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miércoles, 24 de enero de 2018

LA LIBRERIA (DRAMA - 2017)

Año: 2017

Nacionalidad: Española

Dirección: Isabel Coixet

Reparto: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey, James Lance, Harvey Bennett, Michael Fitzgerald, Jorge Suquet, Hunter Tremayne, Frances Barber, Gary Piquer, Lucy Tillett, Nigel O'Neill, Toby Gibson, Charlotte Vega.

Género: Drama

Sinopsis: En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una mujer decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido nunca en esa zona

[Fuente: Filmaffinity]


En 1978, la escritora británica Penelope Fitzgerald publica su segunda novela, The Library, traducida al castellano en 2010 gracias a la labor de la editorial Impedimenta. Sobra decir que, a todos los que amamos la literatura y sentimos pasión por la lectura, las palabras 'libros', 'biblioteca', 'literatura',... actúan como resortes e inmediatamente activan nuestros sensores. Sentimos una atracción irrefrenable por todas aquellas novelas o largometrajes que tengan que ver con la temática y por eso, me consta que somos muchos los que hemos leído la obra de Fitzgerald. En mi caso, aquella lectura pasó por mis manos en el 2013 y la reseña la puedes leer aquí.

El grueso del argumento literario se mantiene en la versión cinematográfica. Florence Green es una joven viuda de guerra que llega a una pequeña localidad británica, Hardborough, donde decide abrir una librería. El proyecto le hace muchísima ilusión y aunque emprender cualquier tipo de negocio conlleva un riesgo, opta por seguir adelante con su sueño. Sin embargo, la sociedad de Hardborough no acoge de buen grado la idea de la señora Green y menos aún cuando ella decide ubicar su negocio en Old House, un edificio abandonado de la localidad pero lleno de encanto.  Enseguida encontrará trabas y obstáculos, pero la oposición más acérrima vendrá de parte de los Gamart, Bruno y Violet, la familia más respetada del pueblo, un matrimonio de clase alta y demasiado tiempo libre. A Violet le gusta llevar las riendas de todo lo que acontece en el lugar, decidir por todos,  que todo pase por sus manos y que las mejores ideas para la comunidad sean de su cosecha. Por eso no está dispuesta a que una foránea venga ahora a imponer su santa voluntad, que una viuda de guerra, sin un sitio donde caerse muerta, actúe por su cuenta, de manera independiente, sin contar con ella y su beneplácito. ¿Qué es eso de querer abrir una librería? ¡Pero si a nadie le gusta leer en Hardborough! 'Los libros me dejan exhaustos!', dirá el señor Raven. En cambio, un centro de artes en la vieja Old House sería un proyecto maravilloso que reportaría muchos beneficios al pueblo. Y ahí tendremos el drama de esta película. Por suerte, Florence contará con un par de aliados. Por un lado, el viejo Edmund Brundish, un viejo solitario que vive alejado de todos, en su propio mundo, que parece arrastrar un drama personal y que únicamente se refugia en sus libros. Y por otro lado, la jovencita Christine Gipping, una niña de doce años a la que Florence contratará como ayudante y que me ha parecido un personaje delicioso. Ahora bien, ¿quién ganará esta batalla? ¿Se saldrá Violet Gamart con la suya? ¿Luchará Florence por lo que realmente quiere sin dejarse amilanar? Bueno, los que habéis leído el libro ya lo sabéis y los que no, podéis ver esta película para averiguarlo.

Pero el argumento de Penelope Fitzgerald contaba además con una pequeña subtrama que Coixet ha omitido por completo. El encanto de Old House no solo reside en la antigüedad del edificio sino que también se rumorea que el inmueble está encantado, que un poltergeist juguetón se pasea por las habitaciones haciendo de las suyas y gastando bromas a Florence. Que la cineasta haya eliminado de un plumazo esa parte de la trama no afecta en absoluto al encanto de la película, es más, creo que la historia gana en consistencia y que, de haberla incluido, la intención del argumento se hubiera difuminado un tanto. De hecho, fue esa subtrama la que menos me gustó de la novela pues me resultó un simple atrezzo que no aportaba gran cosa, así que no me ha importado que no figure en la película.

Y como no podría ser de otro modo, la literatura es un puntal importante en el largometraje porque esta película respira amor por los libros y en ese sentido, resulta imposible no dejarse atrapar por el argumento. Produce sumo gozo ver a Florence abrir enormes cajas de madera en cuyo interior habitan miles de historias. Volúmenes de Keats, Thackeray, Ray Bradbury,... salen de su encierro para ocupar las estanterías de The Old House Bookshop, dispuestos y al alcance de los habitantes de Hardborough que se muestran un poco reticentes a cultivarse con las letras de otros. Todo lo contrario de lo que le pasa al señor Brundish, quien tiene una peculiar forma de concebir el nacimiento de las novelas. Para él los escritores son meros instrumentos, transmisores de esas historias que llegan a nuestras manos, escritas por no se sabe muy bien quién. Por eso Brundish no soporta ver los rostros en los autores en las cubiertas de los libros y por eso tiene una peculiar forma de proceder con las mismas. Eso sí, odia a Austen y a las Brontë y a mí, su opinión sobre estas novelistas no deja de resultarme divertido.

Tengo que decir, aun a riesgo de patinar, que a mí la relación entre Florence y Edmund Brundish me ha recordado ligeramente a la que mantienen Helene Hanff y Frank Doel en 84, Charing Cross Road. Me baso única y exclusivamente en la relación epistolar que mantienen, breve en el caso de La Librería, y mucho más extensa en la novela de Hanff, correspondencia en la que se habla de libros, en las que se pide consejo, en las que se analizan obras,... En definitiva, puro amor por los libros que no solo une a las personas sino que también acerca continentes. Bueno, no es más que un pequeño apunte que quería compartir. 

En cuanto al reparto, os diré que Florence es un personaje con el que resulta muy fácil empatizar. Sencilla en sus formas, algo tímida, reflexiva, meditabunda y muy prudente, le gusta pasear por los pintorescos parajes de la localidad, sintiendo la brisa fresca en su rostro y respirando el aire limpio y puro. Se siente viva a pesar de estar sola. Amante de la literatura, el único argumento que esgrime ante el banquero señor Keble para solicitar el préstamo que le permita abrir su librería es un simple 'Me encanta leer' y ahí te entran ganas de achucharla. Florence es una mujer de gran corazón y con mucha paciencia que se refugia en las lecturas y que añora el pasado, ese que vivió junto a su marido y que ahora se le aparece en forma de ensoñación. Me gusta Florence como personaje, me gusta la interpretación de Emily Mortimer y me gusta cómo Coixet nos la muestra, una mujer con coraje y determinación, decidida, valiente y luchadora, una mujer con apariencia cándida cuando no lo es en absoluto y esa prudencia que con tanta sabiduría maneja en las situaciones delicadas. Tiene mano izquierda la señora Green con aquellos vecinos que no tienen filtro a la hora de hablar, y aunque la Florence de Coixet me parece más comedida que la de Fitzgerald, no deja de ser igualmente encantadora.

Y junto a ella dos personajes más que ya he mencionado. Edmund Brundish, ese viejo solitario que vive apartado del pueblo, que no se relaciona con nadie y apenas sale de su casa. Es Bill Nighy el encargado de darle vida al personaje y es de los que más me ha hecho sonreír bobamente y con ternura. '¿Qué tipo de libro es este?', dirá con el ceño fruncido al ver un ejemplar de Farenheit 451 de Ray Bradbury. El señor Brundish tiene una pena pegada a la piel que le sirve de parapeto frente a los demás. Le cuesta hablar de sus sentimientos y esa dificultad se refleja en su incapacidad de mirar a los ojos a su interlocutor, algo que Nighy hace maravillosamente bien. Hay muchísimo cariño en la interpretación del actor, se conduce con tanta delicadeza que el espectador siente que, un hombre así, al que la vida ha golpeado tan duramente, y que solo ha encontrado refugio en los libros, es para acogerlo, amarlo y cuidarlo. 

viernes, 27 de septiembre de 2013

LA LIBRERÍA de Penelope Fitzgerald.


Autor

Penelope Fitzgerald, de soltera Knox, nació en 1916. Era hija del editor de Punch, Edmund Knox, y sobrina del teólogo y novelista Ronald Knox, del criptógrafo Dilly Knox y del estudioso de la Biblia Wilfred Knox.

Fue educada en caros colegios de Oxford. Durante la segunda guerra mundial trabajó para la BBC. En 1941 se casó con Desmond Fitzgerald, un soldado irlandés, con el que tuvo tres hijos. Durante algunos años vivió en una casa flotante en el Támesis. Autora tardía, Penelope Fitzgerald publicó su primer libro en 1975, a los cincuenta y ocho años, su biografía del pintor prerrafaelita Edward Burne-Jones. En 1977 publicó su primera novela, The Golden Child, una historia cómica de misterio ambientada en el mundo de los museos. A lo largo de los siguientes cinco años publicó cuatro novelas vagamente autobiográficas, que la consagraron como una de las figuras más importantes de la nueva narrativa inglesa, comparable a Iris Murdoch o a A.S.Byatt. Con La librería (1978) fue finalista del Booker Prize, premio que finalmente consiguió con su siguiente novela, A la deriva (1979). Siguieron Human Voices (1980) y At Freddie's (1982). En este punto, Fitzgerald declaró que ya estaba cansada de escribir sobre su propia vida, y se decantó por la novela que desvelaba hechos y acontecimientos del pasado, desde un punto de vista histórico. La primera de ellas sería Inocencia (1986), desarrollada en la Italia de los años 50 y que narraba la historia de amor de la hija de un aristócrata arruinado y un médico comunista. En 1988, publicó El inicio de la primavera, que tiene lugar en el Moscú de 1913, protagonizada por un pequeño impresor inglés perdido en los albores de la Revolución rusa. Siguieron The Gate of Angels (1990) y La flor azul (1995), centrada en la vida del poeta alemán Novalis. Penelope Fitzgerald murió en Londres en abril del año 2000.

Sinopsis

Novela finalista del Booker Prize, La librería es una delicada aventura tragicómica, una obra maestra de la entomología librera. Florence Green vive en un minúsculo pueblo costero de Suffolk que en 1959 está literalmente apartado el mundo, y que se caracteriza justamente por "lo que no tiene". Florence decide abrir una pequeña librería, que será la primera del pueblo. Adquiere así un edificio que lleva años abandonado, comido por la humedad y que incluso tiene su propio y caprichoso poltergeist. Pero pronto se topará con la resistencia muda de las fuerzas vivas del pueblo que, de un modo cortés pero implacable, empezarán a acorralarla. Florence se verá obligada entonces a contratar como ayudante a una niña de diez años, de hecho la única que no sueña con sabotear su negocio. Cuando alguien le sugiere que ponga a la venta la polémica edición de Olympia Press de Lolita, de Nabovok, se desencadena en el pueblo un terremoto sutil pero devastador.


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La lectura de este libro era inaplazable por más tiempo. Un ejemplar de Impedimenta resulta difícil de esquivar pero si encima en la sinopsis se recoge la palabra poltergeist, entonces tengo que caer rendida. 

Las diferentes reseñas que he leído sobre esta obra de Fitzgerald invitaban a visitar la localidad británica de Hardborough, lugar en el que transcurre la acción y donde Florence Green decide un buen día abrir una librería. La idea no parece, a simple vista, muy buena. Por un lado porque el lugar en el que desea establecer la librería, Old House, tiene fama de ser una casa encantada. Por otro, y como bien dice la sinopsis, porque la parte influyente de Hardborough, encabezada por la señora Violet Gamart, tiene en mente otro proyecto para el edificio abandonado en el que Florence ha puesto la vista. Aún así nuestra protagonista sigue en sus treces. Ni un simple poltergeist o rapper (golpeadores) como se le denomina en Hardborough ni una señora manipuladora frenará sus intenciones. Al menos, en un principio.



La librería, que posteriormente quedará complementada con una biblioteca, no gozará de mucho éxito entre el vecindario. Pocos son los curiosos que se acercan a echar un vistazo y menos aún aquellos que se atreven a comprar un libro o tomarlo en préstamo. Para los lugareños, esto de los libros no deja de ser algo raro. En cualquier caso el negocio de Florence seguirá en pie, con más deudas que beneficios, pero en pie al fin y al cabo, hasta tal punto que tendrá que contratar a una ayudante. Christine Gipping, una joven de diez u once años, desarrollará un trabajo ejemplar, atendiendo a los escasos clientes, organizando los pedidos y colocando las mercancías en sus respectivas estanterías. 

Con la publicación de Lolita, la obra más conocida del autor Vladimir Nabovok, y editada por The Olympia Press, Hardborough entrará en ebullición. La novela acarreará algún que otro sinsabor no sólo entre los críticos del momento sino, lo que más afecta a Florence, entre los habitantes locales. Numerosas serán las manifestaciones en contra de tal publicación y especialmente en contra de que tal obra se exhiba sin pudor alguno en los escaparates de la librería. Pero el morbo siempre ha sido una fuerza irrefrenable en la naturaleza humana y, a pesar del sentir colectivo, se verán muchas narices pegadas a los cristales de la librería. 

Y hasta aquí os puedo contar sobre el argumento. Solo me resta por comentar que no podemos jamás subestimar el poder de las ancestrales familias de Hardborough.

La librería es una novela que hará disfrutar al lector, aunque, para mi gusto, la aparición del rapper es escasa y hubiera preferido un mayor desarrollo en este sentido. Creo que Fitzgerald lo usó para otorgar un toque de misterio a la historia pero es más un atrezzo que un elemento vital en la narración. 

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