Reparto: Penélope Cruz, Milena Smit, Israel Elejalde, Aitana Sánchez-Gijón, Rossy de Palma, Julieta Serrano, Adelfa Calvo, Ainhoa Santamaría, Daniela Santiago, Julio Manrique, Inma Ochoa, Trinidad Iglesias, Carmen Flores,
Género: Drama
Sinopsis: Dos mujeres coinciden en una habitación de hospital donde van a dar a luz. Ambas están solteras y se quedaron embarazadas por accidente. Janis, de mediana edad, no se arrepiente y está exultante. La otra, Ana, una adolescente, está asustada, arrepentida y traumatizada. Janis intenta animarla mientras pasean por los pasillos del hospital. Las pocas palabras que intercambien en esas horas crearán un vínculo muy estrecho entre las dos, que por casualidad se desarrolla y se complica, afectando a sus vidas de forma decisiva.
[Fuente: Filmaffinity]
Con Pedro Almodóvar, siempre ando de puntillas. El cineasta manchego firma películas simpáticas con las que me he divertido (Mujeres al borde un ataque de nervios), y otras que simplemente me han gustado. Pero en su haber, tiene también otros largometrajes que me han dejado bastante indiferente y algún otro, como Los amantes pasajeros, que me pareció un horror. Sin duda, mi preferida es Dolor y Gloria(puedes leer la reseñaaquí), por su guion y por la interpretación de Antonio Banderas. Y sigue siéndolo, incluso después de ver Madres paralelas, una película que, a mi juicio, está un tanto desequilibrada y mal aprovechada. Os cuento.
Madres paralelas cuenta la historia de Janis y de Ana. Tal y como se señala en la sinopsis, ambas mujeres dan a luz el mismo día y en el mismo hospital. Tal circunstancia las unirá para siempre en una historia que nos ofrecerá más de un giro de guion. Pero la cosa no queda ahí. Hay más.
Janis (Penélope Cruz) es fotógrafa profesional. Durante una sesión de fotos para el semanal que dirige su amiga Elena (Rossy de Palma), conoce a Arturo Buendía (Israel Elejalde), un antropólogo forense, miembro de una fundación navarra que apoya la causa de la Memoria Histórica. Janis lleva luchando por la exhumación del cuerpo de su bisabuelo durante años, pero siempre se ha encontrado con las puertas de la burocracia cerradas. Conociendo la labor de Arturo, le pide consejo y este le propone presentar su caso a la fundación, asunto que quedará en el aire hasta bien avanzado el metraje. De este modo, Janis y Arturo intiman y, aunque él está casado, comienzan una relación abierta, que terminará cuando Janis quede embarazada. La noticia coge por sorpresa a Arturo, quien no está por la labor de ser padre, pero ella no le exige nada. Cero compromisos. Siempre ha deseado ser madre y no va a renunciar al hijo que crece en su interior.
Por su parte, Ana, hija de una familia desestructurada pero con buen nivel económico, también queda embarazada, por motivos a los que no se les da importancia a priori, e iremos conociendo cuando todo esté encarrillado. (Atención a los motivos del embarazo de Ana porque la cosa tiene miga y se profundiza poquísimo). Tras la anulación del matrimonio de sus padres por el Tribunal de la Rota, la joven quedó a cargo de su padre, con el que ha estado residiendo en Granada. Pero una vez que la joven queda embarazada, el padre la envía con su madre a Madrid. Teresa (Aitana Sánchez Gijón), la madre, es una actriz de teatro tardía. Aunque quiere a su hija y trata de ayudarla en estos complicados momentos de su vida, no está dispuesta a dejarlo todo por ella, a dejar su carrera como actriz, a dejar el teatro.
Janis y Ana coincidirán en el mismo hospital, y en la misma habitación, el día que ambas den a luz a sus hijas. Janis, a Cecilia. Ana, a Anita. Ambos bebés tendrán que pasar unos días en observación por problemas menores. El tiempo que las madres primerizas han pasado juntas, las confidencias que se han hecho la una a la otra, las han unido. Deciden intercambiar sus números de teléfono, antes de que cada una regrese a casa con su hija, para continuar con la vida. No obstante, algo pasará. La sombra de la duda germinará en uno de los personajes, e irá creciendo y creciendo. Janis y Ana se volverán a encontrar y, a partir de aquí, todo se desmorona.
¿Qué me ha gustado de la película?
Para empezar, diría que me han gustado muchísimo los temas que toca. Por un lado, la exhumación de todos esos cuerpos que fueron enterrados en cunetas tras los fusilamientos franquistas llama mi atención. En este país, raro es el pueblo en el que no haya una historia similar a la que Janis le cuenta a Arturo. Los alrededores de los pequeños cementerios rurales esconden bajo tierra los huesos de aquellos a los que le arrebataron la vida por motivos políticos. Ya tenemos aquí el tirón de orejas que Almodóvar suele meter en sus películas. No me disgusta, sinceramente. Es la historia de este país, la crónica más negra, y no se debe olvidar.
Por otro lado, la película explora esas negligencias que, en alguna ocasión, se han podido cometer en los hospitales cuando nacen varios bebés a la vez. Sin ahondar mucho en este aspecto, Madres paralelas analiza la maternidad y el conflicto moral en el que se puede ver envuelta una madre, víctima de una mala praxis. No quiero ser más explícita para no destripar el argumento.
También habría que destacar las relaciones personales que se forjan en la historia. En primer lugar, la que mantiene Ana con su madre Teresa. La joven, menor de edad en el momento de la concepción, es víctima de una familia rota. Se siente un lastre, un estorbo que nadie sabe dónde colocar. Llena de rabia, la situación familiar la coloca en una situación privilegiada. La madre, una mujer que, por su edad, sabe que no pasarán más trenes que le permitan alcanzar sus sueños, no quiere renunciar a nada. Eso da pie a los reproches de la hija y a las exigencias, un precio que Teresa tendrá que pagar si quiere seguir con su vida.
Pero la relación más potente será la de Janis y Ana. Lo que inicialmente se proyecta como una relación de amistad, girará en otra dirección de la que mejor no desvelar nada. ¿Aporta algo el giro de los acontecimientos? ¿Podríamos haber llegado al mismo desenlace si la relación entre ambas no hubiera volteado en esa dirección tan inesperada? Sinceramente, creo que sí. Lo que ocurre es que Almodóvar quiere complicar aún más esa relación, pero creo que los acontecimientos son algo forzados. Pero ahí lo dejo. Ya juzgaréis vosotros mismos.
¿Qué no me ha gustado de la película?
Llamadme tiquismiquis porque en esta película he torcido el gesto en más de una ocasión. No sé si serán cosas mías pero observo ciertas incoherencias en el desarrollo de la historia. Para empezar, la relación entre Arturo y Janis vuela en cuestión de segundos: café, copa, cama, embarazo y parto. Todo en un puñado de fotogramas. ¡Pim, pam, pum! Bueno, aquí no hay incoherencia que valga porque lo que Almodóvar hace es compactar el tiempo, pero tanta rapidez a la hora de exponer el inicio y desarrollo de la relación me escupe de la historia. ¿Para qué tanta rapidez si luego, el meollo de la cuestión tarda tanto en llegar?
No obstante, Arturo debe ser clarividente. Se enfrenta a una situación delicada, muy personal y transcendental. Al hombre le basta una rápida mirada, solo treinta segundos, para tener la certeza de algo que tira por tierra todos los avances de la ciencia. Los pálpitos existen pero, en ocasiones, resultan un tanto arriesgados. ¿Cómo creerse lo que él intuye con tanta solemnidad de un solo vistazo?
Sigo. El supuesto dilema moral del que hablaba antes, esa losa que conduce a una madre a un laberinto del que no sabe cómo salir, se evapora en un plis plas. Los secretos se esconden en un cajón y la vida continúa sin más hasta que «interesa» sacarlos a la luz en un momento dado, para dar paso al desenlace de la película. Sin casi venir a cuento, y tras una disputa que no tiene que ver con la cuestión principal, los personajes se sinceran y cuentan la verdad. Quedarán muchas conversaciones en el aire que jamás se materializan.
A eso se le une que otros personajes se someten a pruebas y no preguntan ni para qué, ni por qué, ni nunca jamás se interesan por los resultados de los mismos. No sé. La gente puede ser joven pero no tonta.
Más cosas. Teresa, la madre de Ana, se sincera y cuenta sus planes de vida a gente prácticamente desconocida. Los hospitales unen mucho y tanto enfermos como familiares entran en esa especie de limbo en el que todo puede ocurrir, pero la escena de la que hablo es rara. No me resulta convincente. Además, también veremos a Teresa ensayando la obra que está a punto de estrenar. Al margen de que Aitana Sánchez Gijón lo hace genial, ¿me quiere decir Almodóvar que entre Teresa y la Rosita de Lorca hay alguna conexión? Para mí la escena sobra. Se emplea como paso hacia un diálogo en el que Teresa se verá entre la espada y la pared, pero resulta totalmente imprescindible.
Lo mismo ocurre con la aupair que Janis contrata para cuidar a su hija. Se incide mucho en que la joven hace mal su trabajo. Directamente se la podían haber ahorrado.
Pero si hay algo que no me gusta es precisamente lo mismo que me gusta. Suena paradójico pero dejad que me explique. Como decía antes, los dos temas principales de la película son la Memoria histórica y la maternidad, junto a los dilemas morales a los que la protagonista se enfrenta. Hay que reconocer que son dos temas de enjundia y precisamente por eso, al combinarlos en la misma película, se queda corto tanto uno como otro. La historia oscila entre la exhumación del bisabuelo de Janis y la diatriba a la que se enfrenta uno de los personajes al descubrir algo que le cambia la vida. He sentido que, cuando la historia no puede fluir en una dirección y sufre un parón, se subsana retomando la otra vertiente. Por eso digo que el guion me parece algo desequilibrado, porque ni ahondamos en los fusilamientos de la guerra civil y en esa lucha de las familias por recuperar el cuerpo de los suyos, ni tampoco en lo que supone para una madre vivir lo que le toca vivir a Janis y a Ana. Hubiera estado mejor centrarse en un único tema, explorarlo con profundidad y cuidar un poco más ciertos detalles que no se pueden pasar por alto.
Personajes e interpretación
Janis es una mujer independiente que desea cumplir el sueño de ser madre. Lo hará contra viento y marea hasta donde pueda. Su personaje se contrapone al de Ana, una joven a la que le asusta y le repele la idea de la maternidad. Son mujeres de edades distintas, y por tanto de diferente madurez. Janis viene de una familia muy humilde, que tuvo que ser criada en el pueblo por sus abuelos y apenas tuvo relación con su madre ausente. Ausente está también la madre de Ana, solo que la joven tiene el respaldo económico de la familia. Aún así, también se parecen porque si Janis tuvo que buscarse la vida, sin ayuda de nadie, Ana también optará por abandonar el nido familiar y construirse su propia vida, lejos del control de la madre.
Penélope Cruz no puede faltar en las películas de Almodóvar. Aquello de «chica Almodóvar» me hacía gracia al principio pero ya empieza a parecerme algo cansino. Ver las mismas caras en sus películas ha dejado de parecerme interesante. Por suerte, el cineasta abre la puerta a nuevos rostros y, en esta ocasión, le ha tendido la mano a Milena Smit. La joven ilicitana debutó en pantalla grande junto a Mario Casas en No matarás, y lo hizo interpretando a una chica transgresora, desafiante y muy brutal. En esta película, Smit no se amilana frente a una actriz como Penélope Cruz, a la que le respaldan sus largos años de trayectoria. Precisamente, es esta última a la que veo algo dubitativa en alguna secuencia. Es poca cosa, un fugaz instante en la que me ha parecido fuera de contexto, con una interpretación muy desangelada. Pero hay que reconocer que sabe cargar las tintas en esos personajes tan dramáticos que Almodóvar crea para ella.
Podría seguir hablando de los aspectos técnicos, del abuso del primer plano, de la composición de las escenas, del mundo urbano y rural, de las mujeres tan complejas que el manchego dibuja en sus películas, de los sueños, de los abismos, de los miedos y las inseguridades,... pero lo dejo aquí para que seáis vosotros los que me contéis qué os ha parecido, si la habéis visto, o para no desvelar más detalles, en caso de que quieras verla.
En definitiva, Madres paralelas parte de dos temas interesantes que merecían cada uno su propia película. Si bien hay ciertas situaciones que no me han parecido lógicas, esta nueva cinta de Almodóvar se ve con gusto e interés, aunque las escenas de cierre no me parecen precisamente las más acertadas, máxime cuando ha dejado en el aire cuestiones más jugosas. Así pues,y en mi ranking personal, Madres paralelas no ha podido desbancar a Dolor y Gloria.
Sinopsis: Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable, el temprano descubrimiento del cine, y el vacío, el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando. Dolor y Gloria habla de la creación, de la dificultad de separarla de la propia vida y de las pasiones que le dan sentido y esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la necesidad urgente de volver a escribir.
[Fuente: Filmaffinity]
Siempre he pensado que no soy fan del cine almodovariano, pero haciendo un repaso a su filmografía, algún que otro título no me ha disgustado excesivamente. Creo que mis reticencias tienen que ver con su tendencia al drama intenso (sus comedias la digiero menos) o con la elección del reparto. Hay nombres que se repiten en sus películas, actores y actrices con los que no comulgo mucho, así que la suma de ambos factores, no generan en mí la imperiosa necesidad de acudir al cine cada vez que estrena trabajo. No obstante, creo que con Dolor y Gloria, un título que me suena a tema bélico -la vida es una batalla en sí misma-, voy a reconciliarme un poco con él, con su trabajo y con sus personajes. ¿Quizá se debe a que hay mucho de sí mismo en esta historia? Puede ser que, al tocar lo más personal, haya conectado con él o que he visto a un Antonio Banderas, más Almodóvar que el propio Almodóvar. Para resumir la trama, la película que aporta Filmaffinity es bastante completa. Como bien dice, Salvador es un director de cine en horas bajas. Tuvo mucho éxito con sus películas anteriores pero ahora parece estancado. No es que haya perdido la chispa, es que está maltrecho, herido por fuera y por dentro. Ha llegado a ese punto en el que todos hacemos balance, o deberíamos hacerlo. Creyendo estar acabado, repasa su vida. Los hechos del presente lo arrastran al pasado, a aquellos días de verano junto al río, mientras su madre lavaba la ropa con las vecinas, a su paso por el seminario, a su traslado a Madrid, a los amores, al cine, a la noche madrileña,... Se le acumulan los recuerdos, al tiempo que se reencuentra en el presente con Alberto, el actor que interpretó el papel protagonista en la película Sabor, un largometraje reeditado y que ahora quieren volver a proyectar al considerarla un clásico. Salvador y Alberto no acabaron bien pero con el reestreno de la película, liman asperezas. El pasado llamará también a la puerta de Salvador a través de un antiguo amor que surge casi de la nada para recordarle que se puede amar intensamente y que las drogas lo destrozan todo. Pero Salvador no solo está herido en el alma. También su cuerpo se resiente. Tiene mil dolencias, terribles dolores que lo incapacitan para hacer lo que más ama, escribir y rodar. La medicación ya no es suficiente y acudirá a la heroína. ¿No quedamos en que las drogas son malas compañeras? Pero será precisamente ese pasado, y el recuerdo de un día en el pueblo, el que le de la fuerza suficiente para reencontrarse a sí mismo. Dolor y Gloria tiene un claro componente nostálgico que Antonio Banderas sabe explotar en el papel de Salvador Mallo. El malagueño nunca estuvo entre mis actores predilectos pero su papel de hombre atormentado me ha atrapado. No me extraña su premio en Cannes. A lo largo de toda la cinta muestra esa pesadez del alma, esa desgana por la vida que afecta a los que ya se creen vencidos, a los que piensan que ya nada será igual, que ya vivieron su momento de gloria y que ahora solo queda el dolor. ¿Y el amor, qué? Será Mallo el que soporte el peso total de la cinta, apoyado a ratos por el papel de Jacinta, la que fue su madre (Penélope Cruz -la madre joven- y Julieta Serrano -la madre vieja-), con la que mantuvo aquella relación tan especial, en la que existían silencios que jamás fueron pronunciados. Si Banderas me ha convencido -como dijo más arriba me ha parecido más Almodóvar que el propio cineasta-, con Cruz no termino de hacer las paces. No digo que su interpretación sea mala pero ha recordado a otros papeles ya vistos, a otras mujeres de pueblo o de barrio humilde a las que dio cuerpo, acento y copla. He sentido como si la estuviera viendo en otra cinta. Los actores y actrices deben ser camaleónicos, tener la capacidad de camuflarse y a mí Cruz me ha parecido la misma de otras veces. Asier Etxeandia como Alberto es una buena réplica para Banderas. Su interpretación es creíble en el papel de actor del que ya nadie se acuerda y necesita renacer. Entre ambos se generan los mejores momentos de tensión que le dan un punto álgido a la historia. Y luego está Sbaraglia que hará el papel de Federico, aquel amor de Salvador durante la movida madrileña. Aquel niño que se hundía, consumido por las drogas, mientras el otro era encumbrado a la gloria. Lástima que la escena conjunta de ambos sea tan breve.La química, la magia que surge en ese cruce de miradas, en esos silencios, en esas palabras que no pronuncio con los labios pero te las digo con los ojos, es tan potente que dejé de respirar. Por un momento me hubiera gustado un giro, una nueva oportunidad para Salvador, que la necesitaba a gritos. La película cuenta con algunos cameos. Debes ser muy rápido si quieres cazar a Agustín Almodóvar. Me ha encantado volver a ver a Cecilia Roth, a pesar de haber perdido frescura y naturalidad en el rostro tras algún retoque. Raúl Arévalo, está poco explotado. Narrada con muchos saltos en el tiempo -creo que quiere contar mucho en poco tiempo-, siento que el guion no profundiza demasiado en la vida de Mallo. Pasa de puntillas por los tres pilares de su vida, la relación con su madre, el descubrimiento de su identidad sexual, el amor de adulto que lo dejó marcado,... todo ello acompañado de su carrera cinematográfica de la que apenas se dan tres pinceladas. Por otra parte, me ha gustado la dirección, la estética psicodélica de algún pasaje, los decorados que tan bien encajan con el personaje y la caracterización de Salvador. Muy acertado el trabajo de peluquería y vestuario. Dolor y Gloria me ha gustado. Sí, debo confesarlo. Como en su día me gustó La mala educación o La ley del deseo. Visto lo cual, parece que sus personajes dramáticos masculinos me resultan más convincentes que los femeninos -Julieta no fue totalmente de mi agrado-. No diré que es la obra maestra del manchego, como algunos afirman, pero, hasta donde yo he visto, sí creo que es la mejor interpretación de Antonio Banderas y eso consigue que la película suba unos cuantos enteros. Así que, si eres fan de Almodóvar, esta película te gustará, y si no, creo que bien merece una oportunidad porque la cinta respira emoción, nostalgia y sinceridad, más allá de lo que sea ficción o no.
Reparto: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao, Inma Cuesta, Dario Grandinetti, Rossy de Palma, Michelle Jenner, Pilar Castro, Susi Sánchez, Joaquín Notario, Ramón Agirre, Nathalie Poza, Mariam Bachir, Blanca Parés, Priscilla Delgado, Sara Jiménez, Tomás del Estal, Agustín Almodóvar, Bimba Bosé.
Género: Drama.
Sinopsis: Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, a la que no ve ni sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene 3 hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren... Adaptación de los relatos Destino, Pronto y Silencio de la Premio Nobel de literatura canadiense Alice Munro. Una historia de mujeres sobre el dolor, la culpa y la pérdida.
[Información facilitada por Filmaffinity]
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El pasado sábado se celebró la gala de los Goya, una ceremonia que me pareció más insulsa y aburrida que años anteriores y en la que me sentí incómoda como espectadora. Para empezar, el escenario se veía un tanto claustrofóbico, encorsetado por una enorme orquesta que amenizaba la velada musicalmente y unas escaleras que hacían temblar los altos tacones de las actrices. A su vez el atril no daba respiro a los ganadores. Con el cabezón en el cuadril, porque no había forma humana de dejarlo reposar en ningún sitio, los ganadores intentaron agradecer el premio mientras la estatuilla se resbalaba entre sus manos. Dani Rovira volvió a gastar otra broma a Penélope Cruz, como cada año, y sus chascarrillos ya no me causaron tanta gracia. Y cuando llegó el emotivo In memoriam, la realización optó por un plano demasiado general para mi gusto y que restaba protagonismo a todos los hombres y mujeres vinculados con el cine, que habían fallecido durante los últimos doce meses.
En cuanto a los galardones, Un monstruo viene a verme se llevó buena parte de los premios, especialmente en el plano técnico, algo que ya se esperaba pero no consiguió arrebatarle el Goya como Mejor Película a Tarde para la ira. Me alegré mucho por Raúl Arévalo, que además se llevó el premio al Mejor Director Novel. No obstante, a Antonio de la Torre se le escaparon los galardones, ¡cachis!
Pues bien, Julieta formaba parte del quinteto de largometrajes que se disputaba el premio a la Mejor Película. Partía con siete nominaciones y solo consiguió el premio a la Mejor Actriz Protagonista por Emma Suárez, algo que no me sorprendió. Me gustó mucho esta actriz en esta película. Creo que, prácticamente, es lo único que me gustó. Y es que, con Almodóvar, no termino de encajar.
El argumento queda bastante bien recogido en la sinopsis que aporta Filmaffinity. Bastaría con añadir que, en la vida de Julieta hay un hombre, Lorenzo (Dario Grandinetti), un escritor con el que ella es feliz en los inicios, una vez que ha metido en el cajón los recuerdos y sentimientos que le hacen daño. Pero esa felicidad se ve desintegrada cuando vuelve a tener noticias de su hija Antía, a la que no ve desde hace doce años. El porqué madre e hija rompieron todo tipo de relación será el argumento de la película. Para ello, habrá que retrotraerse en el tiempo y, a modo de diario, Julieta contará cómo conoció a Xoan, padre de Antía y que ocurrió entre ellos.
La historia se construye pues en dos hilos temporales. El pasado, cuando a la joven Julieta da vida Adriana Ugarte, será una época de felicidad y amor, un tiempo de estabilidad en el que no hay cabida para pensar en malos augurios. No obstante, tendrá lugar un suceso trágico que romperá a Julieta en dos. El presente, siendo Emma Suárez la que interpreta a la Julieta adulta, nos muestra un personaje que intenta sobrevivir a la pena que la acompaña día y noche. Pasado y presente se fundirán en una única escena bien pensada y bien rodada, como metáfora del paso del tiempo.
De los dos hilos temporales, sin duda me quedo con el presente. Es probable que mi elección tenga más que ver con la actriz protagonista que con la historia en sí. Como dije antes, me ha gustado mucho la interpretación de Emma Suárez. Me parece una actriz solvente, que sabe transmitir muchísimo con la mirada. Si pienso en ella, lo primero que viene a mi mente son sus ojos cálidos, nostálgicos, con un toque de melancolía que tanto aportan a personajes con lastre, que arrastran una pena. Emma Suárez consigue hacer palpable el sentimiento de culpa que aqueja al personaje de Julieta, una culpa que la atormenta desde joven cuando es testigo de un accidente ferroviario en el que, de un modo u otro, se siente responsable. Julieta no puede desprenderse de ese sentimiento pegajoso y viscoso, aunque conoce que hay ciertas circunstancias que escapan del control humano. Abatida y atormentada intentará rehacer su vida pero solo en cuestión de segundos sus sueños se evaporarán, haciendo despertar la esperanza, que yacía dormida durante todos los años pasados,porque esa es la otra emoción que timonea su andadura, la esperanza de volver a reencontrarse de nuevo con su hija Antía, a la que busca en el rostro de la gente con la que se cruza por la calle.
En cuanto a Adriana Ugarte, a pesar de ser una actriz que suele gustar bastante, yo no consigo conectar con ella. Me parece que sus papeles están excesivamente estudiados, no da pie a liberar sus emociones. La veo llorar, la veo reír pero no me transmite porque es demasiado perfecta y a veces, tanta perfección no es creíble. Es como si no quisiera salirse de las líneas del guion, consiguiendo que aparezca ante mis ojos con mucha artificialidad. Por cierto, un guion con algún punto algo inverosímil, una escena de un segundo reencuentro un tanto forzada y una serie de insinuaciones que no sé si serán cosa mía pero que no están lo suficientemente claras. Habría que recurrir a las fuentes originales que sustentan esta película, nada más y nada menos que tres relatos de Alice Munro, Destino, Pronto y Silencio para ver si lo que imagino es correcto. Ahora siento mucha curiosidad.