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viernes, 23 de abril de 2021

ARROPARTE O EL ARTE DE CAMINAR SIN ROPA de Alejandro Pérez Guillén

Editorial: Alfar
Fecha publicación: diciembre, 2020
Precio: 16,00 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 280
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788478988778

Autor

Alejandro Pérez Guillén (Benalup-Casas Viejas, 1973) es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz. En la actualidad trabaja como responsable de la Biblioteca Pública Municipal y como animador cultural de su localidad. Ha publicado los siguientes poemarios: Entrevista con la palabra (Ayto. Benalup-CV, 1997), Sueños de hadas sin hada madrina (Alhulia, 2003), Monedas de papel (Diputación de Cádiz, 2006), Matar a Narciso (Alfar, 2012), En manos de Orfeo (Renacimiento, 2014) y Sol de invierno contra la borrasca (Vitruvio, 2018). También es autor de los cuadernillos El cadáver dormido de la historia y Tardes en fuga, del libro de relatos La otra realidad (Aladena, 2009) y del libro de prosa poética titulado Re-flexiones: ejercicios para el corazón (Alfar, 2016). Ha sido incluido en las antologías Recital Chilango andaluz 2006. Antología. Y Diez voces de la poesía actual 2017. Ejerce como crítico literario y ha sido columnista de medios de comunicación como el Diario de Cádiz. En la actualidad es el director de las colecciones Biblioteca de Autores Contemporáneos (Serie Poesía) y Otras Poesías de Ediciones Alfar. Puedes visitar su web en: alejandroperezguillen.es

Sinopsis

Nueva joya literaria de Alejandro Pérez Guillén, quien vuelve a adentrarse en la prosa poética más profunda, la que nace desde su corazón, desde sus manos, desde sus propios sentimientos, desde la existencia del ser humano, desde el origen del mismo, desde el arte de caminar sin ropa.

[Información tomada directamente de la web]


Conocí a Alejandro Pérez Guillén una lluviosa tarde de marzo de 2017, cuando, tanto él como la editorial, quisieron contar conmigo para la presentación de su libro Re-flexiones. Ejercicios para el corazón (Ed. Alfar). Muchos sabéis que la poesía y yo no siempre somos un matrimonio bien avenido. Lo he comentado muchas veces, creo que me falta sensibilidad para conectar con esa forma de expresarse, capacidad para entrever hacia dónde nos quiere conducir el poeta. Sin embargo, con Alejandro Pérez Guillén es distinto. Lo fue entonces, cuando me atreví a acompañarlo en aquella presentación, y lo sigue siendo hoy. 

Lo que el autor gaditano nos propone en este nuevo libro, Arroparte o el arte de caminar sin ropa, es otro ramillete de textos, -llámalos cuentos, relatos o microrrelatos-, cercanos, emotivos, tiernos, sencillos,... Es lo que nos ofrecía en su libro anterior del que dije que contenía pellizquitos al corazón, con los que Alejandro nos acerca su manera de ver y entender el mundo, siempre con una sonrisa en los labios. Las páginas de este nuevo libro son chispazos de luz cálida que reconfortan el alma. Por eso estoy tan de acuerdo con las palabras de Eva María Márquez Roldán, que firma la contraportada de este libro con las siguientes palabras:

«Alejandro es de esas personas que dejan huella. Lo mismo ocurre con sus escritos. Es un mordisco que te atrapa. Es imposible adentrarse en sus textos y que pasen indiferentes por tu persona. Su generosidad, su simpatía, su entrega y su sensibilidad como ser humano traspasan los muros sociales del silencio emocional. Alejandro abre ventanas para dejar fluir las emociones que todos sentimos. Leer sus páginas es atravesar la piel y sentir los latidos desnudos del alma. Bajo las raíces de sus palabras encontrarás el calor de una vida, un mundo tan real como la existencia, un amor capaz de tejer las costuras descosidas y un sentimiento tan auténtico que nos lleva a soñar entre suspiros con su lectura. Una escritura que invita a darle cuerpo a la esperanza, una prosa poética que nos reconcilia con nuestras propias sombras hasta amanecer con ese aroma de pan recién hecho. Todo un viaje al interior de uno mismo, todo un arte de caminar sin ropa».

Sin lugar a dudas, me quedo con ese «latidos desnudos del alma», ese  «sentimiento tan auténtico que nos lleva a soñar entre suspiros con su lectura», o con ese «aroma de pan recién hecho». Así es, porque este libro huele a hogar, a tardes de café mientras uno ve llover tras los cristales.

No estamos ante un libro de poesía propiamente. ¿O sí? Bueno, va a ser que sí porque Alejandro no puede dejar atrás lo que realmente es. Poeta. Pero, para no confundir a los posibles lectores, debo añadir que estamos ante lo que acostumbramos a llamar prosa poética, un estilo, una forma de expresarse emocionalmente a la que sí me siento más cercana, sin que le falte todos esos recursos que son convencionales en la poesía. 

Mientras leía este libro, no he podido evitar imaginarme a Alejandro en su mundo, en ese que solo él sabe pintar con colores vivos. Lo veo observando la vida que pasa a su alrededor, al tiempo que presta oídos a lo que nace de lo más profundo de su ser. Porque es ahí, en su interior, donde él encuentra el empuje necesario para sacar lo que bulle dentro de sí, y exponerlo a los ojos de los demás, sin miedo y sin pudor. Me gusta imaginarme a Alejandro, como testigo de una situación cotidiana, que solo él es capaz de mirarla desde otro ángulo, mucho más hermoso. Hay mucho de eso en este libro, del día a día, de momentos sencillos, de cruce de palabras, de amaneceres y de noches, de ruidos y de silencio. Pero todo eso, la vida en sí misma, queda vista a través de sus ojos, pasada por ese tamiz que convierte al poeta en alguien capaz de vivir cada instante con absoluta intensidad.

 

«Tú llevas la belleza en el corazón. Yo sola la desnudo con la palabra».
[Tú me salvas]


A lo largo de un total de casi trescientas páginas, bailan textos de diversa longitud. Para transmitir una emoción, a Alejandro le basta, a veces, con un pequeño puñado de frases. Y ni eso, porque, en más de una ocasión, encontraremos simplemente el cruce de dos breves líneas de diálogos. Un interlocutor pregunta por una sencillez. El poeta responde con un latido en verso. 

Escritos desde el yo, la mayoría van dirigidos a ese ser amado que supone aliento y vida, ese ser sin nombre que representa para cada uno de los lectores nuestro propio punto de partida y nuestro camino. El cosquilleo que el amor provoca en el corazón del poeta campa a sus anchas en estos textos, llenos de un lirismo que desborda. Sí, hay amor. También deseo volcado en letras más sensuales, a las que no le falta la elegancia y la belleza. Pero quedará espacio para el padre, la madre, los abuelos, el hijo, ese pequeño duende al que acompaña al colegio. Incluso habrá hueco para hablar de la tierra, de esa que nos vio nacer, y en la que echamos raíces.


[Fuente: Facebook Ediciones Alfar]


Me gusta cuando Alejandro recuerda, cuando habla de la infancia lejana, de lo que aquellos años tiernos e inmaculados dejaron marcado sobre su piel. Es inevitable leerlo y regresar a mis primeros años, para perderme durante un rato en mis propios recuerdos. Me gusta cuando habla de añoranzas, de sueños y de tiempo. ¡Ay, el tiempo! En estas páginas no hay relojes que marcan las horas. Hay caricias que delimitan los instantes. Y también hay desayunos, paseos, viajes,... Por haber, hay hasta política. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se pueden aunar en el mismo espacio política y poesía?

Estructurado en cinco partes (Descalzos, Mordeduras, El camino, Desnudos y La piel de los latidos), el volumen cuenta con un prólogo a cargo de Ángeles María Vélez Melero, profesora de Lengua y Literatura castellana. Velez Melero apunta que la voz de Alejandro destila sentimiento y emoción. No le falta razón. El poeta lo hace incluso desde los títulos que elige para sus obras. La palabra «arroparte», implica acogida, cariño, ternura... Justo lo que encontramos en este volumen. Pero también es un título donde habita un contraste, el acto de desnudarse, como bien señala la autora del prólogo. Como si para dar, hubiera primero que despojarse de todo lo sobrante. Alejandro se desnuda emocionalmente, ofreciendo lo que es, lo que existe, para acoger al lector en un refugio construido de palabras. Pero a él también lo abrazan. El primer y último texto no son de su autoría. Es Eva María Márquez la que extiende sus brazos a derecha y a izquierda, con cada uno de esos poemas para dar abrigo a Alejandro. Esos dos textos conforman una U en la que el poeta queda recogido.

Para embellecer aún más estas páginas, contamos con las ilustraciones de María del Mar Robert, que también da color también a la cubierta. Editados en blanco y negro, todos están relacionados con el texto al que acompañan.




Arroparte o el arte de caminar sin ropa es como esas cajas de bombones a las que te acercas cuando quieres darte un capricho. Abres la tapa y extraes ese de chocolate negro que se funde en tu boca. Otro día tomas aquel otro relleno de licor. Así son los poemas, los versos, las palabras de Alejandro, pequeños bombones que te alegran el día. Así que, hoy Día del Libro, de esos pequeños objetos que nos hacen vivir otras vidas, al que el propio autor dedica una oda en este volumen  -Te haces libro-, vengo a invitaros a asomaros al universo Pérez Guillen. Si te gusta la poesía, te vas a deleitar. Si en cambio, te pasa como a mí, que no siempre conectas con el verso, no te apures. En este libro hay tanta emoción y sentimiento que, irremediablemente, te llegará al corazón.


«Hay libros que, por mucho que uno los lea, te envuelven como un abrazo»


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí.


viernes, 18 de marzo de 2016

OCNOS de Luis Cernuda.

 

Editorial: Renacimiento.
Fecha publicación: 2014.
Nº Páginas: 252
Precio: 15,00 €
Género:
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 978-84-8472-506-0
Autor

Luis Cernuda (Sevilla, 1902 - Ciudad de México, 1936). Poeta y crítico perteneciente a la Generación del 27. Se exilia durante la guerra civil y se dedica a la enseñanza universitaria en Inglaterra, Estados Unidos y México. Su obra poética consta de once libros, que fue agrupando, desde su primera edición en 1936, bajo el título de La Realidad y el Deseo, una de las aventuras poéticas más personales y decisivas en la historia de la lírica en español. En los últimos años, Cernuda ha alcanzado un reconocimiento sólo dado a los grandes autores de nuestra lengua. Fue tambíen un certero y riguroso crítico literario, con opiniones nada convencionales, como demuestran sus Estudios sobre poesía contemporánea (1957) o los dos volúmenes de Poesía y literatura (1960 y 1964).

Juan Lamillar (Sevilla 1957). Poeta y crítico literario. Sus dos últimos libros de poemas son La hora secreta (Renacimiento, 2008) y Entretiempo (Vandalia, 2009). Como crítico ha publicado La otra Abisina (Fundación El Monte, 1998), El desorden del canto (Renacimiento, 2000) y La luz y el horizonte, biografía de Joaquín Romero Murube (Fundación José Manuel Lara, 2004). Ha reunido sus trabajos sobre Luis Cernuda en Música cautiva (Renacimiento, en prensa).

Sinopsis

No sabemos si fue la nostalgia o el resentimiento quien dictó a Luis Cernuda estos poemas en prosa sobre su Sevilla natal (a la que no se nombra), escritos desde su desesperada soledad en Glasgow. Lo que sí es seguro es que no lo hizo la indiferencia. Con un contradictorio afecto, Cernuda se vuelca sobre sus recuerdos no sólo infantiles, los rescata de donde habita el olvido y con esa memoria va cincelando pequeñas estampas sevillanas, que en las sucesivas ediciones de Ocnos, y siguiendo sus países de acogida, amplían su ámbito geográfico. Cernuda escogió el género del poema en prosa, poco frecuentado en nuestras letras, quizá por ese diferenciarse suyo tan estético (y tan ético). Entre la segunda y la tercera edición de Ocnos, el poeta exiliado descubre México, y ese re-conocimiento (del amor, del paisaje, de la lengua) lo invita a persistir en la estampa en prosa, esta vez bajo el título de Variaciones sobre tema mexicano.

En sus últimos años quiso Cernuda ver reunidas ambas obras en un solo volumen, pero por diversas razones esa versión apareció póstumamente. Con la presente edición, Renacimiento vuelve a cumplir el deseo del exigente poeta sevillano.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Me sorprende la cantidad de autores que aún me quedan por descubrir. Me sorprende y me abruma. El desconcierto es aún mayor cuando hay aún autores nacidos en mi tierra a los que aún no me he acercado. Hoy saldo la deuda con Luis Cernuda, a través de Ocnos, un volumen de prosa poética, del que había oído hablar mucho y muy bien.

En literatura hay prólogos y prólogos. Los hay que te destrozan toda la lectura posterior y a esos mejor ni arrimarse, o bien dejarlos para el final con la intención de contrastar impresiones. Los hay que te desvelan un sinfín de curiosidades y esos suponen una manera de enriquecer la lectura. Los hay que simplemente se dedican a señalar cuatro pinceladas biográficas del autor y esos no aportan absolutamente nada nuevo. Y luego está el prólogo de Juan Lamillar para Ocnos.


Juan Lamillar nos acerca al poeta Luis Cernuda con una introducción casi digna de enmarcar. Más que del escritor, nos hablará del hombre, de aquel que habitaba en una humilde casa sevillana de la calle del Aire, de esa parte de la idiosincrasia de esta tierra que tan poco le gustaba, del tufillo a provinciano que siempre hemos arrastrado, de sus exilios y la nostalgia que aquello le producía.

La introducción de Juan Lamillar no solo nos ofrece un rosario de apuntes biográficos sino que también se adentra en cuestiones literarias, analizando sus textos y escarbando en el ánimo del poeta. Quizá una de las partes más interesantes será cuando se nos desvela el motivo por el que Luis Cernuda quiso escribir Ocnos.


«Al final de su vida, cuando prepara la tercera edición de Ocnos, redacta una nota pra la contracubierta en la que da cuenta de su origen y de las circunstancias de su trabajo: "comenzó L.C. a componer Ocnos, obsesionado entonces con recuerdos de su niñez y primera juventud en Sevilla, que entonces, en comparación con la sordidez y fealdad de Escocia, le aparecían como merecedores de conmemoración escrita, y al mismo tiempo, quedaran así exorcizados». [pág. 11 -12]


Ocnos se inicia con un cita de Goethe que bien podría explicar el significado de este libro y que explica el titulo del volumen. Y a esta le seguirán ¿poemas?, ¿relatos?, ¿vivencias? de diversa índole en los que apenas hay un nombre propio.

Destaca en los textos de Ocnos algunos temas recurrentes como la naturaleza, el gusto por la contemplación de la misma y el milagro del nacer a la vida, el perfume de las flores que componen un jardín, aquel que cuidaba Francisco y su mujer, casi como si las flores fueran sus hijos. El agua también estará muy presente en este libro, ya sea en forma de río o en chorro que mana de una fuente, componiendo además una hermosa melodía, música que asomará entre estas páginas.

Y entre jardines, fuentes y melodías, Sevilla. 

Ocnos es un libro de remembranzas, de vivencias, de sensaciones, que a veces se tornan casi en confesiones, escenas evocadoras de gran hermosura a las que es difícil mantenerse indiferente y donde se puede distinguir el contorno sevillano y sus alrededores. Se desgranan las costumbres de esta tierra, como la de baldear sus calles. Se escucharán las voces de sus vendedores ambulantes que pregonaban sus mercancías. Se sentirá el calor ardiente de sus veranos. No obstante, jamás se mencionará su nombre pero no importa porque Cernuda, con tan solo un sustantivo y unos cuantos adjetivos, dibuja con nitidez aquello que su pluma no nombra y que nosotros, los que vivimos aquí, reconoceremos sin dificultadSin embargo, el lector foráneo, por llamarlo de algún modo, podrá quedarse con la poesía y la belleza en el decir, con la evocación y el lirismo pero quizá le resulte más complicado componer una imagen del paisaje en su mente.


Lo más singular de Cernuda es que se fija en lo sencillo, en lo común lo que no significa que carezca belleza pues sabe vestir de elegancia un acontecimiento simple como la lluvia que tantas emociones le despertaba siendo niño, un niño al que es fácil imaginar, con sus ilusiones y sus miedos, observando casi de reojo los huertos por si escondido en algún rincón acechaba un monstruo.

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