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lunes, 25 de septiembre de 2017

CAMPANAS DE DUELO de Fernando de Artacho.


  Editorial: Algaida.
Fecha publicación: noviembre, 2016
 Precio:  20,00 €
Género: Ficción histórica.
Nª Páginas: 456
Edición: Tapa dura
ISBN: 978-84-9067-699-8
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]
Autor

Fernando de Artacho nació en Sevilla. Es doctor en Historia y licenciado en Derecho por la Universidad Hispalense, abogado de su Ilustre Colegio, y cursó estudios de doctorado en Historia en la citada institución. También ha realizado estudios de Ciencias Políticas y  Sociales en España y Portugal. Es Diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 

Asiduo colaborador en revistas especializadas y medios de comunicación escritos, ha publicado más de una treintena de libros, entre los que destacan Manuscrito sevillano, Los Caballeros Veinticuatro del Puerto de Santa María, Padrón de Nobles e Hijosdalgos de la ciudad de Sevilla en el siglo XVIII, Estudio de las Reglas de la Primitiva Archicofradía de la Coronación de Espinas de 1567 o La Nobleza sevillana a través del Privilegio de Oratorios; posteriormente ha publicado un ensayo titulado Los otros Alba

Es presidente de la Academia Andaluza de la Historia, de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, de la Real Academia Belgo-Española de la Historia y de la Real Academia de la Mar, entre otras varias academias instituciones españolas y extranjeras.

Desde hace algunos años alterna la labor investigadora con la divulgación histórica, en novelas como Hija de la Iglesia (2004), Las dos verdades (2005), El enigma de la Santa Espina (Finalista del Premio Novela Ateneo de Sevilla), La gubia del alumbrado (I Premio Ateneo de Sevilla de Novela Histórica), El trono y el altar, Narraciones y Leyendas y el almirante Mediohombre. 

Sinopsis

En la noche del 15 de mayo de 1570, coincidiendo con la visita a Sevilla del rey Felipe II, las campanas de la iglesia de la O, en Triana, comienzan a doblar misteriosamente a muerto, con el toque específico que proclama el fallecimiento del rey. 

Por mandato del Cardenal se encarga una nueva cerradura cuya llave deberá colgársela el párroco al cuello y no quitársela ni para dormir. Pero en las noches siguientes se repite el mismo toque fúnebre, incluso a pesar del retén de vigilancia apostado en la iglesia. La clave de tan singular suceso parece residir en Antón González, campanero de la parroquia, a quien la malicia y las mentiras habrían conducido a la hoguera de la Inquisición casi setenta años antes. 

Don Lope de Céspedes y el caballero Rodrigo de Alvarado se harán cargo de revisar el proceso inquisitorial contra el desventurado campanero. Y a partir de ese momento, como si se hubieran abierto las puertas del infierno, una serie de extraños sucesos sacudirá la ciudad.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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Sin ser lectora fervorosa de novela histórica, siempre me siento atraída por los nuevos trabajos que Fernando de Artacho va publicando, especialmente si cuenta con una mezcla de otros géneros. En esta ocasión, el autor nos trae una nueva propuesta que viene envestida por una cubierta en la que se anuncia un apasionante thriller histórico y una sinopsis que nos habla de un misterioso repicar de campanas en una iglesia sevillana, concretamente la parroquia de la O, en Triana, un templo que se sitúa a escasos metros de mi casa y por cuya puerta paso muy a menudo.

La cosa no podía pintar mejor, así que me dispuse a preparar la mesa, con sus viandas y su buen vino, para devorar esta novela que, continuando con el símil culinario, proponía un sugerente menú teniendo como primer plato el misterioso toque fúnebre de las campanas de mi vecina iglesia, coincidiendo con la visita a Sevilla del rey Felipe II en el mes de mayo de 1570. Los toques a muerte se repetirán en las noches siguientes, siempre de la misma forma pero sin un origen conocido, pues el campanero asegura que no son obra suya. Entonces, ¿quién hace sonar las campañas? ¿Qué anuncian?

Con estos mimbres, desde el comienzo de la novela es inevitable que los lectores se sientan atraídos y quedemos enganchados a la historia desde su primera página. Sin duda, la trama me ha parecido inquietante y original, así como el contexto histórico que abarca el reinado de Felipe II, con la Inquisición desplegando sus redes por toda la sociedad de la época. Y es que pronto el Santo Oficio cobrará gran protagonismo en la novela. 

Sería justo destacar el amplio trabajo de documentación que ha realizado Fernando de Artacho. Es algo a lo que nos tiene acostumbrados y en esta ocasión no iba a ser menos. No se trata solo de la profundidad y la rigurosidad con la que nos demuestra los procedimientos del Santo Oficio, sino también el reflejo y los detalles de la época en la que se enclava la trama. Y centrándonos en la Inquisición, no cabe duda de que fue una época convulsa. Se respiraba el miedo a ser denunciado falsamente, ya fuera por envidia, celos o cualquier otra artimaña que acabara con el denunciado ante un tribunal de la Inquisición. Había que demostrar la inocencia enclaustrado en lúgubre sótano, soportando el hambre, la sed e inimaginables torturas. Todo esto ocurría en el Castillo de San Jorge, sede del temido tribunal en Sevilla- muy cerca de la parroquia de la O y por ende, muy cerca de mi casa. Los autos de fe tenían lugar en la plaza de San Francisco y aunque al pensar en ellos y en el Santo Oficio nos imaginamos que todo era fruto de tremendas injusticias, la novela nos demuestra que eran procesos de lo más garantistas en su época y un modelo de ejercer el Derecho, algo con lo que yo no contaba y que me ha hecho  pensar cómo serían el resto de juicios a los que te podías ver enfrentado. 

Pero si podía ser relativamente fácil verse envuelto en serios problemas por una falsa denuncia, más difícil era sin duda que un veredicto erróneo pudiera ser revocado y corregido, devolviendo su integridad y el buen nombre al condenado, hubiera fallecido ya o no. Sin destripar nada de la novela, a través de sus páginas nos podremos hacer una buena idea de ello.

De igual modo, Fernando de Artacho dibuja un certero reflejo de la sociedad de la época, retratando costumbres, los distintos gremios existentes, los protocolos y la facilidad con la que se podían adquirir nuevos apellidos que dieran lustre al linaje y poder así escalar en la sociedad sevillana, –aplicando al pie de la letra el “Dadme doblones y os daré blasones”-. Es este un punto más a favor de la novela pues el lector se siente habitante del siglo XVI, paseando por las calles sevillanas. Entre todas esas costumbres retratadas, el autor rescata una que me resulta peculiar y que aún llega a nuestros días. Se trata de la procesión de Impedidos y Enfermos de la citada parroquia de la O, una procesión que pretende llevar la Comunión a aquellas personas que, por incapacidad o enfermedad, no pueden acudir a la iglesia. Así, cada año, en uno de los domingos del mes de mayo, se cuela a través de las ventanas de mi casa, bien temprano, el tintinear de una campanita que anuncia la llegada de la procesión y sus discurrir bajo mis balcones.



martes, 5 de septiembre de 2017

ENTREVISTA a FERNANDO DE ARTACHO (Campanas de duelo).

Autor 

Fernando de Artacho nació en Sevilla. Es doctor en Historia y licenciado en Derecho por la Universidad Hispalense, abogado de su Ilustre Colegio, y cursó estudios de doctorado en Historia en la citada institución. También ha realizado estudios de Ciencias Políticas y  Sociales en España y Portugal. Es Diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 

Asiduo colaborador en revistas especializadas y medios de comunicación escritos, ha publicado más de una treintena de libros, entre los que destacan Manuscrito sevillano, Los Caballeros Veinticuatro del Puerto de Santa María, Padrón de Nobles e Hijosdalgos de la ciudad de Sevilla en el siglo XVIII, Estudio de las Reglas de la Primitiva Archicofradía de la Coronación de Espinas de 1567 o La Nobleza sevillana a través del Privilegio de Oratorios; posteriormente ha publicado un ensayo titulado Los otros Alba

Es presidente de la Academia Andaluza de la Historia, de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, de la Real Academia Belgo-Española de la Historia y de la Real Academia de la Mar, entre otras varias academias instituciones españolas y extranjeras.

Desde hace algunos años alterna la labor investigadora con la divulgación histórica, en novelas como Hija de la Iglesia (2004), Las dos verdades (2005), El enigma de la Santa Espina (Finalista del Premio Novela Ateneo de Sevilla), La gubia del alumbrado (I Premio Ateneo de Sevilla de Novela Histórica), El trono y el altar, Narraciones y Leyendas y el almirante Mediohombre.

Sinopsis

En la noche del 15 de mayo de 1570, coincidiendo con la visita a Sevilla del rey Felipe II, las campanas de la iglesia de la O, en Triana, comienzan a doblar misteriosamente a muerto, con el toque específico que proclama el fallecimiento del rey. 

Por mandato del Cardenal se encarga una nueva cerradura cuya llave deberá colgársela el párroco al cuello y no quitársela ni para dormir. Pero en las noches siguientes se repite el mismo toque fúnebre, incluso a pesar del retén de vigilancia apostado en la iglesia. La clave de tan singular suceso parece residir en Antón González, campanero de la parroquia, a quien la malicia y las mentiras habrían conducido a la hoguera de la Inquisición casi setenta años antes. 

Don Lope de Céspedes y el caballero Rodrigo de Alvarado se harán cargo de revisar el proceso inquisitorial contra el desventurado campanero. Y a partir de ese momento, como si se hubieran abierto las puertas del infierno, una serie de extraños sucesos sacudirá la ciudad.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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Voy culminando poco a poco todas las entrevistas que aún estaban pendientes de publicar y en esta ocasión vengo con un autor que ya ha pasado por este espacio. Con Fernando de Artacho ya tuvimos un encuentro hace un par de año con motivo de la publicación de su novela El almirante Mediohombre, dedicada a la figura de Blas de Lezo. En aquella ocasión conté con la ayuda de un colaborador cercano, amante de la novela histórica, que vuelve de nuevo a cederme su trabajo. 

Fernando de Artacho regresa con una novela histórica ambientada en Sevilla. Tal y como se desprende d la sinopsis, Campanas de duelo, editada por Algaida, aúna misterio e historia, una combinación atractiva que augura una lectura placentera. Esto es lo que Fernando de Artacho nos contó.

Juan S.- Fernando, un placer volver a coincidir con usted para hablar de una nueva novela, Campanas de duelo

Fernando A.- Encantado.

J.S.- Comienza esta nueva historia con un misterio. Sin duda, no hay mejor comienzo.

F.A.- Es el mejor modo de enganchar al lector. Incluso en una biografía también se puede empezar con un misterio, o con mucha acción. Por ejemplo, mi libro sobre Blas de Lezo lo inicié con la batalla de Vélez-Málaga porque el primer capítulo tiene que enganchar, o eso creo yo. Pues en esta nueva novela he querido que sea igual.

J.S.- ¿Cómo surge esta historia?

F.A.- Bueno simplemente se me ocurre una idea y de ahí parte todo. Me pongo a escribir sin más y nunca sé cómo van a acabar los libros, a no ser que sea una biografía, claro. Es lo que me está pasando ahora con la segunda parte de Hija de la Iglesia en la que estoy trabajando. 

J.S.- Pues en relación a Hija de la Iglesia o El enigma de la Santa Espina, parece que  usted se siente especialmente cómodo en el thriller histórico, ¿no es así?



F.A.- Sí aunque también he escrito novelas sobre la guerra civil. Es más ahora mismo también estoy escribiendo una novela que se remonta a los años 80 con una fuerte conexión con la guerra civil. Me gusta la novela histórica igualmente.

J.S.- En Campanas de duelo, el Santo Oficio tiene un protagonismo importante. Yo siempre había escuchado que fue un tribunal muy garantista desde el punto de vista del Derecho, algo que a mí me parecía una burrada y sin embargo resulta que es cierto.

F.A.- No, no, fue el tribunal más garantista de su época. Primero, hay que desvincular la quema de los presos de la Iglesia. La Iglesia intentaba por todos los medios convertir al no creyente o al hereje. Es más, hubo sacerdotes que murieron quemados intentando salvar el alma de los condenados. Mientras los herejes ardían en llamas, algunos sacerdotes se acercaban con palos largos para que los besaran y poder así darles la absolución. Se acercaban tanto que muchos empezaban a arder y morían. 

El Santo Oficio intentaba salvar las almas hasta el último extremo. 

J.S.- ¿Y cómo eran las relaciones entre el clero y la Santa Inquisición? ¿Era fluida?

F.A.- Tenían jurisdicciones diferentes. El Santo Oficio tenía mucho poder. Incluso llegó a procesar a algún cardenal de la Santa Iglesia Romana, a más de uno. El único que podía frenar los pies del Santo Oficio era el rey. 

J.S.- Ambiente de la época, falsas denuncias, las envidias entre los vecinos, salvando las distancias me ha recordado a lo que ocurría durante la guerra civil. Es decir, el hombre sigue siendo igual a lo largo de los siglos.

F.A.- Bueno, la situación no era la misma. En la guerra civil las denuncias venían originadas por venganzas personales y por miedo a que el otro te denunciara antes. En este caso, el origen está en las deudas que uno tiene contraída con el otro y sobre todo por la inquina que se le tenía a los judíos debido a su poder económico. Los judíos eran prestamistas, eran médicos,... y tenían mucha influencia. La gran mayoría de la nobleza sevillana que hoy conocemos desciende de judíos perseguidos por el Santo Oficio, porque eran los notorios, los que tenían dinero. 

J.S.- Esos linajes que aparecen en la novela, ¿han llegado a nuestros días?

F.A.- Sí, muchos sí. En la novela uso apellidos vinculados con mi familia o con las de algunos buenos amigos. Son apellidos muy vinculados con Sevilla.

J.S.- Un tema que usted domina como diplomado en Genealogía y por sus estudios en Heráldica. Pero algo que me ha parecido muy interesante y que se explica en la novela es la facilidad con la que se podía comprar apellidos. De hecho hay una frase muy curiosa en el texto: «Dadme doblones y os daré blasones».

F.A.- No es tanto comprar apellidos como falsificarlos. De alguna manera tenían que tapar su origen converso.

J.S.- Hábleme del título.

F.A.- Bueno, realidad a mí me hubiera gustado que se llamara El campanero de la O, pero al tratarse de una advocación no era un nombre muy comercial.

J.S.- Pues hablando de la Iglesia de la O, yo, que vivo en Triana, he tenido que pasar por la puerta de esa iglesia, por el Callejón de la Inquisición y el Castillo de San Jorge para llegar a esta entrevista. Menudos lugares. El castillo tuvo mucho importancia en la época.



F.A.- Muchísima. Es un lugar cargado de historia.

J.S.- Y ahora que está tan de moda esto de las rutas por las ciudades, ¿no se podría hacer una guía turística vinculada con la Inquisición aquí en Sevilla?

F.A.- Hay muchísimo escrito al respecto. De hecho estoy haciendo un estudio en profundidad de los familiares del Santo Oficio en Sevilla porque son muy desconocidos. Son personas que eran de clase humilde pero cristianos viejos. Lo que pasa es que el archivo de la Inquisición fue robado en parte y otra parte se perdió. Así que estoy recuperando buena parte de la información y lo voy a presentar como una tesis doctoral en Sociología. 

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