martes, 8 de julio de 2025
ALAITZ LECEAGA: ❝El susurro de los personajes es lo primero que me lleva a una historia❞
viernes, 4 de julio de 2025
GALA PREMIOS DE NOVELA ATENEO DE SEVILLA 2025
Llegó junio y con él, no sólo llegó el solsticio de verano sino también los Premios de Novela Ateneo de Sevilla. Llevo doce años acudiendo al fallo de estos premios. Siempre he disfrutado de esa noche, en la que te reencuentras con amigos escritores, editores, jefes de prensa,... Es una noche en la que se respira un cierto aire de nerviosismo y curiosidad. ¿Quiénes serán los ganadores de este año? Esa es la pregunta que más resuena a lo largo del cóctel y la cena que tiene lugar habitualmente en los Reales Alcázares de Sevilla.
Este año ha sido muy especial para mí. Por primera vez he visto el desarrollo de esta gala desde otro ángulo. No desde una mesa rodeada de otros comensales y amigos, sino desde el propio escenario. Porque este año he tenido el inmenso privilegio de conducir el acto. Cuando me llegó la propuesta no me lo pensé. Cierto es que tuve que domar los nervios, que se fueron acentuando a medida que se acercaba el día, pero la mecánica de estos premios la conozco tan bien, que me resultó muy sencillo dinamizar la gala y marcar las distintas intervenciones.
El fallo de los Premios de Novela Ateneo de Sevilla tuvo lugar el pasado 12 de junio, en una tarde-noche de temperaturas muy agradables, que yo agradecí enormemente. El acto venía acompañado de varias novedades. En esta edición, el Ateneo contaba con la colaboración de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, a la que se unen los patrocinadores habituales como Ámbito Cultural de El Corte Inglés y Fundación Unicaja. A ello se añade que la editorial encargada de publicar las novelas el próximo otoño será Almuzara Ediciones.
En este 2025, en el que se celebra la 57 edición del Premio de Novela Ateneo de Sevilla y la 30 edición para el caso del Ateneo Joven, se han presentado un total de 215 obras para la categoría adulta y 16 manuscritos para la categoría joven. Como viene siendo habitual, los originales proceden principalmente de territorio nacional, aunque también se han enviado originales desde el extranjero. Entre ellas hay gran variedad de géneros, destacando la novela histórica, la intriga policíaca o la narrativa social contemporánea, quizá los géneros más demandados hoy día por la comunidad lectora.
El jurado, tras reuniones y deliberaciones que mantuvieron el día previo, concluyó por nombrar como finalistas a las siguientes novelas:
Finalistas de la 57ª edición del Premio de Novela Ateneo de Sevilla
18. “El ángel y la muerte” de Óscar Soto Colás.
Novela histórica ambientada en la Sevilla del siglo XVII, después de la terrible peste de 1649. La trama gira en torno a la investigación de una serie de crímenes. Un fraile franciscano, regresa a Sevilla y se ve envuelto en la búsqueda del asesino.
21. “Cabezaloca” de Felipe Lola.
Se inicia en los primeros días de la guerra civil en un pueblo de la campiña sevillana, una madre busca ayuda para salvar la vida de su hijo, que está en el punto de mira de los terratenientes que vuelven a tomar el poder.
23. “Catedrales de sangre” de Fernando Gómez Recio.
Presenta las tribulaciones de un inspector de policía, Santiago, que se ve inmerso en la pesadilla orquestada por un criminal vengativo que le exige fotografiar catedrales bajo la amenaza de cometer asesinatos.
68. “Caviar para morir a bordo: el último muerto del Titanic” de Mª Concepción Calleja.
Después de más de un siglo del hundimiento del Titanic, sigue causando nuevas muertes. Como si se tratara de un diario una criminóloga narra los hechos de las investigaciones de una psicóloga, el tráfico de arte pone en duda a un conocido marchante.
73. “Violines de otoño” de Mary Bloomsbury.
Los diarios del almirante Canaris, jefe de la inteligencia del Ejército alemán, han resurgido al cabo de muchos años, en ellos se esconden los secretos mejor guardado de la II Guerra Mundial, tuvo un castigo excepcional.
78. “El botín de Soult” de Michel-Henry Bouchet.
La novela indaga en la figura del Mariscal Soult durante la guerra de la Independencia Española. Se expone el saqueo artístico emprendido por Soult, detallado en el diario del joyero Josúe Seco.
Finalistas de la 30ª edición del Premio Ateneo Joven
113. “Los amantes dormidos” de Alejandro Barrera.
Margaret, una joven inglesa de la campiña se traslada a Londres para intentar trabajar como maestra y ayudar a su madre tras el fallecimiento de su padre. El encuentro fortuito con un anciano la noche de su llegada dejará un drama familiar.
116. “Fundido a negro” de Julio Peces Ruiz.
El último día de rodaje de una nueva serie de tv., con todos los actores estrellas del momento, mientras un figurante planea el asesinato del actor principal, el director es asesinado y todo cambia.
177. “Hijos de una lengua muerta” de Ana Belén Andrés Silva.
La temática se centra en una investigación criminal por el asesinato de arqueólogo. Un elemento central de la investigación incluye un ensayo que desafía los dogmas del cristianismo.
Tras anunciar los descartes, llegaba el momento de comunicar el nombre de los ganadores. Para ello, se contó con la presencia del jurado compuesto por D. Manuel Pimentel Siles, Editor de Almuzara Libros; D. Francisco Cañadas Barón, Responsable del Área de Literatura de Fundación Unicaja, D. Fernando Mañes Izquierdo, Director General de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla; Dña. Mercedes de Pablos Candón, periodista y escritora; D. José Vallecillo López, Presidente de la Sección de Literatura del Excmo. Ateneo de Sevilla; Dña. María José Solano, Historiadora del arte, editora y columnista en ABC.
Acompañaron al jurado miembros de El Corte Inglés, Fundación Unicaja y el alcalde de Sevilla, D. José Luis Sanz.
Tras la lectura del acta del jurado y la apertura de las plicas se dio a conocer el nombre de los ganadores:
El Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla recayó en la obra Fundido a negro de Julio Peces Ruiz.
Julio es una joven malagueño, amante del 7º arte y de la literatura. Está graduado en Lengua y Literatura española por la UNED y en Interpretación por la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga. Actor y director de cortos, ha publicado una saga literaria de aventuras y dos novelas: El sonido del silencio y El expreso del anochecer. Entre sus escritores favoritos figuras nombres como Arthur Conan Doyle, Edgar Allan Poe, Haruki Murakami o Amélie Nothomb.
jueves, 3 de julio de 2025
BRAULIO ORTIZ POOLE: ❝La poesía es mi casa y la narrativa es sólo un paisaje que visito de vez en cuando❞
Braulio Ortiz Poole es un reconocido periodista cultural de Sevilla. Leer sus entrevistas y artículos en Diario de Sevilla es casi una obligación. Ha entrevistado a muchísimos más escritores de los que han pasado por este espacio y, en alguna que otra ocasión, hemos coincidido en esas charlas literarias. Amable, afable, cordial, Ortiz Poole escribe para los lectores del periódico, pero también lo hace para sus propios lectores.
La semana pasada tuve la oportunidad de compartir un café con él. Lo vi llegar, andando por la calle, e inmerso en su teléfono móvil. Algo que leía en su dispositivo lo tenía totalmente abstraído. Al verme, se excusó, y me hizo un resumen de los avatares de su vida. Hasta ahí, todo normal. Lo que me emocionó fue que me preguntara por mí, por mis propias circunstancias personales, y eso me hizo ratificar lo que ya suponía, que estaba ante una persona que se interesa por el otro. Ese interés lo vuelca en su propia escritura, en unos tiempos en los que, como él dice en esta entrevista, sólo pensamos en nosotros mismos.
Braulio Ortiz Poole acaba de publicar poemario. Lleva por título Hombres que dicen Aleluya, una suerte de híbrido entre la poesía y el teatro, que cuenta con las acotaciones propias de un texto dramático y tres personajes, tres bailarines que narrarán su interior a través de estos versos.
Os dejo con la entrevista.
Braulio O.- Sí.
M.G.- ¿Por qué? ¿Qué te aporta la poesía que no te aporte la narrativa?
B.O.- Pues mira, es curioso, porque yo vuelvo a mis versos y me reconozco en ellos. Es como si, por alguna razón, fuera más fiel a quién soy en la poesía. En la novela, con eso de que urdes una ficción, de que te vales de unos personajes, quizá se cuelen cosas que, a lo mejor, no te representan tanto. La ficción no la controlas tanto como la poesía. Por eso me identifico más con lo que escribo como poeta y no tanto con lo que escribo como narrador. No reniego de lo que he hecho hasta ahora porque, al fin y al cabo, de todo se aprende y todo va conformando quién eres, pero digamos que la poesía es mi casa y la narrativa es sólo un paisaje que visito de vez en cuando.
M.G.- La poesía que hoy leemos se aleja muchísimo de aquella que estudiábamos en la época del colegio o del instituto, tan estructurada, con sus cánones. Es un género que ha roto muchos esquemas, el más transgresor, pero, ¿todo vale cuando uno se quiere expresar a través de la poesía? Hay mucha gente que piensa que, hoy día, a cualquier cosa se le llama poesía. ¿Qué es la poesía hoy? ¿Cómo se escribe hoy poesía?
B.O.- Bueno, para mí, la poesía es algo que tiene una música. El ritmo es fundamental, aunque ya no son esas rimas encorsetadas. Sin embargo, a mí me sale de forma natural una cierta métrica, una cierta música. Hay poetas que me han dicho que siempre uso endecasílabos. Es algo que hago sin pensar, me sale de forma natural, de forma intuitiva. Al igual que hay gente que tiene intuición para la música, creo que tengo intuición para los versos, para las rimas internas, para esa música.
M.G.- Yo voy a establecer una especie de comparación entre la forma de escribir poesía hoy día y esas palabras que cierran el libro, las de Vicente Escudero, en las que se hace referencia al hecho de bailar de manera irracional, sin que los músicos tengan partitura o incluso sin que sepan música. Hago como un paralelismo entre esa poesía sin reglas y el hecho de bailar sin ninguna pauta.
B.O.- Sí. De todos modos, voy a volver a la pregunta anterior, a si todo vale. Y no, no todo vale. A mí me parece que hoy hay muchos chavalitos que escriben y publican poesía con mucho éxito, pero abres sus libros y se te cae el alma a los pies. Realmente tienen una expresión muy pobretona. La poesía hay que trabajarla, hay que filtrarla. No se trata simplemente de escribir unos versos adolescentes con los que se vuelca la frustración por un amor insatisfecho. Es algo mucho más complejo. Es una expresión del alma humana y, como tal, tiene que ser compleja porque el alma humana lo es.
Y, por otro lado, me encantaba esa cita de Vicente Escudero. Realmente es maravilloso ser libre, sentirse libre, pero, para conquistar esa libertad, como hace Rocío Márquez, hay que conocer la tradición. No se da un salto al vacío. La gente que explora la vanguardia o quiere ser revolucionaria, a su modo, da un salto al vacío de manera premeditada. Lo hace porque necesita volar, pero antes ha tenido los pies en el suelo.
M.G.- Hombres que dicen aleluya es el título de este poemario. Me resulta muy original y destacaría tanto el continente como el contenido. No sé si empezar a preguntarte primero por los textos o por la estructura porque, abres el libro, y enseguida entiendes que hay algo más que poemas, una especie de vinculación especial con el teatro que también está presente en este poemario.
B.O.- Sí, de hecho le conté el proyecto a una amiga y me respondió que era como una obra de teatro. No había pensado que quizá tiene cierta dramaturgia, con muchas acotaciones y todo. Pero es que me interesa una poesía que rompe fronteras y coquetea con otras disciplinas porque la vida, al fin y al cabo, es una mezcla.
M.G.- Un híbrido.
B.O.- Sí y la literatura tiene que estar viva para que te llegue. Me gusta mucho ese cruce de disciplinas, ese cruce de historias, esa amalgama que la hace mucho más rica.
M.G.- A mí me produce mucha curiosidad la forma en la que os surgen las ideas a los que os dedicáis a escribir. ¿Cómo surge este proyecto, Braulio?
B.O.- Yo quería escribir sobre la idea de comunidad. Ahora somos todos muy individualistas y la sociedad se ha estructurado de tal forma que cada uno tiene que pelear por lo suyo y dar la espalda a los demás. Esto es algo que a mí me preocupa. Quizá se deba a mi educación de raíz cristiana pero es que me preocupa comprobar que hemos dejado de mirar al otro. Me da mucha rabia cuando voy andando por la calle, y le cedo el sitio a alguien para que pase, ver que ni da las gracias. Me parece muy triste que hayamos perdido esa comunicación con los demás. Así que buscaba un sitio en el que unos se apoyaran en los otros, que los unos encontraran alivio en los otros, y pudieran desarrollarse gracias a la ayuda de los demás. Por eso pensé que una compañía de danza era perfecta para eso. En este caso, son tres personajes que, por distintos motivos, están perdidos y extraviados pero se encuentran gracias a que el otro les da la mano. La danza me daba la oportunidad de hablar de comunidad y de compañía, de otras maneras de relacionarnos. Me parecía bonito reivindicar eso.
M.G.-Pero, ¿por qué te fijas precisamente en la danza? Comunidades hay muchas...
B.O.- Porque la danza me emociona un montón. En otras ocasiones he dicho que, cuando veo a alguien bailar, pienso que tengo alma. Es como algo medio espiritual. Es un ejercicio muy físico y, sin embargo, invoca a los dioses, recuerda a los muertos, celebra la vida y el amor. La danza me gusta mucho como espectador y me ha hecho muy feliz. Quería reivindicar eso, la belleza y la alegría, que son tan fundamentales en un mundo tan triste como el que tenemos ahora. También quería dar las gracias a compañeros bailarines, compañeros incluso del colegio, que se han dedicado al baile. También, gracias al periodismo cultural, he conocido a muchos bailarines que han ido creciendo y yo he ido creciendo con ellos, al ver su evolución.
M.G.- El libro se estructura en cuatro partes, que corresponden a cuatro personajes. Tres de ellos forman parte de la compañía de danza: Gennaro, Mateo y Theo. Y luego tenemos a Enrique, que es un espectador. ¿El lector llega a conocer, de alguna manera, a estos personajes? Por ejemplo, de Gennaro sí vamos a saber que es un bailarín en declive. ¿Llegamos a conocerlos?
B.O.- Espero que sí. Me fascina el material humano. Al escribir, me gusta meterme en los sentimientos de la gente. Esa cosa de encontrar tu lugar o esa necesidad de sentirse querido que tenemos todos. Eso me gusta explorarlo en la poesía. Así que espero que los lectores conozcan a Gennaro, a Mateo y a Theo, al igual que los conozco yo porque he sentido sus inquietudes y sus esperanzas durante el tiempo que he estado con ellos.
M.G.- Es curioso el ejercicio que has tenido que hacer porque, generalmente, cuando uno escribe poesía, es más un diálogo entre el texto y el escritor. Sin embargo, en este caso, al meterte en la piel de unos personajes, ha tenido que ser como rizar más el rizo.
B.O.- Bueno, todo puede parecer muy metaliterario o muy complicado pero, una vez que te dispones a escribir, es fácil meterse en la piel del otro. De hecho, la literatura es eso, ¿no? Intentar deducir qué piensa el otro, y construir un puente que te acerca a los demás.
M.G.- A través de unos de esos personajes vemos que la figura de la madre está muy presente.
B.O.- Sí. Es un personaje que vuela de sus raíces y que las deja atrás. Quería preguntarme qué pasa con los ilusos. De niño siempre fui muy profundo [se sonríe] y, por entonces, ya pensaba qué pasaría cuando nosotros nos fuéramos de casa y dejáramos solos a nuestros padres. Yo soy el sexto de siete hermanos. Éramos una familia numerosa y, sin embargo, me preocupaba mucho la soledad y el abandono de mis padres. Cuando mi padre murió, mi madre se quedó sola. Creo que ahí tenía una asignatura pendiente, una deuda que quería explorar. ¿Qué pasa con quien quiere irse y deja atrás las raíces?
Con este personaje, fue su madre la que llevó al niño a la danza y la que le enseñó la belleza. Yo quería dar las gracias a mi madre, que me llevó al cine de pequeño y me hizo amar la cultura. La madre del libro me permitía hablar de la vertiente espiritual del arte. Muchas veces los que somos más descreídos encontramos en el teatro, en la danza, en el cine, en la literatura, un alivio, un consuelo, que a lo mejor el mundo real no nos da, pero sí nos da la ficción. Quería hablar de esa espiritualidad laica, por decirlo de algún modo, de que no somos un mero cuerpo y de la sensación de tener alma.
M.G.- Dicen de tus poemas, y es algo que ya vimos en el libro anterior, que pones la mirada en la gente más desvalida, más de la periferia. Hay unos versos que te voy a leer: “Niños soldados / en un país sin guerra / disparan / su munición de odio al diferente” o "Aquí, al teatro, / vinimos los hombres que no teníamos casa / mendigos de espíritu, / los heridos por bala y por hastío". ¿Qué me dirías de estos versos?
B.O.- Es que es algo que me interesa mucho. El otro día me hicieron una entrevista y me dijeron que, claro, si uno baila solo en una esquina, pues se ríen de él y lo señalan. Y es que a mí los que realmente me interesan son los señalados. La gente que está bien integrada no tiene tantos problemas o tantas necesidades de ser aceptado como los otros. Me interesan los desvalidos, porque necesitan un abrazo más que nadie. Por eso, mi literatura se acerca mucho a los márgenes, porque creo que allí hay más necesidad de amor y más necesidad de vida. Y a lo mejor la vida se expresa de otro modo, pero ese que baila solo de una forma que puede parecer ridículo a los demás, en realidad tiene mucho valor. Baila solo y reivindica su soledad.
M.G.- Los lectores tenemos la mala costumbre de buscar al autor entre las líneas de su libro. ¿Hay mucho de Braulio Ortiz en este?
B.O.- Por supuesto, sí [ríe]. Estoy yo en todo lo que hago. Lo que decíamos antes que, como narrador, a lo mejor me camuflo más, pero aquí, aunque estoy hablando de otros personajes, el sentimiento de querer ser aceptado que tienen esos bailarines es el que tengo. Hay mucho de mi propia vulnerabilidad en estos poemas.
M.G.- Braulio, creo haber hecho bien los deberes. Me he dado cuenta de que cada una de las partes en las que se estructura el libro se inicia con un texto que forma parte de un artículo firmado por ti y publicado en el periódico. Si no me equivoco...
B.O.- Hay una necesidad de celebración de las cosas pequeñas de la vida y una voluntad de dar las gracias, que ya estaban en esos artículos y que ahora están en el poemario. La RAE define la palabra aleluya como demostración de júbilo y de gratitud. Y este libro quiero hablar también de gratitud.
M.G.- Siempre he envidiado a los que hacéis periodismo cultural. Has hecho muchísimas entrevistas. Yo no soy periodista, es algo que siempre recalco, pero sí he tenido la oportunidad de hablar con muchos escritores, de distintas edades, de distintos géneros. Es algo que me ha enriquecido muchísimo. Quiero pensar que es algo habitual que, a ti, por ejemplo, que has hablado con tantísimas personas, también te ha enriquecido.
B.O.- Claro. De hecho, este poemario puede entenderse como una carta de amor a los bailarines que he conocido en ese tiempo y que me han devuelto la fe en la vida y en la belleza. Y sí, para mí el periodismo cultural es un oficio, una vocación, que me ha hecho crecer muchísimo como persona. Yo no entendería quién soy sin todos estos años de periodismo cultural, que me han enriquecido muchísimo. Con todos los problemas que tiene la profesión, el balance, sin duda, es positivo.
M.G.- Y los textos, los poemas, ¿funcionarían bien si se leen de manera independiente? ¿Podemos abrirlo y leerlo sin seguir orden, sin empezar desde el principio hasta el final?
B.O.- Sí. La experiencia lectora es un acto de libertad. Cada uno puede leer un libro como quiera y muchas veces no importa tanto la trama, el argumento, como lo que te inspire ese fragmento. Y bueno, yo leo muchos poemarios sin orden y me parece fantástico.
M.G.- Hay algunos que sí tienen que ser leídos en orden. Algunos autores señalan que sus poemas hay que leerlos desde el principio al final, por orden.
B.O.- Bueno pero, al final, cada uno hace lo que quiere. El libro es ya del lector.
M.G.- Exactamente, el lector es libre. Hombres que dicen aleluya es el título. Hablamos de exaltación, de júbilo, de dar las gracias. ¿Cómo se gesta el título en tu cabeza?
B.O.- El título fue un poco accidental. Se convocaron unas ayudas a la escritura. Yo tenía el proyecto este, basado un poco en los artículos publicados en la sección Acción de Gracias y pensé en Hombres que dicen aleluya, como título. Me dieron la ayuda pero si cambiaba el título tenía que escribir al ministerio para pedir el cambio y al final, decidí dejarlo como estaba. Pero, en un principio, tuve mis dudas porque sonaba muy parecido al título del libro anterior, a Gente que busca su bandera, y temía que este libro pareciera como una segunda parte. Y no es así. Este es muy distinto al anterior. Tuve mis dudas y nada, al final, lo dejé. Es como mi nombre, Braulio, que suena raro pero ya se me ha quedado. Uno acaba aceptando los nombres que son accidentales. Lo importante es el contenido.
M.G.- Por supuesto, lo importante es el contenido. ¿Y tú, en los versos de quién te fijas, Braulio?
B.O.- De muchísima gente, pero en este libro en particular, por ejemplo, podía haber sido Chantal Maillard, que tiene un libro que se llama Matar a Platón, en el que se narra un accidente de un hombre aplastado por un camión y cómo los testigos van contando la escena. Entonces esa voz externa, esa voz que va recreando la vida, esas voces me parecían muy interesantes, y quizá sea una inspiración. Y luego la parte del espectador, la parte final, que es muy arrebatada, tengo a Luis Rosales como uno de mis referentes. Ese caudal poético que él tiene, tan espiritual y tan hermoso, a mí me ha marcado. Quiero que esté presente en todo lo que hago porque sería un mentor maravilloso.
M.G.- Estamos hablando de danza, Braulio. ¿Tú bailas mucho, aunque sea en soledad?
B.O.- En soledad y en compañía.
M.G.- ¿Bailas mucho? ¿Sí?
B.O.- Sí, me encanta bailar. Todos somos distintos a la imagen que proyectamos y sé que proyecto la imagen de alguien...
M.G.- ...más tímido, más retraído,...
B.O.- Sí y, sin embargo, bailar es una de las experiencias más bonita, más liberadora y más gozosa que puede tener el ser humano. Hace una semana estuve en la boda de mi sobrina y no paré de bailar. Me encanta bailar. De pequeño veía los musicales de Gene Kelly y yo quería ser eso. El baile es una rebelión contra el aburrimiento.
M.G.- Te he leído por ahí que tienes en mente escribir algo, y aquí enlazamos con la pregunta de antes, que gire en torno a la figura de la madre. Sé que perdiste a tu madre hace relativamente poco tiempo.
B.O.- Sí, como los dos amábamos mucho el cine, quería hablar de ese vínculo. Éramos dos personas muy diferentes pero nos unía el amor por Cary Grant, por ejemplo. Así que me gustaría hablar de Cary Grant y de madres e hijos.
M.G.- ¿Y serían poemas?
B.O.- No, sería una novela, como una comedia amable.
M.G.- No tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que nos hayamos tomado este café.
B.O.- A ti.
M.G.- Y espero verte con ese libro de la madre. Me encantará leerlo.
B.O.- A ver si puede ser porque las cosas tan sentidas necesitan de su tiempo.
M.G.- Gracias, Braulio.
B.O.- A ti.
Sinopsis: Este libro está protagonizado por una compañía de danza y transcurre en el tiempo en que se representa un espectáculo, pero sus versos hablan principalmente de la vida. De cómo una serie de personajes heridos encontraron en el arte una forma de prolongar sus sueños y de redimirse. De la importancia de apoyarse en los otros y renunciar al individualismo que pregonan los anuncios. De cómo bailar fue siempre la manera de expresar sentimientos y explicarse lo humano, pero también de invocar a los dioses y anhelar ser eternos. Tras Gente que busca su bandera, que ganó el premio del blog Estado Crítico al mejor libro de poesía editado ese año, Braulio Ortiz Poole regresa con Hombres que dicen Aleluya, un poemario sorprendente que, como el mejor de los bailes, apela a la emoción y la belleza.
martes, 1 de julio de 2025
JAVIER ALANDES: ❝El arte es la memoria colectiva de un pueblo❞
Conocí a Javier Alandes el año pasado, en Úbeda (Jaén), cuando se celebró una edición más del fantástico Certamen de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. En la pasada edición, el escritor valenciano se alzó con uno de los premios que da el certamen, el Premio de Novela Histórica por su libro La última mirada de Goya (Editorial Contraluz). Lo curioso de este premio es que el autor no se presenta, sino que una comisión lectora elige cuál es la novela que debe recibir el premio, en función de los criterios que establecen.
Y la semana pasada volví a encontrarme con Alandes, con motivo de la publicación de su última novela, El rey de bronce, también publicada con Contraluz. En esta ocasión nos trae una nueva aventura que nos lleva al mundo del arte y de las falsificaciones. Toda la trama gira en torno a un supuesto busto de bronce de hace unos 2.400 años, y que representa a Alejandro Magno. Dos hilos temporales nos permitirán conocer al protagonista, Luca Santamarta, en dos momentos de su vida. En 2002, cuando tiene quince años, ocurrirá algo en su familia que lo marcará para siempre. Luca tendrá que esperar veinte años para poner en marcha un plan al que ha estado dando forma desde siempre. Arte, subastas y falsificaciones mezclados con la intriga, el suspense y la aventura que siempre nos propone este autor.
Os dejo con nuestra charla.