El día que Alaitz Leceaga ganó el Premio Fernando Lara en Sevilla, con su novela Hasta donde termina el mar (puedes leer sobre este premio aquí), yo estaba presente en el fallo. Era 2021 y ahí andábamos, con la mascarilla en ristre a todas partes. Con posterioridad, en 2023, Leceaga publicó Las dos vidas de Mina índigo y ahora llega con otra historia más, La última princesa.
Ambientada en la localidad de Lemóniz (Vizcaya), La última princesa es un thriller que lleva el sello Leceaga. Leyendas, ritos ancestrales y mitología se combinan en una novela que gira alrededor de una impresionante central nuclear abandona y real, y una excavación arqueológica. Asesinatos no faltan en esta novela, como tampoco falta la persona encargada de la investigación criminal, Nora Cortázar, con un pasado familiar muy traumático y una mente ágil, que le proporciona ser Asperger.
Alaitz Leceaga visitó Sevilla hace unos días. Aquí os dejo nuestra charla.
Marisa G.- Alaitz, bienvenida a Sevilla, bienvenida a la ciudad en la que te concedieron el premio Fernando Lara, en 2021.
Alaitz L.- Sí, estoy unida a esta ciudad.
M.G.- Yo estaba presente aquella noche. Lástima que fue en pleno Covid y fue todo un poco frío, pero bueno, estuvo bien.
A.L.- Sí, cierto.
M.G.- Ahora regresas a esta ciudad con tu quinta novela, La última princesa, un thriller que promete una lectura llena de intriga, suspense, en la que se combina misterios, rituales ancestrales y leyendas. En tus novelas es fácil encontrar el toque de fantasía, de espíritus, y de mitología. ¿Se podría decir que constituye tu sello personal?
A.L.- Sí, totalmente. En mis otras novelas también está muy presente. Es algo que forma parte de mis historias. En esa novela hablamos de rituales antiguos, rituales sangrientos, pero creo que, de alguna forma, las leyendas y los cuentos de hadas siempre están muy presentes en mis relatos. En esta también.
M.G.- En esta novela, el lector va a encontrar una trama muy negra. A raíz del hallazgo de un cadáver se va a iniciar una investigación. Recalcas que es una novela de ficción pero es cierto que la historia tiene cierta vinculación con un hecho real. Es algo que ya vimos en tu libro anterior, cuando desarrollas una trama relacionada con el naufragio de un pesquero en la localidad de Ea. En esta ocasión te fijas en la central nuclear de Lemóniz.
A.L.- Aquí hay dos respuestas. Primero, creo que la realidad, de alguna forma, nos nutre por completo. Las mejores historias salen de hechos reales o de una parte pequeña de la realidad. Segundo, la central nuclear de Lemóniz es un paisaje increíblemente potente porque te la encuentras en ese bosque frondoso, verde, antiguo, y también te encuentras ese mar y, de repente, en mitad de la nada, aparece una central nuclear abandonada. Y también una plataforma en alta mar. Son paisajes muy potentes, un choque enorme entre ambas cosas. Me pareció un escenario impresionante para ambientar un thriller, para ambientar una novela policíaca.
M.G.- Pero tú sueles buscar hechos reales, sucesos sorprendentes que, quizá, la gente no conozca y, a partir de ahí, desarrollas una trama, ¿no?
A.L.- No es lo habitual. Para mí, lo principal son los personajes. El susurro de los personajes es lo primero que me lleva a una historia, pero es verdad que los hechos reales, de alguna forma, son como ese desencadenante. La central nuclear de Lemóniz y todo lo que sucedió alrededor, es un contexto tan fuerte, tan potente que me pedía una novela.
M.G.- Y encuadras la trama en 1992, en un contexto temporal, político y social en el que ETA seguía muy en activo. Aquel año se siguieron cometiendo asesinatos pero incluso hubo tímidas negociaciones. ¿Cómo ha sido integrar a la banda terrorista en esta trama?
A.L.- Cuando suceden los hechos de la novela, yo era una niña muy pequeña. Al sentarme a escribir una novela ambientada en 1992, en Euskadi o en España, no te puedes olvidar de los Juegos Olímpicos de Barcelona o de la Exposición Universal de Sevilla, que también aparece en la trama. No hubiera sido honesto obviar el contexto político o social que rodeaba a Euskadi en ese momento. De alguna manera, era algo natural para mí. Sabía que tarde o temprano tendría que mencionar a ETA. Era algo lógico.
A mí me atraía mucho el año 1992. Fue un año mágico en el que España empieza como a mirar al futuro. Fue casi como de mis primeros recuerdos colectivos, ver en la tele la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona o la de la Exposición Universal. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir una novela ambientada en un pasado más cercano al de mis otras historias.
M.G.- Por otro lado, la mitología vasca también tiene mucha presencia en la novela. ¿Hasta qué punto será importante en la trama?
A.L.- La mitología vasca y la de toda la zona del norte, diría. Hay un momento en la historia en la que se descubre una tumba celta en una excavación arqueológica. La princesa del título y las leyendas que la rodean van a tener un peso muy importante en la trama. Son elementos que a mí me gusta añadir a mis historias porque creo que la enriquecen mucho. A todos nos encantan este tipo de historias, de intrahistorias.
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M.G.- La verdad es que sí. Además, se aprende mucho de una cultura, a través de sus leyendas.
A.L.- Totalmente.
M.G.- La encargada de llevar las riendas de la investigación criminal será Nora Cortázar, jefa del Departamento de Ciencias del Comportamiento en la Interpol. Es un personaje en el que se da cierta paradoja porque ella pertenece, por decirlo de algún modo, al lado de los buenos pero, en realidad, es hija del mal. Su padre era un asesino en serie.
A.L.- Sí, es verdad. Uno de los temas que sobrevuela la novela es: ¿pueden los pecados de los padres traspasarse a los hijos o del padre a la hija, en este caso?
Efectivamente, el padre de Nora es un asesino famoso y de alguna forma eso proyecta una sombra sobre ella y sobre el resto de sus hermanos. No creo que sea lo único que la define pero, desde luego, ella siente ese empuje y necesidad de perseguir a los monstruos, a los asesinos en serie, a hombres como su padre.
M.G.- Un poco como para devolver a la sociedad, en forma de bien, lo que su padre hizo mal.
A.L.- No sé si tanto como para devolver a la sociedad. Creo que ella siente que, de alguna manera, tiene que luchar contra ese mal que habita dentro de ella. Es algo que ella sospecha, como también lo sospechan sus hermanos. Cada uno de los tres hermanos tiene una lucha diferente consigo mismo para hacer frente a ese mal que creen que su padre les ha traspasado a ellos.
M.G.- Nora es una muy buena investigadora. Tiene unas cualidades específicas que la hacen realmente brillante.
A.L.- Sí, Nora tiene Asperger de alto funcionamiento. Eso hace que sea obsesiva, y la única capaz de ver pistas, pequeñas cosas que para el resto pasan desapercibidas. También hace que sea creativa, imaginativa pero, al mismo tiempo, hace que sus relaciones personales, sus relaciones más cercanas, sean complicadas para ella. De alguna manera, toda esa facilidad que tiene para perseguir a asesinos en serie, a monstruos, se le complica muchísimo cuando se trata de leer o de comprender lo que sienten o lo que piensan las personas más cercanas y que ella más aprecia.
Me atraían mucho esas dos partes de Nora, cómo consigue meterse en la piel de personas terribles pero, al mismo tiempo, no puede comprender a las personas que más aprecia.
M.G.- Volver a su pueblo natal la convierte en un personaje un tanto vulnerable. Digamos que los fantasmas del pasado regresan, pero iremos viendo cómo Nora va evolucionando. Al final de la novela vamos a encontrar a una Nora muy distinta de la que vimos al principio.
A.L.- Sí, totalmente. Además, eso es una constante en mis historias. Me gustan los personajes complicados, con claroscuros, y también que el lector llegue al final y piense que el protagonista es muy distinto al que conoció en las primeras páginas.
M.G.- Y advierto que los personajes femeninos siempre predominan en tus novelas. Son como el eje central de tus historias. ¿Eso es casual o hay alguna intención?
A.L.- Siempre me hacen preguntas de este estilo. Me dicen que mis personajes femeninos son muy fuertes y especiales. Yo siempre respondo que son como las mujeres de mi alrededor o las mujeres que conozco. No es una particularidad única de los personajes literarios. Es una particularidad de las personas, que se sobreponen incluso en circunstancias terribles.
M.G.- Pero sí hay muchos personajes femeninos en tus novelas.
A.L.- Sí, casi siempre son protagonistas femeninas. Los personajes masculinos aparecen y tienen su importancia pero es verdad que casi siempre los protagonistas son femeninos, sí.
M.G.- Pues precisamente, de los personajes masculinos quisiera preguntarte ahora, de los hermanos de Nora, Beñat y Oliver. ¿Cómo es la relación que mantienen?
A.L.- Es un poco complicada. Nora huye de Lemóniz, siendo adolescente, cuando descubre que su padre es un famoso asesino. Eso arroja una sombra sobre ella y el resto de su familia, que incluye a sus dos hermanos. A ellos les une una relación muy dolorosa. Tejen una relación familiar compleja y llena de secretos. Cuando Nora regresa, y se reencuentra con todos ellos, han pasado casi quince años. Ella cree que todos son personas diferentes pero, de alguna manera, esas personas no se han despedido de las que fueron en el pasado. Porque esta es una novela que nos habla del pasado, de nuestro pasado, y de las personas que solíamos ser. Esa idea está representada en los dos hermanos de Nora y en esa relación tan complicada que mantienen. Además, los dos hermanos son muy distintos entre sí. Ellos han sufrido y, sin querer, también han provocado sufrimiento en los demás.
M.G.- A la hora de construir los personajes, ¿qué es lo más esencial para ti? ¿Cuáles son las cualidades que deben tener?
A.L.- Cuando hablamos de una novela de misterio, lo más importante es que tengan secretos. Los secretos de los personajes es lo que les va a determinar, porque una vez que conoces sus secretos, sabes qué es lo que quieren ocultar, sabes cuándo están mintiendo. Me gustan mucho los personajes que esconden la verdad o los personajes que parece que van a actuar de una manera y luego hacen justo lo contrario. Como autora, es algo que a veces choca porque tienes algo planeado para un personaje determinado, pero siempre hay una parte de sorpresa.
M.G.- Me gustan mucho los escenarios de tus novelas, la personalidad que le das a las casas, a las fincas, a las mansiones. Son casi otros personajes más. Son espacios que también guardan sus propios secretos.
A.L.- Claro, pero es que me gusta que no sean únicamente el lugar en el que suceden cosas. Cuando hablamos de un escenario tan potente, como una central nuclear abandonada o como los bosques de la zona, tienes casi la mitad de la novela construida. Tenía que darle la importancia casi telúrica que tienen esos lugares.
M.G.- La trama la centras en el Lemóniz de los años 90. ¿Ha cambiado mucho el municipio desde entonces?
A.L.- Ha crecido bastante el número de habitantes. Ahora tiene una zona más turística, como es la zona de Armintza, que también aparece en la novela, con su puerto y su playa. Ahora hay más personas que se acercan a visitar la central nuclear. No puedes entrar pero puedes verla de cerca. Es algo tan monumental que ha despertado mucha curiosidad.
M.G.- Es inevitable que hablemos de esa etiqueta que se ha acuñado, el Euskal Noir. Hace unos meses, precisamente en este mismo hotel, hablaba con Ibon Martin sobre las novelas que transcurren en el norte de España. Él me hablaba de la importancia de la climatología, de la gente que, debido al mal tiempo, se recluye en casa. Todo eso aporta una atmósfera brutal en las novelas.
A.L.-Sí, es verdad. Pero, cuando me siento a escribir, nunca lo pienso. De todos modos, hay muchas personas que me dicen que leyendo tal novela les ha recordado a la de algún otro escritor. Creo que compartimos un paisaje más o menos común. Y no sólo lo digo por Euskadi, sino por toda la zona, con esos bosques y el mar. El tiempo brumoso y la lluvia ha empujado, durante mucho tiempo, a las personas y a las familias a pasar más tiempo juntos, a estar más tiempo en su casa. Y antes de la televisión, de la radio o de las redes sociales, ¿qué hacíamos? Pues nos contábamos historias. Gran parte de las leyendas de la zona vienen de ahí. Todo eso se refleja cuando nos sentamos a escribir, hablamos de lo que conocemos y nos rodea.
M.G.- Sobre la documentación, habrás tenido que indagar mucho sobre cómo se llevaban a cabo las investigaciones en los años 90. O el hecho de que Nora tenga Asperger, imagino que también te habrá obligado a averiguar cómo se comportan este tipo de personas, o la historia de la central nuclear,... Todo eso. ¿Cómo ha sido el proceso?
A.L.- Hay dos partes que para mí eran vitales. Por un lado, con el Asperger de Nora quería ser justa y representar a este tipo de personas con justicia y honestidad. Tuve la suerte de contactar con una asociación y ellos fueron tan amables de darme algunas pautas, incluso de leer, en algún momento, algunas líneas, algunos párrafos, para darme su opinión sincera sobre si pensaban que los estaba representando bien. Tenía muy claro que quería alejarme por completo de esa representación de persona con espectro autista que vemos en las series o películas, esa imagen de casi genio loco o algo así. Tenía clarísimo que quería enseñar algo más cercano a la realidad o tan cercano como la novela de ficción me permitiera.
Por otro lado, tuve la oportunidad de acercarme a una excavación arqueológica porque en la novela estas excavaciones tienen bastante importancia. Aunque la que aparece en la novela es ficticia, sí hay una muy cerquita del lugar en el que se desarrollan los hechos. Ellos fueron increíblemente pacientes conmigo a la hora de explicarme cómo se lleva a cabo una excavación arqueológica. Pero no una en 2025, sino cómo eran las técnicas empleadas en 1992. Existen muchas diferencias en cuanto a la exploración de yacimientos. Así, cuando Nora visita la excavación arqueológica de la novela, lo hace con los ojos de 1992 y no con los ojos de 2025.
M.G.- Alaitz, ¿cuál será el futuro de esa central nuclear? Creo que nunca ha funcionado. Es un edificio muerto. ¿Se quedará ahí para siempre? ¿No hay opción a demolición?
A.L.- La central nuclear nunca llegó a funcionar. Sin embargo, se construyó al completo, hasta el punto de que las personas que han podido entrar, han visto las oficinas, los archivadores, los bolígrafos,... Estaba todo, menos el combustible radioactivo. Es una ruina gigantesca, de un tamaño descomunal, que ocupa casi todo el valle. ¿Cuál es su futuro? Pues no tengo ni idea. Es tan grande y lo que representa es tan grande, que no sé qué futuro puede tener.
M.G.- He leído que hay algún proyecto para llevar tus novelas a serie de televisión. ¿En qué estado está ese proyecto?
A.L.- No te voy a responder a esa pregunta, lo siento.
M.G.- Pero el proyecto va en marcha, ¿no?
A.L.- Digamos que todo va bien
M.G.- Me alegro. Pues, Alaitz, muchas gracias por venir a Sevilla, con este calor incluso.
A.L.- Estoy encantada. Sevilla ha quedado unida a mi carrera profesional con el premio. Siempre sois súper amables conmigo y estoy encantada de venir siempre con cada historia.
M.G.- Muchas gracias. Lo dejamos aquí.
Sinopsis: Cuando los monstruos se cuelan en tu mente, vienen para quedarse.
Lyon, 1992. Nora Cortázar es la jefa del departamento de Ciencias del Comportamiento de Interpol, donde imparte clases sobre psicología criminal, pero sobre todo es conocida por ser la hija de un famoso asesino, Balbea. Obsesiva, analítica y con una memoria extraordinaria, Nora es una mujer única con una capacidad especial para comprender el mal.
El regreso de Nora a Lemoniz para asistir al funeral de su madre coincide con el hallazgo de un cadáver en la central nuclear. En un pueblo marcado por los secretos, Nora sospecha que tras el asesinato hay más de lo que parece, y para resolverlo unirá fuerzas con su primer amor, a quien la une un doloroso pasado.
Una central nuclear abandonada, una plataforma marítima y los paisajes imponentes de la costa vasca son los escenarios de este thriller atmosférico en el que se cruzan siniestros rituales antiguos, leyendas y oscuros secretos familiares.
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