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viernes, 21 de abril de 2023

EL RABÍ DE GALILEA de Miguel Becerra

Editorial: Ediciones Alfar
Fecha publicación: febrero, 2023
Precio: 22,95 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 232
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788478989652
[Disponible en eBook]

Autor

Miguel Becerra Ortiz (Madrid, 1970). Se educa en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción. Estudia en la Universidad Complutense de Madrid Imagen y Sonido; y realiza cursos de dirección de cine, producción y guion cinematográfico.

Ha dirigido y producido más de 13 cortometrajes, siendo productor de dos largometrajes, cosechando reconocimientos internacionales y nacionales: Instituto Cervantes de Manchester, en la UMIP Universidad Menéndez Pelayo… Tiene el honor de ser el primer Andaluz en recibir el premio RTVA al mejor Director Andaluz en 2004 y ha ganado como Productor Asociado un premio Goya (2006). Posee, además, más de 150 premios por todos sus trabajos y ha sido tres veces nominado en la Academia de Cine.

Comienza a estudiar la figura de Jesús de Nazaret hace 25 años y desde entonces se va formando con profesores especialistas en la materia. Aunque no es un erudito, siempre dice que “Soy un humilde caminante que aprendo cada día que me regala de vida mi amigo y gran jefe, Jesús de Nazaret”.

El Rabí de Galilea es su primera novela y su segunda incursión en la narrativa.

Sinopsis

Lo humano y lo divino se dan la mano en esta novela de ficción del director de cine, Miguel Becerra, para hacernos meditar sobre los múltiples aspectos que vertebran las características esenciales que conforman la dimensión terrenal y trascendental del considerado hombre más importante de la historia de la humanidad: Jesús de Nazaret.

Una obra que nos adentra en la magnitud histórica del llamado Hijo de Dios, poniendo el acento en su vertiente más humana, ensombrecida en muchas ocasiones de forma intencionada para no eclipsar su luz divina ¿Fue ese hombre algo más que un sedicioso crucificado en tiempos de Poncio Pilato? ¿Un Profeta desechado o tal vez un Mesías inesperado? ¿Un alborotador de masas o un agitador de conciencias? ¿Un Rey de Reyes de un reino tan intangible como inentendible por la sociedad de su tiempo? ¿Quién lo envió y para qué? Estas y otras muchas cuestiones son las que nos plantea la lectura de esta obra, sumergiéndonos, sin prejuicios, en dudas históricas que nos acercan al Rabí de Galilea más humano.

A ti y solamente a ti, corresponde acercarte a la figura del Nazareno del modo que elijas. Es posible que acabes cuestionándote si Jesús fue un Enviado, un Profeta o un Mesías… o si tal vez, fuera las tres cosas, como concluye el autor de esta novela, que nos ofrece una visión histórica, tan particular como imprescindible, para acercarnos a la figura de Aquel que vivió para hacernos visible la imagen del Dios invisible. Aquel que nos hace creer, aun sin haber visto.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Los sevillanos tenemos ya un pie puesto en la Feria de Abril pero el otro todavía lo mantenemos en la Semana Santa. No sé si lo habré comentado alguna vez por aquí, pero soy creyente. A mi modo, pero creyente. Los que me sigan por redes sociales se habrán percatado ya de esta cuestión. Decir esto, en según qué ámbitos, puede cambiar radicalmente la imagen que los demás tienen de una, pero no es algo que me preocupe. Me crié en una familia en la que la palabra Dios estaba presente, más en la boca de mi madre que en la de mi padre, quien en los últimos años me confesó que no creía en nada. Nunca discuto por este asunto. Jamás. Respeto la postura del que tengo enfrente, pero también pido respeto para la mía propia. Y con lo de a mi modo me refiero a que no sigo los preceptos establecidos. Mi fe y mis creencias tienen mi sello personal por eso no comulgo (nunca mejor dicho) con todos los pareceres de la Iglesia, como institución. Aplaudo lo aplaudible (que lo hay, aunque algunos se resistan a creerlo) y critico la postura eclesiástica sobre algunos temas que, a estas alturas del partido, me parecen totalmente desfasadas. Hay que modernizarse. 

Con respecto a la figura de Jesús de Nazaret, siempre he dicho que si me ofrecieran la oportunidad de viajar en el tiempo, no lo dudaría. Elegiría viajar a los años 30-33 AD. Me hubiera gustado ver con mis propios ojos lo que se cocía en aquel tiempo y en aquel lugar concreto. Me hubiera gustado ser testigo de los sucesos que acabaron a los pies del Gólgota. Me hubiera gustado escuchar lo que aquel hombre, hijo de un carpintero, decía a todo el que se le acercaba. Porque a nuestras manos ha llegado una versión, digamos oficial, pero también se han manejado otras teorías controvertidas. ¿Un mesías? ¿Un loco? ¿Un líder político? En definitiva, me hubiera gustado estar presente para verlo con mis propios ojos y oír con mis propios oídos. Por eso, porque me atrae Jesús de Nazaret, veo películas (hasta ahora, la que más me ha impresionado fue la que rodó Mel Gibson, La pasión de Cristo), y leo libros. Aunque la Biblia no la he leído entera todavía. Y por todo esto, estos días pasados de Semana Santa, entre procesión y procesión, he leído El Rabí de Galilea de Miguel Becerra. Os cuento un poco en detalles.

A grandes rasgos, El Rabí de Galilea narra los últimos años de Jesús. La narración se inicia en el año 30 AD, en una fría madrugada, con un Pilato de sueño intranquilo e inquieto. Algo le preocupa.


«Soñó Pilato y recordó cada escena al despertar, situación insólita pues no era de esos a los que les tiembla la mano al juzgar ni vive con el arrepentimiento que se asocia ineludiblemente a su alto cargo ejecutor. Es por ello por lo que la concreción del recuerdo de las brumas que tanto habían alterado su ánimo le obligara, al menos, a plantearse si el destino de ese hombre estaba escrito y si acaso fueron verdades las que escuchó de su boca las escasas ocasiones en que acertó a escuchar su voz». [pág. 34-35]


A esta escena le seguirán las que todos conocemos, y que constituyen los momentos más conocidos de la vida de Jesús: el encuentro con Juan, el Bautista; los días en el desierto; los milagros; la expulsión de los mercaderes del templo; la aparición de María Magdalena; la traición de Judas; el prendimiento; el juicio y la liberación de Barrabás; la crucifixión, muerte y resurrección.

No obstante, lo novedoso de esta novela es que Miguel Becerra aporta datos de los que jamás había oído hablar. Por ejemplo, aquel soldado romano que clavó la lanza en el costado de Jesús, para verificar que ya había expirado en la cruz, y que tenía por nombre Longinos, tenía un defecto de visión. Según se nos cuenta en la novela, tras clavar la lanza, del cuerpo de Jesús emanó sangre mezclada con agua. Pues bien aquella infusión que salpicó la cara del romano, curó el defecto de visión que tenía Longinos.


«Longinos cayó al suelo de rodillas. Sus lágrimas transmitían verdad y arrepentimiento, tal vez se maldecía por ser él, y no otro, quien en acto de servicio experimentó la magia del momento que le tocó vivir». [pág. 41]


Es la primera vez que oía esta historia. Y no será lo único que llame la atención. A lo largo de la lectura me he ido encontrando con diversas piezas de información más o menos novedosas. De algunas circunstancias sí había oído ya hablar. Por ejemplo, mucho se ha especulado sobre si Jesús era hijo único o no. Becerra cuenta que el Nazareno tenía varios hermanos y hermanas: Simón, Judas, María, Salomé, Jacobo, José y Ruth. Aunque sí había escuchado que María y José tuvieron más hijos, nunca había leído ni cuántos fueron, ni sus nombres. Y también había leído sobre la posibilidad de que la traición de Judas fuera algo acordado, aunque no del modo en el que el discípulo lo llevó a cabo. 

Me ha gustado ver la relación entre Jesús y su padre José. Siempre se ha hecho mucho hincapié en la conexión de Jesús con su madre María pero, ¿qué pasa con José? Su papel siempre ha quedado muy difuminado en la Historia. Después de la anunciación, de los esponsales, del viaje a Belén donde nacerá su hijo,... poco se sabe de él. ¿Cuándo murió? ¿Cómo afrontó Jesús la muerte de su padre? El autor de esta novela concede a José más protagonismo del que me había encontrado hasta ahora en otras lecturas. Jesús pasa momentos con su él, conversan, se sinceran. Según la novela, fue una figura importante en su vida.


«José me enseñó a vivir con amor, respeto, me enseñó a servir a Dios, me enseñó a ver a nuestro Padre como nuestro Dios... Me enseñó a ser humilde, hijo de un artesano que trabajaba con sus manos, de sol a sol. Fue elegido sin su consentimiento y aun así cumplió a sabiendas de que se murmuraría sobre su honor, y él lo aceptó porque me quería y siempre me quiso. No quiero que se vaya, no aún. Lo necesito». [pág. 45]


Sin embargo, otros asuntos narrados en este libro me llegan a sorprender porque, ¿trabajó realmente Jesús para otras personas como el autor alude? ¿Realmente tenía Barrabás el encargo de matar al predicador en la celda que compartieron? Si los datos que se aportan en esta novela te parecen inverosímiles o te preguntas de dónde salieron, Miguel Becerra aclara que estás ante una obra de ficción pero, en la Nota de Autor, añade también lo siguiente:


«Cada personaje, cada suceso, está tratado respetando la historia, los Evangelios y bebiendo de otras fuentes siempre fidedignas». [pág. 227]


Sea como fuere, lo que sí os puedo decir es que hay pasajes especialmente dolorosos. No es que el autor se regodee a la hora de describir los momentos de sufrimiento de Jesús porque no lo hace, pero no he podido evitar sentir congoja al leer algunas páginas. No tiene nada que ver con que el protagonista de esta historia sea el hombre más famoso de la Historia de la humanidad. Es que, el calvario al que fue sometido, los instrumentos de tortura que se emplearon, los castigos infligidos, la mofa y la burla,... escuecen. 

¿A quién va dirigido este libro?

Es obvio que, principalmente, a quienes, como yo, sean creyentes. En mi caso, debo decir que me ha gustado esta lectura. Cierto es que, muchas de las cosas que se narran no me pillan por sorpresa pero el autor sí ha conseguido despertar mi curiosidad en ciertos pasajes. Sin embargo, no creo que sea solo una lectura para creyentes. Tratándose de una obra de ficción, como alega el propio autor, cualquier lector se puede acercar a estas páginas. Además, cuenta con un capítulo introductorio, del que os hablo un poco más adelante, sumamente interesante. Estad atentos

Ilustraciones

Aderezan la narración una serie de ilustraciones hechas a carboncillo, por lo que predomina el color gris. No obstante, en todas ellas destaca siempre algún detalle en color rojo, tonalidad que funciona a modo de metáfora, anticipando el dolor, el derramamiento de sangre y la muerte.




Tales ilustraciones vienen de la mano de Teresa Guzmán y acompañan muy bien al texto.

Estructura y estilo

Empleando ocasionalmente el recurso del flashback, Becerra nos cuenta el presente y el pasado de Jesús, aunque por su infancia y adolescencia pasará muy de puntillas. Con un total de veintinueve capítulos numerados y titulados, algunos de ellos dedicados a personajes que rodearon al Nazareno (Juan, el Bautista o María Magdalena), el autor se centra principalmente en la edad adulta de Jesús. Más concretamente, en las vivencias que se suceden tras la traición de Judas y el prendimiento en Getsemaní.

Toda la obra está escrita en tercera persona, salvo parte de uno de los capítulos finales en la que será el propio Jesús el que se dirija a nosotros. Ese quiebro en la voz narrativa provoca un efecto instantáneo en el lector, amplificando la conexión con lo narrado. Creedme si os digo que se me puso un nudo en la garganta.

Es importante resaltar que la novela cuenta con un prólogo y un capítulo introductorio en el que se nos habla del sufrimiento que vivió el Hombre, desde un punto de vista médico. Ambos apartados de la obra están firmados por Francisco Javier Torres Gómez, especialista en Anatomía Patólogica y también escritor. En tal introducción, titulada De los signos de tortura de Nuestro Señor Jesucristo, Javier Torres hace un análisis interesantísimo sobre diversas cuestiones.


«Intentaremos aportar una visión médica de un creyente que deja de lado sus creencias en pro de una narración que pudiera explicar todo aquello que nos ha sido legado en los evangelios, pero que, en cualquier caso, diferirá obligatoriamente de la verdad absoluta, que a todos nos ha sido prohibida, incluyendo las evidencias encontradas en la Síndone de Turín, que aportan información incompleta de un cuerpo yaciente sometido, qué duda cabe, a un shock traumático que por sí solo justificaría la muerte de un mortal». [pág. 18]


En estas páginas, este médico nos habla de asuntos tales como la hematidrosis (la exudación de sangre),  la posible pérdida de visión de Jesús, o de lo complicado que hubiera resultado que a Jesucristo lo crucificarán atravesando sus manos con clavos, ya que tal disposición daría pie al desgarramiento de las palmas.


«Olvidémonos de las heridas por clavos, pues no era el modo de operar de los romanos. En caso de aceptarse como excepción el caso de Jesús, esos clavos nunca se hundirían en las palmas de las manos, pues el desgarro tisular subsiguiente terminaría por seccionar sus anclaje y el miembro se desprendería del stipes». [pág. 29]


Serán muchos otros datos interesantes los que se aporten en esta sección que, si bien está redactada por un médico y se hace alusión a algún término más técnico, las conclusiones manifestadas se entienden perfectamente.

Poco más os puedo contar. Reitero que esta lectura me he agradado y con eso me quedo.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

lunes, 12 de septiembre de 2022

LOS GARBANZOS DE DOÑA VIOLETA de Reyes Aguilar Caro

Editorial: Ediciones Alfar
Fecha publicación: mayo, 2022
Precio: 18,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas:246
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-7898-927-0
[Disponible en eBook]


Autora

Reyes Aguilar Caro nació en Sevilla en julio de 1969. Es autora de las novelas El juego del hombre invisible y El Blues de la Perplejidad; y de las obras sobre el Betis, El Manquepierda, una filosofía de vida y Oselito y el Betis.

En su blog se convierte en la dama de sevillano nombre, recorre en bicicleta las calles de ella misma entre Santa Catalina y el Polígono San Pablo. Observa la vida y la escribe con tinta verde; Reyes es de las pocas mujeres que se ha atrevido a escribir un libro sobre fútbol y lo hizo sobre la historia del Real Betis Balompié, quien sigue inspirándola. Defiende los cielos machadianos en una Sevilla heterodoxa de azoteas, con el entusiasmo por bandera.

Sinopsis

Una historia conmovedora que se inicia con el golpe de estado en Sevilla en julio de 1936, momento previo a la Guerra Civil. Con unos personajes bien definidos por la autora, a lo largo del libro, con exacto rigor histórico, la historia va cobrando vida. Un homenaje más a todas las víctimas del franquismo narrado por la mente maravillosa de Reyes Aguilar. No dejen de leerla, porque no sólo no defrauda, sino que enamora.

[Información tomada directamente del ejemplar]

He estado tentada de llamar por teléfono a Reyes Aguilar Caro en muchas ocasiones, durante la lectura de esta novela. Había párrafos y capítulos que me empujaban a contactar con ella, simplemente para que me escuchara suspirar. Y es que Los garbanzos de doña Violeta consiguen eso, que suspires, que sientas a los personajes como parte de tu familia, que recuerdes momentos vividos en tu infancia, que te acuerdes de tu madre, a la sigues añorando profundamente, a pesar de haberla perdido hace algunos años. 

Los garbanzos de doña Violeta es la segunda novela de esta dama de nombre sevillanísimo, después de que en 2016 publicara El Blues de la Perplejidad. En aquella novela ya se hablaba del mapa personal e íntimo de la autora, del andalucismo, del Betis, de la Alameda de Hércules, de la calle Peris Mencheta, de la lucha, de la música. Gira Aguilar Caro hacia otros derroteros en Los garbanzos de doña Violeta, sin perder sus referentes y sus principios. 

Siguiendo dos hilos temporales. -uno ubicado entre los años 1936 y 1937, mientras que el otro se centra en el año 2000-, la autora va a hablarnos en estas páginas de lo que más sabe, de Sevilla, de su historia, de su barrio macareno, y de sus vecinos. En la calle Primavera número 5 del barrio de la Macarena vive Violeta. La joven trabaja como chica de los recados en el taller del prestigioso modista Aldo Carlini, un nombre que nos puede hacer pensar en orígenes italianos pero nada más lejos de la realidad. Su trabajo consiste en entregar a domicilio los vestidos que las señoras de la alta sociedad sevillana encargan a la firma. En su mismo inmueble reside Carmelita, que regenta una tienda de ultramarinos en los bajos del edificio, y que vende «fiao». Su hijo Luis, que tiene la misma edad que Violeta, le ayuda en la gestión del establecimiento.  Pero el hijo de Carmelita no quiere ser un tendero toda su vida. Le gustan los libros, leer, y sueña con ser profesor de Literatura algún día. Los jóvenes llevan juntos toda la vida y ya se sabe que el roce hace el cariño. Podían haber sido felices.

Podían haberlo sido si no fuera por aquel fatídico 18 de julio de 1936. Cuando la vida transcurría entre dificultades, pero tranquila entre las calles del arrabal macareno, llega el alzamiento y con él las revueltas, los chivatazos, las detenciones, las desapariciones, los fusilamientos, la sangre y la muerte. El sinsentido. El barrio de la Macarena, como otros tantos de Sevilla, trató de hacer frente a la sublevación. Los vecinos lucharon mano a mano pero el avance era inexorable. Adiós a la vida humilde pero sencilla. Se cierra esa puerta para abrir miles de ventanas a través de las que solo se podía ver el dolor y la tristeza. Llegaron los lamentos de las esposas despojadas de sus maridos, de los hijos sin sus padres, de las madres que miraban por última vez al fruto de sus entrañas. Y entre todos aquellos que fueron separados de los suyos estaba el joven Luis. Al hijo de Carmelita también se lo llevaron por delante, justo en el momento en el que el amor con Violeta comenzaba a florecer. Una madre y una novia quedarán heridas de por vida. La joven tratará de buscar la manera de ayudar a Luis y para ello recurrirá al hijo de doña Piedad, una distinguida dama sevillana que siempre huele a jazmín, y no a sudor como las esposas de los rojos, a la que acostumbra a llevarle a casa las creaciones de Aldo Carlini. En esa casa señorial también reside Isabel, pero en calidad de criada. Violeta e Isabel se harán inseparables porque el dolor, la pena y la desgracia unen mucho.

En cuanto al presente, los hechos seguirán desarrollándose en el barrio macareno. En el año 2000, Violeta ya no es Violeta a secas. Un matrimonio le ha permitido colocar el «doña» por delante. Su marido es un hombre que vive perdido en sus recuerdos. Su mente se ha emborronado pero algún momento de lucidez le trae a la memoria lo despreciable que fue. Sin hijos, doña Violeta invierte parte de su tiempo cuidando a su marido, mientras recuerda a los que ya no están, los años de la guerra, lo que vivió el barrio, lo que ocurrió con la gente de la calle Primavera, número 5. Ella también suspira, como he suspirado yo al verla recorrer aquellas calles que antaño bullían alegremente con el sonido de sus tacones. Violeta lleva demasiado peso a sus espaldas, demasiados recuerdos y emociones. Vive por inercia, pero ya sabemos que, a veces, el pasado vuelve a llamar a nuestra puerta, despertando emociones adormecidas, y reviviendo un corazón que ya latía lánguidamente.

Los garbanzos de doña Violeta ha sido una lectura tierna, emotiva, conmovedora y nostálgica. Su argumento hace un recorrido por aquellos años de la guerra, poniendo el foco de atención en la humanidad o la vileza de sus personajes. Entre estas páginas encontraremos las vidas sencillas de gente de barrio, que se levantan cada día con esperanza, que sufren por los reveses de una guerra fratricida, que se apagan con la pérdida, o que renacen frente a un pequeño hilo de esperanza. Esta novela nos habla de un amor que perdura hasta el infinito, del sacrificio por los demás, de la renuncia a la felicidad, del miedo y el silencio, del sudor y la fatiga. Y junto a los personajes vivirán la esperanza, la traición, los celos, los remordimientos, y la añoranza de aquel que echa en falta sus orígenes y su tierra. 

Me ha gustado leer Los garbanzos de doña Violeta, a la que no le faltará algún giro suave, alguna sorpresa que volverá a iluminar los apagados ojos de sus personajes. Para mí, el primer capítulo de esta historia fue como un punch. En esas primeras líneas alguien rellena los casilleros de una quiniela, despacio y concienzudamente, alguien coloca el boleto bajo el cristal de una mesa, y al hacerlo contempla unos ojos que le miran desde una foto en blanco y negro.


«El cristal de la mesilla de noche guardaba la quiniela cada lunes repetida como una costumbre, casi como una tradición, sin importarle el partido o la clasificación de cualquiera de los equipos que la competían. Él cogía el bolígrafo y copiaba, como un escolar en su cuaderno de caligrafía, los resultados de la semana anterior con precisión de relojero. Grafías exactas y exactos resultados en los mismos casilleros jornada tras jornada». [pág. 13]

 

Este pasaje, y los siguientes, me hicieron entender que estaba ante una novela con aroma a cisco picón, a bolitas de alcanfor, a café recién molino en aquel molinillo color verde betis que mi tía Ana usaba en su casa del pueblo. Entendí que Los garbanzos de doña Violeta iba a trasladarme a un universo doméstico que ya se había perdido para siempre y fue ahí, con esas primeras líneas de la página trece, donde algo tierno se removió en mi interior. Lancé mi primer suspiro. Vendrían más. 

Aguilar Caro se deja la piel hablando de su barrio, de cómo aquellas calles resistieron el envite de los nacionales, dibujando como auténticos héroes a esos hombres y mujeres que, sin miedo a la muerte, «plantaron cara al fascismo con apenas nada con lo que defenderse, dando una lección de solidaridad y de humanidad de la que se deberían sentir orgullosas generaciones venideras de vecinos que habitasen aquellas casas, aquellos corralones de vecinos de la Macarena, que ocupasen aquellas calles desde San Luis a San Marcos, desde San Julián a la Alameda de Hércules»Toda la obra está cargada de pasión y emoción, ensalzando a una vecindad que ya, por sobrevivir a las penurias de aquellos años previos a la contienda, hicieron auténticas heroicidades.

Y tan volcada está la autora en esta narración que he creído encontrarla como un personaje más. Margarita será también una voz en esta historia, pero su presencia únicamente estará vinculada al presente. ¿Quién es esta mujer? No quiero dar detalles para no desvelar los momentos más significativos de la historia. Os diré que Margarita es como una nieta postiza, una joven que ha crecido muy unida a Violeta por circunstancias que no debo contar. Margarita se parece mucho a Reyes. O eso creo. Tiene su pelo, sus ojos, su mirada. La autora le ha prestado incluso al personaje alguna que otra dolencia. Pero Reyes Aguilar tira también de su entorno, y en otro guiño simpático, convierte en protagonista colateral a alguna amistad suya. 

Sí tengo que decirle a la autora que doña Violeta me ha parecido tan entrañable que me he quedado con ganas de más. Me hubiera gustado que se alargara alguna escena, como ese encuentro que tiene lugar en el Bar Plata, donde doña Violeta está a punto darle la mano al pasado. Me hubiera gustado ver su reacción, escuchar sus palabras y sentir cómo su corazón palpitaba, sin creerse lo que estaba escuchando. También tengo que decirte, querida Reyes, que me hubiera encantado acompañar un poco más lejos a doña Violeta en ese desenlace tan literario que tú has dibujado para tu novela. Es que se le coge mucho cariño a este personaje, a Violeta. Y la llamo así, sin el doña, porque el tratamiento será para los que no han conocido su pena ni su tristeza, no para mí, que la he vivido a través de las páginas de este libro. Para mí, solo será Violeta.

Sevilla

La novela nos dejará asomarnos a la Sevilla de antes pero también a la más reciente. Hay pasajes muy visuales en los que podremos contemplar cómo era el día a día en las calles de un barrio. Ese arrabal macareno será otro protagonista más. El lector podrá andar sus calles y visitar los espacios más singulares de esa zona sevillana.

Y ya, cuando la guerra se haya desatado, visitaremos las cárceles, los presidios inventados, reconvirtiendo salas de cines o barcos anclados en el puerto, donde se hacinaban los hombres de todas las edades. Resulta muy real la descripción de la atmósfera que se respiraba en esos recintos o el ánimo de aquellos hombres «muertos en vida», que esperan temerosos que alguien pronunciara su nombre para subir a un camión y despedirse de la vida. Entre estas páginas veremos los campos de concentración o los campos de trabajo, donde los recluidos pasaban las horas construyendo canales para el riego o cualquier otra labor en la que muchos perdían la vida.

Estilo y estructura

La novela está narrada en tercera persona, a través de un narrador omnisciente, cargado de ironía cuando se trata de hablar de la gente de alcurnia y de los falangistas. Con capítulos muy breves, la historia se cuenta en desorden, alternando sin patrón fijo los hilos temporales, pero tejida con cordura.

La prosa de Reyes Aguilar Caro es muy evocadora. Acostumbra la autora a desplegar extensos párrafos, conectando frase tras frase, concatenando subordinadas, por lo que hay que afinar bien la entonación para que el texto cobre todo su sentido.

Pesa más la narración que el diálogo en estas páginas, salpicadas por fragmentos de un diario y también por los discursos de Queipo de Llano, aquel que paradójicamente está enterrado en lugar santo, en la basílica de la Macarena, ubicada en ese barrio que el teniente general arrasó, despojándolo de buena parte de sus vecinos. Su tumba, bajo el amparo de la mirada de la Virgen Macarena, sigue levantando ampollas en esta ciudad. 


«Un lugar donde descansa sin conciencia alguna el de la voz de trueno, un hecho incomprensible que para doña Violeta, y como para tantos, se silenciaba con la resignación y el miedo impuesto que aún llevaban adheridos a los recuerdos; era lo que había y nadie podía quejarse ante algo tan tremendamente doloroso. La Virgen no es de nadie, se decía para sus adentros aquella señora cada vez que entraba en la Basílica sin mirar la tumba del General, el descanso con honores de aquel asesino sin alma el encargado de arrebatar tantísimas vidas»  [pág. 37]


Poco más os puedo contar. Las páginas de Los garbanzos de doña Violeta, a pesar de que parte de su trama transcurre en unos años que yo no viví, tienen el aroma de mi infancia, huelen a ese cajón donde mi madre guardaba las pocas fotos que tenía de joven, aquellas en las que mi padre vestía de soldado, las de la romería de su pueblo, y las dos únicas instantáneas que le hicieron el día de su boda. El mundo en blanco y negro. Me gusta esta novela porque he conectado fácilmente con lo que ella contiene, con esa cotidianidad de los personajes que me resulta familiar, como esas cocinas y baños pintados de verde agua, con las pastillas de jabón Heno de Pravia, guardadas entre las sábanas de la cómoda para darles olor, un mundo donde había muchas carencias pero en el que la buena vecindad era un hecho, el amor perduraba, y la felicidad consistía en gastarse dos pesetas.


«Dos pesetas una foto para inmortalizar un momento, un estado de ánimo, una relación y una peseta la butaca en principal para comerse a besos, ajenos a Cary Grant y al programa de mano donde se anunciaba una graciosa comedia y en español, ese era el precio de la felicidad». [pág. 85]



[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí



lunes, 20 de septiembre de 2021

SOLEÁ, DAME LA MANO de Alberto Álvarez Campos

Editorial: Ediciones Alfar
Fecha publicación: marzo, 2021
Precio: 19,90 €
Género: thriller
Nº Páginas: 274
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788478988907 

Autor

Alberto Álvarez Campos (Sevilla, 1993). Abogado y socio del Bufete Sanalve. Experto en Violencia de Género y derecho de familia, comenzó su carrera en despachos de abogados mucho antes de terminar sus estudios. Titulado en Mediación y Gestión de Conflictos, realiza un taller como docente en centros de secundaria para combatir el acoso escolar. Creó en redes sociales el perfil @chirinbanda, en el que realiza una parodia del programa “El Chiringuito de Jugones”, haciendo crítica y humor sobre la ciudad de Sevilla y sus fiestas más conocidas, alcanzando los 20.000 seguidores en redes sociales. Además, en su blog personal, en el que realiza escritos de diversa índole, acumula más 90.000 visitas. Publicó su primera novela, Músicos de Sevilla (Ediciones Alfar, derechos de autor donados al Centro de Estimulación Precoz, Centro del Buen Fin) en diciembre de 2018, siendo un éxito de ventas a nivel local y teniendo que realizarse una segunda edición apenas dos meses después.

Con su segunda novela, Soleá, dame la mano (Ediciones Alfar), un thriller vertiginoso con la justicia como protagonista, realiza un cambio de registro mucho más ambicioso en la narrativa.

Sinopsis

Un disparo a los pies de un gran árbol y una foto antigua como testigo.

En realidad, los caminos de quienes habían llegado allí se habían iniciado muchos años atrás. Un relato narrado en tres momentos temporales previos a apretar el gatillo: Treinta años, una semana y doce horas antes.

Un puzle dramático, y sus piezas esparcidas en el tiempo.

El recién ascendido a inspector, Diego Aguilar, se enfrentará en su primera semana a un caso poco usual: el secuestro de una pequeña de cuatro años. Sin embargo, algo parece no encajar cuando no hay petición económica por el rescate y la única pista es una extraña carta escrita a pincel. Una segunda carta de idénticas características aparecerá un día después en el pecho de un hombre asesinado, sin ninguna relación aparente con el secuestro o la pequeña. Con cada hallazgo la solución parecerá más lejana y, cada veinticuatro horas, la vida de alguien estará en juego.

Mucho tiempo atrás, una mirada azul era capaz de cautivar allí donde mirase.

La angustia y el suspense se apoderan de cada línea en este thriller con la ciudad de Sevilla como escenario de fondo, en el que la justicia, o su ausencia, es la auténtica protagonista.

En Soleá, dame la mano realidad y ficción se unen para revelar un misterio encubierto que acabaría con el régimen establecido, el cual muchos aspiran a conocer, y del que los implicados huyen horrorizados.

Silencio. Quiero que sepas por qué.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Empiezo esta reseña con un fragmento de la nota inicial que encontramos al abrir la novela.

«Aunque documentada e inspirada en hechos reales, Soleá, dame la mano, es una novela cuya trama y personajes son imaginarios. El autor, tras una labor de investigación acometida mediante entrevistas a implicados en los hechos y acceso a documentos privados, ha alterado una serie de detalles necesarios para la ficción.

Todo ello, en memoria de los incidentes ocurridos en la Madrugá del año 2000, los cuales cambiaron la ciudad de Sevilla tal y como la conocemos, dando vida al miedo entre sus calles, así como de los misterios de aquella noche que, hoy día, siguen sin encontrar respuesta»

Cuando leí esta nota introductoria mi curiosidad se disparó por las nubes. Para un sevillano, sea cofrade o no, la referencia a la Madrugá del año 2000 no deja indiferente. Lo que se vivió aquella noche de hace más de veinte años sigue siendo un misterio. Mucho se ha teorizado sobre aquel incidente, sobre lo que ocurrió realmente, y sobre quién estuvo detrás de unos hechos que hundieron a la ciudad en un ataque de pánico generalizado. Se han manejado conjeturas, se han ofrecido iniciales de los presuntos autores pero no hay una versión real y certera de lo acontecido. Por eso, encontrarse una novela con un trasfondo como este despierta inevitablemente mi interés. Pero vayamos a la novela.

Soleá, dame la mano se inicia con un capitulo introductorio que adelanta someramente parte de los hechos que componen el desenlace de la obra. Estamos en la Madrugá del año 2021. Todos sabemos que, ni en 2020 ni en 2021, hemos tenido Semana Santa, tal y como la conocemos, con sus procesiones y nazarenos, pero permitámonos un sueño, en favor de unos hechos, acaecidos durante las horas de esa noche mágica, que supondrán el colofón de esta trama. 

No obstante, la verdadera acción comienza el Viernes de Dolores del año 2021. En la comisaria de Blas Infante de Sevilla se está organizando el dispositivo de seguridad para la Semana Santa de este año. Tras los incidentes producidos durante el año 2000, a los que se unen los actos terroristas que se han perpetrado en Europa en los últimos tiempos, hay que trazar un plan minucioso que garantice la seguridad ciudadana. Es vital adelantarse a cualquier posible incidente que se pueda producir durante la Semana Mayor de la ciudad. 

Destinado a tal comisaria, conoceremos a Diego Aguilar, de 27 años. Diego es un jovencísimo inspector de policía al que, a pesar de haber nacido en Sevilla, apodan como «el del norte». De «cabello oscuro, y con un corte de pelo más propio de otra época», se considera «ateo y apolítico en una ciudad de extremos». Apenas tiene vida social pero, cuando no está de servicio, le gusta evadirse, marcharse de Sevilla porque cree que las celebraciones locales no son más que «una excusa para que algunos de sus vecinos dejasen de trabajar y otros tantos tratasen de hacer caja con los turistas como víctimas». Sin embargo, en esta ocasión el destino le obligará a empaparse de la Semana Santa sevillana. Le esperan siete días cargados de tensión y prisas, tratando de atrapar al causante de una serie de hechos que pondrá en jaque al Cuerpo Nacional de Policía. Para ello, Diego cuenta con la ayuda de su compañera Leire Márquez y Marcos Lobo. Con la primera, Diego tiene algo más que una relación laboral. El segundo es un hombre divorciado, padre de un niño autista que lleva mucho tiempo sin apenas dormir.

El engranaje criminal se inicia cuando a la comisaria llega un nombre gritando, con muy mal aspecto, alegando que su hija ha sido secuestrada. La pequeña, de nombre Ana, tiene cuatro años de edad. Cuando, cuarenta minutos más tarde DE la hora de salida escolar, el padre se acerca al colegio para recogerla, descubre que la niña no está. Alguien se la ha llevado. Y no será este el único hecho trágico que suceda en la ciudad durante los días de Semana Santa. En diferentes puntos de la ciudad de Sevilla irán apareciendo cadáveres, todos ellos de personas importantes e influyentes de la sociedad hispalense. Y en cada uno de estos escenarios criminales aparecerá un mensaje, unas líneas que tendrán mucha vinculación con la Semana Santa sevillana y que esconderán información muy valiosa para detener la ola de crímenes que se ha desatado. Pero mejor, no ahondar en esta cuestión. 

De forma paralela, el lector sabrá que Diego Aguilar ha sido elegido por el asesino para emprender la investigación. Desde un móvil no localizable, el criminal, que se considera un hombre que ha perdido la fe, comenzará a enviar mensajes al inspector, alentándolo a seguir participando en este juego macabro que ha desarrollado. Seis serán los crímenes que se ejecuten. Seis los mensajes que el asesinó irá dejando en los lugares manchados de sangre.

A lo largo de una semana especialmente complicada para las fuerzas del orden, Aguilar tendrá que averiguar quién está detrás de estos crímenes, por qué el asesino ha puesto su punto de mira en estas personas concretas o qué tiene que ver la niña secuestrada en los inicios de la trama. Un sinfín de preguntas en cuyas respuestas, el lector acompañará al inspector por unas calles que nos permitirán hacer un recorrido interesante por Sevilla.

En resumen, Soleá, dame la mano esconde una trama de venganza y sus páginas gritan la palabra ¡justicia! Al margen de los dos hechos que transcurren en 2021, habrá otro hilo temporal, anclado en el pasado lejano, pero de este último os hablo más adelante.

¿Qué me ha gustado de esta novela?

De entrada, Sevilla. Es inevitable que los nacidos y residentes en esta ciudad disfrutemos de una novela que nos habla de espacios y rincones que conocemos. O que no conocemos porque, mientras más leo sobre mi propia ciudad, más me doy cuenta de que me falta mucho por descubrir de Sevilla. 

A lo largo de la novela se hará referencia a diversos lugares y calles por los que veremos a los personajes moverse. Para los que conocemos esta ciudad, resulta fácil y ameno ir leyendo con un mapa mental en la cabeza. Si en algún momento me he topado con un escenario que desconocía, inmediatamente he indagado más, y eso es algo que me hace disfrutar mucho.

Y luego están las leyendas y las anécdotas con las que el lector también se topará. Si bien algunas son muy conocidas y están al alcance de cualquier sevillano, otras sí han supuesto toda una novedad.

Por otra parte, los hechos que tienen lugar en la Madrugá del año 2021 estarán íntimamente relacionados con los acaecidos esa misma noche pero en el año 2000. Como dije antes, todo lo que ocurrió aquella noche de carreras y tumultos, gritos y caídas, es un absoluto misterio que se llegó a tapar. Mucho de lo que ocurre en una ciudad se termina tapando, porque no interesa sacar a la luz ciertos sucesos. De eso saben mucho los personajes de esta novela, una obra que también arroja su teoría sobre lo acontecido aquella fatídica noche, en la que los nervios y los ataques de ansiedad colapsaron los servicios sanitarios. 

Sobre la teoría que se maneja en la novela diré que es otra más de las muchas que se han escuchado aquí y allá. Lo más importante sería que fuera plausible y, vista en detalle, lo es perfectamente. Los acontecimientos podrían haber ocurrido tal y como se cuenta en esta historia.

Pero si hay algo que aplaudo con convencimiento son las conexiones argumentales que construye el autor con la Semana Santa sevillana, más concretamente, con las seis hermandades que hacen estación de penitencia durante la Madrugá. Para mí, como nacida en Sevilla, es un punto a favor. ¿Lo será para un lector de otra ciudad? Creo que, en ese caso, tal lector se perdería matices que ayudarían a entender la historia en toda su totalidad pero tampoco impediría comprender esta trama de venganza y, mucho menos, disfrutarla. En lo que a mí respecta, ese juego cofrade que se extiende a lo largo de la obra me parece muy original y muy bien urdido. 

¿Y qué no me ha convencido de esta novela?

Que la acción transcurra durante una hipotética Semana Santa 2021 que no ha existido es algo a lo que no le doy ninguna importancia. No obstante, sí hay algunos detalles de la obra que me cuesta digerir algo más. Por ejemplo, en las primeras páginas de la obra, unos personajes muy secundarios, meramente anecdóticos, son testigos de un hecho que ocurre a muchísima distancia. Puedo hacer el esfuerzo de pensar que, desde donde están y a la distancia a la que se encuentran, los hechos podrían ocurrir tal y como se cuentan en la novela. Podría. Pero, teniendo en cuenta que los escenarios son reales, soy incapaz de acortar distancias para pasar por alto tales circunstancias. 

Me ocurre lo mismo con otra escena muy complicada. En medio de una multitud de personas que asisten al paso de un cortejo de una cofradía es imposible poder ver a una niña pequeña, que se encuentra a nuestra espalda, y oculta por dos o tres filas de personas que están situadas detrás nuestra. En Semana Santa hay tal aglomeración de personas que resulta casi imposible ver a un adulto que tienes a escasos metros. No digamos a una niña de baja estatura.

Hay, además, algún que otro detalle me no me ha terminado de convencer. No son hechos que afecten de manera fundamental al desarrollo de los sucesos más principales pero, en mi caso, me han chirriado un poco.

Personajes

Son varios los personajes que tienen especial relevancia en esta novela, pero yo me voy a centrar únicamente en Diego Aguilar, por ser aquel sobre cuyos hombros recae el peso principal de la historia.

Diego no tuvo una infancia fácil. Se quedó huérfano siendo muy niño y se crió junto a un tío alcohólico. Hecho a sí mismo, y con una cicatriz en la palma de su mano en cuya contemplación suele perderse, es una persona hermética, a la que le cuesta abrirse. Quizá por eso no se lleva bien con el resto de miembros de la comisaría, salvo con el comisario jefe, Juan Luis Torres, un hombre entrañable y llano, «sevillano de pro, padre de familia y cristiano devoto», con el que tiene una conexión especial. 

Diego tiene pareja. Eva Rojas es una joven abogada, miembro de uno de los bufetes más mediáticos de la ciudad, el que se encarga de sacar las castañas del fuego judicial a todos los mafiosos sevillanos. Aunque fría y seca en el ámbito laboral, Eva es «cariñosa, detallista y alegre por naturaleza». Muy atractiva, Eva ama a Diego de manera incondicional. Uno es muy distinto al otro, la noche y el día, pero el amor tiene estas cosas. Aun así, ella cree que Diego no la corresponde como merece. Él nunca se interesa por ella, no le pregunta por su día a día y lo único que le preocupa realmente es su trabajo. Para un hombre que no tiene familia, una compañera podía ser un buen punto de anclaje a la vida pero Diego está hecho de otra casta. Las circunstancias que le han tocado en suerte lo han vuelto receloso y distante. Eso, por no hablar de los hijos. A ella le gustaría formar una familia. A él, no. El concepto familia para él no existe. Y si Diego mantiene su relación con Eva es «prácticamente por convención de la sociedad y por desfogarse físicamente de en cuando, pero poco más»

Con estos mimbres, el lector se enfrenta a un personaje principal con el que, si bien no va a tener una conexión potente, al menos creo que sí puede llegar a entender por qué este personaje se conduce como lo hace en su vida y en su trabajo. Diego es una víctima más de sí misma. No conoce el cariño familiar, el calor de hogar, la ternura y el refugio que supone unos padres. Por eso le cuesta tejer hilos sentimentales con otra persona. Ni siquiera con Eva. No obstante, la investigación le dará una buena lección y aprenderá que a las personas hay que valorarlas en todo momento, porque nunca sabes qué va a ocurrir mañana.

Alberto Álvarez se esmera en la construcción del personaje. Nos da las herramientas suficientes, tanto físicas como emocionales, para que nos hagamos una imagen del inspector. Y lo hará no solo con Diego. Otros tantos personajes, que no siempre parecen lo que realmente son, serán perfilados con el mismo nivel de detalle. Y atención porque, como todo el mundo, tendrán sus secretos.

Estructura y estilo

Soléa, dame la mano tiene una estructura muy medida y pensada. Tras ese capítulo introductorio, la novela se estructura en dos grandes bloques (Madrugá I y Madrugá II) más un epílogo. A lo largo de esas dos secciones se engloban capítulos de media extensión que, a su vez, quedan agrupados en tres hilos temporales. Bajo el epígrafe Amor, el lector viaja al año 1991 para conocer la historia de Luis y Alejandra, dos jóvenes que se conocen precisamente en Semana Santa, se enamoran y emprenden una vida juntos. No os he hablado antes de esta parte de la trama porque prefiero que seáis vosotros mismos los que descubráis qué les ocurre a estos jóvenes. Luego tendremos Audacia, que encierra los capítulos que tienen lugar los días previos a la Madrugá del 2021. Mientras que en Locura se narrarán las acciones más inmediatas, las que tienen lugar durante la madrugá, y que conducirán al lector al cierre de la historia. Tres hilos temporales, con transiciones bien ejecutadas, y  dispuestos de tal modo que suponen una cuenta atrás para Diego Aguilar, encargado de descubrir la identidad del culpable y parar la ronda de crímenes que se está perpetrando en la ciudad.

Escrito en tercera persona, cada capítulo cuenta con una ilustración en tonos grises que recrean algún escenario, en el que tendrán lugar algunos de los hechos narrados en el mismo. 

Como dije antes, el autor es detallista a la hora de construir los personajes. Pone especial interés en modelar a los protagonistas principales desde un punto de vista psicológico, exponiendo ante el lector las motivaciones de cada uno. Al mismo tiempo, cuida las conexiones que se forjan entre unos y otros, evitando dejar cabos sueltos.

En definitiva, y salvando esas pegas que le restan un poco de credibilidad a la novela, creo que Soleá, dame la mano cuenta con una trama bien tejida, en la que los lazos entre víctimas y asesino están muy logrados. Contribuye notablemente ese trasfondo de la Madrugá del 2000 que resulta tan interesante, un inspector con un pasado complicado, y unos hechos ocurridos tiempo atrás que volverán ahora para clamar venganza.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

viernes, 23 de abril de 2021

ARROPARTE O EL ARTE DE CAMINAR SIN ROPA de Alejandro Pérez Guillén

Editorial: Alfar
Fecha publicación: diciembre, 2020
Precio: 16,00 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 280
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788478988778

Autor

Alejandro Pérez Guillén (Benalup-Casas Viejas, 1973) es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz. En la actualidad trabaja como responsable de la Biblioteca Pública Municipal y como animador cultural de su localidad. Ha publicado los siguientes poemarios: Entrevista con la palabra (Ayto. Benalup-CV, 1997), Sueños de hadas sin hada madrina (Alhulia, 2003), Monedas de papel (Diputación de Cádiz, 2006), Matar a Narciso (Alfar, 2012), En manos de Orfeo (Renacimiento, 2014) y Sol de invierno contra la borrasca (Vitruvio, 2018). También es autor de los cuadernillos El cadáver dormido de la historia y Tardes en fuga, del libro de relatos La otra realidad (Aladena, 2009) y del libro de prosa poética titulado Re-flexiones: ejercicios para el corazón (Alfar, 2016). Ha sido incluido en las antologías Recital Chilango andaluz 2006. Antología. Y Diez voces de la poesía actual 2017. Ejerce como crítico literario y ha sido columnista de medios de comunicación como el Diario de Cádiz. En la actualidad es el director de las colecciones Biblioteca de Autores Contemporáneos (Serie Poesía) y Otras Poesías de Ediciones Alfar. Puedes visitar su web en: alejandroperezguillen.es

Sinopsis

Nueva joya literaria de Alejandro Pérez Guillén, quien vuelve a adentrarse en la prosa poética más profunda, la que nace desde su corazón, desde sus manos, desde sus propios sentimientos, desde la existencia del ser humano, desde el origen del mismo, desde el arte de caminar sin ropa.

[Información tomada directamente de la web]


Conocí a Alejandro Pérez Guillén una lluviosa tarde de marzo de 2017, cuando, tanto él como la editorial, quisieron contar conmigo para la presentación de su libro Re-flexiones. Ejercicios para el corazón (Ed. Alfar). Muchos sabéis que la poesía y yo no siempre somos un matrimonio bien avenido. Lo he comentado muchas veces, creo que me falta sensibilidad para conectar con esa forma de expresarse, capacidad para entrever hacia dónde nos quiere conducir el poeta. Sin embargo, con Alejandro Pérez Guillén es distinto. Lo fue entonces, cuando me atreví a acompañarlo en aquella presentación, y lo sigue siendo hoy. 

Lo que el autor gaditano nos propone en este nuevo libro, Arroparte o el arte de caminar sin ropa, es otro ramillete de textos, -llámalos cuentos, relatos o microrrelatos-, cercanos, emotivos, tiernos, sencillos,... Es lo que nos ofrecía en su libro anterior del que dije que contenía pellizquitos al corazón, con los que Alejandro nos acerca su manera de ver y entender el mundo, siempre con una sonrisa en los labios. Las páginas de este nuevo libro son chispazos de luz cálida que reconfortan el alma. Por eso estoy tan de acuerdo con las palabras de Eva María Márquez Roldán, que firma la contraportada de este libro con las siguientes palabras:

«Alejandro es de esas personas que dejan huella. Lo mismo ocurre con sus escritos. Es un mordisco que te atrapa. Es imposible adentrarse en sus textos y que pasen indiferentes por tu persona. Su generosidad, su simpatía, su entrega y su sensibilidad como ser humano traspasan los muros sociales del silencio emocional. Alejandro abre ventanas para dejar fluir las emociones que todos sentimos. Leer sus páginas es atravesar la piel y sentir los latidos desnudos del alma. Bajo las raíces de sus palabras encontrarás el calor de una vida, un mundo tan real como la existencia, un amor capaz de tejer las costuras descosidas y un sentimiento tan auténtico que nos lleva a soñar entre suspiros con su lectura. Una escritura que invita a darle cuerpo a la esperanza, una prosa poética que nos reconcilia con nuestras propias sombras hasta amanecer con ese aroma de pan recién hecho. Todo un viaje al interior de uno mismo, todo un arte de caminar sin ropa».

Sin lugar a dudas, me quedo con ese «latidos desnudos del alma», ese  «sentimiento tan auténtico que nos lleva a soñar entre suspiros con su lectura», o con ese «aroma de pan recién hecho». Así es, porque este libro huele a hogar, a tardes de café mientras uno ve llover tras los cristales.

No estamos ante un libro de poesía propiamente. ¿O sí? Bueno, va a ser que sí porque Alejandro no puede dejar atrás lo que realmente es. Poeta. Pero, para no confundir a los posibles lectores, debo añadir que estamos ante lo que acostumbramos a llamar prosa poética, un estilo, una forma de expresarse emocionalmente a la que sí me siento más cercana, sin que le falte todos esos recursos que son convencionales en la poesía. 

Mientras leía este libro, no he podido evitar imaginarme a Alejandro en su mundo, en ese que solo él sabe pintar con colores vivos. Lo veo observando la vida que pasa a su alrededor, al tiempo que presta oídos a lo que nace de lo más profundo de su ser. Porque es ahí, en su interior, donde él encuentra el empuje necesario para sacar lo que bulle dentro de sí, y exponerlo a los ojos de los demás, sin miedo y sin pudor. Me gusta imaginarme a Alejandro, como testigo de una situación cotidiana, que solo él es capaz de mirarla desde otro ángulo, mucho más hermoso. Hay mucho de eso en este libro, del día a día, de momentos sencillos, de cruce de palabras, de amaneceres y de noches, de ruidos y de silencio. Pero todo eso, la vida en sí misma, queda vista a través de sus ojos, pasada por ese tamiz que convierte al poeta en alguien capaz de vivir cada instante con absoluta intensidad.

 

«Tú llevas la belleza en el corazón. Yo sola la desnudo con la palabra».
[Tú me salvas]


A lo largo de un total de casi trescientas páginas, bailan textos de diversa longitud. Para transmitir una emoción, a Alejandro le basta, a veces, con un pequeño puñado de frases. Y ni eso, porque, en más de una ocasión, encontraremos simplemente el cruce de dos breves líneas de diálogos. Un interlocutor pregunta por una sencillez. El poeta responde con un latido en verso. 

Escritos desde el yo, la mayoría van dirigidos a ese ser amado que supone aliento y vida, ese ser sin nombre que representa para cada uno de los lectores nuestro propio punto de partida y nuestro camino. El cosquilleo que el amor provoca en el corazón del poeta campa a sus anchas en estos textos, llenos de un lirismo que desborda. Sí, hay amor. También deseo volcado en letras más sensuales, a las que no le falta la elegancia y la belleza. Pero quedará espacio para el padre, la madre, los abuelos, el hijo, ese pequeño duende al que acompaña al colegio. Incluso habrá hueco para hablar de la tierra, de esa que nos vio nacer, y en la que echamos raíces.


[Fuente: Facebook Ediciones Alfar]


Me gusta cuando Alejandro recuerda, cuando habla de la infancia lejana, de lo que aquellos años tiernos e inmaculados dejaron marcado sobre su piel. Es inevitable leerlo y regresar a mis primeros años, para perderme durante un rato en mis propios recuerdos. Me gusta cuando habla de añoranzas, de sueños y de tiempo. ¡Ay, el tiempo! En estas páginas no hay relojes que marcan las horas. Hay caricias que delimitan los instantes. Y también hay desayunos, paseos, viajes,... Por haber, hay hasta política. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se pueden aunar en el mismo espacio política y poesía?

Estructurado en cinco partes (Descalzos, Mordeduras, El camino, Desnudos y La piel de los latidos), el volumen cuenta con un prólogo a cargo de Ángeles María Vélez Melero, profesora de Lengua y Literatura castellana. Velez Melero apunta que la voz de Alejandro destila sentimiento y emoción. No le falta razón. El poeta lo hace incluso desde los títulos que elige para sus obras. La palabra «arroparte», implica acogida, cariño, ternura... Justo lo que encontramos en este volumen. Pero también es un título donde habita un contraste, el acto de desnudarse, como bien señala la autora del prólogo. Como si para dar, hubiera primero que despojarse de todo lo sobrante. Alejandro se desnuda emocionalmente, ofreciendo lo que es, lo que existe, para acoger al lector en un refugio construido de palabras. Pero a él también lo abrazan. El primer y último texto no son de su autoría. Es Eva María Márquez la que extiende sus brazos a derecha y a izquierda, con cada uno de esos poemas para dar abrigo a Alejandro. Esos dos textos conforman una U en la que el poeta queda recogido.

Para embellecer aún más estas páginas, contamos con las ilustraciones de María del Mar Robert, que también da color también a la cubierta. Editados en blanco y negro, todos están relacionados con el texto al que acompañan.




Arroparte o el arte de caminar sin ropa es como esas cajas de bombones a las que te acercas cuando quieres darte un capricho. Abres la tapa y extraes ese de chocolate negro que se funde en tu boca. Otro día tomas aquel otro relleno de licor. Así son los poemas, los versos, las palabras de Alejandro, pequeños bombones que te alegran el día. Así que, hoy Día del Libro, de esos pequeños objetos que nos hacen vivir otras vidas, al que el propio autor dedica una oda en este volumen  -Te haces libro-, vengo a invitaros a asomaros al universo Pérez Guillen. Si te gusta la poesía, te vas a deleitar. Si en cambio, te pasa como a mí, que no siempre conectas con el verso, no te apures. En este libro hay tanta emoción y sentimiento que, irremediablemente, te llegará al corazón.


«Hay libros que, por mucho que uno los lea, te envuelven como un abrazo»


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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