viernes, 30 de octubre de 2020

CONFINADOS. HISTORIAS DE UNA PANDEMIA QUE PARALIZÓ EL MUNDO de Jordi Évole

Editorial:  Planeta
Fecha publicación: Septiembre, 2020
Precio: 17,90 €
Género:  Actualidad
Nº Páginas: 288
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788408232445
Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]


Autor

Jordi Évole (Cornellà de Llobregat, 1974) es periodista y actual director del programa Lo de Évole (La Sexta), de Producciones del Barrio. Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona. Pasó por los informativos de la Cadena SER y Viladecans Televisió. En el año 2000 entró como guionista de La cosa nostra (TV3) y en los años siguientes desarrolló su carrera en Una altra cosa (TV3) y Buenafuente (Antena 3), donde se dio a conocer popularmente con el personaje del Follonero. En 2008 estrenó su propio programa, que desde un estilo gamberro e irreverente evolucionó hacia un formato más serio e informativo. El resultado es Salvados (La Sexta), un programa de reportajes de actualidad con contenidos de crítica social que adquirió gran trascendencia y que ha dirigido durante once años. Ha obtenido cuatro premios Onda de Televisión, el último en 2019 por sus entrevistas exclusivas a Nicolás Maduro y al papa Francisco.

Sinopsis

Sacudidos por la pandemia, encerrados en casa, asustados, Évole y los suyos encontraron en marzo la forma de seguir adelante. ¿Por qué no hacer entrevistas desde el confinamiento? A través de una webcam y desde la cocina de Évole, vimos a gente de toda condición hablar no solo del confinamiento, sino también de política, del miedo, de valores, de la enfermedad, de sus sueños… En definitiva, de la vida.

Este es el libro de ese programa, pero también de todo lo que el espectador no vio: el papa que no quiso mostrar lujo ni riqueza, Joaquín Sabina renunciando a fumar, la sabiduría del socarrón presidente Pepe Mújica, el sentir de Rosalía, el pesar de Rosa María Sardá, el recuerdo de Emilio Aragón a su padre, la nostalgia de Ricardo Darín, la angustia de Baltazar Garzón... Y la intensa emoción de los sanitarios, que no olvidarán lo ocurrido jamás. Ana, la cuidadora de ancianos; Belén, la doctora del Gregorio Marañón; Jorge, el ginecólogo valenciano; Paula, la residente novata en la trinchera sanitaria de Santander... Y Oti, la camionera, y Seydou, el senegalés. Todos tratados con dignidad. Todos importantes.

Confinados no es un libro entrevistas, es un viaje al interior de la pandemia, un acercamiento al corazón de una sociedad herida, conmocionada y, a pesar de todo, esperanzada. Con un simple ordenador, en una sencilla cocina, sin miedo al compromiso, sin temor a las preguntas peliagudas. A la manera de Lo de Évole.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Nos acercamos cada vez más a los valores de marzo y abril. A ese escenario dantesco, donde las cifras nos golpeaban cada día con la contundencia de un buen mazazo. Y todavía hoy, a 30 de octubre, me sigo encontrando a personas irresponsables por la calle, que sacan lo peor de mí. A esa señora enfundada en ropa de deporte, que camina deprisa pero con la mascarilla en la mano, cruzándose con otros viandantes. Parece que aún no se enteró que los deportistas también están obligados a usar mascarilla cuando hay gente a su alrededor.  O a ese otro caballero, que desafiando a la vida y a la muerte, camina con parsimonia como si viviera en otro planeta. Lo contemplo de arriba a abajo. Ni rastro de su mascarilla. ¿No íbamos a convertirnos en mejores personas? Me obligo a morderme la lengua, a no hacerme más sangre, porque no se puede vivir con esta rabia y este miedo, que tengo dentro todo el día. 

Lo  que estamos viviendo no lo olvidaremos jamás, así pasen cien años. Me hace daño ver noticias, asomarme a los informativos y contemplar como los datos siguen siendo espeluznantes. Nos hemos acostumbrado a vivir con los malos infortunios, con los negros presagios. ¿Nos estamos también deshumanizando? Pero a pesar del dolor, sigo interesada en todo lo que acontece entorno a mí, en las muestras de apoyo, en la fortaleza que demuestran algunos, en los testimonios que valen oro. Por eso, cuando supe de este libro, quise leerlo.

El  periodista Jordi Évole recopila en Confinados. Historias de una pandemia que paralizó el mundo buena parte de los testimonios que vieron la luz durante seis programas especiales, emitidos en La Sexta, dentro de su programa Lo de Évole. Confieso que no vi aquellos especiales. En realidad no vi ni veo nada, pues apenas consumo televisión. La lectura y la necesidad de acostarme temprano para madrugar al día siguiente, me alejan de una programación televisiva de la que salvo un porcentaje muy pequeño. No obstante, siempre me han llamado la atención los espacios de Jordi Évole. No sé, me parece un periodista que no se traiciona. 

Confinados narra cómo, a partir de la declaración del Estado de Alarma, Évole y su gente idearon un formato televisivo diferente. A través de la recreación de mensajes en el grupo de Whatsapp del equipo conoceremos de qué manera se forjaron los seis especiales que fueron emitidos desde el 22 de marzo al 26 de abril. Cuenta el periodista que su chip cambió el día 12 de marzo. A mí me pasó igual. Recuerdo que aquel día el ilustrador francés Benjamin Lacombe visitaba Sevilla, para una firma de libros. La cita era en una librería del centro. Llegué al lugar una hora antes de que comenzara la firma y ya había más de cincuenta personas haciendo cola. No sé por qué me asusté. Pensé que éramos muchos los allí congregados, unos detrás de otro. Por entonces nadie guardaba distanciamiento social ni llevaba mascarilla. Lo medité durante unos segundos y me marché de allí, siendo consciente, por primera vez, de que mi cuerpo y mi mente me alertaba. Tenía que irme. 

Desde el hogar del periodista, y pertrechados con las tecnologías necesarias, Évole mantuvo durante semanas encuentros digitales con diversas personas, conocidas y anónimas. Habló con Luis Enjuanes, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, un hombre que ya vaticinó en 2015 que podría ocurrir algo así, y quien lanzó un mensaje esperanzador: «...creo que el virus que circule dentro de tres meses será mucho más benigno que el que está circulando ahora». Sería bueno preguntarle hoy si sigue pensando lo mismo. También conversó con Juan José Millás, que acertó en la tecla al afirmar que, hasta ahora, no hemos sido conscientes de que la normalidad es un invento portentoso. O con Pepe Mújica, ex presidente de Uruguay, que llegó a decir que por primera vez, los pueblos del mundo se unían. Incluso consiguió entrevistar por segunda vez al Papa. Me divirtió leer cómo se orquestó la primera entrevista que Évole le hizo al pontífice, y también me resultó curioso el cambio de género que sufrió la película Contagio, en la web IMDB. Una anécdota que compartió Juan Antonio Bayona.

Pero, admito que he disfrutado mucho más de las conexiones con personas anónimas, porque las he sentido más cerca de mí. Aunque la palabra disfrutar debería de escribirla entre comillas. Hay capítulos y pasajes que me han dejado hecha polvo. Por ejemplo, esa conversación con un cura, relatando cómo eran los entierros y de qué manera reaccionaban las familias. Sentí que me desgarraba por dentro. O la charla con una camionera, que no podía hacer una parada para tomarse un café porque todo estaba cerrado, mientras trataba de llevar mercancía a los establecimientos y evitar así que el país quedara desabastecido. O también la conversación con ese profesor que nos acercó a las dificultades de las familias y a un sistema educativo que no estaba preparado para impartir clases a distancia. Aún así, tanto la camionera como el profesor, y como otros tantísimos profesionales, consiguieron unos logros increíbles. Esta pandemia ha desvelado tantas cosas. Ha dejado de manifiesto las profesiones más vulnerables y las más necesarias, las precarias condiciones laborales de algunos sectores y la debilidad de los salarios. De todo esto se habla en este libro.  Incluso el propio Évole comparte con los lectores un momento especial y delicado, el fallecimiento de su tía Celia. «La paradoja es que ella, que nos juntaba a todos, se ha ido sola» (La Vanguardia, 10 de abril de 2020).

He sentido que algunos testimonios me ponían un nudo en la garganta pero ¡qué coño!, merecen ser leídos.  Para mí, la entrevista más bonita fue la de Consol Noguera, una mujer de sesenta y tres años, ingresada en el hospital Sagrat Cor de Barcelona. Lo había pasado realmente mal y ahora, celebraba con júbilo la simpleza de poder levantarse de la cama para ir al baño. O la charla que el periodista mantuvo con Ana, una chica que trabajaba en una residencia de ancianos. Y también se habló de esas mujeres que se veían obligadas a vivir confinadas con sus maltratadores. ¿Alguien pensó en ellas mientras estuvimos encerrados en casa? Porque, sinceramente, a mí ni me pasó por la cabeza hasta que no he leído este libro. Y, ¡ay, esa abuela de 95 años! Toda una vida limpiando casas, sola como la una, para vivir un horror como este a su edad. Y sin embargo, que lucidez de pensamiento, qué bella forma de ser. Gente anónima, gente como tú y como yo, que pueden ser nuestros abuelos, padres, hijos, vecinos o amigos. Ellos son los que más me han impactado en este libro. Eso sí, a Joaquín Sabina le tengo que aplaudir estas palabras: 

«A mí me duele mucho la incertidumbre de la gente más desasistida, a los que ni siquiera la familia puede enterrar con un cierto rito de amor. Me para que los sanitarios lo están haciendo increíblemente bien y, aparte del aplauso de las ocho de la tarde, que lo hago cuando puedo, no sabe uno cómo agradecerles tanto. Y me duele muchísimo que la parte que peor lo está pasando sean las personas mayores, los ancianos de los centros geriátricos, porque esos fueron los que salvaron a muchísimas familias de la crisis económica anterior, cuidando de los niños o dándoles la pensión para que comieran, y ahora esta cabrona crisis se está cebando con ellos de una manera insoportable». [pág. 219]

Lo interesante de este libro no son solo los testimonios de los entrevistados. A esa información puedes acceder a través de la web de la cadena y visionar los programas que están subidos. Después de leer este libro, he visto cuatro de los seis especiales y, aunque me gustaron, prefiero el libro. Porque además de los testimonios, el libro nos permite acceder a las reflexiones del periodista, a lo que él pensaba cuando escuchaba a tal o a cual entrevistado decir esto o aquello. No sé, creo que el libro ofrece algo más que los programas de televisión. Eso sí, hubiera estado bien que el volumen se vendiera con un Dvd, conteniendo los seis programas. En cualquier caso, puedes hacer como yo, verlos antes o después de la lectura. Incluso, mientras tanto.

Con un apéndice final en el que se recogen todas las películas y canciones que se mencionaron o sonaron en los programas, Confinados. Historias de una pandemia que paralizó el mundo me parece un libro precioso y necesario. Siempre digo que para ser verdaderamente consciente de quién eres, de lo que eres, de lo que tienes,... debes escuchar a los demás. Nos miramos demasiado el ombligo y no nos paramos a pensar en el resto de la humanidad. Así somos de egoístas. Este libro es un barómetro, una vara de medir, que nos muestra cómo vivieron algunas personas, durante aquellos meses, cómo se enfrentaron a estas circunstancias insólitas. Este libro me ha emocionado, me ha hecho pensar y, alguna vez, hasta sonreír, pues cuenta con algunos pasajes que tienen su punto de humor. Tan solo hay una cosa con la que no estoy nada de acuerdo, con la idea de que la nueva normalidad es la vieja normalidad pero con mascarilla. No. La nueva normalidad se parece muy poco a la vieja normalidad. Cada vez menos. 

Decía al principio de esta reseña que nos estamos acercando cada vez más a los valores de marzo y abril. Ojalá Jordi Évole no tenga que preparar seis especiales más.

Como cierre, os dejo estas bonitas palabras de Juan José Millás: 

«Suelo leer entre tres o cuatro horas diarias. Y muchas veces, a mitad de la lectura, me paro y digo: si yo no fuera lector, ¿qué estaría haciendo? Siempre digo que ser un lector es un chollo y una ventaja respecto a quien no lo es. No solamente por el tiempo que ocupas, sino por los mundos a los que viajas. Ser lector te ofrece una ventaja de un calibre brutal, porque te ayuda a poner distancia y a observar la vida con perspectiva». [pág. 242 - 243]


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

jueves, 29 de octubre de 2020

Presentación NUNCA SABRÁS QUIEN FUI de Salvador Navarro

El pasado 8 de octubre tuvo lugar la presentación de Nunca sabrás quién fui (Algaida Editores), la nueva novela de Salvador Navarro. El acto tuvo lugar en un entorno inigualable, el Palacio de los Marqueses de la Algaba, en Sevilla. Respetando las medidas de seguridad, y con un aforo limitado, nos reunimos amigos y lectores para arropar al autor que, como viene siendo habitual, volvió a estar sentado a la mesa con su amiga y empresaria Nuria Cobo.




Nuria Cobo comenzó su disertación describiendo la personalidad de Salvador Navarro. Apasionado y constante, comentó que posee una enorme fuerza de voluntad y que acostumbra a conseguir todo aquello que se propone.

En Nunca sabrás quién fui, el autor ha querido construir una historia en la que se hable sobre el hecho de escribir. Siendo de ciencias, afirmó que todo lo que sabe de literatura y escritura, lo ha aprendido al margen de su vida profesional. Además de leer libros en los que se habla sobre el proceso de escribir, sobre cómo construir una novela o un guion, también ha asistido a talleres de escritura creativa, en los que ha aprendido mucho. «Con los años he ido desarrollando mi propio método de trabajo y me apetecía escribir sobre un escritor. El protagonista de mi novela es un joven que está empezando en el mundo de la literatura. Es periodista y trabaja en una revista, en la que publica un artículo a favor del régimen venezolano. A raíz de ese artículo, conoce a una venezolana mayor que él, que lo vuelve loco. Esta mujer le plantea un reto apetitoso, que será la base de la novela que el joven escribirá después». Cobo añadió que lo más interesante de este libro es que no sabes dónde acaba la realidad y dónde empieza la ficción, lo que proporciona mucho suspense, a la vez que diversión. Según Navarro, la idea era que el lector se enfrentara a la vez que el protagonista, a los diversos retos que le van surgiendo. «Se trata de un juego en el que el lector se convierte en un investigador más. Hay que dejarse llevar por la trama porque hay muchas trampas en el camino». Circunstancia que corroboró Cobo quien aseguró que es un libro lleno de misterios con una trama muy compleja. «Tu novela me ha hecho reflexionar sobre algunas cuestiones de mi vida. Tiene momentos de mucha emoción y me ha dejado muy noqueada. He pensado muchísimo en mis padres», comentó la presentadora. Según Nuria, en esta novela las relaciones paterno-filiales están muy presentes, con lazos familiares muy fuertes. Salvador Navarro explicó que, en cualquier libro o en cualquier película, tiene que haber un momento en el que necesitas respirar profundamente. De otro modo, es como si la historia no te hubiera tocado el corazón.




En cuanto a los personajes, se trata de una novela muy coral, en la que el lector puede encontrar gente de todas las edades. Aunque hay un gran protagonista, cada uno de los personajes tiene un cometido muy específico dentro de la trama. Navarro confesó que eso es algo muy habitual en sus novelas. «A la hora de escribir, por encima de todo está el ser humano, la persona. Por eso dedico mucho tiempo a construir personajes que sean creíbles», declaró el autor. Igualmente, manifestó que también le gusta tocar muchas cuestiones, desde la edad hasta la condición sexual, pasando por las condiciones económicas o los estados mentales. Muchos de los personajes tratan de limpiar sus maldades y destacan las mujeres maduras.

Sobre el título, Salvador Navarro comentó que la idea surgió durante la cena con unos amigos. En aquella velada, se leyeron algunos poemas de Idea Vilariño. «Concretamente, en Ya no, que trata sobre el amor que se rompe para siempre, encontré el título para esta novela. Mucho de lo que se dice en esos versos forman parte de esta historia».




Las novelas de este autor sevillano exploran profusamente los escenarios. Es un detalle que apuntó Nuria Cobo, como una seña de identidad más del autor. «Esta novela se pasea por tres escenarios: Sevilla, Madrid y Nueva York», nos explicó. Salvador confesó ser un amante de la ciudad de Nueva York, y comentó que había disfrutado mucho escribiendo esa parte de la historia. «Me gusta escribir novelas que transcurran en ciudades que me fascinan», confesó.

Muy propenso a estar en constante contacto con sus lectores a través de las redes sociales, se sinceró al manifestar que todo escritor, por muy famoso que sea, debe ser humilde, y no sirve de nada ser un gran escritor si nadie te lee. «Interactuar con los lectores por redes sociales supone para mí todo un aprendizaje. Cualquier texto que publico me sirve para medir la emoción que provocan mis palabras en el lector».

Como cierre al acto, Cobo afirmó que Nunca sabrás quien fui es una novela luminosa y ágil, en la que no solo aparece el amor, sino también la traición, la ambición y el misterio. Y dando paso a las pertinentes preguntas del público, se dio por concluida la presentación tras la firma de ejemplares. 



Sinopsis: Álex Panelas, un joven periodista gallego que malvive en Madrid, contratado por una revista digital de ultraizquierda, recibe amenazas de una millonaria venezolana tras publicar un artículo a favor del régimen chavista. La señora lo seduce para escapar de sus miserias laborales con un trato irrenunciable, cinco mil euros al mes y un apartamento de lujo en Sevilla, a cambio de hacerse amigo de Dan, un empresario treintañero. Sin más. Sin prisas. Con la sola condición de no pedir explicaciones. El reto le abre mil puertas luminosas al gallego, aunque comprende pronto la fuerza destructora de la venganza que esconde ese desafío: una batalla entre familias que hunde sus raíces en el Nueva York de los ochenta. Aun participando a ciegas en el complot, acaba de encontrar una trama explosiva para construir su primera novela, con dos líneas argumentales: el pasado perverso de quien le contrató y el chantaje al que debe enfrentarse conforme la venezolana va subiendo la apuesta. Y esa oportunidad no hay quien se la quite a quien dudaba de su capacidad para nacer como escritor, para crear ficción; un Álex entusiasmado que aprovecha para empaparse de técnicas de escritura y así estructurar una historia llena de flecos y ángulos muertos, sin saber hasta qué punto él va a convertirse en el epicentro dramático de su propia narración.




miércoles, 28 de octubre de 2020

LA INFLUENCIA (TERROR - 2019)

Año: 2019

Nacionalidad: España

Director: Denis Rovira van Boekholt

Reparto: Manuela Vellés, Maggie Civantos, Alain Hernández, Emma Suárez, Claudia Placer, Mariana Cordero, Ramón Esquinas, Bianca Kovacs, David Luque, Daniela Rubio

Género: Terror

Sinopsis: Alicia regresa a la siniestra mansión de la que huyó siendo una niña -un hogar que nunca ha albergado infancias felices-, convertida ahora en una joven madre de familia. Acompañada por su marido y su hija Nora, de nueve años, Alicia busca rehacer su vida mientras se ve obligada a enfrentarse a un pasado que creía enterrado y a un cuerpo que se resiste a morir: el de Victoria, la posesiva matriarca de la familia, quien ha caído en un coma profundo y sobrevive conectada a una máquina, y por la que la pequeña Nora comienza a sentir una fascinación malsana.

[Fuente: Filmaffinity]


Siguiendo con las películas de terror de cara a Halloween, hoy vengo a hablaros de La influencia. Estrenada en 2019, poco o nada sabía de este largometraje, interpretado por Manuela Vallés, Alain Hernández y Emma Suárez, hasta que rebuscando en plataforma me topé con ella.

La influencia, basada en la novela homónima de Ramsey Campbell, narra la historia de Alicia y su familia, -su marido Mikel y su hija Nora-. Enfermera de profesión, y aprovechando que ha encontrado trabajo en el hospital local, la joven regresa a su casa natal, para ayudar a su hermana Sara en los cuidados de su madre enferma. Al llegar, encuentran un ambiente opresivo, una casa enorme, de suelos de madera que crujen, oscura, sucia, lúgubre y maloliente. Victoria, la madre, lleva tres años encamada y seis meses en coma. Desde primer momento, el espectador advierte que Alicia no ha mantenido buena relación con su madre. A diferencia de su hermana Sara, que parece muy influenciada por la madre desde la niñez, Alicia rehúye del vínculo materno-filial. 

La familia se acomoda en la casa. Alicia empieza a trabajar en el hospital y Nora comienza el colegio. Y mientras Mikel busca trabajo, se encarga de poner en orden la casa. Inspeccionando el caserío descubre un sótano lleno de trastos viejos y una habitación con objetos inquietantes. Poco a poco, iremos conociendo porqué la joven se alejó de la familia, qué ocurrió cuando eran pequeñas, porqué ella decidió apartarse de aquel lugar e iniciar una vida en otro lugar. Desde entonces, Sara es la única que se ha hecho cargo de la casa y de la madre, y dado que la situación se ha vuelto insostenible, Alicia decide regresar y echarle una mano. Y es entonces cuando Nora comienza a sentir mucha curiosidad y atracción por la postrada abuela, que vive únicamente porque está conectada a un respirador. Igualmente, la pequeña conocerá a Luna, una niña de pelo rizado a la que únicamente ella puede ver, y que parece tener alguna vinculación con la historia. Y, como era de esperar, pronto empiezan a suceder fenómenos extraños. 

La película pintaba bien. Arranca con una banda sonora potente y unas imágenes en los créditos que son sugerentes, lo que me hizo pensar que estaba ante una historia interesante. Sin embargo, la línea argumental comenzó a decaer tras los primeros veinte minutos. El argumento contaba con buenos mimbres, pero los hechos empiezan a desarrollarse por unos derroteros poco sólidos. En principio, la película cuenta con dos hilos argumentales. Por un lado, todo lo relativo a la madre, al pasado, a la relación con las hijas y a sus extrañas costumbres. Por otro, está Luna, la niña que entabla amistad con Nora. Pero, ¿qué relación tiene una cosa con otra? ¿Quién es Luna? ¿De dónde sale? ¿Qué representa? Lo mismo yo no supe entenderlo, pero para mí La influencia tiene aspectos que hubieran requerido un mayor despliegue. Tampoco entiendo muy bien qué enfermedad padece la madre, de qué modo se convirtió en lo que es, de dónde salen una serie de medallones, o la aparición de un lobo del que no volvemos a saber más nada. A ello, hay que sumar que no se entiende por qué se hacen labores de mantenimiento en un colegio en mitad de la noche. En fin, que me faltan datos o lo que se ofrecen son incongruentes. Sin duda, hubiera sido un producto aceptable de haber tenido un guion bien trabajado, pulido, en el que los hechos se sustenten en causas motivadas. Vale que estamos ante una película de terror, pero no me basta con que las cosas sean porque sí, sin explicar nada.

En cuanto al reparto, no me dice nada. La única cara que llamaba mi atención era la de Emma Suárez. Verla en un registro como este, era una novedad para mí pero, tras el visionado, me inclino a pensar que su papel no encaja ni con su perfil ni con su trayectoria. No entiendo muy bien cómo aceptó un personaje como este, que aporta tan poco, a pesar de ser el epicentro de la maldad que gira alrededor de la casa. 

Por otra parte, y con un par de jumpscares bien logrados, se abusa muchísimo de las escenas oscuras. Es un recurso que no siempre funciona para activar la imaginación del espectador. Se trata de mostrar algo que permita al espectador imaginarse lo que está ocurriendo y generar terror psicológico. Pero, en esta cinta, simplemente no ves nada, ni lo mínimo que se despacha para que el espectador pueda poner su granito de arena. Eso sí, y por señalar algo positivo, me ha gustado un par de detalles que ocurren en segundo plano y en los que hay que fijarse. Lo demás, bajo mi punto de vista, es un sinsentido. 

Con una supuesta venganza como motivación (esto lo imagino, porque tampoco me queda claro) y echando mano de los tópicos del género (a saber, puertas que se cierran solas, objetos que se mueve por sí solos y luces que parpadean), La influencia se queda en un quiero y no puedo. Problemas de guion y mediocres interpretaciones hacen de esta película un producto audiovisual muy pasable, de esos que empiezas a ver y al minuto siguiente estás más pendiente de las notificaciones del móvil. Vamos que, como película de terror no me vale. 



 

Tráiler:                                                                                      Puedes adquirirla aquí:

    
                                                    
                   

martes, 27 de octubre de 2020

JAVIER MENÉNDEZ FLORES: 'En esta novela, no solo he puesto oficio, sino también alma'

Todos nosotros. Si no te suena este título, apúntatelo bien. Desde que la nueva novela de Javier Menéndez Flores salió a la luz, se armó un totum revolutum. No había lector que no estuviera inmerso en la lectura de este libro o que no tuviera inmensas ganas de leerlo. La verdad es que tanto entusiasmo estaba y está justificado. Todos nosotros es una novela negra con una estructura sólida, compleja e interesante. Narra la historia de la desaparición de varias jóvenes, una investigación policial al frente de la cual se encuentra Diego Álamo. Los hechos se inician en 1981, pero un salto en el tiempo, llevará al lector al año 2002.

Todos nosotros es esa novela que te engancha desde la primera línea y te mantiene pegado a sus más de quinientas páginas. La leí, la disfruté, la saboreé y me hizo viajar a la España de la Transición. Pero antes de contaros mis impresiones sobre el libro, os dejo con la entrevista a su autor.

[@Margarita Bañon para Editorial Planeta]

Marisa G.- Javier, casi una veintena de libros publicados, pero esta es tu cuarta novela. Es un género que has ido alternando con otros tantos.

Javier M.- Así es. Mi primera novela, Los desolados, se publicó hace quince años, en 2005. Era una novela de desamor, ambientada en un entorno urbano. Luego he publicado otras dos novelas negras. El adiós de los nuestros, novela policiaca muy trepidante; El hombre que no fui,  una novela de no-ficción, basada en el crimen de los Marqueses de Urquijo, que escribí junto al periodista Melchor Miralles. Y ahora, Todos nosotros. Quiero pensar que esta es mi mejor novela, una obra de madurez plena.

M.G.- He hablado con muchos lectores que están leyendo o han leído tu libro, y hablan maravillas. Incluso mi marido estaba el otro día atacado, cuando solo le quedaba  por leer el epílogo. ¿Tú te esperabas una reacción así?

J.M.- Me alegra lo que me dices. La verdad es que me están llegando muchos mensajes en este sentido. Me están mandando mensajes por privado y estoy leyendo muchas reseñas que son excesivamente entusiastas. ¿Podía prever esto? Bueno, lo que te puedo decir, sin que suene presuntuoso, es que era consciente de lo que tenía entre las manos. Este ha sido un trabajo muy ahondado y muy meditado, fruto de muchas y muchas horas de trabajo. Todos nosotros no ha sido una novela escrita en tres fines de semana. Solo la investigación me ha llevado más de un año.

Y te digo más. Llevo más de veinticinco años dedicado al periodismo, con lo que el oficio está ahí. En esta novela, no solo he puesto oficio, sino también alma. No me he tomado esta novela como una publicación más. Incluso he estado más nervioso que cuando publiqué mi primer libro, porque era consciente de que tenía un material muy bueno entre las manos. De todos modos, las reacciones son impredecibles: Me alegra comprobar que, de alguna manera, ese pálpito que yo sentía, está correspondido con la realidad.

M.G.- Te tengo que preguntar sí o sí por el germen de la novela. ¿Cómo se cuece esta historia en tu cabeza?

J.M.- Todo es pura imaginación. La parte criminal es pura ficción. No está basada en ningún caso real. Se me ocurrió la idea de una serie de desapariciones de chicas y, a partir de ahí, comencé a construir el escenario. A mi modo de ver, ha sido vital que la novela arranque en 1981. La elección del año no fue algo al azar. Por un lado, quería hablar de cómo eran las investigaciones policiales antes de que los medios técnicos y científicos fueran muy avanzados. En ese sentido, se puede decir que esta novela es pre-CSI. Esa serie ha tenido una enorme influencia en muchos autores de novela negra. Hoy en día, se resuelven muchos más crímenes en los laboratorios de la policía científica, o gracias a una cámara, que por el trabajo policial de pesquisas. Quería hablar de una época en la que no había teléfonos móviles, ni pruebas de ADN, ni cámaras de seguridad, por lo que, los policías del año 1981 tenían que hacer de la necesidad, virtud. Tenían que recorrer las calles con una libreta y un bolígrafo en la mano, hablar con muchísima gente, ser analíticos y completar un puzle con toda la información que iban recopilando. Me parecía que ese modo romántico de trabajar, tan artesanal, podía ser muy seductor para el lector.

Por otra parte, quería hablar de un año en el que estaban pasando muchas cosas en Madrid. Veníamos de una larga dictadura. Unos meses antes de que arranque la acción de mi novela, se produce la intentona golpista. Estamos hablando del último tramo de la Transición. Era un momento en el que se respiraba una efervescencia social, cultural y política, que ha sido única en la Historia reciente de nuestro país. Creo que no se ha vuelto a dar un momento como ese. Me interesaba hablar de esa época en la que España salía de un largo túnel y empezaba la modernidad, gracias a la cultura, a la música, al deseo de libertad, y a la necesidad que tenía la gente de ocupar las calles y las plazas.

M.G.- Y te das un importante chapuzón en ese renacer, no solo de Madrid, sino de toda España. La novela cuenta con muchísimas referencias a hitos históricos, a la promulgación de leyes, a sucesos,.... Ese retrato de España es de una profundidad brutal que habrá supuesto una documentación tremendamente ardua.

J.M.- Una novela negra tiene que entretener y si el autor no lo consigue, entonces ha fracasado. Por eso, mi novela arranca con un misterio en la primera página y cuenta con un suspense que recorre toda la historia. El lector que demanda este tipo de novelas está ávido de rockn'roll. Lo que quiere es marcha, quiere tempestades, y esta novela las tiene.

En cuanto a la documentación, lo más difícil ha sido imbricarla en la narración, ir introduciéndola sin que estorbe y sin que se noten los costurones. Las novelas, además de entretenidas, tienen que enseñar algo. Porque de esa forma, el lector tiene la sensación de que ha sido un libro aprovechado. He querido trasladar al lector una parte de todo lo que he aprendido al documentarme. Todos nosotros no solo es una novela negra, sino también una crónica social de la España de las dos últimas décadas del siglo XX.

M.G.- Estoy totalmente de acuerdo, Javier. Como dices, la novela arranca en 1981  y nos vas a mostrar cómo trabajaba la policía en esos años. Pero también tenemos un segundo hilo temporal, que se desarrolla en 2002. Las cosas han cambiado mucho y es algo que veremos en el modus operandi de la policía. En este sentido, Todos nosotros es una novela de contrastes.

J.M.- Exacto. Hay mucho contraste. Existe la idea del bien y del mal, de la luz y de la oscuridad. En cuanto al funcionamiento de la policía, Diego y Guzmán, -los policías en 1981-, representan los dos modelos de la España de aquel entonces. Por un lado, Guzmán simboliza a la España franquista y a los que simpatizaban con ella, a los que se resistían a que se produjera un cambio hacia la democracia. Por otro lado, Diego es el policía demócrata, en el que se ha formado en democracia. Entre ellos se producen fricciones porque cada uno entiende su profesión, y la vida en general, de una manera distinta. Así que la novela tiene todo el rato esa lucha de contrarios.

Además, existe también ese contraste entre la policía de antes y la de ahora. Toda la acción que se desarrolla en 2002, muestra una España garantista, en la que se respetan los derechos de los detenidos. Por supuesto, no había nada de esto en los años 80. Y no digo que todos los policías fueran como Guzmán, pero la mayoría eran gente expeditiva, que no reparaba en barras. Para ellos, el fin justificaba los medios, y más aún cuando se hablaba de un asesino. Ahí no se andaban con sutilezas. Si entendían que tenían un sospechoso y que este tenía que cantar la Traviata, le apretaban las tuercas sin pensarlo. He querido mostrar esas dos España tan distintas, en un lapso de tiempo que no es tan largo. En las dos últimas décadas del siglo XX, España entra no solo en la modernidad sino que se convierte en un país en el que los derechos constitucionales de los ciudadanos son plenos.

M.G.- Plenos también para los delincuentes. Escuchándote se me ha venido a la mente esa voz popular que se alza cuando se produce un asesinato que no termina de resolverse. Te pongo el ejemplo del caso Marta del Castillo, en Sevilla. Llevamos muchísimos años a la espera de que los culpables dejen de mentir y digan la verdad. ¿Dónde está Marta? ¿Qué ocurrió aquella noche? Y esa voz popular que te menciono siempre grita lo mismo, que quizá la policía es demasiado laxa, o se ve obligada a ello, porque existe una Constitución y unos derechos. Sin embargo, es inevitable pensar que, en ocasiones, los delincuentes están excesivamente protegidos.

J.M.- Es lo que tiene la democracia. Vivimos en un sistema garantista que me parece bien. Pero también es verdad que si sacas la parte más visceral que todos llevamos dentro, sobre todo cuando hablamos de cosas tan sensibles como son los secuestros de chicas, las violaciones y los asesinatos, como el que tú has citado, nos ponemos al mismo nivela. Es igual que lo que pasó con la guerra sucia contra ETA. EL GAL no debió de existir nunca.  La democracia tiene otras armas. El Estado de Derecho no puede ceder ante ese tipo de impulsos primarios. Esto no es el Oeste. Aquí no vale el ojo por ojo. La democracia está en un peldaño superior. Y eso hay que entenderlo así.

M.G.- En cualquier caso, es alucinante el estudio que haces de la Policía, de su evolución, de su estructura, de las innovaciones, de las fusiones, de las conexiones entre unas unidades y otras. Eres como el Dios de la Policía. Lo sabes todo. 

J.M.- Un crítico de libros de Onda Cero Alicante me preguntó primero si había estudiado criminología porque decía que el estudio y el retrato que hago de la evolución de la policía española, desde el franquismo hasta hoy es impecable. He buceado mucho en documentos. Con El hombre que no fui, tuve acceso a mucha documentación policial con la que me manejo bien. Aparte, he leído muchísimos libros. Y, a través de un inspector de policía, he podido contactar con gente que trabajó en la Brigada Regional de Policía de aquel entonces. Ellos me han resuelto muchas dudas, a través de un inspector de policía, que me ha podido ayudar. 

Todo ese análisis de la policía y de su evolución no fue algo premeditado. Surgió a medida que empecé a construir la historia. Me pareció interesante ofrecer al lector esta información, para que aprendiera, para que viera cómo había evolucionado la policía desde los años 70, recién muerto Franco, hasta nuestro días. Del año 2002 para acá, tampoco ha habido tantos cambios. 

M.G.- Javier, no debemos olvidar que en esta novela también hay amor. Diego Álamo tiene un amor que lo marca muchísimo a lo largo de toda su vida.

J.M.- Me alegra que lo menciones. Volvemos a lo mismo. En la novela hay muchos contrarios. Por un lado está la crueldad y la dureza, y por otro lado, el amor, la esperanza y la ternura. Eso es lo que verdaderamente nos salva. Por muy mal dadas que vengan las cosas, si tienes amor en tu vida y te agarras a él, al final te vas a redimir. He querido alejarme de los tópicos en las novela de género que te muestran a un policía, que bien es un súper hombre o es un anti-héroe. Diego es una persona feliz y muy enamorada de su novia, y además un policía vocacional, con una integridad absoluta, totalmente insobornable. He querido construir la figura de un héroe romántico, un símbolo de la pureza. Diego tiene la desdicha de haber nacido con una manera de ser predeterminada, y se convierte en esa persona que tiene que soportar el peso de la humanidad. Él va a intentar que nuestro mundo sea un lugar más habitable. 

M.G.- No cabe duda de que esta novela es muy cinematográfica. No sé si te lo has planteado o ya te han lanzado el anzuelo. Estoy convencida que de aquí a unos años la vamos a ver en el cine.

J.M.- Me lo han comentado en prácticamente todas las entrevistas. Más como película, como serie, por la extensión que tiene. No te voy a negar que a mí me encantaría. Eso confirmaría además que la novela no solo tiene recorrido como historia narrativa sino también como producto audiovisual. Pero te garantizo que no fue escrita con esas pretensiones. Lo que más me interesa de esta historia es el libro en sí. Me gustaría que funcionara muy bien como novela y si el producto audiovisual viene, pues bienvenido sea. Lo celebraré con los brazos abiertos, pero mi pretensión no era esa. 

M.G.- Por último, has puesto el listón muy alto. Eso supone mucha responsabilidad de cara a la próxima novela.

J.M.- Pues sí, ya lo creo. Ahora pienso en una novela criminal que esté a la altura de esta y se me hace muy difícil. Tengo que encontrar el espacio de tranquilidad necesario para que me venga una idea muy original a la cabeza o no tan original. En realidad, la desaparición de unas chicas en sí no es algo nuevo, más bien al contrario. La originalidad reside en el tratamiento que le da cada autor a la historia.

M.G.- Pues esperaremos que te venga esa idea. Seguiremos en contacto por las redes o nos veremos con la próxima novela. Gracias, Javier.

J.M.- Por supuesto. Muchas gracias a ti.



Sinopsis: Madrid, 1981. Una pareja de inspectores de policía investiga el atropello mortal de una joven completamente desnuda cuya autopsia revela unas terribles lesiones previas al accidente. Poco después, dos chicas de edades similares desaparecen. Las tres fueron vistas por última vez en locales de copas. Comenzará así una absorbente intriga criminal, que abarca dos décadas, en la que la acción y la psicología de los personajes se entrelazan con maestría. El Madrid del final de la Transición, en donde los feroces métodos franquistas seguían vivos, contrasta con el de una democracia ya asentada aunque expuesta a los peligros del mundo globalizado.

Una novela que no da tregua al lector gracias al ritmo, el suspense y la violencia, con un final épico, tan sorprendente como demoledor, que reflexiona sobre la complejidad del ser humano y sus zonas más oscuras, pero también sobre la fuerza todopoderosa del amor.

lunes, 26 de octubre de 2020

EL LENGUAJE DE LAS MAREAS de Salvador Gutiérrez Solís

Editorial: Almuzara
Fecha publicación: Junio, 2020
Precio: 21,00 €
Género: Narrativa
Nº Páginas: 448
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788418205460

Autor

Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba) ha publicado, entre otros, los siguientes títulos: La novela de un novelista malaleche (Finalista del Premio Nacional de la Crítica, 1999), Spin Off (2001), El sentimiento cautivo (2005), El batallón de los perdedores (2006), El orden de la memoria (2009) o El escalador congelado, que obtuvo el Premio Andalucía de la Crítica, en 2013. Su anterior novela, Los amantes anónimos, inicia la saga protagonizada por Carmen Puerto, la brillante y atípica inspectora de El lenguaje de las mareas. La obra de Gutiérrez Solís se puede encontrar en decenas de antologías. Ha sido traducido a varios idiomas, ejerce la crítica literaria en diferentes publicaciones, colabora en las secciones de Opinión y de Cultura del Grupo Joly (Diario de Sevilla, El Día de Córdoba, etc.).

Sinopsis

La noche del 30 de agosto de 2018, dos chicas de 17 y 18 años, Sandra Peinado y Ana Casaño, desaparecen sin dejar rastro en Punta del Moral, Ayamonte, junto a la frontera con Portugal. Sandra es hija de un personaje de máxima actualidad, implicado en un caso de corrupción política. Y Ana es una joven de fuerte temperamento que mantiene una relación muy complicada con sus padres. Ambas son adoptadas y pasaron sus primeros meses de vida en orfanatos de su Rusia natal.

Carmen Puerto, inspectora apartada del Cuerpo Nacional de Policía en los últimos tiempos, desde su confinamiento entre capuchinos, tabaco y poemas de Dylan Thomas recibe la llamada de sus compañeros Jaime Cuesta y Julia Núñez, que una vez más vuelven a convertirse en sus manos y ojos en el exterior, para enfrentarse a su caso más complicado. Así comienza este trepidante thriller en el que sucesos reales que han contado con una gran repercusión mediática se transforman en elementos de ficción al servicio de una historia de ritmo implacable, en un escenario tan bello como turbador.

El regreso a la novela de Salvador Gutiérrez Solís, de la mano de Carmen Puerto, la inspectora de policía más singular y carismática que ha deparado la novela negra española en los últimos años.

[Información tomada directamente del ejemplar]


«La cubierta recuerda a la película Isla Mínima», es lo que me dijo mi marido en cuanto tuvo la nueva novela de Salvador Gutiérrez Solís entre las manos. Y verdaderamente, es así. Durante la lectura, me apetecía mucho indagar en sus escenarios, visitar ese punto concreto del sur de España en el que los hechos transcurren. Me conformé con echar un ojo en Google Earth, y mirar, a vista de pájaro, los lugares por los que se mueven los personajes de esta novela.

Me acerqué por primera vez a Salvador Gutiérrez Solís a través de su obra Biografía autorizada, una narración musical que cuenta las andanzas de Carlos J, un músico con altibajos (puedes leer la reseña aquí). Aquella lectura me llevó a Los amantes anónimos (reseñada aquí), una novela policíaca que supuso el debut de una singular protagonista, Carmen Puerto. Aquel personaje, nacido con vocación de convertirse en saga, vuelve a protagonizar, o a co-protagonizar, otra aventura más en El lenguaje de las mareas, y en esta historia volveremos a verla con sus manías y sus dislates.

Si hay algo que premio al enfrentarme a una lectura es la originalidad. En las novelas policíacas, como es el caso, siempre vamos a encontrar a un asesino despiadado y a unos investigadores sagaces. Por regla general, la acción suelen transcurrir en las grandes ciudades -Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,...- pero el crimen campa a sus anchas por cualquier punto del planeta, incluso por Huelva. Que Salvador Gutiérrez haya optado por desarrollar la trama de su novela en Ayamonte, un pueblo costero de Huelva, que multiplica considerablemente su población durante el verano, me parece un punto de originalidad a tener en cuenta. Además, no centra la acción en el propio pueblo, sino en una zona de marismas de la que no sabía nada, de territorios irregulares, llena de meandros, con brazos de mar que bailan al son de las mareas. De ahí que antes dijera que lo que me apetecía durante la lectura era parar un momento, y viajar virtualmente a esos escenarios tan peculiares a través de Google. Lo he hecho.


La acción de El lenguaje de las mareas se inicia el 30 de agosto de 2018, con la desaparición de dos jóvenes -Ana Casaño y Sandra Peinado-. Las dos amigas disfrutaban de una noche de verano cuando, tras abandonar el chiringuito La Hamaca, desaparecen sin dejar rastro. Hasta allí envían al inspector madrileño Jaime Cuesta, cuyo matrimonio hace aguas, acompañado de la subinspectora Julia Núñez. Ambos tendrán que llevar a cabo la investigación por la desaparición de las jóvenes. 

Ana y Sandra son dos adolescentes. De procedencia rusa, fueron adoptadas cuando eran bebés. Ambas forman parte de buenas familias que acostumbran a pasar los veranos en esa zona de Huelva. Los padres de Ana -Juan y Elena- están separados y se llevan a matar. Ana tampoco es una joven dócil. Son frecuentes las disputas con sus padres y su hermana Raquel. En el caso de Sandra, su padre Alfonso, es un empresario implicado en un caso de corrupción, así que la desaparición de las chicas cobra aun mayor relevancia mediática. ¿Está el padre de la joven implicado en la desaparición de su hija? A ello hay que añadir la presencia de otro personaje más, Alejandro Jiménez, un mexicano vinculado con el narcotráfico. 

Inicialmente, el caso es asignado a Jaime y a Julia. Para seguir los últimos pasos de las chicas, los investigadores contarán con la colaboración del guardia civil Miguel Castro, y tratarán con la gente del pueblo. Al margen de interrogar a los padres de las jóvenes, investigan también a sus amigos, antiguas parejas o familias de la zona. Empezarán a salir a la luz relaciones furtivas, confidencias, secretos, suicidios, sospechas y hábitos poco saludables.

Pero esta novela tiene un pilar de carga, un personaje que, si bien no tiene un protagonismo principal desde las primeras líneas, irá ganando terreno, poco a poco. Jaime y Julia, dada la complicación del caso, tendrán que contar con la ayuda de "la pirada", como denominan a Carmen Puerto. Para los que no hayáis leído la novela anterior, os diré que Puerto es una policía apartada del Cuerpo tras complicaciones en un caso. Vive encerrada en su casa del barrio de Nervión, en Sevilla, y desde allí indaga, hace cábalas y orienta esta investigación. Con eficaces contactos en la Deep Web, que la ponen sobre aviso de todo aquello que los sospechosos quieren ocultar, Carmen Puerto será una pieza clave en el engranaje de esta investigación

Y para el lector que llegue virgen a las novelas de Gutiérrez Solís, el autor se encarga de ofrecer la información suficiente que nos va a permitir conocer el entorno personal y laboral de esta insólita mujer. Sus rutinas, sus manías, sus gustos, la tranquilizadora presencia de un vecino, la distribución de su hogar, así como referencias al caso investigado en la novela anterior, información que me ha resultado valiosa pues tan solo tenía un recuerdo difuso.

El lenguaje de las mareas no es solo una novela policíaca, llena de suspense e intriga. Me gustan que las historias además de entretener, aporten algo más. La obra de Salvador Gutiérrez me ha descubierto hechos desconocidos, como el asentamiento almeriense en Punta del Moral, "una zona sin colonizar a escasos kilómetros por tanto, de la frontera entre España y Portugal", a donde llegaron pescadores de Carboneras y Cabo de Gata a finales del siglo XIX, en busca de unas aguas donde encontrar buena pesca. El autor ahonda lo suficiente como para morder la curiosidad del lector e indagar algo más. Y también se hará un somero retrato del pasado contrabandista de Ayamonte en los años 70, que contribuye a la construcción del relato. 

Por otra parte, la ambientación está muy cuidada. Los hechos se desarrollan en una zona rural, de dimensiones pequeñas, donde todo el mundo se conoce. Suelen ser lugares donde unos conocen los secretos de los otros, donde estos protegen con su silencio a aquellos, y entornos en los que las rencillas cobran gran dimensión. Los escenarios quedan bien descritos. Los que por cercanía conocemos en mayor o menor medida la zona, nos sentiremos cómodos con los pasajes descriptivos. No obstante, si los espacios te resultan desconocidos, Gutiérrez Solís aporta la información suficiente como para que el lector se haga una composición de lugar. 

Cuidado están también los diálogos, ejecutados por hombres de la mar, sureños, tan cercanos a la frontera lusa que han hecho propios algunos vocablos portugueses. Gutiérrez Solís se esmera a la hora de dibujar la particular idiosincrasia de los habitantes de esta zona y se esfuerza en otorgarles una sólida personalidad. 

Con capítulos, algunos de corta extensión, encabezados por referencias temporales que ubican al lector en la línea del tiempo, la novela está escrita en tercera persona, empleando el presente como tiempo verbal. Esta circunstancia da inmediatez a la acción y permite al lector ser un miembro más de la investigación en curso.

En definitiva, El lenguaje de las mareas ha resultado una buena lectura. Sin un ritmo frenético, con algún baile de nombres y fechas, y algún pequeño detalle que me descolocó, admito que esta novela cuenta con una trama muy bien urdida, y con personajes que te llevan de la mano hacia los restantes. Una novela policíaca que huele a sal marina.

Ah, precioso el homenaje que le hace a la novela Sábado, Domingo de Ray Loriga.



[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

sábado, 24 de octubre de 2020

SEPTIEMBRE... ¡DE UN VISTAZO! (#09/2020)

Llevo más de una semana sin aparecer por aquí. Otros menesteres han requerido mi atención, esos traspiés que a veces nos pone la vida, que llegan en un segundo, y terminan por ocuparlo todo. Casi sin hacer ruido, voy a intentar regresar a este espacio, a los libros y a las lecturas. No he leído ni una sola línea en los últimos doce días.

Y para regresar, empiezo con el repaso al mes de septiembre. No estuvo mal. Aunque el Covid no ha permitido que las cosas vuelvan a la normalidad, nos hemos ido adaptando a las nuevas circunstancias, a los encuentros virtuales, a las entrevistas por teléfono, a las presentaciones con distancia de seguridad. No cabe otra. Pero a mí todo esto me sabe igual de mal que las comidas sin sal. En fin, es lo que hay. Vayamos por ese repaso.



[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos 
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]


Los comprados

Fiel a mi propósito de no dejar de comprar libros, acudo con relativa regularidad a las librerías. Dos fueron los libros que se vinieron a casa. El lector con el que convivo está empeñado en comprar y leer todo lo que Murakami publique y, poco a poco, lo va consiguiendo. Los años de peregrinación del chico sin color (Tusquets) ya está leído y ocupa su lugar en las estanterías.




En lo que a mí respecta, también voy completando colecciones. A veces me apetecen lecturas livianas y divertidas. Como soy fan de Enfermera Saturada, el pasado septiembre compré El guardián entre el ibuprofeno (Plaza & Janés), que también está leído ya. 

Los recibidos

Septiembre arrancó con fuerza. Ediciones Alfar publicó Manolito de Emilio Alonso, obra ganadora del V Concurso de Narrativa Manuel Díaz Vargas, y de la que me han hablado muy bien. Le he echado un ojo por encima y no pinta nada mal.



Y también sacó a la luz Una callada sombra de Sainz Irles. Tengo ambos libros sin leer todavía. Confío en poder leerlos cuanto antes.



La editorial Páginas de Espuma publica Las voladoras de Mónica Ojeda. Aún no he tenido tiempo de lanzarme a este volumen de ocho cuentos, pero es un género que me encanta. Además, he leído buenísimas opiniones y otros autores me han recomendado a Ojeda. Por todo ello, estoy segura de que me va a gustar mucho este libro, del que espero poder hablaros muy pronto. Todavía me queda por reseñar La claridad de Marcelo Luján, obra publicada por esta misma editorial. 



La Editorial Planeta puso al alcance de los lectores dos títulos más. Por un lado, Ahora te toca ser feliz de Curro Cañete es un libro de autoayuda en el que el autor mezcla sus experiencias personales con diversas reflexiones y tips que nos pueden ayudar en momentos complicados. 



Por otro lado, En Auschwitz no había prozac de Edith Eger. Me encantó este libro. Antes de su lectura, jamás me hubiera imaginado que pudiera encontrar en él enseñanzas tan valiosas. Más abajo os dejo el enlace a la reseña, por si os apetece echarle un vistazo.

La misma editorial publicó un libro que me ha impresionado sobremanera. El periodista Jordi Évole firma Confinados. Historias de una pandemia que paralizó el mundo. Este volumen recoge parte de los testimonios y entrevistas que Évole realizó, de manera virtual, durante el confinamiento. Hay pasajes que son duros, pero bellísimos. Os hablo pronto de este libro.





El XXV Premio Fernando Lara recayó este año en el escritor Gonzalo Giner por La bruma verde. En este post, os hablé del acto de entrega de este galardón, al final del cual, obsequiaron a los asistentes con un ejemplar sin corregir. La bruma verde, en su versión venal, ya os espera en las librerías.

Para las lecturas y los encuentros virtuales organizados por Pepa Muñoz de Qué locura de libros, tuve la ocasión de zambullirme en La operadora de Gretchen Berg (Duomo). Fue una lectura muy agradable y que disfruté bastante.





Desde Alrevés, lo último de Graziella Moreno. Su nueva novela, El salto de la araña cuenta con una sinopsis a la que te costará resistirte. De momento, no he encontrado el hueco para leerla pero me apetece estrenarme con la autora. 


Para las entrevistas, llegó a casa Armonía en ocho partes de Mónica Gómez Pedreira, una joven cuya vida está inmersa en la multiculturalidad. Esto se refleja en sus libros, donde conjuga su pasión por los viajes con la escritura. Asegura que viajar constantemente a diferentes continentes le ha brindado la oportunidad de empaparse de las diferentes culturas de muchos países y de la idiosincrasia de sus habitantes. Pues bien, vía mail, pude conversar con esta autora, comprometida socialmente, sobre la que es su segunda novela. Pronto publicaré la entrevista.

Y fue un placer charlar con Emma Lira, sobre su último libro El último árbol del paraíso(Espasa). Se trata de una novela aventurera que nos traslada a lugares exóticos y a la búsqueda de la especie más preciada, el clavo.





Me encantó conversar con Xacobe Pato. El autor gallego, y librero en Cronopios, recoge en Seré feliz mañana (Espasa), buena parte de las reflexiones que ha ido volcando en Instagram, en estos últimos años. 

Y muy interesante fue hablar con Javier Menéndez Flores sobre Todos nosotros (Planeta). Resultó una lectura llena de intriga y suspense, de la que os hablaré pronto.



Me gustan las novelas de Manel Loureiro. Hasta el momento, me he leído todas las que ha publicado, y así será con La puerta (Planeta). Tenía en mente conversar con el autor en estas semanas pero, debido a las circunstancias que he vivido, lo he tenido que posponer. 


Sin embargo, sí fue posible conversar con Noemí Sabugal. La autora leonesa acaba de publicar un libro singular, titulado Hijos del carbón (Alfaguara). Se trata de una obra que trata de retratar la industria de la minería del carbón en España, a través de anécdotas familiares (Sabugal es bisnieta, nieta e hija de mineros) y de testimonios de familias que han dedicado su vida al subsuelo. 


La Fundación José Manuel Lara concedió dos premios durante el mes de septiembre. El Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2020 recayó en el autor Jesús Albarrán Ligero, por su libro titulado A boy walking. Bob Dylan y el Folk Revival de los sesenta. A su vez, el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2020 se concedió a Antonio Serrano Cueto, por Italo Calvino. El escritor que quiso ser invisible.





Para dar a conocer las dos obras galardonadas, diversos medios de comunicación fueron convocados a una rueda de prensa-almuerzo, de la que os hablé en este post.

La editorial Destino organizó un encuentro virtual con María Oruña. Para poder conversar con la autora sobre su última novela, El bosque de los cuatro vientos, nos reunimos un grupo de lectores desde diversos puntos de España y conversamos con ella durante algo más de una hora. En mi caso, era la primera vez que leía algo de Oruña y admito que me ha gustado.


Los ganados

Poca actividad. Cero oportunidades.  

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