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lunes, 16 de septiembre de 2024

EL TREN FANTASMA de María Oruña y Ana Zurita

Editorial: Anaya
Fecha publicación: marzo, 2024
Precio: 12,95 €
Género: cuento infantil
Nº Páginas:72 
Edad de interés: a partir de 6 años
Encuadernación: Cartonado
ISBN:  978-84-698-9095-0
[Disponible en digital]


Autoras

María Oruña (Vigo, 1976) es autora de la serie de novelas de misterio Los libros del Puerto Escondido, con más de un millón de lectores, y de El bosque de los cuatro vientos, una novela histórica de misterio ambientada en su Galicia natal y tras cuya investigación aparecieron unos legendarios anillos milenarios. Sus novelas han sido traducidas a una decena de idiomas. María inventaba cuentos todas las noches para su hijo, y un día decidió escribir el más divertido de todos: "El tren fantasma", con el que se adentra en el mundo de la literatura infantil.

Ana Zurita cursó Bellas Artes en Valencia, su ciudad natal, y tras finalizar sus estudios comenzó su carrera como ilustradora, especializándose en el libro infantil. Desde entonces ha publicado numerosos cuentos en España, Francia y Estados Unidos, ilustrando los textos de otros autores y también sus propias historias

Sinopsis

A Alan no le gusta irse a la cama. Para ayudarlo a dormir, su padre decide leerle un cuento muy especial: El tren fantasma. Cuando Alan se queda dormido con él entre las manos... ¡se despierta dentro del tren de la historia! Y los fantasmas serán el último de sus problemas: montañas mágicas, tormentas terribles, amazonas con espadas... ¡Menuda aventura le espera!

[Información tomada directamente del ejemplar]

Llega septiembre y, por lo tanto, toca volver a la rutina después del periodo estival. Los niños regresan a los colegios, estrenan material escolar, y se reencuentran con sus compañeros de clase. Las horas de juego se reducen. Los videojuegos, las excursiones, y las aventuras dan paso a un periodo lleno de actividades extraescolares y de deberes. Volver es siempre complicado. Para los niños y para los adultos. Así que, para hacerlo más llevadero, incluso para mí, hoy os traigo la reseña de un cuento infantil que puede venir bien si queréis convencer a los más pequeños de la casa para que se acuesten temprano. Atrás quedan los días de verano con sus despertares tardíos. Ahora toca acostarse antes y madrugar. Por eso, hoy quiero hablaros de El tren fantasma de María Oruña, que edita bajo el sello de Anaya.

Oruña nos sorprendió hace unos cuantos meses con la publicación de este cuento. La autora viguesa nos tiene acostumbrados a otro tipo de libros, a novelas llenas de misterio y suspense, en las que suelen haber crímenes e investigaciones. Sin embargo, el pasado mes de marzo dio un paso más y se adentró en el mundo de la literatura infantil y juvenil. Ella misma nos contaba en la entrevista que nos concedió (puedes leerla aquí) que su intención no era escribir un cuento con objeto de publicarlo, sino que se trataba de un proyecto personal, una historia que quería guardar para sí, como un recuerdo. Sin embargo, al verse animada por otro autor amigo, decidió dar el paso y comprobar si aquella historia que había escrito, más para sí misma que para los lectores, encajaba en el mundo de la literatura infantil y juvenil. Y así fue como El tren fantasma ha llegado a las librerías pero, ¿de qué trata este cuento? Os cuento un poco.

Alan es un niño «rubio y delgado», de seis años de edad, que está lleno de vitalidad y energía. Su mente no para quieta y siempre está imaginando mil aventuras, hasta el punto de no querer irse a dormir por las noches. ¿Por qué perder el tiempo durmiendo cuando ese tiempo se pude emplear en nuevos juegos y aventuras? La madre tratará de convencerlo por todos los medios posibles, intentará hacerle entender que necesita descansar para poder afrontar un nuevo día. Por su parte, el padre le propone leerle un cuento especial«que lleva muchos años en nuestra familia». El niño accede y, acomodado en la cama, el padre se sienta junto a él con un libro en las manos que lleva por título El tren fantasma. Al empezar a leer, padre e hijo descubren que el protagonista de esta historia se llama Teo, un chico que siempre tiene sueño, al que le han encomendado la misión de conducir una locomotora  entre pequeños pueblos de montaña. Los trayectos suelen ser cortos y tranquilos, salvo los días de tormenta, en los que ocurren cosas extraordinarias. 


«- Cuando hay tormenta y atravesamos esta montaña... a veces ocurren cosas raras». [pág. 24]


Por supuesto, lo que ocurre no os lo voy a contar. Eso tendréis que descubrirlo vosotros junto con vuestros hijos, sobrinos o nietos. Solo os diré que El tren fantasma es una historia llena de magia, con el que la autora no tiene intención de ofrecer ningún tipo de enseñanza moralizante. Este relato no tiene moraleja, ni habla de temas actuales que afectan a los niños, como puede ser el bullying.  Como ella mismo nos dijo en la entrevista: «Este cuento es pura locura para que los niños despierten ese lado aventurero y su imaginación».

Los personajes 

El protagonista principal de este cuento será Alán pero estará rodeado de una variopinta galería de personajes como, por ejemplo, un anciano o una señora que siempre se está desmayado, sobrepasada por la aventura que viven. Al margen de Alan, del que os hablo más adelante, destacaría como personaje interesante a la pequeña Jimena de Monteilheit. Y digo pequeña por su edad pero no por su valor. Jimena es una princesa que rompe totalmente el estereotipo de princesas de cuento.


«No parecía una princesa como las de los cuentos: tenía mirada valiente, su vestido era largo pero ligero, y llevaba una pequeña pero afilada espada en el cinto». [pág. 40]

 

Jimena es una fémina de nuestro tiempo, que lidera a un grupo de hombres, que tiene iniciativa, a la que todos siguen por su valor y su falta de miedo. Jimena desafía y encabeza la acción porque, como dice Oruña en la entrevista, una chica puede dirigir un ejército y un chico puede ser el torpe de la historia.

Las anécdotas de este libro

El tren fantasma está plagado de curiosidades y de hechos vinculados con la vida de su autora. Para empezar, el protagonista se llama Alan, como el propio hijo de Oruña. Este es uno de los cuentos que María le contaba a «su» Alan, cuando era pequeño, que hoy es un joven adolescente. Ella se inventaba historias a la hora de acostar a su hijo y este relato es uno de los que más disfrutaban ambos. Por eso lo plasmó en papel, para no olvidarlo, para recordar siempre esa etapa, ese vínculo madre-hijo, en ese momento tan especial de la noche.

Además, el Alan de ficción vive en un pequeño pueblo de pescadores, en Escocia. La elección del escenario no es baladí. Oruña confiesa haberse inspirado en un pueblo que ella visitó hace muchos años.

«Hace muchos años, antes de ser madre, en una de mis visitas a Escocia, y justo al poco de entrar por la costa, llegas a un pueblecito que se llama St. Abbs, a unos cuarenta minutos de Edimburgo. Cuando lo visité, me pareció muy tranquilo y acogedor. En aquel momento, yo no era escritora sino que era abogada. Recuerdo que pensé que aquel pueblo era un sitio muy bonito para ubicar un cuento infantil o para idear una historia amable, para gente joven, envolvente, acogedora y cálida. Aquella idea se me quedó flotando en la cabeza y, como suele suceder con todas las historias, se fue cocinando poco a poco [..]» (Fragmento de la entrevista).

 

Por otra parte, si la princesa del cuento se llama Jimena es en honor a una amiga del hijo de María. Y si ella reina en Monteilheit es porque «el primer libro con el que yo me morí de risa, pero carcajadas en alto, fue con De profesión, fantasma de Hubert Monteilhet. Es un autor francés que ambientó una historia en Escocia. Es el típico libro de Barco de Vapor, edición naranja. Es una pasada de cuento, con más de cien ediciones. Lo compré siendo adulta y descubrí que era un cuento con un poso de crítica social que yo no había detectado de pequeña».(Fragmento de la entrevista).

Así que ya veis que este cuento, como a veces ocurre con las novelas, bebe de las vivencias propias de la autora.

Las ilustraciones

Las ilustraciones corresponden a Ana Zurita que ha llenado de color cada una de las páginas de este libro. Diría que existe un equilibrio bastante acertado entre texto e ilustración. Algunas escenas vienen acompañadas de los típicos bocadillos que recrean las conversaciones entre los personajes. El color es vivo y vibrante, de tal modo que capta la atención del lector de manera inmediata. 

El propio Alan, protagonista de este cuento, se parece al Alan auténtico, al hijo de María Oruña. «A Ana Zurita le pasé algunas fotos de mi hijo, de cuando tenía seis años, y también tenía el pelo rubito, como de pincho, al igual que el personaje. Es un guiño al verdadero Alan» (Fragmento de la entrevista).




Con un toque de metaliteratura, en El tren fantasma no hay fantasmas. Si acaso, fantasmillas, así que por eso no os preocupéis. Es una historia divertida, con la que los pequeños se van a reír y que pone de manifiesto el poder de la imaginación.

Poco más os puedo decir. Solo animaros a poner al alcance de los más pequeños la literatura de María Oruña.

Os dejo con las palabras que la autora grabó sobre este cuento para la editorial.






[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí en tapa dura y aquí en Kindle


jueves, 11 de abril de 2024

MARIA ORUÑA: ❝Hay que hablar de la literatura infantil con mucho respeto❞

Menuda sorpresa me llevé cuando supe que María Oruña acababa de publicar un cuento infantil. Como lectores, estamos acostumbrados a sus novelas de adultos, historias llenas de misterio, suspense y crímenes. Sin embargo, la autora gallega se adentra ahora en el mundo infantil y juvenil, a través de un cuento titulado El tren fantasma, editado por Anaya Infantil y Juvenil. El tren fantasma nos cuenta la historia de Alan, un niño de seis años que nunca quiere irse a dormir. Para convencerlo, su padre le contará un cuento, una historia llena de aventuras y magia, que activará la imaginación del niño.

Con María Oruña estuve hablando la semana pasada por teléfono y esto es lo que me contó.

© Silvia Parada
Marisa G.- María, un placer saludarte desde Sevilla. Tú andas por el norte, ¿no? Creo que sueles estar por Galicia.

María O.- Sí. Soy de Vigo y vivo en Vigo. Lo que pasa es que la vida de los escritores no es tan bohemia como pensamos. Al final, andamos trotando de un día para otro, con la maleta siempre a los pies de la cama. 

M.G.- Claro, claro. Bueno, vamos a hablar de este libro que acabas de publicar. Todos te conocemos por tus novelas de género negro. Te confieso que me llevé una sorpresa cuando recibí el correo de la editorial, y veo tu nombre en un libro infantil. ¿Por qué escribir este cuento? ¿Por qué probar con este género?

M.O.- No fue algo deliberado, o con un objetivo comercial. No es que quisiera probar en este género. Además, en el mundo infantil y juvenil, hay autores increíbles en España. Es un género difícil porque no es nada fácil escribir para niños. Tienes que entender su lenguaje y su universo. Lo que ocurre es que este cuento lo escribí más como madre que como escritora a nivel profesional porque yo le contaba a mi hijo algún cuento algunas noches. No todas porque él tiene una biblioteca muy nutrida de cuentos y libros infantiles. Pero sí me inventaba algún cuento. Y hubo uno, este del tren fantasma concretamente, con el que se rio muchísimo. Quise recoger un recuerdo de todas aquellas noches de risas y ratos compartidos, y escogí esta historia. La escribí y ahí se quedó, en el ordenador, como un recuerdo que tuviera para cuando se hiciera mayor. Hoy tiene trece años.

M.G.- Y el protagonista de este cuento tiene seis años.

M.O.- Sí. El protagonista se llama Alan, igual que mi hijo. Es un nombre celta. Bueno, pues el cuento se quedó en mi ordenador. Pero un día, hablando con otros autores de adulto, uno de ellos comentó que estaría genial escribir un cuento infantil. Yo comenté que tenía uno, que no sabía si sería bueno o malo, y que era simplemente un recuerdo personal.  Pero se me encendió la lucecita. Así que lo comenté con Miguel López, el Hematocrítico, y con Ledicia Costas. También hablé con Espido Freire. Yo sabía que ellos eran del mundo infantil y juvenil. Así que les pedí que, cuando tuvieran un ratito, le echaran un vistazo al cuento, a ver lo que les parecía. El mismo día que se lo pasé a Miguel y a Ledicia, él me llamó y me comentó que le parecía muy bueno, que si le daba permiso para hablar con el director de Anaya, que él lo conocía. Le dije que sí. La pena es que, lamentablemente, Miguel nos dejó en noviembre del año pasado. Este cuento es un ejemplo de cómo la onda expansiva de generosidad de una persona, a pesar de que ya no esté, puede permanecer.

M.G.- Miguel estará contento de ver que has publicado el cuento.

M.O.- En su momento, supo que se iba a publicar pero ahora ya no está. Es emocionante recordarlo. Si no llega a ser por él, este cuento se hubiera quedado ahí guardado.

M.G.- El cuento se llama El tren fantasma. Cuenta la historia de Alan, un niño de seis años con mucha imaginación y con muy pocas ganas de dormir. Es una historia llena de fantasía y magia, ¿verdad?

M.O.- Y de aventuras. Pablo, el director de Anaya, me comentó que estaba muy sorprendido porque pensaba que yo era más seria. A ver, escribo para adultos, novelas de misterios, crímenes, pero también tengo vida. Soy madre, tengo seis sobrinos, y me muevo en otros universos, aunque no sean públicos. Pablo me dijo que el cuento les había gustado mucho porque no había moralina. El cuento es pura aventura y diversión pero no tiene ninguna directriz como hay ahora en los cuentos. No se habla de bullying, por ejemplo, aunque que se hable de esos temas en un cuento es algo maravilloso y necesario. Este cuento es pura locura para que los niños despierten ese lado aventurero y su imaginación.

M.G.- De no ser madre, ¿crees que hubieras escrito algún cuento infantil? 

M.O.- Confieso que no me habría atrevido jamás. No se me habría pasado por la cabeza escribir un cuento infantil. No hubiera tenido esa iniciativa si no me hubiese adentrado en ese universo, en el de mi propio hijo, sus amigos, mis sobrinos,... Ni siquiera durante mi infancia, más allá de mis hermanos, estuve rodeada de niños. De hecho, yo era la más joven de toda la familia. 




M.G.- Los textos son tuyos pero las ilustraciones son de Ana Zurita. ¿Cómo ha sido la colaboración con esta ilustradora? No sé si os conocéis de antes o ha sido la editorial la que os ha puesto en contacto.

M.O.- Pues mira, la ilustradora me la propuso Anaya. Yo había visto algún trabajo suyo y me pareció que sus dibujos eran ideales para el tono de la historia. Ha sido un trabajo en conjunto, entre Ana Zurita y Marta Álvarez, la editora. Han hecho un trabajo maravilloso a la hora de maquetar o de escoger un trozo de texto, ponerlo dentro de un bocadillo o no, o que siguiera el hilo narrativo. Las ilustraciones de Zurita complementan muy bien la historia. La cuentan, y le dan ese tono colorido, alegre y aventurero.

M.G.- Antes has comentado que escribir para niños es más difícil. Es la primera prueba que haces. ¿Cómo te ha resultado la experiencia o de qué recursos ha echado mano para construir una historia dirigida a niños de seis años aproximadamente?

M.O.- Bueno, como te he dicho, no fue pensado a nivel comercial, ni había estructurado la historia, con el típico inicio, nudo y desenlace. Esta historia ha sido creada de forma interactiva con mi hijo. Inventarte un cuento con el lector o el oyente delante tiene un riesgo, pero también algunas ventajas porque vas viendo sus reacciones en directo. Es algo que, con los adultos, no tienes. A medida que le iba contando el cuento, veía cuando se reía más, o cuando se detenía un poco la historia, o los giros que tenía que dar. La historia se fue construyendo sola, a base de discurso, de ser construida para un formato oral y que luego, sencillamente, he pasado a papel. 

M.G.- Hay dos personajes principales. Uno de ellos es Alan. ¿Qué le has prestado de tu hijo al personaje? Si le has prestado algo, claro.

M.O.- Bueno, es cierto que él también odiaba tener que irse a dormir. Pero con el tiempo ha aprendido que no se trata tanto de que lo entretengamos los demás, sino que la diversión está dentro de uno mismo. Es lo mismo que aprende el Alan del cuento. Si te fijas, el personaje está todo el rato buscando entretenimiento, pidiendo que le cuenten un cuento, pero solamente cuando él mismo es el protagonista de su propia historia, cuando tiene que tomar decisiones o ir de aquí a allá, es cuando realmente vive, cuando se lo está pasando bien y está viviendo aventuras. 

De todos modos, a Ana Zurita le pasé algunas fotos de mi hijo, de cuando tenía seis años, y también tenía el pelo rubito, como de pincho, al igual que el personaje. Es un guiño al verdadero Alan.




M.G.- Y hay otro personaje, una reina. Hay que decir que los personajes de este cuento viajan en tren y atraviesan un túnel del tiempo, para llegar a otra época de nuestra Historia. Esta reina rompe totalmente el estereotipo de las princesas de cuento. ¿Cómo es Jimena?

M.O.- Bueno, no quería construir un personaje totalmente anacrónico, pero sí quería un personaje divertido, y que los chavales de hoy pudieran ver un reflejo. No olvidemos que ella está acompañada de un elenco de guerreros. Y se llama Jimena en honor a una amiga de mi hijo. Cuando me inventé el cuento veníamos de Cantabria y esta niña es de Santander. Ella es la reina del Monteilheit porque el primer libro con el que yo me morí de risa, pero carcajadas en alto, fue De profesión, fantasma de Hubert Monteilhet. Es un autor francés que ambientó una historia en Escocia. Es el típico libro de Barco de Vapor, edición naranja. Es una pasada de cuento, con más de cien ediciones. Lo compré siendo adulta y descubrí que era un cuento con un poso de crítica social que yo no había detectado de pequeña.

M.G.- Antes me has comentado que no es un cuento con una intención de moralizar, es decir, no hay moralina en este cuento. Pero sí hay algo que me gusta y es lo que te decía antes, que Jimena rompe con el estereotipo. Y eso es importante.

M.O.- En mi opinión, a veces no se trata de dar discursos, de hablar tanto, sino de hacer y cambiar las cosas. Por eso, en mis novelas de adultos, procuro, con mucho cuidado, que haya buenos actores y actrices, es decir, personajes masculinos y femeninos. Esto es algo que también tiene que existir en el mundo infantil. Esta es una manera de dar el discurso pero de otra forma, mostrando de forma natural que una mujer puede dirigir un ejército o que un chico puede ser el torpe de la historia. No todo tiene que ser estereotipado. Cada uno determina su camino. Es el carácter el que determina el destino de cada uno.

M.G.- La historia se sitúa en Escocia. No sé si lo has hecho en honor al libro que me comentabas antes o hay otro motivo.

M.O.- Bueno, es un cúmulo de factores pero insisto, no es una historia reflexionada mucho antes de comenzar a escribirla, sino que fue escrita recordando algo que yo me había inventado a golpe de impulso. 

Hace muchos años, antes de ser madre, en una de mis visitas a Escocia, y justo al poco de entrar por la costa, llegas a un pueblecito que se llama St. Abbs, a unos cuarenta minutos de Edimburgo. Cuando lo visité, me pareció muy tranquilo y acogedor. En aquel momento, yo no era escritora sino que era abogada. Recuerdo que pensé que aquel pueblo era un sitio muy bonito para ubicar un cuento infantil o para idear una historia amable, para gente joven, envolvente, acogedora y cálida. Aquella idea se me quedó flotando en la cabeza y, como suele suceder con todas las historias, se fue cocinando poco a poco, hasta que llegó el momento en el que decide salir.

M.G.- María, sé que tienes una comunidad lectora ya configurada, a través de tus libros para adultos. Este cuento te va a abrir las puertas a otros nuevos lectores o a los hijos de los lectores que ya tienes. No sé si, en cierto modo, te impone abrir la puerta a esa nueva comunidad.

M.O.- Bueno, el sector infantil es difícil porque, además, es muy sincero. O gustas o no gustas. Y sí, me consta que muchos de mis lectores han pensado que este libro puede gustar a sus hijos, a sus nietos, o a sus sobrinos. Esos niños van a probar, van a leerte, y eso impone. De hecho, lo he dicho muchas veces, puedo estar en una sala con un aforo de trescientas personas adultas y estoy tan tranquila. Ni me tiembla el pulso, ni la voz. Sin embargo, recuerdo que una vez fui al colegio de mi hijo para dar una charla sobre libros y estaba aterrorizada. No sabía cómo manejar aquello. ¿Y si se reían? ¿Y si no se reían? 

M.G.- Porque, además, los niños es que no tienen filtro. Te dicen lo que piensan a las claras. 

M.O.- Exacto, no hay los filtros que se presuponen en los adultos. Esa honestidad no me da miedo, pero sí impone. Hay que hablar de la literatura infantil con mucho respeto. Ahora me preguntan si me voy a adentrar y siempre respondo que hay muchos expertos y profesionales que escriben maravillosamente, sin necesidad de ser padres siquiera, o siéndolo. Es un género que no está reconocido y que requiere muchísimo trabajo y esfuerzo, que va a generar nuevas generaciones de lectores. Así que, cuidado. Es muy importante el trabajo de los autores de infantil y juvenil.

M.G.- Sin embargo, el libro termina con la palabra «fin» entre signos de interrogación. Eso me ha hecho pensar que lo mismo tienes la idea de continuar con estas aventuras.

M.O.- Bueno, eso lo vi cuando el libro se había terminado de maquetar. Es cierto que, cuando le contaba el cuento a mi hijo, me inventé otras variantes. Te puedes imaginar que el tren fantasma puede viajar a otros lugares alucinantes. ¿Es posible que escriba alguna otra aventura del tren fantasma? Sí, por supuesto. ¿Es posible que me vaya a dedicar al género infantil? Pues mira, puede haber dos o tres aventuras más del tren fantasma pero mi idea no es dedicarme a este género. No porque no me parezca bonito y apasionante, sino porque carezco materialmente de tiempo. La novela para adulto me lleva muchísimo trabajo y luego están las promociones. He descubierto que, en literatura infantil y juvenil, las promociones son muy distintas. A través de Miguel López y Ledicia Costas conocí un lado del oficio que yo desconocía. Los autores de infantil trabajan en el mundo de los colegios, y apenas hay entrevistas. Los autores se hacen un periplo nacional, por colegios donde hacen cuenta-cuentos o una lectura. 

M.G.- Entiendo. Bueno, ya como última pregunta, y al margen de ese libro que has comentado antes, ¿recuerdas el primer cuento que leíste de niña o que te contaron?

M.O.- Recuerdo que, cuando era pequeña, y mi abuela Carmen venía a Vigo desde Cantabria, o nosotros íbamos a visitarla, nos cogía a mis hermanos y a mí y nos contaba cuentos por la noche que ella se inventaba. En esos cuentos, cada uno de nosotros éramos los protagonistas. Los personajes se llamaban como nosotros. Eso es lo mismo que yo hice con mi hijo o con mis sobrinos. Con eso lo que conseguías es que los niños estuvieran dentro de la historia.

M.G.- Bueno, María, pues no te robo más tiempo. Seguro que este libro va a encantar a los hijos de tus lectores de novela adulta o a nuevos lectores. A mí me ha parecido muy divertido. Es una edición preciosa y te deseo suerte con esta nueva aventura.

M.O.- Muchas gracias, de verdad.

M.G.- A ti. Saludos.

Sinopsis: A Alan no le gusta irse a la cama. Para ayudarlo a dormir, su padre decide leerle un cuento muy especial: El tren fantasma. Cuando Alan se queda dormido con él entre las manos... ¡se despierta dentro del tren de la historia! Y los fantasmas serán el último de sus problemas: montañas mágicas, tormentas terribles, amazonas con espadas... ¡Menuda aventura le espera!





martes, 24 de noviembre de 2020

MARÍA ORUÑA: 'Existen lugares bonitos y llenos de historia, pero si no siento el pálpito, no hay novela'

Hace algo más de un mes os hablé de El bosque de los cuatro vientos, la nueva novela de la gallega María Oruña, editada por Destino. Como ya os comenté en aquella reseña (que puedes leer aquí), por casa andan Puerto Escondido y Donde fuimos invencibles, esperando que encuentre el momento para sentarme a leerlas pero, no ha sido hasta ahora que he podido estrenarme con la prosa de la autora. Admití entonces y admito ahora que El bosque de los cuatro vientos «me ha gustado mucho, no solo por la trama, llena de magia y leyenda, sino también por el estilo narrativo de la autora, con el que he conectado inmediatamente». Estamos ante una novela que transcurre en Galicia, con dos hilos temporales. El uno, datado sobre 1830, con un padre y una hija que llegan al monasterio de Santo Estevo para encargarse de su botica. El otro, mucho más contemporáneo, en el que conoceremos a un detective de arte que anda tras la pista de nueve anillos milagrosos.

Pues bien, hace una semana tuve la oportunidad de conversar telefónicamente con María. Muchas eran las preguntas que tenía anotadas. Algunas de ellas, con sus respuestas, quedan transcritas a continuación. 

[@Javi Collazo]
M.G.- El bosque de los cuatro vientos es una novela independiente de la saga Valentina. ¿Hay que entenderla como una manera de no sobrecargar al lector con el personaje de Valentina?

María O.- En realidad, no lo pensé así. Como funciono mucho por pálpitos, se me apeteció escribir esta historia ubicada en Galicia. Lo mismo no era lo más conveniente porque los lectores me seguían pidiendo con urgencia la siguiente historia de Valentina. Incluso, hasta la editorial me sugirió que me lo pensara bien. Pero creo que si no escribes con ganas o con ilusión, después se nota mucho en el resultado. Así que, me dejé llevar por mi intuición. Sentí que era el momento de adentrarme en el bosque de los cuatro vientos y es lo que tocó. Ahora bien, también te digo que, tal y como terminé de escribir esta novela, me puse inmediatamente con Valentina. Esa nueva entrega de la saga ya está escrita y saldrá el año que viene. 

M.G.- ¿Y cómo llegas a Galicia y al monasterio de Santo Estevo?

M.O.- Quería contar la Galicia que yo conozco, la que yo he vivido desde niña. Literariamente, me resulta imposible encontrar mi tierra en algún libro, tal y como yo la siento. 

A Santo Estevo llego en el año 1996. Pasé un fin de semana por la zona, en compañía de unas amigas. Hicimos excursiones y vimos muchas aldeas abandonadas y algunos monasterios. El de Santa Cristina es una maravilla. Pero el último enclave del recorrido era el monasterio de Santo Estevo. Si el de Santa Cristina me gustó, el de Santo Estevo me dejó muy impresionada. No me esperaba aquel mastodonte en ruinas porque, por entonces, no era parador todavía. Fue una visita que me dejó huella. Por eso, cada vez que pasaba por los alrededores, siempre buscaba una excusa para acercarme a verlo de nuevo. Luego me enteré de la leyenda de los nueve anillos y, con el tiempo, lo hicieron parador. En cuanto tuve tiempo, me puse a investigar su historia.

M.G.- Entonces, ¿la leyenda de los nueve anillos que se cuenta en el libro es real? ¿Y el monasterio, ahora parador, es tal y como lo describes en la novela? 

M.O.- Todo es cierto, aunque en el apartado de curiosidades, menciono que, de toda la documentación a la que hago referencia, solo hay dos documentos que me saco de la manga, para poder hilar bien la trama. Por supuesto, hablamos de los datos históricos porque el resto de la historia es ficción. 

M.G.- Galicia es una tierra tan rica en cultura, en tradiciones. Creo que es una de las comunidades más literaria o que más se presta a las novelas de misterio. No sé si tú piensas igual.

M.O.-  Pues no lo sé. Creo que una buena historia la puedes encontrar en cualquier lugar, pero sí es cierto que Galicia llama la curiosidad. Influye que cuente con bosques de espesuras inmensas, con un montón de recovecos, que sea una tierra húmeda, que su gente tenga un carácter algo desconfiado, que sea gris y que esa semi-oscuridad que la caracteriza invite al recogimiento. Pero la historia tiene que surgir. A veces, me han propuesto ir a algún lugar en concreto para ambientarme y escribir una novela enclavada en ese sitio, pero la cosa no funciona así. No, al menos, en mi cerebro. Existen lugares bonitos y llenos de historia, pero si no siento el pálpito, no hay novela.

M.G.- El bosque de los cuatro vientos se estructura en dos hilos temporales. El más contemporáneo está protagonizado por un investigador de arte, Jon Bécquer, para el que te has inspirado en una persona real, que tú conoces.

M.O.- Sí, en Arthur Brand. Aunque no nos conocemos personalmente hemos intercambiado mensajes. Pero Brand no es tan torpe ni tan pedante como Bécquer. Arthur es muy conocido, tanto que ya le han hecho un cómic en Holanda e incluso han sacado una serie que reproduce sus investigaciones.

M.G.- ¿Y a qué corresponde la elección del apellido Bécquer?

M.O.- Siempre me fascinó Bécquer. En casa de mis padres había un ejemplar de sus rimas y leyendas, que yo leía y releía con ocho años. Pero existen más motivos para mi elección. Por un lado, poner ese apellido a un personaje actual me permite trasladar al lector al siglo XIX. Y, por otra parte, hay un guiño añadido ya que Bécquer tenía muy buena relación y admiraba profesionalmente a la autora gallega, Rosalía de Castro. 

M.G.- Sé, porque lo has contado, que tú has seguido los pasos de Jon Bécquer, que has recorrido todos los lugares que él visita, y que has llevado a cabo el mismo proceso de investigación.

M.O.- Sí. Esto nunca me había sucedido. Con mis anteriores novelas, he tenido que entrevistar a arqueólogos, a investigadores paranormales, a historiadores pero yo nunca era la protagonista de la investigación de campo. Sin embargo, en este caso, y al igual que Bécquer, tuve que que pedir permiso para una entrevista en el Archivo Diocesano, y tuve que hablar con el archivero, diálogo que transcribí tal cual en el libro. Es decir, que todo lo que Jon va haciendo en la novela, lo he tenido que hacer yo.  

M.G.- Un personaje que me gusta mucho es Xocas Taboadas, el sargento de la guardia civil, encargado de investigar un asesinato dentro de Santo Estevo. Me parece un personaje muy entrañable.

M.O.- A mí también me lo parece. Se nota mucho cuando el autor o la autora se lo está pasando bien, mientras escribe. Con Xocas he disfrutado mucho en los diálogos, porque quería mostrar ese típico humor gallego, la retranca, ese sí pero no, te cuento pero no todo, te creo hasta cierto punto. Bécquer llega con ese aire de madrileño, pedante, a lo que él considera un pueblo insignificante, donde la gente habla un idioma que él no entiende. Xocas se lo toma todo con cierta "pachorra", tan típica en Galicia pero, en realidad, es serio en su trabajo. Xocas representa el gallego prototípico que se mantiene a día de hoy, con esa forma de ser tan indefinible. 

M.G.- Luego está el otro hilo temporal, protagonizado por Marina. Es una joven muy distinta a las muchachas de la época. No sé si estarás de acuerdo en que Marina es el pilar más poderoso de la novela.

M.O.- Sí, de hecho sabía que iba a eclipsar con diferencia a Bécquer.  A pesar de que él estuviera investigando la leyenda de los nueve anillos, a pesar del cadáver vestido de monje que aparece en Santo Estevo, sabía que no iban a ser componentes tan atractivos como los que encontramos en el hilo de Marina. De todos modos, yo necesitaba mostrar cómo era el monasterio y en lo que se ha llegado a convertir. Aunque ahora sea un parador, aún perviven cosas de aquel tiempo lejano.

M.G.- La vida monacal la retratas muy bien. Es muy interesante todo lo que cuentas. Hay un detalle que llamó mucho mi atención. El padre de Marina, uno de los médicos más reconocidos de Valladolid, va a Santo Estevo a ocupar la plaza de médico en el monasterio. Y a pesar de ser una institución eclesiástica, que hipotéticamente debe socorrer al más desvalido, este hombre era el «médico para los curas, para los huéspedes del monasterio, sus criados, pero no para los mendicantes».

M.O.- Había clases. Aunque no quise insistir mucho en ello, no podemos olvidar que venimos de una España muy clasista. Me pareció muy interesante mostrar todo aquello tal y como ocurría. Del mismo modo que he tratado la epidemia de cólera en la novela, documentándome en los tratados de la época, y no en estudios más actuales. Era una época en la que, el nivel social del individuo, determinaba en muchas ocasiones si podía salvarse o no, ante una enfermedad.

M.G.- Hay retrato social en esta novela. Vemos a una España que está pasando por un momento convulso, con  muchos cambios.

M.O.- Sí, sí. Situar la trama entre 1830 y 1835 no fue casualidad. Era una época de tanta incertidumbre, casi como ahora, que no sabemos si la situación actual se arreglará o no. Por aquel entonces, el país se partió en cincuenta provincias, Galicia deja de ser reino, se abole la esclavitud pero aún así, siguen anunciándose las negras en el servicio doméstico, se crea la máquina de hacer hielo, las colonias se independizan, surge una nueva burguesía que se ha apropiado de todos los terrenos de la iglesia porque, por supuesto, no fueron parar a manos del pueblo. Además, los roles sociales empiezan a cambiar y nos enfrentamos al comienzo de algo nuevo. Fíjate que, a finales de ese mismo siglo, ya vamos a encontrar a la primera mujer que es admitida en la universidad. Pero, antes de todo eso, es un momento de quiero y no puedo. 

M.G.- María, la novela no tiene una estructura simple. Al margen de los hilos temporales, también juegas con las voces narrativas.

M.O.- Es una forma de darle dinamismo al texto y no perdernos detalle. A pesar de la extensa documentación que he manejado, tan solo he utilizado un porcentaje mínimo. Ahora bien, había detalles históricos y de ambientación que necesitaba incluir porque son interesantes para el lector. Para eso, me valgo de Jon Bécquer, que se encarga de describirlo todo con sumo detalle hasta el punto de convertirse en un ser cansino. Hasta el propio Xocas lo tiene que frenar en su discurso y pedirle que se centre exclusivamente en los hechos, que no divague.

Además, he querido escribir una novela literaria, que no tratara al lector de tonto. Esto no es exactamente un thriller, como son las novelas de Valentina que tienen mucho diálogo y suceden cosas todo el tiempo. Aunque en esta novela también tienen lugar muchos sucesos, no encontramos giros extraordinarios imposibles, con cliffhanger en cada capítulo. He querido emplear un ritmo más pausado, para que el lector también se amolde a esa época, en la que no había televisión, ni móviles. He querido que mis palabras tengan suficiente calidad y que la trama sea tan potente para que el lector se encuentre con una literatura visual y de impacto, que suponga un agradable paseo. Es lo que he pretendido y para ello he tenido que arriesgar. 

M.G.- Vas por la cuarta edición. Es decir, tanto éxito como la saga Valentina.

M.O.- Aunque es una novela de corte más histórico, ha sido muy bien recibida por los lectores. Se trata de una apuesta muy diferente a mi tono habitual, más cercano al de Agatha Christie. Estoy muy agradecida a los lectores por confiar en mí. Sé que gastarse 20€ en un libro es un esfuerzo hoy día, así que no podemos engañar a los lectores, prometerles algo que luego no se cumple. Por suerte, estoy recibiendo un feedback muy bueno por parte de los lectores.

M.G.- A mí me ha gustado mucho, sinceramente te lo digo. Pero también me gustaría descubrir a Valentina. Y dado que anuncias nueva novela de la saga para el año que viene, te pregunto: ¿Debo empezar por el principio?

M.O.- No, no... Es curioso porque los lectores hablan de trilogía pero en realidad no lo es. Las novelas de Valentina no hay que leerlas en orden, como tampoco es necesario hacerlo con las de Agatha Christie. Ahora bien, siempre es mejor empezar por el principio porque, de ese modo, vas descubriendo la evolución del personaje. En cualquier caso, como son misterios independientes y auto-conclusivos, puedes empezar a leer por la entrega que desees.

M.G.- Pues, como tengo la primera en casa, creo que empezaré por ahí. Muchas gracias, María.

M.O.- Gracias a ti. 


Sinopsis: A comienzos del siglo xix, el doctor Vallejo viaja de Valladolid a Galicia junto con su hija Marina para servir como médico en un poderoso monasterio de Ourense. Allí descubrirán unas costumbres muy particulares y vivirán la caída de la Iglesia. Marina, interesada en la medicina y la botánica pero sin permiso para estudiar, luchará contra las convenciones que su época le impone sobre el saber y el amor y se verá inmersa en una aventura que guardará un secreto de más de mil años.

En nuestros días, Jon Bécquer, un inusual antropólogo que trabaja localizando piezas históricas perdidas, investiga una leyenda. Nada más comenzar sus indagaciones, en la huerta del antiguo monasterio aparece el cadáver de un hombre vestido con un hábito benedictino propio del xix. Este hecho hará que Bécquer se interne en los bosques de Galicia buscando respuestas y descendiendo por los sorprendentes escalones del tiempo.

lunes, 5 de octubre de 2020

EL BOSQUE DE LOS CUATRO VIENTOS de María Oruña

Editorial: Destino
Fecha publicación: Agosto, 2020
Precio: 20,90 €
Género:Novela negra
Nº Páginas: 416
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
ISBN: 9788423357543
[Disponible en eBook y Audiolibro]


Autora

María Oruña (Vigo, 1976), gallega que desde pequeña visita con frecuencia Cantabria. Allí ha ambientado sus tres novelas hasta el momento, todas publicadas en Destino: Puerto escondido (2015), un exitoso debut en el género negro que ha sido traducido al alemán, al francés y al catalán; Un lugar a donde ir (2017) y Donde fuimos invencibles (2018). En todas estas historias de misterio, los protagonistas son los paisajes cántabros y el equipo de la teniente Valentina Redondo, que se ha ganado el cariño de miles de lectores. El bosque de los cuatro vientos (2020) es el primer libro independiente de la serie y está ambientado en la Galicia natal de la autora.

Sinopsis

A comienzos del siglo XIX, el doctor Vallejo viaja de Valladolid a Galicia junto con Marina, su joven hija, para servir como médico en un poderoso monasterio de Ourense. Allí descubrirán un mundo y unas costumbres muy particulares y vivirán la caída de la Iglesia y el fin definitivo del Antiguo Régimen. Marina, interesada en la medicina y la botánica pero sin permiso para estudiar, luchará contra las convenciones sociales que su época le impone sobre el saber y el amor y la libertad y se verá inmersa en una aventura que guardará un secreto de más de mil años.

En nuestros días, Jon Bécquer, un inusual antropólogo que trabaja localizando piezas históricas perdidas, investiga una leyenda. Nada más comenzar sus indagaciones, en la huerta del antiguo monasterio aparece el cadáver de un hombre vestido con un hábito benedictino propio del XIX. Este hecho hará que Bécquerf, acompañado por el sargento Xocas, se interne en los bosques de Galicia buscando respuestas y descendiendo por los sorprendentes escalones del tiempo.

Una apasionante intriga sobre una mujer que en la Galicia de 1830 se enfrenta a las convenciones de su tiempo y cuya figura trasciende hasta nuestros días.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Por casa andan dos novelas de María Oruña -Puerto escondido y Donde fuimos invencibles- entregas 1 y 3 de la trilogía protagonizada por la teniente Valentina Redondo, con la que Oruña se metió a los lectores en el bolsillo. Compré estas dos novelas a través de Círculo de Lectores, aunque todavía no he podido ponerme con ellas. Pues bien, la autora gallega lanzó este verano una nueva novela. El bosque de los cuatro vientos es una novela independiente que, a diferencia de la trilogía, transcurre en Galicia. 

Siempre que me enfrento a un autor por primera vez siento algo de vértigo. Me ocurre especialmente si el autor o la autora obtiene un importante éxito y se forma un cierto revuelo literario. Me asustan las expectativas porque más de una vez me han jugado una mala pasada. Así que, comencé a leer El bosque de los cuatro vientos con mucho tiento, dándole la oportunidad de sorprenderme. Hoy puedo decir que esta novela me ha gustado mucho, no solo por la trama, llena de magia y leyenda, sino también por el estilo narrativo de la autora con el que he conectado inmediatamente.

El bosque de los cuatro vientos se estructura en dos líneas argumentales. En el presente, tenemos a Jon Bécquer, un detective que se encarga de localizar obras de arte desaparecidas, y de desenmascarar estafadores y falsificadores. En un viaje a Ourense, a donde acude para dar una conferencia, Jon se hospeda en el parador de Santo Estevo, rodeado por un bosque, junto al río Sil. Este enclave fue anteriormente un monasterio y a su alrededor circula la leyenda de los nueve anillos, pertenecientes a nueve obispos, sobre los que se decía que curaban enfermedades y hacían milagros. Lamentablemente, los anillos desaparecieron con el paso del tiempo, y nunca más se supo de ellos. Intrigado por el misterio, Jon decide emprender una investigación para tratar de averiguar qué ocurrió con ellos. Lo que al principio se inicia como un pasatiempo en el que ocupar las vacaciones, se vuelve en una verdadera obsesión, ya que comienzan a ocurrir hechos insólitos. En el bosque que rodea el parador encuentran el cadáver de un joven. Se trata de Alfredo Comesaña, un guía turístico que se encargaba de enseñar el parador a los turistas, contándole la historia del edificio. A priori, el joven parece haber muerto de un infarto, sin embargo la autopsia desvela que ha sido envenenado. La investigación de este crimen correrá a cargo de Xocas Taboada, el sargento de la Guardia Civil y su compañera Inés Ramírez. Ambos, con la ayuda de Jon, irán uniendo las piezas de un puzle por el que desfilarán otros personajes como Pablo Quijano, cura y juez del Tribunal Eclesiástico, o Amelia, una restauradora, que arrastra un lastre del pasado.

El otro hilo argumental nos conduce a la Galicia de 1830. Al monasterio de Santo Estevo llega Marina, una joven de diecisiete años, junto a su padre, el doctor Mateo Vallejo, uno de los médicos más reputados de Valladolid. Vallejo es hermano del abad del monasterio y ha sido reclamado para ocupar el puesto de médico monacal. Recientemente viudo, Mateo cree que un cambio de aires les vendrá bien. A su llegada a Santo Estevo, tanto la joven como su padre se irán relacionando con varios personajes. Por la parte militar, tendrán que tratar con don Eladio Maceda, alcalde Santo Estevo y Capitán General de los Voluntarios Realistas, y con su hijo Marcial Maceda, un joven que, desde primer momento, mostrará mucho interés por Marina y tratará de cortejarla. Y dentro del monasterio, trabajarán junto a fray Modesto, el boticario, y a su ayudante Franquila. 

Pero, si bien la novela pivota sobre dos hilos temporales, su estructura se compone de tres partes. El tiempo presente queda narrado desde dos ángulos. Por un lado, un narrador omnisciente nos irá contando todo lo que ocurre con respecto a la investigación y a la muerte de Alfredo Comesaña. A su vez, el propio Jon, testificando ante la Guardia Civil, nos irá desvelando lo que él conoce de primera mano. Y por último, una tercera sección desarrolla todo lo acontecido durante el siglo XIX, con Marina y su padre, siendo esta parte narrada en tercera persona. Las distintas partes y voces se irán alternando de tal modo que pasado y presente avanzan de forma paralela. Particularmente, a mí me ha gustado mucho ese baile de voces narrativas, así como el cambio de un hilo a otro, que siempre coincide con el final del capítulo, de modo que la narración fluye de manera natural. 

En cuanto a los personajes, la galería es amplia, pero creo que Marina es la que más brilla. Me ha resultado un personaje especialmente interesante porque no es una joven de su época. La mujer de su tiempo tenía tan solo dos caminos, o el matrimonio o el convento. Sin embargo, Marina tiene otros planes. Al crecer junto a su padre médico, la joven ha desarrollado mucho interés por el mundo de la ciencia y la medicina. Su sueño es estudiar y convertirse en médico, pero el hecho de ser mujer supondrá un gran inconveniente. No obstante, Marina es una joven resuelta y con mucha personalidad, que no se deja amilanar. Tiene un carácter fuerte, acostumbra a decir lo que piensa, es inteligente y despierta. Además es bondadosa, con un gran sentido de la moral, y no se deja impresionar por el lujo y el boato. Es un personaje que hace pasar buenos ratos al lector.

Por su parte, Jon Bécquer es un joven de treinta y tres años. Antropólogo y profesor universitario, ha reconducido su carrera hacia el mundo del arte. Aunque no es historiador ni experto en arte, tiene mucha facilidad para distinguir una obra falsa de otra verdadera. Su gusto e interés por el arte le viene de pequeño, de cuando pasaba tiempo en el taller de restauración y la tienda de antigüedades de su abuelo, ubicada en el barrio de Salamanca. Por azar, ha conseguido resolver varios misterios que le han reportado mucha fama. En consecuencia, funda Samotracia, una agencia de detectives, junto a su amigo Pascual, un profesor de Historia del Arte. Su misión es localizar obras desaparecidas. Jon es un personaje interesante, no solo por su profesión sino porque esconde un curioso secreto, un trastorno genético que aporta al personaje un plus extra.

Como comenté antes, la novela transcurre en Galicia. Aunque no se puede considerar un personaje más, sin duda la ubicación aporta un atractivo especial. 

 

«En Galicia tengo la sensación de que lo extraordinario se acepta de forma natural, como si todo atendiese a una lógica sabia y misteriosa, completamente desconocida para los forasteros. Tras cada paso hay una leyenda, un duende inasible que tiene algo de verdad. Tras cada piedra, una historia que merece ser contada». [pág. 111]


El monasterio de Santo Estevo, hoy parador, y la leyenda de los nueve anillos es real. En un encuentro virtual que tuvimos con María Oruña hace unos días, nos contó que las descripciones del lugar son verídicas y que todos y cada uno de los pasos que Jon Bécquer da para localizar los nueve anillos, los anduvo la propia autora. 

A mí me ha gustado la atmósfera de misterio que se respira en la novela. Galicia está siempre en el ambiente, y son diversas las referencias a sus parajes, a sus costumbres y también a su folclore. Me llevé una gratísima sorpresa cuando se menciona a grupos y a artistas musicales que tanto me gustan, como Luar Na Lubre, Luz Casal o Carlos Núñez.

Pero El bosque de los cuatro vientos no es solo una novela con crímenes e investigaciones, una típica novela en la que pasado y presente se funden. Habría que destacar que María Oruña hace un acertado retrato de la sociedad gallega del siglo XIX, así como de los hitos históricos más importante de aquellos años. Por estas páginas, asomarán la desamortización de Mendizábal, y los diversos incendios que asolaron los edificios religiosos, la pérdida de poder de la Corona y, por ende, de la Iglesia, el problema sucesorio tras Fernando VII, o la promulgación de la Pragmática Sanción. Y a su vez, también es muy interesante el retrato de la vida monacal, cómo era la estructura dentro de los monasterios, así como las costumbres y los hábitos. Dado que Marina y su padre van a trabajar en la botica, conoceremos parte de las plantas medicinales que se utilizaban, y su uso contra diversas afecciones y enfermedades.

Y si hay una cuestión de la vida del siglo XIX que me ha impactado ha sido la descripción de la llegada del cólera. Esa parte de la narración, a pesar de ocurrir dos siglos atrás, es de lo más actual. María Oruña describe cómo los médicos y la población trataron de hacer frente al avance de la epidemia, qué remedios emplearon y qué medidas intentaron adoptar para evitar los contagios. A mí me ha parecido que, lo que vivieron entonces, no es tan distinto a lo que estamos viviendo hoy.

Poco más debo añadir. El bosque de los cuatro vientos ha sido una buena lectura, interesante y amena; una novela que contiene una trama con un poco de todo, con historia, con misterio, con algo de romance, y que  he disfrutado mucho.

No te la pierdas.




[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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