Autora
Erika Irusta, animal vulnerable nacido en Ezkerraldea. Pedagoga, investigadora y divulgadora del ciclo menstrual. Creadora del concepto de Pedagogía Menstrual.
En 2010 puso en marcha la web elcaminorubi.com y en el 2015 Soy1.Soy4, la primera comunidad educativa online sobre la experiencia menstrual.
Sinopsis
Esta es la historia de un cuerpo, un cuerpo cíclico, fuerte, desnudo, menstruante, mi cuerpo que son cuatro. No estoy loca. Soy cíclica. En mis bragas mando yo.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Cuando llegó este libro a mis manos no pude dejar de sorprenderme. Era un libro peculiar, novedoso, que encara un tema que nos afecta a todas las mujeres, pero también a todos los hombres, y del que yo jamás había leído nada más allá de alguna información médica y científica, algún consejo de la abuela o de una amiga.
Comencé a leerlo y me encontré con un diario menstrual -algo totalmente innovador para mí- pero que escondía muchísimo más de lo que, en apariencia, podemos apreciar. Como sabéis mis entrevistas son muy largas y sé que todos no las leéis de principio a fin, es lógico, pero, como digo a veces, en esta ocasión sí merece la pena leerla completamente porque os va a sorprender las revelaciones de la autora, su forma de pensar y a lo que se dedica. Esto es lo que Erika Irusta nos contó sobre su Diario de un cuerpo.
Marisa G.- Erika, por lo que sé de ti, haces muchísimas cosas. Una abre tu libro, lee la solapa y se encuentra con que te defines como un animal vulnerable, investigadora y divulgadora del ciclo menstrual y creadora del concepto Pedagogía Menstrual. Cuéntame todo esto.
Erika I.- Soy de esas personas que todavía creen que la educación puede cambiar el mundo. Estudié Pedagogía en la Universidad de Deusto y antes de terminar la carrera me salió trabajo en Barcelona. Allí acabé trabajando con una comadrona y llegué a la conclusión de que la mujer, antes de tener un bebé en su barriga, no se pregunta qué narices pasa en su interior. Tenemos la barriga, el bebé y ya está. No nos paramos a preguntarnos qué pasa dentro más allá de las cuatro cosas que te enseña la comadrona. Así que, en este trabajo, me planteé explicar todo eso, explicar a las adolescentes cómo es este recorrido, qué pasa en nuestro cuerpo. Como pedagoga, y animada por la comadrona, lo primero que organicé fue un taller para adolescentes que fue un total fracaso porque claro, una chica de trece años lo que menos le apetece es reunirse para hablar de la regla, y comprendí que era un tema que era mejor enfocarlo y trabajarlo con las adultas, y a través de las adultas, llegar a las adolescentes.
Así, desde el 2010, comencé a dar talleres por toda España. Luego vinieron las sesiones online y la gira por México. Y este último año he conseguido crear la primera comunidad educativa sobre experiencia menstrual, Soy1.Soy4. Se trata de una red social, una escuela para generar conocimiento en torno a la menstruación.
M.G.- Todo esto te lleva a crear la web El camino rubí que cuenta con un blog donde diversas mujeres van contando su experiencia y esa comunidad virtual que comentas, Soy1.Soy4, con cuyo nombre vienes a reflejar que una mujer no es una sola sino cuatro, por las cuatro fases (semanas) que pasamos durante la menstruación. Van por ahí los tiros, imagino.
E.I.- Sí, sí, va por ahí. La mujer no siempre es la misma. No está siempre contenta, feliz,... Tienes una multiplicidad de identidades, vas mutando y la propuesta es poder dar carne a esa experiencia y verificar que los distintos estados por los que pasa la mujer no es fruto de su locura. Necesitamos que existan las palabras para entendernos y comprender cómo habitamos este cuerpo. En verdad, yo siempre digo que somos cuatro como mínimo, luego cada una se da cuenta de que lo mismo tiene cinco mil identidades.
M.G.- Y esta red social, por lo que yo he estado viendo, hay un aula virtual, un laboratorio,... En realidad es una comunidad privada en la que te tienes que inscribir para formar parte. ¿Cómo funciona?
E.I.- La comunidad es como una escuela que cuenta con un aula virtual que cada mes genera material nuevo, más todo el material que yo he ido creando a lo largo de todos estos años, y luego está el laboratorio en el que todas, y entre todas, generamos conocimiento. Con esta comunidad yo acompaño a un número limitado de personas en su proceso, al contrario de El camino rubí, donde hay más de 10000 suscriptoras de diferentes lugares del mundo. En Soy1.Soy4, soy yo la que se encarga de la red social, de generar el material, de todas las dudas que tengas, por lo tanto el número de miembros debe ser pequeño. Al principio comenzamos con 300 mujeres como máximo, todas ellas hispanohablantes pero de diferentes lugares del mundo, para poder crear un entorno de confianza. Esto es lo más importante, mantener la privacidad y la seguridad, eliminando la sensación de que estás expuesta. A los dos meses se cubrieron esas plazas y tuvimos que cerrar las inscripciones. Poco a poco hemos ido sacando plazas según algunas se iban dando de baja pero es muy curioso que el 70% de las que se inscribieron cuando creamos la plataforma, en octubre de 2015, siguen estando ahí. Iremos ampliando pero como mucho pondremos el tope en 500 miembros porque a partir de ahí no se puede mantener el vinculo ni la comodidad de, como digo en la web, andar sin sujetador por casa.
M.G.- Pero entiendo que, tener acceso a la comunidad, conlleva un coste económico, ¿no?
E.I.- Sí, hay una cuota de suscripción que se puede abonar mensualmente, semestral o anual. La diferencia está en que te sale mucho más barato si lo abonas semestral o anualmente. La cuota mensual sale a 19,99 € y tienes acceso a la red social y al material que no existe en ningún otro sitio y sobre todo de poder ir trabajando en el laboratorio con otras mujeres. Ahora estamos investigando cómo la menstruación nos desvela información sobre nuestras hormonas, cómo está nuestro cuerpo a nivel hormonal, al igual que al tomarnos la temperatura podemos saber si hay algo mal en nuestro cuerpo o no. Hasta ahora, cogías la compresa o el tampón y la tirabas sin más preocupación y ahora estamos investigando sobre esto.
Yo pertenezco a la Society for Menstrual Cycle Research en Estados Unidos, y ahí puedo tener acceso a muchos estudios que puedo ir leyendo y traduciendo para poder ponerlo y compartirlo con los miembros de la comunidad.
M.G.- También has publicado este libro, Diario de un cuerpo, no sé si lo que podemos encontrar en él es un compendio de lo que figura en la web, de las experiencias de la comunidad, ofreces un enfoque distinto. Exactamente, ¿qué vamos a encontrar en el libro?
E.I.- El libro es diferente al trabajo que había hecho hasta ahora. Nace del deseo de la editora, de Iolanda Batallé, que un día contacta conmigo y me propuso escribir un libro en el que contar lo que había hecho en estos seis años de trabajo. Empecé a diseñar el libro pero en ese tiempo mi madre enferma de cáncer y automáticamente mi familia se rompe a pedazos o se evidencia que siempre ha estado rota. En ese momento siento la necesidad de escribir y contar lo que está pasando en mi mundo. Entonces contacto con Iolanda y les comunico que el libro que quería hacer, en estas circunstancias, no me sale porque tengo otra necesidad. La editorial me apoyó en todo, me dijo que me expresara como quisiera y así, una mañana de febrero, escribo las diez primeras páginas, esas que digo que nadie va a leer y que todo lector debe arrancar, para posteriormente escribir un diario, poniendo mi carne, mi cuerpo y mi ciclo al servicio de los lectores. Estoy muy satisfecha con cómo lo orienté, porque no es teoría sino piel. Yo pongo mi cuerpo como espejo para que tú te reflejes y te sientas identificada.
M.G.- Consideras tu libro como un documental en el que cuentas tus vivencias a lo largo de tres ciclos menstruales, ochenta y dos días en total. Me pregunto si no sería más correcto leer este libro acoplando el ciclo de la lectora con el tuyo propio. Es decir, leer todo lo que nos cuentas el día uno del ciclo justo cuando las lectoras estén en el día uno de su ciclo.
E.I.- Sí, sí,... Al principio, diseñé el libro como Cortázar hizo con Rayuela, salvando todas las distancias y con todos mis respetos. Es decir, el libro lo puedes leer tal y como tú comentas, o saltando de un día a otro. Me parece una experiencia muy orgánica porque realmente el libro está muy vivo. Una lectora, sabiendo en que día de su ciclo está, puede cogerlo y leer lo que cuento ese día en los tres ciclos que figuran en el libro y hacer una prueba empírica, comprobar si se siente como yo o no.
M.G.- Claro, creo que sería lo más idóneo.
Bueno, eres tú la narradora porque eres tú, es tu cuerpo, tu ciclo, pero también hay otra narradora que se llama Erika Gafotas. ¿Sería como tu alter ego?
E.I.- Es mi niña de nueve años, de hecho es la que tiene la necesidad de entender qué le pasa y es la que lleva escribiendo toda la vida. No es más que la voz de la niña que está herida, que pasó por un montón de cosas y ahora le pide a Erika la mayor que cuente la verdad y que esté a su lado.
M.G.- Luego volveremos sobre eso Erika pero ahora me gustaría saber por qué crees tú que las mujeres nos avergonzamos de nuestra menstruación, por qué la ensuciamos más o ayudamos a seguir ocultándola como algo malo.
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Sarah Maple |
E.I.- La sociedad nos hace creer que la ensucia menos que nosotras. Me explico. Hay un texto de Gloria Steinem titulado If men could menstruate (Si los hombres pudieran menstruar) que señala muy bien que la menstruación nos es más que otra cuestión fisiológica pero culturalmente tiene un peso porque tiene que ver con el cuerpo de la mujer. El problema no es la menstruación, no es el qué, sino el quién. Todo se ha orquestado de una manera que hace que seamos nosotras las que la tapamos para sobrevivir en un entorno con ese poso cultura que nos indica que la sangre es sucia, es pecaminosa y demás,... Somos nosotras mismas, nuestras pequeñas voces las que nos obligan a callar. No vamos hacia adelante tanto como creemos, tenemos un grillete que nos impide avanzar. La sociedad tiene reparos con nuestra menstruación y nosotras somos producto de esa sociedad.
M.G.- Ese concepto que se tiene de la menstruación en la sociedad habría que desterrarlo y ya de paso esa repelente frase de «Estás con la regla, ¿verdad?» cuando una está un poco más irritada de la cuenta pero que, con esa frase, solo se consigue que te irriten más aún. O también, porque es algo que no soporto, los anuncios de compresas. No sé cómo lo ves tú.
E.I.- Sí, sí... Es algo muy curioso. Esa frase me hace mucha gracia porque es lo que te decía antes, es donde se nota ese poso cultural que tenemos. Tiene que ver con la idea de que las mujeres no podemos estar enfadadas nunca. Tú ves a un hombre enfadado y eso es normal, es sinónimo de que tiene carácter y lo vemos con naturalidad. Sin embargo, una mujer enfadada... En el traje de mujer siempre va la sonrisa, la psicóloga, la pedagoga, la educadora perpetúa,.. Somos como una mini-civilización dentro que tiene que acoger, entender y demás... Pero llega un día en el que una dice hasta aquí.
Además hay un momento en concreto, antes de la llegada la menstruación que, con la subida de la progesterona podemos ver las cosas tal y como son. Es una cuestión química y no es invento. Me hace gracia una canción de la argentina Violeta Rivas que dice más o menos algo así como yo menstruo una vez al mes, vos sos un boludo todo el año... Es que esa así. Justo en ese momento me doy cuenta de que eres gilipollas, no es que yo de repente sea una histérica, no. Tú eres tonto todo el rato pero hay un momento justo en el que me doy cuenta de ello y en vez de callármelo, lo suelto porque no puedo más. Es un punto de clarividencia.
Y en cuanto a los anuncios, el otro día pensaba qué pasaría si pusieran sangre de verdad, ¿cómo reaccionaríamos? Me gustaría ver eso. Estamos enmascarando la realidad.
M.G.- Pues la verdad es que no lo sé... Si lo pensamos estamos harto de ver sangre en la tele y nunca pasa nada y digo sangre real y artificial.
E.I.- Claro, pero la sangre menstrual es la única que no se puede ver y eso que es la que da vida.
M.G.- Pero sí vemos en los anuncios a unas jóvenes dando vueltas sin parar y saltando como si no hubiera un mañana. No lo comprendo.
E.I.- Sí, porque resulta que, cuando tenemos la regla, lo que más nos apetece es dar brincos, subirnos a los árboles y montarme en un caballo con un chulazo. (Risas)
M.G.- (Risas). Incomprensible.
Bueno y acabas de mencionar nuestra capacidad de dar vida. En el libro vinculas la menstruación con la maternidad, y me gustaría saber tu opinión sobre el concepto que la sociedad tiene de este tema o cómo se ve a esas mujeres que no tienen hijos, que es como si fuésemos bichos raros, con la piel verde y antenas.
E.I.- Sí, sí, somos raras... Primero lo que hay que tener claro es que hay tantas maternidades como mujeres existen. Pero a mí me parece un punto importante el vincular nuestro ciclo, nuestras hormonas, nuestro cuerpo, más allá de nuestra función reproductiva.
Es curioso que las hormonas de los hombres, que también sirven para reproducirse, nunca se explican desde ese ángulo. La testosterona se mira desde la perspectiva del vigor pero nunca se le dice al hombre que su testosterona le posibilita para ser padre. Sin embargo, tú lees cualquier informe sobre las hormonas femeninas y te hablan de la hormona del embarazo pero a ver, que la progesterona no solo es la hormona del embarazo, la tenemos constantemente pero nada, todo está encaminado a la maternidad. Pues no. Sobre la mesa hay que poner también nuestro deseo de no ser madre y encima hay que estar justificándote porque una cosa es no poder ser madre y otra muy distinta no querer ser madre.
Esto es algo de lo que yo quería hablar en el libro. Yo me quedé embarazada, lo perdí, intenté quedarme embarazada muchas veces, me hice un estudio y tal, nada todo era normal,... ¿Qué pasaba entonces? Al final llegué a la conclusión de que no quería ser madre. Un día me permití pensar que mi cuerpo me estaba avisando de que yo no quería ser madre y cuando lo entendí, sentí una liberación brutal. Y no por ello soy una mujer desnaturalizada, ni odio a los niños, nada... Es un tema muy importante que debe salir a la luz y es necesario que haya cada vez más testimonios de mujeres que expresen su deseo de no ser madres porque no lo sienten, no lo necesitan, y aún así, son mujeres muy satisfechas y felices con sus vidas. No soy madre y me lo paso teta. La vida sin la maternidad también es maravillosa.
M.G.- Pero a ver, es que somos las propias mujeres las que no entendemos a aquellas otras que no queremos ser madres.
E.I.- Sí porque hay una batalla. Es que habrá gente que se cuestione que si no tienes hijos, ¿realmente eres mujer? Aquí hay todo un trabajo de reivindicación. Claro que soy mujer y muchas más cosas pero no madre. Uno de los juegos más perversos del sistema es que siempre nos enfrenta entre nosotras, en vez de estar apoyándonos en nuestros deseos. ¿Tú sientes el deseo de la maternidad? Pues genial, ¡felicidades! ¿Que tú a veces me envidias a mí porque no tengo hijos y tengo más libertad? Es normal pero yo también te puedo envidiar a ti a veces al verte con un pequeño en brazos. Todo debería ser mucho más natural y sano, sin embargo nos tienen siempre enredadas en una pelea. El problema no está entre nosotras porque tenemos muchas cosas en común, nos han tejido con el mismo hilito pero terminamos por entrar en el juego y nos peleamos.
M.G.- Erika, manejas muchos datos técnicos: estudios, informes realizados por médicos,... La documentación que refleja el libro es muy exhaustiva, una documentación que va más allá de tus experiencias vitales, ¿verdad?