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viernes, 29 de mayo de 2015

CUANDO ESTÁBAMOS VIVOS de Mercedes de Vega.



Editorial: Plaza & Janés.
Fecha publicación: abril, 2015.
Nº Páginas: 528.
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa.
Edición: Tapa dura con sobrecubiertas.
ISBN: 978840134307
[Disponible en ebook;
puedes leer el primer capítulo aquí]




Autora


Mercedes de Vega es socióloga y escritora. Nació en Madrid en 1960. Ha residido y trabajado en Nueva York y Barcelona. Cursó estudios de literatura en la Universidad Complutense de Madrid y participado en numerosos talleres de escritura creativa. Colabora en revistas literarias como Resonancias y Los papeles de Iria Flavia. Ha publicado la novela El profesor de inglés (Huerga y Fierro Editores); el libro de relatos Cuentos del sismógrafo; artículos y publicaciones, y diversos relatos en antologías colectivas. Ha sido galardonada por dos años consecutivos (2013 y 2014) en los Premios del Tren "Antonio Machado". 

www.mercedesdevega.com



Sinopsis



Una excepcional novela sobre el amor y el destino, la memoria y los secretos de familia.

En los albores de la Segunda República, Lucía Oriol es una joven esposa aristocrática en una sociedad en plena transformación, cuya vida da un vuelvo cuando conoce a Francisco Anglada, viudo empresario de origen judío, que compra una residencia a la familia Oriol en la calle Pintor Rosales. Lo que comienza como una tórrida aventura amorosa, se enreda cuando aparece Jimena, la conflictiva hija de Francisco. La relación entre Jimena y Lucía, la doble vida de ésta y el pasado oculto de los Anglada destaparán un torbellino de celos, venganza y traición de los que nadie saldrá indemne.

El amor de Lucía Oriol por un hombre atrapado en el laberinto del pasado y la necesidad de contar la verdad y de hacer justicia, alimentan este retrato de dos linajes, inspirado en hechos reales, en un Madrid convulsionado al borde de la Guerra Civil.

Con la riqueza de una sobresaliente prosista, Mercedes de Vega bucea en nuestra historia más personal para mostrar que en todas las familias se esconden secretos que pueden resultar letales. Cuando estábamos vivos no es solo la historia de una mujer que debe elegir entre la razón y el corazón, también es el fresco de una época y de una ciudad que marcarán los destinos de sus protagonistas.



[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Me gustan los libros cuidados, con una edición bonita y detalles adicionales que lo embellecen. Cuando estábamos vivos es una novela mimada, que cuenta con una fotografía antigua en las gualdas, mostrando el Madrid de los años 30, una instantánea tomada desde el Círculo de Bellas Artes, un lugar en el que conoceremos a dos de sus protagonistas.

La autora, Mercedes de Vega, construye en esta su primera novela una saga familiar que retratará la vida de dos familias pudientes, los Oriol y los Anglada, con distinto origen y también en distinto bando pero que, por circunstancias de la vida, unirán lazos hasta el estallido de la Guerra Civil, momento en que las relaciones se recrudecen y cortarán amarras.

Los Oriol son gente de alcurnia, respetables y respetados. El matrimonio lo componen Alfonso Oriol, Marqués del Valle y su esposa Emilia, padres de Lucía que, en el momento en que arranca el verdadero argumento de la novela, tiene veinticinco años, está casada con Roberto Arzúa, nacido en Italia, un camisa negra que apoya a su país en la persona de Benito Mussolini y con quien es madre de un pequeño llamado Claudio. Alfonso es un hombre de negocios pero será Lucía uno de los pilares fuertes de la novela. Los Oriol son católicos, monárquicos y conservadores. 

Los Anglada vienen de provincias. Tras la muerte de Ezequiel Anglada y Miriam de Vera, la línea genealógica la encabeza Francisco, el hijo mayor de ambos, un empresario que sabe aprovechar las oportunidades. Vive a caballo entre Madrid y su finca Tres Robles donde reside su hija Jimena, fruto de su matrimonio con la difunta Juliana Roy. Los Anglada guardan un secreto. Son judíos y aunque se sienten orgullosos de sus orígenes, solo lo viven de puertas para adentro. De cara a la galería tienen que mantener las formas, de ahí que Miriam prácticamente obligue a su hijo David a tomar los hábitos y hacerse cura. Pero en esta familia no todo es lo que parece. Hay muchos secretos, muchos sucesos trágicos que ocultar, mucho lastre que arrastrar y que condicionarán la vida de unos y otros. 



¿Qué une a ambas familias? Los negocios serán el nexo inicial. Las inversiones y la compra-venta de inmuebles provocarán el primer encuentro entre Francisco Anglada y Lucía Oriol y bastará que él la contemple una sola vez para enamorarse de ella y para que esta caiga rendida como si fuera el último hombre de la tierra. Comienza así una historia de amor muy compleja, desmedida, pues Lucía es una mujer casada a la que no le importará vivir un adulterio. 

En 1995, desde la ciudad de Roma, Lucía Oriol abrirá la novela, contando ya con la friolera de noventa años de edad. Han pasado cuarenta años y es hora de poner las cosas en su sitio, de hacer justicia a los muertos, de saldar deudas consigo misma y con Dios, y por eso decide escribir este testimonio y dejarlo en manos de su nuera Laura Bastiani, un testimonio que tiene más de confesión, la que le hizo Francisco Anglada dieciséis años atrás, donde relatará todo lo que acontece a ambas familias desde el año 1928 a 1936. Unas páginas introductorias narradas en primera persona, que servirán como aperitivo antes de adentrarnos en el verdadero argumento de la novela.

Cualquier lector podría pensar que un argumento de esta índole podría ser únicamente fruto de la imaginación de su autora pero tenéis que saber que Mercedes de Vega construye esta novela partiendo de hechos reales relacionados con su pasado. La muerte de su padre, un hombre bastante reservado a la hora de hablar de su infancia, llevó a la autora a realizar una investigación personal y al encontrar poco material, teje una historia con solo dos hilos reales - la existencia de un orfanato fundado por una dama de la aristocracia residente en el extranjero, a la que da vida Lucia Oriol, y la infancia de su padre en dicho hospicio, encarnado en la piel de un personaje del que nos hablaré en esta reseña. 

Cuando estábamos vivos es una maravillosa novela con amores prohibidos, sufrimientos, tristezas, muertes trágicas, arrepentimientos, exilios, terribles verdades, triángulos amorosos, traiciones, venganzas  y juramentos. Una mezcla de elementos sumamente interesante que se deslizan a lo largo de un romance.  Pero no quedará ahí la cosa pues, si el amor es un sustento importante de la novela, también lo es el contexto político social del momento del que os hablaré más adelante, así como la promulgación de una la ley de divorcio, vía de escape para mucho de aquellos matrimonios llevados al altar por intereses familiares, que finalmente fue derogada.

Y como guerra y religión siempre han ido de la mano, en Cuando estábamos vivos las creencias religiosas cobran fuerza suficiente como para dirigir los pasos de los personajes de esta novela. Cristianos y judíos verán peligrar su integridad en función de la ideología política imperante. 

Y a todo esto, un cuadro, una copia de El fusilamiento del 2 mayo de Goya, una obra que funciona casi como el epicentro de todos los hechos descritos en la novela y al que todos, de una manera u otra, terminan por llegar. 



martes, 12 de mayo de 2015

ENTREVISTA a MERCEDES DE VEGA (Cuando estábamos vivos).

Autora

Mercedes de Vega es socióloga y escritora. Nació en Madrid en 1960. Ha residido y trabajado en Nueva York y Barcelona. Cursó estudios de literatura en la Universidad Complutense de Madrid y participado en numerosos talleres de escritura creativa. Colabora en revistas literarias como Resonancias y Los papeles de Iria Flavia. Ha publicado la novela El profesor de inglés (Huerga y Fierro Editores); el libro de relatos Cuentos del sismógrafo; artículos y publicaciones, y diversos relatos en antologías colectivas. Ha sido galardonada por dos años consecutivos (2013 y 2014) en los Premios del Tren "Antonio Machado".

www.mercedesdevega.com

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Una excepcional novela sobre el amor y el destino, la memoria y los secretos de familia.

En los albores de la Segunda República, Lucía Oriol es una joven esposa aristócrata en una sociedad en plena transformación, cuya vida da un vuelco cuando conoce a Francisco Anglada, viudo empresario de origen judío, que compra una residencia a la familia Oriol en la calle Pintor Rosales. Lo que comienza como una tórrida aventura amorosa, se enreda cuando aparece Jimena, la conflictiva hija de Francisco. La relación entre Jimena y Lucía, la doble vida de ésta y el pasado oculto de los Anglada destaparán un torbellino de celos, venganza y traición de los que nadie saldrá indemne.

El amor de Lucía Oriol por un hombre atrapado en el laberinto del pasado y la necesidad de contar la verdad y de hacer justicia, alimentan este retrato de dos linajes, inspirado en hechos reales, en un Madrid convulsionado al borde de la Guerra Civil.

Con la riqueza de una sobresaliente prosista, Mercedes de Vega bucea en nuestra historia más personal para mostrar que en todas las familias se esconden secretos que pueden resultar letales. Cuando estábamos vivos no es solo la historia de una mujer que debe elegir entre la razón y el corazón, también es el fresco de una época y de una ciudad que marcarán los destinos de sus protagonistas.



[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Mercedes de Vega es pura energía. Basta oírla hablar para contagiarse de su entusiasmo y su vitalidad, especialmente si te habla de su última novela, Cuando estábamos vivos, una saga familiar cuyo argumento contiene retazos de su propio pasado. 

Como antesala al inicio de la Feria del Libro en Sevilla, pude sentarme a charlar con ella de la trama y los personajes sobre los que se sustenta esta novela llena de emociones y sentimientos en un Madrid que renace con un mundo en pleno cambio. Esto es lo que nos contó.

Marisa G.- Mercedes, esta novela supone para ti tu puesta de largo porque, si no me equivoco, tú vienes del relato y de la novela corta, ¿verdad?

Mercedes V.- Sí. Yo vengo de relatos y luego pasé a la novela corta con El profesor de inglés. Y luego volví a los relatos y sigo con ellos. Es que es mi medio, donde yo me siento en mi salsa. 

M.G.- Y el cambio a una mayor envergadura, ¿qué supone?

M.V.- Pues es un reto enorme pero es que yo quería contar esta historia. Sabía que, tarde o temprano, esta novela iba a surgir. No es que yo me propusiera escribir una novela larga, con una estructura más clásica, sino que simplemente surgió de una investigación personal, genealógica, que llevé a cabo durante muchos años. Estuve investigando sucesos familiares pero como algo personal que no tenía nada que ver con la escritura. Lo que pasa es que al final vi tanto material narrativo que no pude resistirme y en un momento dado empecé a escribir un argumento que llega casi hasta el día de hoy. Esta novela trata sobre la vida de dos familias en el siglo XX, los Oriol y los Anglada. Necesitaba contar esa historia y así comencé a escribirla casi de forma espontánea. 

M.G.- Sucesos familiares, investigación personal,... El argumento de Cuando estábamos vivos tiene parte de tu propio pasado, ¿no es así?

M.V.- Sí. Esta novela está montada con dos hechos reales y lo demás es ficción. 

M.G.- Unos hechos reales relacionados con tu familia, ¿de qué recursos has tirado para conocer esa parte de tu pasado? 

M.V.- Mira te cuento. Mi padre murió de una forma espontánea y precipitada. Tras la muerte de una persona querida se te abre una especie de vacío enorme. Mi padre fue un niño de la guerra y se crió en un orfanato, fruto de la obra filantrópica de una aristócrata, porque su madre muere en la guerra, en un hospital, el Hospital Provincial que es hoy el museo Reina Sofía. Se queda huérfano y a partir de estos datos reales monto la historia. Mi investigación me lleva a conocer a toda mi familia paterna, bueno a lo que queda de la familia paterna porque mi padre era hijo único. Yo necesitaba reconstruir una historia y como encontré muy pocos datos, acabé por inventármela directamente (Risas). Cuando empecé a escribir y montar la novela construí una ficción partiendo de dos hechos reales nada más: el paso de mi padre por el orfanato y la muerte de su madre que es Jimena Anglada...

M.G.- A quién está dedicada la novela.

M.V.- Exacto. Porque la novela está dedicada a ella y todas esas mujeres de nuestras familias que no pueden hablar y que no han podido contar su historia en vida. Y fui tirando, tirando de un hilo..., pero ya te digo, encontré muy poco y con solo esos dos hechos reales monté toda la historia, poniendo a trabajar a toda una época, a un montón de personajes sacados de la ficción para contar casi el final, porque curiosamente esta es una de esas novelas que se inician por el final.

M.G.- Y esa investigación que tú llevas a cabo sobre tu familia ¿te acarreó alguna sorpresa? ¿Sentiste algún tipo de inquietud, algún temor por no saber qué te podrías encontrar?

Cementerio de Milmarcos
M.V.- Pues sí. Yo sabía que me iba a topar con muy poco porque claro mi padre era huérfano, hijo único,... No había nadie que hablara de él pero yo sí quería hacerlo y casi no pude averiguar nada. Comencé un periplo de investigación a través de registros civiles, de cementerios y llegué a Aragón, al sur, y allí me encontré con la tumba de su abuelo, de Francisco Anglada. Era una simple cruz en el cementerio de un pueblo inhóspito que se llama Milmarcos y dije «Madre mía, hasta dónde he llegado». Pero bueno, poco material pude sacar porque no había testimonio de nadie y al final me quedé como un tanto vacía. No conseguí mucho más de lo que él nos contó. ¿Y qué hice? Pues hacer que aquella aristocráta madrileña que había posibilitado el futuro de mi padre con aquel orfanato en el que él pasó sus años de infancia y juventud, contara la historia. Lo único que sabía de ella es lo que él contaba, que era una mujer que vivía en el extranjero que se encargaba del mantenimiento de un hospicio dirigido por unas monjitas y donde se recogía a aquellos niños que habían quedado abandonados y solos en el mundo. Esa era la historia de mi padre. Y así comenzó. No había ninguna narradora mejor para la novela que aquella mujer y creé al personaje de Lucía Oriol.

M.G.- Fíjate que yo creía que Lucía Oriol era un personaje real. 

M.V.- Bueno está basado en un personaje real pero no es real ni su nombre ni su historia porque no pude averiguar nada de su historia. De hecho yo fui al orfanato que se perdió en los años 50 con todos los planes urbanísticos del franquismo. Los únicos testimonios que pude recoger son los que me ofrecieron en una iglesia que había al lado, gente que lo habían conocido pero no me pudieron dar mucha información. Ni siquiera a través de archivos generales pude encontrar gran cosa. Así que me la inventé. 

M.G.- Me gusta cuando los autores echáis mano de vuestra familia para narrar parte de vuestro pasado. Eso me hace pensar que, a veces, no es necesario idear argumentos de pura ficción porque tenemos grandes novelas al alcance de nuestra mano. ¿No te parece?

M.V.- Totalmente. Tenemos grandes historias en nuestras familias. Yo creo que nuestra propia vida puede suponer un material narrativo impresionante. Lo que pasa es que todo eso después hay que armarlo. 

M.G.- Decías antes que en tu novela hay dos familias, los Oriol y los Anglada. Lucia Oriol, una joven casada, se enamora de Francisco Anglada. Me gusta mucho cómo empieza la novela porque creas una atmósfera de suspense en torno a un hecho luctuoso que ocurre a la hija de Francisco, a Jimena Anglada.  Es una buena manera de comenzar.

M.V.- Claro porque la historia de amor no es más que una excusa. La novela va más allá de esa historia de amor. Es una invitación a viajar al pasado, a viajar a Madrid y a la España de la Segunda República hasta el comienzo de la guerra civil. He querido retratar los años 20 y los años 30. Eso es lo que he querido hacer, a través de una historia de amor y no solo eso, sino de la historia de dos familias, con un montón de vicisitudes, de pasiones, de motivaciones, de historias. Al final lo que quiero contar es literatura. 

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