jueves, 16 de marzo de 2017

ENTREVISTA a JULIO MUÑOZ GIJÓN "RANCIO SEVILLANO" (Operación Chotis en Adobo).

Autor

Julio Muñoz Gijón (Sevilla, 1981) es periodista, guionista, escritor y hace un salmorejo que mejora al de la Thermomix. Ha escrito cinco novelas: El asesino de la regañá, El crimen del palodú, El prisionero de Sevilla Este, El misterio del perro, la mermelada y el cantante y Un hombre-lobo en El Rocío.

Como Superman, cuando se quita el traje de escritor en una cabina de teléfono, se pone el de redactor jefe de los medios digitales de la RFEF y la Selección Española de Fútbol. 

Avisa que no tiene nunca entradas para partidos, pero una cerveza se toma con cualquiera. Si se le ocurre alguna buena idea no es por talento, es porque siempre tiene la lavadora de su cabeza en marcha y tiene claras pocas cosas, pero una de ellas es que «la alegría nos hace invulnerables».



Sinopsis

Megías, un caradura abogado sevillano, repeinado con gomina y rizos en la nuca, acepta el encargo de una famosa pareja de cantantes de sevillanas de encontrar un antiguo disco. Para ello viaja a Madrid donde tratará de recuperar el valioso vinilo. Mientras, Pichi, un camarero madrileño, recibe la noticia de que sus dos hermanos heavies han sido secuestrados. Dos personajes muy distintos separados por más de quinientos kilómetros y, ahora, unidos por una misión: Operación chotis en adobo.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar] 

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Sigo a Julio Muñoz desde sus inicios, desde que publicó por primera vez y nos hizo reír a todos con aquel asesino de la regañá. Siempre me sorprende su ingenio y el que desprende esa legión de tuiteros que son fieles a las costumbres más rancias de esta Sevilla. Con Julio Muñoz he coincidido varias veces, ya sea en la firma o presentación de sus libros o en las dos gymkhanas que organizó en mi ciudad, pero nunca he tenido la oportunidad de sentarme con él a charlar con tranquilidad hasta hace unos días. Ya le tenía ganas. Por suerte, la semana pasada abandonó Madrid por unas horas, ciudad en la que ahora reside, para bajar a Sevilla a presentar su última publicación, Operación chotis en adobo, que supone un cambio en su trayectoria pues deja atrás momentáneamente a la peculiar pareja formada por Jiménez y Villanueva, para crear nuevos personajes.

Con una agenda muy apretada, esta entrevista se fraguó entre compromiso y compromiso del autor en la radio. En el patio andaluz de una conocida emisora pude compartir con él unos minutos de su tiempo. Posteriormente pudimos completar la charla vía telefónica. Esto es lo que Julio Muñoz nos contó en dos tiempos.


Marisa G.- Julio, en aquella retransmisión del terremoto de Lorca, cuando casi se te cae encima el campanario de la iglesia, ¿tú ya tenías en mente dedicarte a escribir? ¿Tenías ya algún libro en mente?


Julio M.- No, no, para nada. De hecho muchas veces cuento que los libros me sirvieron para dejar de ser el del terremoto y ser ahora el de la regañá. Ahora me tengo que buscar un tercer calificativo (risas).

M.G.- (Risas) A ver qué te buscas ahora. Hombre, a ver, aquel reportaje fue memorable pero si no me equivoco fue dos años antes de publicar El asesino de la regañá, ¿verdad?

J.M.- Sí. Pero yo siempre he tenido el gusanillo por escribir, siempre me ha gustado pero por entonces ni me lo planteaba. En aquellos momentos estaba en España Directo y luego pasé a Las mañanas de Cuatro para hacer sustituciones. En uno de los parones fue cuando parí la idea de mi primer libro.

M.G.- ¿Y cuándo nace exactamente Rancio Sevillano? 

J.M.- Pues ahora mismo no sabría decirte. Será hace cinco años aproximadamente. Creo que fue en 2012.

M.G.- ¿Y existe siempre un solapamiento de identidades? Es decir, ¿Julio Muñoz es siempre Rancio Sevillano y viceversa?

J.M.-  Mira creo que todo lo que hay en Rancio está también en Julio Muñoz pero no todo lo que es Julio Muñoz está en Rancio. Yo tengo una parte muy, muy rancia de la que bebo para las novelas o las redes sociales, pero también es verdad que a mí me gustan otras muchas cosas que no encajarían en @rancio si fuera una persona. Por ejemplo, me gusta la Feria de Abril como al que más pero también me gusta la música electrónica.

M.G.- Es decir que tú eres más completo que Rancio, ¿no?

J.M.- ¡Claro! Creo que eso es precisamente lo interesante, ser un tanto contradictorio.

M.G. - Hasta la fecha llevas publicado cinco libros más este último. Todos con muy buena acogida. Tienes una legión de fans que te siguen. ¿Esto has llegado a digerirlo ya?

J.M.- Es un caso raro. Después de haber escrito y publicado seis novelas, sigo sin considerarme un escritor todavía. La palabra «escritor» per se es muy grande y me sigue dando un poco de pudor considerarme escritor. Con la gente que me sigue me pasa más o menos igual. Como ahora estoy en Madrid, donde cada vez hay más seguidores afortunadamente aunque todavía no ha llegado al nivel de Sevilla, pues igual estoy un poco en un oasis en el que no me doy mucha cuenta. Y casi mejor porque creo que me daría vértigo. No tuitearía nada por miedo a cagarla.

M.G.- En Operación Choti en adobo dejas de lado a Jiménez y Villanueva, ese tándem de policías tan peculiar, que eran los protagonistas de tus anteriores novelas. ¿Por qué decides darles vacaciones? 

J.M.- En parte porque me apetecía un nuevo reto. Uno de mis mejores amigos es guionista, siempre me ayuda con los libros, y me dijo una cosa que me gustó mucho. Me comentó que cuando uno vuelve a un mismo restaurante a comer es porque quiere que le pongan lo mismo que comió anteriormente y saborear los mismos sabores. Sin embargo es verdad que siempre queremos cambiar y yo tenía la necesidad de afrontar retos nuevos.  Fue entonces cuando me propuse el reto de crear un personaje que estuviera a la altura de Jiménez y así salió Megías. Me acuerdo que mi mujer me decía que me estaba metiendo en un jardín pero el otro día me comentó que le caía tan bien Megías como Jiménez. Por otro lado, y pensando «de manera estratégica», cuando me hablan de una serie que tiene siete u ocho temporadas, me da un poco de pereza empezarla. Jiménez y Villanueva ya tienen cinco libros. Si algún lector no había empezado todavía con esa saga, con este nuevo libro, con este nuevo personaje, le daba la oportunidad de empezar un camino nuevo.

M.G.- En esta ocasión la novela narra las vivencias de unos personajes por localizar un disco, un hecho que puede acarrear graves consecuencias para unos y otros. ¿Cómo se te ocurren estas historias tan rocambolescas e ingeniosas? 

J.M.- Se me ocurrió que la canción de la Macarena fue algo tan global que tenía que meterlo en algún libro. En cierto modo es algo que ya nos representa. Fíjate que cuando salgo fuera y digo que soy de Sevilla, todo el mundo te identifica rápidamente con la Macarena y Los del Río. Me pareció interesante que Los del Río vieran peligrar el patrimonio que generaron con la Macarena porque existiera otra persona que hubiera escrito la canción mucho antes. Eso me daba pie a crear un objeto de búsqueda, la localización del último disco que queda con la canción que presumiblemente puede ser la que dio origen a la Macarena. Y tienen la misión de recuperarlo y destruirlo o hacerse con él antes de que a Los del Río se les desmonte el asunto. 

Esta trama también me da pie a otras muchas cosas como por ejemplo enseñar partes de Madrid que me interesaban, el Rastro, las tiendas de disco,... todo lo que me gusta de la ciudad. Terminó por cuadrarme todo bien y creo que fue un acierto porque fue saliendo solo.


M.G.- En cuanto a los personajes y ahora que hablas de Madrid, los tuyos son siempre muy caricaturescos y en esta  novela sacas a dos gemelos heavies que no sé por qué me daba a mí en la nariz que eran de carne y hueso.



J.M.- Sí, sí, son reales. Ellos siempre andaban por lo que era el Madrid Rock, la tienda de discos. Ahora el local lo ocupa otro comercio pero ellos siguen por allí. La gente se acerca, habla con ellos y demás. Ese tipo de personajes son los que a mí me gustan de las ciudades. Por ejemplo en Sevilla controlo a Pepe el de la Taberna, a Miguel del Garlochí, al coleta del Salvador, al don Papa que vende patatas allí,... pero Madrid también tiene lo suyo. 

Estos dos hermanos son muy característicos. Gemelos, altísimos, pantalón de pitillo, con los tatuajes. En el libro los secuestro y se lo dedico a ellos. Tengo pendiente llevarle un ejemplar aunque todavía no los he podido ver porque no hemos coincidido cuando me he pasado por Gran Vía.

M.G.- Julio tú eres muy esponja, y no porque te guste mucho la cerveza,...

J.M.- Que también (risas)

M.G.- También, también (risas) pero tú vas cogiendo e inspirándote con todo lo que te rodea, lo cotidiano de la vida. Con eso te nutres y te inspiras.

J.M.- Sí, así es. No quiero resultar pedante pero, cuando era adolescente y costaba más trabajo leer, me encontraba con libros que parecían escritos para los propios escritores. Era como si con el libro quisieran demostrar lo bien que escribían pero a mí no me transmitían nada. A mí lo que me ha interesado siempre es pulsar la calle, ese latido de las conversaciones de los bares, coger a un taxista y meterle los dedos a ver por dónde te sale, e ir apuntando todas esas perlas de naturalidad en el móvil. No dejan de ser tradición oral que me encanta retratar en los libros. Primero porque perduren, segundo porque hacen gracia y tercero porque son reconocibles por la gente. Si las metes vistiendo una historia inventada, le da verosimilitud a la historia. 

M.G.- Uno de los elementos más divertidos en tus libros siempre ha sido el juego que te traías con los nombres de algunos famosos. Todos recordamos a José Manuel Poto. En esta ocasión, acudes menos a ese recurso. Tan solo aparece el nombre de un grupo de sevillanas. ¿Has decidido no abusar o bien a alguien le ha sentado mal que juegues así con los nombres?

J.M.- Generalmente cambio los nombres cuando son personajes activos pero con este tema, al principio tuve algo de miedo porque no sabía cómo se lo iba a tomar la gente.  Afortunadamente todo el mundo lo ha encajado muy bien y lo ha entendido como lo que es, en realidad un homenaje. 

Esta mañana hablaba con Agustín Bravo y hablando de este tema, me confesó que le encantó salir en el libro. Así que, hasta ahora, todo el que ha salido se lo ha tomado muy bien. De hecho ahora hay mucha gente que quiere que lo saque en los libros o le cambie el nombre.

M.G.- (Risas) Casi que tienes lista de espera, ¿no?

J.M.- Claro, claro. Es gracioso porque la gente te pide que los mates. En los libros, se entiende (risas).

M.G.- (Risas) Entiendo...  Oye, los métodos de tortura que has empleado o las armas homicidas han sido de los más rocambolescas, una regañá, un palodú... En esta novela, el arma mortífera son canciones de regaetón o de perreo. Estas letras son reales ¿no?

J.M.- Algunas sí lo son. Yo tuve una obra en casa. Andaban arreglando el tejado y tenía unos obreros que no sé si eran venezolanos o de por ahí y solo trabajaban como música de este tipo. Me tenían frito, desesperado,... Al final me tenía que reír con las letras porque son delirantes.

M.G.- Sí como esa de «Tú eres mi princesa de madrugada y yo voy relleno de nata montada»... (Risas)

J.M.- (Risas) Eso es de Góngora por lo menos. Me acuerdo que un día quitaron la radio y me entró un descanso... pero los escuché hablar y cómo uno le decía al otro: «¿Viste el gol de Michael Jackson Quiñones?» Me quedé.... Me tuve que asomar y preguntarle si de verdad había un jugador de fútbol con ese nombre. 

Es que es verdad lo que comentabas antes, que todo lo que escucho y me hace gracia, lo voy apuntando en el móvil y después voy metiendo todo eso en los libros.

M.G.- Sevilla sale muy poquito. Eso sí le haces un guiño espectacular a la imprenta de tu padre.

 J.M.- (Risas) Sí...

M.G.- Imagino que ubicar la trama en Madrid es por abrir mercado, para que tus libros lleguen a más lectores y no sean tan localistas.

J.M.- Sí. Es que llevo ocho años viviendo allí, por lo tanto, la mayoría de las cosas que me ocurren, me pasan allí. Por supuesto, cada vez que vengo hay un montón de movidas aquí que me divierten y las puedo utilizar pero claro, el ochenta por ciento de mi tiempo lo paso o en el Rastro, en Malasaña, en Chueca,... Y a mí me gusta escribir de lo que me pasa a diario.

Me acuerdo de una entrevista que le hicieron a los Love of Lesbian, un grupo que me gusta, y decía el cantante que había sacado un disco que se llamaba 1999 porque trataba sobre cosas que le habían pasado en 1999. Comentaba que ya no le pasaba nada guay que contar, nada más que llevar el niño a la guardería y cosas así. Había tenido que rebuscar en unas notas que tenía guardada de ese año...(risas). Yo no quiero que me pase eso y me parece justo ir contando cosas actuales que me ocurren en otros lugares. Y por supuesto si con esto se consiguen lectores de otras ciudades pues mucho mejor. No te voy a engañar. 

M.G.-  Julio, ¿tus libros le deben mucho a las aportaciones de los tuiteros?

J.M.- Muchísimo. Y por eso meto esos tuits al final de los libros, un poco como un reconocimiento o un pago por todo lo que me dan. A lo mejor no me aportan cosas que me ayuden en la trama porque la gente no sabe de qué estoy escribiendo en ese momento pero sí me aportan chistes, situaciones,... Además es gracioso porque cada vez que ocurre algo en Sevilla me lo mandan inmediatamente. Es casi como estar aquí porque me informan de todo.

M.G.-  Y tus libros que se leen de una sentada, ¿cuánto te lleva escribirlos?

J.M.- Pues mira, cuando comento esto en reuniones con escritores quedo fatal porque yo me llevo todo un año apuntando todo lo que me hace gracia, o se me ocurre. Luego lo que hago es pedirme una semana de vacaciones en la que me encierro de nueve de la mañana a nueve de la noche en una biblioteca pública, bien en Sevilla o bien en Madrid. Al principio voy ordenando las notas que me pueden servir y luego me pongo a escribir como un loco. En cuatro o cinco días lo tengo listo. Los dos días siguientes me los paso puliendo un poco la historia. Y por último retoco lo que la editorial me dice. Pero el grueso suele ser una semana larga.

M.G.- Te pegas un atracón de escritura.

J.M.- Sí, salgo  el viernes del trabajo a las cinco, me meto en la biblioteca y a partir de ahí, unos diez días.

M.G.- ¿Y no te has planteado escribir otro tipo de libros?

J.M.- Sí, tengo muchas ganas de hacer algo que no sea humor, sino más reflexivo y más complicado pero de momento me van surgiendo un proyecto y luego otro, y esta idea la voy aparcando. Tengo mis notas empezadas pero todavía no tengo ni la idea central ni nada.

M.G.- Pues esperaremos a verte en otro registro. Será interesante.

J.M.- Lo escribiré porque ya está siendo una necesidad aunque no creo que tenga la misma difusión ni repercusión que esto.

M.G.- Estos libros están siendo un bombazo, al menos en Sevilla o en Andalucía en general, que será donde más lectores tengas, imagino.

J.M.- Más que nada el rectángulo compuesto por Cádiz, Sevilla, Huelva y Málaga, pero también se está vendiendo en Cataluña, supongo que por la emigración, en Madrid, e incluso me han llegado a decir que en Euskadi. No sé si será por la película Ocho apellidos vascos y la serie Allí abajo.

M.G.- Pues Julio, no te robo más tiempo. Te agradezco mucho tu disponibilidad y espero poder verte pronto por Sevilla organizando otra gymkhana de las tuyas con las que me lo paso tan bien.

J.M.- (Risas) A ver si hacemos algo. Gracias a ti.

Espero que os haya gustado la entrevista. En breve os hablaré de este nuevo y divertido libro que no os podéis perder.



[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]

4 comentarios:

  1. Aunque en principio no me llama la obra, gracias por informar sobre ella y su autor. Un beso.

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  2. Gracias por la entrevista. Aún no he leído nada del autor pero es que no sé si será para mí a pesar de las buenas opiniones que despierta.
    Besos

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  3. Me lo he pasado en grande con los libros de este autor y, aunque me da cierta pena el cambio de personajes, ni dudare en leer también éste si cae en mis manos

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  4. Todo un placer conocer a Julio y más saber que gasta la misma simpatia que en las redes sociales.

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