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jueves, 4 de abril de 2024

REYES MONFORTE: ❝La condesa Tarnowska parece más un personaje de ficción que un personaje real❞

Me encantan las novelas de Reyes Monforte. No hay ni una que no me haya gustado. Y es que esta escritora siempre me ofrece historias fascinantes y me descubre a personas, especialmente mujeres, que han tenido una vida de película. Es lo que ocurre con su última publicación, La condesa maldita (Plaza & Janés) donde nos narra la historia de María Nikolaevna O’Rourke, condesa de Tarnowska, que fue acusada en 1907 de instigar el asesinato del que era su prometido, el conde Pavel Kamarovsky. El crimen fue cometido en el palacio que el conde tenía en Venecia, a manos del que era su mejor amigo, el poeta y amante de la condesa, Nicholas Naumov. Tras el crimen, tuvo lugar un juicio que se convirtió en el primer caso mediático de la Historia, ocupando numerosas portadas de los periódicos en el mundo. La condesa Tarnowska fue una mujer que levantaba pasiones, a la que todo el mundo amaba y admiraba. Desconocía por completo la historia de esta mujer, así que La condesa maldita me ha parecido una novela increíble, cuya lectura os recomiendo desde ya.

Reyes Monforte visitó Sevilla, justo antes de Semana Santa y esto es lo que me contó.

Marisa G.- Reyes, un placer tenerte en Sevilla de nuevo. Otro año más y con otra novela. Y además, una novela como esta, que me tiene tan impresionada. Yo no conocía la historia de esta mujer, de Maria Nikolaevna O’Rourke, condesa de Tarnowska. Y creo que esto le pasará a mucha gente. Tus novelas están llenas de mujeres increíbles, de personajes femeninos que sufren mucho, que aman mucho, que lo pasan mal. Percibo que te gusta especialmente poner la mirada en esos personajes femeninos que son grandes protagonistas.

Reyes M.-  Creo que de esto ya hemos hablado antes. Yo siempre voy buscando historias impresionantes, que impacten, que no sean muy conocidas. Da la casualidad de que suelen estar protagonizadas por mujeres, aunque ellas están rodeadas de muchos personajes masculinos. Pero no es algo premeditado. No voy buscando historias de mujeres porque las quiera devolver a la vida. Yo solo busco buenas historias. Y da la casualidad de que, de las diez novelas que he escrito, las diez son buenas historias protagonizadas por mujeres. A lo mejor, por eso llaman tanto la atención. Estamos acostumbrados a que nos cuenten las vidas de los caballeros, de señores que han hecho de todo, pero no nos han contado tantas historias protagonizadas por mujeres. Es verdad que, en todos mis libros, hay una protagonista principal femenina, pero son novelas muy corales. Sin los hombres no se entendería el papel de la protagonista y menos en el caso de la condesa Tarnowska

M.G.- A través de tus novelas hemos conocido la vida de África de la Hera o de Lina Codina, cuya historia me encantó. Ahora te centras en la condesa de Tarnowska. ¿Cómo llegas a conocer la existencia de esta mujer?

R.M.- De casualidad. Fue a través de un amigo que vive en Venecia. Fui a visitarlo y él me llevó al palacio Maurogonato, donde se cometió el crimen hace más de un siglo, el 4 de septiembre de 1907. Hoy, el palacio lo han convertido en el hotel Ala Venezia, cuyo bar lleva el nombre de Tarnowska, y donde el cóctel más pedido es el cóctel Tarnowska, bastante fuertecito, según me han dicho. El bar lo han convertido casi en un templo dedicado a la condesa, con fotos suyas por las paredes. Los artistas locales han hecho obras de arte sobre ella. Hay fotos de sus amantes y de la víctima. También puedes ver recortes de prensa porque el crimen no solo se recogió en la prensa italiana, sino que también salió en el New York Times. Aquel fue el primer gran juicio mediático de la historia. Mi amigo me dijo que terminaría escribiendo una novela sobre la Tarnowska. Esto que te cuento fue antes de la pandemia. Pero empecé a investigar, a leer más sobre ella, y me enganchó su historia. Me dije que tenía que escribir sobre esta mujer, que parecía más un personaje de ficción que un personaje real. 

M.G.- Sí, sí. Es que si te asomas un poco a su vida, y te das cuenta de que le pasaron muchísimas cosas.

R.M.- Sí, y todo con mucha intriga, mucha pasión, mucho amor, mucho odio, muchos celos, mucho sexo, mucho crimen. La condesa maldita y la propia condesa es un tratado de psicología, sobre todos los asuntos que asolan la condición humana.

M.G.- Era rusa, ¿no?

R.M.- Sí, sí. Hoy sería ucraniana, pero entonces era rusa. Ella era miembro de una de las familias más importantes de la alta sociedad de Rusia, muy cercana además a la corte zarista. De hecho, estuvo en la coronación del zar Nicolás II y también estuvo en la famosísima fiesta de disfraces que se celebró en el Palacio de Invierno en 1903, con motivo del 290º aniversario de los Romanov en el trono. Por cierto, la saga de La Guerra de las Galaxias se inspiró en aquella fiesta de disfraces para hacer su vestuario. Imagínate cómo sería aquello. Todo un escándalo. 

La condesa Tarnowska era una celebridad. Fue una mujer muy admirada. No se perdía una en los salones de baile y en las fiestas más exclusivas de Kiev, de San Petersburgo, de Moscú,... Y por supuesto, tampoco de París o de Viena. 

M.G.- Se casó muy joven con Wassily Tarnowski, un hombre que, digamos, la introdujo como en zonas muy oscuras.

R.M.- Sí, Wassily era un crápula, un mujeriego, un vividor. Ella se casó muy joven con él, cuando tenía dieciséis años. Huyó de la casa familiar para alejarse de la autoridad paterna. De los centenares de pretendientes que tenía, porque era muy guapa y atractiva, eligió al conde Tarnowska, al que el padre no podía ni ver. Fue él quien la introdujo en la prostitución consentida, en el mundo del masoquismo, de las fiestas alocadas, y de las drogas. Ella se dejaba llevar porque se debía a su marido y pensaba que aquello tenía que ser el matrimonio. Al final, se vio dando a luz a su primer hijo en la butaca de un baño, de una habitación de hotel, mientras su marido estaba yaciendo y pasándoselo bien con sus amantes. No con una, sino con varias. Hasta que ella se plantó y decidió dejar ser manipulada para pasar a ser la manipuladora. Dejó de ser sometida para ser ella la que sometía. Así, empezó a salir y a disfrutar de la vida. Al igual que la época estaba sedienta de revolución, pues ella también. Quería disfrutar al igual que disfrutaba su marido. Además, entendió que, como mujer de la época, el único poder que podía ejercer era el poder de la seducción. Y lo hizo sin importarle las consecuencias. Los hombres, sin ella pedirlo y para demostrarle su amor, se batían en duelo. Unos morían, otros quedaban malheridos, otros salían vivos de milagro. O se suicidaban, como su propio cuñado que, con dieciséis años se suicidó porque se enamoró de ella, y como vio que aquello era imposible, se suicidó colgándose de la ventana de la casa familiar. Había hombres que renunciaban a su riqueza, a su título nobiliario, a su familia, a su posición social,... Y todo porque caían rendidos bajo el brujo de la condesa, que era una especie de hechicera, sin ella pretenderlo. Eso sí, disfrutaba mucho de la situación, sobre todo, porque ella era la que dominaba, la que llevaba las riendas, y la que tenía el poder.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]


M.G.- Todos los hombres se batían y perdían los papeles por ganarse el favor de ella. 

R.M.- El favor, el amor y querían todo lo que te puedas imaginar, claro. 

M.G.- Después de ese matrimonio, ella conoce a muchos hombres. Entre ellos, a la víctima, al conde Pavel Kamarowski. Ella orquesta su asesinato cuando se iba a casar con él.

R.M.- Sí. Ella terminó siendo acusada de instigar al asesinato de su prometido con la ayuda de sus dos amantes. En la novela se cuenta claramente, y se plantea si la condesa era realmente víctima o verdugo, inocente o culpable. Claro que participó pero, a ver cómo te cuento esto sin hacer spoilers. La condesa, muchas veces, actuaba movida por las circunstancias, o por las malas compañías, o porque no le quedaba otro remedio, o porque pensaba que, al final, no iba a pasar nada. Ten en cuenta que el autor material del crimen era un poeta. Un poeta que además tenía un problema con el alcohol y con el masoquismo. Por eso se enamoró tanto de la condesa porque ella era una maestra en eso, en dar placer a los hombres, cualquier tipo de placer que fuera. Además era el mejor amigo de la víctima. Kamarowski era su protector, su consejero, la persona que le había ayudado a publicar sus libros, porque era el mejor traductor de ruso de las obras de Charles Baudelaire. Es decir, que ella realmente nunca pensó que el poeta se fuera a atrever a matar a su mejor amigo. Lo que pasa es que fue borracho. Estuvo toda la noche bebiendo grappa. Se presentó en el palacio de Maurogonato y Kamarowski, como amigo, lo recibió con los brazos abiertos, y el otro le disparó cinco veces, alcanzándole cuatro disparos en el cuerpo. Lo mató porque no quería que Kamarowski se casara con la condesa, porque él la amaba y ella lo amaba a él. Bueno, los rusos conjugaban el verbo amar de un modo demasiado optimista, digamos. El crimen sorprendió mucho a la condesa porque ella esperaba que un poeta disparara con palabras, o con la pluma, pero no con un arma. 

M.G.- En esta novela vamos a encontrar amor, venganza, odio,... Son las grandes pasiones que siempre han movido al ser humano.

R.M.- Sí, claro, y siguen moviéndolo exactamente igual. Lo que pasa es que es con menos glamur porque claro, estamos hablando de la sociedad brillante de la Rusia zarista, del cosmopolitismo de la Costa Azul, de la coronación de Nicolás II, de la Exposición Universal de París, de aquella Venecia de los palacios de la aristocracia europea,... Entonces todo eran joyas, dinero, oro, con mucha pompa pero sigue pasando hoy. Acuérdate de lo que pasó, por ejemplo, en Cataluña, con el caso de la guardia urbana. Aquello fue más cutre, más de andar por casa, pero en el fondo es lo mismo, la historia de una femme fatale. Pero ocurre que el foco de atención siempre se pone sobre la mujer. Lo mismo puede ser tan culpable, tanto el autor material como el autor intelectual, como ocurrió con la condesa. Y toda la prensa internacional centró las culpas y, sobre todo, el foco mediático en la condesa. ¿Por qué? Pues porque sabía que vendía, porque era un personaje que vendía periódicos, era la gallina de los huevos de oro porque, de la misma manera que seducía a los hombres, seducía a todo el mundo. De hecho, las mujeres en Venecia empezaron a vestirse y a peinarse como ella. 

M.G.- O sea, ¿no la odiaban?

R.M.- No, no. No la odiaban.

M.G.- Es que te quería preguntar precisamente por eso. Si las mujeres la admiraban también.

R.M.- Si empezaban a imitarla. ¿Tú te acuerdas del fenómeno Bonnie and Clyde? Bueno, ellos sí eran asesinos pero a su alrededor había mucha fascinación enfermiza. La condesa tenía un magnetismo casi animal, un poder de seducción que ejercía incluso cuando no era consciente de ello. Y fíjate que, en el juicio, eligieron a un juez de 75 años, ya jubilado. Lo pusieron al frente porque pensaron que, con 75 años, y te hablo de 1910, que no son los 75 años de ahora, no caería rendido a los pies de ella. Pues según el New York Times, y teniendo en cuenta la sentencia que dictaron, también cayó rendido. Es más, uno de los carabineros que la escoltaban desde la prisión de la Giudecca al tribunal penal de Venecia fue retirado del servicio porque le fue descubierto un plan de huida para la condesa, pero sin que ella le hubiera pedido absolutamente nada. Y uno de los miembros del jurado también fue retirado porque se enamoró de ella y le escribió no sé cuántas cartas de amor. Y con ella no había cruzado ni una palabra. Pero sólo de observarla durante los días de juicio,... Es decir, que tenía algo.

M.G.- Levantaba pasiones.

R.M.- Eso, levantaba pasiones y bajos instintos. La gente quería estar en su presencia. De hecho, muchas mujeres de la alta sociedad veneciana se disfrazaban de campesinas para poder ir como público y no ser reconocidas. Querían estar cerca de la Tarnowska, verla, mirarla, escucharla, a ver si, como decía la prensa, era tan bella como para justificar un crimen. Como si las feas no pudieran justificarlo. Ella disfrutaba siendo el centro de atención. De hecho, durante los dos años y medio que estuvo en prisión preventiva, estudió italiano porque sabía que así iba a llegar mejor al jurado, al juez, a la gente de la calle, a todo el mundo. Al principio, tanto la prensa como la ciudadanía, empezaron a llamarla la nueva Mesalina, la nueva Lucrecia Borgia, la Circe moderna, la nueva Cleopatra, la nueva Salomé,... Le gritaban «¡a la horca!»«¡pena de muerte!»«¡asesina!», y tal. Pero en cuanto declaró como acusada y se retiró el velo que siempre llevaba, se escuchó un rumor, un «¡oh, qué bella, qué guapa es la condesa!»El velo se lo quitó con mucha parafernalia porque sabía que era un momento importante. La prensa empezó a publicar que liberaran a la condensa Tarnowska, que no tenía culpa de nada. La gente de la calle empezó a arrojarle ramos de flores y cartas de amor, dulces, regalos.

M.G.- Y de una mujer tan fascinante, ¿cómo se sabe tan poco de ella? Porque creo que esta historia no se han difundido mucho.

R.M.- Al principio del siglo XX fue una locura. Era una mujer de la que todo el mundo hablaba, el rostro más conocido de la época. El asesinato se cometió en 1907 y el juicio fue en 1910. Durante décadas siguieron hablando de la condesa Tarnowska. Lo que pasa es que ya sabes que tenemos una memoria bastante cortita. Hoy, casi ni nos acordamos de lo que ocurrió hace una semana o un mes. Desde luego, yo no conocía su historia, pero esta mujer ocupó portadas de todos los periódicos del mundo.

M.G.- Como esta.



R.M.- La prensa de España también publicó alguna noticia. El Abc, por ejemplo, publicó una portada dedicada a la condesa Tarnowska y al juicio. Es que fue el primer gran juicio mediático de la Historia. Ella lo llenaba todo. Más que con fotos, le hacían dibujos porque en aquella época no todos los periódicos tenían la posibilidad de tener la tecnología necesaria para la fotografía. Fue muy conocida. De hecho, el director de cine Luchino Visconti, al conocer la historia de la Tarnowska se obsesionó, igual que todos los demás se obsesionaban con ella. Visconti quería llevar su historia al cine, a la gran pantalla, pero Mussolini se lo impidió porque decía que la condesa no era un buen ejemplo para las mujeres italianas. Sin embargo, el director de cine siguió intentándolo, escribió guiones y guiones, y después de la guerra contrató a Romy Schneider para hacer de la condesa, y a Marcello Mastroianni para hacer de uno de sus amantes. Pensó en llamar la película Muerte en Venecia, fíjate, pero luego rodó otra con ese nombre porque como vio que no había manera de hacer la que él quería de la condesa. Yo tuve la suerte de conseguir el guion de Visconti, de leerlo y me encantó. 

M.G.- Muy interesante la vida de esta mujer. Y fíjate que, después del juicio, y después de pasar tiempo en prisión, ella sale libre, sigue su vida, y siguió teniendo amantes y maridos. 

R.M.- Sí, sí. Lo único que hizo fue cambiar de nombre porque, claro, lo de condesa Tarnowska era como si hoy día dices Beyoncé. No iba a poder ir a ningún sitio porque todo el mundo la conocía. Así que se cambió de nombre pero no cambió de vida. Al final de sus días, sí que se asentó un poco. Se volvió a casar, esta vez con Alfred de Villemer, y sobrevivió a todos, a sus maridos, a sus amantes, a sus cómplices, a absolutamente todos. 

M.G.- Y en la novela no solo te centras en el crimen y el juicio, sino que ahondas también en el pasado de la condesa. Un poco para que entendamos al personaje, sus motivaciones, y su comportamiento.

R.M.- Sí. La novela comienza con el crimen y luego sigue con el proceso judicial. Hay una frase del comisario que llevaba la investigación, que dice que todo crimen tiene su historia. Porque no se creían que una mujer como la condesa se pusiera a planear el asesinato de su prometido por un seguro de vida de medio millón de liras. Si se hubiera casado con él, hubiese tenido millones y millones. No tenía sentido. Si esta mujer no necesitaba el dinero. Pero el comisario decía que para entender un crimen y para que todo case bien, hay que conocer su historia. Y por eso, en la segunda y en la tercera parte del libro, se cuenta la historia de la condesa, para que entendamos cómo llegó a esa situación, cuál fue su pasado, y cómo se vio en la posición de planear el crimen.

M.G.- Con toda la información que has manejado sobre esta mujer, ¿qué es lo que más te ha sorprendido?

R.M.- Todo. Lo que he tenido que hacer es un ejercicio concienzudo para decidir qué dejo fuera. Con todo lo que he dejado fuera hay casi para otra novela. Es que esta mujer no parece un personaje real, sino uno de ficción, a la que van pasándole cosas y más cosas. A mí me ha sorprendido mucho ese instinto, ese poder de seducción que tenía, y que traspasa las páginas de la novela. 

El otro día, por ejemplo, Irene Villa decía que estaba leyendo La condesa maldita y que le daba lo mismo si la acusaban o condenaban, que ella era del equipo Tarnowska, que amaba a esta mujer. Incluso a través de las páginas de un libro o de una obra audiovisual tiene esa capacidad de seducir a la gente. Estás deseando que se libre, o que en el juicio le caiga la mínima condena, o que no le caiga nada porque conoces su historia y entiendes que, ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos, ni los inocentes son tan inocentes, ni los culpables son tan culpables. Y al conocer su historia, entiendes que ella ha sido víctima antes que verdugo, si alguna vez fue verdugo, y ahí lo dejo.

M.G.- Y lo dejamos, sí. Has mencionado que su vida es más propia de la ficción que de la realidad. ¿Hay mucha ficción en la novela? Porque al principio del libro lanzar una advertencia.

R.M.- Sí pero solo para advertir al lector que hay partes noveladas, pero no me he tenido que inventar grandes cosas. A lo mejor, durante la coronación del zar Nicolás II, pues he novelado un poquito más, pero con datos reales. Es decir, no hay nada inventado pero sí están novelados los diálogos. Eso, claro, forma parte de la ficción. 

M.G.- Reyes, y el juicio ¿cómo fue? Porque sé que tuvo lugar dos años y medio después de la acusación, y todo ese tiempo la condesa estuvo en prisión preventiva.

R.M.- Sí, pero no estuvo en prisión de cualquier manera. Hasta ahí podíamos llegar, ¡que ella era condesa! Así que tenía una celda de pago, que le pagaba su padre y otros admiradores secretos, que ni siquiera conocía. Ellos le enviaban dinero, flores, dulces,... Era una celda de prisión, pero ella tenía sábanas de seda, sus vestidos, sus libros, sus cremas y sus aceites para el cuerpo, para la cara, para el cabello. Además le pasaban la prensa diaria, tanto la nacional como la internacional. Es decir, no estaba en un hotel pero tampoco era una presa.

M.G.- Y en ese juicio intervino mucha gente, creo.

R.M.- Más de doscientos cincuenta testigos y centenares de especialistas. Solo a la condesa la examinaron veinticinco ginecólogos y psicólogos. Y la examinaron ginecólogos porque el equipo de defensa de la Tarnowska, que se lo curró muy bien desde el principio, quiso presentarla como una víctima de la mente perversa de los hombres; víctima de los prejuicios de la sociedad, ante una mujer guapa, seductora, inteligente, con ganas de libertad; y una víctima, también, de la salud mental. Este no fue solo el primer juicio mediático de la Historia, sino que fue también el primer juicio donde se admitieron los preceptos del psicoanálisis freudiano y la salud mental como eximente, aparte de los atenuantes por el consumo de drogas y alcohol, que eso hizo que las penas se redujera. Y los ginecólogos y los psicólogos la presentaron y la atestiguaron como una víctima. Y así está en las actas del juicio, porque no sólo tenía precedentes de locura en su rama materna, sino que los ginecólogos demostraron que, cuando dio a luz, se produjo un envenenamiento de su sangre y eso afectó a su actividad mental. Si lo hubiesen cogido a tiempo, la hubiesen operado en su momento, después de dar a luz, y no hubiese pasado nada. Pero bueno, la presentaron como una víctima y como tal quedó en gran parte del proceso.

M.G.- Esta vida es para llevarla al cine.

R.M.- Sí, a ver si tengo más suerte que Visconti. Es una historia que tiene muchas posibilidades, en la que hay crimen, intriga, pasión, sexo,.... 

M.G.- No le falta nada.

R.M.- Absolutamente nada. 

M.G.- Bueno, Reyes, un placer el conversar contigo. Estoy deseando ponerme con esta novela porque es fascinante. A medida que vas conociendo más sobre ella, te va enganchando cada vez más. 

R.M.- Te va enganchando la historia y te va enganchando ella. 

M.G.- Exactamente.

R.M.- Y entiendes a la doncella que tenía, a Elisa Perrier que, por cierto, fue detenida, encarcelada y juzgada. Aunque luego fue la única que quedó libre. Pero la entiendes porque Elisa tenía una dependencia de la condesa que no tiene explicación, pero así era. 

M.G.- Pues esperemos ver esta historia en la tele o en el cine. Un placer, Reyes.

R.M.- El placer siempre es mío. Gracias.

Sinopsis: Septiembre, 1907. Movido por los celos, el joven traductor ruso Nikolái Naumov dispara contra el conde Kamarowski en su palacio de Venecia al saber que contraerá matrimonio con la mujer que ama en secreto. Cuando el conde muere, la investigación policial apunta a su prometida, la condesa Tarnowska, como instigadora del crimen pasional junto con otro de sus amantes, el abogado Donato Prilukov. Tres años después comienza el juicio más escandaloso de la época, un proceso que sacudió los cimientos de la sociedad, revolucionó la prensa y cambió el sistema legal judicial admitiendo el psicoanálisis freudiano. Señalada como la primera femme fatale del siglo XX surgen dudas: ¿es la condesa culpable o inocente? ¿Víctima o verdugo? No hay crimen sin historia. La condesa maldita narra los días de una mujer arrolladora que coleccionó amantes, desafió los tabúes más férreos del momento y nunca renunció a su libertad. 

lunes, 7 de septiembre de 2020

POSTALES DEL ESTE de Reyes Monforte

megustaleer - Postales del Este - Reyes Monforte 
Editorial: Plaza y Janés
Fecha publicación: Junio, 2020
Precio: 20,90 €
Género: Narrativa
Nº Páginas: 544
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubiertas
ISBN: 97884010235909
Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]
Autora
Reyes Monforte es periodista y escritora. Su trayectoria profesional ha estado marcada por su trabajo en la radio, donde durante quince años ha dirigido y presentado distintos programas en diferentes emisoras, entre las que cabe destacar Onda Cero y Punto Radio. También ha colaborado en diversos programas de televisión en Telemadrid, Antena 3TV, La 2 o El Mundo TV, y como columnista en el diario La RazónSu primer libro, Un burka por amor, con más de un millón y medio de ejemplares vendidos, se convirtió en un best seller del que se hizo una exitosa serie de televisión en Atresmedia,con una audiencia de cuatro millones y medio de espectadores. Tanto esta como sus posteriores publicaciones (Amor cruel, La rosa escondida, La infiel, Besos de arena y Una pasión rusa) han sido traducidas a varios idiomas. En 2018 publicó en Plaza & Janés La memoria de la lavanda, su última novela hasta ahora. En la actualidad, Mediaset está preparando la adaptación de La infiel para la televisión.

Sinopsis
En septiembre de 1943, la joven Ella llega prisionera al campo de concentración de Auschwitz, desde Francia. La jefa del campo de mujeres, la sanguinaria SS María Mandel, apodada la Bestia, descubre que su caligrafía es perfecta y la incorpora como copista en la Orquesta de Mujeres. Gracias a su conocimiento de idiomas, Ella comienza a trabajar en el Bloque Kanadá donde encuentra numerosas postales y fotografías en los equipajes de los deportados, y decide escribir en ellas sus historias para que nadie olvide quiénes fueron. Mientras forma lazos de amistad con las presas, sobrevive a la maldad de sus captores y evita que descubran su particular resistencia hecha a golpe de palabras, una rebelión se gesta entre los presos que amenaza aún más su vida y la del hombre que ama, Joska.

Casi cuarenta años después, la joven Bella recibe una caja llena de postales. «Son postales que tu madre escribió cuando estuvo en el Este. Así las llamó: Postales del Este. Ella quería que las leyeras a su debido tiempo. Y ese tiempo es ahora.»

Combinando ficción con personajes históricos como Josef Mengele, Heinrich Himmler, Irma Grese, Rudolf Hoss, Ana Frank o Alma Rosé, Reyes Monforte regresa al género que le ha consagrado como autora. Ricamente documentada y escrita con pasión y emotividad, ha firmado su obra más ambiciosa: una historia sobre el poder liberador de las palabras, en el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Es lunes, 7 de septiembre. Volvemos a la actividad y para ello, no he podido elegir mejor novela. Postales del Este de Reyes Monforte me ha gustado mucho. Aúna dos componentes que me han hecho disfrutar. Por un lado, la prosa cálida y emotiva de una autora que, hasta la fecha, es una apuesta segura para mí. Por otro, la narración de una historia inspirada en hechos reales, dentro del horror que supuso el Holocausto y el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Tengo la sensación de que nunca llegaremos a conocer realmente todo lo que ocurrió dentro de aquel recinto y en otros tantos, donde solo se sembró la maldad.

Postales del Este arranca en 1980, cuando Bella, de treinta y cinco años de edad, anda sumida en cavilaciones y recuerdos, a la espera de averiguar si el test de embarazo que se acaba de hacer, le da una alegría o no. Ella y su marido León llevan mucho tiempo queriendo ser padres pero ese hijo se resiste a llegar. En esas está cuando su tía Mia llega de visita. Porta en sus manos una caja, de cuyo interior "extrajo una lata redonda algo roída por el tiempo, con la tapa oxidada pero aún prendida al cuerpo de latón. Era un bote de leche condensada o, al menos, así rezaba la etiqueta". Lo que contiene ese bote es un fajo de papeles, postales y fotografías garabateadas, algunos escritos con la hermosa caligrafía de su madre. "Son postales que tu madre escribió cuando estuvo en el Este", le dirá su tía Mia y ante Bella, nacerá una historia desconocida, una historia sobre sus orígenes, el pasado y la memoria.




Postales del Este cuenta la historia de Ella, una joven judía francesa que en septiembre de 1943, llega a Auschwitz junto a su familia y su prometido Joska. A su llegada al campo, fue sometida a un proceso de clasificación que la separó de los suyos. No obstante, se puede decir que tuvo suerte, si la suerte podía existir dentro de Auschwitz, pues se convirtió en el capricho de una de las oficiales del campo, María Mandel. Trasladada al Kanada, el bloque en el que se almacenaba y se clasificaba las pertenencias con las que llegaban los judíos, hizo acopio de postales y fotografías, en las que fue escribiendo los nombres de muchos de los prisioneros que pasaron por allí. Era  una manera de preservar la memoria de todos los hombres, mujeres y niños que fueron asesinados, gaseados, incinerados. Para evitar ser descubierta, ocultó todos aquellos documentos bajo tierra, con la esperanza de que algún día alguien los encontrara

Ella poseía también un bonita caligrafía y hablaba, además, seis idiomas, una habilidad que la colocó como traductora para los nazis. En cierto modo, gozaba de ciertos privilegios dentro del campo, aunque eso no la libró del desprecio del resto de prisioneras, que la consideraban una traidora por venderse a los SS, ni de los abusos de Menguele, que mostraba especial interés en los ojos de la joven, cada uno de un color distinto. A través de este personaje, el lector puede asomarse a la atrocidad más absoluta, siendo testigo de los hechos más espeluznantes, pero también comprobará cómo los prisioneros llevaban a cabo pequeños actos de rebeldía, en un intento de asestar algún golpe a la estructura nazi.

Pero Postales del Este, más allá de narrar el escalofriante testimonio de Ella, también profundiza en una cuestión de la que he leído poco. Generalmente, cuando pensamos en los oficiales de la SS, siempre nos imaginamos a hombres uniformados, pero en los campos de exterminio también existían las jefas de campo, oficiales femeninas que, a veces, eran hasta mucho más crueles que los hombres. Es el caso de María Mandel,  apodada la Bestia, "un monstruo con un insaciable apetito de muerte y sadismo". En esta novela vamos a descubrir a este personaje real, que hasta el momento era totalmente desconocido para mí. Conoceremos su trayectoria dentro de la jerarquía nazi, y qué papel desempeñó en Auschwitz. Junto a ella, su discípula Inma Grese, a la que conocían como la Bella Bestia o el ángel rubio, serán dos de las mujeres que más terror sembraron en el campo de exterminio.

"El dedo índice de Mandel era capaz de despertar más temor entre las presas que los ladridos de los perros por los que se hacía acompañar muchos días, con el único afán de intimidarlas". [Pág. 48]

Creo que Reyes Monforte mantiene un estupendo equilibrio entre la narración centrada en los horrores que vivían los presos y la descripción de la vida de los oficiales de la SS, dentro de los campos. A pesar del dolor que supone leer las humillaciones y las vejaciones a los que eran sometidos los deportados, y comprobar el nivel de maldad al que eran capaces de llegar los nazis, resulta muy interesante todo lo que se narra en esta novela. No solo es un testimonio que arroja más luz sobre un periodo negro y oscuro, sino que este libro me ha permitido conocer nuevos datos, hechos y circunstancias, de las que no sabía nada. Por ejemplo, desconocía la existencia de una orquesta de mujeres, formada por cuarenta y siete prisioneras, entre las cuales figuraba Alma Rosé, la sobrina del compositor Gustav Mahler. De igual modo, he descubierto horrorizada de qué manera los nazis aprovechaban los cuerpos de los judíos asesinados. No solo se quedaban con sus pertenencias materiales sino que también empleaban su piel, su cabello, su grasa y, aunque parezca paradójico, su sangre para hacer transfusiones a sus soldados heridos. ¿Pero no hablaban de la pureza de la raza? Por otra parte, todo era objeto de trueque en el campo. Los prisioneros trataban de conseguir algún objeto que poder cambiar por comida o medicamentos porque "el valor de cada objeto lo marcaba la necesidad". Además, Reyes Monforte hace un repaso a la estructura jerárquica nazi, y airea diversos casos de corrupción que salpicaron a algunos oficiales. Como veis, Postales del Este es un novela muy completa de la que es difícil despegarse pues, a pesar de las barbaridades que se describen, mi interés no ha decaído en ningún momento y no he dejado de sentir curiosidad por lo que el destino deparaba a todos los protagonistas.

Inspirada en hechos reales, todos los personajes que figuran en la novela existieron realmente, tanto los oficiales como los prisioneros. Monforte ha mantenido el nombre de cada uno de ellos, como el de la prisionera de Fania Fénelon. Solo ha modificado el de Ella, empleando un nombre que, por grafía, es igual que el pronombre personal femenino, como homenaje a todas las mujeres que pasaron por los campos de la Alemania nazi. Así no lo explica en la entrevista que pudimos hacerle (puedes leerla aquí). Los personajes de esta novela son todos muy potentes, construidos con muchos matices y perfectamente desarrollados tanto emocional como psicológicamente. Este aspecto, unido a los hechos que se recogen en la novela, nos conduce a pensar que la labor de documentación ha tenido que ser colosal. Y de entre todos los personajes reales que aparecen en esta historia, hay uno cuya presencia me ha resultado especialmente emotiva. Aunque fugazmente, veremos a Anna Frank, con su inocencia, paseando entre los barracones de Auschwitz.  

Estructura en 22 capítulos de larga extensión, la novela comienza con una introducción en un pasado reciente, donde conoceremos a Bella, tal y como comenté al principio de esta reseña. Será la misma Bella la que también cierre la narración, a través de un epílogo que transcurre treinta y cinco años después de que Auschwitz fuera liberado. Son dos bloques claramente diferenciados y narrados con voces narrativas distintas. En la introducción y el epílogo, será Bella la encargada de transmitirnos qué siente al recibir todas aquellas postales escritas por su madre y también toda la emoción que la embarga, una vez que conoce la historia real de su familia. Sin embargo, la vida de Ella dentro de Auschwitz estará narrada por un narrador en tercera persona, un omnisciente que nos ofrece una visión global de todo lo que ocurría en el campo. Cierra el libro dos anexos muy interesantes, en los que se recogen muchos más datos sobre los personajes de la historia, y donde se amplía información sobre más cuestiones. 

Postales del Este cuenta con una narración vibrante en la que las emociones como la ilusión, el dolor y el miedo saltan de las páginas. Hay pasajes en los que te quedas sin respiración, pero Monforte no se esfuerza en ahondar en la herida, y es que basta con limitarse a describir con simpleza todas las barbaridades que se hacían en Auschwitz, para que el lector entienda el horror al que estaban sometidos los prisioneros. 

En definitiva, solo puedo tener buenas palabras para Postales del Este. Me ha parecido una novela intachable, que desde aquí, os recomiendo.
"Auschwitz-Birkenau, lo primero que aprendía una presa era que la muerte de una propiciaba la vida de otra; si una estaba viva, es porque otra moría. Parecía injusto, inhumano, pero no lo habían inventado ellas. Y aun así, resultaba extraño lo normal que parecía. La normalización del mal. Eso era Auschwitz-Birkenau"



[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


martes, 23 de junio de 2020

REYES MONFORTE: 'María Mandel fue la responsable de más de medio millón de asesinatos en Auschwitz'

No sabría decir cuántas novelas he leído sobre Auschwitz y el Holocausto. Ese negro episodio de la Historia siempre ha despertado mi curiosidad, a la vez que me ha provocado una absoluta repulsa. Mientras más leo sobre aquellos hechos, menos lo entiendo. La impunidad con la que se perpetró el asesinato de tantos hombres, mujeres y niños no me entrará jamás en la cabeza y, por mucho que lo intente, soy incapaz de imaginarme el horror que aquellos prisioneros tuvieron que soportar. ¿Cómo es posible que alguien consiguiera sobrevivir? ¿De qué pasta estaban hechos para poder superar aquellas aberraciones y torturas? Leo, leo y leo. Y con cada nueva lectura aprendo algo nuevo. No solo descubro nuevas vidas, tan interesantes, tan tristes, tan vitales, tan intensas. Sino que, cada novela me permite asomarme a aquellos campos de exterminio, para enseñarme un nuevo rincón del horror. 

Reyes Monforte acaba de publicar lo que es su octava novela, Postales del Este, "una historia basada en hechos reales, un emocionante relato sobre la memoria, el amor y la esperanza en medio del horror de Auschwitz". En esta novela, la autora narra la historia de Ella, una joven francesa que, gracias a la palabra y a su bonita caligrafía, consiguió salvaguardar la memoria de muchos exterminados. Os dejo con la entrevista.


[© Paco  Navarro]
Marisa G.- Reyes, un placer hablar contigo por teléfono, aunque me hubiera gustado que el coronavirus hubiera permitido que nos viéramos.

Reyes M.- Es verdad. Ahora, tendría que estar en Sevilla y aquí estoy, en Madrid, sin poder moverme. Pero bueno, como nosotras nos conocemos de otras ocasiones, nos hacemos a la idea de que no estamos viendo.

M.G.- Eso sí. Bueno, tengo que reconocerte que, aunque he leído mucho sobre Auschwitz y sobre el Holocausto, he aprendido muchas cosas con tu novela, que desconocía por completo. Y es que, en aquel episodio histórico todavía se puede escarbar, y aún hay mucho que contar.

R.M.- Me alegra que me digas eso. Es lo que me están diciendo muchos lectores. Pensamos que sabemos mucho de Auschwitz porque hemos visto muchas películas o libros ambientados en este campo de exterminio, pero realmente, Auschwitz sigue siendo un gran desconocido que todavía hoy, hay que descubrir día a día. No podemos olvidar lo que pasó allí, que es mucho más de lo que sabemos. 

M.G.- ¿Y cómo llegas a esta historia?

R.M.- Pues en una visita a ese campo de exterminio. Lo he visitado unas diez o doce veces. Y por cierto, recomiendo visitarlo a todo el mundo, por lo menos una vez en la vida. En una de esas visitas, descubrí que habían colocado un panel en una de las paredes, con centenares de fotografías, en las que se veía a los oficiales nazis más poderosos de Auschwitz. Eran todos hombres, con sus uniformes verdes de la SS, menos una mujer, a la que se veía vestida con una blusa blanca. Me acerqué y me fijé en su nombre. María Mandel, ponía. Resulta que fue la mujer más poderosa de Auschwitz, a la que llamaban la Bestia. Y de ahí, empecé a tirar del hilo.

María Mandel era austriaca. Fue jefa del campo en 1942, puesta allí por Hitler. Me parecía sorprendente que, en esos años, en los que el papel de la mujer ya sabemos cuál era, una mujer ocupara aquel cargo tan importante. Además Hitler insistía en que el papel de la mujer siempre debía limitarse a la ecuación de las tres K: Küche, Kinder und Kirche. Es decir, cocina, hijos e iglesia. Incluso en un discurso que dio ante la Asociación de mujeres nacional-socialista, dijo que la mujer debía luchar por la Alemania nazi, pero como mejor podía hacerlo era dando seis o siete hijos al Tercer Reich. Por esto, a mí me resultó llamativo que una mujer, como María Mandel, que ni siquiera tenía treinta años, fuera una de las jefas de Auschwitz.

M.G.- La novela tiene que ver con unas cartas y postales. De ahí, el título. 

R.M.- Sí, ese fue otro descubrimiento. Por las noticias, supe que, a los pocos años de la liberación del campo, levantaron la tierra y descubrieron mensajes, fotografías, planos, objetos personajes. Eran cosas que los prisioneros habían enterrado porque estaban convencidos de que no iban a salir con vida, de que los nazis iban a acabar borrando cualquier huella de lo que hubiera pasado allí. No querían que el mundo desconociera lo que ocurrió en aquel lugar, por eso enterraron fotos, papeles, cualquier cosa en la que pudieran escribir un nombre, o contar alguna cosa de Auschwitz. Eran testimonios que estaban escritos en varios idiomas. Fue una forma de enterrar su memoria. 

M.G.- Esa memoria que mencionas es la que recoge Ella, la protagonista de esta novela. Una joven francesa que acaba en Auschwitz.

R.M.- Ella es un personaje real pero hubo muchas como ella en Auschwitz. No quise usar su nombre real. En su lugar, decidí llamarla Ella, que se escribe como el pronombre personal femenino, en un homenaje a todas las mujeres que pasaron por todos los campos de concentración de la Alemania nazi. 

Ella es una chica francesa, que llega al campo de Auschwitz, en septiembre de 1943. Enseguida llamó la atención, tanto de Joseph Menguele como de María Mandel. Era muy bella, hablaba seis idiomas, tenía una caligrafía perfecta. Los alemanes entienden que todo eso les podía venir muy, para traducir las órdenes a todos los prisioneros que venían de distintos países de Europa. Deciden colocarla en los dos bloques más importantes del campo. En el bloque de la música, donde ensayaba la orquesta de mujeres que creó la propia María Mandel, para copiar las partituras. Y en el bloque Kanada, el almacén donde iban a parar los equipajes de los deportados que llegaban al campo. Allí se encontraba de todo, desde medicinas, comidas, bebidas, libros, instrumentos musicales, oro, dinero, joyas,... Todo lo que los judíos se habían llevado de sus casas cuando tuvieron que abandonarlas, acababan en el Kanada. Todo lo de valor quedaba en manos de los nazis para engrosar las arcas del Tercer Reich. Pero dieron órdenes de quemar y destruir todas las fotografías, las cartas, las postales,... todo lo que fuera personal de los judíos y que no tuviera ningún valor económico. Ella decidió hacerse con algunas de esas fotografías, retratos familiares, postales para ir escribiendo en su reverso el nombre de las personas que iban siendo asesinadas en los crematorios y en las cámaras de gas. Ella tenía la convicción de que escribiendo sus nombres los mantendría con vida. No podía salvarlos pero, al menos, podía salvar su memoria, sus nombres, su identidad, su historia. A través de la palabra, Ella consigue sobrevivir en el campo, porque la palabra fue como su pasaporte a la supervivencia, no solo suya, sino también de todos los exterminados en Auschwitz. 

M.G.- Algo tan sencillo como tener buena caligrafía la ayudó mucho dentro del campo.

R.M.-  Y escribir esas palabras, esos nombres. La escritura estaba prohibida. Mandel llegó a matar a una prisionera, a la que sorprendió escribiendo un poema en un billete de diez zloty. Fíjate el miedo que le tenían los nazis a las palabras. Sin embargo a ella, todo eso le daba fuerzas. Pensaba que tenía un motivo para vivir. Algunos de los prisioneros que se sentían próximos a la muerte y sabían lo que estaba haciendo, acudían a ella para pedirles que escribiera su nombre en aquellas postales. Sabían que iban a acabar en las cámaras de gas, aceptaban su destino pero, al menos, querían dejar constancia de su existencia, querían demostrar de algún modo que no eran la basura que los nazis querían hacer de ellos, que tenían un nombre. Y ese nombre, esa dignidad que nos viene con el nombre, es lo primero que los nazis borraban. Lo cambiaban por un número tatuado en el brazo, que no tenía ningún sentido ni significado. En cuanto uno moría, su número se lo tatuaban a otro.

M.G.- Y no sé si es algo que forma parte de la ficción o es real, pero en la novela leemos que le pedían a los prisioneros escribir postales a sus familiares, para decirles que estaban bien, que comían. Era una trampa para averiguar la dirección de otros judíos.

R.M.- Eso es totalmente real. Les daban postales a los prisioneros que llegaban al campo y les pedían que escribieran solo veinticinco palabras, incluyendo destinatario y dirección. En esas postales tenían que escribir que estaban bien, que los estaban cuidando y que les mandaran paquetes con cosas de valor que pudieran utilizar para canjear. De ese modo, localizaron y deportaron a muchos más judíos. Algunos prisioneros descubrieron el engaño y llamaban a aquellas postales, las mentiras con matasellos. Además, les daban una dirección incorrecta. Auschwitz no aparecía con dirección del remitente porque, al principio, nadie sabía qué era Auschwitz, ni donde estaba.




Si te fijas en las guardas del libro, aparecen esas postales reales. Se ven los sellos con el rostro de Hitler, los nombres de las víctimas, los destinatarios. Porque todo lo que se cuenta en Postales del Este es real, ocurrió de verdad. No me he inventado nada, primero por respeto, y segundo porque Auschwitz es uno de los ejemplos más claros, de que la realidad siempre supera la ficción. Lo que he hecho es novelar un relato, pero no hay nada inventado. La orquesta de mujeres, aquellos niños que escribieron sus nombres con sangre en las paredes de un barracón, porque sabían que iban a morir, los mensajes que Ella u otros prisioneros que trabajaron en el Kanada, encontraron en los forros de los abrigos, en las suelas de los zapatos, escondido entre los sujetadores, pidiendo ayuda,... Todo esto pasó así, y lo sabemos porque lo han contado los supervivientes. Así que no me he inventado nada porque me parece que ficcionar sobre Auschwitz es faltar al respeto. 

M.G.- Reyes, ¿y de María Mandel hay mucho escrito? ¿Has encontrado mucha documentación?

R.M.- He encontrado algo y me ha servido bastante. Pero sobre todo he encontrado información sobre el papel de las mujeres en el exterminio judío. Desconocía que hubiera habido tantas mujeres que fueron oficiales de la SS. Estamos acostumbrados a ver películas o a leer libros, en el que las mujeres tienen el papel de víctima, de prisioneras, o como mucho aparecen como esposas o amantes de oficiales de la SS. Y conocemos mucho a Menguele, a Himmler, a Hoss pero no a muchas mujeres empoderadas en su uniforme y siendo incluso más crueles, como es el caso de María Mandel, que los propios varones. Menguele y Hoss se asombraban un poco de ver su crueldad. María Mandel fue la responsable de más de medio millón de asesinatos en Auschwitz, de mujeres y de niños. Te choca por la época y luego porque normalmente no estamos acostumbradas a ver mujeres malas. Por eso, con este libro quiero subrayar que la maldad y la bondad no entienden de género, como tampoco entienden de raza, de nacionalidad o de religión.

Antes de Auschwitz, María Mandel estuvo en el campo de Ravensbrück. Por allí pasaron más de cuatro mil mujeres, aunque las cifras bailan según la fuente, para ser instruidas en el gobierno de los campos de concentración. Allí conoció a Irma Grese, la que fue su pupila y amiga, a la que llamaban la Bella Bestia. Era más bella que Mandel y también tenía un halo de locura superior. Ambas estuvieron luego en Auschwitz.

M.G.- Hay escenas durísimas. A mí me ha provocado especial repulsa saber hasta qué punto aprovechan los cuerpos de los exterminados. Se sabe que hacían jabón con la grasa de los cuerpos pero también, empleaban el cabello.

R.M.- Sí, sí. La esposa de Rudolf Hoss utilizaba las cenizas de los quemados para abonar los jardines de su casa. Incluso les extraían la sangre para hacer transfusiones a los soldados que estaban en el campo de batalla. Prácticamente llevaban a la muerte a los prisioneros porque se trataba de una extracción no controlada. Y no deja de ser paradójico que ellos defendieran la pureza de la sangre, y que luego utilizaran la sangre judía para salvar a los soldados. Era todo un sinsentido porque a la sinrazón nazi no le puedes buscar ninguna lógica. 

Aunque Auschwitz es una de las páginas más negras de nuestra historia, en Postales del Este intento poner algo de luz, sobre todo al final. La esperanza siempre está presente en la novela. Lógicamente, al estar ambientada en un campo de exterminio, no se pueden esconder cosas, ni se pueden contar de otra manera. Pero a mí me gusta hablar de esta novela como una historia sobre el poder sanador y curativo de las palabras.

M.G.- Entre todos los personajes, aparece la sobrina de Gustav Mahler, Alma Rosé, que tiene mucho protagonismo en la novela.

R.M.- Alma Rosé era ya una violinista famosa cuando fue detenida y deportada a Auschwitz por la Gestapo. Ella era medio judía por su abuela. Entró directamente en el bloque 10, donde se hacían los experimentos de Menguele. Estaba condenada a muerte e iba  ser enviada a la cámara de gas, cuando María Mandel, que era una gran amante de la música clásica, se entera de que Alma Rosé estaba allí. La mandó llamar, la salvó de una muerte segura y la puso al frente de su orquesta de mujeres. Con ella al cargo de la orquesta, esta se volvió casi profesional. La orquesta estaba compuesta por cuarenta y siete mujeres, y Rosé salvó a muchas de ellas, o al menos garantizó su supervivencia durante más tiempo. 

M.G.- Esto de la orquesta de mujeres era una de las cosas que yo desconocía. Pero es muy sorprendente ver a los nazis embelesados con la música, mostrando una gran sensibilidad y luego, tan poca empatía con el ser humano.

R.M.- María Mandel era incapaz de sentir empatía por nadie. A los recién nacidos los estrellaba contra la pared de los barracones. No tenía piedad ni mala conciencia porque ella alegaba que estaba cumpliendo órdenes. Incluso llegaba a la excitación sexual observando cómo Menguele llevaba a cabo los experimentos médicos que, en realidad eran sesiones de tortura. ¿Cómo alguien que hacía estas cosas, podía llegar a emocionarse hasta la lágrima con la música clásica? Ella se emocionaba escuchado un aria del Madame Butterfly de Puccini. Y lo mismo le pasaba a Menguele que solía decir que, Schubert le llegaba al corazón, cuando acababa de mandar a la muerte a mil o dos mil personas. Esa contradicción era algo muy habitual en casi todos los oficiales de la SS.

M.G.- La documentación habrá sido apasionante. 

R.M.- Sí, y extensa porque sobre el Holocausto y Auschwitz hay mucha información. He consultado las actas del juicio contra María Mandel, en el Tribunal de Cracovia, porque son públicas. Hay muchas fuentes y puedes acudir a ellas. En cada una, descubres cosas nuevas porque no todo está contado. Ya te he comentado alguna vez que la documentación es la parte que más disfruto. Me gusta indagar y que una cosa me lleve a otra.

M.G.- El grueso de la novela transcurre en Auschwitz, en el pasado, pero el inicio y el final de la historia tiene lugar en un pasado más reciente, en 1980, con la hija de Ella. 

R.M.- Siempre he entendido que la Historia, y sobre todo con momentos como el Holocausto, manda una postal al presente desde el pasado, para advertirnos de ciertas cosas. Este año se conmemora el 75 aniversario de la liberación de Auchwitz, pero aquello que provocó la construcción de aquel campo sigue en nuestro tejido social. Es decir, el odio, la maldad, la intolerancia, el racismo,... Todo eso no nació en Auschwitz, ni tampoco quedó enterrado allí. Por eso, hay que estar ojo avizor porque puede volver a ocurrir. De ahí que haya elegido una frase de Primo Levi para abrir la novela porque es muy reveladora:


"Ocurrió. En consecuencia puede volver a ocurrir. Esto es la esencia de lo que tenemos que decir. Puede ocurrir, y puede ocurrir en cualquier lugar."

Ese es el peligro que corremos porque pensamos que sabemos mucho de Auschwitz. Sin embargo, cuando escucho que el 30% de los europeos no sabe lo que fue aquel campo de exterminio, o que uno de cada tres jóvenes europeos desconoce lo que fue el Holocausto, me preocupo. Y eso es en Europa. Porque en Estados Unidos las cifras aumentan. Lo más grave es que el 36% de los milenials, es decir, esos jóvenes que van a construir el futuro no tienen ni idea de quien fue Hitler. Y no será porque no hay documentación, películas, libros,.. Por todo esto que hablamos quise que la novela empezará con Bella, la hija de Ella, que, a los 37 años, recibe una caja de postales con fotografías de gente que no conoce, pero sí reconoce la caligrafía de su madre. Leyendo esas postales, Bella descubre el gran secreto que le había ocultado su madre, fallecida recientemente por Alzhéimer. Fíjate qué contradicción. Ella se pasó la vida resguardando la memoria de otros y al final termina sufriendo la enfermedad del olvido.

M.G.- Muy triste. Desde luego, Postales del Este es una historia dura pero también preciosa que hay que leer.

R.M.- Sí, es dura porque se cuenta lo que ocurrió en aquel lugar de horror, pero también está escrita con respeto y recogimiento, para que el lector no tenga que cerrar la novela.

M.G.- Creo que todos los lectores que empiecen a leerla van a sentir muchas ganas de conocer lo que ocurrió con Ella, así que no la cerrarán. 

Reyes, no te quiero robar más tiempo. Te agradezco mucho que me hayas atendido y espero verte en persona con la próxima historia.

R.M.- Sí, porque tengo muchas ganas de estar en contacto con los lectores. 

M.G.- Nos vemos con la próxima, entonces. Muchas gracias.

R.M.- Muchas gracias a ti.


Sinopsis: En septiembre de 1943, la joven Ella llega prisionera al campo de concentración de Auschwitz, desde Francia. La jefa del campo de mujeres, la sanguinaria SS María Mandel, apodada la Bestia, descubre que su caligrafía es perfecta y la incorpora como copista en la Orquesta de Mujeres. Gracias a su conocimiento de idiomas, Ella comienza a trabajar en el Bloque Kanadá donde encuentra numerosas postales y fotografías en los equipajes de los deportados, y decide escribir en ellas sus historias para que nadie olvide quiénes fueron. Mientras forma lazos de amistad con las presas, sobrevive a la maldad de sus captores y evita que descubran su particular resistencia hecha a golpe de palabras, una rebelión se gesta entre los presos que amenaza aún más su vida y la del hombre que ama, Joska.

Casi cuarenta años después, la joven Bella recibe una caja llena de postales. «Son postales que tu madre escribió cuando estuvo en el Este. Así las llamó: Postales del Este. Ella quería que las leyeras a su debido tiempo. Y ese tiempo es ahora.»

Combinando ficción con personajes históricos como Josef Mengele, Heinrich Himmler, Irma Grese, Rudolf Hoss, Ana Frank o Alma Rosé, Reyes Monforte regresa al género que le ha consagrado como autora. Ricamente documentada y escrita con pasión y emotividad, ha firmado su obra más ambiciosa: una historia sobre el poder liberador de las palabras, en el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz.




lunes, 2 de julio de 2018

LA MEMORIA DE LA LAVANDA de Reyes Monforte

megustaleer - La memoria de la lavanda - Reyes Monforte
Editorial: Plaza y Janés.
Fecha publicación: abril, 2018.
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 432 
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
ISBN: 9788401021565
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Reyes Monforte es periodista y escritora. Su trayectoria profesional ha estado marcada por su trabajo en la radio, donde durante quince años ha dirigido y presentado distintos programas en diferentes emisoras, entre las que cabe destacar Onda Cero y Punto Radio. También ha colaborado en diversos programas de televisión en Telemadrid, Antena 3TV, La 2 o El Mundo TV, ejerciendo de colaboradora y, en algunos casos, de guionista. Su primer libro, Un burka por amor, con más de un millón y medio de ejemplares vendidos, se convirtió en un best seller que dio lugar a una exitosa serie de televisión. Tanto esta como sus posteriores publicaciones (Amor cruel, La rosa escondida, La infiel, Besos de arena y Una pasión rusa) han sido traducidas a varios idiomas. En la actualidad, Mediaset está preparando la adaptación de La infiel para la televisión. 

Sinopsis


«Morí un 3 de mayo. Ese día dejé de respirar, de sentir, de oír, de pensar, de reír. Lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado. Y perder esa sensación es mucho más doloroso que no tenerla nunca.»

Dos meses después de la muerte de Jonas, Lena, fotógrafa profesional, reúne el valor necesario para cumplir la última voluntad de su marido: esparcir sus cenizas en los campos de lavanda del corazón de la Alcarria. Allí se reúne con el grupo de amigos de Jonas, entre ellos Daniel, su primo hermano, un sacerdote con el que comparte los sentimientos de amor y pérdida, y que guarda para sí muchos silencios.

Sin embargo, igual que se heredan los afectos, se heredan también los odios. Lena deberá lidiar con la presencia amenazante de su cuñado Marco, un hombre envidioso y mezquino que no está dispuesto a respetar su duelo. Coincidiendo con el Festival de la Lavanda, recordará su historia de amor con Jonas y todo lo que se llevó consigo, reforzará lazos de amistad y desvelará secretos familiares escondidos durante demasiado tiempo.


[Información tomada directamente del ejemplar]



Ausencia. Esta es la palabra base, el cimiento de la nueva novela de Reyes Monforte, una palabra que a mí se me antoja de color blanco, como un fogonazo que ciega al constatar una realidad, aunque se vincule a otras tantas oscuras. La ausencia suele ir acompañada de dolor, tristeza, abatimiento, nostalgia, angustia, desesperación,... y amor. Un buen puñado de emociones queda contenida en las tres sílabas de esta palabra que, una vez que aparece, nos refriega por la cara el valor de todo lo que hemos tenido. 'No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos'. Amén.

No es el caso de Lena, la protagonista indiscutible de La memoria de la lavanda. Ella siempre supo lo que tenía pero todo ha cobrado más fuerza desde que Jonas se fue. Hace dos meses que se quedó sola. Bueno, sería más certero decir que hace algo más de dos meses enviudó pero la palabra viuda es otra palabra oscura que no me gusta aplicar a Lena.





Lena conoció a su marido Jonas, un cirujano cardiovascular, cuando acudió a su consulta por un problema congénito en el corazón. Jonas no solo se encargó de que el corazón de Lena siguiera latiendo día tras día, sino que se empeñó en que latiera henchido de felicidad hasta que una terrible enfermedad se cruzó en su camino. Y así comienza La memoria de la lavanda, con un primer capítulo en el que se habla de llanto, desconsuelo, pena y una llamada de teléfono que quiebra el mundo en mil pedazos. Jonas se irá pronto pero regresará al lugar que amaba, a Tármino, su pueblo, la Provenza española, el lugar donde cada 15 de julio se celebra el Festival de la Lavanda. Hacia allí veremos a Lena encaminarse para llegar al pueblo de una manera algo accidentada, como si se tratara de una premonición. Viajan con ella las cenizas de Jonas para ser esparcidas en los campos de lavanda junto a los que serán parte de esta historia: Daniel, Roberto, Hugo y Lola, Aimo y Carla. Pero en Tármino también hay flores de espliego podridas, que supuran un líquido viscoso: Marco, hermano de Jonás, y su esposa Petra.

Durante las cuarenta y ocho horas que Lena pasa en Tármino, no solo tendrá lugar el funeral de Jonas. Será el momento de homenajear al ausente recordando parte de su vida, rememorando su forma de ser y de pensar, en reuniones en las que amarrar con fuerza la pena y mitigar el dolor con alcohol. Lena y sus amigos se reúnen alrededor de una mesa para conversar sobre Jonas, conversaciones que en más de una ocasión vendrá acompañada de una confesión, de un secreto desvelado que va colocando las piezas en su sitio. Lena, a pesar de la pena que corre por sus venas, consigue junto a Daniel, Roberto, Hugo, Lola, Carla y Aimo construir un pequeño paraíso en el que aliviar su dolor, un paraíso que a veces queda mancillado por la presencia de Marco y su esposa Petra, una serpiente en el Edén. Y es que, son cuarenta y ocho horas en un pueblo en fiesta que se ve sorprendido por varios acontecimientos trágicos que nos hacen pensar en la justicia divina. 

No obstante, tras ese margen de tiempo que Lena pasa en Tármino, la vida sigue, de ahí que la novela finalice con un bloque que se sitúa tres años después de la muerte de Jonasun periodo en el que volverán las confesiones y en el que se producirán una serie de hechos terribles

La memoria de la lavanda es una novela 'sobre la pérdida, el duelo, el amor y la esperanza' como reza la faja, y es verdad que hay mucha pérdida, mucho duelo y mucho amor pero me preocupaba que no hubiera hueco para la esperanza. Reyes Monforte me prometió que la encontraría (puedes leer la entrevista aquí) y tenía razón. La esperanza llega en la última página. Fue ahí cuando me desmoroné, cuando abrí compuertas y dejé salir todo un tsunami de emociones contenidas que había ido acumulando en mi interior a lo largo de los veintinueve capítulos que componen la novela. Porque La memoria de la lavanda no es una novela de la que hablar, es una novela para leer y sentir. La vivirás de un modo u otro según tus propias circunstancias, según tus vivencias y según tu propio estado de ánimo. A mí me ha hecho pensar en los míos, en los que un día se fueron, en los que sabes que inevitablemente se irán pronto y en los que te horroriza pensar que un día puedan marcharse. Así es esta novela, llena de frases lapidarias que he ido anotando mientras asentía con la cabeza, dando mi conformidad. 


Y decía al principio que Lena es el personaje principal de la novela. Es ella la que nos cuenta la historia en primera persona por lo que resulta muy fácil conectar con su dolor y su pena. ¿Quién no empatizaría con un personaje que nos abre su corazón ante la pérdida de un ser querido? La muerte nos iguala a todos. Nada la detiene. Y para los que quedamos aquí, el dolor también es el mismo. Lo podrás vivir con mayor o menor intensidad, tardarás más o menos en recuperarte pero el dolor está ahí y es el mismo para todos.

Me contaba la autora, en el encuentro que tuvimos con ella durante la Feria del Libro de Sevilla, que muchos lectores se han visto reflejados en Lena, o bien han visto en este personaje a su madre, a su padre, a su hermana, pues Lena es tan humana que reacciona como cualquier mortal. Yo en Lena he visto a Reyes Monforte. No lo he podido evitar. Desde la primera línea le puse su rostro al personaje quizá por lo que decía antes, porque el dolor es el mismo para todos, así que he identificado el dolor de Lena con el de la autora, y me guardo el derecho de dar más explicaciones. No obstante, las reflexiones de Lena sí las he hecho mías: me las he quedado todas para mí. Algunas ya las he necesitado y otras me las reservo para cuando me toque. 

Pero si hay que hablar de reflexiones no podemos olvidar a Jonas, ese no-personaje que a pesar de estar muerto es el que más presente está, el que más protagonismo cobra pues página a página se va volcando su filosofía de vida en forma de pensamientos que fue esparciendo mientras respiró el olor a lavanda. Jonas es un auténtico filósofo que sabe mucho de la vida y de la muerte, sabedor del valor de una y otra, no en vano en sus manos estaba que muchos de sus pacientes pudieran seguir disfrutando de la existencia. Jonas es un hombre bueno, alguien entregado a los demás, un regalo que el destino concede a Lena y aunque se lo hayan arrebatado, al menos tiene el consuelo de haber vivido el amor para toda la vida. 

Y luego estará Marco, el mal bicho alimentado por el rencor y el odio, el que desdeña y falta el respeto a los que agonizan, el demonio siempre acompañado de la silente Petra. Y Daniel, el primo de Jonas, sacerdote de profesión que guarda entre los pliegues de su sotana esos secretos amparados por la confesión que le queman la piel. Y Aimo, un finlandés en la Alcarria que cultiva miel. Y Hugo y su esposa Lola, la Mamma, todo carácter. Y la simpática Carla, la alocada Carla, que siempre intenta quitar hierro a los pesares.

Ahora tocaría hablar de la prosa y del estilo de Monforte pero no lo voy a hacer. Tan solo te diré que abunda la narración frente al diálogo, algo usual cuando el peso de la novela reside en la carga emotiva. Pero no tiene lógica hablar de más cuestiones técnicas y estilísticas porque La memoria de la lavanda no es una novela escrita con tinta ni son palabras concatenadas que construyen una historia. Estamos ante una novela que exuda emotividad y sentimientos, cosido uno a otro hasta completar un tapiz, un mapa emocional que nos alcanza de lleno. Se percibe, a leguas, que Monforte se ha vaciado en estas páginas, las ha regado con lo más íntimo y personal, con todo lo que tiene que ver con el vacío que se siente tras la pérdida de un ser querido. Y sabe de lo que habla. 

Decir que me ha gustado esta novela con una historia que duele y remueve las tripas puede sonar descabellado pero es así. La memoria de la lavanda es un cuaderno de bitácora para atravesar el duelo, que nos acerca unos a otros, que nos despoja de banalidades, que nos humaniza y nos iguala. He salido de este viaje a Tármino con ganas de visitar los campos de lavanda y hacerle una visita a Jonas y así decirle que yo, al igual que Lena, nunca lo olvidaré.







 
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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