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lunes, 11 de diciembre de 2023

LA BABILONIA, 1580 de Susana Martín Gijón

Editorial: Alfaguara
Fecha publicación: agosto, 2023
Precio: 21,90 €
Género: novela negra
Nº Páginas: 464
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788420470443
[Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981) es autora de la exitosa saga de novela negra protagonizada por la inspectora Camino Vargas y compuesta por Progenie (Alfaguara, 2020) —cuyos derechos han sido adquiridos para su producción audiovisual—, Especie (2021) y Planeta (2022). Ha sido galardonada por su trayectoria literaria con el Premio Avuelapluma de las Letras, así como con el Premio Cordoblack por su contribución a la renovación del género negro, el Premio Cubelles Noir a mejor novela publicada en castellano y el Premio Granada Noir. Algunas de sus obras más conocidas son Más que cuerpos (2013), Desde la eternidad (2014), Náufragos (2015), finalista del certamen de novela Felipe Trigo, o Vino y pólvora (2016). Licenciada en Derecho y especializada en Cooperación Internacional, fue directora del Instituto de la Juventud de Extremadura y presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia, así como presidenta de la Asociación de Escritores de Extremadura. En 2022 fue becada por el Ministerio de Cultura por su proyecto para incentivar la conciencia ecológica a través de la expresión creativa en la residencia literaria de Holbox, en México.

La Babilonia, 1580 (Alfaguara, 2023) es su primera novela negra histórica.

Sinopsis

Año del Señor de 1580. Sevilla vive su momento de máximo esplendor como capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo.

La Flota de Indias de Su Majestad está a punto de zarpar cuando la piel arrancada del rostro de una mujer y su cabellera pelirroja aparecen ajustadas como un disfraz macabro al mascarón de proa de la Soberbia, el buque de guerra que abre el convoy. Próxima al barrio portuario del Arenal, en una zona cercada por altos muros, se encuentra La Babilonia, el prostíbulo más cotizado de la Mancebía y donde ejerce Damiana. A pocos metros de allí está el convento de las carmelitas descalzas, donde vive en clausura sor Catalina. Ambas fueron amigas en la infancia y se verán unidas de nuevo a fin de averiguar quién cometió tan brutal asesinato y por qué. Para hacerlo pondrán en peligro sus propias vidas, pero también el secreto mejor guardado de la Corona.

[Información tomada de la web de la editorial]

A estas alturas del año, hay muchos lectores-blogueros que ya están preparando ese ranking de mejores lecturas de 2023. Si yo hiciera un post de este tipo, sin duda, tendría que incluir la novela de la que vengo a hablaros hoy. La Babilonia, 1580 de Susana Martín Gijón supuso para mí un viaje apasionante a la Sevilla del siglo XVI, para conocer la ciudad en su momento de mayor esplendor, cuando era Puerto de Indias, a cuyas orillas del río Betis (Guadalquivir) llegaban los barcos cargados de tesoros, y regresaban llenos de hombres que querían prosperar en el Nuevo Mundo. En ese contexto histórico, la autora sevillana desarrolla una trama en la que el lector se sumergirá en los bajos fondos, para conocer un elenco de personajes dispares pero bien trazados, una novela llena de elementos que llamará la atención de cualquier lector. Os cuento con más detalle.

Susana Martín Gijón, tal y como nos contó en la entrevista (puedes leerla aquí) homenajea en esta novela a la tradición del manuscrito encontrado. En la nota que antecede al cuerpo de la historia, la autora nos explica que La Babilonia, 1580 surge del hallazgo de un manuscrito, un legajo rubricado por una mujer, hallado en el Colegio de Gramáticos de Cuerva, «—edificio abandonado al que mi curiosidad temeraria me había llevado a introducirme en aras de comprobar el estado ruinoso que arrastró a la Lista Roja del Patrimonio el lugar donde ya se impartían clases de gramática hace cuatrocientos años». En ese edificio, sito en la provincia de Toledo, Susana encuentra supuestamente un manuscrito, fechado en el siglo XVIII«más el transcriptor aseguraba haber realizado una copia fiel de un manuscrito del siglo XVI». Ni corta ni perezosa, se mete ese puñado de hojas en la mochila y sale zumbando del edificio. ¿Qué historia contiene ese legajo? Pues, ni más ni menos, que la historia que vamos a leer en esta novela. A pesar de que el texto está fechado en tiempos en los que el lenguaje era muy distinto al de hoy, Susana aclara que, lo que vamos a leer, es una versión actualizada de esa historia, con un lenguaje más comprensible, pero sin haber modificado ni el contenido de los hechos ni la esencia del relato.

Situémonos. Imaginemos que estamos en Sevilla, en el año 1580. La ciudad despierta un día de agosto con una terrible noticia. Una mujer ha sido hallada muerta en la Soberbia, una de las naves de la flota de Indias. En realidad, no se trata de un cuerpo en sí, sino del rostro de la víctima que alguien ha superpuesto sobre el mascarón de proa.


«...sobre la faz esculpida del león, alguien ha superpuesto el rostro arrancado de una mujer. La piel desollada y una cabellera roja le otorgan al guardián de la embarcación un aspecto sobrecogedor». [pág. 37]

 

Se trata de Violante, la curandera del prostíbulo La Babilonia, una prostituta que se encargaba de cuidar a las jóvenes, con sus hierbas y remedios caseros«una bruja buena que salva a muchas de la peor de las suertes, incluida la de la temida preñez». El hallazgo cubre de una espesa sombra negra la nave y la empresa que tienen entre manos. Cuando llevaban meses preparando la partida hacia las Indias, reclutando a la tripulación, llenando las bodegas del barco con la mercancía con la que se pretende negociar en el Nuevo Mundo, y consiguiendo las autorizaciones pertinentes, este trágico suceso lo cambia todo. El barco está maldito y muchos hombres desisten de embarcarse. La empresa peligra. Sin hombres, la flota no puede echarse a la mar y, por ende, las mercancías que esperan en las tripas del barco pueden echarse a perder. 

Los responsables del navío tratan de quitar hierro al asunto. Animan a los hombres a no dejarse llevar por supercherías, pero una nueva muerte tendrá lugar. Esta vez, el cuerpo de otra prostituta aparece en otra nave. ¿Alguien está intentando sabotear la partida de la flota?

Al margen de estos sucesos, conoceremos a Damiana. Es una joven exótica de dieciocho años y rasgos singulares. Tiene «ojos almendrados, pómulos prominentes, unos labios muy gruesos y una nariz aguileña que le da aire de ave rapaz». No es muy guapa pero está muy cotizada en la mancebía donde trabaja. Allí, en La Babilonia, la joven ofrece sus servicios. Es el único hogar que conoce. Y sus compañeras, su única familia. A Damiana, la muerte de Violante la dejará muy marcada. 

En otro punto de la ciudad, se alza el Convento de las Carmelitas Descalzas, fundado por Santa Teresa de Jesús, y regido por María de San José, la abadesa a la que llaman la monja letrera. Allí reside sor Catalina, una joven sin familia, que consigue tomar los hábitos, gracias a la dote que le dejó en herencia una viuda. La vida de sor Catalina transcurre lejos de lo que se cuece fuera de los muros del convento. Entregada a Dios, tiene techo y comida, y el apoyo de un  cura que la visita ocasionalmente, y le hace llegar lecturas que no todo el mundo aprobaría. 

Damiana y Catalina (Carlina para la joven manceba) fueron amigas en su día Para saber cómo se conocieron, la acción se retrotrae a febrero de 1571. Por entonces, eran dos chiquillas que no tenían donde caerse muertas y trataban de ganarse la vida como podían, sisando aquí y allá algún mendrugo de pan. Más que amigas eran como hermanas, pues solo se tenían la una a la otra. Pero algo pasó entre ellas que las distanció. Carlina tomó una decisión y Damiana, por motivos personales, no se lo ha perdonado. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde entonces y Damiana necesita la ayuda de Carlina. Ella sabe que su amiga no la dejará de lado. La otra entiende que debe ayudarla. ¿Qué necesita Damiana? La joven busca un objeto que estaba en posesión de Violante, un talismán que no debe caer en manos equivocadas porque en su interior alberga un secreto. Ahora, con la trágica muerte de la prostituta, no sabe dónde está ese objeto, el único que ha conservado de su infancia, «lo único que aún la ata a su familia y que prometió conservar».

Pero el interés de la joven no solo recae en la búsqueda de esa reliquia. También quiere averiguar quién ha matado a Violante. Le debe mucho a esa mujer y siente que está en deuda con ella.


«Violante me curó y me escondió durante semanas. Cuando estuve repuesta, ella y el resto de las mujeres me prestaron ropas, me dieron afeites, y me llevaron ante el padre que regenta la casa». [pág. 61]


Y, en medio de todo esto, de Damiana y Catalina, del convento y de la mancebía, la figura de un religioso, el cura Pedro de León, un hombre al que, tanto una joven como otra, verán de forma distinta, y al que iremos descubriendo verdaderamente a medida que avancemos en la lectura. 

Lo que os he contado hasta ahora conforma lo que sería el presente de la novela. No obstante, La Babilonia, 1580 se sustenta sobre dos hilos argumentales, ubicándose el segundo en el año 1216, en Tierra de Do a orillas del río Sankarani, frontera de Guinea, Costa de Marfil y Mali, del que no os voy a contar nada.

Qué me ha gustado de esta novela

Para empezar, debo confesar que la historia con la que se abre esta novela, la del hallazgo de un manuscrito, me la creí totalmente. Esas primeras páginas del relato dispararon mi imaginación y, a través de mi mente, vi la imagen de Susana Martín Gijón, a modo de una Indiana Jones sevillana, merodeando en las estancias de un edificio abandonado, y encontrando un puñado de hojas amarillentas, en las que alguien, a pluma y con caligrafía puntiaguda, contaba la historia de una vida. Me lo creí. De hecho, quiero creerme que todo ocurrió tal y como os estoy contando. Dejadme que fantasee de este modo.

Entrando en la trama en sí, ¿qué puedo decir? La Babilonia, 1580 me ha parecido muy entretenida y muy edificante, también. No me ha costado nada ver los hechos que transcurren en la novela; pasear por las calles de la mancebía, ver entrar a unos y a otros en el lupanar; reírme con el descaro de las prostitutas; santiguarme al traspasar el umbral del convento, donde Catalina está envuelta en sus lecturas. También me ha gustado mucho moverme por el puerto; acudir a orillas del río para ver las naves imponentes, esperando su partida; observar el trasiego de los hombres, porteando mercancías de un lado a otro; y sentarme un rato en las escaleras que bordean la catedral, para saber de qué se habla en los mentideros.

De esta novela, podría destacar muchas cuestiones que han despertado mi interés. Entre ellas, el retrato que se hace de la mujer. En esos tiempos, todos sabemos qué caminos le esperaba a una niña que se hacía mujer. No le quedaban más que dos opciones. El matrimonio, con un hombre o con Dios, y la prostitución. Si optabas por la primera de las alternativas, tu vida se reducía a parir y criar hijos, siempre atada a un hombre que, en el mejor de los casos, podía ser un buen compañero de vida. O vivir encerrada entre los fríos muros de un edificio dedicado a Dios, con el ora et labora como lema. Ahora bien, si te decidías por la prostitución, ¿qué te esperaba? Pues esas dos formas de vida, la pecaminosa y la piadosa son las que veremos en esta novela, a través de los personajes de Damiana y Carlina. ¿Cuál de las dos tenía mejor vida? ¿Cuál era más libre?


«Si las mujeres prostituidas carecían de derechos y no contaban para el resto de la sociedad, menos aún lo hacían las monjas de clausura, aisladas como ellas, pero también anuladas hasta el extremo de tener que cambiar su nombre. Hasta su identidad desaparecía». [pág. 284]


La Babilonia, 1580 está llena de mujeres con carácter. Tienen que sobrevivir de algún modo, y no tendrán más remedio que tomar decisiones y elegir un camino que, a buen seguro, no les gusta en absoluto. Pero son mujeres con redaños, que se cuestionarán el papel que el mundo les ha reservado. Por eso, nos toparemos con mujeres que lanzan reflexiones, que tratan de hacer lo que más les gusta, aun a riesgo de ser descubiertas. Son mujeres que no se resignan, que no quieren ser excluidas del conocimiento, aunque algunas vistan hábitos. De ahí que a Sor María de San José se la llame la monja letrera. Y de ahí también que Catalina sienta interés por diversas lecturas que, en principio, no eran aptas para mujeres. Todo esto lo veremos en la novela.

Por otra parte, tengo que admitir que ese segundo hilo narrativo del que os hablaba antes y que nos sitúa en 1216 me desconcertó bastante. Cuando ya estaba totalmente sumergida en la historia y paseaba por las calles de la Sevilla del siglo XVI, me fui topando con una serie de capítulos, en semi alternancia, que me sacaron un tanto de lo que es el relato principal. Esos capítulos contenían una historia en la que se nos habla de pueblos y culturas lejanas que luchan entres síhechos envueltos en una áurea de leyenda, de magia. Viendo que, en mi caso concreto, me interrumpían el fluir de los sucesos en Sevilla, tomé la decisión de leerlos de forma independiente. Es decir, seguí con la lectura del presente de la novela, y al final, volví hacia atrás y leí de una vez esos capítulos que me trasladaban a otro lugar y a otro tiempo. ¿Lo hice bien? Pues no lo sé. Imagino que Susana los va intercalando con la intención de que se lean en la forma en la que ella los dispuso pero yo preferí hacerlo de otro modo. Y creo no haberme perdido nada pues, al final, entendí la intención de la autora y de qué modo esta parte del relato cuadraba con todo lo relativo a Damiana y a Carlina. 

Y así llegué a un desenlace que me ha parecido un buen cierre, con unos sucesos previos que nos mantendrán pegado a las páginas de la novela. No sé si andaré equivocada, pero tengo la impresión de que a estos personajes que vamos a ver en las escenas finales, aun les queda mucha vida literaria. Al menos, a mí me gustaría saber qué pasa después. 

Personajes principales

Estamos ante una novela muy coral, en la que los personajes tienen tanto protagonismo como los hechos. Los nombres principales serán los de Damiana y Carlina, de las que os he hablado un poco. No obstante, la galería de personajes es amplia. Aparecerán o desaparecerán según el momento de la trama. Por mencionar a algunos, tenemos a:

Gaspar, hijo de una esclava negra, un joven que sueña con embarcarse camino de las Indias. Ejerce también de recadero de un caballero 24 y sucumbirá al amor.

* Eugenio de Ron es el hombre más admirado de toda Sevilla, piloto mayor, encargado del rumbo de los navíos. Su protagonismo se mantendrán a lo largo del todo el relato.

* Fermín, un joven calafate que acude a la mancebía con frecuencia. Supersticioso, ni querrá acercarse a un barco, tras el hallazgo de las mujeres muertes. 

* Don Pedro de León, confesor externo de sor Catalina, al que veremos algo obsesionado con las mujeres de la mancebía.

* Lucinda, una joven prostituta, compañera de penalidades de Violante y Damiana. Su papel no será nimio.

Otros muchos aparecerán entre estas páginas, personajes con mucha profundidad psicológica, bien perfilados, con un lado interior complejo, muy distinto al que muestran porque pare sobrevivir uno debe sacar las garras y enseñar los dientes. 

Sevilla y su tiempo

Me ocurre siempre con las novelas de Susana Martín Gijón, que aprendo muchísimo sobre mi ciudad y su historia. A través de sus novelas, he descubierto lugares por los que habré pasado mil veces, sin prestarles ningún tipo de atención. La autora, a través de sus narraciones, me va contando por qué esta calle se llama así o asá, qué son esos restos de piedra que a veces encontramos en un rincón olvidado, o dónde estaban esos lugares que fueron tan significativos en Sevilla. Y lo mismo ha hecho en La Babilonia, 1570, con el agravante de que ha tenido que retroceder mucho en el tiempo y emprender una labor de documentación, cuyos frutos ha volcado convenientemente y de forma certera en esta novela. Así, el lector vuelve la vista atrás, a esa Sevilla que, como dije antes, vive su momento de esplendor. Las riquezas que traían los barcos atraían a muchos raterillos, truhanes y maleantes; la ciudad se llenaba de prohombres que querían hacer negocio en las Indias; y otros pobres diablos soñaban con embarcarse en una de las naves de la flota y probar fortuna en el Nuevo Mundo. Por las plazas y calles de Sevilla veremos transitar a los diversos personajes. Asistiremos a los autos de fe en la plaza de San Francisco; sabremos de la existencia de las diversas mancebías; veremos a los personajes acudir a los mercadillos, como el Malbaratillo, «un mercado heterogéneo de objetos robados, ropa de segunda mano, mercancías procedentes de lugares remotos y cualquier tipo de producto imaginable»; o recorreremos esas gradas de la Catedral, escalinatas en las que corrían todo tipo de rumores.

Era una ciudad en la que cohabitan múltiples identidades. Incluso había mucha población negra, esclavos liberados, tantos que algunos comparan la ciudad de Sevilla con un tablero de ajedrez. Y donde había mucha gente, también había muchas formas de pensar, muchos prejuicios, muchas supersticiones. Estas últimas condicionarán mucho a ciertos personajes de la novela. Y es que, para emprender peligrosas aventuras y cruzar océanos, nada mejor que huir de aquello que traía mal fario, un asunto del que los navegantes sabían mucho. Por eso, encomendaban su alma a la protección del mascarón de proa. Por eso, no les inspiraba nada bueno ni los asesinatos en un barco, ni los cabellos del color del fuego -como el de Violante-, ni tampoco los años bisiestos.

Ladrones, caballeros 24, marineros, y putas. ¿Cómo se ejercía la prostitución en Sevilla? Para regular el ejercicio de la profesión más antigua del mundo estaban las ordenanzas del puterío. Susana Martín pone ante nosotros una serie de normas y requisitos que tenían que cumplir las mujeres para ejercer la prostitución. Me ha resultado curiosísimo todo lo que cuenta como, por ejemplo, no podían ser de Sevilla ni tener familia. Hacía falta que la joven cumpliera una determinada edad para empezar a prostituirse -algo que me dejó muy sorprendida-. También, tenían que vestir de un modo concreto si salían de los límites de la mancebía. Se menciona también a qué hora podían salir del recinto y se relata que había putas ilegales o casas de arrepentidas, «lugares de tránsito donde comenzar una nueva vida». No obstante, había tantas mujeres y tan pocos recursos que difícilmente se les podía ofrecer una comida al día, así que, desesperadas, volvían al oficio. Putas y pecadoras pero con algo que llevarse a la boca.



Ubicación estimada de la Mancebía de Sevilla, en el plano actual de la ciudad. 


Lo más paradójico... ¿quiénes eran los propietarios de estos lupanares? Agárrate que vienen curvas. Cuando lo leas te quedarás ojiplático.

Estructura y estilo

Dedicada a todas las mujeres que no hicieron historia, La Babilonia, 1580 se estructura en cuatro partes, a lo largo de las cuales se distribuyen 127 capítulos de corta extensión, algunos acabando en cliffhanger, por lo que, espoleados por la intriga y el misterio que sobrevuela la trama, la lectura de la novela volará entre las manos. Cierra el volumen un epílogo y una nota final, en el que la autora nos aclara que esta novela ha sido, hasta la fecha, su proyecto más ambicioso. En estas páginas finales, Susana se centrará en hablarnos algo más de algunos de los personajes que asoman en la historia. Principalmente pone el foco de atención en Sor María de San José, la monja letrera, desvelándonos cómo transcurrirán sus últimos días. También tendrá palabras para los personajes del hilo narrativo que transcurre en Mali, donde aclara que se inspira en «la tradición oral de los griots, que ha llegado hasta nuestros días».

Incluye también el volumen una serie de grabados antiguos, como un mapa de Sevilla, que nos ayudará a situar los escenarios principales de la historia; o un dibujo sobre el que se detallan las partes más importantes de un galeón, que también resultará de gran ayuda.

La ambientación es sobresaliente. Diría que la narración tiene un toque visual. La partida de la flota de Indias desde Sevilla está muy bien descrita, así como todo lo relativo a la gestión de un barco, lo tedioso de los días de navegación, la vida a bordo, las dificultades y contratiempos que se pueden sufrir en un galeón, la toma de tierra y los días de asueto en las escalas que hace el barco durante su travesía.

A su vez, el lenguaje está muy cuidado. Estamos en el siglo XVI y obviamente la forma de hablar no es la misma que la de hoy día. Martín Gijón ni peca de exceso ni de defecto. El lector del siglo XXI entenderá perfectamente lo que ocurre en la novela y eso que, supuestamente son hechos tomados de un manuscrito antiguo pero, en esa ficción literaria que ella crea, ya aclaró que ha adaptado el texto a nuestros tiempos. Aun así, encontraremos términos que nos resulten ajenos y que yo he querido buscar en el diccionario por simple curiosidad. 


Llegados a este punto, no puedo más que reconocer que me ha gustado muchísimo La Babilonia, 1580. Y no es solamente porque la acción transcurra en mi ciudad, sino porque considero que es una novela muy completa, un engranaje que ofrece muchos focos de atención, con una galería de personajes interesantes, que retratan lo mejor y lo peor de la época y del lugar. La Babilonia, 1580 es historia, es suspense, es amor, es sororidad, es intriga, es aventura, es conspiración,.... un entramado que nos guarda más de una sorpresa. Dicho lo cual, me gustaría recomendarte esta novela negra de corte histórica, llena de traiciones, venganzas, y objetos misteriosos, por los que algunos de sus personajes pueden acabar sus días quemados en una hoguera por el Santo Oficio.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


jueves, 14 de septiembre de 2023

SUSANA MARTÍN GIJÓN: ❝Santa Teresa fue acusada de iluminada por la Inquisición❞

Susana Martín Gijón se está convirtiendo en una experta en la historia de Sevilla. A través de sus novelas, las que protagoniza Camino Vargas, aprendí muchas cosas sobre los múltiples rincones que pueblan esta ciudad, por los que paso siempre con prisas, y en los que jamás reparo. Así que, leer a Susana no solo es un mero entretenimiento sino que también es una manera de aprender. Y, sin duda, seguiremos aprendiendo mucho sobre la ciudad de la Giralda si asomamos nuestras narices a lo último que acaba de publicar. La Babilonia, 1580, nos traslada al siglo XVI, a la vida en la ciudad hispalense, cuando Sevilla era epicentro del mundo y capital del comercio. Estamos ante una lectura a la que no le falta ni uno solo de esos elementos tan necesarios para conseguir enganchar al lector. Entre las páginas de esta novela, habrá suspense, muertes, investigaciones criminales, aventuras e historia. Un combo que convierten a La Babilonia, 1580 es una lectura que no te puedes perder. 

Protagonizada por dos jóvenes -Damiana, que ejerce la prostitución, y Carlina (o sor Carolina, que viste los hábitos en el convento fundado por Santa Teresa), La Babilonia, 1580 arranca con la muerte de una prostituta. La flota de Indias está a punto de partir pero los diversos asesinatos están conmocionando la ciudad, y más aún a un gremio, el de los marineros, que ve en las muertes signos de malos augurios. A la investigación de los asesinatos se unirá la búsqueda de un talismán y de un librillo, que guardan las claves de un tesoro.

Alejándose del siglo XXI, la autora opta por plantearse un reto que, a mi juicio, lo ha superado con creces, al construir una novela que se lee con fluidez e interés. A su paso por Sevilla, pudimos hablar con Susana. Aquí os dejo nuestra conversación. 

Marisa G.- Susana, un placer tenerte otra vez en Sevilla con una novedad tan estupenda como esta, La Babilonia, 1580. Imagino que casi todas las entrevistas empezarán preguntándote por esas primeras páginas, por esa nota previa que antecede a la historia, en la que nos hablas del hallazgo de un legajo, el que da pie a esta historia. No sé si toda esa narración también forma parte de la ficción.

Susana M.- Hola Marisa, el placer es mío. Me hace mucha ilusión pisar mi tierra otra vez.

Sí, es verdad, eso forma parte del territorio de la ficción. Hay una nota previa en la que hago un homenaje a la tradición del manuscrito encontrado, que ya utilizaron las novelas de caballerías, tantísimas de ellas, como es el caso de Miguel de Cervantes en El Quijote, o Umberto Eco en El nombre de la Rosa. Tiro de ese tópico del manuscrito encontrado. Juego con él, con esa dosis de humor que, como persona del sur, me caracteriza un poquito, y me parapeto en esa ficción también para darle el protagonismo a otra escritora, una escritora a la que la Historia, inmerecidamente, se lo ha quitado y que, de alguna manera, yo intento restituir en esta novela.

La Babilonia, 1580 es muchas cosas. Es una novela histórica, de aventuras, pero también es un thriller, es novela negra, y tiene una parte de denuncia social. Y además, de alguna forma, es mi pequeño grano de arena para restituir el protagonismo de las mujeres, un protagonismo que nos ha sido vedado en la historia de la literatura y también, en cuanto a personajes históricos, es un homenaje a voces como la de esta escritora que comentamos, sobre la que podemos profundizar más si quieres.

M.G.- Lo haremos. Sevilla sigue siendo escenario de tus novelas. Con tus libros siempre se aprende mucho sobre esta ciudad. Sin embargo, hay un importante cambio de registro entre lo que has escrito hasta ahora, con Camino Vargas, y lo que has escrito en esta última publicación. ¿Por qué alejarte tanto en el tiempo? ¿Por qué seguir hablando de Sevilla pero desde el siglo XVI?

S.M.- Bueno, para una autora son retos. Mantenerse en la zona de confort, por mucho que cada novela aborde temas diferentes, no te gratifica igual. He sido siempre muy lectora de novela histórica y nunca me había lanzado. Me parecía el momento pero, a la hora de elegir época y lugar, ¿dónde me iba a ir? Pues a Sevilla, porque ya conocéis mi trayectoria. Y si elijo Sevilla, ¿qué mejor época que esa de máximo esplendor, como fue el siglo XVI, donde esta ciudad era la capital comercial, centro neurálgico del Viejo y del Nuevo Mundo, con tanto oropel, tanta opulencia, aunque también con muchas sombras? Y como deudora de la novela negra me centraré mucho en esas sombras.

M.G.- ¿Y cómo has afrontado ese cambio de registro? No debe ser fácil sumergirse en el siglo XVI.

S.M.- No, no lo ha sido. He necesitado de muchísima documentación y muchísima concentración. Hasta que no pasó un año estudiando, y preguntándome dónde me he metido, no empecé a encontrar mi voz, la que reconocen y tienen asumida las y los lectores. Cuando ya sé cómo visten, cómo son las calles por las que pasan, cómo hablan, qué es lo comen,... en fin, cuando ya tengo todo eso en la cabeza, es cuando la historia empieza a fluir. Antes de eso, me parecía inverosímil porque no hacía más que tropezar a cada paso. Así que sí, ha sido un proceso muy exhaustivo, de estudiar mucho, de recorrerme las calles dónde se situaba la Mancebía sevillana, y ese trazado de la tapia que la encerraba, o dónde estaba el convento de las Carmelitas descalzas, el Hospital de Bubas, la zona del Arenal, cerca del río con las naos amarradas en el puerto,... Todo eso había que recorrerlo. Al menos, yo lo he recorrido porque soy muy exhaustiva en ese sentido. Y también he navegado durante unos días en la réplica de un galeón, como el de la época. Cuando todo eso estaba en mi cabeza y casi en mi piel, fue ahí cuando consideré que estaba preparada para que los personajes me dejaran guiar con más soltura.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Aprovecho lo que estás comentando ahora porque resulta llamativo y especialmente digno de mención el lenguaje empleado. Obviamente estamos en el siglo XVI, y no se hablaba igual que ahora. ¿Te ha costado mucho recrear la forma de hablar de entonces? Yo he tenido que buscar algunas palabras, como por ejemplo albayalde, porque no sabía qué es lo que era. Pero me parece que tienes un dominio de la forma de hablar de la época bastante acertado.

S.M.- Ese es el trabajo previo porque, si no, no se podría escribir con naturalidad y habría que frenarse cada dos o tres palabras. Cuando lo tienes todo en tu cabeza, entonces sí, pero ¡vive Dios! (ríe) que ha sido un proceso intenso que luego se disfruta. 

El lenguaje de una novela, de alguna forma, nos enriquece y nos refresca términos. También, en ocasiones, nos hace buscar algún término pero sin que ralentice o se tropiece porque, aunque se entienda por el contexto, a lo mejor te apetece saber más exactamente a lo que se refiere. Todo eso, como lectora, a mí me enriquece.

M.G.- Dentro de esa Sevilla del siglo XVI, centro neurálgico del comercio con las Indias, te centras en dos colectivos que, por decirlo de alguna manera, eran muy desfavorecidos, los últimos escalones de la sociedad. Son las prostitutas y las monjas.

S.M.- Sí. Las dos principales protagonistas -Damiana y Carlina-, son dos amigas de la infancia, dos huérfanas de Triana, uno de los arrabales más desamparados de Sevilla, por aquel entonces. Con el tiempo, cada una de ellas ha tomado un camino distinto, buscando ambas su supervivencia. 

Carlina ha logrado profesar en un convento donde no podía entrar cualquiera, sino que se necesitaba una dote. En alguna ocasión, alguna viuda que no tuviera descendencia dejaba a la Iglesia su patrimonio, para que aquellas chicas que tuvieran vocación pero no tuvieran recursos, pudieran acceder a un convento. De este modo, Carlina va a conseguir entrar a profesar en el convento de las Carmelitas Descalzas, el que fundara Santa Teresa en Sevilla. Esto le va a permitir dos cosas. Por un lado, no pasar hambre como ya la había pasado o, al menos, tener garantizada la supervivencia, poder llevarse algo de comer a la boca cada día,  y no cuando era niña que solo comía cuando podía escaquear una pieza de fruta. Por otro lado, cultivarse. Para una niña como ella, el aprender a leer y a escribir era prácticamente imposible. Estando donde está, en el convento que fundó Santa Teresa y que gobierna la priora letrera -personaje real e histórico- lo va a tener más fácil.

En cuanto a Damiana, ella va a ejercer la prostitución para sobrevivir. Pero, por duro y desagradable que sea el trabajo, lo ejerce dentro del recinto legal para hacerlo, y eso le garantiza también unos mínimos de supervivencia. Hay un padre, lo que viene a ser el proxeneta, que la protege junto al resto de mujeres dentro de la botica, algo que no tenía cuando se veía obligada a ejercer de forma ilegal en las casillas del puerto o en cualquier otra zona de la ciudad. Ahí sí que estaba desprotegida y le podía ocurrir lo que fuera porque estaba arriesgando su vida. A su manera, Damiana también ha conseguido llegar lejos para partir de donde partía, con muy pocas posibilidades de supervivencia.

A partir del detonante del primero de los crímenes, las dos van a confluir de nuevo y van a tener que investigar juntas, así que van a verse obligadas a ese reencuentro.

M.G.- Es una novela histórica pero también tiene elementos del thriller porque, como mencionas, hay crímenes. Empiezan a aparecer prostitutas muertas. Además, aparecen en esos barcos que se están preparando para el viaje al Nuevo Mundo. Pero, ¿qué más va a encontrar el lector en esta novela, al margen de esa parte negra?

S.M.- A ver, sobre todo es una novela histórica, aunque también es una novela de aventuras. Vamos a ir viviendo diferentes escenarios y los personajes van a pasar por una serie de peripecias. Por supuesto, tiene los elementos del thriller y de la novela negra, que son reconocibles en mí, con capítulos cortos, que acaban en alto, y giros de guion. Todo esto lo va a encontrar el lector, pero con ese plus de adentrarnos en la historia de nuestro país y, en concreto, en Sevilla.

M.G.- Estamos hablando de la prostitución que se ejercía en la Mancebía, una zona que no está lejos de donde estamos hablando ahora. Toda esa parte de cómo se ejercía la prostitución en Sevilla me ha parecido sumamente interesante. Por apuntar alguna cosa. Se podía ejercer a partir de los doce años. Había prostitutas legales e ilegales. Los establecimientos tenían que estar legalizados por el Cabildo. Y me llama la atención dos datos más. Uno, que los propietarios de esas boticas eran la capellanía y las comunidades religiosas, algo muy contradictorio. Y otra, que las mujeres que ejercían la prostitución no podían ser naturales de Sevilla ni tampoco tener familia en la ciudad. Muy curioso todo esto.

S.M.- Sí, sí, era otra de las ordenanzas de la Mancebía. Claro, tenemos que ponernos en el contexto. Estamos en una época en la que, ya de por sí, tenía una violencia estructural feroz, por supuesto, hacia las mujeres pero también el salvajismo y la violencia estaban muy integrados en el día a día. Ver a una niña de doce años prostituyéndose era algo natural. De hecho, cuando se ponía ese límite legal era porque, fuera de la Mancebía, te podías encontrar cualquier cosa, ¿no?

Y luego, lo de la doble moral, la hipocresía. Por un lado, vamos a ver al padre León, personaje histórico real, intentando disuadir a los hombres que van allí, para que se vuelvan a sus casas, y a las mujeres para que abandonen la prostitución. Él fundó incluso una casa pía para mujeres arrepentidas y esto está documentado. Pero, por otro lado, y como dices, la mayoría de las casillas, y de las boticas, como se las llamaban, donde ejercían estas mujeres, pues eran patrimonio de instituciones religiosas que les están pidiendo un alquiler. O sea, el proxeneta de turno tiene que pagar mensualmente un dinero a la iglesia para que estas mujeres puedan ejercer la prostitución.

M.G.- Me parece muy curioso todo. Y claro, Sevilla, en aquella época, no era la Sevilla que conocemos hoy. Era menos bonita, menos agradable, y mucho más peligrosa. El comercio con las Indias traía mucha riqueza a esta ciudad y eso daba pie al pillaje y a que los marineros acudieran a esas boticas para desahogarse. Imagino que habría muchos lupanares como este de la novela, como La Babilonia, el centro donde ejerce Damiana.

S.M.- Sí, La Babilonia es una botica ficcionada pero podría ser una de las boticas más cotizadas dentro de la Mancebía sevillana. Fuera de eso, todo lo que hubiera era ilegal. Esa prostitución ilegal se podría encontrar en tabernas, en mitad de la calle, en el Arenal, jugándose la vida completamente. Pero bueno, al menos, dentro de la Mancebía había unos mínimos.

M.G.- El papel de las mujeres en esta novela es muy importante, y no solamente por las dos protagonistas. Haces un homenaje a esa mujer que intentaba romper esquemas y salirse de lo que estaba socialmente establecido. Por ejemplo, en el caso de Carolina, la amiga de Damiana, tiene muchas inquietudes culturales, le gusta leer. Y luego también tenemos a la priora del convento de la que hablas en las páginas finales, una mujer que lo tuvo muy complicado. Haces alusión a esa idea de que el conocimiento en la mujer era reflejo de soberbia.

S.M.- Sí, las propias monjas lo consideraban así. Y llama la atención cuando, precisamente, los monjes eran, de alguna forma, uno de los sectores más cultivados. Sin embargo, en el caso de las mujeres que profesaban la religión estaba mal visto, incluso por ellas mismas, salvo excepciones, como es el caso de Santa Teresa o de la priora letrera, como la propia Santa Teresa llamaba a María de San José. Precisamente por eso, Carlina busca este convento porque, al menos, las que lo regentan, de alguna forma, tienen una amplitud de miras que no tienen las propias hermanas con las que vive el día a día. 

M.G.- En la novela también vamos a ver al Santo Oficio. De hecho, esa monja letrera, esa priora, sufrirá en sus propias carnes los estragos de la Inquisición.

S.M.- Sí, esto forma parte de la historia y está totalmente documentado. La propia Santa Teresa, en su paso por Sevilla, fue acusada por la Inquisición de iluminada, junto con María de San José, con la priora letrera. Fueron absueltas. La Santa abandonó Sevilla y se fue a seguir fundando conventos, pero María de San José siguió aquí. Volvieron de nuevo a acusarla, además, traicionada por sus propias hermanas y el propio confesor del convento. La encarcelan y finalmente la absuelven de nuevo. En 1579 es repuesta en el cargo, aunque ella no quería, y en 1580 comienza la acción de la novela. O sea, imaginemos en qué situación se encuentra esta priora en ese momento, llena de recelos y desconfianza, cuando tropieza con sor Catalina, que está haciendo cosas raras que no le cuadran. Lo que la priora no sabe es que está investigando los crímenes junto con Damiana.

M.G.- Por hablar un poco de la estructura de la novela, el lector y yo misma nos sorprendemos en la lectura. Estamos hablando de Damiana, de sor Catalina, de Sevilla, de 1580, en una narración cronológica. Sin embargo, vamos a encontrar unos capítulos intercalados, unos pasajes que parecen de un libro, de unos pueblos en guerra. No sé si puedes comentar algo al respecto.

S.M.- Sé que esos capítulos descolocan un poco porque se van a otro lugar, que ni siquiera ubicas bien. Sabemos que es el siglo XIV y, en un principio, no parecen tener nada que ver con lo que se nos está contando de Sevilla. Pero claro, cualquier lector con un poquito de intuición sabe que eso le va a llevar a alguna parte. Y, efectivamente, al final, ambas tramas se van a entrelazar.

Son capítulos que van apareciendo cada tanto, con una grafía diferente, en los que se van transcribiendo narraciones orales del imperio de Mali en el siglo XIV. Para mí esto ha sido uno de los hallazgos más interesantes. Esas narraciones que se han transmitido de generación en generación, que han llegado hasta nuestros días y que narran la historia de esta dinastía del imperio de Mali. Esa narración nos va a llevar hasta un secreto fascinante, clave de la novela que no podemos desvelar aquí. 

M.G.- No lo vamos a desvelar, no. Bueno, la documentación ha sido complicada. Cuéntame un poco en qué te has basado para documentarte, a quién has recurrido, has leído, con quién has hablado.

S.M.- Bueno, de todo. He estado dos años documentándome. Me he recorrido las librerías de viejo de la ciudad, que han sido para mí un gran tesoro. Una de las ventajas de estar en Sevilla, además de poder pasear por los lugares, es también el hecho de poder encontrar esos tesoros, esas librerías de viejo que en ninguna otra parte hubiera encontrado. Y, por supuesto, los archivos. También he recurrido a diversos ensayos, como el de Morales Padrón, Pablo Emilio Pérez-Mallaína, que además me ha ayudado con algunas dudas, o Esteban Mira Caballos, otro historiador de Carmona que, además, tiene también artículos académicos que me han venido muy bien. En los agradecimientos aparecen algunas de las personas que me han ayudado pero ha habido otras muchas porque, por mucho que yo me pase dos años estudiando no puedo saber tanto como el que ha pasado la vida consagrado a ello. Sabes que siempre recurro a las personas que conocen bien cada materia. 

M.G.- Mañana te metes en un barco, si no me equivoco.

S.M.- Sí, mañana me meto en un barco, pero ya enrolé en una réplica de galeón y estuve navegando un tiempo. Pero mañana (se refiere al día 7 de septiembre) nos vamos a subir a la nao Victoria 500, muy cerca de la Torre del Oro, para hacer una visita guiada. Aunque es de 1519, es decir, anterior al año de la novela, tenemos el privilegio de tener en Sevilla una nao del siglo XVI, permanentemente anclada, que además es museo. Podremos conocer el espacio para imaginarnos cómo vivieron, cuando por fin embarcan hacia las Indias, Damiana y los personajes del libro. 

M.G.- Yo he visitado esa nao y el espacio es muy reducido para todos los que viajaban en ella.

S.M.- El galeón es algo más grande que la nao pero vamos a poder imaginarnos cómo viajaban. Vamos a poder ver el camarote del piloto, de Eugenio de Ron, en la novela, y el resto de partes del barco. 

M.G.- Bueno, Susana, un placer volver a verte, y volver a leerte. Yo estoy disfrutando mucho de esta lectura. 

S.M.- Le he puesto el corazón y la cabeza. Así que me alegro. Gracias.

M.G.- Gracias a ti.


Sinopsis: Año del Señor de 1580. Sevilla vive su momento de máximo esplendor como capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo.

La Flota de Indias de Su Majestad está a punto de zarpar cuando la piel arrancada del rostro de una mujer y su cabellera pelirroja aparecen ajustadas como un disfraz macabro al mascarón de proa de la Soberbia, el buque de guerra que abre el convoy. Próxima al barrio portuario del Arenal, en una zona cercada por altos muros, se encuentra La Babilonia, el prostíbulo más cotizado de la Mancebía y donde ejerce Damiana. A pocos metros de allí está el convento de las carmelitas descalzas, donde vive en clausura sor Catalina. Ambas fueron amigas en la infancia y se verán unidas de nuevo a fin de averiguar quién cometió tan brutal asesinato y por qué. Para hacerlo pondrán en peligro sus propias vidas, pero también el secreto mejor guardado de la Corona.


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