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lunes, 13 de enero de 2025

NO TOCARÁS de Nuria Pérez

Editorial: Salamandra
Fecha publicación: mayo, 2024
Precio: 21,00 €
Género: narrativa
Nº Páginas:304
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN:  9788419456526
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Nuria Pérez nació en Galicia e inició su vida laboral entre Milán y Londres, donde trabajó como directora creativa en agencias de publicidad. Actualmente crea y dirige proyectos sonoros como Gabinete de Curiosidades (Premio Ondas 2022), uno de los pódcast narrativos en español con más audiencia y mejor valorados en los últimos años. Autora de varios ensayos, No tocarás es su primera novela.

Sinopsis

Verano de 1873. El Alexandra Palace acaba de inaugurarse a las afueras de Londres y la vida tranquila de la joven Mary Hessler, que trabaja muy cerca de allí, está a punto de cambiar. Una noche cometerá un acto inconfesable que, muchos años después, será decisivo también para Adela Ferri y Marta Soler.

Verano de 1998. Marta, una celadora en el Museo Sorolla, lleva meses intercambiándose mensajes secretos con un desconocido y sus días transcurren entre hipótesis sobre quién estará detrás de ese juego y paseos por las calles de Madrid. Mientras, en Londres, Adela afronta como puede la crisis de su matrimonio y se siente protagonista de una extraña realidad que ella, pese a dedicarse a la escritura, no consigue definir.

Separadas en el tiempo y el espacio, pero unidas por un recorrido marcado por la culpa, los condicionamientos sociales, la obsesión y la búsqueda del amor, las historias de Mary, Adela y Marta nos demuestran que, a veces, basta cortar un hilo para que todo se desmorone a nuestro alrededor, y que cada decisión que tomamos es una pieza de dominó que se vuelva sobre las demás.

[Información tomada directamente del ejemplar]

El año 2024 terminó con la lectura de No tocarás, la primera novela de la gallega Nuria Pérez, a la que muchos han conocido por estar al frente del podcast, Gabinete de curiosidades. No es mi caso. No conocía a la autora. Tampoco he escuchado nunca el podcast en cuestión. Ahora siento una inmensa curiosidad, aunque he leído que ya no se puede escuchar. En cualquier caso, indagaré. 

La lectura de No tocarás ha sido más que gratificante. Requiere su tiempo. Quiero decir que, de entrada, el lector puede sentirse algo perdido pero no hay cuidado, poco a poco, las piezas van encajando en su lugar. Admito que, traspasados los primeros capítulos y sintiendo cierta desorientación, opté por leer la sinopsis, por aquello de tratar de dilucidar por dónde iban los tiros. Y vosotros diréis: ¿pero no lo haces antes? Pues no. Más bien me dejo llevar por mis impulsos y me lanzo a una lectura sin leer la contraportada. Eso tiene grandes ventajas y grandes inconvenientes. Por un lado, me enfrento a la historia sin saber un ápice de la trama, lo que me permite disfrutar de las sorpresas. Por otro, me ha ocurrido que, de haber leído previamente la sinopsis, me hubiera ahorrado un disgusto. No ha sido el caso. Pero entro en materia.

No tocarás se articula a través de la historia de tres mujeres: Mary, Adela y Marta. Unas comparten escenario con otras y las otras compartirán año con las unas. ¿Quiénes son estas mujeres?  

Mary (Londres, 1873)

Adentrarme en la historia de Mary me dejó bastante desconcertada. Me encontré con un personaje en una situación extraña, algo turbia. Mary es un joven británica a la que vamos a conocer en circunstancias poco halagüeñas. Está en un barco que no navega ni tiene intención de hacerlo porque no se trata de una travesía de ocio. Más bien es todo lo contrario. Hay gritos a su alrededor y comparte espacio con hombres, mujeres y niños. Cada día, todos ellos tienen que formar fila en cubierta, donde se decidirá la suerte de unos y otros. Si eres afortunado, regresarás al interior del barco, que funciona como una especie de presidiario. En cambio, si tu día ha llegado, serás arrojado por la borda. 


«El tripulante cumple el breve ritual. Posa una mano en su frente, realiza el signo de la cruz y luego le dice que siga caminando. Hoy tampoco será el Día del Juicio para esta mujer. Se le ha concedido más tiempo para hacer penitencia, tendrá que esperar al próximo amanecer». [pág. 15]


Mientras ella espera y teme lo peor, el lector la irá conociendo a través de sus recuerdos. La joven es una buena hija. Como las chicas de su edad y de su época trabaja para ayudar a la economía familiar y por eso se dedica a cuidar del pequeño Thomas, el hijo de la señora Walcott. Los Walcott están muy contentos con el trabajo de la muchacha pero siempre hay alguien que te desea el mal y Mary no estará libre de esa amenaza. No obstante, en la vida no todo es trabajo y sacrificio, también hay que darle vida al corazón y de eso se encargará el joven Oliver McGraw, que jugará un papel muy importante en la historia de Mary. Lo que parece una vida tranquila se tornará en un calvario, y es que Mary tiene un pequeño tropiezo, un desliz que, a simple vista, y dadas las circunstancias en las que produce, podría resultar algo inocente. Sin embargo,... (puntos suspensivos). Ahí lo dejo. 

Adela (Londres, 1998)

Estamos en la misma ciudad pero han transcurrido más de cien años. Adela es una mujer de origen español, aunque desciende de alemanes e ingleses. Casada con Michele, italiano de nacimiento, desde hace veintidós años, es madre de dos hijos, siendo uno de ellos la adolescente Lulu. Adela tiene una buena vida. Reside en Highgate «perla de los suburbios londinenses» y es escritora de profesión. Tiene mucho éxito y cuenta con una legión de lectores, pero el lanzamiento de su nueva novela se verá enturbiado por un descubrimiento que pondrá en jaque su relación conyugal. A partir de ese momento, Adela pone en marcha un plan con el objeto de resarcirse del daño sufrido. La veremos haciendo cosas algo disparatas y locas que pueden despertar tanto la simpatía como la ternura en el lector. Ahora bien, con lo que este personaje no cuenta es con una serie de hechos algo inquietantes y que la harán sentir bastante inestable mentalmente. Su vida se convertirá en un aluvión de emociones difíciles de digerir. Sumida en la frustración, el desencanto, la decepción y la humillación, dará paso a los recuerdos del pasado, que nos permitirá conocer a otro personaje más y que, con el avance de la trama, resultará de suma importancia.

Marta (Madrid, 1998)

La vida de Marta, de veintiocho años de edad, se reduce a su trabajo en la Casa Museo de Sorolla, a su perro, y a un peculiar grupo de conocidos con los que comparte alguna tarde en el parque. El grupo es variopinto y a todos los une un gran amor por los animales. No son grandes amigos pero Marta les tiene cariño y unos se preocupan de los otros. En fin que, aparentemente podríamos pensar que su vida es tremendamente aburrida, pero ha encontrado algo que la mantiene en vilo. Desde hace un tiempo intercambia mensajes cifrados con alguien que firma con la letra V. Todo empezó en el Museo Geominero, un espacio que ella visita con frecuencia y donde se encuentra en paz.


«4. Al entrar, Marta se relaja y nota cómo se expande su interior. Es una sensación similar a la que algunos advierten al entrar en un templo, o en una bañera caliente, una comunión con un entorno en el que se siente en paz». [pág. 26]


Marta es una mujer maniática que sufre de discalculia o aritmomanía. Es decir, lo enumera todo, pero cuando digo todo, es todo, como el número de semáforos que se encuentra desde su casa hasta su lugar de trabajo. Para ello posee una gran capacidad de observación. Y mirando, mirando, en una de sus visitas al museo Geominero encontró un pequeño papel que contenía un mensaje:


«La primera vez que Marta descubrió un papel entre las grietas de la manguera se preguntó cuánto tiempo llevaría allí. Ella tiene un especial radar para las cosas fuera de lugar, pero sabe que es un don peculiar. Las personas, por lo general, van por la vida sin apenas fijarse en nada y se maravillan de todo lo que ella puede notar». [pág. 29]


A partir de ese primer hallazgo, Marta se embarca en una especie juego de acertijos y adivinanzas que tendrán a la joven en danza de aquí para allá. No es un entretenimiento frenético porque también tendrá que atender a otras cuestiones que atañen a ese singular grupo de amigos con mascota, que ella frecuenta. 

Qué me ha gustado de esta novela

Pues ya os he hablado a grandes rasgos de las tres mujeres protagonistas de esta novela pero queda la pregunta más importante, ¿qué nexo une a Mary, Adela y Marta? ¿Cuál es el hilo conductor de esta novela? No puedo responder a estas preguntas de una manera clara y directa. Sería romper la magia de la novela. Sí os diré que todo tiene que ver con un objeto hermoso y bello, cargado de historia. Ese objeto, con el paso del tiempo, terminará por unir la vida de las tres mujeres. Pero también habría que añadir que la historia de las tres protagonistas tiene mucho que ver con un lugar, con el hotel Alexandra Palace, y con las relaciones personales, con esa idea, un tanto loca pero real, de que el mundo es demasiado pequeño. Ahí lo dejo.   

Precisamente, y al margen de las vidas de las tres mujeres, lo que más me ha gustado de esta novela es la urdimbre. Nuria Pérez hace una labor exquisita y brillante a la hora de conectar tres vidas, desvelando a pequeños sorbos los hechos y las conexiones. Ese despliegue lento lo vamos a observar más concretamente en la vida de Mary, sobre la que planea con mayor presencia el peso de la duda y la curiosidad. ¿Por qué está Mary en ese barco? Se hablará de pecado, de un acto punible y, poco a poco el lector irá descubriendo lo que esta jovencita «decente y trabajadora» ha hecho, a la vez que la veremos vivir una insólita y desagradable situación que le generará muchas dudas y un gran sentimiento de culpabilidad.


«No, Mary no volvió. Prefirió vivir con su pecado, al que tuvo que añadirle la culpa de algo que nunca entendió. Esa tarde se le pegó, pesada y maloliente, como una chaqueta de lana tras un largo aguacero» [pág. 40]


Nuria Pérez retrata muy bien lo que era la vida en esos pequeños barrios humildes y de gente trabajadora en la sociedad británica de la época. Reductos cerrados, donde los cotilleos y los chismes correrán como la pólvora, y donde será fácil encontrar a los vecinos metiendo las narices en las casas colindantes. Tampoco es que hayamos cambiado tanto.

En cuanto a Adela, me ha gustado muchísimo todo lo que esa mujer, despechada y dolida por su descubrimiento, va a poner en práctica. Es una parte de la novela con la que es muy fácil conectar, por su proximidad a nuestros tiempos. Hay muchas referencias a canciones, películas y libros que nos resultan conocidos. A su vez, me ha resultado divertidísimo el tira y afloja que se genera entre ella y su marido, la ironía de Adela que a Michele se le escapa porque no tiene en su mano toda la información que maneja su mujer y el propio lector. Pero, al tiempo, la vida de esta mujer nos conmueve. Las exigencias de su trabajo, la editorial, las expectativas de los lectores, la erosiva relación con su hija Lulu la ponen en una situación en la que se va sentir totalmente desubicada, desbordada, al borde del colapso. Ni siquiera será capaz de creer lo que ven sus propios ojos.

Y luego está Marta, a la que vemos en una especie de soledad elegida pero que, a la vez, se siente viva en ese juego que le propone V. El misterio que rodea la identidad de esa persona, con la que intercambia mensajes cifrados, le genera ilusión y miedo a la vez. A Marta la entiendo cómo esa persona fiel a sus costumbres sencillas, temerosa de que cualquier cambio se produzca.

Por añadir algo más, me ha parecido interesantísima la historia del hotel Alexandra Palace, coloquialmente conocido como Ally Pally. Uno entiende que lugares que un día fueron sinónimo de alegría, bienestar y lujo pueden tener también un pasado negro y dramático, pero no añado nada más.

Qué no me ha terminado de convencer

Bueno, hay hechos que ocurren en la vida de una de las protagonistas y que van a repercutir directamente en la vida de otra. Digamos que la magia existe y, aunque es fácil entrar en ese juego que nos propone Nuria Pérez, admito que este tipo de hechos no son atractivos para mí. Recurrir a una especie de bucle espacio-temporal me genera descrédito. No obstante, en No tocarás también resultarán esenciales esos giros del destino, las casualidades de la vida que, por insólitas que nos parezcan, se producen y, en este sentido, la novela no me ha defraudado.

Temas

Si rememoro la historia de Mary, Adela y Marta, me vienen a la cabeza varios temas que toca la autora en esta novela. Podría hablaros del abismo que supone para una joven el mundo de los adultos. Mary se ve sumida en una situación que no sabe manejar muy bien, asaltada por múltiples dudas, especialmente porque resulta totalmente sorprendente la actitud de alguien de su entorno. El amor adolescente, tan limpio y puro, tan lleno de entrega, también le tocará de cerca.

La salud mental se aborda desde la óptica de Adela, que ya duda hasta de su sombra. Este personaje nos hace entender la dualidad que podemos experimentar en nuestra vida, teniendo un gran éxito en una esfera pero sintiéndonos fracasados en otra. A través de este personaje también se ahonda en las relaciones materno-filiales, y en emociones como la decepción, la humillación o la traición. 

En cuanto a Marta, la autora explora el mundo de las manías, los miedos y las inseguridades. Para este personaje, la numerología llega a convertirse en un remedio milagroso para todo.


«No recuerda cuándo empezó la obsesión por esos números. El caso es que le basta encontrarlos para cambiar la actitud con la que afronta el día. Es una sencilla superstición que la acompaña desde siempre y que la ayuda a regalarse momentos en los que cree que todos es posible». [pág. 69-70]


Pero para mí, hay dos temas estrellas. Por un lado, la culpa. Las tres, a su manera, se sienten responsables de lo que ocurre en sus vidas. Por otro lado, la venganza que, en el caso de Adela y como comenté antes, seguro que despierta la sonrisa cómplice del lector. 

Estructura y estilo 

Escrito en tercera persona, Nuria Pérez emplea tanto el tiempo verbal pasado como presente. El primero es usado al abordar la historia de Mary, mientras que los hechos que componen la vida de Adela y de Marta se escriben en presente, quizá en un intento de otorgar contemporaneidad a la novela. 

La historia de cada una de estas mujeres se va intercalando, dedicando un capítulo completo a una u otra, pero sin seguir un patrón fijo, sino que la narración nos va acercando a lo que ocurre en sus vidas según las exigencias de la trama. 

No tocarás cuenta con una estructura capitular, más o menos homogénea, que se rompe en un momento dado, al introducir un capítulo titulado 5.12, hora crucial en la vida de Mary, Adela y Marta. Y es curioso también observar cómo los párrafos que corresponden a los capítulos de esta última están enumerados, como un guiño cómplice a la manía que ella posee.

Con una prosa elegante, la lectura de esta novela discurre con calma, incluso en momentos en los que se produce cierta emergencia, con lo que No tocarás deja una sensación de relax muy agradable. 


En definitiva, No tocarás me ha resultado una lectura muy placentera, una novela que viene a mostrar cómo el pasado y el presente se pueden llegar a dar la mano. Admito que la historia que más me ha gustado ha sido la de Adela, una mujer que a pesar de tener una vida profesional exitosa, vive zarandeada por un cúmulo de emociones que la llevan desde la rabia y la vergüenza hasta la soledad y la venganza. Bajo mi punto de vista, una lectura muy recomendable.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí en tapa blanda y aquí en Kindle


lunes, 1 de febrero de 2016

Y TÚ NO REGRESASTE de Marceline Loridan - Ivens.



Editorial: Salamandra.
Fecha publicación: 2015.
Nº Páginas: 96
Precio: 14,50 €
Género: Novela.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-938-711-7
[Disponible en eBook]


Autora

Marceline Loridan-Ivens nació en Épinal en 1928 y, siendo sólo una adolescente, se unió a la resistencia. A los quince años fue detenid junto con su padre y enviada al campo de Auschwitz-Birkenau y, más tarde, a los de Bergen-Belsen y Theresienstadt. Superviviente del Holocausto, Marceline ha gozado de una prestigiosa carrera como realizadora de películas y documentales, tanto en solitario como junto a su marido, Joris Ivens, y entre sus obras destaca La petite prairie aux bouleaux (2013), un film inspirado en su experiencia en los campos de concentración. En 2008, Marceline escribió su autobiografía, Ma vie balagan, en colaboración con la periodista Elisabeth D. Inandiak, y en 2015 ha publicado Y tú no regresaste, una obra que se ha traducido a quince idiomas y ha recibido el premio de la Académie Lilas y el Jean-Jacques Rousseau.

Sinopsis

Hay libros que dejan una marca indeleble y, mucho tiempo después de haberlos leído, permanecen vivos en nuestro recuerdo. Éste es uno de ellos. A los ochenta y seis años, Marceline Loridan-Ivens ha volcado en esta carta abierta a su padre un cúmulo de sentimientos profundamente arraigados desde su juventud, de los que ha sido incapaz de desprenderse durante toda una vida.

Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré.. Esta simple frase, que Marceline oyó de boca de su padre cuando eran deportados en el mismo tren al campo de Auschwitz-Birkenau en abril de 1943, quedó grabada en su memoria para siempre y es el origen de este relato extraordinario.

La dramática lucha de una chica de quince años por sobrevivir en una situación que ha pasado a la historia como paradigma de la máxima depravación de la que es capaz el hombre queda plasmada con una voz  asombrosamente desprovista de sentimentalismo y autocompasión. En su lucha imposible contra una fuerza aplastante, Marceline narra los hechos cotidianos con la frialdad y la distancia de quien, incluso después de setenta años, no puede permitirse ni siquiera el sufrimiento; de alguien que invirtió hasta la última fibra de su persona en un solo fin: salir con vida del infierno y honrar así las palabras de su padre.

Pero más allá del conmovedor homenaje de una hija a la única persona en el mundo a la que pudo amar de verdad, estas páginas exhalan un reconfortante soplo de energía y vitalidad, una demostración palpable de la insondable capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos más extremos que su propia especie le presenta.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]




************************************

Había visto este libro en diferentes blogs. Concretamente leí la reseña  de  Meg en Cazando Estrellas y me quedé muy pillada. Me encanta todo lo que gira alrededor del Holocausto, por dramático, triste y manido que esté. Yo no me cansó de leer tal o cual testimonio, tal o cual punto de vista. Siempre hay algo nuevo. Así que, al leer las distintas reseñas de Y tú no regresaste, supe que tenía que pasar por su lectura. Fue pedir esta breve novela a los Reyes Magos y llegó a casa gracias a esos ayudantes que la Literatura pone en nuestro camino.

Y tú no regresaste es una carta que se adentra en las brumas del pasado. Estamos ante una misiva que su autora, Marceline Lorinda-Ivens, escribe recientemente a su padre, cuando ella ya cuenta con ochenta y largos años. 

Marceline y su padre fueron deportados en 1944. Por entonces residían en Bóllene, un municipio francés donde el padre compró una enorme casa como si aquella mansión fuera a impedir que la desdicha les tocara de cerca. Lamentablemente no fue así. La desgracia llegó vestida de soldado y así comenzó un camino de no retorno. Padre e hija fueron subidos a un tren que los conduciría al lugar de los horrores. Él acabó en Auschwitz. Ella en Birkenau. Y en ese momento se instala entre ellos no solo la distancia, sino también una premonición y una breve nota de la que la autora apenas puede recordar un par de frases. La vida ha ido avanzando sin que ella haya podido olvidar.

Uno de los aspectos más sobrecogedores del libro no es ya la narración de todo el calvario que tuvieron que pasar sino el vínculo tan poderoso que se forja entre padre e hija. De hecho, Marceline va contando pequeñas experiencias en los campos sin excesiva profundidad y por encima de eso lo que más destaca es esa conexión paterno-filial tan fuerte que se ha mantenido viva con el paso de los años. Me parece un nexo que deja fuera a la madre de la autora y al resto de familiares, de los que habla casi en tono despectivo, incapaces de entender lo que padre e hija vivieron. Solo ellos dos podrían llegar a comprender lo que echaba raíces en los recovecos de sus almas o lo que apenas asomaba a una mirada triste de sus ojos.

Muchos de los que estuvieron allí ya lo han contado antes. Vivir aquel horror les dejó un lastre insalvable, les tejió una segunda piel de la que jamás han podido desprenderse. Nunca han llegado a olvidar recuerdos que han condicionado sus vidas, que le han hilado miedos y reacciones exacerbadas ante objetos o situaciones triviales. ¿Por qué arrebatar a escondidas cucharillas de un restaurante y de otro? ¿Qué extraño motivo se esconde tras ese acto aparentemente tan ilógico? Cuando lo leas en el libro te dolerá ver a personas tan deshilachadas. 

La pérdida de la fe, de la esperanza, de la identidad,... todo ello sustituido por un número grabado en la piel, toda la existencia dependiente del bastón del doctor Muerte que decide arbitrariamente quien vive o quien muere. Y la muerte se convirtió en algo tan común para ellos como el hambre, la miseria y el dolor, hasta el punto de hablar de ella casi sin estremecerse frente al pavor de los demás que podrían llegar a tacharlos de insensibles, hasta el extremo de coquetear o enfrentarse a ella tras el horror, como única vía de escape. Los campos de exterminio y el suicidio no distaban mucho el uno del otro. Ya lo sabíamos y Marceline nos lo corrobora.

¿Y qué se siente ante la propia desnudez? Miedo. No podría significar otra cosa. 






Y tú no regresaste es una pequeña novela llena de conexiones del inconsciente que hay que saber entender, escrita en primera persona, sin que la autora explote el dramatismo para conmover al lector (ya lo conmueve de otro modo), se estructura en cinco partes que nos hablan de las secuelas que dejó a Marceline aquella terrible experiencia más que de los hechos, de la vida del antes, del durante y del después. Nada volvió a ser lo mismo. Familias rotas, lagunas interiores, recuerdos y ausencias dolorosas. Incluso volver a una vida normal con ciertas comodidades les parecía inconcebible.

A golpe de recuerdos que asaltan a la autora, la narración se construye generalmente sobre un fraseo corto que no da pie a largas parrafadas. Es por tanto un estilo ligeramente telegráfico en el que se advierte la desdicha arraigada y el desgarro en el alma. Por suerte, es una novela muy breve, y digo por suerte porque no resulta fácil su lectura. Duele imaginarse a una hija, ya en su vejez, escribiendo a aquel padre del que la separaron cuando ella tenía solo quince años y que sigue representando un vacío que jamás ha conseguido llenar. Aún así, no deja de ser un libro cuya recomendación se hace necesaria.  

La sombra del pasado Marceline Loridan-Ivens consiguió salvar la vida pero Birkenau la ha acompañado siempre como una segunda sombra. En alguna de sus películas como directora de cine ha regresado a aquel lugar. Así se menciona en esta novela su largometraje La petite prairie aux bouleaux, traducida al castellano como La sombra del pasado (2003), que me gustaría ver muy pronto. Y también se hace referencia a alguna otra película que trata el tema del Holocausto y de la que yo no tenía conocimiento. Siempre es un gusto que un libro te conduzca a otros caminos.

En definitiva, si te gusta leer sobre este espantoso episodio histórico, te recomiendo que te acerques a Y tú no regresaste, un relato íntimo, breve y desgarrador en el que no veremos a una mujer, sino a una niña que aún padece las secuelas de aquel horror. 



[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]

Retos:

- 100 libros

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lunes, 26 de octubre de 2015

NIEVE EN OTOÑO de Irène Némirovsky.


Editorial: Salamandra.
Fecha publicación: noviembre, 2010.
Nº Páginas: 96
Precio:  10,50 €
Género: Narrativa.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-9838-310-2


Autora

Irène Némirovsky (Kiev, 1903 - Auschwitz, 1942) recibió una educación exquisita, aunque tuvo una infancia infeliz y solitaria. Tras huir de la revolución bolchevique, su familia se estableció en París en 1919, donde Irène obtuvo la licenciatura de Letras en la Sorbona. En 1929 envió su primera novela, David Golder, a la editorial Grasset, dando comienzo a una brillante carrera literaria que la consagraría como una de las escritoras de mayor prestigio de Francia. Pero la Segunda Guerra Mundial marcaría trágicamente su destino. Deportada a Auschwitz, donde sería asesinada igual que su marido, Michel Epstein, dejó a su dos hijas una maleta que éstas conservaron durante decenios. En ella se encontraba el manuscrito de Suite francesa, cuya publicación en 2004 desencadenó un fenómeno editorial y cultural sin precedentes: la novela se tradujo a treinta y nueve idiomas, obtuvo numerosos premios- entre ellos el Premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido- y fue uno de los libros más leídos en casi todos los países donde se publicó, con más de un millón de ejemplares vendidos en todo el mundo. En España fue galardonada con el Premio del Gremio de Libreros de Madrid y también cosechó un sorprendente éxito comercial.

Sinopsis

Cuando publicó Nieve en otoño, su tercera novela después de David Golder y El baile, con apenas veintiocho años, el prestigio de Irène Némirovsky era ya notable, y no sólo en Francia. El New York Times la había bautizado como «la sucesora de Dostoievsky» por su capacidad para reflejar las contradicciones de la vida y sus complejidades morales. En este breve relato sobre el exilio y la nostalgia, Némirovsky exhibe una vez más el don de aproximar sus personajes a los lectores y de evocar situaciones como si la frontera entre lo real y lo imaginario no existiese.

La anciana Tatiana Ivanovna ha dedicado toda su vida a servir a sus señores, los Karin, a quienes ha visto nacer y crecer en la mansión de Sujarevo, en las inmediaciones de Moscú. Cuando la familia se ve obligada a huir por la Revolución de Octubre, la fiel criada termina por reunirse con ellos en París, donde, a pesar de que los Karin han perdido su posición social y su fortuna, continúa a su servicio en el modesto apartamento en que residen. Supervivientes de un mundo perdido, los Karin y su sirvienta necesitarán olvidar para salir adelante, pero la vieja Tatiana nunca deja de soñar con su tierra natal, ni de sufrir para adaptarse a la vida en un lugar donde las primeras nieves no llegan hasta pasado el otoño.

Al igual que su admirado Chéjov, Irène Némirovsky tiene un talento especial para observar y captar los detalles más reveladores de la intimidad de sus personajes. El lector encontrará aquí el germen de la imponente Suite francesa, y llegará al final de esta breve novela con la sensación de haber realizado un intenso viaje emocional.



[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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Por fin vuelve Irène Némirovsky al blog, después de que, a finales del 2013, reseñara su segunda novela breve El baile (puedes leerla aquí). No me olvido de que, por entonces, alguien me recomendó leer la biografía de la autora escrita por su hija Elisabeth Gille y publicada por Circe en 1995 bajo el título Irène Némirovsky, tarea que aún tengo pendiente de acatar. No es la única biografía que existe sobre la autora. Otro libro -La vie d Irène Némirovsky: 1903 - 1942-, publicado por Olivier Philipponant y Patrick Lienhardt, ha sido traducido a varios idiomas menos al castellano, que yo sepa. 

La sinopsis que aporta la editorial es tan sumamente extensa que no voy a entrar en muchos más detalles. En resumidas cuentas, Nieve en otoño narra la vida de una nodriza, Tatiana Ivanovna, que lleva cincuenta y un año al servicio de una familia rusa, los Karin (Nikolái Alexándrovich, su esposa Yelena Vasilievna y los cuatro hijos de matrimonio: Kiril, Yuri, Lulú y Andréi). Por sus manos han pasado varias generaciones y siente a los miembros de la familia como si fueran de la suya propia. De ahí que las alegrías en el seno familiar, las celebre con júbilo y con un profundo pesar y dolor, las desgracias acaecidas. 

La historia se inicia una noche de Navidad cuando los dos hijos mayores, Kiril y Yuri, se están preparando para marchar al frente y luchar contra Alemania. Es la Primera Guerra Mundial y Rusia pasará de un conflicto a otro pues posteriormente vendrá la Revolución de Octubre de 1917, desencadenando una guerra civil. Todo esto hace que la familia se vea obligada a huir por temor a los rojos. Primero marchará a Odesa y más tarde a París. Nieve en otoño retrata las consecuencias de un momento turbio social y políticamente en el país de las nieves y el exilio al que se verá abocada una familia pudiente, algo que la autora conoció de primera mano. 

El foco de atención se centrará en Tatiana, la anciana que al inicio de la novela ya cuenta con setenta años de edad. Es hora de que la vida le pese pero aún la veremos pasar por situaciones complicadas que derribarían a cualquiera. A pesar de su aspecto frágil y del cansancio que arrastra, la vieja aya saca fuerzas de lo más profundo de su ser para aleccionar a los que aún tiene bajo su protección y para tomar decisiones y afrontar terribles desgracias. 

De su vida personal no vamos a saber mucho más, tan solo que lleva trabajando para la familia la mitad de su vida. Conoceremos que una vez tuvo marido e hijo pero, estando ya fallecidos, da la impresión de que aquello es agua pasada y que en su vida, lo realmente importante son los Karin. Ellos son su alegría y su tristeza.


Tatiana es profundamente religiosa, una característica que se remarca una y otra vez en la novela, algo que crispa especialmente a algunos miembros de la familia pues no entienden cómo Dios puede permitir ciertos hechos. Se plantea sutilmente ese eterno debate entre creer y no creer, una temática que subyace sin que sea tratada en profundidad.

Las sensaciones que el personaje despierta en el lector, al menos en mí, tienen mucho que ver con el hastío, el desgaste, el deterioro. Cuando la familia vive aún en Rusia, Tatiana pone mucho énfasis en la oscuridad,la frialdad y el silencio extraño de las noches. Es como si todo, de un modo u otro, conectara con esa vejez de la que ya adolece la protagonista, encaminada al final de sus días. Unas sensaciones que irán aumentando incluso cuando ya estén instalados en París, pues Tatiana parece vivir únicamente con Rusia en la mente, anhelando incluso los gélidos inviernos, la nieve y el hielo. «Qué largo es el otoño en este país» [pág. 75], dirá refiriéndose a París con un clima mucho más benigno y que a ella parece incomodarle más que proporcionar bienestar a sus viejos huesos. París la hace más y más vieja. Su pesadumbre nos agarra por el cuello y tira de nosotros mientras que la vieja aya se lamenta tristemente recordando un pasado mucho más feliz y se resigna  a una soledad perenne.

Del final, mejor no os cuento nada. A mí se me quedó atravesado en la garganta.

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