martes, 21 de febrero de 2023

MARÍA JOSÉ NAVIA: ❝Las películas que nos han marcado dicen mucho de nosotros mismos❞

María José Navia es una autora chilena de larga trayectoria. Magíster en Humanidades y Pensamiento Social por la universidad de Nueva York y doctora en Literatura y Estudios Culturales por la universidad de Georgetown, tiene en su haber novelas y cuentos, obras por las que ha recibido algún que otro premio. Su última publicación ha sido un volumen de relatos que lleva por título Todo lo que aprendimos de las películas (Páginas de Espuma), con la que quedó entre los cinco finalistas del Premio Internacional Ribera del Duero. 

María José visitó Sevilla la semana pasada, para hacer promoción de este volumen de cuentos, y con ella nos sentamos a conversar. Atentos a todo lo que dice sobre estos cuentos, la reiteración de un personaje (la escritora Constance Bergman), la influencia de los espacios (la casa en la que irán viviendo varios personajes), sus sugerencias a la hora de leer este libro, o los juegos que construye en cada cuento y entre cada uno de ellos. Y atención también a la anécdota familiar que cuenta, relacionada con El mago de Oz, que a mí me ha parecido alucinante. Si lo pienso, me impresiona haber podido hablar con alguien que es familiar lejano de otra(s) persona(s) a la(s) que yo admiro mucho. Os dejo nuestra conversación. 

Marisa G.- María José, un placer conocerte. Bienvenida a Sevilla. No sé si es tu primera vez en la ciudad.

Mª José N.- Mi primera vez. Estoy muy contenta. Estoy como mirando con los ojos muy grandes, por cada calle que paso. Estoy muy contenta. Muchas gracias por la entrevista.

M.G.- Encantada de conocerte. Estoy con tu libro. Solo me faltan dos cuentos por leer. Siempre le pregunto a los autores que escriben piezas breves si para ellos existe alguna diferencia entre el término cuento y el término relato.

M.J.N.- Para mí no, pero sé que hay escritores que hacen la distinción, según si uno es más largo que el otro. No, para mí. A veces, yo hablo de cuentos o de relatos, pero como sinónimos. En ambos, está esa brevedad y esa concisión. Para mí, no hay distinción.

M.G.- ¿Y por qué decidiste presentarte al Premio Ribera del Duero?

M.J.N.- Bueno, a mí lo que más me gusta es escribir cuentos. Es el género que más me gusta. Y el Premio Internacional Ribera del Duero era un referente muy grande para mí. Si escribes cuentos, ese es el premio al que uno aspira. Es el concurso al que uno quiere mandar algo. Siempre estaba pendiente cuando se fallaba, y veía quiénes habían sido los finalistas. Leía los libros. Es un concurso al que yo les prestaba siempre mucha atención. 

A finales de 2021, me decidí a armar la colección y enviarla al premio. Quedar entre los cinco finalistas fue un tremendo honor. Y después, que me ofrecieran la posibilidad de publicar en Páginas de Espuma, que además es la editorial que celebra el cuento en toda su gloria y majestad, fue un sueño, la verdad.

M.G.- Este es un volumen en el que el lector se va a encontrar con diez cuentos, algunos de mayor longitud que otros, casi una nouvelle, en algunos casos. Generalmente en una antología, los autores agrupan cuentos que han ido escribiendo a lo largo del tiempo, porque comparten temática común o por lo que sea. En este caso creo entender, por lo que yo he leído, que son cuentos escritos ex-profeso para este volumen. ¿Es así?

M.J.N.- Absolutamente. Trabajo pensando en el libro de relatos. Voy escribiendo cuentos, y voy poniendo unos junto a otros, trabajando el manuscrito completo.

Rodrigo Fresán hace siempre la distinción entre libros de cuentos y libros con cuentos.  Libros con cuentos son los que tú dices, en el que se mezclan cuentos más antiguos con otros más nuevos. Pero un libro de cuentos es un libro en el que, no solo pones distintos relatos en una colección, sino que además funcionan como un libro, como una unidad, o una estructura. Para mí era muy importante  hacer esta estructura, en la que además tenemos cuentos conectados. Hay personajes que se repiten. Tenemos la presencia de una casa, que también va uniendo a los distintos personajes. Por supuesto, también estará ese hilo conector de las películas que aparecen, no tanto como referencias muy cinéfilas, sino como la presencia cotidiana de las ficciones cinematográficas en nuestras vidas, como películas que son ya casi parte de nuestra familia y nuestras biografías.

M.G.- Te tengo que confesar algo, porque me he dado cuenta leyendo el libro y porque, además te lo he escuchado en una entrevista. Sé que te pone muy nerviosa la anarquía del lector. Es decir, que leamos los cuentos de manera desordenada. Yo lo he hecho y creo que me he equivocado.

M.J.N.- No, no. No te has equivocado. Pasa siempre con los libros de cuentos, como con los libros de poemas, que no se leen desde el comienzo. Existe esa sensación de libertad. Lo que pasa es que, cuando yo pienso en mi libro, pienso en cierta organización, en cierto orden, y en cierta progresión. A mí me interesa que el lector llegue a Fan, por decir un ejemplo, y que luego se encuentre con Guardar el aire, y que luego se encuentre con Escenas borradas. Me interesa que quien me lee, se haga esa primera impresión de Constance, que es la figura de la escritora, desde los ojos de su hija, un ojo bastante amargo, con esa sensación de venganza que hay ahí. Que quien lea, se haga la idea de Constance como madre, pero luego vaya haciendo ajustes sobre esa visión. Es como quien se ajusta las gafas para ver mejor. Y de este modo, conozcamos a Constance de otra manera. Por eso, como escritora, lo que yo le sugeriría a alguien que me lee, es que lea estos cuentos en orden porque están pensados así. Hay una razón para esa organización. Pero, por supuesto, el lector puede hacer después lo que quiera. Puedo llegar al nivel del consejo o la sugerencia, pero finalmente, quién lea puede hacer lo que prefiera.

M.G.- También puede ser un ejercicio curioso cuando uno va leyendo de manera desordenada, como yo he ido haciendo, y darse cuenta de que este personaje es el que aparece en este otro cuento o en esta otra situación. Me parece interesante también ese juego de desmontar.

M.J.N.- Sí. Pasa también con la figura de la casa, que aparece en el segundo cuento. Es una casa que está embrujada o se embruja por una pareja que está desesperada por tener un hijo. Después será la casa en la que llegue a vivir Constance. Y más tarde será la casa embrujada por la tecnología. Me interesaba que la figura de la casa siguiera esos pasos. Pero, si alguien lo leyó en desorden, y leyó primero la casa tecnológica, no sé muy bien cómo funciona la lectura leyendo primero ese cuento y luego volver a la casa anterior. Tal vez funciona así también. Yo siempre lo leí en orden, lo escribí y lo fui editando en orden. No tengo idea de cómo es leer este libro en desorden. Insisto, mi sugerencia es leer mis libros en orden, porque tiene sentido la frase con la que empieza el libro y la frase con la que termina, o cómo termina un cuento y cómo empieza el siguiente. 

El último cuento de este libro se llama Calima. En este cuento, una chica está en Lanzarote y, en ese momento, hay calima muy fuerte. Pero este cuento es un poco distópico, con una calima con la que no se puede salir, no se puede respirar, un poco más tóxica. Y es un cuento que termina con un ambiente en sepia, con una mujer con su perro que, para mí, es una referencia a El mago de Oz. Esta será una referencia constante en el libro. Yo siempre escribo varios libros al mismo tiempo. Cuando escribí este cuento, estaba también escribiendo mi novela sobre El mago de Oz. Para mí era importante terminar Calima con esa escena, como en la película, en la que vemos un mundo en sepia hasta que llega el tornado y la casa sale volando, y luego llegamos al mundo en color de Oz. Me interesaba mucho ese guiño. Pero si uno lee Calima como primer cuento, no sé muy bien cómo funciona. Pero bueno, el lector que lee es el que tiene la libertad.

M.G.- Pues hablemos de algunos cuentos en concreto. Estás mencionando algunos de ellos,... Por ejemplo, Sacar la lengua. En este cuento hay como una atmósfera un poco tétrica, ¿no? Bueno, en todos hay algo pero, en este concretamente, te confieso que he sentido como una especie de incomodidad. El lector sabe que en ese cuento se esconde algo más.

M.J.N.- Sí, hay varias cosas con las que he estado jugando en el libro. Están las películas pero también las experiencias de las mujeres, de las mujeres de distintas edades. En este cuento, conviven varias mujeres en una casa en la playa. Hay una chica, y su madre está un poco frustrada y temerosa de envejecer. Hace dieta con sus amigas, se pone bótox y está desesperada por disimular el paso de los años. Y luego está la chica, la hija que es un poco gordita. La madre sufre por eso, pero la hija no quiere que eso sea un tema en su vida. 

Por otra parte, quería jugar con la figura de la sirena, que también se repetirá en el libro. Ahí hay algo perverso y tétrico, como lo que tú dices, esa mirada a los cuentos de hadas. A veces, uno piensa en los cuentos de hadas, en la versión colores pastel de Disney, que a mí me gustan, pero los cuentos de hadas son bien brutales, ¿no? O sea, el cuento de hadas de la Sirenita, cuando a esa chica le dividen la cola en dos piernas, eso debe de haberle dolió mucho, ¿no? Me interesaba todo eso en este cuento, esas chicas cubiertas de escamas de peces, el roce, la incomodidad, el olor. Y jugar con eso de las expectativas y de la realidad, algo que también tiene que ver con todo lo que aprendimos de las películas. De alguna manera, uno aprende mucho de las películas. Uno ve cosas de la vida que no te han sucedido aún, o son como una ventanita al futuro media rara. O sea, si nunca te has enamorado, lo ves primero en una película; si nunca te han dado un beso, lo ves primero una película cuando eres niña. Todo esto te trae un montón de expectativas que no necesariamente se cumplen luego en la realidad. 

En este cuento, hay también una pérdida de inocencia, como en ese momento en el que la chica ve que sus amigas lo están pasando mal, pero ella se va la playa y se le olvida todo lo que ha visto. Si me puedo olvidar de algo terrible que está pasando, ¿es eso hacerse grande? No sé, este es el juego de este cuento, en particular.

M.G.- Perdona que te comente una anécdota. Me has hecho recordar algo sobre los cuentos infantiles. Hace unos años me regalaron un volumen de Hans Christian Andersen. Yo recordaba aquellos cuentos como historias maravillosas y me puse a leerlos pero no eran lo que yo recordaba.

M.J.N.- La versión original es...

M.G.- Se han idealizado muchísimo. Se han dulcificado.

M.J.N.- Claro, muchas veces, el final es terrible.

M.G.- De hecho, creo que no terminé de leerlo porque me sobrecogían.

M.J.N.- Son muy perturbadores los cuentos de hadas oficiales, reales. Como tú dices, se han dulcificado pero son brutales. 

M.G.- Sí. Hablemos ahora de Gretelque también es un cuento que me ha gustado mucho porque me ha parecido muy inquietante. Además, en este cuento aparece la pandemia. Sutilmente, pero aparece.

M.J.N.- Sí, sí. O sea, en mi cabeza no es esta pandemia que nos tocó, sino que pasa más adelante hacia el futuro. Pero también porque yo creo que, después de esta pandemia, quedamos todos con la impresión de que en cualquier momento viene una nueva. Antes de esta pandemia del Covid, si bien han habido pandemias en la historia de la humanidad, creo que no lo teníamos tan presente, ni pensábamos que en cualquier momento puede desatarse un virus o qué se yo. Ahora, creo que sí. Ya hemos salido o vamos saliendo, porque no sé cómo se puede conjugar el verbo todavía, pero creo que igual existe ese ruidito, esa idea de que, en cualquier momento, se da la gripe aviar o empiezan a aparecer, no sé, otras fiebres. Capaz que se paraliza el mundo otra vez. He querido jugar con eso, con otra experiencia pandémica, y también con la casa que ahora está embrujada por la tecnología. Es una casa inteligente, que cuida de dos niñas. En la pandemia muere el padre que, a su vez, era el niño que pintaba en el primer cuento. Y además, la mamá es la que trabaja en el hospital. Es lo que pasó en pandemia, con el personal de la salud muy dedicado a eso. Y la casa inteligente es la que cuida de las niñas, pero se empieza a volver en una suerte de planta carnívora. No sabemos si va a dejar salir a las niñas.

He jugado con las conexiones porque las niñas encuentran un libro como de bebé en la casa y piensan que puede ser de la escritora. Pero nosotros, como lectores, sabemos que el libro es de esa primera mujer que vivió en la misma casa, que quería tener un hijo y nunca lo tuvo. 

En este cuento dejo caer también un miedo que está en el libro y que aparece mencionado en la nota final. Durante la pandemia, yo tenía mucho susto de que se acabara el cine. Parte de mi cotidianidad es ir al cine todas las semanas. Es como tomar agua, como parte de mí, de mi vida. Y de pronto ya no se puede ir al cine. Me suscribí a cuanta plataforma pude y vi todas las películas que pude en pandemia y en confinamiento. Pero me daba miedo que se acabara la experiencia del cine, ¿no? Esto de ir a un espacio con un montón de extraños, a ver una película juntos; de pronto, estamos todos llorando, gente que no se conoce. Compartir esa oscuridad, esa vulnerabilidad, me gustaba mucho. Y pensé que todo eso se iba a acabar. Y en ese universo pandémico de Gretel, el cine se acabó. El padre de las niñas había actuado en una película. Las niñas lo recuerdan y hablan con Gretel, que es como el sistema operativo de la casa, la Siri o Alexa. Ellas hablan con Gretel y le piden que les proyecte escenas del cine, porque no saben lo que era. Y Gretel les muestra lo que eran las butacas, las salas,... Esto demuestra el miedo que yo sentía. 

Pero la experiencia del cine también aparece en otros cuentos como un refugio, como un momento de conexión y vulnerabilidad entre los personajes, como pasa en Bond o en Dependencia. Hay menciones a películas, pero también muestro la experiencia de ir al cine, como experiencia comunitaria, la experiencia de presenciar una historia.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Y te gusta tanto el cine que el volumen se llama Todo lo que aprendimos de las películas. Los has comentado, no todo lo que aprendemos en el cine es correcto, es real, es positivo, es bueno.

M.J.N.- Sí, es lo que mencioné un poco antes. Está esa educación sentimental y ese vistazo al futuro. Nos vamos haciendo una idea de lo que va a ser envejecer, o lo que va a ser tener una relación de pareja, o lo que va a ser la maternidad, o lo que van a ser ciertas cosas, en base a las películas que uno ve, ¿no? Por ejemplo, soy profesora de universidad. ¿Cuántas películas hay de profesores de universidad? La sociedad de los poetas muertos, por ejemplo, donde vemos a profesores idealizados o genios. Cuando uno va creciendo, se imagina ciertas cosas. Pensaba que en mis clases, los alumnos se iban a subir encima de las mesas e iban a gritar "Captain, ¡oh!, my captain". Una se hace una idea de ser una profesora que sea así de mágica. Y no es tan fácil. No a todos nos resulta, o no nos resulta todos los días ser una profesora que tenga ese impacto en los estudiantes. Pero esas imágenes de las películas te van creando una ilusión de lo que uno puede llegar a ser. Lo que aprendimos de las películas no necesariamente son las lecciones más valiosas. Y muchas veces aprendemos cosas que no vamos a usar nunca en la vida. Y también aprendes cosas que te van a causar problemas, porque, como tú dices, te generan expectativas. No sé, por ejemplo, el amor romántico, que no se adecua a la realidad. Y, volviendo a esa idea del ajuste de las gafas, hay que hacer de nuevo un ajuste para mirar la realidad.

Y también las películas como parte del vocabulario, del lenguaje. Cuando uno quiere decir que es tan feliz como, da una imagen de una película para poder graficar. O alguien te está pidiendo consejo, y uno usa una película como ejemplo. Forman parte de todo, de nuestros cuerpos, de nuestro vocabulario, de nuestras memorias. Las películas que nos han marcado dicen mucho de nosotros mismos.

M.G.- En todos los cuentos, más o menos, se van tratando los mismos temas: las relaciones personales, las relaciones con los espacios en nuestro desarrollo, la maternidad, la inteligencia artificial. Incluso, en una parte, se habla del culto al cuerpo. Vas tratando estos temas casi de forma global.

M.J.N.- Sí, sí. Y también, lo he remarcado en algunas entrevistas, las relaciones del «casi». Me interesan mucho las relaciones del casi padre, la casi madre, los casi amigos o la casi pareja. Todos estos vínculos que pueden ser efímeros, transitorios, son también importantes. Es un poco como el guiño que hago a Lost in Translation, que es mi película favorita, donde tenemos ese vínculo de dos personajes que por azar se encuentran en Tokio, los dos extranjeros. Se genera una cierta amistad, una cierta relación, y luego cada uno sigue por su camino, ¿no? Y en mi cabeza, si yo continúo esa película, creo que ellos no se vuelven a encontrar nunca más. Ni siquiera se mandan un correo electrónico, digamos, pero, me imagino que ambos siguen sus vidas y se acuerdan el uno del otro de vez en cuando. Me interesa eso, esos vínculos de cuidado, vínculos de amistad, vínculos que se desvanecen pero que son importantes en un momento dado, como ocurre en Mal de ojo.

En este cuento, una mujer va a una consulta porque tiene un problema en la vista. Va sola a la que le hagan los procedimientos y se encariña con un padre y su hijo, que también van a lo mismo porque el hijo tiene un problema en la vista. No es que ella quiera verlo fuera del horario del hospital o convertirse en la pareja de este padre o la madrastra de este niño. Solo quiere tener esa familiaridad en esos momentos, compartir esos momentos juntos. Y cuando se encuentran en la sala de espera, esperan juntos, toman un café, conversan brevemente, él la va a dejar a su casa. Me gustaba eso. Salirse de los cuentos de hadas. No pensar en el para siempre, sino pensar en lo de ahora y en lo que está y es importante.

M.G.- E importante es también la presencia femenina en estos cuentos. No solo en las voces narradoras, sino también en los personajes. Hay mucho rol femenino.

M.J.N.- Son los mundos que más me interesan a mí, la verdad. Como lectora, leo de todo. Pero como escritora me interesa mucho meterme en las experiencias de las mujeres. Creo que hay mucho que no se ha contado tanto. Por ejemplo, todas esas experiencias de la casi maternidad. Creo que hay muchos relatos sobre madres, cada vez más, y sobre la experiencia del embarazo. Y me parece muy bien que eso exista, porque es un fenómeno muy complejo. Pero, lo que yo veía menos y lo que traté de escribir eran esos «casi», el antes. O sea, ese personaje que está intentando por un buen tiempo tratar de concebir y no resulta. Muchas veces uno conoce esas historias porque después esa persona tiene hijos. Lo intentó durante un tiempo, y por fin, resultó. ¿Pero qué pasa con este personaje que intentó un tiempo, no resultó y no resultó? Después, la gente que conozca en la vida, le preguntarán si tiene hijos. Pues no, pero detrás de ese no se esconde un universo. Es distinto ese «no» que el «no» de alguien que perdió un embarazo y no lo siguió intentando, o que estuvo en tratamiento durante años,...

M.G.- O el no de alguien que no quiere tenerlos.

M.J.N.- Eso, que nunca lo intentó y nunca fue su tema. Pero es el mismo «no» el que se dice. Me he metido a mirar esas experiencias, que aparecen en Dependencias o en Escenas borradas. Vamos a ver a Constance embarazada. Es un embarazo de riesgo. Se va a cuidar mucho porque tuvo unas pérdidas y ya perdió un embarazo bien avanzado, un niño que alcanzó a tener un nombre que se menciona. Son revelaciones que Constance le hace a una amiga que la acompaña, cosas que su hija no sabe. Y esa mujer será muy importante para esta hija porque ella será la que se encargue de la niña cuando nace, en esos primeros años tan vulnerables. Está esa figura de cuidadora, esa casi madre que después va a desaparecer como una escena borrada. Pero, sin embargo, hay una marca. Hay algo que queda ahí. Quería jugar con esas presencias, esos vínculos de cuidado, esos antes de la maternidad o esos casi de la maternidad, que también son parte importante de la experiencia de la maternidad o de la experiencia de esa mujer. Iluminar esos rincones dentro de lo que puedo.

M.G.- Y al hilo de lo que estás comentando, ahora que mencionas Escenas borradas, en este cuento propones un curioso juego porque hay un baile de narrador. Es un instante.

M.J.N.- Nadie me ha preguntado esto y yo tenía mucho miedo cuando lo hice porque pensé que el lector creería que me había equivocado. Pero no, no me equivoqué de narrador. Quería hacer ese juego. Es un libro en el que se juega mucho con el ir mirando distinto y con las certezas que se va armando el lector, para desarmarlas a lo largo del camino. El lector se hace una idea de Constance después de leer Fan pero, ¿qué pasa cuando lee Guardar el aire? ¿Qué pasa cuando lee Sirenas? Y en Escenas borradas, lo mismo. Vamos siguiendo la historia contada por un narrador o narradora en tercera persona y, de repente, ella agarra la voz y cuenta un pedazo. Quería hacer ese juego, hacer creer que alguien te está contando la historia pero, en verdad, soy yo disfrazada de tercera persona la que te está contando. Me quise dar ese gusto con los lectores.

M.G.- Te reconozco que volví las páginas atrás para comprobar quién me estaba contando la historia. Y entendí el juego. Como el truco de un mago.

M.J.N.- Exacto. Y te saco una moneda detrás de la oreja.

M.G.- Bueno, hablamos un poquito de los escenarios. Hay referencias a Santiago de Chile. Luego, en Calima, Lanzarote tiene mucha presencia. Háblame de cómo afectan los espacios a los personajes.

M.J.N.- Bueno, no uso tantas marcas espaciales. Muchas de las historias, efectivamente, pasan en Santiago, si bien no siempre se menciona que es en Santiago. En Calima, sí se menciona que la acción transcurre en Lanzarote. También hay un par de cuentos que suceden en Estados Unidos. Me interesaban las ciudades idealizadas, o los espacios cerrados, como el de la casa embrujada o esas casas de las que no se puede salir por la calima tan fuerte y la chica se queda allí encerrada con el perro. Me gustaban esas experiencias de encierro, que a veces pueden ser encierros reveladores y, otras, encierros terribles.

En Gretel, el lector termina de leer el cuento y creo que puede llegar a pensar que las niñas no van a salir de la casa jamás porque la casa no las va a soltar. La casa se convierte en una madre sobreprotectora que, después de una pandemia, no deja salir a las niñas. Yo las sigo alimentando, pero no quiero que se enfrenten al peligro ahí afuera. 

Por otra parte, parte de nuestras relaciones afectivas pasan también por los espacios. Los espacios marcan. En Dependencias, la pareja se muda de un apartamento chiquito metros a una casa porque quieren formar una familia, pero la casa no acompaña con ese deseo. Quería pensar en lo familiar, y no solo desde los vínculos afectivos tradicionales, sino también desde esos otros que a veces orbitan los tradicionales: los espacios, los objetos, e incluso los animales. Por ejemplo, en Calima, el perro se vuelve una presencia fundamental para la protagonista, quién sabe si no se vuelve loca. Pero tiene a este perro que la acompaña en su duelo, que dice que le apoya una patita, y ella se empieza al final a relacionar solamente con este perro.

M.G.- Abrimos el libro y encontramos muchas citas, muchas citas, muchas citas. Pensaba yo, aparte del trabajo de escribir todos estos cuentos, también hay un trabajo a la hora de elegir todas estas citas. ¿En qué te basas para esta elección?

M.J.N.- Bueno, varias cosas. Primero, soy una escritora que es una profesora de literatura. Soy una escritora que se considera una lectora que escribe. Me hace muy feliz escribir y leo muchísimo. Para mí, escribir es la continuación de la lectura. Me hace inmensamente feliz leer y me hace inmensamente feliz escribir. La felicidad de leer algo que te entusiasma, que te gusta, es como la ola que te lleva y te deja al frente de la computadora para escribir. Escribir, echar un libro al mundo, es poder seguir esa conversación con los libros que uno ha leído, y que han sido importantes para el libro que has escrito. Por eso, traer todas esas citas que son afines, que dialogan con los cuentos, dialogan en distintas maneras por lo que dice la cita. También porque la gran mayoría está en inglés y, de alguna manera, te pone en ese lugar del extranjero que no maneja tal vez del todo el idioma. Me interesaba esa incomodidad.

Y también, no sé, hay algunas citas epígrafes que tienen que ver con Emily Dickinson, que fue una poeta que pasó gran parte de su vida encerrada en su casa. Así, he querido hacer esos vínculos, esos nexos, que eran importantes para mí. Es como una forma de continuar con la conversación. Yo pongo un libro y lo pongo en conversación con otros. Es algo que admiro mucho de los escritores que lo hacen. Por ejemplo, Rodrigo Fresán, que es mi gran referente, lo hace mucho. Él ocupa muchas páginas de epígrafe. Para mí, es algo muy bonito que sus epígrafes te empujen a buscar una conexión. De alguna manera, te dejan tarea para casa. Si lees esos epígrafes, tal vez alguno te genera curiosidad, y te entran ganas de seguir leyendo, de buscar otro libro. Me gusta pensar en un libro que abre ventanitas a otros textos, que deja que el lector, no solo disfrute de la historia que tú creaste como autor o como autora, sino que también le dejas abiertas todas esas puertas por si quiere cruzarlas, y acercarse también a otros textos. Es una conversación que continúa.

M.G.- Claro, son lecturas que no acaban nunca.

M.J.N.- Exactamente.

M.G.- Mira, como penúltima pregunta apuntada, quería saber qué importancia tiene Rodrigo Fresán en tu literatura y me la acabas de responder. Sale mucho en tu discurso.

M.J.N.- Desde los dieciocho años, cuando empecé a leer sus libros, se convirtió en mi escritor favorito. Me parece que es el escritor más importante de Latinoamérica y de los más grandes del mundo. Tiene una literatura muy rica. Es un gran escritor. Escribe muy bien pero, además, me gusta la manera que tiene de traer a la página una cantidad de referencias a películas, a canciones, como en ebullición. Yo menciono cosas por aquí y por allá, pero si uno lee a Fresán, encuentra una saturación de referentes. Es como una explosión gozosa de todo lo bueno del mundo, de todas las películas, de todas las canciones,... Sus libros son libros para leer y para seguir leyendo. Para mí, fue una gran influencia. Y luego, por suerte, la vida hizo que pudiera conocerlo y hemos seguido en contacto. Ha sido siempre un escritor muy generoso y es un privilegio que te recomiende libros. Le debo mucho como lectora y como escritora a Rodrigo Fresán.

M.G.- Ahora sí, como última pregunta, cuéntame esa anécdota familiar que te une a El mago de Oz.

M.J.N.- Mi abuela materna se llama Edith Mankiewicz. Su padre tenía unos primos que eran directores de Hollywood muy famosos, los hermanos Mankiewicz (Herman y Joseph). Yo conocía ese dato pero nunca investigué mucho más. 

El Mago de Oz siempre me gustó. Para mi novela me puse a investigar. En ella aparecen personajes ficticios, pero también sale la película, la vida de Frank Baum, que es el autor, todo el tema de la producción de la película, la biografía de Judy Garland,... En el camino, descubrí que El mago de Oz es un guion que tuvo muchos guionistas. Pasó de mano en mano, y también tuvo distintos directores. Al primer guionista al que le pasaron el guion fue a Herman Mankiewicz. El hizo una primera versión en la que luego la trabajaron muchos otros. Dicen que fue a Herman al que se le ocurre que, aprovechando la tecnología, se pasara del sepia al technicolor. Algo fundamental y maravilloso en esta película. Cuando descubrí este dato me explotó el corazón. Fue mucha emoción descubrir que mi atracción por el mundo de Oz podía ser porque había algo familiar y descubro que tengo una conexión distante. No es mi papá el que escribe el guion, pero sí hay una conexión familiar. Aunque yo estaba ya escribiendo la novela, aquel hecho me hizo tomar el proyecto aún con más pasión y energía. Pensaba que me estaba evadiendo de muchas cosas, yéndome a Oz pero, de alguna manera, estaba volviendo a algunas cosas de mi familia o de mi vida. Fue un bonito gesto que me pareció una señal y que me indicaba que iba por el buen camino. La mitad de esta persona está en Oz, mientras habla contigo. En cuanto llegue a Chile, vuelvo a sentarme para terminar la obra pronto.

M.G.- Pues, María José, no tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco que me hayas desplazado hasta aquí, tan lejos.

M.J.N.- No, por favor, si estoy encantada de estar aquí, y feliz de conversar contigo. Muchas gracias.

M.G.- A ti. Lo dejamos a aquí. Gracias. 

Sinopsis: «Padres y madres y parejas y amigas y ecografías, habitaciones peligrosas, visiones alteradas y la inminente posibilidad del fin de todas las cosas son proyectadas en la pantalla de Todo lo que aprendimos de las películas por la linterna mágica de María José Navia. Diez tramas que acaban conformando un mismo largometraje mental y que se leen/ven no como cuentos de hadas pero sí como cuentos de embrujadas a la espera de la llegada de ese gran tornado que las lleve muy lejos o que las devuelva a ese sitio que jamás quisieron abandonar. En el más technicolor black & white, Navia enseña todo lo mucho y muy bueno que sus lectores tienen para aprender de ella leyéndola –desde los créditos de apertura hasta el The End, por favor, shhh, sin hacer ruido– en el más elocuente y conmovido y agradecido de los silencios por toda su luminosa oscuridad», Rodrigo Fresán.

 

domingo, 19 de febrero de 2023

ENERO... ¡DE UN VISTAZO! (#01/2023)

Inicio este resumen con una carcajada. Veréis, es que yo hago los resúmenes de un mes sobre los resúmenes del mismo mes del año anterior, y no sabéis la de sorpresas que se lleva una. Concretamente, en el resumen de enero de 2022 escribí: «Y los cambios anunciados, llegaron. Estos resúmenes ya no serán tan extensos como solían ser. Muchos ya sabéis que ando metida en plenos estudios y no puedo llevarlo todo adelante». En esas fechas, me quedaban exactamente cuatro meses para el examen de las oposiciones y estaba híper angustiada. En su día, ya anuncié que aprobé esas oposiciones pero, como sigo con el gusanillo dentro, continúo con los estudios para examinarme, cuando toque, al grupo superior, que será el último escalón que me quede. Compaginar trabajo, casa, ocio, blog y estudio es para volverse loco. El día no da para más, así que lo voy llevando como puedo. Sacrificando horas de lectura, eso sí. Pero, es lo que hay. Por eso, leo poquísimo al día y avanzo muy lentamente. Sin embargo, sí mantengo el ritmo de las entrevistas, actividad que me encanta, y para las mismas, los libros siguen llegando a casa.

Empieza el resumen del mes de enero.


[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos 
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]



Los regalados

El 6 de enero llegó a casa El año de la república de José Calvo Poyato (Harper Collins). A mi marido le gusta mucho la novela histórica y acostumbra a leer todo lo que este autor publica. Así que, con este nuevo libro, va a estar entretenido una temporada. Por mi parte, de Calvo Poyato solo he leído un libro, Mariana, los hilos de la libertad. Me gustó muchísimo aquella lectura, con la que pude aprender y conocer más en profundidad la figura de Mariana Pineda.




Y para mi señor esposo, también llegó Hombres sin mujeres de Haruki Murakami (Tusquets Editores). Ya os he comentado que es un lector incondicional de este autor y, poco a poco, están leyendo todos sus libros. En este caso, se trata de un volumen de relatos. El primero que abre el libro sirvió de inspiración para la película titulada Drive my car.

Los recibidos


Por su parte, Ediciones Alfar publica un libro que me pareció curioso e interesante. Me refiero a La razón de la sinrazón de Benito Pérez Galdós. Lo bueno de este libro es que se trata de un título poco conocido del autor. ¿Te sonaba de algo? Además, estamos ante una edición crítica de Álvaro Romero Marco. Hace mucho que no leo teatro, un género que me gusta bastante. Y no dejo de dar vueltas a esta lectura. A ver cómo la encajo. 

Pero la inmensa mayoría de los libros llegaron para las entrevistas. Como siempre, algunos se fraguaron y otras, pues no pudieron ser. Entre las que sí cuajaron, figura mi encuentro 
con Luis García-Rey. El periodista publica su primera novela bajo el título de Axel (Espasa). Se trata de una novela negra que supone la presentación de un nuevo investigador, Axel Nash. La novela ya la he leído y espero poder daros mi opinión bien pronto.






Me hizo mucha ilusión conocer a la actriz Elvira Mínguez. Admiro muchísimo su trabajo como intérprete y me llevé una sorpresa enorme cuando supe que había publicado una primera novela. La sombra de la tierra (Espasa) nos lleva a un entorno rural donde dos mujeres fuertes y poderosas se disputan el poder. La novela ya la he leído y, como en el caso anterior, espero poder daros mi opinión en breve.

Algunas entrevistas tuvieron lugar por teléfono y otras vía Zoom. Con Jordi Solé mantuve conversación telefónica hace unos días. El autor catalán ha publicado La noche de Damballah (Alrevés). Se trata de una novela negra en la que el vudú tiene un papel importante. La trama gira alrededor de la muerte de una prostituta nigeriana, cuyo cadáver es encontrado en la zona franca de Barcelona. Esta novela se publicó hace unos años en catalán y ve ahora la luz en su edición en castellano.

Vía Zoom conversé con Greta Alonso. La autora que escribe bajo seudónimo acaba de publicar su segunda novela. Tras el éxito de El cielo de tus días, los lectores tienen la oportunidad de meterse en el mundo del arte, a través de La dama y la muerte (Planeta), y descubrir quién ese pintor o esa pintora que se hace llamar Dama y qué relación guardan sus cuadros con la muerte del deportista de élite Lucas Cue. Tener un Dama puede ser símbolo de distinción pero también sinónimo de una muerte segura.





Y en unos días podré hablar con Pep Coll sobre su novela La larga siesta de Dios (Planeta). Confieso que este título me parece de lo más intrigante, aunque la ilustración de su cubierta nos da alguna pista sobre lo que podemos encontrar en su interior. La acción se inicia en mayo de 1940. Su protagonista es un transportista de origen judío. 



La editorial Páginas de Espuma publica Todo lo que aprendimos de las películas de María José Navia. La autora chilena visitó Sevilla estos días atrás y tuve la oportunidad de sentarme con ella a conversar sobre este volumen de cuentos. Un total de diez historias pueblan las páginas de este libro, en el que los personajes se reiteran y por lo que se aconseja una lectura ordenada. El libro ya me lo he leído y espero poder contaros mi opinión en poco tiempo.

También pude sentarme a hablar con Santiago Díaz que acaba de publicar Indira (Reservoir Books). Se trata de la tercera entrega de la saga Indira Ramos (El buen padre, Las otras  niñas). Si estamos ante el final de esta saga es algo que decidirán los lectoras, según palabras del autor. En cualquier caso, esta nueva entrega nos permite ver una cara totalmente distinta de la protagonista principal.





Y dentro de unos días conversaré con Alberto Caliani. Su última novela, La sombra del impostor (Ediciones B), nos lleva de viaje al Turín del siglo XVI. Esta novela histórica «es una epopeya de violencia e intrigas para acabar con el papa de Roma y con las poderosas familias que mantienen dividida a una Italia debilitada por la guerra».

Por diversos motivos, no pude sentarme a conversar con Javier Castillo. El autor malagueño, con trayectoria meteórica, acaba de publicar El cuco de cristal (Suma de Letras). Me hubiera gustado preguntarle cómo está viviendo todo lo que le está ocurriendo en estos momentos, con el estreno de la serie La chica de nieve en Netflix. Para otra ocasión.





Ni tampoco con David Martínez Álvarez (Rayden). El cantante ya ha publicado antes, concretamente poemarios, pero se lanza ahora a la narrativa. El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo (Suma de Letras) es su primera novela, un relato de amor con el que pretende poner en alza el valor de lo diferente. 


 Ni tampoco con
 Julen Berrueta para hablar de Un amigo en el infierno (Espasa), y mira que me gusta la temática de este libro. Basada en hechos reales y a través de su protagonista, Alfredo Morales, el lector vivirá en primera línea las vivencias de esos hombres y mujeres que, durante la guerra civil, se vieron obligados a exiliarse o fueron recluidos en los campos de concentración franceses, donde las condiciones de vida eran tan penosas como los lugares de horror alemanes.





De Juan Manuel Gil no he leído nada aún. El autor ha publicado La flor del rayo (Seix Barral). Vino a Sevilla, pero a mí me fue del todo imposible acudir a la cita. He visto por redes sociales que este libro está teniendo muy buen acogida entre los lectores. Al leer el argumento, descubro que la literatura está muy presente en esta historia y no solo como continente sino como contenido. Habrá que echarle un ojo a esta flor del rayo, cuyo protagonista busca esa historia extraordinaria para contar.



La misma suerte corrió mi encuentro con Elvira NavarroLas voces de Adriana (Random House) es una novela en tres movimientos y con tres voces, la de la narradora, de la madre y la de la abuela de esta. El libro ya está leído y reseñado en el blog.





Y de igual modo me pasó con Elizabeth Clapés. La psicóloga, escritora y docente que habla sobre salud mental a través del perfil @esmipsicologa, publica, Hasta que te caigas bien (Montena). Este manual te ofrece las claves para conocerte a ti mismo y para reconciliarte con la persona que fuiste y la persona que eres en la actualidad. 




Por último, y sin saber todavía si hay entrevista de por medio, llegó a casa Los tres nombres de Ludka de Gisela Pou (Planeta). A mí, la cubierta de este libro me ha enamorado. Y después de leer la sinopsis tengo clarísimo que será una de esas lecturas que me gustarán mucho. Novela histórica sobre ese periodo tan gris, pero con historias tan luminosas.




Los ganados

Cero.

Las lecturas y el cine

¿Qué he leído este mes? Sigo con ese ritmo lento y cadencioso, leyendo cuando se me apetece y lo que se me apetece. Me prodigo poco pero, en favor, debo decir que, después de estudiar un rato tampoco se me apetece seguir forzando la vista. En fin, mis lecturas fueron:

- Las voces de Adriana de Elvira Navarro.
Axel de Luis García-Rey
La sombra de la tierra de Elvira Mínguez


En cuanto a las entrevistas, publiqué mi encuentro con la ilustradora Ana Müshell, autora de Maldita Alejandra. Y, rozando los últimos días, también vio la luz mi conversación con Luis García-Rey por su novela Axel.

¿Y cuáles fueron las películas que pasaron por el blog? Como es habitual, vi mucho cine español. Entre todas ellas, reseñé La piel del tambor, que no fue lo que esperaba y La casa entre los cactus, que me pareció aún peor.


Por último, enero también trajo un clásico en cuestión de retos, el de Autores de la A a la Z. Este año vuelven a repetir muchos participantes que ya se inscribieron el año pasado y otros se animan por primera vez. Los premios irán llegando en las próximas semanas. Parece que es un reto que gusta, así que, vamos por una nueva edición. Si tú quieres apuntarte, clica aquí y participa. Y también he retomado la costumbre de apuntarme a los retos de otros compañeros.

¿Y cómo se está presentando febrero?

De momento, piano piano.

Os dejo el vídeo que muestra todos los libros de los que os he hablado en este post. Suscríbete al canal y echa un vistazo a su contenido.




¡¡Nos leemos!!

viernes, 17 de febrero de 2023

MOSAICO DE (DES)AMOR de Paula Rosado Durán

Editorial: Con M de Mujer
Fecha publicación: abril, 2022
Precio: 13,00 €
Género: poesía
Nº Páginas:110
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN:  9788419327079

Autora

Paula Rosado Durán (Sevilla, 2004) es sin duda toda una amante de todas las artes, en especial la escritura, como así demostró desde la prematura edad de los trece años, siendo esta una vía de escape y un apoyo enorme.  

En 2022, coincidiendo con su último curso en el instituto y cursando el bachillerato de humanidades, publica su primer poemario “Mosaico de (des)amor”, con tan solo diecisiete años. 

Actualmente cursa el grado de Periodismo en la Universidad de Sevilla, y por supuesto, planea continuar con su trayectoria en el mundo de la escritura. 

Sinopsis

Sentir que te pierdes a ti mismo, aunque estés rodeado de todo tipo de personas, es perderlo todo. Y es el sentimiento más terrorífico que existe. Nada da más miedo que verte a ti mismo marchar porque ya no sabes ni quién eres. Da miedo, ¿verdad? Pero se sale de ahí, de ese pozo sin fondo al que estás cayendo, de la incertidumbre de no saber nada, de la atadura de las cadenas que tú mismo te has puesto. Las personas estamos en constante evolución, somos efímeras, y cada circunstancia que vivimos hará que nuestro rumbo sea de una forma o de otra. El miedo a estar sola, el sentir que me pierdo cada segundo que pasa, puede que nunca llegue a desaparecer. Pero soy humana, soy efímera, y estoy evolucionando.

[Información tomada directamente de la web de la editorial]

Muchos sabéis que no acostumbro a leer poesía. Salvo contadas ocasiones, me he zambullido en un poemario. No es que no me guste el género. ¿Cómo no me habría de gustar si todo es pura emoción? Simplemente, es que se me resiste. Me parece un género complicadísimo, tanto para escribir como para leer. Admiro muchísimo a todo aquel que es capaz de plasmar en unas cuantas líneas aquello que bulle en su interior, su particular torbellino de emociones, los sentimientos más profundos. Algo, tan extremadamente delicado como es el corazón, bien merece un respeto y una dosis importante de consideración. Pero yo, por más que lo intento, me cuesta mucho extraer el significado de los poemas, la intencionalidad del autor, lo que nos quiere transmitir. En cualquier caso, no dejo de intentarlo.

En los últimos años son muchos los poemarios que han pasado por mis manos. Algunos están firmados por gente conocida -cantantes de todos los géneros-, y otros proceden de jóvenes que van dejando su impronta a través de redes sociales. Lo curioso de todo esto, es que la mayoría de estos poemarios están escritos por gente muy joven, chicos y chicas con los que he podido hablar, descubriendo un amor desmesurado por la literatura, inquietudes creativas, ganas de cambiar el mundo, deseo de conectar con otros iguales. Gente joven con la cabeza bien amueblada y una claridad de ideas inconcebible para esa edad, que han pasado por diversos avatares y han encontrado refugio en la escritura. Este es el caso de Paula Rosado Durán, una joven de tan solo dieciocho años que empezó a escribir a los trece y, desde entonces, no ha dejado de hacerlo. Para Paula, la poesía es magia. Es consciente de que este mundo de la literatura es altamente complicado, pero asegura que la poesía es su rincón favorito.

La joven sevillana publica el poemario Mosaico de (des)amor en 2021, a través de la editorial Con M de Mujer. Me cuenta Paula que comenzó «a escribir el libro en 2018 más o menos, aunque empecé con la poesía a los trece años, y actualmente tengo dieciocho. Las páginas de este poemario han sido un refugio para mí a lo largo de los años, y las diferentes dificultades que he pasado han sido su inspiración para construir cada verso». Paula ha encontrado en la literatura ese rincón donde sentir paz y recomponerse de los reveses de la vida. Imagino que a ella, como les ocurre a muchos otros escritores, la escritura le habrá servido como bálsamo reparador.

[Foto: cortesía de la autora]

Mosaico de (des)amor es un poemario estructurado en cinco capítulos, estando dos de ellos íntimamente relacionados, convirtiéndose en el núcleo duro del volumen. ¿Y de qué tratan estos versos? Bueno, la poesía se caracteriza por versar sobre esos temas universales que a todos nos afectan. Así que, vamos a encontrar poemas que nos hablan «del amor (en todos sus aspectos), el desamor, el miedo, el feminismo, el dolor, las inseguridades,...». No importa que Paula sea tan joven, que tan solo tenga dieciocho años. Lo que nos cuenta en estos poemas es fruto de las inquietudes e incertidumbres propias del ser humano, cuestiones que nos acompañan a lo largo de nuestro recorrido vital.

Y dije antes que me cuesta extraer el significado de los poemas pero no siempre es así. Los poemas de Paula Rosado son directos, sin ambages, ni florituras. Van directo al grano. En ellos, ella habla de las cuestiones que le atañen con un lenguaje sencillo y al alcance de todo tipo de lector.  Para muestra, un botón. Os dejo el poema que da nombre al volumen y del que Paula dice: «Este poema es el reflejo de la inseguridad, del miedo al fracaso y un recorrido por ciertas experiencias que han marcado mi vida, sin duda es uno de los poemas que más me ha gustado escribir»


Mosaico de (des)amor

Sé que mientras lloro delante del espejo,

el mundo no se para.

A veces tengo la sensación

que a mí alrededor tengo una atmósfera

que no me deja ver más allá.


El olor a agua salada que me invade

puede ser por las lágrimas de mis mejillas,

o tal vez por cómo me hundo poco a poco

en este mar lleno de naufragios.

Es irónico que a pesar de ahogarme

siempre sea yo quien rescato a los demás.


Y es que cada día

trato de llegar a la superficie,

pero algo me ata aquí,

y sé que soy yo misma la que

no me deja salir.

Porque por suerte,

o más bien desgracia,

soy mi peor enemiga.

Y cuando estoy a solas conmigo,

es cuando más me hundo.


Ahora que estoy perdida

en este cementerio marino,

siento el frío del mar de tus ojos.

Recuerdo su peculiar humor,

que a veces tanto daño me hacía.

Y recuerdo cómo me robaste

la pequeña niña que había en mí.


Puedo ver cómo te reíste de mí,

cómo me odia él ahora,

y lo mucho que la quise a ella.

Qué pena que todo acabará,

tan fugazmente como el verano,

pues ahora no son más que

borrosos recuerdos.


Los recuerdos que guardo en mi corazón,

el mosaico de (des)amor que me brindaron

las dulces o corrompidas almas que estuvieron

conmigo para sacarme a la superficie.


Sé que cuando llega el frío para mí,

para el mundo sigue siendo verano.

Y a veces tengo la sensación

que a mí alrededor todo es cálido,

menos en mi interior,

al parecer ahí siempre es invierno.


Paula escribe empleando el verso libre. Dice que para escribir, se inspira que canciones o en otras lecturas que ha hecho, y que suponen el vehículo a través del cual expresa lo que siente. Además, el volumen cuenta con ilustraciones realizadas por Adriana Gallardo, «una buena amiga mía, que expresan los sentimientos de algunos poemas concretos y del tema principal de cada capítulo».

La literatura no morirá nunca, siempre y cuando haya gente joven con ganas de expresarse. Da igual que sea en prosa o en verso. Lo verdaderamente importante es que la juventud encuentre en la escritura y en la lectura ese espacio de íntima conexión consigo mismo y con el universo. Aplaudo a todos los que dan un paso al frente y comparten con los demás, por medio de la tinta y el papel, lo que anida en su interior. Por eso este espacio siempre los apoyará.

Para ir cerrando, os dejo las preciosas y sinceras palabras de Paula, con las que explica por qué ha escrito este libro. 


«A través de este sueño ya hecho realidad unos meses atrás, quise expresarme y alzar la voz por la Paula que no pudo abrir su corazón por miedo al qué dirán durante años. Este libro cambió mi vida e hizo que un nuevo capítulo comenzase. Me ha hecho evolucionar, madurar y dejar atrás el dolor de experiencias que ahora son tan solo cicatrices. Con todo ello, espero y me encantaría que mi poemario llegase a más personas porque tal vez haya alguien que sienta lo mismo que yo sentí, miedo, y mis versos podrían ser de gran ayuda si tan solo llegasen a las manos de quién lo necesita.»


La ilustración de la cubierta nos puede dar muchas pistas sobre lo que ha significado este libro para esta joven. Desde aquí le deseo mucha suerte a Paula, y confío en que siga en esta brecha, sin arrojar la toalla.

[Fuente: Imagen de la cubierta facilitada por la autora]

Puedes adquirirlo pincha en la imagen:


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