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viernes, 11 de junio de 2021

LABORACHISMO de Javirroyo

Editorial: Lumen
Fecha publicación: febrero, 2021
Precio: 14,16 €
Género: cómic
Nº Páginas: 216
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788426409508
[Disponible en eBook;
puedes leer aquí]


Autor

Javier Royo Espallargas, alias Javirroyo (Zaragoza, 1972) es diseñador gráfico e ilustrador. Empezó colaborando en diferentes fanzines y en 1994 dio vida a su personaje más conocido, La Cebolla Asesina. En 2004 participó en el equipo de redacción y como autor del semanario de humor gráfico El Virus Mutante, junto a Forges, Gallego & Rey, El Roto y Peridis. Ha trabajado como ilustrador para varias editoriales y para publicaciones como Interviú (ilustrando los textos de Juan José Millás), El País, Visual o El Semanal, y es fundador, editor y autor de la publicación semanal de humor gráfico online El Estafador. Es el creador de la marca de vinilos decorativos Chispum, en la que colabora como autor. Es también coautor de los libros Martín Berasategui y David de Jorge (Premio Junceda), La tortilla de patatas y Grandes cócteles del mundo, y autor de La Escuela (Premio Cómic de Aragón), Life is sho y Homo machus (Lumen, 2020). Laborachismo es su último libro. Es un tipo feliz.

Sinopsis

Hace mucho tiempo, en una época muy, muy lejana llamada Paleolítico, las mujeres y los hombres del planeta Tierra pudieron estar en pie de igualdad. Pero el Homo machus, un ser que se creyó superior, institucionalizó la violencia y la dominación sobre la mujer e instauró el perverso Imperio Patriarcal, que dirige desde una estación acorazada con potencia suficiente para impedir cualquier perspectiva de progreso femenino. Desde entonces, algunas tropas rebeldes han logrado pequeñas victorias, pero, tras varios milenios, ha llegado la hora urgente de la deconstrucción del LABORACHISMO.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Viernes. Y por aquí andamos ya a más de treinta y cinco grados. Creo que es un buen día para hablaros de Laborachismo de Javirroyo. El ilustrador y diseñador gráfico publica este nuevo libro ilustrado en el que hace un repaso a la historia del machismo desde que el mundo es mundo. No es la primera vez que Javirroyo se plantea esta cuestión. En 2020 ya vio la luz Homo Machus, otro volumen ilustrado con el que el autor lanzaba diversas preguntas -¿Cuál es el papel del hombre ante el feminismo y las nuevas masculinidades? ¿Es posible cambiar las actitudes sexistas y el ecosistema machista?-, y con el que pretendía visibilizar el machismo como herramienta para luchar contra él. Vuelve a ser ese su propósito. 

Hablar de un libro como Laborachismo es fácil y difícil a la vez. Es fácil porque nos cuenta una historia a base de ilustraciones, un vehículo agradable y de cómoda comprensión. Y es difícil porque, para que entendáis todo lo que he sentido leyéndolo, os tendría que ir enseñando dibujo a dibujo. No obstante, además de fácil y difícil, Laborachismo es necesario. Lo son todos los libros a través de los cuales hay denuncia. Hasta que no tenemos las cosas delante de nuestras narices no somos capaces de verlo. Lo interesante, lo novedoso, lo original de este volumen es que nos acercamos al machismo desde un enfoque masculino. Ya os lo comentaba en la entrevista a Javirroyo (puedes leerla aquí). Me gustaría que más hombres alzaran la voz.

Laborachismo, con este título que nos propone un juego de palabras, invita al lector a viajar. De entrada, nada más abrir el libro, plantea un contraste.




El señor de la izquierda lanza una afirmación. A su juicio, categórica. Para él es una obviedad. Mientras que en la imagen de la derecha vemos a un grupo de mujeres del paleolítico que acorralan a un mamut para darle caza. Aquello era así. No hay invención posible. Las mujeres, aquellas hermanas nuestras que vivían sin tantas comodidades como nosotras, ocuparon un rol importante y activo. Fueron ellas las que salían a cazar, las que se encargaban de traer alimento a la tribu. De hecho, si observas el mundo animal, te puedes llegar alguna sorpresa porque las que cazan, por ejemplo, son las leonas, mientras que el macho se queda vigilando el territorio. Pero el tiempo fue avanzando, y a medida que los años se fueron sucediendo, el papel de la mujer fue quedando relegado al cuidado de la prole y al ámbito doméstico. Ahí fue donde todo se torció. 

Se lo comenté al autor aquella calurosa tarde de charla. La lectura de este libro me ha producido un maremágnum de emociones muy convulsas. Si echo un vistazo a mi bloc de notas encuentro apuntes tales como: «La ilustración de la página 15 me oprime», «Ver esta ilustración me ha agotado, incluso estando sentada en el sofá», «Este dibujo me produce mucha tristeza». Y es verdad, he sentido rabia, ira, desolación, angustia y hasta ha habido momentos en los que me han entrado ganas de llorar. Tal cual os lo cuento. 

Javirroyo muestra en estas páginas cómo fue evolucionando la vida de la mujer. Con respecto al mundo laboral, nos cuenta cómo dos mujeres se cruzan por la calle, cada una con paso presto a su puesto de trabajo. Estamos en 1800, y una le pregunta a la otra: «Parece que vamos avanzando, ¿eh?». La otra responde, cabeza gacha: «Parece...» Nunca unos puntos suspensivos tuvieron más significado. Y es que, qué queréis que os diga, a mí lo de la liberación de la mujer me suena a camelo. Lo he comentado mil veces en este espacio. A mi juicio, la liberación de la mujer consiste en salir de casa para ir al trabajo con una mochila mental que pesa una tonelada. De camino a la oficina vas pensando en que, a la salida, tienes que pasar por el supermercado para hacer la compra. Te vas a la oficina pensando que, cuando regreses, tienes que recoger la colada que dejaste tendida anoche, cinco minutos antes de acostarte. Te vas a la oficina pensando en la fiesta de cumpleaños que tienes que organizar a tu hijo, y aprovechas esa pausa del café, para salir corriendo a la pastelería de al lado de tu empresa para encargar la tarta. Y con suerte, estarás desempeñando tu trabajo sin que te llamen del colegio para comunicarte que tu hija tiene fiebre, o que se ha caído en el patio, o que ha vomitado. Sal corriendo, mujer. Y cuando  por fin tu jornada laboral ha acabado -bueno, quiero decir la jornada en el exterior-, llegas a casa y te tienes que poner a ordenar, limpiar, cocinar, lavar, planchar... ¿Me queréis contar qué clase de liberación es esta? Mi madre se dedicaba a sus labores, concepto que figura en este libro y que me parece un eufemismo. En cambio, yo me dedico a mis labores y a un trabajo que me hace muy feliz, que me da mucha independencia económica, que me he ganado a pulso, pero que me cuesta la misma vida compaginar con la estabilidad de mi hogar. 

Sí, parece que vamos avanzando. Ya lo dice Javirroyo. En 1978 tan solo un 28% de mujeres trabajaba fuera de casa. A finales de los 80 era casi el 43%. En 1992, cinco millones de mujeres se incorporaron al mercado laboral. Y un señor se lamenta junto a estos datos. «El fin del mundo», dice. Va a ser eso, que vamos directos hacia el acabose. Y ese fin del mundo casi llega con la Covid-19 y con él (o ella, ya no sé) surge el teletrabajo. Recuerdo aquella fotografía que circuló entre los grupos de Whatsapp. Me refiero a aquel cartel que una madre trabajadora tuvo que pegar en la puerta de su despacho provisional, durante el confinamiento, para que sus hijos no la interrumpieran a cada momento. Decía algo así como «Mamá está en una reunión. No entrar. La respuesta a algunas de vuestras preguntas es: No. En la lavadora. Fruta. No sé qué hay de comer,...» (puedes leer un artículo aquí). Todos nos reímos con aquello pero, a poco que lo pienses un instante, qué nivel de desesperación no tendría aquella mujer. Javirroyo refleja muy bien con sus ilustraciones cómo ha sido esa etapa de confinamiento en la que nos vimos obligados a trabajar encerrados desde casa. Hubo que compatibilizar el espacio y convivir con los nuestros veinticuatro horas al día. Saltaron chispas en muchos hogares.



En Laborachismo, Javirroyo tira de realidad. Se ha entrevistado con muchas mujeres que le han contado situaciones dantescas. Tenemos la historia de Alicia, estudiante de arquitectura que tiene que visitar una obra. Sin comentarios. También asoma por estas páginas Mireia, una fisioterapeuta que acudió a una clínica a hacer una prueba. Tuvo que ser testigo mudo de una desagradable situación entre dos hombres. La historia de Pilar me dejó atónita. Ella, teleoperadora de profesión, no siempre puede mantener conversaciones con su interlocutor porque este está a otros menesteres. Ejem, ejem. Por su parte, Susana es auxiliar en un laboratorio. Su superior es una mujer cuya actitud es inconcebible. Por último, Lola trabaja en radio. ¿Cómo te sentaría que te humillaran en antena?

Lo del machismo es una lacra social. He reflexionado mucho sobre esta cuestión y he mirado hacia dentro. Me he visto reflejada en las ilustraciones de Javirroyo. También he visto a mi pareja. Muchas de las situaciones que nos muestra el autor con sus dibujos se desarrollan bajo el paradigma de «LO NORMAL». Tú, mujer, encárgate de cuidar a los hijos, de preparar la cena, de no dar tu opinión porque tú qué narices entiendes de esto, de adecentar la oficina, de vestir sexi incluso para ir al trabajo,... Es decir, bajo el paraguas de «Lo normal» hay demasiadas cosas a desterrar.  Lo normal debería ser que la mujer también cazara mamuts, al igual que lo puede hacer el hombre. Eso es lo normal. Para ello, hay que educar y reeducar. Educar a los pequeños en la igualdad, una labor que hay que hacer desde casa, cuidando los ejemplos que damos porque los niños son esponjas que todo lo absorben. Descomunal la siguiente ilustración.




Y reeducar que, bajo mi punto de vista, es lo más difícil. Los que ya tenemos una edad, educados en una sociedad machista y represiva, tenemos una ardua tarea por delante. Mujeres y hombres adoptamos comportamientos machistas sin, a veces, darnos cuenta. Lo llevamos tan interiorizado que supone casi una segunda piel. Por eso yo creo que es importante leer. Por eso creo que es necesario revisar nuestro comportamiento, analizarlo de manera ex corpórea, como si pudiéramos observamos desde fuera. He visto muchos comportamientos machistas en amigas con respecto a otras mujeres, incluso en mujeres que se consideran muy feministas. Y te ríes. Sí, te ríes. Es aquello de «Lo normal» que hablábamos antes. Sin embargo, libros como Laborachismo nos plantan de una manera sencilla frente a un espejo y nos ayudan a comprender dónde nos estamos equivocando. 

Estructurada en cinco bloques (Del mamut a la Covid-19, El machivirus, Laborachismo, La machivacuna, La alternativa femenina), Javirroyo despliega a lo largo de más de doscientas páginas una serie de escenas ilustradas que son un reflejo de comportamientos machistas. Sus ilustraciones suelen ser de líneas básicas pero muy efectivas. Unos cuantos trazos le sirven para plasmar en papel su idea. A más sencillez en la composición del dibujo más conexión con el lector. Me divierte que sus personajes no tengan ojos.  

En definitiva, te invito a asomarte a la propuesta de Javirroyo. Hay mucho que hacer, mucho que erradicar, mucho que aprender para llegar a la igualdad. Ojalá pronto exista una vacuna contra el machismo.


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:




martes, 1 de junio de 2021

JAVIRROYO: ❝Me he limitado a traducir lo que me han contado muchas mujeres❞

Pocos son los libros sobre feminismo que he leído y que están escritos por hombres. Sería interesante contabilizar cuántos varones han dado el paso. A mí me parece importantísimo que sea un voz masculina la que visibilice el pozo oscuro del machismo. Me asomo a las tertulias, leo artículos, busco publicaciones. En la mayoría, somos nosotras las que estamos ahí detrás, como si fuéramos un bando. No es así. Quiero escuchar a los hombres hablar de violencia de género, a muchos hombres. Quiero que me cuenten cómo lo ven ellos, cómo lo perciben, qué sensaciones tienen. Quiero que otros hombres me cuenten si han sido testigos de tal o cual comportamiento o si, en algún momento, ellos también ha caído en esa red maldita. Por eso, cada vez que un hombre publica un libro sobre feminismo aplaudo atronadoramente y me asomo con avidez a unas páginas que no me van a contar nada que ya no sepa pero que, al menos, lo que van a contar, será con la voz de un hombre. 

Javirroyo, diseñador gráfico e ilustrador, acaba de publicar Laborachismo, un libro ilustrado -con lo que me gustan-, que nos muestra escena a escena, todos los capítulos de una historia, la del machismo, que debería haber quedado erradicada, enterrada y olvidada hace mucho, mucho tiempo.

Marisa G.- Javi, me hace mucha gracia leer la biografía que figura en la solapa. Has hecho muchas cosas y has trabajado con gente grande pero en resumidas cuentas pone que eres un tipo feliz. Eso para mí es el mejor logro. 

Javirroyo.- Sí, lo soy a ratos, como todo el mundo, pero por lo menos lo intento. Es lo único que te mueve, que te empuja a existir. Tengo que confesarte que eso lo he escrito yo (risas), pero es que me parecía muy bonito reivindicar ese objetivo del ser humano, y dejar de hacernos el tristón y el interesante. Yo no soy un autor torturado. A mí me define mucho mejor eso de ser un tipo feliz.

M.G.- Laborachismo es tu nuevo libro. Un título que encierra un juego de palabras. Todos sabemos que el machismo campa a sus anchas, pero ¿es el ámbito laboral donde más presencia tiene?

J.- Sí, es donde más se ve. Creo que el trabajo en sí está hecho por y para el hombre. 

Mira, hay un estudio que ha hecho Laura Sagnier, lleno de datos sobre la igualdad. Estuve conversando con ella para que me contara cosas. Ella afirma que las mujeres entienden su vida y su trabajo de manera conjunta. Hablo de forma generalizada. Es decir, cuando una mujer entra en su trabajo, entra con toda su vida al completo. La mujer no concibe ningún tipo de división entre la vida y trabajo.  Sin embargo, el hombre, y de nuevo te hablo de forma generalizada, si sale de casa para ir a trabajar, su vida se queda atrás, y se centra en el trabajo. 

En realidad, esto que hace el hombre debería ser así para todos pero claro, llega el covid, y nos mandan a teletrabajar. ¿Qué ocurre? Pues que ambos ámbitos se mezclan. ¿Y quién se hace cargo del noventa por ciento de todo a la vez? Pues las mujeres, también. ¿Por qué? Pues porque para ellas, ese ha sido siempre su planteamiento. Por esto te digo que hay muchos aspectos del mundo laboral que están únicamente orientados al hombre. Siempre decimos que la tecnología y el trabajo evolucionan muy rápido, pero los derechos sociales y la igualdad van siempre por detrás. Y lo hemos visto claramente durante el confinamiento.

M.G.- Te tengo que confesar que a mí tu libro me ha provocado rabia, tristeza, opresión, angustia,... Es más, a veces me han entrado ganas hasta de llorar. Tus dibujos reflejan escenas que es la cruda realidad. ¿Y sabes lo peor? Que entiendes que vives situaciones de las que no eres consciente.

J.- Ya. Eso da mucha rabia. Pero te diré algo. Esto que te pasa a ti, también le ha pasado a amigos míos. Algunos me han dicho que, si no han sido ellos los que han provocado alguna situación como las que se ven en el libro, sí han sido testigos, han estado presentes y se han callado. Y ese silencio, también es una forma de participar en situaciones machistas. 


No me he inventado nada de lo que aparece en el libro. Simplemente me he limitado a traducir lo que me han contado muchas mujeres. Ellas me han contado muchas vivencias que he recogido en el libro. Para hacer un libro sobre feminismo, no hay otro camino más que hablar con las mujeres. Con cuantas más mujeres hables, más ejemplos concretos tendrás. Y con cuanto más ejemplos concretos tengas, más conectado a la realidad estarás. 

M.G.- ¿Se habla de estos temas entre nosotras?

J.- Se habla poco porque aún perdura ese miedo a que la víctima acabe siendo juzgada. Y los hombres, o no nos enteramos, o no nos queremos enterar. Este ejercicio de preguntar a mujeres y de intentar empatizar con ellas tampoco es tan complicado. Nos habrán educado de tal o cual modo pero hay que intentar romper esta educación machista.

M.G.- Sobre este tema, pocos hombres se atreven a escribir. Hay mucha literatura sobre feminismo y machismo escrita por mujeres, pero sois pocos los que habéis dado el paso adelante.

J.- Sí. Haría mucho bien que fueran muchos más hombres los que dieran ese paso. Los hombres deberíamos cambiar mucho para que, al final del camino, pudiéramos colocarnos al lado de la mujer y luchar junto a ella. El feminismo es un movimiento liderado por mujeres y en el que las protagonistas son las mujeres, pero la lucha es de todos. Tenemos que ayudar para que se borre cualquier tipo de desigualdad.

Mira, cuando un hombre escribe de estas cosas, no falta a su lado esa gente conservadora que te da caña y te dicen de todo. Me han llegado a decir cosas tan divertidas como «mangina», es decir, hombre vagina. Lo dicen como un insulto pero a mí me da igual. Si lo comento es porque me parece hasta gracioso. Y aparte, también te topas con otro sector, con feministas que no están muy de acuerdo en que los hombres emitamos opiniones sobre el feminismo.

M.G.- ¿Cómo?

J.- Sí, sí. No pasa nada. Todas las opiniones son discutibles y está muy bien que haya opiniones diferentes. Obviamente, no estoy de acuerdo con esas afirmaciones. Creo que no tenemos que ser protagonistas de nada, pero tenemos que dar ese paso, y cuantos más hombres lo den, mucho mejor. Es más, los hombres tendrían que hablar de este tema con otros hombres. ¿Por qué no pueden los hombres hablar de feminismo? Es igual que si tú, mujer blanca, hablaras de racismo. Siempre digo que este es un libro escrito por un hombre blanco, heterosexual, con privilegios, pero eso no me impide actuar, hacer algo contra el machismo. Y no digo que me tenga que poner a lanzar dogmas y a decir lo que hay que hacer, sino simplemente trato de mostrar situaciones reales y ponerlas encima de la mesa. Ser honesto.

M.G.- ¿Tú has conseguido erradicar actitudes machistas?

J.- Mira, intento pensar de forma igualitaria pero, mientras más aprendo de este tema, más cuenta me doy que tengo todavía mucho trabajo por hacer. Por ejemplo, se me escapa utilizar la palabra «coñazo», pero son cosas arraigadas que hay que erradicar con el tiempo.

M.G.- Pero Javi, si yo entiendo que es lo que hemos mamado desde pequeños. Si yo, como mujer, adopto actitudes machistas, el famoso micromachismo, y no me doy cuenta. Tengo 51 años y me han dado esta educación. Y a mi marido, que se ha criado entre mujeres y se lleva muchos años con sus hermanas, le pasa igual. Es que es lo que hemos mamado. Es como un tatuaje que para borrarlo, tienes que usar láser. Y  hay que hacerlo, sí, pero cuesta.

J.- Lo tenemos integrado, sí. Y no se trata de hombres o de mujeres. La cultura en la que nos han criado nos ha calado a todos por igual. Desactivar este tipo de actitudes no es fácil. En ciertos entornos de hombres es muy difícil erradicar todo esto. Yo me he tenido que salir de algún grupo de Whatsapp, de amigos de toda la vida. Estaba cansado de determinados comentarios hacia la mujer. Y no te hablo de cosas de humor, sino de comentarios denigrantes. Pero a los hombres nos cuesta mucho significarnos ante otros hombres. El verdadero escollo está en cómo nos han educado y en que nos han dicho cómo tenemos que comportarnos frente a otros hombres. Nos han dicho que un hombre no puede decir que está triste o que tiene depresión, o que ha llorado con una película. 



M.G.- Ya. El hombre tiene que ser un tipo duro. Y otra cosa que me preocupa enormemente. Yo ya tengo una edad y me crié como me crié pero, ¿y las chicas jóvenes? Se escucha cada cosa que me dejan de piedra. 

J.- Sí. Hay ejemplos muy claros en ciertos programas de televisión como, por ejemplo, La isla de las tentaciones, o cualquier otro reality sobre relaciones. Roy Galán ha estado muy pendiente de este programa y ha sido capaz de convertirlo en material para hablar de las relaciones, la igualdad y el feminismo. Pero la sociedad es tan compleja hoy día que no es lo mismo ser feminista con dinero que serlo sin dinero. Quiero decir que existen también los privilegios de clase. Es algo que no se puede negar. Hay chavales y chavalas que no tienen incorporado este chip de feminismo, esta forma de pensar más igualitaria, sino que se basan más en estereotipos más tradicionales. Pero no se puede generalizar ni en un sentido ni en otro. Sé que hay una parte más retrógrada, con la que parece que vamos hacia atrás, donde la mujer sigue siendo un icono sexual, donde ese rol perdura en el tiempo pero, también hay otra parte de la juventud con una mentalidad muy abierta, que hablan de sus tendencias sexuales desde bien jóvenes. 

M.G.- En el libro introduces testimonios reales, que se alternan con las ilustraciones de escenas. He flipado con todos ellos.

J.- Sí, son historias completamente reales que me han ido contando. Lo único que he hecho es cambiar los nombres para que sean anónimas. Creo que todas las que aparecen en el libro son muy interesantes, como el caso de la chica que trabaja en un laboratorio, con una mujer como jefa, pero que también sufre machismo. Porque también hay machismo entre las mujeres.

M.G.- Tus ilustraciones son de líneas simples. ¿Marca de la casa?

J.- Es mi estilo. El hecho de contar las cosas de manera simple, me ayuda a conectar con más gente. Trabajar con formas muy universales, donde ni los personajes tienen cara, permite empatizar más. Son dibujos rápidos que no implican mucho trabajo técnico. 

M.G.- De acuerdo. Gracias, Javi, por el libro y por la charla.

J.- Gracias a ti.


Sinopsis: Hace mucho tiempo, en una época muy, muy lejana llamada Paleolítico, las mujeres y los hombres del planeta Tierra pudieron estar en pie de igualdad. Pero el Homo machus, un ser que se creyó superior, institucionalizó la violencia y la dominación sobre la mujer e instauró el perverso Imperio Patriarcal, que dirige desde una estación acorazada con potencia suficiente para impedir cualquier perspectiva de progreso femenino. Desde entonces, algunas tropas rebeldes han logrado pequeñas victorias, pero, tras varios milenios, ha llegado la hora urgente de la deconstrucción del LABORACHISMO.


viernes, 5 de marzo de 2021

LECTURAS PARA EL 8M

El próximo lunes es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. A raíz de tal efeméride, y teniendo en cuenta que estamos en plena pandemia, en los últimos días hemos vivido cierta polémica en redes y medios de comunicación, sobre la conveniencia o no de convocar una manifestación. Mucho se ha hablado de la que tuvo lugar el año pasado y que, según dicen, fue una auténtica fiesta, no ya para la mujer, sino para el coronavirus. Este año, el debate está servido. ¿Manifestación o no manifestación? Cada cual tendrá su propia opinión sobre la que no voy a entrar porque este espacio está dedicado a los libros y, aprovechando que el lunes está a la vuelta de la esquina, he querido aprovechar este viernes para mostraros esas novedades han visto la luz últimamente, todas ellas relacionadas con la mujer, el feminismo y la lucha por la igualdad.

Huelga decir que esto es solo una muestra de lo mucho que podéis encontrar en librerías.


OBERON LIBROS


La ginecóloga y obstetra Miriam Al Adib publica Hablemos de nosotras. Reflexiones de una ginecóloga rebelde donde analiza temas como el sexo, el sufrimiento y la felicidad, el placer y el dolor o el amor y el miedo.

Miriam Al Adib Mendiri es ginecóloga y obstetra de profesión con ejercicio profesional desde 2002. Combina su trabajo como ginecóloga con el de profesora de Máster de sexología, imparte cursos para profesionales, es además conferenciante en congresos y jornadas, divulgadora a través de diversos medios, y facilitadora de talleres sobre temas relativos a la salud la femenina desde una perspectiva biopsicosocial y de género. Hija de padre sirio y madre española, nació en Almendralejo (Badajoz), y es madre de cuatro hijas.

Sinopsis: Durante toda mi vida profesional como ginecóloga he escuchado cientos de testimonios en los que observo el daño que hace la falta de conexión con nuestros propios cuerpos. Y esto es algo que se da independientemente del nivel cultural o de la condición socioeconómica. La desposesión del cuerpo es un proceso invisible asentado en todo tipo de tabúes y que se da en todas las etapas de la sexualidad femenina. Se alimenta del miedo, la vergüenza, la culpa, la vulnerabilidad, el estigma, la desvalorización... En este libro hablaremos de sexualidad, de cómo vivimos el sufrimiento y la felicidad, el placer y el dolor, el amor y el miedo. Porque no es posible ser felices sin coherencia, y no es posible ser coherentes si no sabemos quiénes somos, qué hay en nuestra naturaleza, cuáles son nuestras creencias y limitaciones... con todas sus luces y sombras.

Las ilustraciones vienen de la mano de Raquel Riba Rossy, más conocida como Lola Vendetta. Además, en el interior se incluyen algunas otras infografías, cuadros explicativos, frases inspiradoras y esquemas que hacen más amena la lectura y más comprensibles las explicaciones de la doctora.

Precio: 18,95 €

168 Páginas

Disponible en ePub

Puedes empezar a leer aquí.



De la misma autora, tenemos Hablemos de vaginas. Salud sexual femenina desde una perspectiva global, que ya va por su cuarta edición. 

Sinopsis: Todas las funciones del cuerpo humano están interconectadas entre sí, lo que hace que muchas veces se requiera una perspectiva más global para conocernos mejor. La perspectiva global va más allá del cuerpo, pues también los aspectos psicológicos y el entorno en el que vivimos inciden en nuestra salud. En nuestra cultura, el cuerpo de la mujer es constantemente juzgado, en cada época hay un modelo ideal de mujer que se impone no solo a nivel estético sino también en todo lo relativo a la salud en general y a la salud sexual en particular. Cada época con sus mitos y tabúes deja una profunda huella en cómo nos percibimos a nosotras mismas. Este libro quiere ayudarnos a comprender cómo somos, conocer nuestro cuerpo y mente, cómo nos afecta el entorno sociocultural en el que vivimos, vivirnos con placer, saber qué necesitamos en cada etapa de la vida o desmitificar aspectos sobre nuestra sexualidad. Todo ello nos aporta herramientas para el autoconocimiento y el autocuidado para ser más dueñas de nosotras mismas.


Precio: 18,95 €

240 Páginas

Disponible en ePub


Espero poder hablaros en detalle de estos dos libros muy pronto.


EDITORIAL TECNOS



Feminismo. Una guía ilustrada de la autora Cathia Jenainati, con ilustraciones de  Judy Groves. 

Sinopsis: Se trata de un libro muy valioso para cualquiera que quiera indagar en la historia de cómo el Feminismo ha reconfigurado el mundo para las mujeres y también para los hombres. Se hace un recorrido a través de los principales acontecimientos que han afectado la vida de las mujeres desde el siglo XVII hasta la actualidad.



Precio: 13,00 €

192 Páginas






Diario de una filósofa embarazada  de María Martín Gómez.

María Martín Gómez es doctora y profesora de filosofía española en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Salamanca. Es titulada en alemán y ha realizado estancias de investigación y de estudio en distintas universidades alemanas.

Sinopsis: Escribía Doris Lessing, en Memorias de una superviviente, que "nadie tiene la menor idea, hasta que tiene hijos, de lo que esto significa". Algo así sucede con el embarazo. Hasta que no se experimenta en primera persona la profunda transformación que supone quedarse embarazada, una desconoce lo que puede cambiar su cuerpo, su cotidianidad y hasta su forma de pensar.

Diario de una filósofa embarazada recoge las preocupaciones y cavilaciones que generó la gestación y la maternidad en la propia autora. Escrito sobre todo a lo largo de su primer embarazo, el libro es un canto a la esperanza y a la vida desde la incertidumbre y la ilusión de quien aguarda -y crea- un nuevo ser.

Es también una crítica a la filosofía. Siendo la fecundación y la vida el origen del Universo, llama la atención que esta disciplina no haya estudiado con suficiente detenimiento este fenómeno fisiológico. Por eso, la autora decidió escribirse a sí misma y explicárselo a ese ser que estaba surgiendo de la nada. Y de esa escritura, íntima y reflexiva, salieron estas páginas que pueden ayudar a todas esas personas que viven de cerca la decisión de participar o no en una gestación. Porque en este libro encontrarán pensamientos universales que sobrepasan esta decisión.

Precio: 16,00 €

184 Páginas

Disponible en ePub


3/2007, de 22 de marzo. Texto legal. Incluye audios y preguntas de autoevaluación de Vicente Valera con ilustraciones de Cinthia Moure.

Vicente Valera, nacido en Badajoz, se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Extremadura con Premio Extraordinario. Como funcionario de carrera ha desempeñado diferentes puestos en la Administración Local y Autonómica. Entre sus hobbies se encuentran el deporte, la música antigua, el cine, las series o la lectura (novela histórica y biografías especialmente). Desde septiembre de 2016 ha publicado diversas obras jurídicas con la Editorial Tecnos, abordando los diversos temas desde una perspectiva eminentemente práctica.

Cinthia Moure es ingeniera en diseño industrial y ejerce su actividad como ilustradora y diseñadora.

Sinopsis: En esta genial edición de la Ley Orgánica de Igualdad versión Martina, con anillas y a color, Vicente Valera, junto a la diseñadora gráfica Cinthia Moure, ofrecen una versión fácil estudio sobre dicha norma de carácter básico, versión que favorece el empleo de la memoria visual, algo tradicionalmente poco empleado en el mundo jurídico. Del mismo modo, acompaña a la misma, tanto los audios, a los cuales puede accederse desde un código QR situado junto a los respectivos artículos, como también 200 preguntas exclusivas, en formato TEST, con cuatro respuestas alternativas, de las cuales sólo una de ellas es correcta. Como bien es sabido esta norma tiene un papel destacadísimo en la mayoría de programas oficiales /oposiciones de ámbito Estatal y, en consecuencia, sin su dominio se hace prácticamente imposible superar los mismos.


Precio: 16,00 €

208 Páginas


TEMAS DE HOY


Quemar el miedo. Un manifiesto de Lastesis

Lastesis es un colectivo interdisciplinario de mujeres compuesto por Daffne Valdés Vargas, Paula Cometa Stange, Lea Cáceres Díaz y Sibila Sotomayor Van Rysseghem. Las cuatro fueron nombradas de las 100 personas más influyentes por la revista Time por convertir su arte en una denuncia implacable de las injusticias del machismo.

Sinopsis: El nuevo grito de las creadoras de Un violador en tu camino, el himno feminista que se extendió por todo el planeta.

Y la culpa no era mía,

ni dónde estaba ni cómo vestía.

EL VIOLADOR ERES TÚ.

A finales de 2019, el colectivo Lastesis representó por primera vez su performance contra la violencia y el machismo de la sociedad chilena. La canción encendió una mecha: en solo unos días otras mujeres en otros lugares hicieron suyas las palabras de Lastesis y las convirtieron en un himno. La denuncia de las chilenas atravesó fronteras porque su lucha es universal y su enemigo no conoce límites: basta de ojos ciegos ante el abuso, del apoyo a la cultura de la violación, de cuestionar las acusaciones, de culpabilizar a las víctimas. Pero también porque la rabia de Lastesis es un fuego que crece, que quema el miedo y enciende los cuerpos, incontestable, indetenible. Este es su manifiesto. La declaración del incendio.

Nos roban todo, menos la rabia

#QuemarElMiedo



Precio: 12,90 €

136 Páginas

Disponible en eBook y Audiolibro

Puedes empezar a leer aquí



PLANETA DE LIBROS

Estos días seguro que habéis tenido acceso a la información facilitada por Planeta de Libros, en relación a las actividades que han venido haciendo, relacionadas con el 8M. Bajo el lema Leer es reivindicar y el hastag #LeemosYAvanzamos, han tenido lugar una serie de conversaciones de #VocesQueCuentan (ya disponibles en la web), centradas en varias temáticas a través de nuestras autoras y sus libros. 

Os dejo por aquí, la programación. El próximo 8 de Marzo podremos escuchar a María Dueñas, Dolores Redondo, Eva García Saenz de Urturi, Carmen Posadas y María Oruña.



Y esto es todo. Entre las charlas y los libros, creo que tenéis un abanico curioso de propuestas y lecturas. De todos modos, vuelvo a insistir en que, si os paseáis por las webs de las editoriales, encontráis aún más opciones.

Feliz fin de semana.

jueves, 28 de enero de 2021

LUNA MIGUEL: ❝La memoria o el diario es un género que hay que reivindicar más❞

No acostumbro a leer ensayos. No hago remilgos a ningún género, ni me centro únicamente en la novela. De hecho, soy bastante proclive a la experimentación, a probar cosas nuevas y distintas. Aun así, el ensayo, tal y como lo entendemos desde un punto de vista académico, me cuesta mucho. Sin embargo, la cosa cambia radicalmente cuando me topo con libros como Caliente de Luna Miguel. Me gustaría enseñaros el bloc de notas que he usado como soporte, mientras leía este libro. No lo hago por pura vergüenza, para que no veáis el caos, el desorden y, sobre todo, la letra de gato, que a veces no entiendo ni yo. Pero son páginas y páginas llenas de anotaciones, de reflexiones interesantes, de teorías que desconocía, de alusiones, citas, y nombres. Caliente es un descubrimiento en sí, lo mire por donde lo mire. Es el acercamiento al universo Miguel, a su mundo interior, en el que navego sobre cuestiones que me atañen, pero también es la exploración a otros mundos, un viaje a un sinfín de referencias que han conformado varios caminos a seguir. 

Sexo, placer, deseo, amor, autoexploración, y femineidad son algunos de los temas que giran alrededor de este libro, centrado en la mujer. Fruto de sus investigaciones y lecturas, nace Caliente, el libro más íntimo y personal de Luna Miguel, en el que la autora también nos habla de sus experiencias vitales.

[Fuente: Megustaleer]
Marisa G.- Luna, el ensayo es un género que suele asustar a los lectores. ¿Tú dirías que Caliente es un ensayo al uso?

Luna M.- Más que un ensayo es una especie de memoria. Desde hace un tiempo, suelo hacer una pequeña trampa con todos los textos que escribo, de más largo aliento. Acostumbro a mezclar todos los géneros que, más o menos, sé trabajar. Así que, Caliente podría ser un ensayo, pero también una suerte de novela o incluso una colección de aforismos. Más que nada, a mí me gusta hablar de memoria. Creo que la memoria o el diario es un género que hay que reivindicar más y que, por suerte, se está practicando bastante. Por ejemplo, tenemos Cambiar de idea de Aixa de la Cruz o Los argonautas de Maggie Nelson, memorias donde el autor o la autora también investiga, a propósito del propio tema sobre el que está escribiendo. 

M.G.- ¿Y qué te empuja a escribir este libro?

L.M.- Pues una serie de cuestiones que van entrecruzándose. En 2016 publiqué un ensayito que escribí a los veinticinco años, titulado El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina. Tras publicar mi primera novela en Lumen, la editora me comentó que le había gustado mucho aquel ensayo, y me propuso ahondar e investigar más, para escribir algo más largo y más intenso. Aquel ensayo tenía menos de sesenta páginas. Acepté su propuesta, pero no fui consciente de dónde me metía. Para mí, todo el tema de la sexualidad, el cuerpo femenino, el amor y los afectos, siempre han sido cuestiones muy importantes. Pero la forma que había elegido para escribir aquel ensayo no me servía ya. Después de aquel texto, había leído otros libros, había aprendido otra serie de cosas, e incluso la sociedad había cambiado. Recuerdo que leer libros sobre sexo o sobre masturbación en 2015 no era lo mismo que leer sobre estos mismos temas en de 2018, después del movimiento #MeToo, de un montón de debates sobre feminismo, o de una ola de publicaciones enorme sobre todos estas cuestiones. Por eso, cuando en 2019 me siento para reescribir El dedo, me doy cuenta de que tengo que escribir otra cosa porque, además, estoy experimentando un momento vital muy convulso. Así que, empecé a escribir de cero un libro totalmente nuevo, investigando mucho sobre sexo, cuerpo y afectos, y narrando mi propia historia, que abarca como unos cuatro o cinco meses de mi vida.

M.G.- Leo en tu libro que la masturbación femenina ha estado muy perseguida. De esta práctica se dijo que era un pecado atroz, una autocontaminación y un hábito fatal.

L.M.- Basta con mi mirar algún manual de sexualidad del mismo siglo XIX, para darte cuenta de esa persecución. Eso por no hablar de todas esas leyendas sobre la masturbación, que metían miedo con frases como si te masturbabas mucho te quedas ciego, o te salen granos... Eran mitos e historias que solo pretendían culpabilizar a los jóvenes, que empezaban a explorar su cuerpo. 

M.G.- Nací en el 70, así que, no recibí ningún tipo de educación sexual, ni en los centros educativos y en el seno familiar. Pero hoy, por suerte, las cosas han cambiado mucho. De todos modos, leo en tu libro que, incluso hoy, hay muchas chicas jóvenes que siguen sintiendo vergüenza por el sexo, que tienen miedo al orgasmo. 

L.M.- Los nacidos de los 90 en adelante, cuentan con otras herramientas que no tenían las generaciones anteriores, pero eso no quiere decir que todos los jóvenes de hoy las tengan a su alcance o las usen. Ahora que hablamos de la liberación de la mujer a través del Satisfyer, da la impresión de que solo nos podemos sentir realizadas gracias a ese juguete sexual. Pero hay que pensar que hay muchas personas, de distintos ámbitos sociales, que no tiene dinero para comprarse ese objeto, o que no tienen un grupo de amigas o familiares, en el que puedan hablar libremente de todas estas cuestiones. No podemos pensar que unas circunstancias de privilegio es una circunstancia común. Yo me considero una privilegiada porque he podido leer mucho, investigar mucho, y dedicar tiempo a escribir sobre estas cosas, pero no todo el mundo ha tenido estas oportunidades. 

Una de las cosas importantes del momento en el que vivimos actualmente es que, ante toda esa vergüenza, prejuicios y leyendas urbanas, ahora tenemos muchas más herramientas para tirar abajo los tabúes y para experimentar con nosotras mismas. 

M.G.- Haces referencia a las opiniones y escritos de Cristina Morales que hablan mucho de la vergüenza. Incluso tú confiesas que, ante algún cuadro de Balthus, has sentido cierto pudor. La palabra vergüenza está muy presente a lo largo de todo el libro, flota constantemente sobre las páginas de Caliente. 


[El cuarto. Balthus, 1954]


L.M.- Sí, de hecho, cuando terminé el libro y se lo pasé a algunas amigas cercanas, a mi agente y a mi editora, algunas me propusieron titularlo «Vergüenza». Por un tiempo, me planteé llamarlo así, pero me di cuenta que esa palabra tenía connotaciones muy negativas. Así que no me servía porque yo había luchado por desprenderme de todo lo negativo para escribir un libro que fuera feliz y con un pequeño halo de esperanza. Pero es verdad que la vergüenza lo sobrevuela constantemente porque, precisamente, el verdadero trabajo de la propia narradora es quitarse esa vergüenza, para poder encarar ciertos temas de manera totalmente abierta y sincera.

M.G.- Aparte de la masturbación femenina, también se habla de los genitales femeninos. Una parte del libro habla del clítoris y también de la ablación, esa práctica tan horrenda, que obliga incluso a operaciones para su reconstrucción. Luna, la mujer occidental de países desarrollados, la mujer del día a día, no está en absoluto concienciada con esa problemática, ¿verdad?

L.M.- No (rotundo). No estamos concienciadas. Antes te decía que estamos equivocados al pensar que la problemática de la vida sexual femenina está resuelta en este siglo XXI, porque nos han dado la posibilidad de comprarnos ciertos juguetes eróticos. Eso no es real, y además nos hacen caer en una especie de torbellino capitalista. No estamos más empoderadas porque usemos un Satisfyer. Y como no nos conocemos a nosotras mismas, en nuestro contexto, cómo vamos a conocer lo que pasa a kilómetros de distancia de nosotras, o incluso cerca, pero en culturas y comunidades que ni entendemos, ni aparecen en la prensa.

Todo lo relativo a la ablación lo asociamos a ciertos reportajes de televisión que aparecen muy cuando en cuando, y que te muestran esa problemática como si estuviera ocurriendo en otro planeta. 

M.G.- Partimos de la base de que cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera y someterse a las cirugías que considere oportunas. Pero, ¿qué les pasa a algunas mujeres que piensan que sus órganos genitales son tan feos que tienen que hacerse  una labioplastia, con las consecuencias que eso acarrea? 

L.M.- Todo es fruto del desconocimiento. En el libro recojo una anécdota que explicó María Hesse, en relación a su libro El placer. Para poder pintar vulvas, Hesse tuvo que pedir a sus amigas que le enviaran fotos de sus órganos genitales. Con ello, María pretendía tener un catálogo mucho más fiable que el que nos muestra el porno. En pornografía, vemos genitales femeninos muy concretos, muy trabajados, muy operados y dispuestos de una manera muy concreta. Por otra parte, la mayoría de los libros de Conocimiento del medio de hoy en día tampoco muestran la vulva. Es más, recuerdo una polémica que se produjo en Francia hace un par de años, con respecto a unos libros en los que se veía un pene perfectamente representado, pero la vulva, no. Aquello ocurrió en 2018 y se formó un revuelo muy grande en la prensa francesa porque las niñas francesas podían ver un pene tal cual, pero no una vulva. 

Todo esto está directamente relacionado con lo que estamos hablando. Si a un niña pequeña le dices que no hable de lo que tiene ahí, que no toque ni mire lo que tiene ahí, y si en los libros tampoco lo puede ver,  si a lo único a lo que pude acceder circunstancialmente es a una imagen pornográfica de una mujer operada y depilada al extremo, a lo mejor va a pensar que lo que tiene entre las piernas es rarísimo, es feísimo y va a querer cambiarlo.

M.G.- Pues sí. Y otra cuestión que abordas en el libro es el amor plural. Yo siempre he pensado que el hombre y la mujer no son monógamos por naturaleza. Las relaciones son cíclicas y la idea de una relación para toda la vida es una cuestión social. Ahora bien, lo que jamás me había planteado es que se puede amar a más de dos personas a la vez.

L.M.- Sí, es algo que me interesa y sobre lo que he leído mucho. Siempre me ha parecido fascinante que una de mis escritoras favoritas, Anaïs Nim, pudiera estar casada con su marido y, al mismo tiempo, tener relaciones con amigos o amigas. A mis dieciséis años, cuando empiezo a leer sus obras, me parecía que todo aquel despliegue de amores era una locura.

Ahora vivimos en una época en la que, no sé si estamos experimentando grandes cambios pero, al menos, sí estamos obteniendo grandes herramientas para repensarnos. Tenemos la oportunidad de leer a Gabriela Wiener, a Brigitte Vasallo y otras muchas teóricas de lo que se suele llamar poliamor, u otras formas de relación afectiva. Hasta ahora, todas esas teorías estaban un poco silenciadas, aunque son más viejas que la humanidad. Ahora podemos dar pasos hacia delante. No sé exactamente si todos estos modelos son sostenibles o no. Tampoco sé si lo es esa concepción que tenemos de la monogamia. Muchas veces la gente me pregunta si creo que el poliamor es la respuesta a todos los males de la monogamia. Mi repuesta sería que no, pero que la teoría del poliamor podría ayudarnos a entender qué estamos haciendo mal, qué nos duele, cómo nos sentimos cómodos. No creo que se sea monógamo o poliamoroso. Creo que, en todo caso, se está en un tipo de relación o en otra, pero no se es per se.

M.G.- Caliente está plagadísimo de referencias literarias, de citas, de alusiones, reflexiones de otras escritoras y escritores. Todo eso está combinado con tu experiencia personal. ¿No te costó ningún trabajo exponerte así?

L.M.- En realidad, estoy acostumbrada a desnudarme, tanto en mi poesía, como en mis novelas. No sé si eso es un defecto o una causa de haber tenido redes sociales desde adolescente. Recuerdo la época de Fotolog, donde a lo mejor me seguían diez amigos del instituto. Allí yo ya contaba mi día a día, ya subía fotos. Quienes hemos hecho un determinado uso de las redes sociales como diario personal, perdemos el miedo a mostrar ciertas cosas. Además son cosas que quiero mostrar voluntariamente. Expongo mi experiencia porque puede ayudar a explicar algo que no está suficientemente explicado en la literatura que he leído, y cuyos detalles podrían facilitar el entendimiento de ciertas líneas de pensamiento que están ahora en boca de todos. Por eso digo que este ensayo, estas memorias, no es un texto sobre el poliamor, ni intento explicar las bases de ciertas maneras de relacionarse más allá de la monogamia, sino que yo cuento cómo ha sido mi coqueteo con esa experiencia, sin sentar cátedra, sino contribuyendo con mi testimonio.

M.G.- La inmensa mayoría de las referencias son femeninas. Alguna vez aparece el nombre de algún hombre. ¿Es complicado que un hombre aborde con objetividad el deseo femenino?

L.M.- He encontrado pocas lecturas firmadas por hombres. En este caso, me gusta remitirme al Premio Bad Sex Award, los premios al peor sexo, que se entregan irónicamente a escritores cada año. Generalmente, los más nominados y los más premiados suelen ser hombres hablando de sexo. Se premia la peor escena sexual de la literatura de cada año. Sin embargo, también creo que hay narradores que trabajan muy bien la feminidad. Por ejemplo, en España tenemos a Gonzalo Torné y en Estados Unidos a Jeffrey Eugenides. La trama nupcial o Las vírgenes suicidas hacen un retrato muy chulo de la feminidad.

En cualquier caso, a mí me interesaba hacer un árbol genealógico de escritoras. Creo que es lo que nos falta. Hay miles de referencias al deseo y al erotismo, desde Ovidio, hasta Catulo, pasando por el Marqués de Sade. Si hubiera querido hacer un mapa del erotismo trabajado desde los nombres masculinos, habría caído en los nombres de siempre. De hecho, en algunos caigo, pero hacía falta también mostrar el mapa de esos nombres femeninos que, normalmente no salen a la luz cuando hablamos de todas estas cuestiones.

M.G.- Y hablando de autores y autoras, también podemos hablar de lectores y lectoras. Te he escuchado en varias entrevistas incidir mucho en la palabra lectoras. ¿No te llega feedback de lectores?

L.M.- Tengo muchos lectores, lo que pasa es que la mayoría son lectoras. No me importa utilizar el femenino para referirme al conjunto. Creo que es algo bonito, y un homenaje a ellas. Si te pones a mirar las estadísticas, la mayoría de mis seguidores en redes sociales son mujeres. Es más difícil medir qué porcentaje de mujeres o de hombres leen mis libros, pero es cierto que creo que mi discurso llega mucho más a las mujeres. Tampoco es tan raro, teniendo en cuenta que, solo en España, la mayoría de los lectores son mujeres. Por eso hablo de lectoras porque creo que esa palabra representa mucho mejor el grupo de personas que me leen, sin rechazar al lector masculino porque, evidentemente lo necesitamos. Él también tiene que hacer un esfuerzo al leer a todas esas mujeres de las que, sin duda, aprenderá muchísimo.

M.G.- Aprender mucho, segurísimo. De hecho, yo he aprendido un montón. He estado leyendo tu libro, con el ejemplar en una mano y el móvil en la otra, buscando información constantemente. Creo que ese es el mejor modo de leerlo, dejándose llevar por todas esas referencias que vamos encontrando, e indagando y buscando más información. 

L.M.- Me gustaría pensar que quien se acerque a Caliente va a aprender cosas. La mayoría de mi familia se dedica a la enseñanza. A veces pienso que, cuando escribo, se me pone cara de profesora. Dar bibliografía a los demás es apasionante. Cuando has aprendido algo, lo compartes con otra persona, esa persona se interesa y eso da pie a una conversación, es algo que me apasiona. Me encantaría que la gente, después de leerme a mí, se olviden de mi libro y se interesen por otras muchas lecturas que menciono.

M.G.- Luna, en el libro reproduces una serie de encuestas que has hecho a otras mujeres, sobre deseo, amor, sexo. Me gustaría saber cómo se han desarrollado esas entrevistas.

L.M.- Fue muy sencillo. Hice un cuestionario tipo muy básico, pensando que no me aportaría tanto como al final sí ha sido. Primero se lo pasé a personas cercanas, pero me di cuenta del jugo que podía dar un cuestionario así, con preguntas como ¿cuándo empezaste a masturbarte?, ¿sentiste pudor?, ¿qué referentes tienes?, ¿con quién hablas de estos temas? Así que, a través de redes sociales hice una llamada. Empecé a recibir muchísimas respuestas de muchas mujeres españolas o latinoamericanas. Me llegaron como unos doscientos mails, algunos con respuestas muy escuetas y otros larguísimos. Fue muy complejo recibir respuestas de menores de edad, que te contaban intimidades muy difíciles. Eran testimonios que debían de contar a un adulto, a su madre o a su hermana. Recibí también respuesta de mujeres trans. Una de ellas me contó su transición. Fue tantísima la información que daría para recopilarla en un libro

M.G.- Que menciones a las mujeres trans me da pie para confesarte que, a veces, me pierdo con tanta etiqueta. Leyendo tu libro he tenido que buscar algunos conceptos como la conducta queer. ¿Tú no crees que el empleo abusivo de tanta etiqueta es contraproducente?

L.M.- Mira, esto es muy interesante. En el libro hay una sección que habla, precisamente, de la etiqueta «literatura femenina». Las etiquetas son necesarias en un momento, para señalar y mostrar, para señalarse y mostrarse. El problema aparece cuando esas etiquetas dejan de ser un modo de visibilización y se convierten en un método de separación. Hay una serie de etiquetas que antes convivían pacíficamente porque la lucha era común pero ahora, como ya están muy asumidas, al menos en algunos ámbitos, se pueden convertir en una carga, en algo que nos separe, nos pelee, e incluso puede ser utilizado en nuestra contra por el machismo, por el patriarcado, o por la extrema derecha. Con las etiquetas, debemos ser muy cuidadosos. No debemos negarnos a ponernos las etiquetas que necesitemos para mostrarnos, para contar una realidad que no está representada, pero también debemos ser cuidadosas y no permitir que los abusadores de siempre, aquellos que quieren vernos calladas, utilicen todas estas herramientas para eso, hacernos callar.

M.G.- Luna, me llevaría hablando contigo mucho más tiempo. Se me han quedado muchas preguntas en el tintero, pero no quiero robarte más tiempo. Muchas gracias por atenderme y felicidades por este libro que, para mí, ha sido todo un descubrimiento.

L.M.- Me alegro que te haya gustado. Gracias.


Sinopsis: Luna Miguel brinda en Caliente su narración más íntima sobre el deseo, el amor plural y la creación literaria; iluminadoras entrevistas en torno al placer y el autoplacer, y una lúcida lectura de una larga estirpe de escritoras que lo arriesgaron todo en su literatura, como Louise Glück, Cristina Morales, Annie Ernaux, Marina Tsvietáieva, H. D., Renée Vivien o Chris Kraus. Con «inteligencia y provocación» (Zenda), la autora «se impone "decir con rabia todo lo que no debo"» (El Cultural de El Mundo), y así, por medio de confesiones, reflexiones y citas, sin respiro, audaz y reveladora, vuelve a tocarnos con su mejor obra hasta la fecha.



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