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lunes, 8 de noviembre de 2021

ESTARÉ SOLA Y SIN FIESTA de Sara Barquinero

Editorial:  Lumen
Fecha publicación: septiembre, 2021
Precio: 17,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 304
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788426410221
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]

Autora

Sara Barquinero (Zaragoza, 1994). Estudió Filosofía en la universidad de su ciudad y realizó un máster de Escritura Creativa en Hotel Kafka. Actualmente está cursando los estudios de doctorado. En 2018 obtuvo una beca de creación en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en la que escribió su nouvelle Terminal (Milenio, 2020). Ha obtenido el Premio de ensayo Valores Universales de la Fundación Unir en 2016, el Premio Virginia Woolf de relato en lengua inglesa en 2017, el Premio del IAJ de creación artística y tecnológica en la modalidad de literatura en 2018 y el Premio Voces Nuevas de poesía de la Editorial Torremozas en 2019. Tras Estaré sola y sin fiesta, Lumen publicará su proyecto literario Los escorpiones, formado por cinco novelas, y El desapego.

Sinopsis

¿Quién es Yna? ¿Por qué su diario íntimo, crónica de su enamoramiento de Alejandro en 1990, ha aparecido en un contenedor de Zaragoza? La protagonista de Estaré sola y sin fiesta no puede evitar hacerse estas preguntas cuando encuentra el viejo cuaderno manuscrito de Yna. Hay algo en la prosa sencilla de esa desconocida que la empuja a querer saber más. Su historia tiene una fuerza contagiosa que, a pesar de la distancia, la obliga a pensar en sí misma, hasta el punto de dejar toda su vida en pausa para dar comienzo a una investigación que la llevará a Bilbao, Barcelona, Salou, Peñíscola y, finalmente, de vuelta a Zaragoza. ¿Es cierto que nadie fue al cumpleaños de Yna el 11 de mayo de 1990? ¿Tiene sentido que el amor de su vida nunca la llamara? ¿A qué respondía esa gran obsesión romántica? ¿Y dónde estarán ahora sus protagonistas? ¿Seguirán vivos?

Con ecos de Roberto Bolaño y Julio Cortázar, la jovencísima filósofa y escritora Sara Barquinero construye una asombrosa historia de deseo y de intriga que recorre España, y que es la primera piedra de un ambicioso proyecto narrativo: un regreso a la novela filosófica sin renunciar al pulso vertiginoso.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Reconozcamos que todos somos un poco fisgones. ¿Acaso no te ha llamado nunca la atención pasar junto un contenedor de basura, repleto de cachivaches y trastos viejos, y mirar con curiosidad? Toda la vida de una persona puede caber en cuatro o cinco cajas, y esa misma vida puede acabar un día tirada de cualquier modo y en cualquier lugar. Dicen que, a través de los desechos de una persona, se puede averiguar muchas cosas de ella. Especialmente si, entre esas pertenencias tiradas a la basura, encontramos escritos. Pues precisamente en un contenedor de basura, y en 2017, Sara Barquinero encontró un diario personal. Con una etiqueta que evidencia que el cuaderno fue comprado en Ámsterdam, el diario hallado por la joven zaragozana contiene la vida de una mujer en los años 90. La propietaria de estas páginas se llama Yna, una mujer de origen indefinido, aunque todo apunta a que es latinoamericana, de treinta y dos años de edad, madre de una niña llamada Debra, que recoge en ese diario su amor desesperado por Alejandro.


«Está paralizada frente al contenedor sin atreverse a tocar nada. Pasiva. Lo más pasiva que puede, teniendo en cuenta que está a medio metro de un cubo de basura a rebosar. Y entonces lo ve. Ahí, entre las cortinas, las ciudades minúsculas, las sábanas pintadas de suciedad. Es un cuaderno pequeño y azul con una golondrina en la portada que asoma bajo un mantel y un revistero. Lo coge. Una etiqueta en la portada: "Yna. 4-1990"». [pág. 22]


A raíz de este hallazgo, y tras tratar de averiguar quién fue Yna y qué fue de ella sin conseguirlo, Barquinero construye una historia de ficción con una joven protagonista que recorre ese camino que la propia autora inició sin resultado. En el caso de la novela, veremos a la protagonista indagar por el supuesto barrio en el que Yna vivió, hablar con los que pudieron ser sus vecinos, preguntar aquí y allá si recuerdan a una tal Yna enamorada de un tal Alejandro. En la investigación, también echará mano de una herramienta tal útil como son las redes sociales. Lanzará una búsqueda y dará con una tal Debra que, por la información que figura en su perfil de Facebook, bien podría ser la hija de Yna. No obstante esta pista también se convierte en un callejón sin salida. ¿Qué hacer entonces? Tirando de varios hilos, de los distintos nombres de amigos que se mencionan en el diario, la protagonista tratará de localizar a Alejandro. Para ello tendrá que moverse por diferentes ciudades, -Madrid, Barcelona, Bilbao, Peñíscola-, dejando atrás su propia vida, su familia, su trabajo, y a su novio Carlos. Ella tiene una misión, encontrar a Yna o, en su lugar, a Alejandro. Si lo encuentra o no, eso dejo que lo descubras por ti mismo.

¿Qué me ha gustado de esta novela?

Para empezar, ese punto de partida. El hecho de que esta novela nazca fruto del hallazgo de un diario real me parece todo un alarde de originalidad. Desconozco si otras novelas han nacido de este modo. En mi caso, es la primera vez que leo algo así, y admito que me ha resultado una lectura curiosa e interesante.

Por otra parte, también me ha gustado que se alterne la historia de ficción, esa búsqueda que emprende la protagonista, con las transcripciones de las páginas del diario, del cual, incluso se aporta alguna fotografía. No he podido dejar de imaginarme a Yna, a una mujer de carne y hueso, sentada a una mesa como la que estoy ahora, escribiendo esas páginas que le sirvieron de desahogo en los años 90. 



No obstante, también hay alguna cuestión que no me ha terminado de convencer, y que paso a detallaros más adelante.

Temas

La soledad. Yna tiene una hija. También hablará en su diario de una madre, a la que tiene cerca. Igualmente menciona a algunos amigos. Y, sin embargo, se siente sola. La novela explora esa sensación de soledad que en ocasiones podemos sentir, incluso cuando vivimos rodeados de otras personas. Eso me llevó a pensar en el concepto de la individualidad, en esa frase tan cargada de verdad- «yo soy yo y mis circunstancias»-, que todos hemos usado alguna vez. Uno pude formar parte de una familia, de una comunidad, de una sociedad pero, a la hora de la verdad, estamos más solo que la una.

El amor tóxico y destructivo. También será otra cuestión en la que Barquinero ahonde. Veremos tanto en Yna como en otros personajes, un amor que no suma, sino que resta. Un amor que nos asfixia, nos aniquila y nos vuelve dependientes, un amor que se torna en droga sin la que no podemos vivir. Leyendo el libro recordé aquellos amores de juventud a través de los que una acostumbraba a respirar, aquellas relaciones en las que todos nos hemos volcado sin recibir nada a cambio. No son únicamente amores de juventud. Yna tiene treinta y dos años, y vive aferrada al recuerdo de alguien que ya la ha olvidado para siempre, al deseo de un regreso que no se producirá. 

Por último, la obsesión. Definida por la RAE como «perturbación anímica producida por una idea fija» o «una idea fija o recurrente que condiciona una determinada actitud». Mucho de esto veremos en la novela, mucho de esa idea fija, esa obcecación que viven muchos de los personajes de la obra. Yna está obsesionada con Alejandro, la protagonista está obsesionada con encontrar a Yna y a su amor y, a su vez, Carlos está obsesionado también. Todos, de un modo u otro, están aferrados a algo como vehículo de salvación de sí mismos.


«Estoy obsesionada contigo, tu imagen, tu cuerpo, tu voz». [pág. 26]


La protagonista

¿Qué sabemos de la joven que emprende la búsqueda? De entrada, jamás sabremos su nombre. ¿Por qué? Me dice Sara Barquinero en la entrevista que nos concedió (puedes leerla aquí), que no quiso ponerle nombre para no hacerle sombra a la propia Yna. Deduzco entonces que, para la autora, la verdadera figura importante en esta historia es esa mujer herida de amor, que vuelca en un puñado de páginas su desazón y angustia por la ausencia del ser querido.

En cualquier caso, la joven me ha parecido un tanto desubicada. Aunque vive con su novio Carlos, parece que la relación la hastía. Por otro lado, también veremos que no tiene una relación afable con su familia. En todo momento, he tenido la sensación de que la joven huye, de su vida, de su entorno y hasta de sí misma. A mi parecer, el hallazgo del manuscrito es el motor que la impulsa a una nueva ilusión, como si se aferrara a esa búsqueda para sentirse útil porque, aunque tiene trabajo, familia, pareja,... nada termina por llenarla. 

En este sentido, puedo entender la obsesión de la joven por la labor que emprende. Lo que quizá me ha resultado más incomprensible es lo que ocurre en todas esas ciudades que visita. Siguiendo la pista de Yna y Alejandro, conocerá a otros jóvenes con los que mantendrá un encuentro sexual. ¿Puede ser que intente encontrar un amor con el de Yna? ¿Un amor tan destructivo pero a la vez tan tórrido? 

 

«Luego se siente sucia, adolescente de nuevo. No lo decide nunca, es compulsivo, un acto previo al razonamiento». [pág. 59]


Yna y Alejandro

Más allá de su edad, de Yna no sabremos mucho. Habrá circunstancias que podremos deducir del diario. Por ejemplo, el uso de ciertos vocablos nos permitirá deducir que se trata de una mujer sudamericana. Por la forma de expresarse y su grafía, podremos suponer que su formación académica es muy básica La grafía que emplea en su diario nos revela que es una mujer de educación básica. ¿Y su nombre? ¿Realmente se llama Yna? Sobre esta cuestión también hay una teoría en la novela.

En cuanto a Alejandro, lo que sabemos de él lo iremos descubriendo a la vez que la protagonista. Otros personajes nos irán dando detalles de la existencia de Alejandro hasta llegar a un final en el que.... Bueno, no os lo cuento. 

Estructura y estilo

Estructurada en tres bloques, con un total de diecisiete capítulos -algunos de los cuales se vertebran en dos ramificaciones-, la historia está escrita en tercera persona, empleando el presente como tiempo verbal para darle esa sensación de inmediatez y que, a la vez, sirve para que tengamos la impresión de acompañar a la protagonista en su búsqueda. 

En cuanto al estilo y al ritmo, actual, ágil y dinámico. El empleo de bastante diálogo y ese interés por descubrir si definitivamente nos encontraremos con Alejandro o Yna, consiguen que el lector avance con rapidez por la historia.


En definitiva, Estaré sola y sin fiesta, un titulo que hace referencia a esa soledad que vive Yna, es una novela que puedes leer como una historia de búsqueda, con su toque de suspense, o como un camino hacia la reflexión. Insisto en que me ha gustado el punto de partida de la historia. Saber que tras el diario hay una persona real, que sufrió tanto por amor, y poder leer lo que ella realmente escribió. Pero también tengo que decir que esta lectura me ha dejado un poso de tristeza y una sensación desangelada, como si nuestra existencia y paso por este mundo no tuviera mucho sentido. ¿Qué somos si al fin y al cabo nuestra vida acaba en un contenedor de basura? ¿Quiénes somos si llegará un día en que seamos un recuerdo lejano? ¿Qué rastro dejamos si al final no nos pueden encontrar? Ahí lo dejo. 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:

martes, 26 de octubre de 2021

SARA BARQUINERO: ❝La situación social transforma la vivencia colectiva en sufrimiento y desorientación individual❞

Hace unos días, la zaragozana Sara Barquinero (1994) visitó Sevilla, para promocionar su última novela Estaré sola y sin fiesta (Lumen). Considerada como una revelación literaria, Barquinero ha recibido diversos premios, entre los que destacan: el Premio Virginia Woolf de relato en lengua inglesa en 2017 o el Premio Voces Nuevas de poesía de la Editorial Torremozas en 2019.  Estaré sola y sin fiesta nace a raíz de que Sara encontrara un diario en plena calle. La autora de ese puñado de páginas, datados en 1990, se hace llamar Yna y relata su desesperación amorosa, su tormentosa relación por un hombre llamado Alejandro, que no la corresponde. Partiendo de este hallazgo, y tras un intento infructuoso de localizar a Yna y saber qué ocurrió con ella, Barquinero relata el periplo ficticio de una joven en busca de la autora del diario y de su amor Alejandro.

Os dejo con nuestra conversación.

[Fuente: Web editorial]

Marisa G.- Sara, veintisiete años y un montón de premios. Dicen que eres la promesa de la literatura española. ¿Cómo se vive este momento?

Sara B.- Por una parte, estoy más contenta que nunca en mi vida pero, por otra parte, estoy abrumada, como si me diera vergüenza. Estoy en esa dualidad. Supongo que todavía no me lo acabo de creer.

M.G.- Esta novela parte de un hecho real, el hallazgo de un diario. ¿Cómo fue ese momento?

S.B.- Más o menos, tal y como se cuenta en la novela, aunque está abreviado. Iba por la calle con una de mis mejores amigas, encontramos unos contenedores, miramos lo que había y encontramos el diario. A partir de entonces empecé a pensar en esta historia.

M.G.- ¿En qué año fue eso?

S.B.- En 2017, 2018. Durante ese curso.

M.G.-  Yo me sé la historia porque la he leído pero, ¿cómo le resumirías al lector lo que contiene ese diario?

S.B.- Son las cartas de amor no enviadas de una mujer llamada Yna a un hombre que se llama Alejandro. Él no le devolvía las llamadas, aunque ella le insistía mucho en que quería estar con él.

M.G.- El presente de la novela es 2018, aunque el diario está datado en 1990. ¿Es así?

S.B.- Sí, así es.

M.G.- De todos modos, salvo el hallazgo del diario, todo lo que se cuenta en la novela es ficticio, ¿no? Es decir, no narras nada de tu realidad, excepto lo del diario.

S.B.- Exactamente. Al principio, intenté investigar un poco sobre quién había escrito ese diario pero no conseguí ninguna información, así que, abordé otra vía.

M.G.- ¿Pero anduviste el mismo camino que hace la protagonista de esta novela, para seguir la pista de Yna?

S.B.- Sí, sí. Fui al barrio en el que supongo que vivió Yna. El diario estaba tirado en un contenedor de Torrero (barrio de Zaragoza), pero a saber si habían vivido realmente allí o por qué aquel diario había acabado allí. Fui preguntando a la gente y nadie sabía nada. Si alguien te daba algo más de información, nunca tenía la certeza de que fuera verdad lo que me estaban contando. Así que abandoné la investigación.

Hay una escena en la novela, en la que la protagonista contacta con alguien a través de Facebook, con la que pensaba que podía ser la hija de Yna. Eso sí es verdad. 

M.G.- ¿Y la respuesta que da esa supuesta hija a la protagonista de la novela es la que realmente esa persona te dio a ti?

S.B.- Es muy parecida. En la novela introduzco algunos detalles más pero básicamente me dijo que dejara en paz a su familia.

M.G.- ¿Tú te has parado a pensar qué diría Yna, que hoy tendría unos sesenta años, si llega tu novela a sus manos? ¿Has pensado qué podría decir?

S.B.- No lo sé. Quiero pensar que no le sentaría mal. No la expongo a ella como persona, solo expongo su texto. Creo que la he intentado tratar con respeto. Además, la obra va más allá de su diario. De todas formas, siempre he pensado que Yna estaba muerta.

M.G.- ¿Por qué?

S.B.- Porque encontramos todas sus cosas en un contenedor. Así que, o está muerta o en una residencia de ancianos. No creo que esté para leer.

M.G.- De todas formas, sería muy fácil reconocer que se trata de ella porque, en la novela, se incluyen fotografías reales de ese diario. El lector puede ver la grafía de Yna, con esa forma de expresarse que no es gramaticalmente correcta.




S.B.- Sí. Creo que, en todo caso, podría salir alguna de sus hijas, pero no la propia Yna.

M.G.- Hemos dicho que el diario está fechado en 1990. Te has tenido que asomar a esa década. ¿Cómo ha sido esa inmersión?

S.B.- Recurrí a un libro de Eduardo Maura (Los 90. Euforia y miedo en la modernidad democrática española), en el que hace una radiografía política de los 90. Leí muchísimos periódicos y hablé mucho con mi familia. Digamos que gasté tres meses en investigar sobre los 90.

M.G.- Una vida muy distinta a la que tenemos ahora.

S.B.- Pero me resulta familiar porque es la vida que he visto muchas veces reflejada en ficción o en las narraciones de mis padres. No ha sido como desplazarse más atrás en el tiempo.

M.G.- La protagonista de la novela no tiene nombre. ¿Por qué?

S.B.- Para respetar la memoria de la mujer original. No sé si ha sido algo acertado o no. Me parecía que mantener a la protagonista de una forma más desdibujada le daba más peso a Yna.

M.G.- ¿Y qué me puedes decir de la protagonista? ¿No está un poco desorientada? ¿No anda un poco perdida?

S.B.- Sí. Muchas personas me han preguntado si se trata de algo que me ha pasado a mí y la verdad es que no. Por suerte o por desgracia, a nivel laboral y vital, siempre he tenido las cosas claras. Pero con este personaje quería expresar algo que yo veo a mi alrededor todo el tiempo, en gente de mi edad. Son gente muy válida, que van como vacas sin cencerro, pero no es su culpa, sino de las condiciones materiales y sociales que les ha tocado, y que no les permite hacer planes a largo plazo porque no tienen un sueldo estable, un lugar estable, una vida estable.

M.G.- Si la gente de tu edad estáis en esta tesitura, que os sentís un poco desubicados porque no tenéis estabilidad laboral, ¿qué podéis esperar de la vida?

S.B.- Creo que esa pregunta es inadecuada. No creo que hayan nacido una serie de personas desorientadas y confundidas, sino que la situación social transforma la vivencia colectiva en sufrimiento y desorientación individual.

M.G.- La protagonista de tu novela, la que encuentra el diario, hace un periplo por España. Siguiendo la pista del amor de Yna, pasa por diferentes ciudades.  Y en cada una de esas ciudades, va a mantener una relación sexual. Creo que esta chica intenta aferrarse a algo pero, a la vez, intenta huir de su vida, ¿no?

S.B.- Si introduje tantos encuentros sexuales, quizá demasiado condensados en el tiempo, era porque me apetecía reflejar cómo se puede llegar a vivir el amor hoy, en comparación a cómo lo vivía Yna en los 90. Lo que busca la protagonista es la posibilidad de amar, lo que pasa es que ninguno de sus encuentros la lleva a alguna parte. ¿Qué puedes esperar de un tío que has conocido por Tinder en Bilbao? Probablemente no sea el amor de tu vida.

M.G.-  El amor que vive Yna es una relación de dependencia, muy tóxica. La protagonista de tu novela sabe que ese amor es muy perjudicial pero, al mismo tiempo, creo que le gustaría vivir y experimentar un amor tan tórrido como el que vive Yna.

S.B.- Total. Es lo que me pasó a mí leyendo el diario. Yo no quiero repetir los errores de esas mujeres que piensan que un hombre es lo único que puede salvarte. No quiero eso. Sin embargo, por la forma en la que se me ha educado, quiero un amor completo, absoluto, que me exija todo y me dé todo. ¿Cómo solucionar esa tensión? Lo que intenté apuntar en la obra es que ni la idea de volver al pasado, como le pasa a Yna, es la adecuada, porque esa visión nostálgica del pasado como algo mejor no es real. Pero tampoco debemos caer en la idea de que cualquier cuerpo o circunstancia vale. Intenté mostrar una vía intermedia o mostrar las cosas malas de ambas situaciones.

M.G.- Aparte de esa obsesión por Alejandro, ¿qué perfil psicológico tiene el personaje?

S.B.- Sería decir mucho porque Yna fue una persona real. Cuando me puse a trabajar sobre el diario pensé que, probablemente, era de Argentina o Uruguay, basándome en cómo escribe castellano. El diario fue comprado en Amsterdam porque tiene una etiqueta. Imagino que fue una persona migrante y que, en algún momento, recaló en España. Aunque tenía dos hijas, se sentía sola. Me imagino que quizá fue una de las primeras inmigrantes latinoamericanas que llegó a España, en circunstancias que no podemos saber. Si es complicado hoy día, que ya se han hecho algunos avances en extranjería, imagínate cómo sería en los 90.  Creo que eso podría explicar su desasosiego.

M.G.- A raíz del hallazgo del diario, la protagonista reflexiona sobre la soledad, la muerte, la espera, el amor. ¿A qué conclusiones llegará?

S.B.- Intenté dejarlo un poco abierto. Me gustan las novelas que te plantean preguntas sin darte la respuesta completa. No quería que mi protagonista llegara a una conclusión sólida pero, tal y como acaba la novela, creo que se da cuenta que su añoranza del pasado es un error, pero que también ha conseguido alguna herramienta para enfrentar el presente.

M.G.- Hemos hablado de la obsesión, que gira alrededor de todos los personajes. Yna está obsesionada por que Alejandro vuelva. La protagonista está obsesionada por localizar a Yna o a Alejandro y, a la vez, la propia protagonista tiene una pareja, Carlos, que no la deja ni a sol ni a sombra.

S.B.- Sí. Construí el personaje de Carlos de este modo porque creo que, hoy en día, muchos hombres heterosexuales son así. O bien hay una situación de desapego o son unos señores que te quieren tener de esposa y madre de sus hijos en su casa. Esto es algo que he visto mil veces. Pero también, el personaje de Carlos me ha servido para restar culpa a Alejandro, porque parece muy malo. Alejandro se acuesta con Yna y pasa de ella. Sin embargo, la protagonista hace lo mismo y no la vemos como un diablo con cuernos. 

M.G.- Sé que has estudiado filosofía. ¿Te han servido tus estudios a la hora de hacer reflexionar al personaje?

S.B.- Cuando empecé a escribir este texto, tenía una asignatura que se llamaba Dios y el problema del mal, en la que tratábamos sobre cómo se justificaba el mal en la Historia. Estuvimos leyendo muchos textos que me ayudaron para hablar sobre dónde queda el sufrimiento de la historia que no se cuenta en ninguna parte.

M.G.- Cartas manuscritas, diarios,... Todos estos elementos que utilizábamos hace muchos años daba cierto aire romántico a nuestra existencia, pero todo eso se ha evaporado. ¿Hemos salido perdiendo en ese sentido?

S.B.- No. La cuestión es que siempre se romantiza lo que ha pasado. Estoy segura de que, dentro de diez años, nos parecerá romántico el Whatsapp. Creo que no es más que la actitud natural hacia el pasado.

M.G.- ¿Y qué me puedes decir del desenlace de la novela? Sin desvelar mucho, hay que decir que el lector llega a ese final, ve a la protagonista sentada a una mesa, y...

S.B.- No quería dar una respuesta cerrada a la historia porque afecta a personas reales. No quería tener una gran conversación catártica. Y luego, imagínate que tienes una amiga que lo ha estado pasando muy mal por un chico y te habla mucho de él. Cuando conoces al tío, ¿qué te parece? Generalmente, es decepcionante. Te habías imaginado a un señor increíble y luego es un señor con su panzita.

M.G.- Que no merece tanto la pena, ¿no?

S.B.- Exactamente.

M.G.- Oye, la editorial anuncia dos nuevas novelas. ¿Qué nos puedes adelantar de ellas, si es que se puede decir algo?

S.B.- Estoy trabajando en una novela sobre la depresión, el suicidio, y los videojuegos. Una cosa alegrísima. Y tengo otra novela que tengo que retocar, sobre el terremoto de Lisboa y la profecía de que se va a volver a repetir.

M.G.- Bueno, crucemos los dedos. Pero me llama la atención que toques la idea del suicidio. Es un tema del que he estado últimamente hablando con gente muy joven.

S.B.- Para bien o para mal, es un tema de moda. Creo que es la causa de muerte más común en varones de más o menos mi edad. Incluso, aunque no lleguen a cometer suicidio, el tema de la ideación suicida en la gente de mi generación está a la orden del día. Es algo que no se puede ignorar. Es cierto que la literatura en castellano, y en general, está un poco alejada de la temática de la muerte en la última década, quizá por las condiciones sociales y económicas, pero ahora parece que vuelve a reaparecer.

M.G.- Por último. Sara, la literatura no es lo único en tu vida. Cuéntame qué es sibaruaq.

S.B.- (Ríe). Es el seudónimo que tenía cuando hacía cosas más macarras en la adolescencia. Hacía pintura, performances, fanzines,... Cuando empecé a escribir, lo que hacía era escribir diez folios, hacer tres fotos, pintar un cuadro, graparlo todo y venderlo a dos euros. De esa época, me queda todavía lo que era mi seudónimo. 

M.G.- ¿Y todo eso lo abandonaste?

S.B.- Sí, pero me gustaría volver. De hecho, me gustaría volver con otro diario que encontré en la calle.

M.G.- ¡Pero bueno! (Risas)

S.B.- Es que rebusco mucho. (Ríe). Me encontré el diario de un hombre con Alzheimer, donde iba anotando lo que desayuna, lo que comía,... para acordarse después. Pensé que eso no merecía tanto un novela sino algo más performativo, mezclando diferentes técnicas,... Quizá, cuando acabe con las novelas, puede que vuelva por ahí.

M.G.- Sara, gracias por atenderme.

S.B.- A ti.

Sinopsis: ¿Quién es Yna? ¿Por qué su diario íntimo, crónica de su enamoramiento de Alejandro en 1990, ha aparecido en un contenedor de Zaragoza? La protagonista de Estaré sola y sin fiesta no puede evitar hacerse estas preguntas cuando encuentra el viejo cuaderno manuscrito de Yna. Hay algo en la prosa sencilla de esa desconocida que la empuja a querer saber más. Su historia tiene una fuerza contagiosa que, a pesar de la distancia, la obliga a pensar en sí misma, hasta el punto de dejar toda su vida en pausa para dar comienzo a una investigación que la llevará a Bilbao, Barcelona, Salou, Peñíscola y, finalmente, de vuelta a Zaragoza. ¿Es cierto que nadie fue al cumpleaños de Yna el 11 de mayo de 1990? ¿Tiene sentido que el amor de su vida nunca la llamara? ¿A qué respondía esa gran obsesión romántica? ¿Y dónde estarán ahora sus protagonistas? ¿Seguirán vivos?

Con ecos de Roberto Bolaño y Julio Cortázar, la jovencísima filósofa y escritora Sara Barquinero construye una asombrosa historia de deseo y de intriga que recorre España, y que es la primera piedra de un ambicioso proyecto narrativo: un regreso a la novela filosófica sin renunciar al pulso vertiginoso.



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