Autor
César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual, hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.
César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, que ahora tiene su continuidad con Dies irae y que se cerrará con Consummatum est.
Sinopsis
La acción de este thriller implacable arranca en la peculiar ciudad italiana de Trieste, frontera entre dos mundos. Augusto Ledesma elige el que fuera hogar de James Joyce como primer escenario para continuar su siniestra obra, que alimenta del aliento de sus víctimas y de la humillación de sus perseguidores. Hasta allí se trasladará el inspector Ramiro Sancho en su frenética y obsesiva persecución de un asesino en serie que parece haber acentuado su voracidad. Entretanto, al otro lado de la frontera, el psicólogo criminalista y exagente del KGB Armando Lopategui, "Carapocha", recorrerá las calles de Belgrado junto a su hija y ahora discípula con el propósito de zanjar cuentas con un pasado despiadado del que no logra despojarse. En otra vuelta de tuerca, a través de fugaces viajes en el tiempo,descubriremos cómo se fraguó la relación entre Pílades y Orestes y asistiremos a su sorprendente desenlace.
Tras el rotundo éxito de Memeto mori, primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, César Pérez Gellida nos conduce de nuevo por los complejos laberintos que conforman la mente criminal desde los ojos de sus protagonistas, ya sean víctimas, asesinos en serie, genocidas o quienes les persiguen. El inesperado desarrollo de los acontecimientos obligará al lector a pasar páginas en una ineludible búsqueda de respuestas.
Haciendo gala de un particular estilo cinematográfico aclamado por la crítica literaria, el autor nos envuelve en una trama adictiva, tejida a partir de un argumento sólido y pespunteado de poemas y canciones que componen una singular banda sonora del crimen.
La acción de este thriller implacable arranca en la peculiar ciudad italiana de Trieste, frontera entre dos mundos. Augusto Ledesma elige el que fuera hogar de James Joyce como primer escenario para continuar su siniestra obra, que alimenta del aliento de sus víctimas y de la humillación de sus perseguidores. Hasta allí se trasladará el inspector Ramiro Sancho en su frenética y obsesiva persecución de un asesino en serie que parece haber acentuado su voracidad. Entretanto, al otro lado de la frontera, el psicólogo criminalista y exagente del KGB Armando Lopategui, "Carapocha", recorrerá las calles de Belgrado junto a su hija y ahora discípula con el propósito de zanjar cuentas con un pasado despiadado del que no logra despojarse. En otra vuelta de tuerca, a través de fugaces viajes en el tiempo,descubriremos cómo se fraguó la relación entre Pílades y Orestes y asistiremos a su sorprendente desenlace.
Tras el rotundo éxito de Memeto mori, primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, César Pérez Gellida nos conduce de nuevo por los complejos laberintos que conforman la mente criminal desde los ojos de sus protagonistas, ya sean víctimas, asesinos en serie, genocidas o quienes les persiguen. El inesperado desarrollo de los acontecimientos obligará al lector a pasar páginas en una ineludible búsqueda de respuestas.
Haciendo gala de un particular estilo cinematográfico aclamado por la crítica literaria, el autor nos envuelve en una trama adictiva, tejida a partir de un argumento sólido y pespunteado de poemas y canciones que componen una singular banda sonora del crimen.
Segunda entrega de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne escrita por César Pérez Gellida, precedida por la novela Memento mori, cuya reseña puedes leer aquí.
En la entrega anterior dejamos a Ramiro Sancho expectante por el devenir de los hechos, mientras que Carapocha y su hija Erika trataban de capturar a Augusto Ledesma. La cosa termina sin que el lector tenga muy claro qué es lo que ha ocurrido pero es evidente que si la historia continúa, los personajes también han de tener segunda parte.
En la entrega anterior dejamos a Ramiro Sancho expectante por el devenir de los hechos, mientras que Carapocha y su hija Erika trataban de capturar a Augusto Ledesma. La cosa termina sin que el lector tenga muy claro qué es lo que ha ocurrido pero es evidente que si la historia continúa, los personajes también han de tener segunda parte.
El inicio de Dies irae se remonta al año 1995 en pleno conflicto de los Balcanes, un amplio salto en el tiempo para enclavar al lector en la República Srpska y asistir al diálogo entre dos personajes reales y de carácter histórico, Thomas Karremans, Teniente coronel de la UNPROFOR en 1995 y Ratko Mladic, Jefe del Estado Mayor del ejército de la República en Srpska. En nota al pie, César nos informa de que dicha conversación está traducida literalmente de una compilación a partir de varios fragmentos de la misma grabados en vídeo a los que él ha tenido acceso.
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Thomas Karremans y Ratko Mladic. Tomada de Imágenes Google |
Dies irae está llena de flashbacks que nos transportan a diversos punto del globo terráqueo. Desde la primera línea se observa una visible diferencia con la novela predecesora, pues esta segunda entrega se ramifica en varias líneas temporales y argumentales.
Año 1995. Balcanes. Se hace un retrato del conflicto que asoló la zona durante aquel periodo y en el que tanto Armenado Lopategui, alias Carapocha, como su mujer Erika desempeñan un papel que será transcendental para el desarrollo de una de las líneas argumentales.
Año 1999. Nueva York. Carapocha conoce a Orestes, un individuo con problemas y demasiado empachado de sí mismo que no quiere ser como los demás. Necesita ser recordado, lograr algo excepcional aunque el camino para conseguirlo no sea el más acertado. Lo que importa es el fin.
Año 2000. Berlín. Carapocha y Orestes siguen en contacto.
Año 2011. San Petesburgo. Carapocha y Erika se toman la justicia por su mano contra el matrimonio Nikolay Kolyvanov y Anastasia Kuremaa, una pareja aparentemente civilizada pero como las apariencias suelen engañar, resultan ser unos asesinos en serie de origen canadiense que violaron y asesinaron a varias adolescentes para «compensar» la frustración que siente Nikolay al entender que su mujer no había llegado virgen al matrimonio.
Mismo Año. Belgrado. Padre e hija intentarán averiguar qué le ocurrió a Erika Eisenberg, esposa de Carapocha y madre de Erika, durante el conflicto de la antigua Yugoslavia. Erika Eisenberg, asesinada por Ratko Mladic al descubrir que era una espía a las órdenes de la inteligencia rusa.
Mismo Año. Trieste. Augusto Ledesma sigue vivo y coleando. Su mente no descansa y el primer contacto que tenemos con él es el momento en el que se cuela en la mansión de Danilo Gaspari, un empresario esloveno relacionado con el tráfico de armas. Obviamente no será el único asesinato que cometa.
Todos estos tiempos y hechos se articulan a modo de tela de araña. ¿Cuáles son las incógnitas a despejar? Por un lado, Sancho tiene que enfrentarse de nuevo a Augusto. Tras ser informado por Carapocha de la actual ubicación de su antagonista, viajará a Trieste y colaborará con la inspectora jefe Gracia Calo, encargada de los casos de asesinatos que comienzan a producirse en la ciudad.
Por su parte, Carapocha y Erika tienen una doble misión. Hacer justicia en favor de Erika Eisenberg y posteriormente dar caza a Augusto o al menos, ayudar al inspector Sancho.
De nuevo
encontramos personajes bien construidos. En Memento mori conocimos prácticamente a todos los que cargan la
parte más pesada del argumento pero surgen otros que aportan su grano de
arena.
El inspector Ramiro Sancho aparece de nuevo avanzada en parte la
trama. Sigue atado
al caso de Augusto Ledesma, intuyendo que la cosa no había acabado con la
muerte del asesino y luchando porque las investigaciones no se cierren. En su
interior se clava la espina de no haber visto con sus propios ojos a Augusto
sin vida.

Pero si hay dos personajes que adquieren un mayor protagonismo y
presencia en Dies irae esos son Carapocha y su hija Erika. Hasta ahora
no sabíamos mucho sobre sus vidas porque en Memento
mori pasaron a demasiada
velocidad y ahora, tras la lectura de Dies
irae, entendemos que el psicólogo criminalista había adoptado una pose
en sus primeras apariciones. Es ahora cuando llegamos a conocerlo bien. El
autor nos conduce hacia el momento en el que él y Augusto Ledesma se conocen,
nos desvela el por qué de su escasa relación con su hija Erika, y nos descubre
la herida sin cicatrizar que anida en su interior.
Erika no es una persona fácil de llevar. Sufre un trastorno
bipolar que la tiene ligada a medicamentos a los que ella se resiste. No llega
a entender muy bien a su padre pero decide seguirlo.
En Memento mori había que alabar la ardua tarea de
documentación que se escondía tras la novela. Ese dominio del
funcionamiento de la mente humana, de la forma de actuar de los asesinos en
serie, de las investigaciones policiales,... queda eclipsado por el que el
autor nos ofrece ahora. En Dies irae, César nos acerca a
la guerra de los Balcanes donde,
como suele ocurrir en todos los conflictos bélicos, la religión supone un
importante puntal, por no decir el principal.
Visitaremos Belgrado, una ciudad que se nos abre ante los
ojos por medio de sus calles, sus costumbres y sus platos típicos. Y de igual modo, pasearemos por
Trieste, ciudad en la que César se hace un guiño así mismo,
posicionándose como un turista más junto a su mujer Olga. Me pareció un detalle
muy simpático.
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Vista de Belgrado |