hablo de la amistad, del amor, y de la familia, que para mí son tres pilares también fundamentales para el desarrollo. Y luego termino con la felicidad.

M.G.- Me voy a fijar en tres palabras del libro. Acabas de pronunciar la palabra felicidad y la palabra autoestima. ¿Van de la mano? 

R.P.- ¿Sabes qué pasa? Que la autoestima no es algo absoluto y ni siquiera es una sola cosa. Creo que la autoestima es la creencia que tú tienes en ti mismo. Es decir, son las posibilidades que tú tienes en un contexto determinado. Tú puedes tener mucha autoestima en un sector y muy poca en otro. Es decir, no porque tengas una buena autoestima en el terreno profesional, lo vas a tener en el terreno personal. O a lo mejor uno tiene muy buena autoestima con su aspecto físico, porque se siente fuerte, se siente que está definido, que está guapo y, de repente, tiene muy poca autoestima en otros temas.

La autoestima es muy importante trabajarla en todos los aspectos, porque no es que te dé felicidad, es que te da equilibrio, te hace sentir segura ante la vida. Cuando tú tienes autoestima, normalmente no tienes miedo, porque conoces. Y para mí el miedo es la ausencia de información. La falta de datos es lo que te hace tener miedo. Si tú supieras realmente todo lo que te va a pasar en la vida, pues el miedo bajaría a un nivel casi por el suelo, porque realmente conoces lo que te va a suceder. Creo que la autoestima va muy de la mano con el no-miedo. Si tienes mucha autoestima, bajan tus niveles de miedo, y estás más en equilibrio y más feliz.

M.G.- Y la tercera palabra es amor. En uno de los capítulos hablas extensamente del amor. Dices, haciéndote eco de las palabras de Borja Vilaseca, que el amor, a pesar de ser uno de los conceptos de los que más se habla y uno de los más estudiado, sigue siendo el menos entendido y el causante de muchos desequilibrios en la vida. ¿Por qué crees que es así?

R.P.- Para mí, el amor es el estado base del ser humano. Es donde todo empieza y donde todo acaba. Si tú te mueves alrededor del nivel del amor, posiblemente vas a manejar la vida de otra manera. Lo digo en el libro, a mis padres siempre los he visto caminar con las decisiones que más amor contenían.

A mis hijos siempre les digo que, cuando tengan dudas y tengan que elegir entre A, B o C, tienen que elegir siempre la opción que más amor contenga. De este modo, seguro van a estar más cerca de lo correcto. 

Cuando uno prueba el amor por primera vez, pero no el amor romántico, sino el amor en todos los sentidos -el amor romántico pero también el amor propio, el amor a la familia, el amor a los amigos,... -, es algo que buscarás toda la vida. Pero lo maltratamos porque no sabemos utilizarlo. El enemigo principal del amor y de todo es el ego. Cuando el ego se mete en una relación, olvídate porque el amor se evapora.

M.G.- ¿En ese capítulo es en el que más te expones? Porque hablas de los amores que has tenido en el pasado. No solo de Alejandro Sanz sino de otros que han pasado por tu vida.

R.P.- Sí, posiblemente sí. Es el capítulo donde más me abro. Bueno, ahí no hablo técnicamente del concepto del amor, sino que hablo de mis amistades, de mis amores, de mi familia...  Es, quizá, el más personal de todos. 

M.G.- Te están preguntando mucho por Alejandro Sanz estos días porque la publicación de tu libro ha coincidido con esas declaraciones del cantante, en las que dice que está pasando por mal momento. Por un lado me gustaría preguntarte qué consejos le has dado. Por otro lado, y hablando de los hijos de nuevo, ellos han tenido que vivir una separación. Creo que hay que educar a los hijos para que vivan ese trance sin que sea algo traumático. ¿Cómo lo has hecho?

R.P.- Bueno, en cuanto a lo que he aconsejado a Alejandro, soy de dar muy pocos consejos porque a mí no me gustan que me los den. No le he dado ningún consejo pero sí todo mi apoyo, claro. Cualquier cosa que necesite, y en la que yo le pueda ayudar, sabe que cuenta conmigo. 

Y luego, con respecto al tema de la separación, como te decía antes, tiene mucho que ver con las edades de los niños. No es lo mismo una separación cuando los niños son pequeños, que una separación cuando son adolescentes o, cuando ya son adultos. No tienen la misma capacidad de entendimiento. 

A mis hijos no les he querido contar cosas que no eran capaces de entender en ese momento, pero tampoco los he engañado. Lo primero que les dijimos, la gran verdad, es que ellos no iban a sufrir y que íbamos a intentar que la separación les afectara lo menos posible; que íbamos a ser los mejores padres para ellos porque eso no iba a cambiar; que el amor muchas veces es para siempre y otras veces, pues no; pero que el amor no se acaba sino que se transforma; que el afecto que su padre y yo nos tenemos iba a perdurar porque la familia es un pilar inamovible. Aunque cambie el contenido, el continente iba a ser el mismo. Sobre todo, hemos procurado no hacerles responsable de lo que pasara entre su padre y yo. 

Hay una cosa que siempre digo y es que, independientemente de lo que pasara entre su padre y yo, él nunca dejó de ser un excelente padre, que es lo que realmente tiene que afectar a mis hijos. En una separación, a veces, hay momentos incómodos pero hay que hacer un esfuerzo y hay que poner en una balanza qué es lo más importante, no en ese momento, sino a largo plazo. Y, efectivamente, a largo plazo, siempre es mejor poner la voluntad de llevarte bien.

M.G.- Pues sí.

Bueno, el libro te ha llevado por primera vez a una feria del libro, a la de Madrid. ¿Cómo has vivido la experiencia?

R.P.- Pues como una niña pequeña, como si estuviera en un parque de atracciones. Disfruté muchísimo y vino muchísima gente a verme. De hecho, en un momento en el que estaba firmando, pasó un amigo y le dije que se acercara pero el de seguridad me dijo que había una cola. Yo no sabía que había una fila de gente, esperando para que yo le firmara. Me pareció toda una fantasía. Me lo pasé muy bien y disfruté muchísimo.

Ahora entiendo los dos procesos que se producen cuando alguien crea algo. Uno es muy íntimo, cuando tú estás ahí sola, escribiendo. Y el otro, cuando lo lanzas al mundo y la gente se hace eco de las cosas que dices. Ver la cara de la gente, la felicidad que le has podido trasmitir, que le has tocado el corazón o has ayudado para que se enfrenten a ciertas cosas, es muy gratificante y muy satisfactorio, la verdad. Estoy muy contenta y agradecida.

M.G.- Y como última pregunta, Raquel, y refiriéndome al título del libro, ¿de qué no te quieres olvidar? Cuando te levantas cada día, ¿qué es eso importante que te dices y que quieres tener presente?

R.P.- No me quiero olvidar de dónde vengo. Creo que para adivinar hacia dónde vas, tienes que tener muy claro de dónde vienes. No hablo solamente de dónde he nacido, sino de mis huellas. No quiero borrar las huellas de mi camino porque es lo único que me hace ver por qué estoy aquí. No me quiero olvidar de nada de lo que he caminado.

M.G.- Muy bien. No tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que me hayas atendido.

R.P.- A ti. Me ha encantado. Muchas gracias.


Sinopsis: Un testimonio emocional para aquellos a los que amamos y que tanto nos aman.

Raquel Perera comparte en este libro todo lo que ha ido aprendiendo de la vida con el propósito de que sirva como guía para que podamos disfrutar más de los momentos felices y enfrentarnos mejor a las dificultades.

A través de su propia experiencia y de manera didáctica nos muestra las herramientas y los valores fundamentales para entendernos a nosotros mismos, ganar autoestima y poder ser la persona que queremos ser, nuestra mejor versión.

Para que no te olvides quiere ser un faro que alumbra nuestro camino cuando más lo necesitamos, ayudándonos a reconectar con nosotros mismos.


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