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miércoles, 28 de noviembre de 2018

UN MONSTRUO VIENE A VERME (FANTÁSTICO - 2016)

Imagen relacionadaAño: 2016

Nacionalidad: Española.

Director: J.A. Bayona.

Reparto: Lewis MacDougall, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Liam Neeson, Toby Kebbell, Geraldine Chaplin, James Melville, Garry Marriott, Max Gabbay, Ben Moor.

Género: Fantástico. Drama.

Sinopsis: Tras la separación de sus padres, Connor (Lewis MacDougall), un chico de 12 años, tendrá que ocuparse de llevar las riendas de la casa, pues su madre (Felicity Jones) está enferma de cáncer. Así las cosas, el niño intentará superar sus miedos y fobias con la ayuda de un monstruo (Liam Neeson), pero sus fantasías tendrán que enfrentarse no sólo con la realidad, sino con su fría y calculadora abuela (Sigourney Weaver). Con este nuevo trabajo J.A. Bayona cierra su trilogía sobre las relaciones maternofiliales, que inició con "El orfanato" y continuó con "Lo imposible".

[Fuente: Filmaffinity]


Probablemente, a estas alturas ya todos sabéis que Un monstruo viene a verme, largometraje de Juan Antonio Bayona, es una adaptación de la novela homónima de Patrick Ness, una novela dirigida eminentemente al público más joven, aunque la propia editorial la cataloga como literatura de adulto. En verdad, no hay que hacer tantos distingos. Me consta que muchos de considerable edad la han leído y la han disfrutado y eso es lo que verdaderamente importa, más allá de cualquier etiqueta.

Sabéis que yo no suelo asomarme a la literatura juvenil nada más que en contadas ocasiones pero leí tantas opiniones positivas que me entraron muchas ganas de acercarme a esta historia. Luego llegó la película y todo el boom mediático que se originó a su alrededor. Quizá fue aquel revuelo el que me hizo alejarme un poco de la historia porque, al final, la intención de leer el libro quedó sepultada por otras lecturas y la película no la he visto hasta hace unos días. 

Todo surgió por puro azar. En estas últimas semanas que he vivido, con el monotema del fallecimiento de mi madre, he hablado con multitud de personas y siempre rondando las mismas cuestiones. Al exponer a mis amigos lo que me bullía por dentro, los sentimientos que me colapsaban, cada uno me iba dando su opinión y fue uno de esos amigos -no recuerdo quién, ni dónde, ni cuándo (perdóname)-, el que me preguntó: '¿Has visto Un monstruo viene a verme?' Le respondí que no y fue entonces cuando me soltó: 'Es que te ha pasado lo mismo que a Conor'. Aquello me dejó con la intriga. ¿Sería cierto que el protagonista de esta historia había sentido lo mismo que yo? Quise comprobarlo y aquí estoy.


Conor O'Malley sufre pesadillas recurrentes desde que su madre enfermó. Siempre sueña que está en medio del cementerio cercano a su casa y que de repente comienza a temblar el suelo. La iglesia de la localidad se derrumba, la tierra se abre bajo sus pies y él pierde el equilibrio. Alguien a su lado resbala hacia un abismo profundo y oscuro. A duras penas consigue aferrarse a la mano de Conor pero el peso es excesivo. Esa mano termina por desaparecer en las profundidades de la tierra mientras el pequeño grita de impotencia. La pesadilla le provoca un terror horrible, un pánico atroz que lo despierta con el corazón desbocado. Pero un nuevo día llega y la vida sigue.

Conor tiene doce años y debe encargarse de todas las tareas de la casa. Su madre está enferma y débil. Necesita reposo absoluto pues el tratamiento al que se somete la deja exhausta. El niño se encargará de sus propias necesidades y acudirá al colegio donde no le espera precisamente comprensión y cariño. Allí, sufre las humillaciones del típico abusón. El joven, se siente solo y perdido. No tiene el refugio que supone una madre y para llenar sus carencias afectivas se encierra en su mundo, una esfera en la que solo el dibujo lo calma y en el que la imaginación lo evade de la dura realidad que vive. Y una noche, justo a las 12.07, oirá un ruido. Algo se mueve en el exterior de su casa. Algo se acerca a su ventana. Un árbol enorme, de ojos incandescentes y largos dedos viene a verle. ¿Con qué propósito? Desea contarle tres historias a cambio de la verdad que esconde el muchacho. Las historias del monstruo son fábulas que encierran una lección. Nada es lo que parece porque 'muchas cosas ciertas parecen falsas'. No se puede ser lo que no se es. Nuestras creencias, sean las que sean, deben ser auténticas. Pero, ¿qué secreto esconde el niño? ¿Cuál es esa cuarta historia que el monstruo quiere conocer?

Conor debería preocuparse únicamente por sus estudios y por divertirse pero a él le ha tocado la cruz de la moneda. Una madre enferma, acoso escolar, un padre ausente y una abuela que llega para cuestionarlo todo. Ningún hijo quiere que su madre enferme y mucho menos que fallezca pero lo que me ha hecho temblar en esta película de pies a cabeza es lo que hay detrás de ese deseo. Cuando el sufrimiento propio y ajeno se vuelve tan venenoso, cuando sentimos la mordedura de la serpiente, las emociones giran en una dirección que jamás hubiéramos imaginado. ¿Cómo es posible que se nos pase por la cabeza ciertos pensamientos? Solo un hijo desnaturalizado puede pensar de ese modo. Por eso Conor se siente culpable. Por eso intenta engañarse aunque en el fondo de su corazón conoce la auténtica verdad y desea con todos su fuerzas algo que le horroriza. Conor nos duele tanto como a él le duele su dolor. 

Muchos han tachado esta película como un largometraje sensiblero que apela al lado más débil del espectador, en busca de la lágrima fácil. Otros han comentado que la acción es lenta y alcanza cotas de aburrimiento importantes. En mi caso, tengo que decir que, tratándose de la relación de un hijo con su madre enferma, tratándose de un drama de este calibre, del sufrimiento de un niño y teniendo en cuenta mis circunstancias personales, me había preparado para el trago más amargo pero confieso que, hasta más allá del ecuador de la cinta, no sentí gran cosa. No obstante, todo cambió de repente, justo cuando el guion desvela la verdad que oculta Conor. Fue ahí cuando me reconocí. Fue justo ahí cuando comprendí por qué mi amigo me había recomendado esta película. Efectivamente Conor sentía lo mismo que yo. Mi dolor había sido tan insoportable como el suyo, mi angustia me había estrujado el corazón con la misma fuerza que a él. Conor era yo misma. Sucumbí y me hundí con su 'Ojalá tuviera cien años para dedicarte'. Ojalá las madres no murieran nunca, añadiría yo. Ni los padres. Ni los hijos. Ni siquiera los abuelos. Ni..., porque la pérdida de un ser querido es igual que si te amputaran un brazo. Sigues sintiéndolo pero ya no está. 


El monstruo de Conor es un vehículo de salvación. Es su rabia, su furia, su impotencia transformada en un árbol gigante que le grita y le hace reproches pero solo así Conor superará el momento más difícil de su vida. El adiós. Lo maravilloso de este joven es su falta de egoísmo, así como la valentía con la que se enfrenta a la realidad a pesar de tener tanto miedo. Cuando a uno le toca vivir lo que a él, hay que dejar de lado todo lo superfluo, incluyéndonos a nosotros mismos. Así que no creo que Un monstruo viene a verme sea sensiblera, ni tampoco que sea aburrida. Creo que todo dependerá de los ojos con los que la miras, de tu capacidad de conectar con el protagonista, de tus circunstancias y de tu propio dolor, de ese que has sentido recientemente, como me ha pasado a mí, o de ese otro que sigue pegado a tu piel a pesar del paso del tiempo.   

En cuanto al reparto,  Lewis MacDougall en el papel de Connor convence. Nada más ver los primeros minutos de película, cuando el joven contempla a su madre desde el umbral de la puerta, mirando por una rendija sin atreverse a entrar -esto también me suena-, sentí que Bayona se rodea siempre de un equipo de casting que acierta de pleno, especialmente cuando hay que elegir a jóvenes actores. Ya me pasó con Lo imposible. Interpretar no es fácil. Hay que saber fingir o más bien creerse que uno es otra persona y luego, exteriorizar esa creencia para convencer a los demás. Hay niños que lo saben hacer realmente bien y MacDougall es uno de ellos. Por otra parte, tenemos a una Sigourney Weaver como abuela a la que se le podría haber sacado más partido y una Felicity Jones muy bien caracterizada en su enfermedad. 

Así, a un guion que quiere retratar una realidad, la manera en la que un hijo debe enfrentarse a la muerte de una madre, y a unas buenas interpretaciones, hay que unirle una banda sonora magistral -¡qué belleza musical nos ofrece el cine a veces!-, y una factura técnica impecable. La combinación de acción real y animación funciona muy bien, consiguiendo que la realidad y la imaginación se fundan a la perfección. 

Por lo tanto, en lo que a mí respecta, Un monstruo viene a verme es una película que me ha satisfecho. Cierto es, como dije antes, que pensaba experimentar más dolor y que el mazazo no ha llegado hasta el final de la película pero, ¿quién quiere sufrir más de la cuenta? El pozo en el que me he hundido en el desenlace ha sido lo suficientemente profundo como para compensar el resto del metraje. Y creo que la historia es bonita y está bien ejecutada, y que es un gustazo ver como la tecnología puede obrar tantos milagros. En definitiva, no puedo decir más que esta película me ha gustado. Ha conseguido que regresara junto a mi madre, para dejar de ser egoísta y para entender que yo también tenía que dejarla ir. 




Tráiler:

Puedes adquirirla aquí:





miércoles, 15 de junio de 2016

GORILAS EN LA NIEBLA (DRAMA - 1988).

 


Año: 1998

Nacionalidad: EE.UU.

Director: Michael Apted.

Reparto: Sigourney Weaver, John Omirah Miluwi, Bryan Brown, Julie Harris, Iain Cuthbertson, Iain Glen, Constantin Alexandrov.

Género: Drama.

Premios: Varias nominaciones a los Oscar. Dos Globos de Oro (Mejor Actriz Principal y Banda Sonora Original), entre otros.

Sinopsis: Dian Fossey llega a África para confeccionar un censo sobre una especie en peligro de extinción: el gorila de montaña. Acompañada por un rastreador nativo comienza su trabajo y queda fascinada por la vida de esos animales, a los que no teme acercarse para estudiar su comportamiento. Entre Dian y los gorilas llega a establecerse una especie de extraña relación afectiva. En su afán por proteger la especie, la Doctora Fossey tendrá serios problemas con las autoridades y los cazadores furtivos, que venden las crías a los zoológicos y matan a los adultos para la fabricación de souvenirs.


[Información facilitada por Filmaffinity]


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El domingo pasado viendo los informativos de Telecinco me topé con un reportaje que hablaba de la sensibilidad de los animales. El titular decía: "Una manada de burros llora desconsoladamente al despedir a uno de ellos que ha fallecido"




El reportaje hablaba de los sentimientos de los animales, de cómo se cuidan los unos a los otros, de lo agradecidos que están con aquellas personas que los han cuidado desde el nacimiento. 

Las imágenes me llevaron a pensar en el amor incondicional que muchos sentimos por los animales y siendo este un blog literario, también recordé a todos esos autores que suelen manifestar su amor por los que ellos consideran un miembro más de la familia. Me acordé de Rulfo, de Mowgli, de Héctor,.... Y de todos esos amigos cercanos o lejanos que han sido felices juntos sus perros, gatos, loros, tortugas, patos, y demás... y de todos esos que han llorado su pérdida. 

Dado que el reportaje hacía referencia a Dian Fossey y a la película que retrata buena parte su vida, me entraron muchísimas ganas de volver a ver Gorilas en la niebla, una película que en su día me pareció una maravilla por su valor antropológico y zoológico, que refleja y narra la vida de esta mujer que encontró la muerte en África, luchando hasta el último momento por la protección y la salvaguarda de los gorilas de montaña.


Gorilas en la niebla comienza presentándonos a una joven Dian Fossey (Sigourney Weaver) que asiste a una conferencia sobre gorilas del profesor Louis Leakey en Louisville, Kentuky. Por entonces, contando con algo más de treinta años de edad, anhelaba dejar su trabajo actual en un hospital de la localidad para trasladarse a estudiar a los gorilas de montaña en África, animada por todo lo que había leído en los estudios del destacado zoólogo americano George Schaller. Su cabezonería la llevó a las montañas del África Central. Inicialmente se instala en las montañas de Kabara en el Congo para realizar un censo sobre los gorilas. Junto con Sembagare (John Omirah Miluwi), el rastreador que se convirtió en su mano derecha, exploraba la selva en busca de grupos de gorilas de montaña, el mayor de todos los primates que por entonces estaba en peligro de extinción pues los cazadores furtivos los apresaban para venderlos en el mercado negro. 

Dian Fossey se acercó a los gorilas para estudiarlos en su hábitat  natural y aprender de su comportamiento mediante técnicas de imitación hasta el punto de emprender acercamientos temerarios que podían costarle la vida. Sin embargo, ella nunca se amedrantó y sus estudios se consideraron de vital importancia, una ayuda esencial para comprender incluso la evolución del ser humano. Los años convirtieron su curiosidad en un amor incondicional y su afán por protegerlos la impulsó a luchar contra la matanza que se estaba produciendo, llegando a enfrentarse a las autoridades gubernamentales, y a remover cielo y tierra para acabar contra las injusticias perpetradas contra los animales. A todo ello había que añadir que en el país se estaba levantando una guerra civil y que el ejército pretendía expulsar a todos los blancos del territorio. Su campamento fue arrasado y ella expulsada a Ruanda.

Gorilas en la niebla narra los problemas a los que tuvo que enfrentarse la zoóloga en una tierra a la que le costó inicialmente adaptarse pero donde vivió las experiencias más maravillosas de su vida, incluida el amor con el fotógrafo Bob Campell (Bryan Brown). Igualmente desvelará la fascinante relación que llegó a mantener con los primates, quienes la aceptaron como un miembro familiar y conocido. Esa relación tan estrecha que llegó a mantener con ellos la obsesionó de tal modo que se volvió un enemigo cruel contra los que quisieran hacer daño a sus gorilas, como ella los llamaba. Su actitud defensiva y fanática le granjeó más de un enemigo y en aquellas montañas verdes, cerca de sus gorilas, encontró la muerte, un hecho que, a día de hoy, sigue sin esclarecerse totalmente. 





Fue enterrada en Karisoke, el que fue su lugar de estudio. Junto a su tumba, está enterrado Digit, un gran gorila macho muerto a manos de los furtivos, y otros tantos a los que ella amó y fallecieron como consecuencia de la barbarie humana. En su lápida figura la inscripció«Nyiramacibili» que significa «la mujer sola que los bosques».

No cabe duda que esta película narra una hermosa historia que prima por encima de todo lo demás, incluso de las interpretaciones, la labor de dirección o las localizaciones y por eso no me voy a parar excesivamente en esas cuestiones. Conocer lo que fue la vida de esta zoóloga es fascinante y, al tratarse de una película, es obvio que se haya eliminado mucha información. Para conocer toda la verdad, sería imprescindible leer alguna biografía autorizada de la zoóloga, en caso de haberla, y especialmente el libro que ella publicó en 1983 y que también lleva por título Gorilas en la niebla. Me parece que Dian Fossey hizo una labor encomiable y que debe reconocerse. Según se nos cuenta en el desenlace, la lucha emprendida por esta mujer que tuvo tan trágicas consecuencias para sí misma, supuso el final de la caza furtiva y la supervivencia de la especie. A día de hoy la población de gorilas sigue multiplicándose.




Y como digo no me voy a parar excesivamente en otras cuestiones más allá de la historia. La interpretación de Weaver es muy buena tanto en los momentos de felicidad como en los más angustiosos. Sí destaco especialmente el feeling que se siente entre ella y el actor John Omirah Miluwi que interpreta a Sembagare. Con la mirada se lo dicen todo.

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