Mostrando entradas con la etiqueta Mercedes Gallizo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mercedes Gallizo. Mostrar todas las entradas

viernes, 3 de enero de 2014

PENAS Y PERSONAS. 2810 DÍAS EN LAS PRISIONES ESPAÑOLAS de Mercedes Gallizo.


Editorial: Debate.
Fecha publicación: Octubre, 2013
Precio. 19,90 €
Nº Páginas: 320
Formato: Tapa blanda con solapas.
Temática: Derecho y procedimiento penal.
ISBN: 9788499923222

Autora

Mercedes Gallizo (Zaragoza, 1952) entró en política durante su etapa universitaria, siempre en partidos de izquierda. Fue elegida diputada del PSOE por Zaragoza en las elecciones 2000. En esa legislatura fue portavoz de Asuntos Penitenciarios en la Comisión de Justicia e Interior. Entre 2004 y 2011 fue secretaria general de Instituciones Penitenciarias.

Sinopsis

El mundo de las prisiones es un observatorio privilegiado de la sociedad en la que vivimos, que además nos enseña muchas cosas de nosotros mismos, de nuestra forma de vivir, de la soledad, del miedo, de la inadaptación social, de la incomprensión, de la ambición, de la incultura profunda en valores humanos en la que estamos educados. Quienes están en prisión con parte de nosotros mismos. Seríamos nosotros mismos si hubiésemos nacido en otro sitio, o en otra familia, si la vida nos hubiese tratado peor, si no hubiésemos tenido recursos para manejarnos en la lucha por la vida o afecto para acompañarnos en los viajes más difíciles. Como secretaria general de prisiones durante casi ocho años, a cargo de 81 centros penitenciarios y de una población reclusa que superó las setenta mil personas, Mercedes Gallizo recibió más de diez mil cartas de los reclusos. A partir de su experiencia y de esas cartas, hace un retrato necesario e impactante de las cárceles en España, de la difusa frontera entre el ciudadano común y el delincuente, de las injusticias que saltan a la vista y de un mundo mucho más cercano de lo que nos imaginamos.

Ficha del libro: www.megustaleer.com

[Información facilitada por la editorial]



–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—


Si ayer os traía un libro divertido con el que poder reírnos, hoy os traigo todo lo contrario, un libro serio y que despierta todo tipo de emociones menos la risa.

La autora de Penas y Personas. 2810 días en las prisiones españolas es Mercedes Gallizo, la que fue Secretaria General de Instituciones Penitenciarias entre los años 2004 y 2011, estando el PSOE en el gobierno, y que tuvo a su cargo 81 centros penitenciarios. 

Gallizo visitó Sevilla en el mes de noviembre para promocionar su libro y en un principio iba a tener la oportunidad de encontrarme con ella para charlar sobre esta publicación pero lamentablemente su agenda no me lo permitió. Fue una pena porque, desde el mismo momento en que empecé a leer su libro, me surgieron miles de dudas en relación al sentido de su publicación y a su intención a la hora de escribirlo.  

En Penas y personas... Gallizo recoge numerosas cartas que recibió tanto de presos como de sus familiares, durante los años que estuvo en el cargo. La selección incluye solamente aquellas misivas de personas encarceladas por delitos menores como hurtos o robos sin violencia, o aquellos que se comenten por personas que sufren una enfermedad mental no tratada y más especialmente delitos contra la salud pública, o lo que es lo mismo, tráfico de drogas, pero a pequeña escala. En ningún momento se especifica con detalle cuáles fueron los cargos imputados, ni la manera y la forma en la que los distintos procesos fueron conducidos. Tampoco se detallan datos personales que pudieran conducir a la identificación de los remitentes. Intencionadamente no se incluyen los escritos de presos políticos, de terroristas, ni de aquellas personas a las que se le haya acusado de un delito de grave índole. 

Muchas de las cartas recogen las quejas de los presos con motivo de los traslados a los que se ven sometidos y para los que muchos no encuentran justificación. La sobreocupación, la actitud conflictiva o la presencia de grupos de presión son las causas más comunes por las que un preso es trasladado a otro centro penitenciario. En ocasiones, esto les produce una gran preocupación y stress pues generalmente implica el alejamiento de la ciudad en la que reside sus familiares o bien la desubicación cuando son personas que ya han encontrado una rutina en su día a día, asistiendo a talleres o realizando algún trabajo remunerado dentro del centro penitenciario de origen.


También se muestran las cartas de aquellos inmigrantes que han sido detenidos en España y que, en algunos casos, están deseando ser expatriados para regresar a su país y estar cerca de su familia y, en otros, sienten pavor ante la idea de abandonar España pues aquí, aún estando en la cárcel, tienen a su alcance medios (generalmente de tipo sanitario) que en su país de origen carecerían. 


La autora nos aclara que las cartas aparecen tal cual fueron escritas por su autores en las que solo se han corregido las faltas de ortografías y se han omitido datos personales. Más allá del cumplimiento de las reglas gramaticales u ortográficas, me ha sorprendido muchísimo la exquisita educación con la que algunas están redactadas:



«A la atención personal de Doña MERCEDES GALLIZO LLAMAS.

Soy Tomás, ante la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, respetuosamente comparezco, y me dirijo a la atención personal de Doña Mercedes Gallizo Llamas.
Desgraciadamente vengo a exponer QUEJA, por el trato de desprecio, por parte de miembros de la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario de... y por la actual situación, en relación a los permisos ordinarios de salida [...]» 
[pág. 210]

Otras muchas muestran que sus autores tienen un profundo conocimiento de las leyes penitenciarias pues existen múltiples referencias a artículos concretos de las mismas y especialmente a la Ley General Penitenciaria y a los artículos que más directamente les afectan. 


Desconozco si fueron escritas con la ayuda de algún funcionario de prisiones, en algunos casos me hace pensar que sí, pero también tendemos a estereotipar a los encarcelados como personas sin educación ni cultura de ningún tipo, algo que no deja de ser una etiqueta más, de las muchas que el ser humano coloca sin ton ni son. 


En Penas y Personas... no solamente tenemos acceso a esas cartas, sino que, entre las páginas del libro, encontramos información objetiva muy interesante y de gran valor, que Mercedes Gallizo pone a nuestro alcance. Por ejemplo, se menciona, y creo entender que con estupor, que España es el país con mayor porcentaje de personas privadas de libertad, a pesar de tener una tasa de delincuencia por debajo de la media europea. 


Desayunando con los reclusos de A Lama (Pontevedra)
Fuente: El Mundo

Para la autora, que visitaba los centros penitenciarios con frecuencia y que era conocida por muchos reclusos, las prisiones son como observatorios que te permiten analizar la sociedad y que dejan patente que algo no funciona bien. Las leyes actuales son totalmente incapaces para regenerar a esos seres humanos que por las circunstancias y el entorno que les ha tocado vivir, han terminado por romperse o bien estaban ya rotos antes de nacer.  

Confiesa Mercedes Gallizo una realidad que para todos es patente, que las cárceles españolas están llenas de delincuentes extremadamente pobres, enfermos en muchos casos y marginados por la sociedad frente a todos aquellos a los que conocemos como los de guante blanco, que con sus recursos evitan estar entre rejas. Esto es algo que jamás he podido entender.  

Hasta aquí os he mostrado más o menos unas cuantas pinceladas sobre la temática que abarca el libro pero solo se trata de una vista general. Si tengo que dar mis impresiones más personales, he de decir que esta lectura me ha producido muchas dudas e incertidumbre de ahí mi especial interés por hablar con su autora. 

Imagino que el objetivo más inmediato de esta publicación es hacer un retrato de las cárceles españolas y de las injusticias que rondan el mundo carcelario, siempre desde la perspectiva de una persona que, durante años, ha estado viviendo de cerca esta realidad y que alega que «El daño causado por los delitos se debe reparar reeducando para la convivencia y no destruyéndole. Creo que la compresión y la compasión no nos hace más débiles, al contrario, nos proporciona mejores instrumentos, más humanos y más eficaces, para producir cambios positivos». [pág. 21-22]

Intuyo que la autora pretende que el lector se enfrente a esta lectura eliminando de su mente que los autores de estas cartas son personas a las que se les ha privado de libertad por cometer un delito y que nos centremos únicamente en las distintas situaciones que viven en el interior del centro penitenciario. A este respecto hay un par de frases que me han parecido de sumo interés. Dicen así: 

«Con este libro satisfago además una cierta deuda moral con quienes me han escrito. Ellos han creído que se puede, que se debe confiar en alguien. Incluso en alguien que forma parte relevante de un sistema que les ha dado la espalda y a quien atribuyen muchos de sus males». [pág. 16]

«Creo que todos deberíamos ponernos en el lugar del otro y entender. No justificar, ni perdonar, ni olvidar. Solo entender. Los delitos a veces producen mucho daño a otras personas, a la sociedad. Pero también producen muchísimo daño a quienes los cometen». [pág. 17]

Entiendo el propósito de la autora y comparto su opinión cuando expresa que la tarea de la prisión no es juzgar a quién ya ha sido juzgado. Yo creo en el arrepentimiento y palabra de honor que he intentado leer este libro obviando los hechos que condujeron a estas personas a la cárcel pero, al mismo tiempo que ponía de mi parte para obviar tales pensamientos, venían a mi mente otros muchos, todos relacionados con aquellas otras personas cuyas vidas han quedado marcadas porque otro semejante hizo lo que no debía y actuó mal. 

Sé que no se debe generalizar, que no debemos tener prejuicios, ni mirar con ojo demasiado crítico porque la vida da muchas vueltas y nunca se sabe cómo podemos acabar, pero el argumento que se esgrime en algunos casos, tal como el entorno, las circunstancias,..., según el caso concreto, y recalco este matiz con especial hincapié, no siempre me han convencido. Un adulto tiene capacidad de raciocinio, tiene voluntad, sabe distinguir entre el bien y el mal,... armas todas ellas para usar en contra de un entorno o unas circunstancias negativas. Otra cosa es la necesidad apremiante, el instinto de protección familiar e incluso la debilidad moral, pero no creo que todos los casos sean motivo de compasión, de empatía o se puedan justificar por un victimismo ambiental. 


Aún así, también es de recibo reconocer que con alguna que otra carta me he emocionado profundamente, pero no he podido empatizar con todos los hechos relatados, tal y como imagino que su autora hubiera querido. 

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...