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miércoles, 17 de enero de 2018

EL AUTOR (DRAMA - 2017)


Año: 2017

Nacionalidad: Española.

Director: Manuel Martín Cuenca, Alejandro Hernández.

Reparto: Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, Adelfa Calvo, María León, Adriana Paz, Tenoch Huerta, Rafael Téllez, Craig Stevenson, Miguel Ángel Luque, Carmelo Muñoz Adame, Domi del Postigo.

Género: Drama

Premios: Nominada Mejor Película para Los Goya.

Sinopsis: Álvaro (Javier Gutiérrez) se separa de su mujer, Amanda (María León), una exultante escritora de best-sellers, y decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación... Guiado por su profesor de escritura (Antonio de la Torre), indaga en los pilares de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para crear una historia, una historia real que supera a la ficción... Adaptación de 'El móvil'.

[Fuente: Filmaffinity]





En el mes de octubre publiqué la reseña de un libro titulado El móvil (puedes leer la reseña aquí). Se trataba de un relato breve, una de las primeras obras publicadas por el autor extremeño Javier Cercas. Fue redactando aquella reseña cuando tuve conocimiento de la adaptación al cine que se estaba preparando de aquella historia, cuyo director sería Manuel Martín Cuenca (Caníbal, 2013 o La flaqueza del bolchevique, 2003), y contaría con nombres como Javier Gutiérrez, María León y Antonio de la Torre en el reparto. La película se estrenó el pasado mes de noviembre, figurando a día de hoy todavía en cartelera, y con el aplauso de la crítica, se presenta a los Goya con nueve nominaciones entre las que destacan las categorías de Mejor Película, Mejor Actor Protagonista (Javier Gutiérrez), Mejor Actor de Reparto (Antonio de la Torre) o Mejor Guion Adaptado.

Dicen que rectificar es de sabios y siendo así, a mí me toca hacerlo en este momento pues tengo que confesar que la primera vez que vi la película quedé un tanto decepcionada. Para empezar sentí que existían demasiadas omisiones y añadiduras en el guion, que el protagonista de la historia no me terminaba de convencer y el ritmo era demasiado lento, de tal modo que me costaba mantener la atención en un relato cuya versión literaria me había fascinado. No obstante, opté por verla una segunda vez y en esta ocasión es justo decir que mis impresiones cambiaron radicalmente. En el segundo visionado me olvidé del relato de Javier Cercas, me dispuse a disfrutar del largometraje como si no tuviera una fuente de inspiración y descubrí que la película es fabulosa en todos los sentidos. ¿Dónde estaba el problema entonces? Pues creo que en la idea que me había hecho, en pensar que me iba a topar con un calco del relato literario cuando resulta que esta película no deja de ser una adaptación.

El largometraje comienza durante una masterclass sobre escritura creativa. A la charla acude Álvaro (Javier Gutiérrez) junto a sus compañeros del taller de escritura al que asiste por las noches y que dirige Juan (Antonio de la Torre). Escribir es la verdadera pasión de Álvaro, sueña con convertirse en un importante escritor, creador de buena literatura, pero mientras su sueño se cumple y no, no le queda más remedio que trabajar como ayudante en una notaria. Sus días transcurren entre escrituras y expedientes que se amontonan a ambos lados de su mesa, ubicada en un estrecho cubículo donde tiene que aguantar a un compañero insoportable, rancio, provinciano, fácilmente impresionable, muy dado a la verborrea y a la conversación intrascendente. 

Álvaro se siente un fracasado, especialmente cuando a su mujer, Amanda García Carvajal (María León) le otorgan la Medalla de Oro de Andalucía por haberse convertido en autora revelación con la publicación de su primera novela de la que ha vendido 300.000 ejemplares. Es entonces cuando su vida se trastoca por completo. Perderá estabilidad personal, laboral, marital y emocional, naufraga, se siente hundido, no consigue escribir algo que tenga un mínimo de calidad pero no tira la toalla. Cuando Juan le abre los ojos, él decide narrar la vida de sus vecinos, gente diversa, con diferentes estilos de vida, de distintas edades y condición. Para ello pone en marcha un plan peliagudo del que mejor no os desvelo nada. Sólo os diré que el quid de la cuestión está en crear drama. Si hay drama, hay novela. Y sabed que la inspiración está en la calle, que hay que investigar la vida y que la historias las tenéis delante de vuestras narices. Ahora bien, ¿todo vale con tal de escribir una buena novela? ¿Cuáles son los límites a los que se tiene que restringir un escritor? Estas son las preguntas que lanza la película y que nos ofrece, además, un doble final, a cual más sorprendente. Cuando pensábamos que la historia había llegado a su fin, el argumento sigue avanzando, rizando aún más el rizo, porque Álvaro quiere que el desenlace de su libro sea inigualable.

El argumento de El autor sirve también como vehículo crítico, pues plantea un debate que nos persigue a todos los que nos gusta leer y especialmente a los que les gusta escribir. ¿Qué es realmente literatura? ¿Qué calidad tienen aquellos libros que más venden hoy en día? En ese sentido el matrimonio formado por Álvaro y Amanda sirve para poner la cuestión sobre la mesa. Álvaro aspira a escribir historias solventes, potentes, con personajes poderosos, que dejen huella y cuyos trabajos recuerden a los grandes nombres de la Literatura universal, mientras que Amanda es una escritora de best-seller, su novela no es más que literatura de masas, como se la llega a definir en el largometraje, pero eso sí, vende libros como churros. ¿Qué debe primar sobre qué? ¿Es lícito sacrificar la calidad literaria en favor de ocupar el top de ventas? La eterna diatriba. 

Y es que inventar historias, escribir novelas, idear personajes,... no es tarea fácil. El novelista tiene que enfrentarse al vacío y crear algo de la nada, mientras se estruja su magín. Todos hemos oído hablar del bloqueo del autor, del miedo al folio en blanco, cuestiones que quedan muy bien reflejadas en la película que cuenta con un toque simbólico. Todo lo que rodea a Álvaro en su lugar de trabajo es blanco. Las paredes de la habitación, su mesa, la silla en la que sienta hora tras hora tecleando, la pantalla de ordenador, el teclado, el ventilador que refresca sus ideas, las ventanas,... Todo es blanco como blanco es el papel que los escritores deben emborronar con buenas historias. 

Sobre el reparto, resulta impensable pasar por alto el magnífico trabajo de Javier Gutiérrez, que se envuelve con la piel de un personaje muy visceral. Cualquier experiencia relacionada con la literatura, cualquier muestra de ánimo, cualquier consejo importante que le den, lo lleva a una especie de éxtasis que torna sus ojos en agua, con la mirada ida, tal como si hubiera tenido una experiencia religiosa. Gutiérrez, con alguna escena de desnudo impactante, se enfrenta a un personaje manipulador, obsesivo, delirante, y para ello se vale de unos diálogos tramposos, mezquinos, esquivos, llenos de engaños y mentiras a los que acompaña de manera sobresaliente su lenguaje gestual, las facciones de su rostro, sus frías miradas. Álvaro es un lobo con piel de cordero y Gutiérrez lo sabe.

María León tiene un papel interminente. Su personaje, Amanda García Carvajal, asoma en los momentos más puntuales. Primero para hundir a su marido con el premio que le han otorgado y después para restregarle su éxito y darle consejos de tres al cuarto. Su interpretación no es especialmente brillante a mi juicio pero es cierto que su personaje tiene un punto de parodia muy divertido al que ella sabe sacarle punta, y que nos muestra a esos personajillos que alcancen el éxito rápido con un producto mediocre. 

Antonio de la Torre también tiene un papel menor pero no por ello menos importante. Está descomunal en los momentos más punzantes de su personaje, ese profesor de escritura que tiene la difícil labor de comunicar al aspirante a escritor si tiene madera de novelista o no, que se cree íntegro pero cuando le conviene es un hipócrita de padre y muy señor mío. En un momento dado, el actor saca su furia interior para volcar en Álvaro lo que realmente piensa de él. Sus palabras son hirientes, duras, ásperas,... Escuecen tanto que hasta el mismo espectador se achica, se siente pequeño y se hunde en su propio asiento. 

lunes, 16 de octubre de 2017

EL MÓVIL de Javier Cercas.


Editorial: Tusquets.
Fecha publicación: marzo, 2003
 Precio: 10,00 €
Género: Novela breve.
Nª Páginas:110
Edición: Tapa blanda con solapa
ISBN: --

Autor

Javier Cercas nació en Ibahernando (Cáceres) en 1962. Trabajó durante dos años en la Universidad de Illinois y, desde 1989, es profesor de literatura española en la Universidad de Gerona. Colaborador habitual en El País, es autor de un libro de artículos, Una buena temporada (1998), otro de crónicas, Relatos reales (2000), un ensayo, La obra literaria de Gonzalo Suárez (1994), y tres novelas: El inquilino (1989 y 2000), El vientre de la ballena (Andanzas 298) y Soldados de Salamina (Andanzas 433 y, en catalán, L'Ull de Vidre 8); esta última, en un éxito nacional e internacional sin precedentes, se ha traducido a dieciséis lenguas y ha merecido numerosísimos galardones, entre ellos el Premio Grinzane Cavour, el de la Crítica de Chile, el Ciutat de Barcelona o el Salambó. Recuperamos ahora El móvil, la primera novela corta del autor, con la que cerraba un volumen de relatos que, con el mismo título, publicó en 1987. Como dice Francisco Rico en el Epílogo, se trata de una nouvelle "de una perfección pasmos..., una pieza redonda, un logro notorio en las dos caras del empeño, policiaca y metaliteraria. Por ahí todo lector capta enseguida un desafío y ve a Cercas superarlo brillantemente".

Sinopsis

Álvaro, a diferencia del consabido protagonista de muchas primeras novelas, es un escritor que no se lamenta de su suerte, sino que quiere comerse el mundo de la manera más planificada. Su desmedida ambición por escribir la "obra definitiva", que revolucione la historia de la literatura, no es menor que su dedicación y disciplina para lograrlo, consciente de que en toda creación hay un uno por cierto de inspiración y un noventa y nueve de transpiración. Sólo cuando necesita perfilar los personajes y el móvil en la historia de un crimen, vuelve los ojos hacia sus vecinos: un joven matrimonio con algún apuro económico, un jubilado solitario y mezquino, y una portera aburrida de sus marido. Para su sorpresa, el afán perfeccionista de representar verosímilmente los conflictos en la ficción le empuja a provocarlos en la vida real. Pero Álvaro no sospecha que, a pesar de sus cálculos y maquinaciones, la realidad nunca est tan gobernable como una novela.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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Javier Cercas era uno de esos autores a los que todavía no había leído. Conozco la historia recogida en Soldados de Salamina gracias a la adaptación cinematográfica de David Trueba. En casa descansa Anatomía de un instante, de la que me han hablado muy bien, y por si fuera poco, la trama de su última novela, El monarca de las sombras, me atrae poderosamente. Sin embargo hoy vengo a hablaros de su primera incursión literaria, de uno de los primeros relatos que escribió y publicó, El móvil.

El móvil es una pequeña novela, lo que viene a denominarse nouvelle, publicada por el sello Tusquets. Este relato largo vio la luz por primera vez en 1987 en compañía de otros cuatro relatos más y bajo otro sello editorial pero posteriormente, una revisión empujó al autor a eliminar los cuatro restantes porque «me parecen derivativos, fruto de ciertas lecturas y ciertas experiencias pobremente asimiladas, así como de la vanidad ridícula de demostrar que era escritor, lo que suele autorizar entre los veinteañeros todo tipo de desmanes exhibicionistas», pues realmente, allá por 1987 Cercas contaba con 25 años. Así tomó aquel volumen y lo guillotinó sin piedad, dejando como único superviviente el relato principal, el que hoy figura en esta edición de Tusquets, pues cree el autor que es el mejor de todos ellos y hasta la fecha no se ha arrepentido de publicarlo. Todas estas afirmaciones figuran en la Nota del Autor con la que se inicia este breve libro que recoge una historia con algo más de cien páginas, cargadas de metaliteratura y con una estructura basada en las intrahistorias, es decir, en una historia dentro de otra.


El móvil narra en tercera persona el ambicioso proyecto literario de Álvaro, un joven metódico, licenciado en Derecho que ejerce en una modesta gestoría como asesor jurídico. Las leyes y este trabajo que solo desempeña en horario de tarde no supone más que la manera en la que el protagonista se gana la vida. Su principal afición es la literatura, los libros, la creación de historia y aspira a convertirse en un escritor de éxito. Piensa Álvaro que «la literatura es un amante excluyente» a la que te dedicas en cuerpo y alma o de otro modo te negará todos sus favores. De ahí que el protagonista de El móvil se enrede en una suerte de obsesión, en un afán de convertirse en un creador todopoderoso, capaz de construir una obra mayúscula, una Obra superlativa que eclipse a todas las que hasta el momento se han ido publicando. Para ello se cuestionará si no es conveniente escribir un poema lírico o uno épico, por aquello de que el verso es superior a la prosa, pero al final se decantará por escribir una novela ya que alguien tiene que resucitar el género, en estado crítico desde no se sabe cuándo. Para ello, y siguiendo los pasos de Flaubert -autor que parece ser el ídolo a seguir- contamos con la maestría de Álvaro.



Una vez que tiene claro el género con el que va a encumbrarse a la gloria tiene que componer la historia. ¿De qué escribir? Tiene que gracia la siguiente reflexión del protagonista:

«...la elección del tema es asunto baladí. Cualquier tema es bueno para la literatura; lo que cuenta es el modo de expresarlo. El tema es sólo una excusa». [pág. 22]

No cabe duda que podríamos debatir mucho sobre esa reflexión pero como Álvaro lo tiene claro como el agua, no es una cuestión que le preocupe. No obstante, veremos cómo se siente incapaz de traspasar hacia la ficción, de ahí que opte por nutrirse de la realidad que le rodea. El caldo de cultivo será el edificio en el que reside. Se plantea examinar a sus vecinos, posibles candidatos a convertirse en protagonistas de su obra, y así entra en contacto con Montero, un anciano silencioso, huraño, áspero y desconfiado, del que se rumorea que guarda una importante fortuna en su domicilio.  Y lo mismo hará con el matrimonio Casares, una pareja dichosa hasta que Álvaro se inmiscuye en sus vidas.

Para documentarse sobre la vida de sus vecinos, el protagonista opta por acudir a la más importante fuente de información del edificio, a la vez que pone en marcha un curioso sistema de espionaje que no dejará de resultar ridículo. Pero Álvaro pronto descubrirá que la apática vida de Montero y la felicidad de los Casares no dan para una trama interesante y con tales mimbres su novela no remontará el vuelo y resplandecerá. Lo que se le ocurre a posteriori resulta cruel y peligroso pero todo sea por la literatura. Adentrándose en un camino pantanoso, ¿es posible que la realidad supere la ficción?, ¿o que la ficción y la realidad se mezclen en el mismo plano con las terribles consecuencias que esto puede acarrear? Dejo que seáis vosotros mismos los que comprobéis hasta dónde es capaz de llegar Álvaro con tal de escribir una buena novela, verosímil y plausible. Me pregunto hasta qué punto las técnicas de Álvaro no se ponen en práctica realmente. 

He de reconocer que el primero de los diez capítulos cortos de los que consta esta nouvelle se me hizo algo farragoso pues Álvaro, a través de ese narrador en tercera persona, demuestra sus habilidades ensayísticas, desgranando toda clase de ideas sobre la esencia de la literatura, la inspiración, la calidad literaria, y otras muchas cuestiones que, al margen de resultar algo pomposas y grandilocuentes, no dejan de ser reflexiones verdaderamente interesantes. Pero una vez que saltamos al capítulo siguiente, la narración entra en materia y todo resulta mucho más asequible.


Resultado de imagen de proceso creativo literario

Como personaje Álvaro no es precisamente amable. Bajo mi punto de vista, y a juzgar por el extenso desarrollo teórico del primer capítulo, me ha parecido un tipo ciertamente presuntuoso que demuestra un gran dominio de la teoría pero que se atasca en la ejecución de la obra. De ahí que tenga que verse obligado a espiar a sus vecinos para conseguir algo de material para su novela. Y es esa concepción que tiene de sí mismo, ese idea de considerarse un ser superior que engendrará una Obra sublime, lo que provoca rechazo por un lado, y mofa por otro. Creo que Álvaro, aferrado al «Todo vale en el amor y en la guerra» aplicado a la literatura,  es un auténtico cabrón, un manipulador, un estratega, un sibilino que pone en marcha sucias argucias y que no tiene límites a la hora de buscar inspiración. Se preguntaba Javier Cercas en un entrevista que le hicieron en radio a colación de esta historia si resultaba lícito manipular a la gente para escribir una obra maestra o hasta dónde deben llegar los derechos un escritor. Esta es otra de las reflexiones que daría para un largo debate y que Álvaro, el protagonista de El móvil, ni siquiera se plantea. 

En cualquier caso, creo que Álvaro es un personaje un tanto cómico. Irrisorio resulta el sacrificio al que se ve sometido con tal de documentarse para su novela, teniendo que pasar por unas situaciones que son un tanto incómodas y que, no cabe duda, nos sacarán una sonrisa. 

Con un ritmo constante, lo que más me ha gustado de esta breve pieza es el planteamiento que se hace del proceso creativo. Cómo se plantea un autor afrontar un nuevo proyecto literario, cómo se gesta una novela o cómo se crean los personajes son cuestiones que, de manera colateral, se abordan en este relato y no deja de ser interesante asomarse a las mismas para comprobar cómo la obra va adquiriendo vida propia a la vez que se va forjando y cómo lo previsto en los borradores puede sufrir bastantes desviaciones.
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