Mostrando entradas con la etiqueta César Pérez Gellida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta César Pérez Gellida. Mostrar todas las entradas

lunes, 7 de junio de 2021

LA SUERTE DEL ENANO de César Pérez Gellida

 

Editorial: Suma
Fecha publicación: octubre, 2020
Precio: 18,91 €
Género: novela negra
Nº Páginas: 592
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788491294603
[Disponible en eBook y Audiolibro;
puedes leer aquí]


Autor

César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Desarrolló su carrera profesional en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, en 2011, decidió dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.

César irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne», que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 y el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. En 2015 publicó Khimera, su cuarta novela, y en 2016 inició su segunda trilogía, «Refranes, canciones y rastros de sangre», compuesta por las novelas Sarna con gusto, Cuchillo de palo y A grandes males.

Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.

Sinopsis

¿Se puede capturar al criminal perfecto?

Valladolid, 2019. Sara Robles es una inspectora singular. Encargada de resolver un macabro crimen, además tiene que lidiar con sus problemas cotidianos, estrechamente relacionados con la adicción al sexo y con un pasado que no termina de curar. Mientras tanto, El Espantapájaros, una misteriosa cabeza pensante, ha orquestado el robo perfecto junto a un exminero, un pocero y un sicario, y está a punto de llevarlo a cabo a través del alcantarillado de la ciudad.

La suerte del enano es una brillante novela con altas dosis de investigación policial, sexo y violencia en la que el lector profundizará en el complejo mundo de los robos de obras de arte y sus extensas ramificaciones que los relacionan con grupos de delincuencia organizada.

Gellidismo extremo en estado puro.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Llevaba mucho tiempo sin leer a César Pérez Gellida. Si no recuerdo mal me quedé en Khïmera y si no continué con el resto de novelas que vinieron después, fue más por falta de tiempo que de otra cosa porque, reencontrarme con el autor en La suerte del enano me ha hecho recordar lo mucho que me gustan sus novelas. 

Como un hijo pródigo, Pérez Gellida regresa a casa. Vuelve a su Valladolid natal, a esa tierra de la que él hace gala con orgullo, y que convierte en protagonista de sus macabras historias cada vez que puede. Lo hace con una trama negra en la que el crimen volverá a campar a sus anchas, con protagonistas que ya son viejos conocidos en el bando de los buenos, y con otros, en el de los malos, carentes de escrúpulos, sanguinarios, peligrosos y despiadados.

La suerte del enano se inicia con un caso doméstico, el pan de cada día de un equipo de investigación capitaneado por Sara Robles. Una mujer de algo más de setenta años, Antonia Puente de la Cruz, ha sido hallada sin vida en su domicilio. Alertados por el sobrino de la víctima, la policía se persona en la vivienda que presenta un estado caótico y en el que la sangre impregna paredes y objetos. Y aunque esta investigación, que tiene al sobrino de la anciana como principal sospechoso, aparecerá ocasionalmente a lo largo de la historia, lo cierto es que es solo el aperitivo previo al plato fuerte. La nueva novela del autor vallisoletano centra su trama en un robo, concretamente, en la sustracción de la obra titulada El martirio de San Sebastián y cuya autoría se atribuye a Alonso Berruguete. La pieza, que actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, es el objetivo de una organización criminal. En el subsuelo de la ciudad, dos individuos -un minero en paro y un pocero- excavan un túnel por el que pretenden acceder a las dependencias del museo. El robo llega a buen término, y el botín queda en manos de los atracadores, que huyen por donde han venido. Sin embargo, han dejado un reguero de sangre a su paso, y las cosas no terminan de salir como esperaban. Dentro de la misma organización, en la que el minero y el pocero son los últimos escalafones en la estructura piramidal, surgen problemas entre sus miembros. Cuando el dinero está tan al alcance de todos, sobran tantas manos con las que repartir. Así que, habrá persecuciones, traiciones, enfrentamientos, venganzas, ajustes de cuentas,... mientras que, a su vez, la policía intentará capturar a los atracadores, y desmantelar una red mafiosa asentada en la Costa del Sol.

Para ello, al equipo encargado de la investigación, que como digo está dirigido por Sara Robles, se unirán dos piezas claves, Ramiro Sancho, procedente de la Interpol, y  el inspector jefe Mauro Craviotto de la Brigada de Patrimonio Histórico.  Entre todos tratarán de esclarecer los sucesos acaecidos dentro del museo, las muertes que se han producido durante el atraco, así como tratarán de seguir la pista a la pieza de arte robada, con el objeto de llegar a la cúspide de la organización. 

La suerte del enano construye una trama en la que los robos de obras de arte por encargo son el núcleo principal. Tras tales actos delictivos no se esconde el deseo de un adinerado coleccionista que pretende exhibir en su casa la pieza en cuestión, sino que la intencionalidad de estos robos va mucho más lejos. Detrás de los mismos, se suelen ocultar negocios ilegales como la compra-venta de armas u operaciones de narcotráfico. De todo ello, nos habló César Pérez Gellida en esta entrevista.

Como viene siendo habitual, la nueva novela del autor cuenta con una trama muy cuidada, en la que los detalles, por nimios que sean, cobran gran protagonismo y están perfectamente cotejados. Ya sea como eje paralelo o como central, todo lo relativo a la ejecución de los hechos, al modus operandi, así como a la investigación de los crímenes se ajusta a la lógica y a la coherencia. Pérez Gellida no da puntada sin hilo y nunca introduce un elemento en sus historias que no haya sido previamente confirmado o comprobado como algo que podría ocurrir en la realidad. Por eso, en sus trabajos siempre se percibe una gran labor de documentación y si, como es el caso, hay que meterse en las cloacas de Valladolid, pues uno se mete. Me ha parecido muy interesante todo lo que sucede en el subsuelo de la ciudad, esa red laberíntica que se despliega por debajo de la urbe. De igual modo, el lector se va a topar con mucha información sobre las mafias rusas, cómo son sus estructuras o sus negocios, al igual que se asomará al mercado negro de las obras de arte robadas y al mundo de las falsificaciones. En este sentido, la novela ofrece una imagen muy global de ese lado oscuro y siniestro que suponen tales sociedades del hampa.

Pérez Gellida acostumbra a ser detallista en sus descripciones sin abusar ni abrumar. Describe edificios, calles, monumentos pero si hay algo que me gusta especialmente es esa habilidad que tiene a la hora de pormenorizar las reacciones químicas, orgánicas y fisiológicas del cuerpo humano. Los personajes reaccionan frente a diversos estímulos externos. -una gota de sudor que resbala por la frente, un iris que se contrae, un sonido que reverbera en el oído del asesino-, y todas ellas quedan perfectamente plasmadas. Este tipo de detalles imprimen a las escenas un matiz muy visual, de tal modo que la novela, como ocurre con las restantes del autor, resultan muy cinematográficas. También contribuye a crear esa sensación la propia estructura de los capítulos, en las que el lector pasa de una escena a otra como si se tratara de las secuencias de una película. 

En cuanto a los personajes, Sara Robles, inspectora del Grupo de Homicidios de Valladolid será quien encabece el reparto. Hay dos cualidades que la caracterizan. Por un lado, que no cree en la suerte, circunstancia a la que se hace alusión con frecuencia durante la trama, y con la que tiene mucho que ver el título del libro. Por otro, que es adicta al sexo. Confieso que esta última peculiaridad del personaje me hizo torcer un poco el gesto. Temí que esta particularidad fuera un puntal importante en el perfil del personaje, que eclipsara otras características que son más significativas en la vida de un policía. Por suerte, no fue así. Es verdad que el sexo está ahí, es parte de la vida de Sara como un problema, pero se le da el protagonismo justo para no alejar al personaje de su verdadera misión. En cualquier caso, su vida personal también tiene presencia en la trama. No en balde, reaparecerá en su vida -y en la nuestra, lectores- un viejo conocido de ella y también nuestro. Me refiero a Ramiro Sancho, aquel tipo grandullón que protagonizó las primeras novelas del autor. Para mí ha sido una grata sorpresa. Sara y Ramiro, que mantuvieron una relación tiempo atrás, tendrán que volver a trabajar juntos, y eso provocará que las emociones vuelvan a resurgir.

Del resto de personajes no os voy a desvelar nada. Hay muchos, y todos están perfectamente definidos, sin caer en estereotipos de ningún tipo. César es un buen constructor de tramas, pero también un gran fabricante de personajes. Acostumbra a dibujarlos con trazo fino, cuidando la personalidad de cada uno de ellos, según el papel que le corresponda desempeñar en la trama. Se molesta en crear, para aquellos que son más primordiales, toda una biografía, de tal modo que el lector puede hacerse así una composición bastante nítida del personaje en cuestión.

Y decía al principio de esta reseña que el autor regresa a Valladolid, una ciudad que vamos descubriendo en cada una de sus novelas. Reaparecen espacios ya conocidos por los lectores de este autor, como el Zero Café, donde solo suena buena música. No obstante, he descubierto nuevos garitos, como The Bowie y El Corcho, que apetece descubrir algún día. En Valladolid he vuelto a pasear por sus calles y plazas que son testigos de los sucesos de esta historia. Me he topad otra vez con viejas pintadas que adornan las paredes de algún barrio. Hasta he descubierto que tiene playa. Y no podían faltar las referencias al club de rugby de la ciudad, ni tampoco alguna alusión a canciones y grupos. Son señas de identidad del autor que, como un reguero de miguitas de pan, va dejando a lo largo de sus historias. Pero de Valladolid, no solo conoceremos su presente, también hay un poco de hueco para introducir parte de su historia, y eso siempre es un punto a favor, sobre todo si se hace con mesura, como es el caso. 

Sin embargo, Valladolid no será el único escenario que visitemos. A los mafiosos les gusta el sol y la costa. Han hecho de Málaga y sus enclaves, su jardín particular y hasta allí viajará el lector para ser testigo de lo que se cuece dentro de las organizaciones criminales asentadas en la zona. 

Desarrollada a lo largo del mes de mayo de 2019, La suerte del enano cuenta con mucha acción. En ocasiones, frenética. Estructuralmente, se compone de un total de diecinueve capítulos titulados, y encabezados por una frase del mismo. Escrita en tercera persona y con referencias a robos y fraudes reales, el autor se hace un guiño a sí mismo en las páginas finales, detalle que inevitablemente arrancará la sonrisa del lector. 

En definitiva, mi reencuentro con César Pérez Gellida no ha podido ser mejor. Me ha gustado mucho La suerte del enano. Bajo mi punto de vista es una novela muy bien urdida, en la que todo, como apunté antes, está bien atado. Si Sara Robles se va a convertir en personaje de saga es algo que veremos con el tiempo. Sea así o no, lo que no cabe duda es que esta novela es muy completa y profunda en su planteamiento, con personajes bien caracterizados. Eso sí, lector, ándate con ojo porque no todo el mundo es lo que parece. 

No te la pierdas.


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


jueves, 22 de abril de 2021

CÉSAR PÉREZ GELLIDA: ❝Tenía muchas ganas de volver literariamente a Valladolid❞

Ha llovido mucho desde entonces. La última vez que me senté a conversar con César Pérez Gellida, fue en 2015, con la publicación de Khïmera. Era su séptima novela, después de dos trilogías, Versos, canciones y trocitos de carneRefranes, canciones y rastros de sangre, que lo colocaron donde le correspondía, en lo más alto del ámbito literario. Y aquel primer paso que dio con Memento mori sigue andando un camino de éxito y reconocimientos. Hoy se habla de Gellidismo, un término que engloba a todos esos lectores a los que nos gusta meternos de lleno en las tramas criminales que el vallisoletano construye con tanto esmero.

A finales de 2020, pone en la calle lo que es su undécima novela, La suerte del enano. El autor regresa a Valladolid, a través de la inspectora Sara Robles, que tendrá que enfrentarse al robo de una obra de arte. Viajes a las cloacas de la ciudad, miembros de la mafia rusa y, como siempre, mucha sangre teñirá las páginas de esta nueva novela. Con motivo de la Feria del Libro de Tomares (Sevilla), César Pérez Gellida visita la capital hispalense y, ahora sí, me siento de nuevo a conversar con él. Lo había echado de menos. 

Marisa G.- César, cuánto tiempo sin venir por aquí. No te veo desde 2015, con Khïmera

César P.G.- Con Khïmera, es verdad. Me acuerdo perfectamente. Nos vimos en una cafetería muy chula. Alguna vez he venido por aquí, pero no por motivos literarios.

M.G.- Bueno, pues déjate ver más. A ver, por empezar, sé que estos reconocimientos ya tienen su tiempo, pero es que me hace gracia pensar que, con toda la sangre que has derramado por Valladolid, te nombran vallisoletano ilustre. Y luego está la Medalla del Honor de la Sociedad Española de Criminología  y Ciencias Forenses.

C.P.G.- Sí. Esa medalla fue de 2014. Bueno, es que acostumbro a documentar muy bien las novelas, desde el punto de vista de la criminología, y eso mola a esa gente. Está bien que, dentro de la ficción, seas fiel a todo lo relacionado con la criminología.

Y lo de Valladolid, me gusta que mi ciudad sea el epicentro del Gedillismo. Tengo que agradecer muchas cosas a los vallisoletanos. Sigue siendo la ciudad en la que más éxito tengo, donde más me quieren, y yo procuro devolvérselo a mis paisanos.

M.G.- En La suerte del enano, la jefa de Homicidios, Sara Robles, tiene que enfrentarse a dos casos. Por un lado, a la muerte de una anciana y, por otro, al robo de una obra de arte. ¿Así podríamos resumir la trama de esta novela?

C.P.G.- La trama principal, la que ocupa la mayoría de las páginas, es la del robo. La otra, con la que arranca la novela, no deja de ser un cebo de la cotidianeidad de estos profesionales. La Policía tiene muchos casos de este tipo, de muertes que no se saben si son naturales, accidentales o criminales y, aunque ocurra un robo con varias muertes, al final, no pueden dejar de atender el resto de casos. Así que tienen que enfrentarse a muchos come-tiempos, como puede ser la muerte de la anciana. He tratado de reflejar la realidad, el día a día de una inspectora de un grupo de homicidios de Valladolid, o de cualquier otro lugar de España.

M.G.- ¿Y estamos ante el inicio de otra saga?

C.P.G.- No sabría decirte. Desde luego, no bajo el modelo de trilogía o bilogía, pero a lo mejor el personaje de Sara Robles, más adelante, tiene continuidad. O lo mismo, algo de lo que he dejado aquí pendiente, lo vuelvo a retomar en otra novela. 

M.G.- César, esta es la primera novela cuya trama principal está protagonizada por una mujer, una inspectora de homicidios, ¿cierto?

C.P.G.- Sí. Es la primera vez que el papel femenino tiene el foco de atención. Sara Robles es un personaje que salía ya, de forma tangencial, en Sarna con gusto. Por entonces, yo ya intuía que ella podría tener un papel mucho más protagónico, lo que no sabía era en qué momento. Cuando estuve estructurando en mi cabeza esta novela, que no tenía ni título y de la que solo sabía que trataría sobre un robo y en Valladolid, tuve muy claro que tenía que ser Sara Robles la que tuviera ese protagonismo. Lo que pasa es que los papeles femeninos me cuestan mucho más que los masculinos, por motivos muy razonables. Pero el hecho de haberme esforzado tanto para meterme en la cabeza de Sara, me ha generado vínculos muy fuertes con el personaje. Me he sentido muy cómodo escribiendo para ella.


M.G.- Te ha quedado muy bien. 
Sara viene de una ruptura sentimental que no termina de sanar y es adicta al sexo, por lo que está en tratamiento. Sin embargo, y esto te lo agradezco mucho, no has explotado excesivamente esa cualidad del personaje.

C.P.G.- No, no, eso está ahí y ella es consecuente con lo que le ocurre, pero no es el foco principal. Esta no es una novela erótica, aunque el sexo sí tiene su importancia, porque ella es adicta al sexo. Como todas las adicciones ella tratará de controlarlo, aunque no siempre lo consigue y eso complica mucho las cosas. Todo eso tiene que ver mucho con el título, La suerte del enano. Sara Robles no cree en la suerte pero, llega un momento, en el que se da cuenta de que esos golpes de suerte, de infortunio o de mala suerte, son los que gobiernan y desgobiernan el destino. Al final, ella tiene una evolución como personaje, de ser una negacionista pasa a admitir que hay momentos en la vida en la que te conviertes en una mera marioneta.

M.G.- Los que te empezamos a leer desde el principio, nos reencontramos con Ramiro Sancho en esta novela. Para mí ha sido toda una sorpresa.

C.P.G.- ¿Te ha gustado, eh? 

M.G.- Pues sí, la verdad. (Risas) 

C.P.G.- Ramiro aparece bastante avanzada la trama, pero a Sara eso le supone un lastre. Es una parte de su vida muy importante que no sabe si le va a afectar positiva o negativamente. En cualquier caso, le afecta. Es ese tipo de relaciones que rozan lo tóxico. Parece que están hechos el uno para el otro, pero no es  posible que terminen de estar juntos por motivos profesionales.

M.G.- Y hay otro personaje con el que me he reído mucho. Uno de los criminales es un minero asturiano que, cuando se pone nervioso, habla en bable. ¿Quién te ha ayudado? Porque no creo que tú hables bable, ¿no?

C.P.G.- (Risas) Me ha ayudado un amigo de Mieres. Hay tantos bables como asturianos. En cada una de las zonas de Asturias se habla un bable distinto. Mi amigo me ha ayudado mucho a la hora de traducir todo lo que ese personaje dice cuando está nervioso, que es en muchas ocasiones.

M.G.- Para escribir esta novela habrás tenido que empaparte y aprender mucho sobre robos de obras de arte, cómo se mueven las piezas en el mercado negro, el funcionamiento y los manejos de la mafia rusa. Cuéntame un poco.

C.P.G.- Había dos focos de información importantes. Por un lado, el crimen organizado en la Costa del Sol, sobre todo de la bratvá rusa. Por otro, todo lo que subyace detrás del robo de las obras de arte. Entre las dos líneas hay un punto de conexión. Cuando se roba una obra de arte no siempre es porque alguien con mucho dinero quiera tener un Picasso en su salón. A veces, ese tipo delitos se utilizan para avalar otro tipo de operaciones, normalmente de narcotráfico, o de compra-venta de armas. Con los años, he ido haciéndome de un círculo de contactos. Unos me llevan a otros y me lo ponen muy fácil. No tiene demasiado mérito si acudes a la fuente acertada. Luego eso sí, de toda la información que te facilitan, como autor tienes que decidir qué es lo que vas a volcar en la novela, sin que se convierta en un ensayo. 

M.G.- Pero lo que sí tiene mérito es meterse en las cloacas de Valladolid. Bueno, de Valladolid o de cualquier otra ciudad.

C.P.G.- (Risas) No si eso es un mérito, pero sí tuve que hacerlo. Si no hubiera tenido los contactos en la Unidad de Subsuelo y no me hubiera metido en las cloacas, seguramente no hubiera escrito esas secuencias que aparecen en la novela. Hace falta estar ahí, haberlo vivido, haber respirado ese aire viciado, haber visto los bichos, haber avanzado durante mucho tiempo en posición encorvada, sin poder levantar los pies porque se te pegan las botas al fango. Todo eso, si no lo has vivido en primera persona, no lo puedes escribir.


M.G.- Para eso hay que valer. Y en cuanto al robo que se perpetra en la novela, es una pieza real, es
El martirio de San Sebastián de Berruguete, que está en el Museo de Escultura de Valladolid. ¿Por qué esa pieza concretamente?

C.P.G.- Me lo sugirió María Bolaños, la directora del museo. Tuve una entrevista con ella antes de lanzarme a escribir. Manejaba varias opciones, después de visitar el museo como unas diez o doce veces. A María, le pedí que me aconsejara sobre una pieza que fuera muy valiosa, con un valor incuantificable en el mercado, y que, por supuesto, fuera transportable. No me valía el Santo Entierro de Juan de Juni. Ni por partes lo podría robar. Y dentro de los requisitos, María me señaló esta pieza, de la que está enamorada y así lo tuve claro.

M.G.- Antes hablábamos de Valladolid, ciudad a la que regresas con esta novela. Con todo lo que te has movido por la ciudad, que no has dejado un rincón sin explorar, te sueltan en cualquier punto con los ojos cerrados y eres capaz de volver a tu casa.

C.P.G.- Valladolid es el rincón del universo que mejor conozco, donde más cómodo me encuentro. Soy muy vallisoletano y me gusta hacer alarde de vallisoletanismo. Es una forma de devolver todo el apoyo que han tenido la gente de mi ciudad conmigo. Por otro lado, me encanta recibir mails o mensajes a través de redes sociales, en los que algunos lectores me dicen que han visitado mi ciudad, movidos por mis novelas. A mí eso me da mucha fuerza y justifica el oficio.

M.G.- Yo no conozco tu ciudad pero, tiene tanto protagonismo que, a medida que te voy leyendo, me apetece cada vez más conocer el Zero Café. Aunque he descubierto bares nuevos con esta novela. Y luego me he reencontrado con aquel «Muérete vieja», esa pintada, que ya aparecía en la primera trilogía, y sobre la que te pregunté en su día. 

C.P.G.- ¡Ah!  (Risas)

M.G.- Me acuerdo perfectamente de la fotografía que compartiste.

C.P.G.- Sigue estando en el mismo sitio, en Ecuador 9. Ojalá se quede por secula seculorum, pero al ser una pintada, vete a saber. Pero sí, trato de reflejar en la novela la realidad de Valladolid, y esa realidad son sus calles, sus gentes, sus ambientes. 

M.G.- En aquellas novelas, era muy característico encontrarse con mucha música. En esta, también hay algo pero mucho menos.

C.P.G.- Sí, algo hay pero no quiero repetir la fórmula de una banda sonora. Es algo que funcionó en su momento y es bueno plantearse otro tipo de retos. Lo que pasa es que tampoco puedo huir de la música cuando es algo tan importante para mí. Y luego, si hay escenarios como el Zero Café, donde suena la música, y allí ponen a Placebo, pues lo cuento. 

M.G.- Dices en la Nota de Autor que esta es la novela con la que más has disfrutado del proceso de escritura, ¿por qué?

C.P.G.- Quizá porque, después de una cuantas novelas, tenía muchas ganas de volver literariamente a Valladolid, de recorrer sus calles, mental y físicamente. La verdad es que he disfrutado mucho. Y luego, el proceso de documentación para esta novela no ha sido tan arduo como en Todo lo mejor y Todo lo peor, con las que había que retroceder en el tiempo, ir a los 80, con todas las cosas que han cambiado desde entonces. En este caso, me ha resultado sencillo adaptar las escenas al presente.

M.G.- Han pasado casi diez años de aquel Memento mori. ¿Qué queda de aquel César Pérez Gellida?

C.P.G.- No lo sé. Supongo que queda mucho del entusiasmo inicial, de la confianza con la que abordé cambiar de oficio. Quedan los mimbres que al final soportan al César Pérez Gellida de hoy. Lo que pasa es que ha evolucionado mucho, por obligación. Creo que hay una mejora sustancial en cuanto al estilo de escritura. No es comparable Memento Mori o Dies irae con las tres últimas novelas, en cuanto a la estructura, la forma de escribir y expresarte, la soltura,... Todo eso que se adquiere con la experiencia.

M.G.- Y para terminar, he leído que querías tomarte un respiro.

C.P.G.- Esa era la intención pero no he podido.  Me tomé un respiro en cuanto a escribir novela porque me he dedicado muchos meses a escribir guiones. Luego volví a la novela porque tenía que llegar a los plazos para publicar en noviembre, y de nuevo, otra vez a los guiones, y ahora estoy con novela. Tengo un pie en cada terreno, muy distintos el uno del otro, pero es un acierto hacerlo así. Aunque me cuesta mucho pasar de una cosa y otra, a nivel de higiene mental y reto personal me viene muy bien. Estoy escribiendo más que nunca. En vez de separarme del teclado, me pego más. 

Sinopsis: ¿Se puede capturar al criminal perfecto?

Valladolid, 2019. Sara Robles es una inspectora singular. Encargada de resolver un macabro crimen, además tiene que lidiar con sus problemas cotidianos, estrechamente relacionados con la adicción al sexo y con un pasado que no termina de curar. Mientras tanto, El Espantapájaros, una misteriosa cabeza pensante, ha orquestado el robo perfecto junto a un exminero, un pocero y un sicario, y está a punto de llevarlo a cabo a través del alcantarillado de la ciudad.

La suerte del enano es una brillante novela con altas dosis de investigación policial, sexo y violencia en la que el lector profundizará en el complejo mundo de los robos de obras de arte y sus extensas ramificaciones que los relacionan con grupos de delincuencia organizada.

Gellidismo extremo en estado puro.

martes, 14 de abril de 2015

ENTREVISTA a CÉSAR PÉREZ GELLIDA (KHÏMERA).

Autor


César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, 2011, decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.

César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 como reconocimiento a su ardua labor de documentación. En noviembre de 204 le otorgaron el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.

Sinopsis


2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiliadas uñas de la Asambles: Khimera.

En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.

César Pérez Gellida, autor de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, éxito absoluto de crítica y ventas en el último año, vuelve a la narrativa sobrepasando todas nuestras expectativas y rompiendo sus propios cánones con un relato que estilísticamente recuerda a la habilidad creativa de J.R.R. Tolkien y a la maestría visionaria de George Orwell o William Blake. Una reinvención del thriller literario al más puro estilo Gellida que algunos ya han calificado de obra maestra.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—



Cuando supe que César Pérez Gellida volvía a visitar Sevilla sentí mucha alegría. Era una semana complicada, con varios autores de promoción en esta ciudad pero no podía perder la oportunidad de sentarme con este autor de Valladolid que nos tiene a todos revolucionados.  

La cita volvió a tener lugar en el café cultural La Mercería, un lugar de encuentro en el que las conversaciones inundan el ambiente y quizás el murmullo que flota en el aire impide ligeramente apreciar lo que las palabras transmiten. Pero hoy, oyendo la grabación de aquel día en la tranquilidad de esta habitación donde preparo todo el material del blog, he encontrado a un César humilde y sencillo, un hombre que eligió este camino sin más ánimo que el de dar salida a una pasión, seguramente sin pensar que las cosas le saldrían tan bien como le están saliendo, algo que asume sin aires de grandeza. Desde el punto de vista lector, se agradece muchísimo la cercanía y la naturalidad.

Khïmera es su nueva novela con un argumento muy distinto a la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne. César nos desvela en esta conversación algunas claves sobre esta nueva publicación y nos adelanta lo que será su próxima novela, Sarna con gusto, aún sin fecha de publicación. Esto es lo que nos contó.

Marisa G.- Hola de nuevo César. La última vez que nos vimos fue en diciembre de 2013 cuando viniste a promocionar Dies Irae.

César P.- Sí, porque con Consummatum est no vine.

M.G.- Exacto y por aquel entonces te pregunté si definitivamente te ibas a dedicar a esto y respondiste que una vez que se publicara la tercera parte de la trilogía tenías que sentarte a hacer números y ver si te compensaba. Ahora estamos con Khïmera. Los hechos hablan por sí solos, ¿no?

C.P.-  Sí pero bueno en este oficio no te haces rico en la vida. La cuestión es saber si te puedes dedicar profesionalmente a ello o no y si cuentas con un colchón porque ganar, se gana poco, así que no es una profesión para aconsejar a mucha gente.

M.G.- Te tiene que gustar mucho. 

C.P.- Sí, claro pero hay que tener en cuenta que la relación entre esfuerzo o dedicación y remuneración es muy desproporcionada.

M.G.- Entiendo. Bueno, Khïmera, ¿cómo surge esta historia? Si no me equivoco ya andabas  con este argumento en la cabeza cuando estabas con la trilogía.

C.P.- Sí, al final de la trilogía estaba buscando unos motivos heráldicos de origen eslavo y me encontré con la leyenda de Koschëi y el bogatyr, que al final no es más que la sempiterna lucha entre el bien y el mal personificado en dos personajes, Koschéi que es la encarnación del mal en la tierra, un ser inmortal que para matarlo tienes que conseguir todo lo que se cuenta en la novela, y luego el bogatyr que es nuestro caballero medieval que aúna todas las virtudes más nobles: la bondad, el coraje, la honestidad,... Al margen de todo el proceso por el que tiene que pasar el bogatyr para matar el alma de Koschéi, me gustó mucho una frase que decía «Encuentra aliados entre tus enemigos». Esto me dio una idea que, tras tejerla y destejerla una y otra vez, se ha transformado en Khïmera.

M.G.- Yo tengo que serte sincera César. Cuando leí la sinopsis de la novela, en principio no me sentí nada atraída.

C.P.- Lo sé. 

M.G.- Se hablaba de que era una distopía aunque luego te he oído decir que no lo es propiamente. Me daba miedo enfrentarme a tu nueva novela porque me dejaste tan buen sabor de boca con la trilogía que no me quería llevar una decepción, por decirlo de algún modo. ¿Crees que a muchos lectores les pasará como a mí?

C.P.- Al lector que conoce a Pérez Gellida le va a gustar Khïmera porque el estilo es el mismo que en la trilogía. Lo que pasa es que ciertamente hay un cambio de registro porque no tiene nada ver hacer una trilogía donde el elemento principal es la investigación, y en torno a eso vas creando tu trama, con Khïmera, una novela que me pedía más. 

Cuando termino la trilogía necesito un cambio de aires. Estuve treinta meses inmerso en un mundo que requería un proceso de investigación complicado y unos personajes difíciles y necesitaba cambiar. Me llamaba mucho la atención la idea de ser yo quien dibujara absolutamente todo, de tener un lienzo en blanco y que cada trazo fuera mío. Pero todo esto lo haces a priori porque lo que yo no había previsto es la dificultad de replicar ese mismo escenario con coherencia en el capítulo cinco y en el capítulo treinta y cinco. Es como hacer un dibujo a mano alzada. Tú puedes tener claro el escenario y verlo con los ojos cerrados, luego dibujas y te hace sale bien pero si lo guardas y lo vuelves a realizar dos días después resulta que entre un dibujo y otro hay diferencias notables. Son esas diferencias las que me ha costado limar para crear una atmósfera real para el lector, para que no tuviera que hacer un ejercicio de fe, un esfuerzo para creerse la atmósfera que yo le estoy contando. Sé que el primer movimiento del libro es muy denso.

M.G.- Yo voy leyendo por el tercer movimiento y sí que es muy complejo pero después todo es más llevadero. Ese primer movimiento es duro porque estás plasmando un mundo nuevo que el lector se tiene que imaginar.

C.P.- Exacto pero para mí era necesario. Había que hacer ese esfuerzo y sé que son muchos datos, muchos nombres, muchas fechas y conceptos distintos que al lector le cuesta procesar pero es necesario porque de otro modo no puedes trasladar de forma coherente lo que ha sucedido en esos años, entre los días que vivimos hoy y el 2037. Tienes que contar lo que ha ocurrido en ese margen de tiempo. Yo no quería dilatar eso durante toda la novela. Prefería hacerlo de forma concentrada, crear la atmósfera para luego desarrollar la trama porque la trama comienza a desarrollarse realmente a partir del segundo movimiento. Aún así, con las escenas de acción intercaladas creo que es digestivo pero entiendo que el primer movimiento es denso y sobre todo si lo comparas con la trilogía. 

M.G.- Sí. Yo te reconozco que tenía mis reticencias y que con ese primer movimiento he tenido que ir tomando apuntes de todo lo que ocurría y tengo páginas y páginas llenas de anotaciones para entender perfectamente lo que ha ocurrido en esos años. 

C.P.- Como mi suegra...

M.G.- Para mí ha sido necesario para no perder el hilo. Una vez que pasa ese primer movimiento es todo mucho más llevadero.

C.P.- Luego verás que las cosas empiezan a encajar. En el primer movimiento no lo cuento todo y no todo encaja, o encaja la parte de la historia que yo estoy contando pero luego verás que, a medida que avances, vas a ir entendiendo muchas cosas que suceden en ese primer movimiento. Realmente no es necesario procesar todo ese aluvión de datos que doy al principio pero hay lectores como tú, o como mi suegra, que necesitan hilar cada punto y tenerlo todo muy atado.

M.G.- Es que tengo páginas y páginas (risas).

C.P.- (Risas). Te creo, te creo,... Pero es que todo esto me lo pedía la estructura de la novela.

M.G.- Y sí que es cierto que se nota en la estructura que Khïmera sale de tus manos porque sigues unos patrones muy concretos. La música siempre la tienes de fondo y hay un dramatis personae que me ha producido mucha curiosidad. No sé si cuando avance más con la lectura se explicará pero, ¿por qué cada personaje está relacionado a un instrumento musical como si fuera una orquesta? ¿Hay una explicación para esto?

C.P.- Sí la hay sí, lo que ocurre es que el ochenta por ciento de los lectores no se están dando cuenta. 

M.G.- Pero, ¿me tenía que haber dado cuenta ya?

C.P.- No, no. Realmente no me interesa que se den cuenta demasiado. Si yo te digo busca la clave y te vas al listado de personajes y encuentras la clave, vas a estar con un extra de atención sobre ese personaje que es la clave. De otra forma pasaría un tanto desapercibido pero que es un personaje clave y por eso es la clave dentro del listado de personajes. 

M.G.- Y César, para los que no hayan leído el libro todavía, ¿cuál es el mundo que los lectores encontrarán en Khïmera?

C.P.- Desgraciadamente va a encontrar la proyección de nuestro presente, cómo estamos desorganizando nuestros valores básicos, sin darnos cuenta además. Para mí era un premisa fundamental dibujar un mundo que fuera tangible para el lector. Quería separarme mucho de la ciencia ficción. Yo no quería un mundo fantástico sino un mundo que fuera una prolongación de la realidad. Supongo que no te habrá costado, después de ese primer movimiento, meterte en la cotidianidad de los personajes porque ya sabes los que es el grafeno, ya sabes lo que es el UAT,... Yo eso no me lo he inventado. Todo eso es una parte importante de documentación que he hecho en muchos, muchos, muchos, muchos, pero muchos aspectos, desde lo más tecnológico hasta lo más básico. He recogido todo lo que los expertos dicen que vamos a tener dentro de treinta y de cincuenta años. 



El punto de partida de Khïmera es una hoja Excel enorme, dividida en once campos y desde el año 2000 hasta el año 2065 porque yo no sabía hasta donde iba a llegar en la trama. Todos los campos hasta el 2014, momento en el que escribo la novela, están cumplimentados con hechos reales y a partir de ahí los he ido rellenado yo en base a la documentación de expertos, de la información que he encontrado en bibliotecas, internet... Lo que yo he ido procesando en mi cabeza. De toda esa documentación, al final he utilizado dosis muy pequeñas, porque no se trata de que esto sea un tratado, sino una novela, pero el secreto está en saber qué dosis tienes que utilizar y en qué campos,...

M.G.- Pero en relación a esa documentación a mí me han surgido muchas preguntas. ¿Cómo se documenta uno sobre hechos y cosas que aún no existen?

C.P.- Principalmente con expertos y científicos de mucha reputación que van marcando las tendencias en cada uno de los campos que dominan. También he contado con la ayuda del doctor Tola, una eminencia en neurología a nivel mundial y con dos personas que me han echado un cable en temas de guerra cibernética porque trabajan para una empresa española que se dedica a fabricar software para el Estado y otros países. Al final, te vas manejando en los campos que requieren más profundidad de información. Pero luego, como te digo, utilizas una parte muy pequeña de toda esa información que recopilas. Podrá ser como un veinte o un treinta por ciento pero si quieres una comparación, el proceso de documentación de Khïmera habrá sido como el doble de toda la trilogía.

M.G.- No me extraña. 

lunes, 6 de abril de 2015

KHÏMERA de César Pérez Gellida.





Editorial: Suma de letras.
Fecha publicación: marzo, 2015.
Nº Páginas: 536.
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa.
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
ISBN: 978-84-8365-839-0
[Disponible en ebook; 
lee el primer capítulo aquí]

Autor

César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, 2011, decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.

César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 como reconocimiento a su ardua labor de documentación. En noviembre de 204 le otorgaron el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.

Sinopsis

2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiliadas uñas de la Asambles: Khimera.

En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.

César Pérez Gellida, autor de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, éxito absoluto de crítica y ventas en el último año, vuelve a la narrativa sobrepasando todas nuestras expectativas y rompiendo sus propios cánones con un relato que estilísticamente recuerda a la habilidad creativa de J.R.R. Tolkien y a la maestría visionaria de George Orwell o William Blake. Una reinvención del thriller literario al más puro estilo Gellida que algunos ya han calificado de obra maestra.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—


Comienzo esta reseña entonando el «Yo confieso». Tras la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, cuya lectura me dejó encantada, o mejor dicho, nos gustó a todos tanto, el argumento de Khïmera no me atraía absolutamente nada. Por algún blog habré dejado más de un comentario manifestando mi poca afinidad con las distopías o por cualquier argumento que me condujera a un futuro en el que la tecnología y los avances terminaran por marearme. Pero fui leyendo opiniones, positivas todas ellas, y alguna que otra entrevista, y mis reticencias empezaron a bajar un poquito la guardia. Aún así, no las tenía todas conmigo. No obstante, quiso el destino que Sevilla figurara entre las ciudades de la ruta promocional de Khïmera y el libro llegó a mis manos. Una rápida ojeada me permitió comprobar el sumo cuidado con el que esta novela, la cuarta del autor, ha sido editada. Es elegante y sobria, especialmente si prescindimos de la sobrecubierta. Pero un libro no es solo fachada. Ha de tener una buena comunidad de vecinos lo suficientemente interesante como para que sienta deseo por conocer qué se cuece en su interior. Solo había una forma de comprobarlo. Abrí el libro y comencé a leer. 

En el prólogo, encargado esta vez a Noberto López Amado, director y productor de cine, se nos habla de un «meticuloso y perturbador rompecabezas»«un concienzudo trabajo de documentación, estudio y análisis» para que la información no se nos atragante. Sin duda y después de haber leído hasta los créditos de esta obra casi audiovisual, no puedo estar más de acuerdo. 


Koshchey el Inmortal
Koshchey el Inmortal por Ivan Bilibin, 1901
A modo introductorio, y en una sección a la que César Pérez Gellida, ha titulado Preludio (de la estructura de la novela hablaremos más adelante), el autor toma de la mitología eslava una peculiar leyenda, la del Koschéi Bessmertnii que nos habla sobre la lucha entre el bien y el mal. A partir de ahí, desarrollará un argumento que se inicia en el año 2037 para posteriormente dar un salto temporal al año 2054.

El mundo creado por César Pérez Gellida dista mucho del que conocemos hoy aunque apenas nos separen inicialmente una veintena de años. El grafeno, existente ya en nuestros días, será un material clave, de uso común, en una época en la que las comunicaciones fluyen a un ritmo mucho más vertiginoso que en los momentos actuales. El deseo de poder y la lucha entre las potencias por la supremacía seguirá especialmente candente hasta llegar un punto en el que el globo terráqueo se reparte entre las manos de tres grandes grupos: la Unión de Naciones Libres, la Alianza islámica y el Bloque asiático, tal y como figura en el mapa inferior.



Pero ¿por qué conformarte con un trozo de pastel cuando puedes tener la tarta entera? Y en la lucha por ganar más y más territorio, por un lado, jugará un papel crucial una sustancia mortal y daniña, el gas Margaritka, que mata a millones de seres humanos o bien provoca terribles mutaciones genéticas y por otro, Khïmera Proyekta«un programa diseñado por los  servicios de inteligencia rusos a finales de los años treinta con la finalidad de crear una red de agentes polivalentes con la inestimable ayuda de la biomedicina y la tecnología»[pág. 179] que intenta evitar a toda costa la destrucción de nuestro mundo, cada vez más deteriorado en manos de los poderosos, a la vez que intentan conseguir un antídoto contra los efectos nocivos del gas. Y vinculado a este proyecto, será de vital importancia localizar al último bogatyr (caballero medieval protagonista de los cuentos de la mitología eslava), el último superviviente de un selecto grupo de agentes superdotados artificialmente. Son muchos los que lo buscan por motivos muy distintos, pero mejor no desvelar nada más.

En Khïmera el lector asistirá, atónito e impresionado, a un mundo en perpetuo cambio donde los países entran en guerra de diversa índole hasta que en 2054 la situación llega a extremos límites, con nuevas ciudades construidas sobre las ruinas de las que conocemos hoy, estructuradas en anillos concéntricos donde la población, controlada en todo momento y dividida en cuatro categorías diferentes en función de su estatus y con más o menos privilegios, intentan sobrevivir. Aquellos que tienen poder suficiente, pueden alargar su vida y su capacidad cerebral por medio de intrincadas técnicas médicas. Los que carecen de recursos tienen sus días contados. Y alejado de los núcleos habitados por los seres humanos, tres grandes zonas de exclusión en las que resulta muy peligroso adentrarse. 

En su nueva novela, César Pérez Gellida nos invita a recorrer de una punta a otra todo el globo terráqueo, en una trama que tiene más de thriller que de distopía, con venganzas, muertes, espías y estratagemas que salpican las quinientas treinta y seis páginas de la novela. Y llegaremos a un desenlace lleno de sorpresas que supondrá un buen mazazo para el lector por lo inesperado. Al menos, en lo que a mí respecta, me cogió totalmente desprevenida y no puedo más que claudicar ante el autor que posee, a mi juicio, una habilidad asombrosa por establecer conexiones totalmente creíbles y coherentes entre los numerosos personajes que circulan por estas páginas. 

Es cierto que los primeros capítulos requieren un cierto esfuerzo por parte del lector para poder componer en nuestra mente el mundo que César ha creado en esta novela. En mi caso particular me vi obligada a ir rellenado páginas y páginas con multitud de datos y conexiones entre personajes para no despistarme pero mis anotaciones me fueron realmente útiles. Esta dificultad inicial es algo que el propio autor reconoce pero también os diré que, una vez que alcancemos a vislumbrar con cierta nitidez la imagen de la situación de arranque que el autor dibuja, el argumento avanza de manera más fluida. Y para no perdernos mucho en esos capítulos iniciales, yo os recomiendo acudir con frecuencia a los mapas que se incluyen en el final de la novela (uno de ellos es el que figura más arriba pero hay dos más, que demuestran una vez más la capacidad creativa del autor). Igualmente, se hace necesario recurrir al anexo que también figura al final y que relaciona la cronología bélica aportando también información sobre los acontecimientos previos. Son dos recursos realmente importantes y muy útil por lo que yo os aconsejo tenerlos siempre en cuenta. 

Por otro lado, os podréis imaginar que en un argumento que transcurre en el futuro se hace referencia a multitud de términos que nos pueden resultar desconocidos tales como nanófonos cocleares, UAT, DOM, nanobots de revitalización,... No hay cuidado. Aunque no se explican detalladamente, el contexto nos ayuda mucho a entenderlo todo a la perfección.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...