martes, 31 de julio de 2018

MEIRAV KAMPEAS- RIESS: 'Mi abuela siempre me ha enseñado que hay que respetar a todos los seres humanos'

Nadie que no haya vivido el Holocausto, que no haya convivido hacinado, que no haya pasado frío, hambre, miedo y enfermedad en los campos de concentración, que no haya sentido cómo la muerte le arrebata la vida al compañero de al lado,... podrá jamás imaginarse lo que fue aquello. Por desgracia, tenemos testimonios terribles pero muy valiosos que nos hacen comprender hasta qué punto el hombre puede perder toda su humanidad. 

Uno de esos testimonios se recoge en el libro titulado El pequeño libro de los grandes valores de Meirav Kampeas-Riess, una profesora de hebreo que reside en nuestro país desde hace unos años. En Nitzanim, el kibutz situado al sur de Israel, vive hoy una anciana de 95 años de edad, cabello blanco como la nieve, mejillas sonrosadas y una mirada limpia y bondadosa. Se llama Edith Roth, o Editka como la llamaban sus padres. Ella fue una de las muchísimas personas que padecieron los horrores de la persecución judía y una de las pocas que consiguió sobrevivir a aquella terrible masacre. Gracias a su nieta Meirav, podemos conocer su gran historia recogida en un pequeño libro del que os hablaré en los próximos días. De momento os dejo con la entrevista a su autora.


Marisa G.- Meirav buenas tardes, ¡vaya libro has escrito! Creo que te puedes imaginar qué sensaciones he sentido.

Meirav K.- Cuéntame. Estoy deseando saberlas.

M.G.- Ha sido muy fuerte pero antes de entrar en materia me gustaría saber si es tu primer libro publicado. Creo que sí, ¿no?

M.K.- Sí, es mi primer libro pero espero que no sea el último porque me ha encantado la experiencia.

M.G.- Publicar un primer libro y encima estrenarse con el testimonio de tu abuela debe ser una responsabilidad muy grande, y no solamente a la hora de captar lectores sino también por transmitir la realidad y sus vivencias.

M.K.- Sí, mucha responsabilidad. Para mí, este libro es un legado, es una forma de transmitir lo que ella no pudo contar durante muchos años. He querido sacar su testimonio a una luz universal. No he querido escribir una historia que tiene que ver solo con el pueblo judío sino que, a través de este testimonio, he querido transmitir un mensaje que sea universal. Convertir el horror en abono para una buena educación y unos buenos valores.

M.G.- Si no me equivoco, la idea de escribir este libro surge cuando tú observas cómo una señora desprecia a una persona indigente en la puerta de un supermercado.

M.K.- En realidad, con aquella escena entendí el día a día que tenemos hoy. Pasan muchas cosas a nuestro lado, sin tocarnos en lo personal, y somos nosotros mismos los que podemos decidir si podemos ayudar o bien seguir caminando o comprando, sin importarnos nada. Si no hacemos algo, si no cambiamos lo que ocurre a nuestro lado, el mundo jamás cambiará.

M.G.- Meirav, ¿tú recuerdas la primera vez que tuviste conciencia de que tu abuela había vivido el Holocausto en primera persona?

M.K.- Sí, pero no recuerdo qué edad tenía yo exactamente. Desde muy pequeña siempre me gustó hablar con ella, hacerle preguntas sobre cómo era su vida, su casa,... pero nunca tuve la visión completa de su vida. Solo eran anécdotas, pequeñas historias, pero para escribir el libro me hacía falta más información,  así que, recolecté todo lo que sabía y completé la historia hablando con Asher, el hermano de mi abuela que hoy tiene 91 años y aún conserva muy buena memoria. Él me ayudó a tener otra visión de lo que les ocurrió, de la etapa en la que estuvieron en Budapest, porque ellos no pasaron el Holocausto con mi abuela en Auschwitz.

M.G.- Pero tengo entendido que tu abuela no quería hablar del pasado.

M.K.- No. Es algo que le duele mucho. Si le preguntaba algo no me quería contestar o se ponía a llorar. Le cuesta mucho hablar de aquello. Fue en 2007 cuando decide contar todo de principio a fin. En Jerusalén hay una asociación que se llama 'Yad va shem', que traducido al castellano significa 'brazo y nombre'. Ellos se encargan de conservar la memoria de los supervivientes del Holocausto. Llegaron a casa con todo un equipo de grabación y le preguntaron a mi abuela muchas cosas. Luego yo he ido completando esa información con más detalles. 

M.G.- Muchas personas que sobrevivieron al Holocausto han quedado con secuelas físicas y sobre todo psíquicas. ¿Cómo crees que tu abuela superó todo aquello?, porque, por lo que sé, ella rehízo su vida, formó una familia y ha tenido una existencia tranquila y en paz.

M.K.- Sí, mi abuela es una persona muy sana física y mentalmente. Es una de las mujeres que más influye en mi vida y en mi forma de ser. Creo que todo se debe a los valores que ella aprendió en su casa y que luego, en los momentos más duros, le sirvieron de ayuda. Gracias a ellos, mi abuela pudo superar el horror, mantuvo siempre la ilusión de enamorarse, casarse y tener hijos aunque tuvo que empezar prácticamente de cero y, tras la llegada a Israel, sufrió muchas pesadillas de las que con el tiempo consiguió recuperarse. 

M.G.- ¿Ella ha visto ya el libro? 

M.K.- No, dentro de unos días me marcho a Israel para presentarlo y se lo enseñaré. Desgraciadamente no lo puede leer porque está en español. De momento. 

M.G.- Le hará mucha ilusión, seguro. 

Meirav, en el libro relatas la historia de tu abuela desde el año 1938 a 1948. En el 45 se produce la liberación de los campos y ella y sus hermanos -Moshe y Asher-, tras un emotivo reencuentro, deciden marcharse a Israel. ¿Aquella decisión la tomaron porque ellos pensaban que Israel era el lugar al que verdaderamente pertenecían? Otros muchos supervivientes decidieron quedarse en Europa.

M.K.- Efectivamente hubo mucha gente que decidieron empezar de cero en Europa, Estados Unidos o Argentina. En el caso de mi abuela y sus hermanos fue algo curioso porque ellos no tenían ningún apego con la tierra de Israel, aunque sus hermanos sí eran más sionistas. Mi abuela solo quería estar con ellos, no separarse de nuevo y por eso decidió seguirlos y marcharse con ellos a Israel.




M.G.- Todo lo que cuentas en el libro es real aunque en el prólogo señalas que te has tomado algún tipo de licencia pero, ¿de qué tipo?

M.K.- Por ejemplo, sabes que en la narración aparece una llave que va pasando de una persona a otra. Esa llave no es real. Solamente es un símbolo que pretende representar los valores que podemos transmitir de una generación a otra para hacer el bien. 

M.G.- También aparecen unas cartas. ¿Son reales?

M.K.- Sí, sí, son muy reales. Eran cartas que encontré en el armario de mi abuela. Fueron escritas antes de que salieran del gueto y la trasladaran a Auschwitz. Estaban escritas en húngaro pero Asher hizo la traducción al hebreo. Así pude saber lo que ocurrió en aquellos años. 

M.G.- De los hermanos de tu abuela, tengo la impresión de que Asher era más reaccionario, se rebela con más fuerza contra la injusticia. He percibido en él mucho carácter. ¿Es así?

M.K.- Sí, sí, es verdad. Moshé siempre fue muy bueno, más tranquilo. Asher es un gran artista, pinta y hace escultura. Es una persona muy decidida, tiene sus propias opiniones sobre todo. 

M.G.- El libro inicialmente lo escribiste en hebreo porque esa es tu lengua materna, ya que tú naciste en Tel-Aviv, aunque se tradujo al castellano. ¿Se publicará el libro en Israel? 

M.K.- Sí, lo vamos a traducir al hebreo. La historia de mi abuela la escribí en hebreo porque pienso mejor en mi lengua que en español pero luego sí que hay partes que escribí directamente en castellano. De todos modos, como te digo, lo vamos a traducir al hebreo para poder publicarlo allí. 

M.G.- ¿Y cómo fue el proceso de escritura? Imagino que, al meterte en la piel de tu abuela, algunos pasajes te costarían bastante escribirlos. 

M.K.- Fue tremendo emocionalmente. Como soy profesora, el mes de agosto lo tenía libre y los niños estaban con su padre. Después de un viaje a Israel donde estuve hablando con mi abuela, llegué a España con todo el material y con muchas ganas de escribir. Me encerré en mi casa, no hablaba con nadie, casi no dormía ni comía. Lo único que hacía era escribir ocho o diez horas al día. Para inspirarme, coloqué en las paredes del salón todas las fotos que me traje de Israel. De todo aquello salía  mucha energía y así me llevé tres semanas, tras las cuales el libro estaba prácticamente acabado. Pero lo pasé muy mal, con dolor en el pecho incluso. A veces tenía que parar para calmarme. Ponerte en el lugar del otro y con una historia como esta, es muy duro. Sin embargo, hoy puedo decir que me ayudó mucho. Fue como una terapia porque antes no me sentía preparada para visitar Auschwitz. Ahora creo que sí podría. 

M.G.-  Al libro lo acompaña una faja en la que figura una frase del humorista José Mota. Cuéntame algo de esto.  

M.K.- José Mota fue una de las personas que me ayudaron con este proyecto. Luego está un buen amigo, Cipri Quintas, autor de 'El libro del Networking'. Fue él el que me empujó desde el principio. Él me dijo que esta historia no podía quedarse en un cajón sino que tenía que ver la luz.

M.G.- Hay un pasaje, hacia el final del libro, cuando se funda el Estado judío, en el que te haces eco de unas palabras del embajador de Egipto en Naciones Unidas. 'Un millón de judíos viven en paz en Egipto y en el resto de los países islámicos, y disfrutan de todos los derechos como ciudadanos. Ellos no quieren emigrar a Palestina. Sin embargo, si se funda un Estado judío, nadie podrá evitar las desgracias. Se desatarán disturbios en Palestina, se extenderán por todos los países árabes y tal vez desemboquen en una guerra entre razas'. Leyendo este pasaje, inevitablemente pensaba en tu abuela porque, después de todo lo que había pasado, llega a Israel y ocurre todo lo que llevamos viviendo, esos terribles enfrentamientos. ¿Cómo vive ella todo esto?

M.K.- Mi abuela, cuando llegó a Israel, se encontró con que los británicos no la dejaban entrar. Era algo brutal y lo pasaron muy mal. Acuérdate del momento en el que ellos llegan a Haifa.  Era un campo de refugiados, por llamarlo así, en el que también los separaron. Los hombres por un lado y las mujeres por otro.

M.G.- Como un campo de concentración. 

M.K.- Exacto. Esos primeros años fueron también muy duros para ella. Pero mi abuela siempre me ha enseñado que hay que respetar a todos los seres humanos, da igual de dónde vengan, el color de su piel o  sus creencias. A pesar de lo que ella ha vivido, tiene unos valores y una fuerza interior tremenda. 

M.G.- ¿Ha podido perdonar todo lo que le hicieron?

M.K.- No lo sé. Perdonar a quienes han matado a toda tu familia es muy difícil pero se ha reiniciado su vida con otros valores que le han ayudado a empezar de cero. Ella lo único que ha hecho es intentar seguir para adelante para sobrevivir. 

M.G.- ¿Cómo está la abuela Edith a sus 95 años? 

M.K.- Está muy bien.

M.G.- Y seguro que se alegra mucho al saber que los beneficios por la venta del libro van destinados a la Ong Mensajeros de la Paz.

M.K.- Creo que es mi obligación dar ejemplo, como madre y como profesora.  No podemos simplemente hablar, porque las palabras bonitas son tienen ningún valor. Hay que dar ejemplo porque solo así se puede producir un cambio. 

M.G.- Tienes toda la razón. Bueno Meirav, no te robo más tiempo. Gracias por dejar testimonio de la vida de tu abuela.  Siempre digo que libros como este son muy necesarios. Debemos conocer las vivencias personales de las personas que sobrevivieron para que algo así no se repita nunca más. 

M.K.- He pretendido con el libro conectar con los sentimientos del lector. Llegar a su corazón porque si usamos el corazón, muchas de las cosas terribles que suceden no ocurrirían. 

M.G.- Cierto. Muchas gracias por todo.

M.K.- Gracias a ti. 

Muy pronto os hablaré sobre el libro, un testimonio que pone la piel de gallina. Es una pena que tantos tengan que padecer para entender que hay cosas que no se pueden repetir y que existen límites que jamás se deben traspasar.




Ficha novela

Editorial: Alienta.
Encuadernación: Tapa dura.
Nº Páginas: 224
Publicación: junio, 2018
Precio: 12,95 €
ISBN: 9788416928736
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.











lunes, 30 de julio de 2018

MIEDOS de Alejandro Romera Guerrero


Editorial: Nova Casa Editorial. 
Fecha publicación: octubre, 2015. 
Precio: 16,00 € 
Género: Relatos. 
Nº Páginas: 176 
Encuadernación: Tapa blanda con solapa. 
ISBN: 978-84-16281-51-0
[Disponible en eBook; 
puedes empezar a leer aquí]



Autor

Alejandro Romera Guerrero empezó a escribir cuando sus principales miedos consistían en encontrarse un monstruo en el armario o no tener con quien jugar en el patio del cole. A los nueve años escribió su primera novela, El marino patofino, que aún guarda en una caja de zapatos. No ha dejado de escribir desde entonces hasta hoy, aunque no fue hasta 2011 cuando publicó su primer libro: Miradas de ébano. Un año más tarde, en 2012, publicó el libro de relatos cortos Kichay. Miedos es su tercera obra publicada. En el camino ha publicado relatos en diferentes antologías, ha representado sus cuentos sobre el escenario con el grupo Mejunge, ha sido representante editorial, jurado y organizador de varios certámenes, coordinador y presentador de eventos literarios o profesor de escritura creativa. Después de recorrer medio mundo con la mochila, de escribir cientos de textos en servilletas de bar, y de caerse y levantarse una docena de veces, un día se dio cuenta de que sus miedos seguían siendo los mismos: encontrarse un monstruo en el armario o no tener con quien jugar en el patio del cole. Tal vez por eso se dedique a contar historias. 

Sinopsis

¿Aún crees en monstruos bajo la cama? ¿Te aterroriza la oscuridad? ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para no caer en el olvido? ¿Qué harías si te hubiese tocado crecer en la Ruanda de 1994? ¿Y si la desidia se hubiese apoderado de tu vida? ¿Tienes miedo a estar solo? ¿O a sentirte solo?

Miedos no es un libro de terror. Estos veintisiete relatos no pretenden que nos escondamos asustado bajo la almohada, sino más bien que nos enfrentemos cara a cara con muchos de los miedos que tenemos a diario. Nos encontramos ante unas páginas que, además de hacernos sentir un escalofrío en cada historia, nos incitan a reflexionar de un modo original y sorprendente sobre nuestro comportamiento frente a los temores que nos acechan.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Como bien dice la sinopsis, Miedos no es un libro de terror. Sinceramente, y con un título así, es lo que me esperaba pero la lectura de los veintisiete relatos que componen el volumen te demuestran que hay miedos que no tienen nada que ver con fantasmas y apariciones. El hombre siente temor ante una multitud de circunstancias y situaciones y es un poco lo que Alejandro Romera recoge en esta antología, historias en las que sus protagonistas intentan enfrentarse a sus temores cotidianos, a esas tesituras que para algunos están más que superadas y para otros suponen un mundo. Miedos, sean de la índole que sean.

El prólogo de José Guadalajara ya define perfectamente este libro como 'una descarga de emociones que Alejandro Romera nos inyecta en una serie de veintisiete relatos que van despertando nuestra conciencia y desperezando nuestros aletargados impulsos. Miedos es una potente medicina contra la incomprensión, la intolerancia, la crueldad, el egoísmo, la enemistad, la carencia de escrúpulos, los remordimientos, la indecisión o la cobardía'. José Guadalajara hace un análisis exhaustivo de los relatos que contiene este volumen, tan minucioso que, en cierto modo, casi aconsejo leer su prólogo al final. 

A través de sus historias Romera, profundiza en los temores más perturbadores del ser humano. Nos habla de sus fobias, de sus incertidumbres, de sus arrepentimientos, del olvido, de la culpabilidad, de la corrupción del dinero o el temor que en algún momento nos puede producir enfrentarnos a nuestros progenitores. En algunos de ellos se introduce algún elemento fantástico que permite envolver la historia y otorgarle consistencia.

Me ha gustado especialmente Esclavos por la idea que desarrolla introduciendo un 'personaje' que a priori no tendría que tener vida propia. El avance de este cuento consigue aumentar el suspense. En Remordimientos he sentido cierta ambivalencia, repugnancia y ternura, predominando finalmente esta última sensación. El circo me parece sumamente ingenioso y reivindicativo. Y así, uno tras otro hasta un total de veintisiete relatos.

No obstante, y suele ser habitual, no todos me han llenado por igual. Encuentro que algunos no tienen excesiva profundidad. Los menos me han resultado más bien sencillos, con un final que no siempre está a la altura del desarrollo previo o bien presentan un desenlace demasiado abrupto cuando, para mi gusto, hubieran requerido algo más de recorrido.

De extensión variada, hasta el punto de que algunos son auténticos microrrelatos, en estas historias predomina el uso de la primera persona, que nos permite vivir con mayor intensidad los temores que padecen sus protagonistas.

Destacar que el mensaje principal que subyace bajo estos relatos es insuflar el suficiente ánimo para que todos nos podamos enfrentar a los temores que nos persiguen. Cada una de estas historias te hace reflexionar en mayor o menor medida, incluso en algunos casos te podrás sentir identificado.  El ser humano suele convertirse en una marioneta. Nada mejor para romper con el efecto paralizante del miedo que leer algunos de estos relatos y hacerle frente a aquello que nos atemoriza.

De Miedos me quedo con algunas historias que me ha resultado especialmente buenas. Insisto en que otras se me han quedado algo cortas pero la ventaja que tienen estos cuentos es que son breves y su lectura no te llevará mucho tiempo. Siempre viene bien un volumen de cuentos para ser consumidos en los momentos más insustanciales de nuestra vida, en el trayecto de un bus, a la espera del metro, o justo mientras desayunas.







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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viernes, 27 de julio de 2018

ARA, COMO EL RÍO de Charo Jiménez


Editorial: Triskel.
Fecha publicación: marzo, 2018.
Precio: 17,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 248 
Encuadernación: Cartoné.
ISBN: 978-84-948064-4-5
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]



Autora

Charo Jiménez nace en Sevilla en 1961. Recuerda su niñez como una etapa extraña en la que descubre, gracias a Andersen, Perrault, Rabindranath Tagore... que los libros guardan sueños y secretos extraordinarios. Ya nunca abandonará su pasión por las letras.

Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y ha sido profesora durante más de veinte años. Por circunstancias ajenas a su voluntad, se ve obligada a abandonar las aulas y, tras un periodo de adaptación en el que, como decía Ortega y Gasset, tiene que esforzarse en salvar sus circunstancias para salvarse ella, escribe su primera novela Trampantojo (Triskel Ediciones, 2015).

Ara, como el río es su segunda novela, una historia desgarradora y fascinante que se cruzó en su camino durante un viaje al Pirineo aragonés.

Sinopsis

Tras superar con grandes penurias la Guerra Civil, dos familias aragonesas (los Garcés Castillo; y los Santolaria Campo) deben hacer frente ahora a un conflicto aún más duradero y que les llevará al límite de sus fuerzas: abandonar Jánovas, su pueblo junto al río Ara, ante el desalojo impuesto para la construcción de un nuevo embalse. Comienza entonces una resistencia vecinal heroica y desesperada por mantener intacto un enclave natural y una forma de vida que parece tener sus días contados frente a la tiranía del progreso.

Con sensibilidad y armonía narrativa, Charo Jiménez confecciona en Ara, como el río un testimonio de sufrimientos, luchas y alegrías de las familias de Jánovas a través de unos sucesos que debieron avergonzar a un país entero y que componen la memoria de sus habitantes. En un marco incomparable, el Pirineo aragonés, donde la naturaleza reina de manera indómita, los intereses económicos surgen como agente corruptor del equilibrio ancestral de estos pueblos oscenses con sus bosques, sus montes y, sobre todo, con su río, el Ara.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Esta señora es Paca Castillo:

Fragmento programa de la Sexta: 'Salvados' de Jordi Évole

Paca Castillo es una de las protagonistas de la novela de la que quiero hablaros hoy, Ara, como el río de Charo Jiménez. Ya en la entrevista con la autora (que puedes leer aquí) os comenté lo que esta mujer, su familia y todos los habitantes de Jánovas tuvieron que sufrir cuando en la década de los 50, se otorgó a Iberduero la concesión para la construcción de un pantano en el valle del Sobrarbe. Difícilmente los janovenses pudieron imaginar lo que se les venía encima. El arraigo en aquellas tierras, mamado de generación en generación, fue cortado de cuajo. Tenían que abandonar el pueblo, dejarlo todo atrás y comenzar en otro lugar. Aunque muchas familias optaron por aceptar las condiciones propuestas y marcharse, hubo otras que se negaron en rotundo a abandonar lo que era suyo, fruto de su trabajo y esfuerzo. Así comienza la lucha de la familia Garcés Castillo o de los Santolaria Campo, o de los Pera. De las cuarenta y dos familias que habitaban Jánovas al inicio de esta contienda, el 27 de abril de 1965 tan solo permanecían en pie de guerra veinte vecinos. Fueron sometidos a un sinfín de humillaciones por parte de la empresa hidroeléctrica, clamaron justicia con un grito ahogado que fue desoído por la Administración y aunque jamás tuvieron el respaldo de nadie, no cejaron en su empeño. Solo se tenían a sí mismos, su verdad y su fuerza mientras los cascotes de las casas colindantes dinamitadas volaban sobre sus cabezas o mientras se encontraban enormes pilones en el puente colgante sobre el río Ara que impedía la entrada y salida del pueblo. Hasta llegaron a derribar la puerta de la escuela de una patada, mientras los niños estaban en el interior. Querían impedir a toda costa que la vida normal continuara en Jánovas. 


Los habitantes de Jánovas eran un obstáculo frente a los intereses económicos que se escondían tras la construcción del pantano, un pantano que jamás se llegó a construir gracias a la intervención de Juan Luis Muriel, ex Secretario General del Ministerio de Medio Ambiente que en 2001 firma un informe de impacto medio ambiental negativo, lo que le llevó a perder su puesto de trabajo. Eso sí, el pantano no se construyó pero el daño ya estaba hecho. Hoy, Jánovas es un pueblo abandonado, uno de esos pueblos fantasmas que existen por España, hasta el punto que el cineasta Daniel Calparsoro rodó parte de la película sobre la guerra de Kosovo. Por suerte, y tras una larga batalla, comienza a ser reconstruido por sus vecinos y a tener algo de vida.

Todo esto es lo que se narra en Ara, como el río, aunque la historia se remonta mucho más atrás en el tiempo. La narración se inicia en 1938, cuando, con motivo de la guerra civil, Paca y su familia tuvieron que ser evacuados. Ella tenía entonces nueve años. Le esperaba Francia, primero los campos de refugiados que más bien parecían de concentración, luego un torre agrícola donde convivieron con otros refugiados y trabajan la tierra. Un trágico accidente casi impide que la familia regrese al pueblo cuatro años después. 

De Paca Castillo conoceremos parte de su infancia, su adolescencia, sus primeros trabajos en Barcelona, y ese primer novio que se convirtió luego en marido. En 1947 contrae matrimonio con Emilio Garcés y forman una familia muy numerosa. Pero también sabremos de su amiga María Campo, casada con Antonio Santolaria, de cuya unión nació su hija Nieves y de esta, la nieta Carmen, un personaje que también tendrá un papel importante en esta historia.

De la lectura de esta novela sorprende el valor y la fuerza de los janovenses en general y de Paca Castillo en particular, una mujer que te robará el corazón porque nos dará una gran lección de vida. Tras el abandono paulatino de sus vecinos, ella permaneció sola junto a sus hijos durante veintidós años, resistiendo los envites de un monstruo cuyas garras pretendían destruir toda su vida. Paca es la imagen viva de la valentía, la heroína de esta tremenda injusticia, la fuerza arrolladora que todavía corre por su venas a pesar de tener ya 91 años. Solo por conocerla, por saber de su vida, de lo que tuvo que padecer y sufrir, merece la pena leer esta historia, un relato que yo agradezco a su autora porque, de no haber sido por esta novela, probablemente no la hubiera conocido nunca. Tras la lectura dan ganas de hacer la maleta y marchar a Jánovas, pasear por sus calles abarrotadas de maleza y rememorar cómo debió ser la vida entre aquellos muros en ruinas hasta llegar al río Ara y contemplar sus aguas turquesas.

Sí me gustaría advertir que la historia contiene parte de ficción. Estamos ante una novela y en ella se han insertado algunas pinceladas, mínimas, que se alejan de la realidad. El grueso de la historia, lo importante, lo contundente, es fiel reflejo de lo que se ha vivido en aquel lugar.

Tras un prólogo en el que la autora nos cuenta cómo llegó a Jánovas y cómo descubrió esta historia, la novela se estructura en tres grandes bloques: Antes de ayer, Ayer y Mañana, siendo esta última parte un canto a la esperanza. Charo Jiménez vuelca los hechos con la crudeza que los caracteriza, ahondando en los sentimientos de sus protagonistas, pero sin apelar al sentimentalismo del lector. La historia contiene el drama suficiente como para zarandear las entrañas de todo aquel que se acerque a esta lectura y sentirá que vivirá la injusticia en primera persona, gracias a un estilo que asemeja a una crónica en tiempo real, con capítulos cortos y saltos en el tiempo que nos permiten movernos a lo largo de los más de sesenta años que transitan por la narración. 

Ara, como el río me ha parecido un lectura imprescindible. Es el tipo de novela que resulta necesaria para dar a conocer una injusticia y que permite señalar con el dedo a los culpables. No solo pondrá en tus manos la historia de un lugar pequeño y sencillo sino también la vida de sus habitantes, gente humilde y trabajadora que, de un día para otro, sintió la mordedura de una serpiente. 

No me queda más que recomendaros esta lectura y os garantizo que, tras ella, querréis saber más y concederéis a Paca Castillo un trocito de vuestro corazón. 







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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jueves, 26 de julio de 2018

CAYETANO SANTANA: 'Me gusta la literatura provocadora'

A Cayetano Santana lo conocí durante la Feria del Libro de Sevilla. Su novela, Las mujeres imposibles, me llegó a través de un librero amigo que puso en mis manos un volumen cuya cubierta rezumaba cierto misterio, una ilustración nocturna un tanto oscura, con el puente de Triana de fondo, y una mujer de espaldas, mirando el infinito y envuelta en un abrigo de color rojo intenso. La sinopsis apuntaba maneras. Hoy vengo a contaros mi encuentro con su autor, un profesor de Filosofía, fiel a la literatura de Cortázar, creador de historias que narra en Las mujeres imposibles las aventuras de Mario Tunoye, un peculiar personaje, estrambótico, ridículo e irritante a veces, pero también con una vis que despertará la compasión del lector.

Aquí os dejo la entrevista con Cayetano Santana.


Resultado de imagen de cayetano santana las mujeres imposiblesMarisa G.- Cayetano, por la información que figura en la solapa del libro, también eres escritor de poesía y ensayo.

Cayetano S.- La poesía es un libro de juventud que mandé a concurso. No es un género que me guste cultivar. Fue una cosa puntual de la edad y ahí se quedó. Luego tuve una época en la que tuve que escribir bastante para un periódico, desde la editorial, las entrevistas, los artículos de fondo,... Era algo que me gustaba mucho por la riqueza y fue un proyecto muy didáctico. Pero a mí lo que me gusta es la prosa. Antes de 'Las mujeres imposibles' escribí otra novela pero está en un cajón.

M.G.- ¿Y eso por qué?

C.S.- Quedó inédita porque tardé tanto tiempo en escribirla que la persona que la había empezado y la que la había acabado no era ya la misma. Es una novela sin unidad. 
.
M.G.- Pues sobre 'Las mujeres imposibles' yo te voy a decir lo que creo que es tu novela y luego tú, si acaso, me corriges.

C.S.- Me parece bien.

M.G.- Para mí, 'Las mujeres imposibles' es una novela, en cierto sentido, de auto-búsqueda. Tengo la impresión que en ella se narra las peripecias de Marino Tunoye, el protagonista, un hombre en la cincuentena, en pleno punto de inflexión. Está en un momento en el que echa la vista atrás, analiza y evalúa lo que ha sido su vida hasta ese momento y decide dar un giro absolutamente a todo y cambiar radicalmente. Cambia el modo en el que realiza su trabajo, rompe su matrimonio, sueña con terminar una novela que lleva 30 años escribiendo y se lanza a la búsqueda de la mujer ideal mientras se adentra en un bucle incansable de reflexiones. ¿Es así?

C.S.- Eso es. Esa auto-búsqueda que comentas es la más importante en la novela. La figura de la mujer ideal que él pretende encontrar tampoco es algo secundario sino más bien algo que va en paralelo a la búsqueda personal como individuo. Él se cree artífice de su propia vida y quiere renovarse. Es un canto a la libertad personal y a una especie de renacimiento o de reconstrucción. En esa búsqueda surge su sueño de querer escribir un novela, que para él es única,...

M.G.- Una obra maestra.

C.S.- Sí, y al mismo tiempo las mujeres representan ese objeto de deseo aplazado porque al principio de la historia, el matrimonio es como un corsé que le impide vivir.

En la novela hay muchas contradicciones porque las mujeres no son imposibles, el que es imposible es él.

M.G.- ¡Es él, claro! No te imaginas la alegría que me das que digas esto porque ¡menudo es Tunoye! Además no estoy muy convencida de que quiera encontrar esa mujer ideal. Creo que lo que pretende es hacer todo lo que no ha hecho en su vida en todo este tiempo. 

C.S.- Con la boca pequeña quiere buscar a esa mujer pero con la boca grande como que no...

M.G.- Fíjate lo que dice: '...mi pretensión era volar libre de mujer en mujer, tanto como el azar, mi fuerza y mi selectiva inteligencia me permitieran. Rey de una selva que esperaba poblada'.

C.S.- Tiene un punto cínico. Por un lado, la mujer que él busca no la va a encontrar porque anhela un imposible. La mujer ideal siempre será la que está por venir, así que está condenado a ser un eterno buscador. Apenas ve que se cumplen sus expectativas o que se puede cumplir la promesa de esa mujer ideal, él la niega o sucede algo que lo emborrona todo, generalmente por culpa suya. Él no quiere quedar preso de una mujer real así que prefiere la búsqueda de lo que no tiene, y se vuelve un impulso erótico, amoroso. Es una situación muy rica en matices. 

M.G.- Ninguna le vale, a pesar de que conoce a ocho o nueve mujeres, todas ellas fabulosas.

C.S.- Sí, son mujeres muy fuertes y libres. Algunos lectores me dicen que han encontrado en esta novela un homenaje a la mujer. La mujer aparece como figura clave. Tunoye está preso de su propio maleficio.

M.G.- Pero tú, ¿cómo definirías al protagonista? ¿Cuáles son sus cualidades?

C.S.- Yo creo que no hay que definirlo mucho. Definirlo sería acabar con las posibles lecturas. Creo que es un personaje contradictorio. Me gustaría que el lector, a veces lo amara y a veces lo odiara, porque es odioso pero también es amable. Alguna lectora me ha comentado que entran ganas de abrazarlo, de consolarlo pero luego hay veces que te entran ganas de abofetearlo y de gritarle lo idiota que es. Me parece bien este tipo de sensaciones. Creo que la literatura tiene que hacer eso, tiene que jugar con las contradicciones. Un personaje sin fondo, chato, superficial, no me gusta en absoluto. 



M.G.- Pero entonces lo que has pretendido es crear un personaje que no deje indiferente aunque sea para mal.

C.S.- Bueno, aunque tenga alguna cara mal, diría. Lo políticamente correcto nos lleva a una falta de ideas y a una falta de libertad creativa. Que el personaje no deje indiferente me parece positivo. Mi personaje es un antihéroe, es un cúmulo de contradicciones y en muchos aspectos, es un impresentable. No es un depravado ni un loco pero sí es un poco cínico, antisocial, que se equivoca en su trato con las mujeres. Son cualidades que lo convierten en un personaje rico en matices.

M.G.- Te confieso que a mí a veces me ha importunado mucho. Pero es que ni él mismo se soporta. De sí mismo opina: '...me declaré insoportable' o ' A pesar de que sé que soy odioso por este tipo de ocurrencias, no puedo evitarlas'

C.S.- Me gusta la literatura provocadora, que al lector le sacuda. Hoy día, si la literatura tiene un puesto en el mundo de la cultura debe ser porque realmente escribamos para personas que busquen lecturas que los eduque, que los seduzca y que al mismo tiempo los saque de su mundo cotidiano. Frente a tanto bombardeo de libros que no dicen gran cosa, hay que ofrecer lecturas de las que se salga enriquecido. Eso es lo importante. 

M.G.- Bueno, creo que Tunoye tiene bastante razón cuando habla de lo que debe ser un buen escritor, alguien que sea 'medio feliz y a la vez asceta, medio vividor y comedido, medio navegante de las noches y madrugador del orden'. No sé si tú opinas igual.

C.S.- Sí, totalmente. El que se dedica a vivir como gran vividor creo que no puede escribir y el que escriba sin haber vivido tampoco escribirá bien. Hay que buscar ese punto intermedio en el que la vida que se vive pueda merecer ser narrada y no habría una literatura valida si no se nutriera de una vida digna de ser contada. Se produce una especie de bucle. Hay grandes vividores que nunca han escrito una novela y grandes escritores que no sabrán nunca qué novela pueden escribir. 

M.G.- Y ese mundillo literario en el que se mueve el protagonista hay un tal Juan Rastrillo, un escritor con éxito, que da conferencias, que la gente admira. Hay como un rifirrafe entre los dos porque además es que Rastrillo aparece en los momentos más bochornosos de Tunoye. Y yo me pregunto, ¿a Tunoye no le gustaría ser un Rastrillo?

C.S.- No creo. Tunoye es el protagonista y Rastrillo el antagonista. La lucha entre ellos es un tanto cómica y llena la novela de peripecias que están provocadas para otorgar un aspecto caricaturesco, situaciones bochornosas y ridículas en las que el protagonista cae. Sería muy fácil escribir sobre un escritor admirable pero Tunoye no lo es,  solo es un pobre hombre que solo quiere vivir lo que no ha vivido y escribir lo que no ha escrito. Su lucha con Rastrillo es una lucha entre dos modos de entender la literatura. 

M.G.- Y mientras todo esto le ocurre, mientras termina de escribir la novela y encuentra a esa mujer ideal, va intercalando constantemente un aluvión de reflexiones de todo tipo.

C.S.- Exacto. Creo que ese ese el 'león' de la novela porque ocupan un lugar muy importante.

M.G.- Pero esas reflexiones prácticamente eclipsan los hechos. No sé si has querido escribir una novela en la que analizas al ser humano y pones las reflexiones al servicio de unos hechos o es al revés.

C.S.- Lo que intento es lo imposible. Pretendo que se conjuguen ambas cosas y que no se vea la sutura. Las reflexiones y los hechos son dos grandes pilares que se interconectan. Me gustaría que el lector no notase las costuras. He pretendido que todo esté bien hilvanado. Ahí me juego el tipo y si los lectores aprecian esa imbricación, me sentiría muy satisfecho.

M.G.- Pero sobre esas reflexiones él llega a decir: '...soy un bocazas y acostumbro a mezclar mi relato con anotaciones, requiebros y aseveraciones, con reflexiones, digresiones y codas que, mucho me temo, no sean sino el perfecto modo en que acabaré logrando que los hechos queden, si no sepultados, sí tan desdibujados que pierdan su ejemplaridad, su señera notoriedad'. Él mismo reconoce que tanto divagar puede tapar los hechos.

C.S.- Sí, advierte del peligro. El lector de mi novela no debe ser un lector que solo busque entretenimiento. No diría que la novela es para la élite lectora,  ni para una minoría, pero no es una literatura para ser olvidada. La novela aspira a ofrecer una literatura enjundiosa, con contenido. 

M.G.- Eres profesor de filosofía y eso me lleva a preguntarte qué papel juega la filosofía en esta novela. ¿Tú crees que esta novela sería tal cual si fueras profesor de matemáticas?

C.S.- Sí, creo que sí. Sostengo que todos somos filósofos. No podemos respirar ni mirar el mundo sin filosofía. La filosofía está presente en nuestra vida. No me siento especial por ser profesor de filosofía porque todos tenemos la capacidad de hablar y de reflexionar críticamente sobre lo que nos ocurre, lo que somos, lo que queremos y esa indagación es ya de por sí filosófica, querámoslo o no, hayamos leído a Platón, a Kant, o no. Eso no importa.

M.G.- Sabes que te he dicho que a mí la novela me ha parecido densa, que me ha llevado mucho tiempo leerla. Creo que el estilo narrativo concuerda con el carácter de Tunoye. El tipo es retorcido. Por ejemplo, quiere divorciarse y lo que hace es, en vez de dar un paso al frente, lleva a la mujer a un hastío tan grande que ella se ve obligada a tomar la decisión de abandonarlo.

C.S.- Es que todo está relacionado, sí. 

M.G.- Y antes has mencionado a los lectores y el riesgo que corres al escribir una novela así. Bajo mi punto de vista, hoy se tiende a escribir una literatura de usar y tirar, con lo que el lector está más acostumbrado a un tipo de lecturas de evasión. Por lo tanto, creo que los lectores que buscan el tipo de novela como la tuya, por desgracia, son los menos. 

C.S.- Puede ser pero esto es lo que me gusta hacer. No me considero un escritor profesional y no espero vivir de la literatura. No aspiro a una masa popular. Me conformo con los buenos lectores. Si son más, mejor que si son menos.

M.G.- El escenario de esta novela es Sevilla aunque no lo mencionas. Tú la denominas Puente de la Isla, lo que pasa es que los que vivimos aquí la identificamos rápidamente. ¿Por qué camuflar la ciudad?

C.S.- Bueno, el que haya visitado Sevilla sabrá que se trata de esta ciudad por la cubierta. Aparte de eso, la literatura, como se dice en la novela, debe ser universalista y sin referencias localistas. Sevilla es una ciudad que aparece en la novela universalizada porque quería que fuera un paisaje en el que no destacara ni las calles, ni los monumentos, ni los lugares de interés. Ha sido otro juego y por eso el protagonista cambia el nombre de la ciudad para hacerlo paisaje de su deambular constante, en una especie de homenaje pero sin tener que nombrarla.

M.G.-  Y hablando de homenaje, también lo hay literario. Por ejemplo, hay referencias a Cortázar. No sé en qué medida te ha influido este escritor literariamente.

C.S.- Si me gusta escribir es gracias a Cortázar. El aire de 'Rayuela', especialmente de toda esa primera parte, con París de fondo, me pareció un mundo cautivador. Esa novela tiene un magnetismo especial. Al releerla sigo pensando que es una obra maestra, muy singular. Yo no imito a Cortázar porque mi estilo es distinto pero creo que mi novela sí cuenta con el aire de 'Rayuela'. 

Dentro de la densidad que hablamos antes, creo que escribo sencillo, sin aspirar a florituras pero tampoco renuncio a que la literatura mejore la realidad.

Y te comento una curiosidad. En la novela no aparece ni un solo adverbio acabo en -mente. Esto también es un juego. Me parecen redundantes y que llenan la novela de algo que fácilmente sustituye a la dificultad de escribir. Abusar de los adverbios acabamos en -mente es un recurso fácil. También era una seña de identidad de García Márquez, aunque no sé si en todas sus novelas.

M.G.- Pero hay más homenajes, ¿no? Tunoye emplea un cuaderno gris para tomar notas y eso nos recuerda a otro escritor. 

C.S.- Sí, a Josep Pla. Es un autor que he leído con mucho gusto. Muy contradictorio biográficamente pero todo un gigante de las letras. Él decía que el hombre que leía novela a partir de los 40 años es un idiota. Yo añadiría que hay que escribir a partir de cierta edad, de cierta madurez. He intentado que mi producto sea muy digno. 

M.G.- ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribirla?

C.S.- Más de un año. De verano a verano y luego el repaso de la obra también conlleva algunos meses más.

M.G.- Caigo ahora que no te he preguntado por la idea de escribir una novela así, con este personaje tan peculiar. ¿Cuál es el germen?

C.S.- Bueno, en algunos aspectos estoy muy cerca del personaje pero lo que he querido es inventar una historias y no retratar mi mundo. Yo no me identifico con Tunoye. En realidad, la historia fue naciendo por sí misma, y me ha ido acompañando durante mucho tiempo, creciendo día a día. No la construyo enteramente desde el principio. Al personaje lo he visto crecer y se ha ido enriqueciendo poco a poco. Eso sí, iba a ser mucho más larga y la tuve que recortar. 

M.G.- La última curiosidad. ¿De dónde procede el apellido Tunoye?

C.S.- Tunoye hace referencia a la manera en la que mi madre me llamaba cuando estaba en la calle jugando, ¿Tú no oyes? Es una forma de aludir a la incapacidad de oír lo que le conviene al personaje porque a veces parece que no oye. 

M.G.- Ni oye ni ve Cayetano (Risas)

C.S.- Exacto, ni oye ni ve.

M.G.- Bueno pues lo dejamos aquí. Espero que tu novela encuentre un millar de lectores y que sigas escribiendo influenciado por Cortázar y otros grandes.

C.S.- Eso espero. Muchas gracias a ti. 



Ficha novela

Editorial: Oromana Editores
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Nº Páginas: 326
Publicación: Abril, 2018
Precio: 20,00 €
ISBN: 9788491291732







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