Mostrando entradas con la etiqueta Plaza & Janés. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Plaza & Janés. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de diciembre de 2024

JULIA NAVARRO: "LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD ES UNA HISTORIA DE MIGRACIONES"

El pasado día 30 de octubre un grupo de lectores tuvimos un encuentro con la autora Julia Navarro, que visitó Sevilla para promocionar su última novela El niño que perdió la guerra (Plaza & Janés). Sentarse con un autor o una autora para debatir sobre sus libros siempre supone un aliciente y un añadido que contribuye a mejorar la lectura de una obra. Las preguntas curiosas de los que nos reunimos con ella fueron saliendo a la luz, interrogantes a los que Julia Navarro fue dando respuesta poco a poco, compartiendo con nosotros las emociones que le invadieron durante la escritura. Hace muchos años, en otro encuentro similar, nos confesó que le gustaba sentarse a conversar con sus lectores, de los que siempre aprendía algo nuevo. A juzgar por la complicidad y el buen ambiente que reinó durante aquella hora de conversación, sigue disfrutando de esos momentos que le permite la promoción de sus novelas. Así que, reunidos en un discreto rincón, fuimos desgranando la trama de esta novela,  protagonizada principalmente por dos mujeres, Clotilde y Anya. La primera es española y trabaja como caricaturista en un diario. La segunda reside en Rusia y es pintora. Clotilde es la madre de Pablo, el niño que tendrá que dejar su familia para marchar a la Unión Soviética. Allí será acogido por Anya, que se convertirá en su segunda madre. La acción se desarrolla entre el invierno de 1938 y la primavera de 1939, años en los que España está sumida en la guerra civil. La República tiene las horas contadas. Por su parte, la Unión Soviética vive bajo el yugo del régimen de Stalin.




Como primera pregunta, quisimos saber por qué había querido escribir esta novela. Julia Navarro nos respondió que «este es un libro que me ha costado toda la vida», una novela en la que se recogen todas las preocupaciones y obsesiones de la autora, que son recurrentes en sus libros.  Aseguró que no tiene claro cuándo surgió la idea de escribir este libro. «Probablemente, surgió hace mucho tiempo y sin darme cuenta». Nos explicó que el origen de esta novela podría estar en las lecturas que hizo sobre los poemas de Anna Ajmátova, porque aquellos versos la sacudieron. Hizo alusión a un pasaje de la vida de esta poeta y que se narra en la novela. Nos contó que Ajmátova, haciendo cola delante de los muros de la prisión de Leningrado, fue interpelada por una mujer que la reconoció. Aquella señora se le acercó para preguntarle si ella podía contar lo que sucedía en la Unión Soviética. «Ella respondió 'sí, puedo' y aquella respuesta me produjo una doble sacudida», confesó la autora. Es decir, aquella mujer le estaba pidiendo a la poeta que hiciera público lo que el régimen totalitario estaba haciendo a los ciudadanos, anular cualquier atisbo de libertad. «Nosotros también hemos vivido en un régimen totalitario, e imagino que, el pasado de España, unido a las lecturas y a aquella frase de Ajmatova, fue lo que hizo que esta novela empezara a configurarse, sin yo saberlo», añadió.

El desarraigo vuelve a ser un tema importante en esta novela, ese romper con las raíces y la obligación impuesta a hombres, mujeres y niños, que tienen que exiliarse a otro lugar. Es un tema que Navarro analiza con frecuencia en sus libros, que le preocupa, y confiesa que suele ponerse con frecuencia en la piel de los otros. «Cada vez que veo esas imágenes mostrando a personas que llegan a las costas españolas o que intentan llegar a Europa por distintos lugares me impresionan sus rostros». Dijo Julia que en esos rostros ve el miedo, la desolación y la incertidumbre.  Comentó que ella se preguntaba muchas veces cómo se sentiría si mañana tuviera que dejar atrás su vida para marcharse a otro país, «y tener que aprender una lengua nueva, unos códigos de conducta, una cultura distinta». A través de su labor como colaboradora en la Ong Entreculturas, ha conocido a muchos inmigrantes y también a los que trabajan en las labores de acogida. «Todos ellos me han hablado de violencia, de miseria, de hambre, o de guerra y me siento especialmente sensibilizada hacia ese dolor y a esa tragedia», afirmó. Continuó comentando que no debemos olvidar que todos hemos sido emigrantes de un modo u otro, ya sea a través de una vivencia directa o a través de nuestros antepasados, quienes un día dejaron atrás su lugar de nacimiento, para marcharse a otro pueblo, a otra ciudad, o a otro país, buscando una vida mejor. «La historia de la humanidad es una historia de migraciones porque, a lo largo de los siglos, el hombre se ha movido de un lugar a otro, buscando siempre un destino donde poder vivir mejor».

En cuanto a los personajes, inevitablemente hablamos de las dos grandes protagonistas de la novela, Clotilde y Anya. Entre ellas existe el hilo conductor de la cultura. Clotilde es dibujante y caricaturista, mientras que Anya es poeta. Serán dos mujeres que viven en un régimen que pretende asfixiar su creatividad y la forma de ser y de pensar de cada una las hubiera hecho simpatizar, si ambas hubieran vivido en el mismo país. «Además tienen algo muy importante, que es un hijo en común». Porque Anya se hará cargo de Pablo, el hijo de Clotilde, al que, con cinco años, envían a la Unión Soviética para alejarlo de una España en guerra. Anya será también como una piedra en el zapato y no solo para el régimen de Stalin, sino para su propia familia. «Para su padre es una tragedia tener una hija como Anya», nos explicó la autora, aunque, con el paso del tiempo, ese padre, artífice de la revolución y compañero de Lenin, verá cómo el régimen irá devorando y fulminando a toda su familia, incluso a su hija Anya, a la que enviarán a un gulag. «Tener que convivir con eso es complicado, es un personaje de tragedia griega»

Entre Clotilde y Anya, Pablo tendrá dos madres porque, asegura Navarro, «las dos son igual de madres para él». Clotilde es su madre biológica y Anya la adoptiva, junto a la que ha crecido, y junto a la cual se hará un hombre. Clotilde y Anya son dos mujeres con sus imperfecciones porque «en mis libros no hay personajes perfectos». A Navarro no le interesan los héroes ni las heroínas«siempre intento escribir sobre situaciones que nos puede haber pasado a cualquiera de nosotros». Confiesa la autora que le interesa el ser humano y su complejidad«la gente que sufre, que se equivoca, que comete barbaridades pero que también es capaz de llevar a cabo actos importantes en favor de la libertad y de los demás».

Ahondando aún más en los personajes, también estuvimos hablando del marido de Clotilde y de Anya, dos hombres con ideas muy diferentes a las que defienden sus esposas. En el caso de Boris, marido de Anya, terminará pagando las consecuencias de haberse casado con una mujer como su ella. Pero entre todos los nombres que aparecen en la novela, surgieron dos más. Por un lado, Enrique, «un hombre que se marcha de España porque no quiere participar de la lucha fratricida que se está gestando».  Dijo Navarro que de los personajes como Enrique se habla poco porque su actitud podría ser etiquetada por otros como de poco heroica y poco entregada. «Sin embargo, Enrique representa al común de las personas, es el antihéroe». Un personaje querido por la autora y sobre el que trabajó mucho.

El otro nombre que surgió en nuestra conversación fue Igor, el hijo de Anya. Este niño lo tendrá complicado porque tendrá que acostumbrarse a la presencia de Pablo. «Igor tendrá que compartir con este niño al que no conoce de nada, su habitación, sus juguetes y a hasta su madre. Es un niño que reacciona de la manera más natural». Al principio será difícil para él pero «será el tiempo el que consolide su relación y los convierta verdaderamente en hermanos».

Quisimos saber también porque había titulado así esta novela y nos respondió que los niños siempre pierden las guerras que previamente han perdido sus padres. «Las guerras que han perdido los padres marcarán luego a los hijos», al formar parte de un bando perdedor. En este caso, el título hace referencia a Pablo, que huye del infierno de España para luego encontrar otro similar en la Unión Soviética. «El padre de Pablo es el que decidirá mandar a su hijo a Rusia para alejarlo de la guerra en España». Aunque la Unión Soviética no fue el único destino. Otros niños fueron enviados a Francia o México pero, «el problema de los niños que fueron enviado a la Unión Soviética es que luego no pudieron volver porque el régimen franquista no tenía relación con el régimen de Stalin», explicó Navarro. 

El niño que perdió la guerra se configura como un alegato en favor de la cultura, siendo esta la única vía de escape del ser humano que vive en una dictadura. «Generalmente, los escritores, los músicos, los pintores,... ponen muy nerviosos a los autócratas porque son personas que tienen pensamiento propio y que expresan a través de una manifestación artística al alcance del resto de la ciudadanía».

Dedicada a los que saben y se atreven a decir «no», reconoce la autora que esta es una novela dura y dolorosa, cuya escritura se lo ha hecho pasar mal. «Mientras lo escribía no podía ser indiferente a lo que estaba contando». Pretende Navarro plantear también un análisis de la política actual porque, a su juicio, la democracia es un asunto de todos y todos somos responsables de su cuidado.

De este modo se puso fin al encuentro que mantuvimos con Julia Navarro, una charla amena y distendida sobre El niño que perdió la guerra, novela que ha conmovido a muchos lectores.


Sinopsis: Madrid, invierno de 1938

Clotilde, una artista gráfica que dibuja caricaturas para los diarios republicanos, asiste en Madrid a los últimos meses de la Guerra Civil. La caída de la República es inminente, por lo que su marido, militante comunista que trabaja para los rusos, decide enviar a Moscú a su hijo Pablo, de tan solo cinco años, en contra de su voluntad. Clotilde se resiste con todas sus fuerzas, pero no logra evitar que el comandante Borís Petrov emprenda ese arriesgado viaje por una España en llamas para cumplir con el deseo de su camarada de llevar a Pablo a la Unión Soviética, donde Stalin está levantando un nuevo país sobre las ruinas del antiguo régimen.

Moscú, primavera de 1939

Allí es recibido por su nueva familia que, conmovida por su trágico exilio, acoge con afecto a un niño exhausto y enfermo. Anya no duda en cuidar de Pablo como si fuese su propio hijo, sin hacer distinciones con Igor, su hermano de adopción. Hija y esposa de dos orgullosos héroes de la Revolución -su padre luchó junto a Lenin, su marido a las órdenes de Stalin-, Anya ama la poesía y la música, aficiones sospechosas y burguesas a los ojos del poder. Mientras sus ilusiones naufragan en el ambiente cada vez más opresivo del terror estalinista, su espíritu se rebela contra la injusticia, la miseria, la ausencia de libertad y el Gulag.

Pablo crece entre el recuerdo cada vez más tenue de su madre, que no ceja en su empeño por recuperarlo, y el cariño de Anya, quien le transmite su amor por la música, la literatura y sus deseos de libertad. Dos mujeres unidas por el destino de un niño y enfrentadas al mismo espejo: el de las ideologías totalitarias a las que sucumbió el siglo xx.

Se puede perder una guerra, pero se puede ganar la libertad


jueves, 4 de abril de 2024

REYES MONFORTE: ❝La condesa Tarnowska parece más un personaje de ficción que un personaje real❞

Me encantan las novelas de Reyes Monforte. No hay ni una que no me haya gustado. Y es que esta escritora siempre me ofrece historias fascinantes y me descubre a personas, especialmente mujeres, que han tenido una vida de película. Es lo que ocurre con su última publicación, La condesa maldita (Plaza & Janés) donde nos narra la historia de María Nikolaevna O’Rourke, condesa de Tarnowska, que fue acusada en 1907 de instigar el asesinato del que era su prometido, el conde Pavel Kamarovsky. El crimen fue cometido en el palacio que el conde tenía en Venecia, a manos del que era su mejor amigo, el poeta y amante de la condesa, Nicholas Naumov. Tras el crimen, tuvo lugar un juicio que se convirtió en el primer caso mediático de la Historia, ocupando numerosas portadas de los periódicos en el mundo. La condesa Tarnowska fue una mujer que levantaba pasiones, a la que todo el mundo amaba y admiraba. Desconocía por completo la historia de esta mujer, así que La condesa maldita me ha parecido una novela increíble, cuya lectura os recomiendo desde ya.

Reyes Monforte visitó Sevilla, justo antes de Semana Santa y esto es lo que me contó.

Marisa G.- Reyes, un placer tenerte en Sevilla de nuevo. Otro año más y con otra novela. Y además, una novela como esta, que me tiene tan impresionada. Yo no conocía la historia de esta mujer, de Maria Nikolaevna O’Rourke, condesa de Tarnowska. Y creo que esto le pasará a mucha gente. Tus novelas están llenas de mujeres increíbles, de personajes femeninos que sufren mucho, que aman mucho, que lo pasan mal. Percibo que te gusta especialmente poner la mirada en esos personajes femeninos que son grandes protagonistas.

Reyes M.-  Creo que de esto ya hemos hablado antes. Yo siempre voy buscando historias impresionantes, que impacten, que no sean muy conocidas. Da la casualidad de que suelen estar protagonizadas por mujeres, aunque ellas están rodeadas de muchos personajes masculinos. Pero no es algo premeditado. No voy buscando historias de mujeres porque las quiera devolver a la vida. Yo solo busco buenas historias. Y da la casualidad de que, de las diez novelas que he escrito, las diez son buenas historias protagonizadas por mujeres. A lo mejor, por eso llaman tanto la atención. Estamos acostumbrados a que nos cuenten las vidas de los caballeros, de señores que han hecho de todo, pero no nos han contado tantas historias protagonizadas por mujeres. Es verdad que, en todos mis libros, hay una protagonista principal femenina, pero son novelas muy corales. Sin los hombres no se entendería el papel de la protagonista y menos en el caso de la condesa Tarnowska

M.G.- A través de tus novelas hemos conocido la vida de África de la Hera o de Lina Codina, cuya historia me encantó. Ahora te centras en la condesa de Tarnowska. ¿Cómo llegas a conocer la existencia de esta mujer?

R.M.- De casualidad. Fue a través de un amigo que vive en Venecia. Fui a visitarlo y él me llevó al palacio Maurogonato, donde se cometió el crimen hace más de un siglo, el 4 de septiembre de 1907. Hoy, el palacio lo han convertido en el hotel Ala Venezia, cuyo bar lleva el nombre de Tarnowska, y donde el cóctel más pedido es el cóctel Tarnowska, bastante fuertecito, según me han dicho. El bar lo han convertido casi en un templo dedicado a la condesa, con fotos suyas por las paredes. Los artistas locales han hecho obras de arte sobre ella. Hay fotos de sus amantes y de la víctima. También puedes ver recortes de prensa porque el crimen no solo se recogió en la prensa italiana, sino que también salió en el New York Times. Aquel fue el primer gran juicio mediático de la historia. Mi amigo me dijo que terminaría escribiendo una novela sobre la Tarnowska. Esto que te cuento fue antes de la pandemia. Pero empecé a investigar, a leer más sobre ella, y me enganchó su historia. Me dije que tenía que escribir sobre esta mujer, que parecía más un personaje de ficción que un personaje real. 

M.G.- Sí, sí. Es que si te asomas un poco a su vida, y te das cuenta de que le pasaron muchísimas cosas.

R.M.- Sí, y todo con mucha intriga, mucha pasión, mucho amor, mucho odio, muchos celos, mucho sexo, mucho crimen. La condesa maldita y la propia condesa es un tratado de psicología, sobre todos los asuntos que asolan la condición humana.

M.G.- Era rusa, ¿no?

R.M.- Sí, sí. Hoy sería ucraniana, pero entonces era rusa. Ella era miembro de una de las familias más importantes de la alta sociedad de Rusia, muy cercana además a la corte zarista. De hecho, estuvo en la coronación del zar Nicolás II y también estuvo en la famosísima fiesta de disfraces que se celebró en el Palacio de Invierno en 1903, con motivo del 290º aniversario de los Romanov en el trono. Por cierto, la saga de La Guerra de las Galaxias se inspiró en aquella fiesta de disfraces para hacer su vestuario. Imagínate cómo sería aquello. Todo un escándalo. 

La condesa Tarnowska era una celebridad. Fue una mujer muy admirada. No se perdía una en los salones de baile y en las fiestas más exclusivas de Kiev, de San Petersburgo, de Moscú,... Y por supuesto, tampoco de París o de Viena. 

M.G.- Se casó muy joven con Wassily Tarnowski, un hombre que, digamos, la introdujo como en zonas muy oscuras.

R.M.- Sí, Wassily era un crápula, un mujeriego, un vividor. Ella se casó muy joven con él, cuando tenía dieciséis años. Huyó de la casa familiar para alejarse de la autoridad paterna. De los centenares de pretendientes que tenía, porque era muy guapa y atractiva, eligió al conde Tarnowska, al que el padre no podía ni ver. Fue él quien la introdujo en la prostitución consentida, en el mundo del masoquismo, de las fiestas alocadas, y de las drogas. Ella se dejaba llevar porque se debía a su marido y pensaba que aquello tenía que ser el matrimonio. Al final, se vio dando a luz a su primer hijo en la butaca de un baño, de una habitación de hotel, mientras su marido estaba yaciendo y pasándoselo bien con sus amantes. No con una, sino con varias. Hasta que ella se plantó y decidió dejar ser manipulada para pasar a ser la manipuladora. Dejó de ser sometida para ser ella la que sometía. Así, empezó a salir y a disfrutar de la vida. Al igual que la época estaba sedienta de revolución, pues ella también. Quería disfrutar al igual que disfrutaba su marido. Además, entendió que, como mujer de la época, el único poder que podía ejercer era el poder de la seducción. Y lo hizo sin importarle las consecuencias. Los hombres, sin ella pedirlo y para demostrarle su amor, se batían en duelo. Unos morían, otros quedaban malheridos, otros salían vivos de milagro. O se suicidaban, como su propio cuñado que, con dieciséis años se suicidó porque se enamoró de ella, y como vio que aquello era imposible, se suicidó colgándose de la ventana de la casa familiar. Había hombres que renunciaban a su riqueza, a su título nobiliario, a su familia, a su posición social,... Y todo porque caían rendidos bajo el brujo de la condesa, que era una especie de hechicera, sin ella pretenderlo. Eso sí, disfrutaba mucho de la situación, sobre todo, porque ella era la que dominaba, la que llevaba las riendas, y la que tenía el poder.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]


M.G.- Todos los hombres se batían y perdían los papeles por ganarse el favor de ella. 

R.M.- El favor, el amor y querían todo lo que te puedas imaginar, claro. 

M.G.- Después de ese matrimonio, ella conoce a muchos hombres. Entre ellos, a la víctima, al conde Pavel Kamarowski. Ella orquesta su asesinato cuando se iba a casar con él.

R.M.- Sí. Ella terminó siendo acusada de instigar al asesinato de su prometido con la ayuda de sus dos amantes. En la novela se cuenta claramente, y se plantea si la condesa era realmente víctima o verdugo, inocente o culpable. Claro que participó pero, a ver cómo te cuento esto sin hacer spoilers. La condesa, muchas veces, actuaba movida por las circunstancias, o por las malas compañías, o porque no le quedaba otro remedio, o porque pensaba que, al final, no iba a pasar nada. Ten en cuenta que el autor material del crimen era un poeta. Un poeta que además tenía un problema con el alcohol y con el masoquismo. Por eso se enamoró tanto de la condesa porque ella era una maestra en eso, en dar placer a los hombres, cualquier tipo de placer que fuera. Además era el mejor amigo de la víctima. Kamarowski era su protector, su consejero, la persona que le había ayudado a publicar sus libros, porque era el mejor traductor de ruso de las obras de Charles Baudelaire. Es decir, que ella realmente nunca pensó que el poeta se fuera a atrever a matar a su mejor amigo. Lo que pasa es que fue borracho. Estuvo toda la noche bebiendo grappa. Se presentó en el palacio de Maurogonato y Kamarowski, como amigo, lo recibió con los brazos abiertos, y el otro le disparó cinco veces, alcanzándole cuatro disparos en el cuerpo. Lo mató porque no quería que Kamarowski se casara con la condesa, porque él la amaba y ella lo amaba a él. Bueno, los rusos conjugaban el verbo amar de un modo demasiado optimista, digamos. El crimen sorprendió mucho a la condesa porque ella esperaba que un poeta disparara con palabras, o con la pluma, pero no con un arma. 

M.G.- En esta novela vamos a encontrar amor, venganza, odio,... Son las grandes pasiones que siempre han movido al ser humano.

R.M.- Sí, claro, y siguen moviéndolo exactamente igual. Lo que pasa es que es con menos glamur porque claro, estamos hablando de la sociedad brillante de la Rusia zarista, del cosmopolitismo de la Costa Azul, de la coronación de Nicolás II, de la Exposición Universal de París, de aquella Venecia de los palacios de la aristocracia europea,... Entonces todo eran joyas, dinero, oro, con mucha pompa pero sigue pasando hoy. Acuérdate de lo que pasó, por ejemplo, en Cataluña, con el caso de la guardia urbana. Aquello fue más cutre, más de andar por casa, pero en el fondo es lo mismo, la historia de una femme fatale. Pero ocurre que el foco de atención siempre se pone sobre la mujer. Lo mismo puede ser tan culpable, tanto el autor material como el autor intelectual, como ocurrió con la condesa. Y toda la prensa internacional centró las culpas y, sobre todo, el foco mediático en la condesa. ¿Por qué? Pues porque sabía que vendía, porque era un personaje que vendía periódicos, era la gallina de los huevos de oro porque, de la misma manera que seducía a los hombres, seducía a todo el mundo. De hecho, las mujeres en Venecia empezaron a vestirse y a peinarse como ella. 

M.G.- O sea, ¿no la odiaban?

R.M.- No, no. No la odiaban.

M.G.- Es que te quería preguntar precisamente por eso. Si las mujeres la admiraban también.

R.M.- Si empezaban a imitarla. ¿Tú te acuerdas del fenómeno Bonnie and Clyde? Bueno, ellos sí eran asesinos pero a su alrededor había mucha fascinación enfermiza. La condesa tenía un magnetismo casi animal, un poder de seducción que ejercía incluso cuando no era consciente de ello. Y fíjate que, en el juicio, eligieron a un juez de 75 años, ya jubilado. Lo pusieron al frente porque pensaron que, con 75 años, y te hablo de 1910, que no son los 75 años de ahora, no caería rendido a los pies de ella. Pues según el New York Times, y teniendo en cuenta la sentencia que dictaron, también cayó rendido. Es más, uno de los carabineros que la escoltaban desde la prisión de la Giudecca al tribunal penal de Venecia fue retirado del servicio porque le fue descubierto un plan de huida para la condesa, pero sin que ella le hubiera pedido absolutamente nada. Y uno de los miembros del jurado también fue retirado porque se enamoró de ella y le escribió no sé cuántas cartas de amor. Y con ella no había cruzado ni una palabra. Pero sólo de observarla durante los días de juicio,... Es decir, que tenía algo.

M.G.- Levantaba pasiones.

R.M.- Eso, levantaba pasiones y bajos instintos. La gente quería estar en su presencia. De hecho, muchas mujeres de la alta sociedad veneciana se disfrazaban de campesinas para poder ir como público y no ser reconocidas. Querían estar cerca de la Tarnowska, verla, mirarla, escucharla, a ver si, como decía la prensa, era tan bella como para justificar un crimen. Como si las feas no pudieran justificarlo. Ella disfrutaba siendo el centro de atención. De hecho, durante los dos años y medio que estuvo en prisión preventiva, estudió italiano porque sabía que así iba a llegar mejor al jurado, al juez, a la gente de la calle, a todo el mundo. Al principio, tanto la prensa como la ciudadanía, empezaron a llamarla la nueva Mesalina, la nueva Lucrecia Borgia, la Circe moderna, la nueva Cleopatra, la nueva Salomé,... Le gritaban «¡a la horca!»«¡pena de muerte!»«¡asesina!», y tal. Pero en cuanto declaró como acusada y se retiró el velo que siempre llevaba, se escuchó un rumor, un «¡oh, qué bella, qué guapa es la condesa!»El velo se lo quitó con mucha parafernalia porque sabía que era un momento importante. La prensa empezó a publicar que liberaran a la condensa Tarnowska, que no tenía culpa de nada. La gente de la calle empezó a arrojarle ramos de flores y cartas de amor, dulces, regalos.

M.G.- Y de una mujer tan fascinante, ¿cómo se sabe tan poco de ella? Porque creo que esta historia no se han difundido mucho.

R.M.- Al principio del siglo XX fue una locura. Era una mujer de la que todo el mundo hablaba, el rostro más conocido de la época. El asesinato se cometió en 1907 y el juicio fue en 1910. Durante décadas siguieron hablando de la condesa Tarnowska. Lo que pasa es que ya sabes que tenemos una memoria bastante cortita. Hoy, casi ni nos acordamos de lo que ocurrió hace una semana o un mes. Desde luego, yo no conocía su historia, pero esta mujer ocupó portadas de todos los periódicos del mundo.

M.G.- Como esta.



R.M.- La prensa de España también publicó alguna noticia. El Abc, por ejemplo, publicó una portada dedicada a la condesa Tarnowska y al juicio. Es que fue el primer gran juicio mediático de la Historia. Ella lo llenaba todo. Más que con fotos, le hacían dibujos porque en aquella época no todos los periódicos tenían la posibilidad de tener la tecnología necesaria para la fotografía. Fue muy conocida. De hecho, el director de cine Luchino Visconti, al conocer la historia de la Tarnowska se obsesionó, igual que todos los demás se obsesionaban con ella. Visconti quería llevar su historia al cine, a la gran pantalla, pero Mussolini se lo impidió porque decía que la condesa no era un buen ejemplo para las mujeres italianas. Sin embargo, el director de cine siguió intentándolo, escribió guiones y guiones, y después de la guerra contrató a Romy Schneider para hacer de la condesa, y a Marcello Mastroianni para hacer de uno de sus amantes. Pensó en llamar la película Muerte en Venecia, fíjate, pero luego rodó otra con ese nombre porque como vio que no había manera de hacer la que él quería de la condesa. Yo tuve la suerte de conseguir el guion de Visconti, de leerlo y me encantó. 

M.G.- Muy interesante la vida de esta mujer. Y fíjate que, después del juicio, y después de pasar tiempo en prisión, ella sale libre, sigue su vida, y siguió teniendo amantes y maridos. 

R.M.- Sí, sí. Lo único que hizo fue cambiar de nombre porque, claro, lo de condesa Tarnowska era como si hoy día dices Beyoncé. No iba a poder ir a ningún sitio porque todo el mundo la conocía. Así que se cambió de nombre pero no cambió de vida. Al final de sus días, sí que se asentó un poco. Se volvió a casar, esta vez con Alfred de Villemer, y sobrevivió a todos, a sus maridos, a sus amantes, a sus cómplices, a absolutamente todos. 

M.G.- Y en la novela no solo te centras en el crimen y el juicio, sino que ahondas también en el pasado de la condesa. Un poco para que entendamos al personaje, sus motivaciones, y su comportamiento.

R.M.- Sí. La novela comienza con el crimen y luego sigue con el proceso judicial. Hay una frase del comisario que llevaba la investigación, que dice que todo crimen tiene su historia. Porque no se creían que una mujer como la condesa se pusiera a planear el asesinato de su prometido por un seguro de vida de medio millón de liras. Si se hubiera casado con él, hubiese tenido millones y millones. No tenía sentido. Si esta mujer no necesitaba el dinero. Pero el comisario decía que para entender un crimen y para que todo case bien, hay que conocer su historia. Y por eso, en la segunda y en la tercera parte del libro, se cuenta la historia de la condesa, para que entendamos cómo llegó a esa situación, cuál fue su pasado, y cómo se vio en la posición de planear el crimen.

M.G.- Con toda la información que has manejado sobre esta mujer, ¿qué es lo que más te ha sorprendido?

R.M.- Todo. Lo que he tenido que hacer es un ejercicio concienzudo para decidir qué dejo fuera. Con todo lo que he dejado fuera hay casi para otra novela. Es que esta mujer no parece un personaje real, sino uno de ficción, a la que van pasándole cosas y más cosas. A mí me ha sorprendido mucho ese instinto, ese poder de seducción que tenía, y que traspasa las páginas de la novela. 

El otro día, por ejemplo, Irene Villa decía que estaba leyendo La condesa maldita y que le daba lo mismo si la acusaban o condenaban, que ella era del equipo Tarnowska, que amaba a esta mujer. Incluso a través de las páginas de un libro o de una obra audiovisual tiene esa capacidad de seducir a la gente. Estás deseando que se libre, o que en el juicio le caiga la mínima condena, o que no le caiga nada porque conoces su historia y entiendes que, ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos, ni los inocentes son tan inocentes, ni los culpables son tan culpables. Y al conocer su historia, entiendes que ella ha sido víctima antes que verdugo, si alguna vez fue verdugo, y ahí lo dejo.

M.G.- Y lo dejamos, sí. Has mencionado que su vida es más propia de la ficción que de la realidad. ¿Hay mucha ficción en la novela? Porque al principio del libro lanzar una advertencia.

R.M.- Sí pero solo para advertir al lector que hay partes noveladas, pero no me he tenido que inventar grandes cosas. A lo mejor, durante la coronación del zar Nicolás II, pues he novelado un poquito más, pero con datos reales. Es decir, no hay nada inventado pero sí están novelados los diálogos. Eso, claro, forma parte de la ficción. 

M.G.- Reyes, y el juicio ¿cómo fue? Porque sé que tuvo lugar dos años y medio después de la acusación, y todo ese tiempo la condesa estuvo en prisión preventiva.

R.M.- Sí, pero no estuvo en prisión de cualquier manera. Hasta ahí podíamos llegar, ¡que ella era condesa! Así que tenía una celda de pago, que le pagaba su padre y otros admiradores secretos, que ni siquiera conocía. Ellos le enviaban dinero, flores, dulces,... Era una celda de prisión, pero ella tenía sábanas de seda, sus vestidos, sus libros, sus cremas y sus aceites para el cuerpo, para la cara, para el cabello. Además le pasaban la prensa diaria, tanto la nacional como la internacional. Es decir, no estaba en un hotel pero tampoco era una presa.

M.G.- Y en ese juicio intervino mucha gente, creo.

R.M.- Más de doscientos cincuenta testigos y centenares de especialistas. Solo a la condesa la examinaron veinticinco ginecólogos y psicólogos. Y la examinaron ginecólogos porque el equipo de defensa de la Tarnowska, que se lo curró muy bien desde el principio, quiso presentarla como una víctima de la mente perversa de los hombres; víctima de los prejuicios de la sociedad, ante una mujer guapa, seductora, inteligente, con ganas de libertad; y una víctima, también, de la salud mental. Este no fue solo el primer juicio mediático de la Historia, sino que fue también el primer juicio donde se admitieron los preceptos del psicoanálisis freudiano y la salud mental como eximente, aparte de los atenuantes por el consumo de drogas y alcohol, que eso hizo que las penas se redujera. Y los ginecólogos y los psicólogos la presentaron y la atestiguaron como una víctima. Y así está en las actas del juicio, porque no sólo tenía precedentes de locura en su rama materna, sino que los ginecólogos demostraron que, cuando dio a luz, se produjo un envenenamiento de su sangre y eso afectó a su actividad mental. Si lo hubiesen cogido a tiempo, la hubiesen operado en su momento, después de dar a luz, y no hubiese pasado nada. Pero bueno, la presentaron como una víctima y como tal quedó en gran parte del proceso.

M.G.- Esta vida es para llevarla al cine.

R.M.- Sí, a ver si tengo más suerte que Visconti. Es una historia que tiene muchas posibilidades, en la que hay crimen, intriga, pasión, sexo,.... 

M.G.- No le falta nada.

R.M.- Absolutamente nada. 

M.G.- Bueno, Reyes, un placer el conversar contigo. Estoy deseando ponerme con esta novela porque es fascinante. A medida que vas conociendo más sobre ella, te va enganchando cada vez más. 

R.M.- Te va enganchando la historia y te va enganchando ella. 

M.G.- Exactamente.

R.M.- Y entiendes a la doncella que tenía, a Elisa Perrier que, por cierto, fue detenida, encarcelada y juzgada. Aunque luego fue la única que quedó libre. Pero la entiendes porque Elisa tenía una dependencia de la condesa que no tiene explicación, pero así era. 

M.G.- Pues esperemos ver esta historia en la tele o en el cine. Un placer, Reyes.

R.M.- El placer siempre es mío. Gracias.

Sinopsis: Septiembre, 1907. Movido por los celos, el joven traductor ruso Nikolái Naumov dispara contra el conde Kamarowski en su palacio de Venecia al saber que contraerá matrimonio con la mujer que ama en secreto. Cuando el conde muere, la investigación policial apunta a su prometida, la condesa Tarnowska, como instigadora del crimen pasional junto con otro de sus amantes, el abogado Donato Prilukov. Tres años después comienza el juicio más escandaloso de la época, un proceso que sacudió los cimientos de la sociedad, revolucionó la prensa y cambió el sistema legal judicial admitiendo el psicoanálisis freudiano. Señalada como la primera femme fatale del siglo XX surgen dudas: ¿es la condesa culpable o inocente? ¿Víctima o verdugo? No hay crimen sin historia. La condesa maldita narra los días de una mujer arrolladora que coleccionó amantes, desafió los tabúes más férreos del momento y nunca renunció a su libertad. 

lunes, 2 de octubre de 2023

EL DIA QUE MI MADRE CONOCIÓ A AUDREY de Yolanda Guerrero

Editorial: Plaza y Janés
Fecha publicación: mayo, 2023
Precio: 21,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 672
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788401031809
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Yolanda Guerrero nació en Toulouse (Francia) en 1962 y es licenciada en Periodismo. Trabajó con el Instituto Internacional de Prensa (IPI, por sus siglas en inglés) en la sede de Londres y en sus asambleas de Buenos Aires, Montevideo, Estambul y Berlín. A su regreso a España, desarrolló durante más de 25 años su profesión en el diario El País, especialmente en su edición latinoamericana y en suplementos internacionales como The New York Times en español, hasta que, a partir de 2014, comenzó a dedicar su actividad prácticamente en exclusiva a la literatura. Además de colaborar habitualmente con reseñas y artículos en la revista literaria Zenda, ha publicado dos novelas: El huracán y la mariposa (2017) y Mariela (2019).

Sinopsis

Lisa, gibraltareña, y Manuel, malagueño, se enamoran en el concierto que celebraron los Beatles en Madrid. Desde ese día, viven encontrándose y separándose, incomprendidos por sus familias e inmersos en una época turbulenta: por un lado, una dictadura que ha encontrado en el lema «Gibraltar español» un denominador común que comparten tanto quienes se oponen al régimen como quienes lo defienden; por otro, una España que poco a poco se incorpora a la modernidad. Pero cuando el cierre de la Verja en 1969 separa a los amantes, en suelo español se queda también la hija que han tenido ambos, un bebé de pocos meses. Audrey Hepburn, a quien Lisa ha conocido en Marbella, se convierte en una cómplice inesperada de la pareja y quizá la única que pueda ayudarlos.

Después del éxito de Mariela, Yolanda Guerrero vuelve a desplegar su excepcional talento como narradora para contarnos con un relato conmovedor cómo el amor es la última arma contra el dolor y la injusticia. Un inolvidable Romeo y Julieta moderno ambientado en un momento histórico que transformó el país para siempre.

[Información tomada de la web de la editorial]


Ahora que estamos todos instalados en la rutina, después de las vacaciones estivales, y cuando ya vamos rumbo al otoño, no quiero dejaros de hablar de este libro. El día que mi madre conoció a Audrey ha sido una de las lecturas más bonitas de los últimos meses y, probablemente, una de las más entrañables de todo este año. Ya lo comentaba cuando publiqué la entrevista a su autora, Yolanda Guerrero, que ella es capaz de transmitir como pocos saben, de construir historias en las que los personajes son auténticos supervivientes. Dejadme que os cuente.

Para empezar os diré que, la Audrey a la que hace referencia el título es la Audrey que posiblemente se te venga a la mente en primer lugar, la actriz norteamericana Audrey Hepburn. Aquella joven menuda que cantaba Moon River sobre el alféizar de una ventana, rasgando melancólicamente las cuerdas de una guitarra, en la película Desayuno con diamantes, será parte importante de esta historia. Creo que decirte esto será suficiente para captar tu atención pero El día que mi madre conoció a Audrey es una historia mayúscula en la que otras muchas cuestiones terminarán por seducirte.






La nueva novela de Yolanda Guerrero cuenta la historia de Manuel y Lisa. Los jóvenes se conocen en el concierto que los Beatles dieron en la Plaza de Toros de las Ventas, el día 12 de junio de 1965, un evento que el NO-DO retrató a su antojo, como una actividad familiar y tranquila, y no lo que realmente fue, la revolución de la juventud deseosa de libertad. Manuel y Lisa tenían 20 años y cada uno venía de un lugar distinto. Manuel lo hacía desde Ronda. La entrada para el concierto se la consiguió su tía. Lisa viajó a Madrid desde Gibraltar y consiguió una entrada a través de su padre. Pero antes de llegar a ese punto, a esa tarde del 12 de junio de 1965, la autora dedica los capítulos previos a desvelarnos el universo familiar de cada uno de ellos, del que os hablaré un poco más adelante. 

Al concierto de los Beatles, Manuel y Lisa acuden en solitario. Se encontrarán dentro del recinto. Empiezan a hablar, a conocerse, mientras los británicos entonan sus temas más conocidos. Acaba el concierto y salen juntos, se cuentan sus vidas y terminan enamorándose el uno del otro. Desean no separarse nunca más y trazan un plan, pero la vida les tiene preparados otros designios y la promesa de vivir un amor se evapora en el tiempo. Manuel y Lisa tendrán que continuar cada uno por su lado, a la espera de que el destino decida volverlos a unir o no. Lo que ocurre a partir de ese concierto de los Beatles no te lo voy a contar porque para eso está la novela de Yolanda Guerrero, una novela que no dejaré de recomendar nunca. 

No obstante, quizá en este momento te preguntes qué pinta Audrey Hepburn en esta historia, en un relato que parece el de un amor sencillo entre dos jóvenes. A ver, eso tampoco te lo voy a contar pero sí te adelanto que la actriz tendrá mucho que ver en la historia de amor de Manuel y Lisa, aunque tardará en aparecer en escena. Así se muestra Hepburn por primera vez, ante los ojos de uno de los personajes:


«Era alta y muy delgada, con pantalón corto de vichy azul y blanco, sencilla camisa de algodón celeste, sandalias planas, cuello largo, cabeza erguida, pelo oscuro y corto con un pañuelo de flores anaranjadas sujetándolo a mondo de turbante y unas gafas de sol grandes y redondas que le ocultaban los ojos». [pág. 308]


Salpicada de muchos apuntes históricos, El día que mi madre conoció a Audrey es una preciosísima e intensa historia de amor, con Ronda y Gibraltar como puntos de partida, aunque también visitaremos otros escenarios como la Marbella de Alfonso de Hohenlohe, con su fastuosidad, cuyas calles se llena de actores y actrices famosas que pretenden huir del mundanal ruido y de la fama. Esa Marbella se convertirá en un lugar «lleno clubes de playa verdaderamente privados, a salvo de flashes y  fotos», con un «turismo caro y exclusivo, sobre todo exclusivo, para huir de la riada de españoles con tartera, sombrilla y tumbona que habían inundado las playas de Torremolinos». Era una Marbella que por la noche se transformaba, donde el bikini no era pecado, «un paraíso de futuro en medio de este país al que aún le falta un rato para salir del pasado». Pero el lujo, las fiestas exclusivas, el glamur y los invitados célebres también dan paso al otro lado de la moneda, al mundo de las drogas. A ellas sucumbirán algunos personajes de este libro con la intención de aliviar su dolor porque, a veces, se sufre tanto que necesitas algo que te anestesie por completo y te haga olvidar.

Sabéis que, al redactar una reseña, siempre destaco lo que me ha gustado de una novela y lo que no me ha convencido en dos secciones diferentes. En este caso, sobra esa partición porque de El día que mi madre conoció a Audrey me ha gustado absolutamente todo. Me parece que esta novela hace un homenaje maravilloso al amor, al tiempo que la autora cumple el sueño de desarrollar una historia en Ronda, como parte de las localizaciones, tierra a la que está unida por vínculo familiar (así me lo contó en la entrevista que puedes leer aquí). Pero también, y esto contribuye a engrandecer la novela, Guerrero hace un retrato de la vida política y social a lo largo de diversas décadas, y narra de manera accesible la realidad de Gibraltar. Y, como dije antes, todo esto con Audrey Hepburn de fondo, de quien conoceremos su lado más íntimo y personal.

Estamos ante una novela que nos habla del amor, de la lucha, de los sueños rotos pero, sobre todo, de la esperanza. Al mismo tiempo, la música cobrará igualmente gran protagonismo. De entrada, a través de ese concierto de los Beatles que supone el punto de inicio, y cuyas letras también se irán desgranando y traduciendo a lo largo del texto, porque a algunos personajes les pasará lo que nos pasa a muchos de nosotros que, a veces, creemos que las canciones hablan de nuestras propias vidas. Pero a la novela de Guerrero no le faltará tampoco el suspense y la intriga. Entre los diversos avatares que tienen que vivir los personajes también habrá alguna que otra muerte violenta perpetrada por alguien desconocido. Habrá que averiguar quién ha cometido ese crimen, como otras muchas acciones que generarán gran intriga en el lector, consiguiendo que no nos despeguemos de estas páginas.

A través de los giros, muchos inesperados y dolorosos, así como debido a las penalidades que sufren los personajes, conseguiremos sentir, por medio de la ternura con la que Guerrero narra esta historia, una enorme empatía y una gran compasión por ellos. Todo esto hasta llegar a un desenlace épico y terrible pero profundamente conmovedor, que te hará entender la fuerza que radica en el amor verdadero.

Temas

Una novela de casi setecientas páginas, si sabes enjaretarla bien, dan para mucho. Obviamente, uno de los temas principales de la historia es el propio amor, uno de esos amores que no entienden de barreras y que persisten, a pesar de todas las dificultades por las que tiene que atravesar. El amor será el eje principal de esta historia, un amor que no se rinde.

No obstante, hay otras cuestiones a destacar. Por ejemplo, me ha gustado mucho la aproximación al mundo del periodismo, en un momento en el que había mucho control sobre los medios de comunicación. Emil, el padre de Lisa, funda un periódico en Gibraltar. Desde niña, Lisa estará muy unida a ese mundo y ella misma ejercerá como periodista. Adentrarse en ese terreno le hará entender, por un lado, el poder de la prensa pero, por otro, la manipulación a la que se somete el periodismo por parte de los gobiernos. Gracias a su labor como periodista, el lector aprenderá mucho sobre la profesión en ese momento, un oficio que le permitirá a Lisa conocer a muchos personajes, algunos tan reales como tú y como yo.

Y no es una cuestión de profundo calado en la historia pero también aparece entre estas páginas y me gustaría señalarla. No olvidéis que la acción se inicia en tiempos de dictadura, unos años en los que el hombre y la mujer sabían perfectamente qué es lo que se esperaba de ellos y cómo tenían que comportarse. Pues bien, por entonces, la homosexualidad ya era un hecho, una realidad oculta, sometida a una profunda represión. Al homosexual se le trataba como a un enfermo al que había que curar de su mal (hasta no hace mucho seguía siendo así). Es algo que veremos en la novela de Guerrero, a personajes que corrían un grave riesgo si se salían del redil cuando, lo que debería ser, tal y como dice uno de los personajes, es lo siguiente: 


«Dos mujeres, dos hombres o dos ángeles.... ¿a quién le importa, más que a los que se quieren?» [pág. 213]


Pero ya se sabe que «Amar no es fácil, amigo mío. Y, a veces, tampoco es divertido». [pág. 215]


No va a faltar música entre estas páginas y no faltará no solo en lo relativo a los Beatles, sino porque también se hace un breve recorrido por los grupos musicales más conocidos del momento, como The Who, Los Nikis, los Bravos y Los Brincos, entre otros.

Personajes

El día que mi madre conoció a Audrey es una novela muy coral. Aunque los personajes principales sean Manuel y Lisa, lo cierto es que por estas páginas pasearán un buen puñado de hombres y mujeres que tendrán mayor o menor transcendencia en el desarrollo de los hechos. No serán pocos los personajes reales que asomen a esta historia. Más allá de la propia Audrey Hepburn, también veremos a Deborah Kerr o Sean Connery, al margen de aquellos que ocupan la esfera política.

Además, tengo que señalar que en esta historia, los personajes no viven aislados en su mundo. Unos y otros se desplazarán por la geografía de tal modo que, de manera muy inteligente, Guerrero los irá haciendo coincidir en el espacio y en el tiempo, tejiendo una red de relaciones en la que, de una manera u otra, estarán vinculados. Pero, me centro en los más principales.

Manuel Calle Martínez nace en una época en la que el mundo estaba dominado por el fascismo. Su nacimiento, el 27 de abril de 1945, permite a la autora hacer una semblanza del contexto político-social del momento, cuando el mundo estaba liderado por dictadores. Pero a Manuel ese mundo le queda lejos de su Ronda natal. Él se circunscribe a su entorno más cercano, al más íntimo, el que conforman su madre, conocida como la Búcara, y su tía Toñi, apodada la Diezduros. Manuel crece si padre. Raimundo Calle González fue un guardia civil de la República que tuvo que echarse al monte cuando llegó Franco y los suyos. La cosa no acabó bien y esa desgracia se convirtió en una densa nube posada sobre las cabezas de la familia. Y con respecto a su madre, Manuel mantiene una relación algo complicada con Mariquilla, una mujer de nervio, resuelta y echada para delante pero algo manipuladora. Sí, perdió a un marido. No quiere que su hijo crezca y también la abandone al hacerse un hombre. Por eso, a veces, Mariquilla juega al chantaje emocional y Manuel, un hombre bueno, cederá en más de una ocasión. Ese juego de tiras y aflojas condicionará la vida del joven pero es que, una madre es una madre.

Manuel es uno de esos personajes que el lector se puede imaginar con mucha facilidad. Es un hombre de pocas ambiciones aunque siente pasión por la música y también por los cómics. Lo más grande que ha conocido es el amor a Lisa, pero es un amor que no se lo pondrá fácil. Lo veremos en su pueblo, tratando de construirse una vida sencilla y tranquila, resignándose a veces a lo que le toca en suerte. Y a pesar de que su familia únicamente se dedica a caminar los días y a buscarse la vida para sobrevivir, no serán pocas las tragedias a las que tengan que hacer frente. De entrada, a la ausencia del cabeza de familia. A Manuel se le coge cariño porque es un hombre que le pide poco a la vida, tan solo paz, tranquilidad y amor.

Lisa, o como realmente se llama «Elisabeth (por la futura reina, Dios la salve) de la Inmaculada (porque así la mantendría tanto como le fuera posible) Concepción (por la añorada Línea...)» Drake Requena. Hija de evacuados gibraltareños, sus padres -Emil y Connie-, contemplaron el nacimiento de su niña en un barracón militar de Belfast, en el que estuvieron tres años. Acabada la guerra europea, consiguieron regresar a España, a su peñón, no sin antes pasar un tiempo en Málaga.

La relación de Lisa con sus padres no puede ser más dispar. La madre tardó tres días en mirar la cara de su hija, tras el parto. Se negaba a compartir el oxigeno de la misma habitación con ella. Para Connie, parir a Lisa fue el principio del fin, la boca de un agujero negro en el que se hundió y arrastraba a todo el que estuviera cerca. En cambio, para Emil, el nacimiento de su hija fue un regalo frente a tanta adversidad. Se enamoró de aquella niña y se impuso como misión criarla, «aunque fuera mujer», como un ser valiente y libre. Esa relación tan distinta de Lisa entre su padre y su madre forjó su carácter pero las relaciones paterno-filiales no serán inamovibles sino que, a medida que se vayan produciendo sucesos, irán avanzando o retrocediendo, aproximándose o alejándose. Nos deparan grandes sorpresas en el seno familiar de Lisa, hasta tal punto que la opinión que tenemos de los padres de la joven se irá modulando.

Lisa vivirá el amor con el mismo dolor con el que lo vive Manuel pero, al contrario de lo que le pasa al joven, su mundo se expandirá. Ella pasará de vivir rodeada de humildad, a codearse con nombres importantes y a formar parte del lado más colorido del mundo.

Gibraltar

Quizá uno de los escenarios más importantes de toda la novela sea Gibraltar. Yolanda Guerrero ha querido echar la vista atrás y hacer justicia con ese promontorio británico en la costa sur española.  Solamente he visitado Gibraltar una vez en mi vida y me pareció una moneda con dos caras. Lo que vi en la frontera me pareció terrible. Desconozco cómo estará la situación ahora, después del Brexit, pero lo que sí os puedo garantizar es que Yolanda Guerrero retrata muy bien cómo era la vida en los años sesenta, setenta, ochenta,... en ese pedazo de roca. 

El Gibraltar de la novela era un centro de mercadería. Hasta allí se desplazaban los que se ganaban el sustento con el intercambio de mercancía. Es el caso de Mariquilla, la madre de Manuel, una matutera que viajaba regularmente al peñón para ir y llevar encargos propios y ajenos. 


«Así regateaba con los comerciantes que la abastecían de mercancías desconocidas o escasas en España a cambio de alimentos que en el Peñón no se producían». [pág. 31]

 

Hay muchas cosas que no conozco (que no conocemos) sobre los llanitos (como así se llama a los gibraltareños) o sobre la historia de Gibraltar y esta novela te permite, a través de sus personajes y sus vivencias, acercarte a su historia. Guerrero recoge muchas curiosidades que a mí me han resultado muy interesantes, por ejemplo, cómo vivían los gibraltareños antes del cierre de la verja, el referéndum, cómo se las apañaron cuando prácticamente los aislaron, los intentos de comunicación entre un lado y otro, qué sintieron cuando, por fin, pudieron entrar y salir libremente o algo tan curioso como qué hecho define la nacionalidad gibraltareña. 

Ese recorrido por la historia de Gibraltar está lleno de datos interesantes que te ayudan a comprender unos años en los, más que nunca, había muchos tiras y aflojas entre España y Gran Bretaña, y hasta hoy llegan los ecos de entonces cuando, quizá no ya con tanta frecuencia, se sigue escuchando en reuniones, medio en serio medio en broma, aquello de «Gibraltar, español».

Estructura y estilo

La novela cuenta con un capítulo introductorio de un par de páginas, narrado en primera persona por una voz femenina. ¿A quién pertenece esa voz? Yo no lo voy a decir aquí, aunque la propia autora lo desveló en la entrevista. Ella será la encargada de contarnos la historia, «sencillamente, la historia de un amor», una voz que aparecerá fugazmente en la narración para que no nos olvidemos que de su presencia y para matizar u opinar sobre lo que hacen o deshacen los personajes pues, al fin y al cabo, todo lo que ellos hacían, condicionaría su existencia. 

A partir de ahí la narración se apoya en diversos bloques, a lo largo de los cuales se distribuyen capítulos de corta extensión, encabezados por los nombres de los personajes a los que se dedican los mismos y en los que, ocasionalmente se introducen cartas, de tal modo que la novela cobra un ligero toque epistolar. El recorrido vital e histórico abarca desde 1945 hasta casi nuestros días, hasta ese desenlace que, como dije antes, te va a resultar conmovedor. 

Yolanda Guerrero cuida mucho los detalles de esta historia. No se conforma construir un mundo que resulte idéntico al que hubieran vivido los personajes ficticios de este relato de haber existido de verdad, sino que, además, se esmera a la hora de dar forma a cada uno de ellos. De ahí que cuide mucho la personalidad de los hombres y mujeres de esta historia, retratando la forma de hablar de aquellos más humildes, de los que no han tenido estudios o ese inglés un tanto sui generis que tenían los gibraltareños. Por eso, Mariquilla, la madre de Manuel se expresa así:

 

«Te digo que Manuel, Paqui, cojones. Quiero otro como el que tenía, que Dios me lo estaba debiendo, asín que con este me lo cobro. Manuel le llamo y sanseacabó, coño ya». [pág. 19]

 

Los diálogos entre Mariquilla y su hermana Toñi son absolutamente maravillosos y muy divertidos. 

El día que mi madre conoció a Audrey no cuenta con un ritmo frenético. No le van al faltar giros, ya lo dije antes, pero es una novela para leer de manera sosegada, para dejase llevar por la historia de amor de Manuel y Lisa, y deleitarse con ella porque ellos dos son «los Julieta y Romeo del Estrecho».


Poco más debo contar. Yolanda Guerrero vuelve a conquistarme con sus narraciones. En este caso, lo hace con esta preciosa novela, en la que el amor ilumina la vida de los personajes, que también tendrán que pasar penurias y calamidades. Una novela con la que se aprende sobre la historia de Gibraltar, que nos permite asomarnos a la vida de Audrey Hepburn o pasear por las calles de aquella Marbella de fiestas nocturnas y lujo. 


«El día que mi madre conoció a Audrey, todos comenzamos a tocar el cielo y el infierno a la vez con ambas manos». [pág. 11]


Más que recomendable.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:



lunes, 11 de septiembre de 2023

ALMAS EN EL PÁRAMO de Miguel de León

Editorial: Plaza y Janés
Fecha publicación: junio, 2023
Precio: 21,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 464
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788401031359
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]

Autor

Miguel de León nació a finales de 1956 en La Laguna, Tenerife. Se crio en el seno de una familia muy humilde, en Valle de Guerra, una zona rural del municipio de La Laguna, a cuya ciudad se trasladó con diez años cuando comenzó la enseñanza secundaria. Desempeñó desde niño múltiples trabajos hasta su ingreso en el servicio militar. A su término, fue vigilante jurado y se formó de modo autónomo como programador informático. Trabajó como programador y analista informático y fue gestor comercial en una importante empresa nacional que abandonó en 1991 para establecer una pequeña empresa en la que ha trabajado hasta hoy. En 2016 publicó en Plaza y Janés con gran éxito de crítica y público su primera novela, Los amores perdidos.

Sinopsis

La familia Altaterra acoge en su seno a un enigmático joven sin nombre, pero tiempo después lo repudia misteriosamente. El expulsado se ve obligado a vagar durante treinta años. Cuando regresa, pasado y presente se confunden, y los amores secretos y las venganzas por saldar se entremezclan con una serie de crímenes cuyo desenlace estará íntimamente ligado al destino de la familia.

La nueva novela de Miguel de León, autor de Los amores perdidos, es una épica historia llena de pasión, morbo, odio, venganza, amor y tragedia, en la línea de las grandes sagas familiares de la literatura.

[Información tomada de la web de la editorial]



Arranco la actividad del blog en este mes de septiembre por la puerta grande, hablándoos de una novela de la que esperaba mucho y que me ha ofrecido incluso más de lo esperado. Mis días de vacaciones y buena parte del mes de agosto los he invertido en la lectura de Almas en el páramo, la que es la segunda novela del autor tinerfeño, Miguel de León, una novela extraordinaria, de una envergadura tremenda, que engulle al lector en una trama muy trabajada, con múltiples líneas y recovecos. 

No sé a vosotros, pero cuando me topo con una historia que sobrepasa los límites más básicos de la narración, protagonizada por múltiples personajes, todos ellos con una personalidad abrumadora, complejos, y llenos de luces y sombras, no sé muy bien por dónde empezar a contaros. Quizá, lo más sencillo sería comenzar por el dónde. ¿Dónde tienen lugar los hechos que se narran en esta novela? Y a esta pregunta podemos responder con tan solo leer la primera página del libro. En las líneas iniciales, el mismo Miguel de León nos aclara que la acción se desarrolla en Antiquauna localidad que nace de la imaginación del autor.


«Antiqua es una ciudad imaginaria. Su aire un tanto irreal es intencionado para ambientar el tema de la obra: las almas son ajenas al tiempo y el espacio, son de siempre y de cualquier parte donde haya vida».


Y ciertamente sobre Antiqua flota una bruma de irrealidad, una densa neblina que envuelve a los personajes, casi definiendo la frontera entre este mundo y algún otro en el que los sucesos adquieren otra magnitud; un lugar lleno de símbolos y alegorías. En «la invicta, altiva y misteriosa ciudad de Antiqua» residen familias de prestigio, como los Altaterra; hay barrios privilegiados, como La Umbria; y una casa, La Bella, sobre la que recae una temible leyenda.


«El símbolo más genuino y afín con el temperamento de Antiqua es una casa que se conoce por el nombre de La Bella. Construida a principios del siglo XX en la mejor parcela de La Umbria, el barrio más caro y privilegiado, La Bella había permanecido deshabitada la práctica totalidad de su siglo de vida, perseguida por la leyenda de que había vuelto locos a los que cometieron la osadía de ocuparla. Un cronista de la ciudad hizo más sobrecogedor el misterio cuando cayó en la cuenta de que La Bella había respetado a las mujeres, y que los casos de locura fueron todos de ocupantes varones». [pág. 13]


La Bella parece tener vida propia. Hay noches en las que pareciera como si suspirara, emitiendo aullidos que espantan a los vecinos y que presagian sucesos trágicos, como el que vendrá precedido por una terrible pestilencia que azota la ciudad de Antiqua una mañana de agosto. La aparición del cadáver de una mujer en las inmediaciones de La Bella desatará un misterio que vendrá seguido por otras muertes, siempre mujeres, y que mantendrá en vilo al lector, en una lectura que requiere de cierta parsimonia, que se desgrana con lentitud, y que permite ir desmadejando la historia de los habitantes de Antiqua.

Las primeras pesquisas conducen a un supuesto culpable, a un tipo de aspecto desaliñado, un mendigo al que muchos conocen por el sobrenombre de Doctor. En realidad es Elisario Calante, un hombre que, a pesar de rozar tan solo la cincuentena, está cansado de vivir. Un hombre que amó profundamente y que fue amado en el pasado, pero al que parece que solo le persiguen las desdichas. De ahí que quiera acabar con su sufrimiento, pero de la nada surgirá Lobo, un perro vagabundo que tampoco ha tenido una vida fácil. Hombre y animal cruzan sus caminos. Serán dos almas gemelas que se hacen compañía. 

Quizá, Elisario sea el centro de esta historia, el vértice de una pirámide por la que escalan multitud de personajes, que aparecen y reaparecen tiempo después, construyéndose así un estudiado entramado de relaciones que unen y desunen a los personajes. Así conoceremos a los Altaterra, una familia de abolengo en Antiqua, cuyo cabeza de familia será Diego de Altaterra. Viudo tras la muerte de su esposa, como hombre justo educará a sus hijos Gabriel, Eulalia y Fernando bajo los más nobles principios y, sin embargo, unos y otros serán bien distintos. Diego tiene un hijo predilecto. Fernando es el estudiante brillante, el vástago que cada padre quisiera tener, el que pone sus miras en el seno eclesiástico, y al que parece que le espera un futuro prometedor. Pero la vida gira y gira. A veces, se toman decisiones equivocadas. Otras, nuestras propias pulsiones nos condenan para siempre. Mientras tanto, Gabriel será el gestor del patrimonio familiar, cuya vida tampoco estará exenta de contratiempos, y Eulalia, tan enigmática, parecerá un personaje secundario, pero no nos engañemos. De ella, mejor no contar demasiado. 

A las puertas de la casa de los Altaterra llegará un chaval que parece solo en el mundo y cuyo origen es un misterio. Sobre el mismo se dice:


«Por el vocabulario, la perfecta caligrafía o alusiones a la cultura general, en las que no erraba, Fernando de Altaterra y Lucila de Mirando creían que provenía de un ambiente de clase media alta. Sin embargo, habían tenido que explicarle hasta los usos más elementales de la rutina social y era de una candidez enternecedora en los asuntos del mundo. Desconocía el precio de las cosas y el valor del dinero, nunca había entrado en un cine y trataba de usted incluso a los de su edad». [pág. 102]


Tan desvalido parece Rafael que los Altaterra lo acogerán como si fuera uno más de la familia, cediéndoles incluso el apellido familiar. Rafael de Altaterra quedará al cargo de Servando, el carpintero de la familia, y el encargado de enseñarle un oficio, el de lutier. Rodeado de instrumentos, el joven demostrará un extraordinario sentido musical, una cualidad nata para la música, lo que le reportará más desdichas que dichas. Su vida se volverá tan desafortunada como la de la Clavelina, la guitarra que Servando le regala.

Almas en el páramo es una historia en la que el tiempo no importa. Hay referencias que nos acercan a nuestra actualidad pero, a la vez, el tono y la esencia de la narración nos trasladan a épocas remotas, donde la vida discurría a otro ritmo. Consigue Miguel de León descontextualizar temporalmente la historia, convirtiéndola en un relato atemporal, con una importante fluctuación entre el presente de la novela y el pasado de los personajes.

Y a pesar de ese discurrir lento al que me referí antes, esta novela no está exenta de giros que nos dejarán con la boca abierta. Te sorprenderás con los sucesos inesperados y trágicos, con las reacciones extremas de sus personajes, con los reencuentros que jamás hubieras imaginado. Son elementos todos ellos que consiguen atrapar al lector y mantener su atención a lo largo de sus casi quinientas páginas. Asesinatos, atropellos, desapariciones, secuestros, pasiones, engaños, venganzas y traiciones te esperan en el nuevo libro de Miguel de León, una novela de factura impecable, en la que la Iglesia y ciertas instituciones nacidas a la sombra estarán muy presentes, girando siempre alrededor de los círculos de poder, pero también en torno a la fuerza del amor. ¿Y dónde queda el alma? Ahora te lo cuento.

Temas

Y aprovecha Miguel de León para sacar a la palestra cuestiones de enjundia. Dado que algún personaje está vinculado al mundo eclesiástico, la religión, la fe y las creencias serán temas de conversación entre los personajes. Se debatirá sobre la existencia de Jesús de Nazaret y, por ende, de la de Dios. Lo que enlaza con un debate sobre la creación de la vida, que enfrenta la teoría científica con la religiosa, dándose así pie al título de la novela, el cual ostenta un significado mucho más extenso. Si algo hay en esta novela, son almas perdidas, errantes, y en el páramo. 


«Si somos algo más que materia, si tenemos alma, somos almas en el páramo; almas errantes. En todo caso, no somos sino polvo estelar». [pág. 159]


En paralelo a las cuestiones religiosas, el lector podrá ahondar en el interior de ciertas hermandades que camuflan sus verdaderas intenciones. Fraternidades, sectas, o sociedades que manipulan a sus miembros, los ciegan, los embaucan, y los alejan del amor de sus familias. Esa visión de estas asociaciones, dirigidas por individuos carentes de escrúpulos, me ha resultado muy interesante.


«Una vez entre nosotros, nada le quedaba que decir a esa chica ni albergar sentimiento fuera de nuestra hermandad, ni siquiera con su padre o sus hermanos. Su única familia somos nosotros». [pág. 205]


Pero no serán los únicos temas que se aborden en la novela. Por supuesto, y en un lado de la moneda, el amor y la importancia de la familia serán pilares fundamentales. En el otro lado, las mentes más mezquinas enredadas en los negocios más turbios, que iremos descubriendo poco a poco. Ahí lo dejo. 

Personajes

Almas en páramo es una novela muy coral, en la que intervienen multitud de personajes, de distinto estatus y condición. Miguel de León construye la sociedad antiqueña, mostrando buena parte de su vecindario. Así, Y más allá de Elisario Calante y los Altaterra, conoceremos en primer lugar a Marcelo Cato, el alcalde de Antigua, y a su mujer. La autoridad antiqueña viene representada por Claudio Prego, el comisario, y Máximo Devero, policía de menor graduación, y el que ayuda a descubrir el cadáver con el que arranca la acción. La mano derecha de Marcelo será Darío Vicaria, personaje meticuloso y maniático, al que no amilana la leyenda negra sobre La Bella. Livia Reiner es la viuda del abogado Aurelio Codino, con quien tuvo dos hijos -Aurelio y Valeria-. Junto con los Altaterra, los Reiner también será una familia importante en la trama. Katia Romano y su hermano Nicolás, dos artistas que aparecerán, desaparecerán y volverán a aparecer en la historia. Amalia Nocron es la ahijada de las hermanas de Diego de Altaterra, una mujer que, a pesar de conocer su destino, no quiere renunciar a la pasión. Y Loco, personaje casi fantasma hasta que, al final de la novela, se explica su origen.

Pero serán muchos más los personajes que asomen a estas páginas. Muchos de ellos serán hombres y mujeres flagelados por la desdicha. Algunos parecerán que no tienen mayor trascendencia, pero hay que dejar margen a la narración, dejar espacio a los acontecimientos, para volver a reencontrarnos con ellos. Miguel de León los acoge o los abandona en función de los sucesos que vaya narrándonos, pero ten por seguro que, si un personaje asoma en este relato, será por algo.

Estructura y estilo

Almas en el páramo cuenta con un total de treinta y un capítulo más un epílogo, que se distribuyen a lo largo de tres bloques, en los que, como dije antes, el tiempo avanza y/o retrocede, sin seguir un patrón concreto. 

El autor sabe atrapar al lector con su prosa. Su pluma se desliza con elegancia y belleza, denotando el cuidado extremo en la elección de las palabras. Es un placer deslizar la vista por lo escrito, sentirse acunado por un lenguaje que hace justicia al castellano, idioma rico y exquisito, al que acostumbramos a pisotear y vulgarizar.

Me ha encantado la composición del relato, la forma en la que Miguel de León descoloca las piezas de este puzle, animando al lector a trenzar el tapiz que el autor coloca ante nosotrosAlguna vez me he preguntando hacia dónde me quería llevar el autor, o de qué manera pretendía cerrar la historia de manera solvente si, quedando escasos capítulos, seguía presentando nuevos personajes. Pero no temáis porque todo queda bien atado.


Por ir terminando, os parecerá raro pero esta lectura me ha conducido a evocaciones muy dispares. Leyendo sobre los Altaterra se me vino a la mente la fábula del hijo pródigo. Y, a medida que iba sabiendo más sobre la vida de Elisario Calante, mi mente empezó a tararear la canción de Un hombre al piano, que tan bien entona Ana Belén. Conexiones extrañas que hace la mente, pero siempre digo que ahí radica la magia de la literatura, en la capacidad que tiene una historia para enlazarla con otras, con recuerdos, con ideas, con reflexiones. En ese sentido, Almas en el páramo ha superado todas mis expectativas.

Cocida a fuego lento, estamos ante una novela descomunal, con multitud de personajes perfectamente definidos, una trama bien urdida, un buen drama que nos habla de familias, pero al que no le falta el suspense, que cuenta con varios elementos del thriller, pero traspasando los límites del género. Y siempre de fondo, La Bella, a la que volveremos en las páginas finales, donde se aclaran todas las incógnitas que nos han ido surgiendo a lo largo de la lectura. 

En definitiva, y para resumir, todo un novelón.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...