jueves, 30 de noviembre de 2017

ENTREVISTA a MANU SÁNCHEZ (Surnormal profundo).

Autor

Manu Sánchez (Dos Hermanas, 1985). Payaso, juntaletras, actor, empresario e icono sexual. En cada una de sus múltiples facetas es firme defensor de su tierra, Andalucia, y así lo demuestra en la mayoría de sus intervenciones. Vinculado desde muy joven al mundo de la televisión, Sánchez ha sido durante años uno de los rostros más conocidos de Canal Sur, gracias a sus 10 años al frente del late night de la cadena andaluza. Su paso por TVE, Antena 3, La Sexta y Telecinco le permitieron darse a conocer a nivel nacional. Compagina su trabajo en televisión con el de director y guionista en 16 Escalones, articulista en Cadena Ser y actor de teatro. En los últimos años se ha podido ver a Manu Sánchez sobre las tablas de numerosos teatros con sus comedias teatrales: El Rey Solo, El Último Santo y El Buen Dictador.

Amante del carnaval, bético hasta la médula y manchonero de nacimiento. Muy activo en redes sociales, a Manu Sánchez le gusta decir lo que piensa, ser crítico y molestar a los «malos». Bastante comprometido con la situación social y política internacional, comparte a menudo con sus seguidores sus apreciación sobre los «asuntos de Estado», sin pelos en la lengua, con el humor que le caracteriza y sin cansarse de resaltar su patología, de la que se siente infinitamente orgulloso: ser surnomal profundo.

Sinopsis


Como yo te hablo,
como yo te hablo,
convéncete, escolta nen,
nadie te hablará,
ningú et parlarà,
nadie porque yo... Te hablo en un idioma sobrehumano,
yo, te cambio «to» las eses por las zetas,
yo, me como los finales y las letras,
yo, no cambio un «qué teh´quiero» por «t´estimo molt»,
no pruebo el espetec habiendo salchichón,
te digo «quillo», «pisha», «polla», «miarma »,
yo, te hablo pero tú no entiendes nada,
yo, que llevo ya 3.000 años hablando,
yo, lo mío es como lo tuyo sin malaje,
yo, me quedo.... 

Etc, etc... Y es que la sinopsis es mucho mejor escucharla que leerla. 



 
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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Manuel Sánchez Vázquez nace en Dos Hermanas (Sevilla) el 5 de septiembre de 1985. Veinte años después ya era una cara conocida. Inició su trayectoria como humorista en la televisión autonómica andaluza, Canal Sur, con el programa Hagamos el humor, de la mano de la familia Summers. Desde entonces no ha parado, como presentador de otros programas de humor, presentador en las retransmisiones de los Carnavales de Cádiz, colaborador en otras cadenas, teatro, radio,... Solo le queda probar con el cine, el cante -ah, esto también lo ha hecho-, o la papiroflexia. Hombre que se reinventa así mismo y se amolda a los tiempos, Manu Sánchez llega ahora con un libro, Surnormal Profundo, en el que dice desnudarse por completo y exponer, como siempre hace en sus intervenciones radiofónicas en Cadena SER, lo que opina sobre lo divino y lo humano, analizando la actualidad sin pelos en la lengua y a la que le pone su toque personal con el humor.

Hace unos días pudimos sentarnos a charlar con él. Reflexiones y anécdotas estuvieron aderezadas con mucha risa, sonrisa y carcajada. Esto es lo que nos contó. 

 
Marisa G.- Lo mismo sirves para un roto que para un descosido. Haces de todo Manu.

Manu S.- (Risas) Bueno todo se parece mucho. Soy contador de historias. Me gusta echarle un vistazo a lo que tengo a mi alrededor y contarlo tal y como yo lo entiendo. Eso a veces cristaliza en forma de teatro, o de intervención en la radio, en la tele y esta vez ha cristalizado en forma de libro.

M.G.- ¿Y por qué recopilar estas intervenciones en la radio?

M.S.- La idea empieza precisamente por la radio. Llevo dos años colaborando en la radio con estas reflexiones a las que le he dado la vuelta. Desde siempre he ofrecido a los espectadores humor con un poquito de hacer pensar, meter el dedito en la llaga, incomodar un poco al poder y en la radio me atreví a darle la vuelta. En estos artículos de opinión intento hacer pensar pero utilizando un poco de humor como arma. Fue algo arriesgado porque podía ocurrir que la gente no comprara la nueva receta, que prefirieran el arroz con pollo pero no el pollo con arroz. Al final, todo ha ido bien. 

En cuanto al libro, todo surgió  porque la editorial nos propuso recopilar todas estas reflexiones de la radio y lo acepté pero con matices. No me importaba repetir lo que ya había dicho en la radio pero aportando reflexiones nuevas sobre cuestiones que, en algunas ocasiones, me han censurado en algunos medios,... En este libro, un 40% son reflexiones que ya son conocidas pero luego hay un 60% que son nuevas. Ha sido una nueva excusa para poder desnudarme.

M.G.- Mira, en vez de leer tus reflexiones, las emitidas en radio, directamente me he ido a escucharlas. Me apetecía ponerle tu voz. ¿A la editorial no se le ocurrió añadir un CD con esas grabaciones?

M.S.- Pues estamos a tiempo. En esas reflexiones hay muchos juegos de palabra porque me gusta retorcer el lenguaje y buscar conceptos nuevos, como ocurre con el término «surnormalidad» que aparece en el título. Es verdad que hay algunos juegos que están escritos para ser escuchados y tienen más sentido cuando se escuchan pero también te digo que, después de tanto tiempo en la radio, hay muchos lectores que me dicen que al leer el libro parece que me están escuchando. Así que, de alguna manera, mi voz está ahí pero oye, ¡que nos apuntamos tu propuesta! Quizá esto lo que requiera es un audiolibro.

M.G.- ¿Y por qué Risto Mejide para hacerte el prólogo? ¿Por qué él y no otro?

M.S.- Risto es muy amigo mío y me gusta mucho cómo escribe. Lo admiro mucho y además es un tipo brillante. Risto me quiere bien y la gente que me quiere bien es crítica conmigo. De hecho, el prólogo empieza diciendo algo así como «Me la pela casi todo lo que escribe Manu», una forma poco habitual de empezar un prólogo pero que a mí me encanta y que además te anima a seguir leyendo. 






Por otra parte, me gustaba la idea que fuera un catalán, especialmente, en estos momentos en los que parece que cuando uno reivindica y quiere su tierra es contra otra tierra, algo que me parece una barbaridad, porque querer algo y a alguien como arma arrojadiza no es amor, eso es otra cosa. El amor es generosidad. Yo amo Cataluña, me encanta Barcelona, una de mis ciudades favoritas, sin duda. 

Este libro va un poco de molestar, de tocar los huevecillos, de meter el dedito en la llaga. Creo que hay que ser bueno con los buenos y malos con los malos y Risto eso lo hace bien. Es un tío justo que da caña a los que se lo merecen.

M.G.- Tú también das mucha caña en este libro.

M.S.- Sí, sí. Creo que más de uno se va a molestar con este libro y si no es así, prometo seguir intentándolo en el próximo. El humor molesta gracias a Dios. Si el humor no molestara yo me dedicaría a otra cosa. A la gente que la entretenga su puñetera madre. El humor está para hacer reír y pasarlo bien pero también para molestar. 

Cuando escribo una reflexión sobre el Daesh, quiero que si El niño la Tomasa lo lee, que se moleste. Otro ejemplo, si hago un reflexión sobre Aznar, sobre una guerra inventada, donde además perdí a gente muy cercana,  y luego sale el informe Chilcot en el que se recoge que allí no había armas ninguna, y Blair sale a dar explicaciones y a asumir su vergüenza y su culpa en Reino Unido y sin embargo, aquí Aznar sale en un programa de la tele pública donde le hacen un mamazo en directo, pues tú me dirás. Si Aznar lee lo que yo digo de él quiero que se moleste. Es más, en este libro digo que ojalá se sienta tan ofendido como para que me lleve a los tribunales porque me encantaría explicar en sede judicial si creo que Aznar es un mierda o no lo creo. 

En definitiva, en este libro hay momentos de cal y de arena. Momentos para alabar y subir a todos los altares a José María Pérez Orozco, con las hablas andaluzas, a Chiquito con su humor, a Rosa de España con su forma de hablar que tanto han querido corregirle como a tantos han querido corregirnos, al sabio Tarifa, a gente que admiro de verdad y que aparecen como los mayores exponentes de esa «surnormalidad» que a mí me parece perfecta. Aquí, con un buen chiste damos una bofetada sin mano de manera extraordinaria. Por eso una de las frases del libro que más me gustan no es ni mía sino de una asociación feminista en Chiclana, Asocum, a la que le hicieron una pintada en la sede hace treinta años. Le pusieron algo así como ustedes las feministas nada más que queréis mandar y follar y la presidenta, en vez de borrarla, pintó debajo «Po sí, cabrones». Fue la respuesta perfecta, le dio de su propia medicina, quedó por encima y cuando alguien hace eso es indestructible. Esa es la fórmula.

M.G.- Y de todos los temas que hablas en el libro, ¿cuál es el que más te ha crispado? A mí me ha tocado mucho la moral las palabras de Antonio Burgos con la muerte de Bimba Bosé y aquel reportaje de la Sexta sobre nuestra Semana Santa.

M.S.- A mí me gusta escribir desde lo que pienso y no desde lo que siento. Las tripas no son buenas compañeras de escritura. Es mucho mejor escribir con la cabeza, lo que pasa es que algunas veces la cabeza está de acuerdo con las tripas y así no hay arrepentimiento posible. 

Lo de Antonio Burgos fue curioso. Intenté responderle aplicando la fórmula del propio Antonio Burgos. Es la única vez que me han llamado de la SER para decirme que me había pasado y que era muy desagradable lo que había escrito, aunque en ningún momento me dijeron que no se fuera a emitir. Me dio igual. Yo quería hacer un Antonio Burgos para Antonio Burgos, para que él se vea desde el otro lado.

Y eso fue lo mismo que hice con el programa de la Sexta y Anna Simón. Metieron la pata hasta el fondo, -estoy seguro de que se arrepienten-, pero dijeron que aquello era para reírse y siendo humor no se puede enfadar nadie. Así que, con el mismo argumento les respondí. Le hice a Anna Simón un Anna Simón y claro, aquello dejó de tener gracia. La respuesta fue que en el humor no todo vale, que si el humor puede ser muy hiriente,... Claro, claro,... Cuando a Antonio Burgos le molesta que le hables como a Antonio Burgos, y a Anna Simón le molesta que le hables como a Anna Simón, a mí no me provoca ningún problema pero ellos se lo deberían mirar.

M.G.- Bueno, esa es la ley del embudo. 

M.S.- Pues coge el embudo y ponlo al revés y mira a ver si lo que vas a decir te molestaría a ti o no. 

M.G.- Manu, Andalucía es una de las palabras que más se menciona en el libro. Tú llevas a gala ser andaluz, presumes de acento, de cultura, de historia,... ¿Qué problema tiene España con nuestra forma de hablar?

M.S.- Pues creo que lo he descubierto. El problema es que somos pobres. Por ezo la zeta mía paraze que ez de zembrar alcohol y la ele de Buenafuente, al que admiro mucho, pues es de la cultura catalana, de la empresa del textil. Del textil con el algodón que zembré yo y mi abuelo. Los árabes pobres son esos inmigrantes que tenemos que devolver y ponerle alambre de espino y a los árabes con dinero se les abre las tiendas por la noche en Marbella y lo dejamos en la zona vip. Ese es el problema, que el seseo es de pobres. Si solucionamos lo de ser pobre...

M.G.- Difícil solución.

M.S.- Pues ahí está la cosa. Tenemos que dejar de ser pobres y entonces respetarán nuestra cultura, nuestro lenguaje, nuestro folclore, nuestra forma de ver el mundo,... Lo respetarán todo.

Yo en este libro hablo tanto de Andalucía como Woody Allen habla de Manhattan. Él habla de su tierra y yo de la mía. Estoy seguro que se puede aspirar a lo universal hablando cada uno de lo suyo, yo de Andalucía, Quiñones hablando de Cádiz, García Márquez de su Macondo, Juan Rulfo de su Comala y Woody Allen de su Manhattan.

M.G.- Pero digo yo. ¿Tú no crees que cuando nos atacan nos pasamos con tantas explicaciones y tantas justificaciones?

M.S.- Claro de ahí lo de «surnormal». Si es que no tenemos que justificarnos. «Mire usted, yo no soy ni más ni menos que nadie pero lo que no soy es un error, así que no tengo que corregir nada».  A mí me sorprende mucho que en cada feria tengamos que volver a explicarle al mundo entero que el resto del año trabajamos. ¡Hombre es que si no fuera así no sería la semana de feria, sería el año de feria! Y otra cosa te digo, cuidado que parece una tragedia que se vayan a llevar el Congreso de la Feria del Móvil de Barcelona. La Feria de Sevilla produce más dinero en Sevilla que la Feria del Móvil en Barcelona. Tratemos también con el suficiente respeto y la suficiente seriedad lo que supone la Feria. Que sea algo lúdico no significa que no sea cuando más trabaja los taxistas, los hoteleros, los hosteleros, los de seguridad, los grupos de música,... Cuidado porque creo que tenemos que ser muy conscientes de que para nosotros es muy rentable también la fiesta. Pero que tengamos que estar explicando todo el año que el resto del tiempo trabajamos,...

M.G.- Pero no solo el resto del año, sino la misma semana de Feria. Vamos que yo voy a cenar a la Feria y al día siguiente trabajo. O me voy a comer a la Feria después de haber estado trabajando.

M.S.- Claro. Y encima, en Feria de Sevilla se traslada la capital de España porque los tratos, los acuerdos,... se cierran en Sevilla. Es el único momento del año donde todos los directores generales, los grandes dirigentes de las empresas vienen a Andalucía. Aprovechemos eso. Que luego también tenemos que ser números uno en trasplantes, en investigación, en aeronáutica,... por supuesto, eso  hay que seguir peleándolo pero no reneguemos tampoco de lo otro, ni nos estemos siempre justificando. 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

LA CENA DE LOS IDIOTAS (Comedia - 1998).


Año: 1998

Nacionalidad: Francesa.

Dirección: Francis Veber.

Reparto: Thierry Lhermitte, Jacques Villeret, Francis Huster, Daniel Prévost, Alexandra Vandernoot, Catherine Frot.

Género: Comedia.

Sinopsis: Pierre Brochant y sus amigos organizan todos los miércoles una cena que es una especie de apuesta: el que invite al idiota más extraordinario será el ganador. Una noche, Brochant está pletórico: ha encontrado una auténtica joya, un idiota integral. Se trata de François Pignon, un chupatintas del Ministerio de Finanzas con una gran pasión por las construcciones hechas a base de cerillas. Lo que Brochant ignora es que Pignon es un auténtico gafe, un maestro en el arte de provocar catástrofes.

[Información facilitada por Filmaffinity]


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El otro día leyendo una reseña en el blog de Dorothy me acordé de esta película, La cena de los idiotas. La compañera nos comentaba sus impresiones sobre una obra de teatro interpretada por Gonzalo de Castro llamada Idiota y enseguida establecí la conexión. Aunque no suelo asomarme mucho al cine francés, tengo que reconocer que tienen comedias buenísimas y este largometraje es buen ejemplo de ello. La habré visto unas cuantas veces y siempre me lo paso bien, aunque ya sepa lo que va a ocurrir. 

El argumento de la película es sencillo. Un grupo de amigos de buena posición social, triunfadores en sus vidas y trabajos, acostumbran a organizar una cena los miércoles. Cada uno de ellos debe acudir a la reunión acompañado de un conocido que debe cumplir un requisito fundamental, ser un completo idiota. El objetivo de la velada es burlarse de todos esos pobres infelices que creen haber sido invitados por ser considerados tipos interesantes o por pensar que son estimados por sus anfitriones, pobres ilusos. En definitiva la cena se convierte en una merienda en la que los tiburones se comen a los pequeños pececillos. Ganará el que lleve el pez más jugoso.




El editor Pierre Brochan necesita un idiota para la próxima cena. Con la intermediación de un amigo conocerá a Francois Pignon, un inspector de Hacienda que tiene un curioso hobby, construir maquetas de las mejores obras de la ingeniería civil realizadas con cerillas. Brochan está entusiasmado con su idiota pero un repentino ataque de lumbalgia lo deja encerrado en su domicilio con el inspector de Hacienda. A partir de ahí, cada paso que dé Pignon será una metedura de pata, por más que quiera ayudar lo único que consigue es empeorarlo todo, cada vez más y más, hasta llegar a una situación en la que Brochan está a punto de explotar. Las consecuencias para el editor serán terribles pero el espectador no dejará de reír con las ocurrencias y los patinazos del idiota de Pignon.

La cena de los idiotas tiene dos ingredientes principales,  sabrosos y bien condimentados. El guion es uno de ellos. Cuesta trabajo creer que a sus creadores se les ocurra tantas locuras y tantos disparates sin respiro. No hemos terminado de dar una pirueta cuando ya empezamos a dar un salto mortal y de este modo la película se convierte en una comedia de enredo digna de admiración. El humor debe ser inteligente. No basta con simples chistes manidos que no hacen reír ni a las madres de los guionistas. Tiene que ser ingenioso, brillante, inesperado, ocurrente,... y este es precisamente el humor que nos ofrece La cena de los idiotas, que además cuenta con moraleja final porque estamos ante el típico caso de cazador cazado.

Pero ningún guion de este tipo sería efectivo si no estuviera interpretado por actores a la altura. Por suerte, esta película cuenta con un reparto que enriquece mucho más la historia y convierte La cena de los idiotas en una película que te hará reír cada vez que la veas. El divertido personaje de Pignon está interpretado por el no menos hilarante actor Jacques Villeret. Es el centro de todo el argumento, con su cara de inocente, su ingenuidad, su bondad. Pignon es torpe, manirroto, olvidadizo, despistado, pero en el fondo tiene buena intención y eso es precisamente lo que produce compasión por parte del espectador. 

No se queda atrás Thierry Lhermitte como Brochant. Lhermitte conforma una pareja fabulosa con Villeret, es el tándem perfecto, es ese cazador que se ve cazado, como comenté antes, que mira atónito a su alrededor incapaz de comprender que la vida le esté administrando su propia medicina. Sus lamentos y su cara de incredulidad nos arrancarán una carcajada..

Tampoco lo harán el resto de personajes de entre los que destaco a Lucien Cheval, otro inspector de Hacienda que recibe una «bofetada» en la cara contrarrestada por una alegría -las inspecciones fiscales le producen una gran felicidad-. Todos, en algún momento, nos harán reír salvo Christine, la esposa de Brochan que no entiende la crueldad de su marido y su afán de burlarse de lo demás. Ella es la que aporta las gotas justas de seriedad que necesita la película para compensar su comicidad.

Algo que me ha llamado la atención es la duración de la película. Por regla general, los largometrajes suelen rondar la hora y media de metraje, no obstante, La cena de los idiotas es algo más breve. Con el humor hay que tener cuidado porque si te pasas llega a cansar. Imaginaos junto a un chistoso que no para de hacer gracietas durante dos horas. Al final te entran ganas de mandarlo a freír espárragos. Por suerte, no ocurre así en esta película en la que, por qué no decirlo, todo queda un poco suspendido, en plan coitus interruptus, sin que sepamos si al final los malentendidos y las meteduras de patas terminarán por arreglarse. La verdad es que da un poco igual. Lo único que importa es el buen rato que hemos echado. 

No quiero terminar sin advertiros que no debemos confundir esta versión, francesa y de 1998, con el remake americano que se estrenó en 2004 y que lleva el mismo título. Esta último no la he visto y tampoco me apetece hacerlo porque muy posiblemente haya destrozos irreparables. Es más, si no me equivoco creo que la versión teatral es anterior a las cinematográficas. Ya me gustaría a mí ver esta historia sobre las tablas. 

En definitiva, La cena de los idiotas es un largometraje fantástico, muy divertido, con un guion fabuloso y unas interpretaciones extraordinarias que te recomiendo no te pierdas. 


Tráiler:

 



[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]

lunes, 27 de noviembre de 2017

QUÉ VAS A HACER CON EL RESTO DE TU VIDA de Laura Ferrero.

 
Editorial: Alfaguara.
Fecha publicación: noviembre, 2017.
Precio: 17,90 €.
Género: Narrativa.
Nª Páginas:304
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 9788420419602
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aq]

Autora

Laura Ferrero (Barcelona, 1984) es periodista y editora. Compagina su trabajo para diversas editoriales e instituciones culturales con la pasión por la escritura. Es autora del blog «Los nombres de las cosas» (www.lauraferrero.com) y sus artículos y reseñas han aparecido en publicaciones como La Vanguardia, FronteraD o Revisiones. Piscinas vacías es su primer libro de relatos. Publicado por primera vez en los formatos digital y papel en la plataforma de autoedición megustaescribirlibros.com, trepó de inmediato al top 100 de Amazon, con 5 estrellas en las calificaciones de todos los lectores (el máximo posible). ABC la entrevistó como autora revelación. En la actualidad trabaja en su nueva novela, de próxima publicación en Alfaguara.
 
Sinopsis

Con treinta años Laura deja a su pareja y abandona Ibiza para mudarse a Nueva York. Su juventud ha estado marcada por la relación con su padre, un hombre intolerante; su madre, que desapareció para regresar cinco años después; y Pablo, su hermano, que encuentra en la pintura la manera de luchar contra la enfermedad mental que padece.

En Nueva York, Laura empieza a trabajar en una editorial y a asistir a las clases que Gael, un misterioso conocido de su madre, imparte en la Universidad de Columbia.

¿Quién es Gael? ¿Qué sabe él de todo lo que ha ocurrido en su familia?

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Hay un momento en nuestras vidas en el que hay que enfrentarse al pasado, especialmente si es pasado de nuestra infancia, época en la que vivimos en un estado de semiinconsciencia, en nuestro mundo particular, cuando los hechos ocurren sin que consigamos entender su total significado, años en los que todos intentan alejarnos del dolor o somos nosotros mismos los que huimos de él. Pero todo lo que ocurre a nuestro alrededor cuando somos niños va dejando un poso en nuestro interior. Ese tejido inmaculado que conformamos cuando somos pequeños se va deshilachando poco a poco y al final, para evitar convertirnos en un trapo, toca recomponerse, cortar nuestras hebras desmadejadas o zurcir los rotos. De este modo es como entiendo la novela de la que quiero hablaros hoy, Qué vas a hacer con el resto de tu vida de Laura Ferrero.

Laura, la protagonista de esta novela, echa la vista atrás para hacer un recorrido por su familia «coja y maltrecha»: Román y Adriana, el matrimonio; Laura y Pablo, los hijos. Residentes en Ibiza, en la playa de La Xanga, la vida transcurre en un ambiente contaminado.


«Esa es la infancia que recuerdo, llena de silencios, peleas, reproches y alcohol». [pág. 81]

Su padre, un geólogo-contador de islas embarcado en una tarea titánica viaja con frecuencia. La madre ocupa los vacíos con sus pinturas y pinceles, cuadros que serán reflejo de sus interioridades, pero un día oirá la palabra «puta» y desaparecerá. Pablo, con «una personalidad demasiado sensible a la que todo le afectaba mucho más» y Laura, a la que la vida le exige demasiado a temprana edad, quedarán al resguardo de su padre, esperando el regreso de una madre que solo vuelve ocasionalmente por un acontecimiento, un hecho que supone el prólogo a otro de mucho más calado y que la narradora define como «todo aquello». Esa expresión, ese «todo aquello» que ocurre el 10 de mayo de 2014, vertebra la novela desde principio a fin, es como un mantra que alerta la curiosidad del lector, que nos obliga a leer entre líneas, que nos conduce a atar cabos para llegar a una certeza final, un mazazo, que lo dinamita todo.

Y entre todo este maremágnum de dolor, de autobúsqueda, de remendar heridas, una cajita roja, el cabo Cap Barbaria y el hijo de un farero.




Arrastrando los acontecimientos del pasado, y ya desde el presente, cuando Laura es ya una mujer adulta y trabaja como editora en Barcelona, sintiéndose desanimada en lo personal y lo laboral, opta por abandonarlo todo, incluida pareja, y marcharse a Nueva York. La excusa es una nueva oportunidad laboral pero el verdadero motivo es otro, es encontrarse con Gael Arteaga, el hombre que, según Laura, puede tener las respuestas a sus preguntas. Y efectivamente, encontrará la pieza que falta, el dato que lleva desconociendo toda su vida, ese capítulo 43 que contiene todas las claves de la novela, y que si sirve de bálsamo a la protagonista es algo que tendrás que descubrir. No obstante, todos sabemos que después de la tempestad llega la calma.

La voz narradora será la de la propia Laura que desde su primera persona nos contará, a jirones, su pasado y el de su familia. Es fácil conectar con su pensamiento. Al fin y al cabo nada de lo que le ha ocurrido, ni a ella como ente individual ni como miembro de una familia, es excesivamente extraordinario. Familias como la de Laura hay muchas. Hijos como ella, también. Laura es ese ser humano que ama profundamente y tiene que enfrentarse a un adiós, el más difícil, esa despedida que genera sensaciones ordinarias, la idea de no haber hecho lo suficiente. Así que, sus reflexiones son bastante comunes y eso nos permite entrar en conjunción, nos coloca frente a verdades universales que no por serlo resultan menos dolorosas. Pero es que la vida duele.

Pero yo tengo que confesaros que mi personaje preferido es Pablo. Desde una atalaya en la que nadie quisiera ver a su hijo, Pablo contempla su mundo, observa a sus padres, pregunta a su hermana, otea su horizonte y los miedos crecen en su interior. El lector se asomará al universo de este niño convertido en un adulto diferente porque «Pablo era distinto. No tenía que ver solo con la sensibilidad; era otra cosa: él veía más allá, y lo que veía lo asustaba, lo entristecía». Hay seres de luz. La gente tiende a llamarlos raros pero en realidad son extraordinarios. Su debilidad, su fragilidad e incluso ese afán de protección por parte de quienes los aman provocan una profunda ternura.

Ternura. Quizá sea el sentimiento que más predomina en la novela pero a mí también me ha dolido. Duele si entiendes a Pablo porque tú también pecas de sensible. Duele si ves a Laura naufragar entre unos padres que han dejado de quererse o nunca se quisieron porque «jamás les vi darse un beso. Un gesto de cariño» y eso no se olvida aunque pasen muchos años, aunque te conviertas en un adulto con tus propios hijos, aunque tu vida sea razonablemente feliz. Esa mella siempre quedará ahí, y por eso entiendes que Laura necesite respuestas a sus preguntas. Y por eso comprendes que ella lo deje todo en busca de ese oráculo de la verdad que no siempre te lo cuenta todo, para curarse por dentro, para recomponer sus rotos, para tomar las riendas de su vida.

Qué vas a hacer con el resto de tu vida plantea esas preguntas que algunas vez te has formulado. ¿Es lícito tener un hijo para arreglar lo que ya no tiene arreglo? ¿El hijo tiene que achantar, frente al egoísmo de sus padres? ¿Por qué nadie entiende que los hijos son víctimas inocentes que se autodestruyen en el seno de un matrimonio corrupto? La autora me decía en la entrevista que le hicimos hace unos días (puedes leerla aquí) que un padre tiene la obligación moral de amar a un hijo porque en su mano estaba la decisión de tenerlo o no, pero el hijo viene al mundo por decisión ajena, llega a la vida sin saber qué tipo de familia le toca en suerte, si va a encontrar amor o si por el contrario va a crecer en un mar revuelto en el que no hay ganancia de pescadores. Mala suerte. Te toca buscar otros referentes si no quieres ahogarte en el tormento familiar porque, como Laura y Pablo, hemos de saber que el desamor se recrudece con los años, la ponzoña se extiende y envenena a todo el que encuentre a su paso y así te pasará como a Laura, que advierte «cómo ellos se habían vuelto locos, la amargura los había corroído por igual. Después de tantos años de peleas y sabotajes, lo que les quedaba no era más que eso: amargura. El sabor agrio de todas las batallas que habían ido perdiendo a lo largo de la vida». Y el hijo busca la felicidad en las pequeñas cosas, incluso el amor porque «Pensamos que el amor es aquel rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio, como decía Cortázar, pero enamorarse es también quererse comprar un vestido rojo para estar guapa».

Escrita con una prosa de algodón, suave y mullida, Qué vas a hacer con el resto de tu vida es una novela de búsqueda y encuentro, de recomposición, de huidas que a la postre te hacen regresar, una de esas novelas que te dejan regusto dulce a pesar de que hay crudeza entre sus páginas, vivencias amargas y abismos insondables, pero todos debemos preguntarnos alguna vez qué vamos a hacer con el resto de nuestra vida. Toca hacer balance.



[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


Retos:

- Autores de la A a la Z
- 25 españoles
- 100 libros



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viernes, 24 de noviembre de 2017

EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON de F. Scott Fitzgerald.


Editorial: DeBolsillo.
Fecha publicación: octubre, 2012.
Precio: --
Género: Relato.
Nª Páginas:272
Edición: Tapa blanda.
ISBN: 9788499080475

Autor
FRANCIS SCOTT FITZGERALD (1896-1940) es uno de los representantes más destacados de la Generación Perdida, y uno de los grandes autores de la literatura en inglés del siglo XX. Su figura se ha convertido en un icono tanto por su atribulada vida como por su excelente legado literario. 

Sinopsis

Este libro constituye la quintaesencia del mundo narrativo de Fitzgerald. En estos relatos se abordan sus obsesiones recurrentes: la melancolía por el final de una época, los claroscuros de la pareja, el fracaso o la fascinación por el lujo y la riqueza. En el cuento del título, un hombre nace viejo y rejuvenece a medida que pasan los años, adquiriendo una perspectiva del mundo insólita e inquietante. Otras historias hablan de personas que recuerdan sin tregua el momento en que perdieron su oportunidad, como en el extraordinario Regreso a Babilonia. Cada pieza es un vislumbre del seductor e imperecedero mundo narrativo de Scott Fitzgerald.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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La primera vez que oí hablar de esta historia fue a través de la película, dirigida por David Fincher y estrenada en 2008. El trailer de aquel largometraje no me tentó para nada y quizá por eso tenía reticencias a la hora de acercarme a esta historia. Sin embargo, solo puedo decir que estaba tremendamente equivocada. La historia en sí no es solo una delicia sino que además, es fascinante la forma en la que está narrada.

Aunque este volumen se compone de ocho relatos, yo solamente me he centrado en el que da título al libro, El curioso caso de Benjamín Button aunque, dado mi gusto por los relatos, no descarto zambullirme en los restantes.

Los Button son una familia acomodada y con buena posición social de Baltimore. Roger Button es el presidente de Roger Button & Company, un mayorista de ferretería, cuyos nervios, pues está a punto de ser padre, dan inicio al relato. El padre primerizo acude a la Clínica Maryland para Damas y Caballeros (atención al nombre) donde su hijo acaba de nacer. Impaciente corre a conocerlo pero se topa con algo que no esperaba. La reacción de los médicos y las enfermeras es totalmente desconcertante. Todos están indignados y se lamentan de que un caso como este puede echar por tierra la reputación del centro hospitalario y prácticamente «invitan» al matrimonio a abandonar el hospital con su extraño retoño. ¿Qué ocurre?, se preguntará sorprendido Roger. Pues que su hijo «es un recién nacido de setenta años, un recién nacido al que las piernas se le salían de la cuna en la que descansaba». La situación es inaudita.  «¿Qué va a decir la gente? ¿Qué voy a hacer?», se lamenta el padre. No hay más solución que coger a su hijo y llevárselo a casa. La vida continúa pero las leyes de la naturaleza se han invertido. Mientras el resto del mundo envejece, sus padres e incluso Hildegarde -la mujer de la que se enamorará-, Benjamín despierta cada día un poco más joven y ya no os cuento más.  

El relato, aparecido en primer lugar la revista Callier, el 21 de mayo de 1922, hace un recorrido vital desde el nacimiento de Benjamin hasta su fallecimiento, aunque casi me atrevo a decir mejor desaparición, una vida que se inicia en 1860 y finaliza pasado el año 1920, primera y última referencia temporal de las muchas que se mencionan en el relato. Se cuenta en el preámbulo el origen de esta historia:

«Me inspiró el cuento un comentario de Mark Twain: era una lástima que el mejor tramo de nuestra vida estuviera al principio y el peor al final. He intentado demostrar su tesis, haciendo un experimento con un hombre inserto en un ambiente absolutamente normal. Semanas después de terminar el relato, descubrí un argumento casi identico en los cuadernos de Samuel Butler».

Habrá que acudir a dichos cuadernos porque ya me ha dejado con la curiosidad. En cualquier caso, la idea no deja ser original y brillante, un planteamiento del que algún que otro publicista se hizo eco para anunciar un vehículo de alta gama.

Si os preguntáis si se da algún tipo de justificación médica, científica o divina, obviamente producto de la inventiva, sobre el motivo por el que esto ha ocurrido os diré que no. Fitzgerald pasa por alto tal asunto porque en realidad el porqué no importa. Lo único que el escritor norteamericano pretende explorar son las consecuencias que se producen cuando uno, en vez de envejecer, rejuvenece, cuando uno aparenta 50 años cuando en realidad tiene 18. ¿Cómo encaja esto en la sociedad? El protagonista, según en qué situación, sentirá rechazo y aceptación ¿Cómo repercute todo esto al protagonista?  Las ventajas se volverán inconvenientes con el paso del tiempo y viceversa. Y el amor, ¿también se verá afectado? ¡También!

Y de igual modo, el autor también corre un tupido velo sobre el personaje de la madre a la que jamás oiremos hablar y tendrá casi nula presencia, a pesar de que su importante papel en todo este asunto. Fitzgerald elude abordar la cuestión del alumbramiento. ¿Cómo es posible que una mujer haya dado a luz a un hombre? Volvemos a lo de antes. No importa, no interesa. Échale imaginación porque lo realmente interesante viene después.
Estamos ante un relato divertido a pesar del drama que supone para el protagonista todo esto. Al pobre lo veremos entrar en pánico - «Se estremeció. Su destino le pareció horrible, increíble»-, máxime cuando todo el mundo lo culpa de la situación, cómo si en su mano estuviera la solución. En cualquier caso, habrá escenas muy divertidas que te arrancarán un sonrisa y otras algo más tiernas como ese final que prácticamente es como la llama de una vela que se extingue.

La forma de narrar de Fitzgerald es fabulosa. Me encanta la sutileza que utiliza y su toque de humor. El deseo de tener hijos queda descrito por el autor como una «antigua y encantadora costumbre». Por otra parte, uno de los mejores fragmentos es el primer diálogo que se establece entre su futura esposa y el protagonista. Es divertido para el lector que ve cómo Benjamín calla por puro interés.

Después de haber leído este relato, breve pero sumamente interesante y con un final que te deja con el pensamiento colgado de la luna, después de haber disfrutado de su lectura, no descarto acercarme a la versión cinematográfica. A ver si lo hago este fin de semana.

Por cierto, indagando sobre el relato me he topado con una curiosa y desagradable sorpresa. Existe una enfermedad llamada progenia que provoca un envejecimiento prematuro hasta el punto de que hay bebés que nacen con aspecto de ancianos. No os recomiendo que busquéis fotos por Internet porque es sumamente triste. 


[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


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