
Año:1992
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Francis Ford Coppola.
Reparto: Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony Hopkins, Keanu Reeves, Richard E. Grant, Cary Elwes, Sadie Frost, Tom Waits, Bill Campbell, Monica Bellucci, Jay Robinson.
Premios: 3 Oscars (1992) al mejor vestuario, maquillaje, efectos de sonido. Se llevó tres de cuatro nominaciones.
Género: Terror. Vampiros.
Sinopsis: En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió su amor Elisabetta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabetta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intentará conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina.
Cuando una se topa con un producto en el que prácticamente todos sus elementos gozan de una calidad excelente no cuesta nada reiterar una y otra vez. Esto es lo que me ocurre con el largometraje que os traigo hoy. El Drácula de Bram Stoker lo habré visto una decena de veces y siempre consigo disfrutar de esta película.
El argumento es por todos conocidos. No en vano, ¿cuántas adaptaciones se habrán realizado sobre la obra de Bram Stoker? La lista es bien extensa. La diferencia entre todas ellas es el tratamiento que reciben, la fidelidad al texto, la contextualización,... al margen de toda la parte técnica.
En 1897, una pareja de enamorados hacen planes para el futuro. Jonathan Harkers es empleado de una firma de abogados y con motivo de la venta de unos terrenos en Londres viajará hasta Transilvania para formalizar el contrato. Su máximo deseo es encontrar la prosperidad para su amada prometida Mina Murray. Sin embargo, ese viaje supondrá un antes y un después en su vida. Los acontecimientos que se sucederán llevarán a sus protagonistas al borde de la locura.

Pero este Drácula no es un ser tan demoníaco como se podría pensar, ni siquiera diría que es una historia predominantemente de terror. Bajo mi punto de vista, se trata de una película de amor, de ese amor eterno que dura hasta el fin de los tiempos, una película que destaca el reencuentro de las almas afines incluso más allá de la muerte. Es obvio que también posee una fuerte carga vampírica pero el amor tiene un lugar importante en el corazón sin vida de este vampiro.
La muerte de su esposa, a la que adoraba por encima de todas las cosas, lo conduce a su situación actual y el amor también hará que abandone su castillo para buscar a la joven Mina en Londres. Nuestro Drácula tiene sentimientos, sufre y padece por amor e incluso se sincera y cuestiona su condición. Se podría decir que aún queda en él un resquicio de humanidad, sintiendo arrepentimiento en el momento justo en el que Mina le implora con los ojos que la haga suya. Se desata entonces una lucha en su interior. Su parte animal y su deseo lo empuja a clavar sus colmillos en el blanco cuello de la joven, pero, por otro lado, su amor y su parte más dulce, frena ese impulso salvaje. Las escenas de amor entre Mina y el vampiro son de una belleza onírica absoluta. Esos momentos derrochan amor, ternura, sinceridad, pasión, deseo,...

Si me paro en las interpretaciones tengo que hacer una pausa en tres de ellas. Gary Oldman consigue transmitir ese aire terrorífico en su faceta de vampiro, obviamente ayudado por un buen maquillaje y un vestuario acorde. Pero también, con su aspecto más humano, adopta esa mirada de misterio, de seducción, que irremediablemente te atrapa. Me gusta la dualidad del personaje, su lucha interna entre el mal y el bien.
Winona Ryder está estupenda. De alma cándida pasa a ser la esposa del vampiro y en ambos bandos sabe bien lo que tiene que ofrecer. Su personaje es creíble, mostrando una mujer en una encrucijada de la que no sabrá muy bien por qué camino tirar. El corazón puede más que la razón.
Y el maestro Anthony Hopkins. Eso, un maestro. Creo que desempeña muy bien el papel de doctor obsesionado con la búsqueda de Drácula.

Decía en las primeras líneas de esta reseña que el Drácula de Bram Stoker cuenta con elementos de categoría, hasta tal punto que cada uno de ellos adquiere un papel vital.