domingo, 11 de agosto de 2019

... PERO ESO SERÁ EN SEPTIEMBRE.

Una de las entradas más comunes por la blogosfera en estas fechas nos habla de vacaciones y de cierres temporales. Es tiempo de desconexión, de cambiar de hábitos, de viajar, de descansar, de atender a los tuyos,... Y aunque siga siendo tiempo para leer, lo cierto es que somos muchos los que, antes o después, decidimos dejar la puerta encajada del blog durante algunas semanas.




Lecturápolis también se va vacaciones. No será por muchos días ni tampoco será por nada en especial, simplemente por cambiar el chip un poco y por hacer algo de reestructuración en mi espacio interior y exterior. 

Leeré todo lo que tengo a medias todavía y me zambulliré en esas novelas que me apetecen tanto. Aún me quedan varias reseñas que publicar, novelas que he leído estos meses atrás y de las que me gustaría hablaros... Pero eso será en Septiembre. Nos vemos el día 2.

Pasadlo bien y disfrutad mucho.

viernes, 9 de agosto de 2019

VUELO 19 de José Antonio Ponseti

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Editorial: Suma de Letras.
Fecha publicación: abril,  2019.
Precio: 17,90 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 512
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 9788491292470
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]



Autor

José Antonio Ponseti es un locutor de radio licenciado en Ciencias de la Información con formación internacional. Inició su carrera en el programa Día de domingo (RNE) y ha colaborado en La Vanguardia, Avui, Diario AS y Mundo Deportivo en España. Fue director de la revista Cien Yardas y ha colaborado en revistas como Automóvil, Altair o Imágenes de Actualidad. Es autor de varias guías de viajes y de un libro sobre fútbol americano. Durante diez años ha sido redactor de Canal Plus. Fue durante este periodo cuando adquirió gran popularidad nacional al presentar, junto a Luis Moya, los programas especiales que resumían las pruebas del Campeonato Mundial de Rally. En Caracol Radio fue director de programación y dirigió y presentó el programa Efectos Secundarios, dirigiendo asimismo en la Cadena SER el programa SER Aventureros. Ha sido copresentador junto a Manu Carreño de Carrusel Deportivo. De igual modo, fue copresentador, junto a Santi Cañizares, del mítico programa de Canal Plus El Día Después. Presenta junto con Cañizares, Luis Moya, Fernando Albes  y varios invitados el programa De Rally, un resumen de más de una hora de duración de las pruebas del Campeonato del mundo de Rally. Vuelo 19 es su primera novela.

Sinopsis

5 de diciembre de 1945. La Segunda Guerra Mundial ha terminado y todos los soldados desean regresar a casa. Cinco aviones TBM Avenger despegan de la base de Fort Lauderdale para una sencilla misión de entrenamiento en el océano, pero tras una serie de dificultades y malas decisiones desaparecen sin dejar rastro. Al cabo de unas horas un avión del operativo de rescate, que ha salido en su búsqueda, tampoco regresa. Tras unos angustiosos días donde se articula un amplio dispositivo, todos los tripulantes del Vuelo 19 son dados por muertos. El día después de Navidad el hermano de uno de los desaparecidos recibe un telegrama "Te han informado mal sobre mí; estoy muy vivo". ¿Hubo algún superviviente del Vuelo 19? ¿Qué sucedió con esas veintisiete personas y esos seis aviones?

Con una ambientación recreada a la perfección, una escritura trepidante y una extensa labor de documentación a sus espaldas, José Antonio Ponseti hilvana una apasionante novela en la que ven la luz por primera vez muchos de los misterios que envolvieron el Vuelo 19. Una historia de aventuras, de huida, de esperanza, de amor, amistad y supervivencia.

[Información tomada directamente del ejemplar]



El verano es una época ideal para leer ciertas novelas. Historias de aventuras, de misterio, de intriga y suspense añaden un plus adicional a esos momentos vacacionales en los que solo queremos relajarnos y disfrutar, sin mayores complicaciones. A tal efecto, Vuelo 19 no puede ser más idónea. Sobre esta novela, la primera que escribe José Antonio Ponseti, ya os hablé en la pertinente entrevista (que puedes leer aquí), pero hoy quiero profundizar un poco más en todos los aspectos de un libro que me ha hecho disfrutar bastante.

Para empezar, os diré que leí esta novela en el mejor entorno posible. Para los que no lo sepáis, Rota es un pueblo costero de Cádiz en el que existe una base americana, así que no es extraño que la zona la sobrevuelen aviones militares, helicópteros de doble hélice - que tendrán algún nombre pero que yo desconozco- y los sorprendentes cazas. No molestan mucho, más bien todo lo contrario, porque es un espectáculo verlos volar. Pues bien, hasta allí me desplacé unos días del mes de julio para disfrutar de la playa y el sol y, por supuesto, no podía faltar un libro en mi bolsa playera. Elegí Vuelo 19 y sumergirme en la lectura mientras veía los aviones sobrevolar la playa fue una experiencia interesante.

Vuelo 19 narra lo ocurrido el 5 de diciembre de 1945, cuando cinco aviones Avenger desaparecen sobre la zona de las Bermudas mientras hacían un vuelo de entrenamiento. Hipotéticamente, el famoso triángulo de las Bermudas se tragó los cinco aparatos junto con su tripulación, más otro avión más del que no os desvelo nada. José Antonio Ponseti, que hace una labor de documentación ardua y que se percibe en la trama, analiza los hechos y elabora una teoría, basándose en una serie de condicionantes que se produjeron aquel día, a los que habría que añadir un cúmulo de despropósitos que se fueron sucediendo uno tras otro. 

En paralelo a dicho suceso, el autor sigue también la pista a uno de los posibles supervivientes del vuelo, a George Paonessa, operador de radio del TMB Avenger FT36, un joven de origen italiano que, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, solo deseaba licenciarse y volver a la vida civil. Pero la suerte quiso que aquel 5 de diciembre subiera a un avión y lo dieran por muerto días después. El autor, basándose en la existencia de un telegrama presuntamente firmado por Paonessa y en las declaraciones de su novia que aseguró que estuvo con él tiempo después del accidente, afirma que pudo salir vivo del accidente, a pesar de que existe una lápida con su nombre en el cementerio de Arlington y de la que nadie sabe nada.

Como tercer hilo, acompañaremos a John Paonessa, hermano del anterior y receptor del telegrama mencionado antes, en la búsqueda de su hermano. Su búsqueda se iniciará en Jacksonville, lugar desde el que se envió el telegrama pero, por supuesto, su destino no os lo desvelo. Solo os comento que el desenlace, si realmente se produjo así, debió ser muy emocionante.

Esos hilos argumentales discurren con diversos saltos en el tiempo. La historia arranca el 26 de diciembre de 1945, casi un mes después del accidente en el que el Vuelo 19 se dio por perdido. Es el propio Paonessa el que protagoniza de este arranque, con lo cual, ya partimos de la idea de un posible superviviente del accidente, lo que plantea varias preguntas sobre la mesa: por qué Paonessa no dio señales de vida y por qué el ejército de los Estados Unidos no lo buscó. Este inicio me parece todo un acierto porque, de entrada, se despierta la curiosidad del lector. 

Brevemente también se narrará la trayectoria militar de Paonessa, los hechos que ocurrieron un año antes del accidente y por supuesto, también sabremos hora a hora lo que pudo ocurrir aquel 5 de diciembre de 1945, así como lo sucedido en los días posteriores, la búsqueda y el intento de rescate, y la investigación que llevó a cabo una comisión que se constituyó para averiguar qué pudo ocurrir. Toda esta información está basada en los informes a los que ha tenido acceso Ponseti para poder reconstruir la historia, así que, buena parte de lo que se cuenta en el libro es absolutamente real. 

Esto es lo que os puedo contar sobre el argumento, que a mí me tuvo enganchada durante un par de días porque, Vuelo 19 es una lectura que  -perdonadme el chiste fácil-, vuela en tus manos. Cuenta con muchísimo diálogo lo que consigue que la trama sea muy ágil y dinámica. A ello hay que unirle que Ponseti es un buen narrador. Sus años de comunicador le han dado esas tablas necesarias para contar lo que pretende, de la manera más directa posible. Es lo que yo llamo un buen cuentista, alguien que te informa de manera precisa y sin alharacas, que va al grano, narrando lo interesante y separando la paja del grano.

Pero le voy a poner una pequeña pega (minúscula) a la novela porque Vuelo 19 cuenta en las guardas con un mapa de la zona del accidente, donde se han señalado algunos lugares que corresponden a momentos concretos de la trama. Pues bien, a mí el mapa se me ha quedado corto. Lo he consultado mil veces durante la lectura y he echado en falta algo más de información gráfica. Creo que hubiera sido interesante dibujar la trayectoria de los aviones para poder hacer un seguimiento del vuelo algo más preciso. Por lo demás, no tengo quejas  porque, si la trama me ha resultado interesante, los personajes -incluso los más secundarios pero que también tienen un papel significativo en la historia-, están muy bien dibujados. Quizá sea por lo que he comentado antes, por esa experiencia como comunicador, lo cierto es que Ponseti aporta los detalles sucintos y necesarios para construir a los personajes y que el lector pueda llegar a conocerlos con pocos datos. 




Y estructurada en cuatro partes, con capítulos cortos, la novela cuenta con bastante intriga y emoción. No hay que olvidar que vamos a asistir a la caída en picado de cinco aviones, situación que está narrada con bastante maestría, consiguiendo que el lector sienta la misma angustia que los tripulantes de los aviones. 

Lo dicho, que la he disfrutado un montón. Creo que Vuelo 19 tiene los componentes necesarios para satisfacer al lector, con una historia interesante, buenos personajes, suspense, acción y encima, muy bien contado. Te animo a que la descubras. 







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


miércoles, 7 de agosto de 2019

MADRE! (THRILLER - 2017)


Año: 2017

Nacionalidad: EE.UU

Director: Darren Aronofsky.

Reparto: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer, Domhnall Gleeson, Kristen Wiig, Brian Gleeson, Cristina Rosato, Marcia Jean Kurtz, Ambrosio De Luca, Hamza Haq, Anana Rydvald, Arthur Holden, Bineyam Girma, Jaa Smith-Johnson, Xiao Sun, Jovan Adepo, Eric Davis, Emily Hampshire.

Género: Thriller.

Sinopsis: A una mujer le pilla por sorpresa que su marido, un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.


[Fuente: Filmaffinity]


Todos sabemos que hay obras literarias tan extrañas que dan pie a una multitud de interpretaciones posibles. Seguro que, a poco que lo pienses, se te viene a la cabeza más de un título. Y lo mismo ocurre con el cine y, en concreto, con madre! Y es que, en esta ocasión, Aronofsky construye una historia que pasa por diversos géneros, dando rienda suelta a su imaginación hasta el delirio. El director de Cisne negro o Noé, se la juega con esta cinta, difícilmente dirigida a todos los espectadores, una apuesta tan arriesgada que me pregunto si el boca a boca no habrá repercutido en la recaudación - por ahí dicen que fue un fracaso-. No podía ser de otro modo porque madre! es tan original como desquiciante.

En madre! se cuenta la historia de una joven pareja cuya relación parece estancada. Viven aislados en mitad de la nada, en una casa enorme y vieja. Él (Javier Bardem) es un poeta famoso en plena crisis creativa. Ella (Jennifer Lawrence) es una esposa solícita y atenta, apoyo moral de su esposo. La vida transcurre con calma, cada uno afanado en su labor. Él busca la inspiración que se le resiste y ella se encarga de procurar la paz que necesita su marido, mientras restaura la casa y construye un hogar lleno de armonía. Sin embargo, la tranquilidad se rompe cuando una noche llega un visitante (Ed Harris). Dice ser un médico de un hospital cercano que busca alojamiento por la zona. Con ciertas reticencias por parte de la esposa, el poeta acoge amablemente al visitante, le abre las puertas de su casa y lo instala cómodamente, ocupándose de que no le falte nada y escuchando las historias que tiene que contar. Enseguida se advierte que para él, esa visita es como una brisa de aire fresco que puede sacarlo de su letargo creativo o bien una justificación que lo aleja de esa obligación de sentarse cada día ante un folio en blanco. La joven esposa contempla atónita cómo su marido se vuelca con el visitante, que no será el único, pues a la mañana siguiente llega uno nuevo, la esposa del primero (Michelle Pfeiffer). El matrimonio, de mayor edad que sus anfitriones, se deshace en halagos por la acogida y poco a poco se van adueñando del espacio mientras la mujer del poeta intenta recomponer la casa, expulsar a los intrusos y volver a la vida de antes. Sin embargo, todo se sale de madre. Los visitantes se inmiscuyen en las habitaciones y destrozan un objeto de cristal, un bien preciado del poeta. Se origina el caos que se engrandece con la llevada de nuevos visitantes, más y más, cada vez más, hasta llegar a un final que, perdonadme la expresión, es una puta locura. 

Inevitablemente, el espectador que se preste a ver este largometraje se va a sentir atrapado en una espiral incómoda. Observaremos cómo la joven esposa intenta luchar sola contra los que se han instalado en su casa, no dando crédito a la desconsideración que muestran, especialmente la esposa del doctor, una mujer que se inmiscuye en la vida de la pareja, consiguiendo que la joven se pregunte ciertas cosas en las que antes no había pensado, cuestionando su estilo de vida y adquiriendo una actitud tan incordiante que irá in crescendo con la llegada de nuevos visitantes. ¿Y cuáles son las sensaciones que produce esta película? Pues, a los quince minutos estaba totalmente intrigada. Quería saber qué buscaba aquel primer visitante que decía ser médico y qué narices era ese objeto de cristal que el poeta tanto venera. Al poco tiempo, comencé a sentirme irritada porque me molestaba la actitud del matrimonio invitado y de toda la gente que va llegando después. Más tarde llegó un momento en que algunas escenas nos recuerdan a pelis de terror -con extrañas criaturas que chillan- y por último, cuando llevaba más de media película, el terror se incrementa un poco (tiene algo de La semilla del diablo) y pega un giro hasta la fantasía. Por eso decía antes que esta película bebe de muchas fuentes.

Los personajes están bien perfilados aunque ninguno posee nombre. El poeta parece un buen esposo que sufre por falta de inspiración. Se muestra algo distante de su mujer, posiblemente por la preocupación que le produce el hecho de no tener ideas.  Por su parte, ella no puede ser más comprensiva. Aunque siente que el marido está lejos, trata de entender que se debe a su obra, así que se aparta de su camino y lo deja a su aire. Y con respecto al resto de personajes, dejo que los descubráis vosotros mismos. Eso sí, la casa es casi un personaje más. El edificio late, respira, padece y sangra, tal cual, y entre ella y la joven esposa parece existir una conexión directa, como si le advirtiera de los peligros que la acechan. 

Pero, más allá de su peculiaridad y esa mezcla de géneros, madre! no me parece una película pulida. Hay ciertas cuestiones que no quedan bien explicadas. Por ejemplo, una supuesta enfermedad de la joven esposa que la obliga a tomar un líquido amarillo cuando sufre una crisis, un sótano en el que se esconde una habitación oculta tras una pared, una escena en la que cruza una rana (aunque esto intentaré explicarlo luego), una extraña criatura que asoma de la taza del váter -vale, esto casi que acabo de entenderlo- y lo que más me fastidia, ¿cómo y dónde se han cambiado de ropa los visitantes para acudir a un velatorio? Aunque esta película sea extraña, rara, no apta para todos los públicos, una paranoia del director o una alegoría como muchos opinan, me gusta que todo tenga una justificación aunque la explicación sea tan inverosímil como toda la película. 

Y ya que menciono la palabra alegoría, vayamos a las diversas interpretaciones. Mucho se ha hablado de este largometraje -en compensación a su mala recaudación- y hay espectadores que ven en la cinta una crítica contra el hombre, por el maltrato al planeta que no deja de rebelarse. Esta, por poner un ejemplo, pero hay más teorías que podéis buscar por la red. La mía es una versión más lírica, amparada en ciertos acontecimientos. Intento ponerla en pie. El hecho de que él sea un poeta, que esté en pleno bloqueo creativo, que necesite soledad, que no preste mucha atención a su esposa, que lleguen extraños visitantes que le devuelven la inspiración y que él pronuncie una última frase que no voy a desvelar, me hace pensar en que Aronofsky construye una metáfora sobre el proceso creativo, sobre las distintas facetas por las que pasa un autor desde el momento en el que no encuentra inspiración hasta el nacimiento de su obra, la llegada del éxito, la admiración de los lectores, y el inicio de una nueva obra. Y es que, la relación de la pareja tiene mucho que ver con el distanciamiento que impone un autor con respecto a su entorno, envolviéndose en su propia burbuja y centrándose solo en su trabajo. Por otra parte, la necesidad de atención de la joven esposa es un obstáculo para la obra, de ahí que se sienta abandonada, que le lance reproches, que no llegue a entender que está condenada al ostracismo cuando otras figuras menos anodinas entran en juego, aunque a veces ella también sirva de musa y favorezca el florecer de las ideas. Pero todo esfuerzo conlleva una recompensa y el momento de la gloria llega, ese día en que la obra del autor ve la luz y alcanza nuevamente el éxito. Será entonces cuando surja el ego del escritor, cuando tenga que atender a miles de admiradores que necesitan tocarlo, abrazarlo, poseer algo suyo, tan devoradores que al final fagocitan lo más importante del creador. Esta parte tiene una cierta conexión con la religiosidad, con la idea de considerar al poeta como un profeta, un mecías al que todos adoran y que va impartiendo bendiciones -aquí debería meter lo de la rana, por el significado bíblico que tiene-. Pero todo tiene un precio y al autor le saldrá muy cara su victoria hasta el extremo de la destrucción. No obstante, el camino de los escritores pasa también por una faceta de renacimiento, por un resurgir de sus cenizas y las cenizas en este largometraje tienen su importancia, al inicio y al final del filme, componiendo así un círculo cerrado perfecto. 

En cuanto a las interpretaciones, Jennifer Lawrence es la más convincente, a la par que Michelle Pfeiffer, con esa mirada felina que le da a su personaje ese aire tan desafiante. La primera soporta unos primerísimos planos que nos dejan ver su estupor, su miedo, su incertidumbre. En cuanto a Bardem, nunca me gustó mucho aunque en esta ocasión, está doblado al castellano por Juan Amador Pulido, una voz más dulce y melódica que suaviza los rasgos del actor. Y sobre Ed Harris, me parece que está simplemente correcto.  

Por otra parte, la atmósfera de la cinta también inquieta. Los hechos parecen desarrollarse en la actualidad o en un pasado relativamente cercano pues el matrimonio invitado dispone de teléfono móvil y, sin embargo, toda la película tiene una pátina que te lleva a pensar en los años 40 o 50, con cubos de zinc para el agua, antiguas lámparas y frascos de medicamentos con un etiquetado bastante vintage, como se dice ahora. 

Con una factura técnica que pasa por diversos efectos especiales bien conseguidos, madre! es tremendamente delirante, desconcertante, desquiciante... Creo que esto lo he dicho ya pero es que no deja indiferente. No sabría decir si me ha gustado o si me ha parecido un sinsentido. Entiendo que, cuando uno va al cine, lo mínimo que le pide a una película es poder entenderla pero con madre! eso no ocurre. Creo que el único que realmente sabe lo que ha querido contar es el director porque el resto vamos dando palos de ciego, intentando acertar con la interpretación correcta. No, no es una película para todos los espectadores pero choca, sorprende, altera, incomoda, irrita,... un cúmulo de sensaciones que también hay que valorar. 




Tráiler:


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lunes, 5 de agosto de 2019

RIALTO, 11 de Belén Rubiano.

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Editorial: Libros del Asteroide. 
Fecha publicación: abril, 2019.
Precio: 17,95 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 240
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 9788417007751
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Belén Rubiano (Sevilla, 1970) es librera en su ciudad natal. Ha cursado, entre otros, estudios erráticos e inconstantes de psicología, filosofía, cine y fotografía, y reconoce que su única constancia hasta la fecha ha sido la lectura.

Ha colaborado en radio y revistas especializadas como crítica y prescriptora literaria. Aunque la pregunta que más veces ha tenido que responder a lo largo de los años es "¿cuándo vas a publicar?", afirma que hasta ahora no tenía una historia que contar ni tiempo para escribir. Rialto, 11 es su primer libro. 

Sinopsis

Un día de principios de otoño de 2002, la luz de una pequeña y recóndita librería de la plaza del Rialto de Sevilla se apagó, sin ruido ni apenas despedidas, definitivamente. Su fundadora había empezado a vender libros diez años antes en otras librerías, donde aprendió muchas cosas, además de su oficio. En la sucesión de vivencias que conforman estas deliciosas memoriales parciales, Rubiano comparte con los lectores la insobornable vocación que le llevó a establecerse como librería en una esquina del mapa. Y lo hace con humor y con cándida sinceridad, porque salvo la satisfacción de trabajar entre libros y lectores entendemos desde el principio que nada es como había soñado y que en el oficio no faltan tormentas, marejadas y amargas decepciones. Pero también hay, afortunadamente, momentos delirantes, impagables lecciones y grandes alegrías. Ante todo, la valía de estas páginas, que el lector recorrerá entre la carcajada libre y la más profunda empatía, reside en la vitalidad y el personalísimo estilo con el que Rubiano nos habla de su particular devoción por los libros y de cómo uno puede llegar a arriesgar cualquier seguridad por perseguir un sueño.

[Información tomada directamente del ejemplar]


¿Cómo no sentirme atraída por un libro que habla de las vivencias de una librera? ¿Cómo no asomarme a esa librería que un día nació con la mayor de las ilusiones y pereció lastimosamente?

Rialto, 11 ha sido un libro que ha volado alto. Desde que Libros del Asteroide anunció su publicación, fueron muchos pares de ojos los que nos fijamos en él. En su día, leí alguna reseña y la atracción aumentó considerablemente, así que, aprovechando ese descuento que siempre viene bien en las ferias del libro, lo adquirí durante la que tuvo lugar en Sevilla. Tras la compra lo coloqué en un lugar bien visible y desde entonces no ha dejado de rondarme. No he querido demorarlo más. Hace unas semanas dirigí mis pasos literarios hacia la plaza Padre Jerónimo de Córdoba, o como la llamamos aquí, la plaza del Rialto, para entrar en la bonita librería que un día Belén Rubiano abrió en aquel rincón sevillano. 

La autora cuenta en Rialto, 11 sus andanzas como librera. En un capítulo introductorio, narrará su primer acercamiento a la literatura, su pasión por los libros desde que era bien pequeña, sus primeras lecturas que, si inicialmente recalaron en los títulos típicos infantiles o juveniles, muy pronto pasó a la literatura de adultos. A continuación, la novela se vertebra en dos partes. El primer bloque abarca los años que estuvo empleada en una cadena de librerías, expandida por toda Andalucía, y que sucumbió hace unos años. Allí tuvo que lidiar con la dueña de la cadena, una señora cuyo nombre no se menciona pero que, la mayoría de esos lectores que hacen ruta por Sevilla conocemos bien.

Pero Belén quería algo más. No le bastaba con trabajar para otra persona y soñaba con su propia librería y aprovechando un impasse en su vida, da el gran salto. Tras buscar un pequeño local, bien situado, nace Rialto, 11. En este bloque, la autora resumirá sus vivencias como empresaria. Las dificultades del inicio regadas con mucha ilusión, el trato con los proveedores o los clientes, y las rivalidades o rencillas soterradas que podrían surgir entre gente del gremio.

Rialto, 11 no es un libro del que deba desvelarte muchos detalles. Son abundantes, variadas y maravillosas las anécdotas que incluye, narradas con humor e ironía. Siendo un libro en el que se recoge el testimonio de la autora, se advierte muchísima implicación emocional. A los que nos gusta tanto leer y veneramos los libros como si fueran reliquias de santo, conectar con Belén Rubiano, en sus alegrías y sus penas, es sumamente fácil. ¿Quién de vosotros no ha soñado con tener una librería? Pero, debo confesar que, lo primero que me ha sorprendido de esta lectura es lo idealizado que tenemos el trabajo de librero. Envolvemos la profesión con un aura romántica que efectivamente tiene porque, acudir cada mañana a un templo lleno de miles de historias, pasear entre las estanterías, tomar una novela aquí y allá, hojearla, sentirse atraído y sucumbir, no es lo mismo que trabajar en un banco, por mucho que te gusten las matemáticas. En una librería, parece que toda esa sabiduría nos va a salpicar de algún modo pero nunca nos paramos a pensar que el trabajo de librero conlleva otras tareas menos bucólicas y más ingratas. Como todo trabajo, cada profesión tiene su cara y su cruz, y Belén Rubiano pone sobre la mesa el lado menos amable de la profesión, especialmente cuando estás a la orden de un empresario que te dicta a su antojo y maneja tu vida. Y es que acarrear cajas que pesan como muertos, colocar cientos de ejemplares en las estanterías o mantenerlos libres de polvo tiene poco de idílico.  Todo ello, aderezado por el trato directo con la clientela que, hay que reconocerlo, todos nos ponemos un poquito puntillosos en algún momento cuando adoptamos el rol de cliente. Y por aquella librería pasó de todo, gente que compra libros por el color de las cubiertas, clientes que desnudan su vida y se sienten en la librería como en el gabinete psicológico, clientes-autores que intentan colocar su obra a base de calzador, clientes que buscan un título y salen con otro, quedando para siempre enganchados a la literatura victoriana. Hubo robos, proposiciones sexuales, tertulias, amistades férreas y frases inspiradoras que tenían a todo el barrio embelesado. En Rialto, 11 podía ocurrir cualquier cosa y de todas ellas Rubiano aprendió algo. 

Con un puntito de suspense e intriga en algún capítulo, que no me esperaba bajo ningún concepto, y mucha emoción, Rialto, 11 ha sido una lectura maravillosa. Quizá al principio me costó un poco seguir el discurso narrativo pues, en algún pasaje concreto, lo notaba algo enrevesado pero no cabe duda que el relato terminó por cautivarme y llegué al desenlace pensando que qué pena más grande que no conociera aquella librería, que en el año 2000 se resistía a vender best-sellers y en su escaparate solo había literatura de la buena, qué pena que negocios como el de Belén Rubiano tuviera que cerrar, negándole a la ciudad ese rincón culto y coqueto que tanto bien le hacía.

En definitiva, Rialto, 11 es un caramelo que se deshace en la boca. Es un relato muy ameno, entretenido, divertido, emotivo, que te hará reír pero también tocará tu coranzocito porque Belén Rubiano ha puesto en esta novela todo su amor por los libros y por su librería. 

No te la pierdas.







[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí:


 


domingo, 4 de agosto de 2019

JULIO... ¡DE UN VISTAZO! (#07/2019)

Julio llegó con algo de más calma. Después de dos o tres meses más frenéticos en los que no he parado, ni para pasar por los blogs ni para leer prácticamente, he retomado varias lecturas que tenía a medias y he disfrutado en poco días, de unas cuantas buenas novelas. Paso a contaros. 
[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos 
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]



Los comprados

Dos son los libros que hemos comprado en casa. Por un lado, y como pedido a Círculo de Lectores, Constantinopla de Baptiste Touverey. La elección ha sido de mi marido que le encanta la Historia.





Pero uno de sus autores estrella es Murakami. Durante unos días en la playa devoró La muerte del comendador (Libro 1). Fue aterrizar en Sevilla, y encaminarse a una librería para comprar La muerte del comendador  (Libro 2) (Tusquets). Le duró un suspiro.


Los recibidos


Cuando no esperaba ningún envío editorial, llegó a casa Algún día, hoy de Ángela Becerra (Planeta). Con esta novela ha ganado el Premio Fernando Lara 2019. Será una de las lecturas de finales de agosto porque la autora visitará Sevilla en promoción hacia mediados de septiembre. 

Los ganados

Como decía al principio, no he tenido tiempo de pasarme por los blogs, así que, ni me apunté a ningún sorteo ni, en consecuencia, me sonrió la fortuna. Ya llegará septiembre.  

viernes, 2 de agosto de 2019

TRES MUERTOS de Manuel Machuca.

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Editorial: La isla de Siltolá.
Fecha publicación: 2019
Precio: 20,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 344 
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 978-84-17352-42-4



Autor

Manuel Machuca debutó como novelista con Aquel viernes de julio, a la que siguieron El guacamayo rojo y Tres mil viajes al sur, con la que fue finalista del Premio de Novela Ateneo de Sevilla. Ha coordinado dos libros de relatos de escritores farmacéuticos, Relatos de farmacéuticos e Hidra verde, y otro sobre la rivalidad del fútbol sevillano, El derbi final. Ha colaborado en diversas revistas, culturales como la argentina Motor de ideas; de información general, como Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo; periódicos como los diarios del Grupo Joly, Andalucía Información; y diversas revistas científicas y deportivas, obteniendo el Premio periodístico de la Fundación Avenzoar. Tres muertos en su cuarta novela. 

Sinopsis

Un deportista tardío, entrenador prematuro, profesional precoz y científico frustrado, convertido en su madurez en novelista de segunda o tercera fila, según sus propias palabras,  escribe la historia de su familia con el objetivo de encontrar respuestas a su propia vida. Una vida de búsqueda constante en la que alcanzó sus metas, unas veces demasiado pronto y otras demasiado tarde. Hijo de una familia de clase media alta, universitaria, a la que los años de la transición española desestructuró por completo, relata sus recuerdos y su historia, a través de las voces de su abuela, de su madre y de él mismo los días en los que fallece alguien importante para cada uno de ellos.

Tres muertos es una novela que recorre junto a sus protagonistas la historia de España desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, pero que sobre todo, trata sobre el perdón como camino de salvación personal; escrita en una época actual, en la que la venganza y la destrucción de las víctimas ha sustituido a la reinserción social y a la capacidad de perdonar, socavando de esta forma los cimientos éticos de nuestra sociedad.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Suelo ir tomando notas cuando leo un libro. Algún dato de la trama, alguna cualidad del protagonista y todas mis emociones. Aunque es algo engorroso porque me obliga a frenar la lectura cada poco tiempo, no conozco otra manera de hacerlo para redactar con posterioridad una reseña medio decente. Pero de esta práctica, y con el paso de los años, he aprendido que  la cantidad de anotaciones tomadas es inversamente proporcional al nivel de disfrute de la novela, o lo que es lo mismo, a menos notas, más implicación por mi parte. Un dato de lo más revelador, signo inequívoco de mi conexión con el texto. Y es que hay novelas con las que un lector no puede parar de leer, ni para bajarse de un transporte público, ni para preparar la cena, ni mucho menos para tomar notas.  Andas tan metido entre las líneas que, puedes estar en una playa bulliciosa bajo un maravilloso día soleado y disfrutando de la brisa marina en tu piel, que tú te sientes en otro punto del planeta, encerrada en una habitación que huele a decrepitud y amargura, mientras cae una lluvia torrencial tras las ventanas. Ese es, ni más ni menos, el poder de la Literatura, el efecto que produce un texto escrito con pasión, amor, dolor,... un maremágnum de sentimientos que traspasa las páginas, como así ocurre en Tres muertos, donde uno se sumerge en un mar tormentoso de emociones.

Manuel Machuca se abre en canal en esta nueva novela. Entre estas páginas encontramos al hombre desnudo de todo artificio, al hijo que nos habló un día de gitanas del arrabal trianero, de guacamayos rojos que volaban sobre recuerdos lejanos y de mujeres rotas y deshechas, pero valientes. Y sin embargo, era Manuel el que necesitaba enmendar su alma, curar sus heridas, encontrar la calma, perdonar y pedir perdón. Y como Manuel, cada uno de nosotros. Sí, todos nosotros. Porque la Literatura tiene más de un don. Es indudable que nos hace viajar pero también es capaz de acercarnos a otros, de convertir lo particular en universal, de ayudarnos a despojarnos de lo amargo. Por eso, entre esas notas de las que hablaba al principio, figura la siguiente: 'Manuel y yo no somos tan distintos'No lo somos. Ni mucho menos.

Tres muertos se compone de tres historias engarzadas y tejidas por los hilos familiares del propio autor. En ellas, el lector tiene el privilegio de asomarse al pasado de Machuca, a su presente y quién sabe si a su futuro. Lo hacemos a través de su abuela (La mujer del capitán Esmeralda), una mujer de las de antes, con una vida tan novelesca que bien merecería un protagonismo en solitario. Su relato se inicia en junio de 1981, justo tras el fallecimiento de su segundo marido -el primer muerto-, apodado el Cabal. Ante Dolores, una asistenta que no abre la boca, y aguardando la llegada de una hija, que se afana en los preparativos de un velatorio y sepelio, la narradora irá desgranando toda una vida de vicisitudes, una existencia llena de episodios insólitos. 

Seis años después, tomará el relevo aquella hija que orquestaba el entierro de su padre, la madre de Manuel. Agotada y sumida en la amargura, La hija del Cabal también hará balance ante un marido que es ya una sombra de lo que fue pero no será este hombre, vencido y que ya no se vale por sí mismo, el que despierte los fantasmas del pasado, sino Gregorio, el segundo muerto de esta historia, un amor de juventud que se truncó porque el pasado nunca deja de perseguirnos. Por eso ella no quiere invocarlo, lo ha rehuido toda su vida y reniega incluso de sus orígenes, dentro de ese círculo social en el que se mueve y en el que, a la larga, solo encuentra 'avaros que viven sólo para amasar fortunas' y que vuelven la espalda cuando las desgracias entran por la puerta.  

Y cierra el volumen El hijo del agobio, el propio Manuel que vela el cadáver de una madre, un día de febrero de 2018.  Sin posibilidad de réplica, el narrador va sacando de sus bolsillos todas las piedras que hay ido recogiendo por el camino, todos esos desencuentros con su madre, un discurso lleno de reproches amargos que, en el avance hacia el desenlace, se va suavizando hasta llegar al último punto posible, al perdón que se concede y al que se pide. Ahí radica la meta de este camino que ha dejado nulo espacio a todo aquello que no fuera dolor y amargura. La palabra 'perdón' es el pilar sobre el que se sustenta toda la narración.

Pero no queda todo ahí. Antes de adentrarnos en estos testimonios, encontramos una carta personal fechada el 28 de diciembre de 2016. El día de los inocentes. En esa carta, que no está dirigida a nosotros sino a su familia directa, Manuel nos habla con su voz y nos mira con sus ojos, mientras asiente en silencio. Sabe que lo que está a punto de hacer conlleva un riesgo, pero es que llegó el día, como esa canción de Triana que también es la banda sonora de este libro. Llegó el día de destapar la caja de los truenos. Y es que ya lo decía Ítalo Calvino.





Nada más enfrentarte a esta carta, el lector intuye que lo que se avecina no va a dejar indiferente. Si todo el texto tiene la fuerza, la potencia, la sinceridad que derraman estas líneas, estamos perdidos. La rendición es incuestionable. Sería deshonesto por mi parte no incidir en la conmoción absoluta que me ha provocado este volumen, una novela que casi se podría interpretar como un libro de relatos con nexos en común porque, para empezar, cada línea está escrita desde lo más profundo del alma, realizando el autor un severo ejercicio de introspección y aventurándose a usurpar la piel de su abuela y de su madre, para contarnos la historia de ambas. Todo ello, y por el evidente carácter testimonial que tienen los textos, escrito en primera persona.

Y al margen de una narración familiar, Tres muertos es también el relato de una época, desde lo social a lo político. La abuela es la encargada de hacernos llegar los ecos de una Exposición Iberoamericana, de una monarquía que cae en favor de la república, de una guerra civil que estalla, mientras que la hija, más cercana a nuestro tiempo, dibujará el paisaje de la alta sociedad sevillana. Todo ello conforma el sustento necesario de un diálogo disfrazado porque, en realidad, no es más que un monólogo interior en el que no cabe réplica alguna. Los tres narradores son personas que se desahogan, se vacían, sin recibir respuesta ya que, quienes los escuchan, o no pueden hacer nada por ellos o ya es demasiado tarde para cambiar las cosas.

Si tuviera que decantarme por una de las tres partes, no sabría muy bien cuál elegir. La abuela me ha cautivado por su vida azarosa, en la que hoy está arriba y al día siguiente abajo. La madre me ha conmovido por su capitulación final, por esa concesión ante un amor que ha estado siempre ahí, agazapado y oculto. Pero quizá sea el último texto, el del hijo, el que más me ha desgarrado. Para mí ha sido la parte más dura -durísima- y a la vez la más hermosa. Cuando alguien se entrega del modo en el que Manuel lo hace en esas páginas, es inevitable estremecerse, bajar la mirada e indagar en nuestro interior. Qué difíciles son las relaciones entre padres e hijos, qué papel más complejo le toca a las madres y qué complicado es ejecutarlo bien. No esperaba encontrarme lo que me he encontrado, madres que, en sus últimos momentos fueron las madres que debieron ser, despojadas de una coraza que ellas mismas se auto-impusieron, que nunca se permitieron ser felices, que nunca disfrutaron de lo que la vida les brindó. Lees y entiendes que hay más hijos del agobio y del dolor, que jamás recibieron un abrazo cálido y reconfortante. Pero para qué vivir en el rencor. Por las víctimas hay que sentir compasión, hay que perdonarlas y de paso, pedir perdón también. 

Abuela, hija y nieto son tres voces que anhelaban una vida que no les tocó en suerte. Los tres hubieran deseado tener una casa y una vida 'como las de las demás familias' pero, ¿cómo son las familias de los demás? Dice una amiga que mi familia es rara, que no hablamos ni nos relacionamos, y yo me permito responder, alterando ese inicio de Ana Karenina, que todas las familias lo son y cada una a su manera. No cabe duda que las relaciones, con lazos de sangre o no, son complejas. Las familiares lo son especialmente por la imposición que acarrean pero, en todas cuecen habas y a todas las une más lo que las iguala que lo que las diferencia. 

Huelga decir que no todo lo narrado en Tres muertos corresponde a la realidad más absoluta. La ficción asoma lo justo para dar empaque al texto. Y lo que está claro es que, en lo emocional, no hay trampa ni cartón, que las palabras se han escrito sobre los renglones de la sinceridad. 

Tres muertos es una novela dura, lo reconozco. Probablemente sea hasta la fecha la novela más intensa de este autor, la mejor. Sin duda, la más personal, pero este grito de dolor solo busca hallar la paz de espíritu, aparcar en el camino la amargura que ha horadado los días, las semanas, los meses y los años para sentir, de una vez por todas, el sosiego de una vida en calma.

Sé que mis palabras pueden asustarte, lector, pero confía en mí. Tres muertos ha sido una lectura de la que no se sale indemne, que transforma y provoca en nuestro interior un terremoto de emociones. ¿Y no es eso maravilloso?






 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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