miércoles, 22 de octubre de 2025

FRANCISCO PINIELLA: ❝He transmitido parte de las historias de mi familia, esos silencios que siempre hubo❞

La guerra civil dejó tras de sí un inmenso reguero de desgracias. Como todas las guerras. Las familias se quebraron como ramas secas. Padres, hermanos, tíos, novios, perecieron bajo el fuego de uno u otro bando. Algunos huyeron monte a través, acabaron en otros países, forjaron nuevos vínculos en su tierra de acogida. De otros, nunca más se supo. Francisco Piniella y su familia sabe mucho de ausencias, de esas que, a pesar del paso del tiempo, se hacen densas y pesadas. Francisco, o Paco, ha tardado mucho tiempo en escribir su historia, esa que se sustenta sobre pilares familiares, esa que ofreció a una escritora y a otra de afamado nombre. Paco sabía de escritura, pero nunca se había adentrado en la ficción, y no sabía si su estilo y su pluma estaría a la altura de una historia como esta. Paco ha esperado a que se cumplieran dos premisas para atreverse a poner negro sobre blanco. Primero, la muerte de su padre. Segundo, su jubilación como docente y rector en la Universidad de Cádiz. En Las líneas del silencio cuenta la historia de un hombre, un marino mercante, embarcado en el buque Cabo San Agustín, un 11 de julio de 1936. Precisamente su propio abuelo embarcó aquel mismo día en aquel mismo buque. Su esposa Isabel no volvió a verlo, como tampoco lo volvió a ver su hijo. Esta historia es la historia de muchos hombres y de muchas mujeres que, durante aquellos años, fueron testigos del rumbo inesperado que tomaron sus vidas. 

Os dejo con la entrevista. 

Marisa G.- Paco, un placer tenerte en Sevilla, aunque tú vienes de buena tierra también. Vamos a empezar a hablar de este libro, de Las líneas del silencio. Cuando tengo un libro en mis manos, a mí me gusta leerlo de cabo a rabo. Me fijo mucho en la biografía de los autores. Claro, leo la solapa de la novela y veo que de piloto de marina mercante llegaste a ser rector de la Universidad de Cádiz. ¿Cómo es posible esta carambola?

P.P.- Bueno, pues porque de jovencito siempre quise ver mucho. Además tenía raíces familiares. Mi abuelo, como el protagonista de la novela, había sido marino. Yo estudié náutica,  una de las carreras que se pueden estudiar en Cádiz, y en el año 82 me embarqué como alumno. Estuve navegando hasta el año 91. Cuando nació mi primer hijo me planteé dejar de navegar. Salió una plaza de docente en la facultad de náutica, donde yo había estudiado y bueno, me saqué la plaza. Luego hice el doctorado en Historia de América. Venía aquí, al Archivo de Indias todas las mañanas para investigar sobre los correos marítimos entre Cádiz y La Habana. Esa fue mi tesis. Luego saqué la plaza de catedrático y, al final de mi vida universitaria, me lié la manta a la cabeza, me presenté como rector y estuve ejerciendo durante cuatro años, con Covid por medio, incluso. Tuve que hacer cambios en la universidad y fue bastante duro. Cuando terminaron esos cuatro años decidí jubilarme y dedicarme a la escritura.

Por entonces, esta historia la tenía muy avanzada. Hay mucho de historias familiares y, aunque la novela es de ficción, también es una novela intergeneracional, porque vamos a ver a tres generaciones que irán heredando tristezas, guerras,... 

M.G.- Tu vida siempre girando alrededor de ¿el mar o la mar? ¿Cómo la defines?

P.P.- Pues cuando hablo con mis compañeros de náutica digo la mar. Si no, el mar. Pero es bisexual, como digo yo.

M.G.- Las líneas del silencio es tu primera novela pero sé que hay un ensayo previo, La memoria del árbol. Se dice que ese ensayo es la génesis de esta novela. ¿El ensayo se te quedó corto? ¿Te pareció un género que no se ajustaba a lo que querías contar y por eso te adentras ahora en la ficción?

P.P.- Bueno, el ensayo es un ensayo histórico. En cierto modo, recoge el inicio de la documentación con la que posteriormente he ficcionado la novela. Contiene datos y la historia del barco Cabo San Agustín,  de la naviera Ybarra, que es un poco el eje central de la novela. Ese barco, durante la guerra civil, se dedicó a llevar armamento desde el Mar Negro, desde Odessa fundamentalmente, a la base naval de Cartagena. Posteriormente, y antes de que termine la guerra, ese barco se queda varado en la URSS o custodiado por la Unión Soviética. El barco y toda la tripulación se queda allí. Esa es un poco la historia que se recoge en la novela. Es un relato que se inicia en el siglo XX pero que llega incluso hasta la invasión de Ucrania.


[Si quieres oír la conversación, clic en el vídeo]


M.G.- Eres ensayista, autor de libros técnicos y articulista. La narrativa, el hecho de escribir una historia de ficción, ¿exige mucho más esfuerzo que el resto de los géneros que has tocado?

P.P.- Muchísimo más. Mira, tengo unos siete u ocho libros técnicos, artículos, entrevistas científicas en inglés, todas las que quieras y más, y aunque hubo tiene ya una metodología, esta novela para mí fue un verdadero reto, con el que he disfrutado mucho. He desnudado mis sentimientos y he transmitido parte de las historias de mi familia, de esos silencios que siempre hubo. En la novela, «de esto no se habla» es una frase que se repite mucho. Siempre callando, siempre en silencio, pero he querido sacar a la luz todas esas historias y lo he disfrutado mucho.

M.G.- Y es que, en esta novela, tú cuentas realmente la historia de tu abuelo paterno y de cómo tu abuela paterna se despidió de su marido que embarcaba en el Cabo San Agustín, un 11 de julio de 1936. Pocos días antes del alzamiento. 

P.P.- Claro, esa es la clave, cómo el 18 de julio de 1936 cambia la historia de toda una familia y de todo un país. Esa fecha supuso ausencia y falta de información porque mi familia no sabía que es lo que ocurría, pero no quiero hacer spoilers. Cuando acabes de leer el libro ya verás cómo surgen nuevas familias y nuevas conexiones.

M.G.- Esas nuevas familias que mencionas se pueden intuir un poco por el árbol genealógico que se incorpora al final del libro.

P.P.- Sí, lo pusimos al final porque, en cierto modo, es un spoiler, ¿no? Si miras el árbol genealógico terminas entiendo cómo va la película.

M.G.- Es una novela de dos familias y hay un importante nexo de unión entre ellas.

P.P.- Exactamente. Recuerdo que cuando leí Cien años de soledad, me hice mi propio árbol genealógico, a medida que iba leyendo porque si no, me perdía. En mi novela he querido facilitarle la tarea al lector, pero le pedí a la editorial que el árbol genealógico lo incorporara al final.

M.G.- Sin hacer demasiado spoiler, es cierto que tu abuelo paterno juega un papel fundamental en la trama de esta historia. Creo que no llegaste a conocerlo pero, ¿cómo llegas a su vida? ¿Cuál es la imagen que tienes de tu abuelo?

P.P.- Bueno, para empezar, en la novela no está mi abuelo. Hay un personaje que intenta ficcionar su vida. Y no, no lo conocí. Ni siquiera mi padre volvió a verlo después de aquel 11 de julio de 1936, cuando se embarca en el Cabo San Agustín. Y como cuento en la novela, y eso no es ficción, fuimos a Ucrania, antes de que mi padre muriera, para que el viera la tumba de mi abuelo. Y bueno, nos pusimos en contacto con sus hijos, los conocimos, estuvimos en su casa, ver cómo vivían, que nos contaran historias. Todo eso lo iba apuntando en una libretita porque ya tenía en mente escribir este libro.

Creo que si mi padre no hubiera muerto, no hubiera escrito este libro. Mi padre, en cierto modo, seguía teniendo miedo, seguía diciendo de esto no se habla, es mejor que nadie sepa esto. Después de muerto, me he sentido más libre para poder escribir. Lo que mi padre sí hacía era escribir un diario. Tenía muchas cosas anotadas que yo he utilizado para la novela, como las cartas. Toda la correspondencia que él mantuvo. 

M.G.- Dices que los personajes de esta novela representan a personas reales. A todos le cambias el nombre menos a tu abuela Isabel. ¿Por qué?

P.P.- Porque se merece que mantenga su nombre. No te voy a decir que es el personaje más importante, pero sí el que más sufre. Ella no es sólo Isabel González, mi abuela, sino que ella es todas esas mujeres que, después de la guerra civil, ya fuese en un bando o en otro, se quedaron viudas, que tuvieron que sacar adelante a sus hijos. Mi abuela Isabel, con una Singer y pedaleando, sacó adelante a su familia y decía que era viuda pero, en realidad, no lo era.  Aunque el personaje central es Juanín Pellegrini, mi abuela es una heroína para mí y he querido honrarla sin cambiar su nombre.

M.G.- Y entre los personajes masculinos, el nombre de Juan se reitera. Es como un estigma.

P.P.- Sí, sí. Está hecho adrede. Se dice en los últimos capítulos, que de una generación a otra se van transmitiendo las tristezas, porque la historia se repite. Por eso he extendido la línea temporal hasta la invasión de Ucrania, para que veamos que, incluso ahora, con esta nueva guerra, vuelve de nuevo el exilio, los crímenes,... 

M.G.- Todo se repite, sí.

Y hablas de Isabel como una heroína, pero también hay otros personajes femeninos que son de armas tomar.

P.P.- Sí, bueno, la madre de Isabel. Es una mujer española de los años 20, de principios del siglo XX, cuya libertad se viene abajo después de la guerra civil. Pasamos de una Carmen, que es todo poderío y se come el mundo, a pesar de ser viuda, a una Isabel González que se ve en una posguerra, en una sociedad totalmente conservadora, todo el día metida en la iglesia. He querido mostrar cómo cambia el papel de la mujer y por eso puse a esos dos tipos de mujeres.

M.G.- Y dices que la novela ha supuesto un reto para ti. Confiabas muy poco en ti para traspasar esta historia familiar al papel porque sé que se la ofreciste a dos escritoras.

P.P.- Bueno, es que yo nunca había escrito ficción. Te puedo hablar de contaminación marina, de supervivencia en la mar, de todo ese tipo de cosas, pero escribir una novela no es lo mismo.

M.G.- Pues es un reto que has superado.

P.P.- Yo lo que quería es que esta historia viera la luz. Tuve la suerte de poder cenar con Almudena Grande, y poder tener después una correspondencia con ella. Le ofrecí la historia a ella pero me dijo que la tenía que escribir yo. Y luego ella falleció.

Y luego, con María Dueñas, pues la conocía desde hacía mucho tiempo. También se la ofrecí a ella y María fue muy clara. Me dijo que el que siente la historia es el que tiene que escribirla. 

M.G.- Había muchos vínculos familiares.

P.P.- Claro. Así que me lancé y le di muchas vueltas al manuscrito. Tengo en mi casa una torre de manuscritos anillados. 

M.G.- Todas las correcciones.

P.P.- Sí. Luego la editorial hizo la típica corrección ortotipográfica. Y eso es otra cosa que quiero agradecer, la acogida que tuve en Libros de la Herida. David Eloy o José María me han tratado estupendamente. La edición del libro está muy bien y la portada muy trabajada.

M.G.-  Por la ilustración de la cubierta quería preguntarte. Muy alegórica, ¿no?

P.P.- Sí. La ilustración está hecha por una agencia de diseño de Cádiz, que se llama Rebombo. Fíjate que se compone de diversas imágenes pues luego ellos me mandaron una especie de carpetilla en la venía cada imagen y explicando qué simbología quería transmitir. ¿Ves? El marino, la viuda, el barco,...




M.G.- Las cartas...

P.P.- Sí, y el reloj.

M.G.- La novela toca muchos temas. La supervivencia es uno de ellos y te centras en esos republicanos que acabaron en la URSS. ¿Del exilio de los españoles en la Unión Soviética se sabe menos que del exilio a Argentina o México? ¿Es un tema poco tratado?

P.P.- Muy poco. Es parte de nuestra memoria histórica que no se ha trabajado. Hay algunos estudios de historiadores que han tratado a estos colectivos, a los marinos mercantes porque fueron muchos los barcos que se dedicaron a llevar armamento hasta que los submarinos italianos y la propia armada del bando nacional bombardean esos barcos, y la Unión Soviética decide que esa línea de navegación no es de fiar.

Pero luego hay otros tantos colectivos, como el de los aviadores que también se queda en la Unión Soviética. Había una escuela en Kirovabad, donde se formaban los aviadores que luego venían a la República para llevar los aviones de combate. Cuando termina la guerra civil, hay una promoción que se queda allí. Y luego están los niños de la guerra y los políticos. Muchos acabaron en los campos de concentración de la Unión Soviética.

M.G.- En los gulag.

P.P.- Sí. El libro refleja muy bien cómo se viene abajo lo que fue el paraíso del proletariado, cómo se viene abajo la utopía y te das cuenta de que aquello era tan dictadura como la de Franco o como la de Hitler.

M.G.- Esta historia mueve a los personajes por muchísimos escenarios, desde Cádiz, Barcelona, pasando por Cartagena, Kiev. Sé que has viajado mucho, por aquello de que fuiste piloto de la marina mercante, pero manejar tantísimos escenarios y tan lejanos unos de otros, habrá sido una dificultad añadida.

P.P.- He estado en la mayoría de esos escenarios, aunque, por ejemplo, no he visitado Kazajstan. Es algo que tengo pendiente. Pero hoy día te puedes permitir meterte en Google Maps e ir por las calles, saber dónde está la mezquita que hace falta para una escena.

M.G.- En tiempos actuales es muy útil pero si la trama transcurre en el pasado...

P.P.- Claro es más difícil pero los edificios históricos están ahí.

Luego he tenido que manejar mucha documentación histórica.

M.G.- Sobre eso también te quería preguntar. Habrá tenido que ser compleja también.

P.P.- Sí. Una cosa es hablar de un diálogo ficticio y otra cosa es meterse dentro de un personaje histórico o meterse en el barco Cabo San Agustín, que existió realmente. He tenido que buscar los viajes que hizo el barco, el día que salió o llegó a puerto, o leer los partes de salida. Ha sido una investigación histórica.

M.G.- Y el título, Las líneas del silencio, parece, de por sí, un título con mucho peso. ¿Qué intención hay detrás de ese título?

P.P.- Es un título que la editorial me respetó. Sabes que algunas editoriales intentan cambiar el título a última hora. Es un título que me gustó porque, en cierto modo, la palabra línea conlleva la idea de unión, de distintas generaciones, de distintas situaciones. Y la palabra silencio es muy significativa porque evidentemente hay mucho silencio detrás de todo lo que ocurre en la novela. Hace alusión a lo que te decía antes, a la idea de no hablar de ciertos temas. De hecho, a mi abuela era dificilísimo sacarle cualquier historia del pasado. 

M.G.- Tenía miedo o no quería recordar.

P.P.- Sí, o no quería recordar porque todo aquello le dolía. Ten en cuenta que una persona, en el año 36, cree que está viuda. Vive toda su vida pensando que es viuda y en el año 75 se entera de que su marido ha vivido hasta el año 73, de que hasta esa fecha, no era viuda.

M.G.- Le cambia el estado civil por completo.

P.P.- Sí. En el año 54, una especie de decreto del gobierno de Franco, como para uniformar o lo que fuera, da por muerta a toda persona desaparecida y ella empieza a tener el estatus de viuda sin serlo porque él no estaba muerto. Y entonces no es como hoy, que rehaces tu vida. La gente se casa más de una vez, cambia de pareja,... En aquella época, no. Si te ha tocado esto, eres viuda para siempre. 

M.G.- No te voy a preguntar cómo se entera tu abuela de que no era viuda. Imagino que lo contarás en el libro. Siento mucha curiosidad.

P.P.- Creo que he contado muchas cosas que son spoilers. 

M.G.- No, no te preocupes. Está todo bien.

Por ir terminado, Paco. Tu abuelo fue marino mercante, tú fuiste piloto de la marina mercante. ¿La mar es algo que os dejáis en herencia en la familia? Aunque creo que tu padre se dedicó a otra cosa. 

P.P.- Mi padre fue sastre.

M.G.- Entonces no es algo que os dejáis en herencia.

P.P.- En mi caso, está la referencia de mi abuelo. Y se junta que me gusta mucho viajar. El ser marino te hace ver mundo.

M.G.- La novela se publicó en mayo. ¿Cuál ha sido el feedback que has recibido de los lectores?

P.P.- Muy bueno, la verdad. La difusión que se ha hecho hasta ahora ha sido a nivel de Cádiz. Ahora se va a presentar en la Feria del Libro de Sevilla. Me va a presentar Paco Oliva, rector de la Universidad Pablo de Olavide. He recibido muchos Whatsapp y correos electrónicos, en los que me dicen que la novela les ha encantado. Mucha gente me ha comentado también que se ve reflejada. El otro día me paró por la calle un compañero de la universidad, que me comentó que se había leído la novela y le había recordado a su tío y es que en las familias quedan muchas historias. 

M.G.- En aquella época, ¿qué familia no salió salpicada?

P.P.- Claro, claro.

M.G.- Bueno, voy a cerrar la entrevista con las últimas palabras que escribes en el libro. Dices: «no puedo terminar sin pedir la paz en Ucrania y en todas las guerras que azotan al mundo y el respeto a la dignidad de los pueblos y a su derecho a elegir su destino en libertad». Me parece un cierre precioso, Paco. Felicidades por el libro. Tiene una pinta excepcional. Las historias familiares son siempre muy atractivas para los lectores. Te agradezco mucho que me hayas atendido.

P.P.- Al contrario, muchas gracias a ti.

Sinopsis: Isabel González despide en el puerto de Cádiz a su marido, Juan Pellegrini, marinero del Cabo San Agustín, un gran barco que mantiene línea regular con varios puertos americanos. Es el sábado 11 de julio de 1936. El viaje que Juan emprende cambiará su vida y la de los suyos para siempre. Las líneas del silencio relata una odisea que transcurre en diferentes países a través de varias generaciones de dos familias. Sus protagonistas enfrentan multitud de peripecias, de peligros, retos y tentaciones, hallan refugios inesperados y deben tomar decisiones difíciles en su incansable lucha por la supervivencia y la dignidad. Guerras y exilios, utopías y decepciones, amores y pérdidas en una novela sorprendente basada en hechos reales que recorre la historia del siglo XX y cuyos ecos llegan hasta nuestros días.

martes, 14 de octubre de 2025

RUTA LITERARIA con SUSANA MARTÍN GIJÓN - "LA CAPITANA"

El pasado día 1 de octubre tuve la oportunidad de pasear por Granada junto a Susana Martín Gijón. Desde la editorial Alfaguara, y con motivo de la publicación de la nueva novela de la autora, La Capitana, se convocó a diversos medios de comunicación para participar en una ruta literaria que nos llevó a conocer los escenarios más importantes de este nuevo libro, protagonizado principalmente por Sor Ana de Jesús. Martín Gijón vuelve al siglo XVI, después de escribir La Babilonia, 1580, pero esta vez conduce al lector a la tierra de la Alhambra, para adentrarlo en una nueva trama histórico criminal, que tendrá como pareja detectivesca a Sor Ana de Jesús, la Capitana de las prioras, y a fray Juan de la Cruz.

Ambientada en el año 1585, La Capitana cuenta con un contexto histórico en el que veremos cómo Granada ha sido reconquistada por el Cristianismo en 1492«Los Reyes Católicos, y los reyes posteriores, intentaron convertir Granada en el bastión de la Cristiandad y acabaron ahogando a los moriscos»", nos explicó Susana. La Batalla de las Alpujarras tuvo como consecuencia la expulsión de la mayoría de la población morisca, «lo que provocó que la ciudad cayera en picado». Granada se convirtió en una ciudad oscura, sin el apoyo del rey. Por aquel tiempo, la ciudad ya contaba con muchos monasterios, conventos e iglesias pero, aún así, se fundó un nuevo enclave de la Orden de las Carmelitas Descalzas, dirigido por fray Juan de la Cruz y por Sor Ana de Jesús, «los dos adalides de la reforma teresiana»


[Acompaña a Susana Martín Gijón en este vídeo

 por los escenarios de la novela]

En palabras de Martín Gijón, La Capitana es una novela de intriga criminal con muchos giros de guión y muy entretenida, pero que también pretende dar una visión histórica, que nos acerca más a una época menos conocida de Granada, a través de personajes que la autora encuentra fascinantes y que han pasado de puntillas por la historia.

A raíz de una serie de asesinatos, fray Juan de la Cruz y sor Ana de Jesús tendrán que desempeñar labores detectivescas para proteger la reforma teresiana. Colocar a estos dos personajes históricos al frente de esta trama ha obligado a la autora ha sumergirse profundamente en sus vidas y en sus biografías.

La gran protagonista

Sor Ana de Jesús, capitana de las prioras, fue una mujer que lideró su orden y que tenía capacidad para hacer cosas grandes. «Ella sola, en el siglo XVI, se pateó toda Europa fundando conventos de su orden, luchó por erradicar los privilegios de algunos, para crear una sociedad más justa, y luchó contra la misoginia que existía en su propia iglesia», nos aclaró la autora. 

A través del protagonismo femenino, Martín Gijón quiere reparar esa anulación que siempre ha sufrido la mujer y devolverla al lugar que le corresponde, dando a conocer, en este caso, la vida de Sor Ana de Jesús. «Me indigna que no se la haya reconocido», comentó la autora.

Otros personajes

Sin embargo, también hace lo propio con otros personajes históricos que aparecen en la novela, como Juan Latino, un nombre y una vida que, a su juicio, debería estar en todos los libros de Historia. Sobre la vida de este personaje, Susana comentó que ha quedado como en el olvido, no por su género, sino por motivos de discriminación racial, ya que fue el primer catedrático negro de Europa, cuyas raíces se hundían en la esclavitud. Poeta y gramático, de origen etíope, Latino creció junto a Gonzalo Fernández de Córdoba, nieto del Gran Capitán. Era el esclavo de la familia pero se hicieron íntimos amigos, ayudándose entre sí, y mientras Gonzalo acudía a la Universidad, el otro quedaba a las puertas, escuchando las lecciones. Gonzalo liberará a su amigo de la esclavitud, otorgándole incluso una dote importante para que pudiera casarse. Juan Latino llegó a impartir gramática latina a todos los estudiantes de Granada, fue muy querido y reconocido por ilustres escritores, como Cervantes, y consiguió saltarse todos los prejuicios sociales.

Y entre otros personajes de la novela también veremos a Niño de Guevara, que a sus 44 años se convirtió en presidente de la Real Chancillería de Granada, tercera corte de España. Ocupó también el cargo de Arzobispo de Sevilla y de Inquisidor General. Su importancia no sólo queda recogida en los libros sino en un retrato pintado por El Greco, y que hoy figura en el Museo Metropolitano de Nueva York. 

En el otro lado de la sociedad estará Samira, una morisca dedicada a la crianza de gusanos de seda. Martín Gijón nos aclaró que la industria textil de la seda era muy popular en la Granada de la época. «Después de China, Granada era el lugar que más seda exportaba y de mejor calidad», puntualizó.

Y entre explicación y explicación, la ruta nos llevó por los diversos enclaves que aparecen en la novela, un recorrido del que sin duda disfrutarán los lectores. El punto de partida fue... 


1. El Carmen de los Mártires

Este lugar era conocido antiguamente como el Corral de los Cautivos. Durante la Reconquista, los moros encerraban en este espacio a los cristianos secuestrados. Más tarde, en los tiempos de Isabel la Católica, se erigió en este solar una ermita, a la que llamaron la Ermita de los Mártires, por aquello de los mártires cristianos que habían perdido la vida en los subterráneos del corral. Con el paso del tiempo, el terreno fue comprado por la Orden de los Carmelitas Descalzos para construir un convento del que fue prior San Juan de la Cruz. Para él, este espacio se convirtió en un remanso de paz, después de escapar de la cárcel,  donde escribió sus obras más importantes.

Hoy día es el Carmen de los Mártires, nombre que reciben las grandes viviendas y palacios de Granada, visitable por los turistas, que cuenta con jardines, fuentes, un lago y patio nazarí. Como curiosidad, no pudimos entrar a visitarlo porque se encontraba cerrado por un rodaje cinematográfico. Aún perdura en el lugar el llamado cedro de San Juan, un ciprés, -que no cedro-, muy venerado y que todo el mundo busca cuando visita el lugar.

2. Bosque de la Alhambra hacia la Cuesta de Gomérez y la Puerta de las Granadas.

Desde el Carmen de los Mártires, descendimos hacia la Cuesta de Gomérez, atravesando un precioso y umbrío espacio arbolado, el Bosque de la Alhambra, que nos refrescó del calor del día. En este punto Susana nos explicó cuál era el recorrido que San Juan de la Cruz hacía cada día, en su visita al Convento de San José. Un camino que él hacía descalzo en «un ejercicio de austeridad», huyendo de todo lo material, para dar misa a las monjas que vivían en el convento. Martín Gijón nos contó que, antiguamente, a lo largo del camino, existían muchos exvotos, cruceros, de los que hoy quedan pocos.

3. Real Chancillería de Granada.

La Cuesta de Gomérez desemboca en la Real Chancillería de Granada que hoy ocupa el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. La autora nos contó que, a lo largo de la calle que desciende, existían múltiples pensiones que acogían a todas aquellas personas que estaban pendientes de juicio.

La Real Chancillería, tercera corte de España, jugará un papel muy importante en la novela, situada en lo que hoy es la Plaza Nueva y muy cerca del río Darro.


[Fuente: @jeosm]

4. Casa de los Tilos. Cuadra Dorada

Este edificio pertenecía a la familia Granada Venegas, descendientes directos de la familia real nazarí, pero cristianizados posteriormente. Incluso llegaron a intervenir en la rebelión de las Alpujarras, a favor de los cristianos. El interior del edificio cuenta con un espacio al que llaman la Cuadra Dorada, un salón literario que fundó Alfonso Granada Venegas, mecenas de la cultura, y al que acudían poetas y literatos de la época para debatir o declamar. Entre los asistentes podíamos encontrar a Juan Latino.

Susana nos comentó que, introducir la Cuadra Dorada como escenario de la novela, le había permitido hablar de la cultura de la época en Granada, mencionando a escritores como Luis Barahona de Soto, y a alguna otra poeta que, aunque ficción, seguro que la hubo. 

5. Convento de San José

Como mencionó anteriormente la autora, en Granada existían muchos conventos y monasterios pero, aun así, cada ciudad quería tener un convento de la madre Teresa, un convento de las hermanas descalzas y Granada no iba a ser menos. Así que, alentada por las familias más nobles, Santa Teresa decide fundar un convento aquí pero esta vez opta por delegar en Sor Ana de Jesús, una mujer tenaz y emprendedora. No obstante, fue la propia madre Teresa la que eligió a las monjas que vivirían en ese convento. Cada una vino de un lugar distinto de España y, al llegar a Granada, se encontraron con un gran tropiezo. Inicialmente, iban a vivir en una casa alquilada a un noble pero este, al conocer que sus nuevas arrendatarias eran monjas, les denegó el asilo, por miedo a que se convirtieran en ocupas. Las monjas se vieron en la calle hasta que otra noble, Ana de Peñalosa (aunque en la novela se la conoce como Leonor de Peñalosa) las acoge durante unos meses en su casa.

Las monjas, a pesar de tener el amparo de doña Ana, pasarán mucha hambre. Con el tiempo consiguen hacerse con la Casa del Gran Capitán, de D. Gonzalo Fernando de Aguilar y Córdoba, que tendrán que arreglar. Más tarde, adquieren la iglesia adyacente, la de San José. Debido al mal estado de la vivienda, las monjas vivían en el desván, el único lugar habitable de la casa, donde fray Juan de la Cruz les daba misa, antes de que adquirieran la iglesia. Hoy día, nos explicó Martín Gijón, siguen viviendo monjas de clausura en el edificio y el desván lo mantienen a modo de museo, conservando elementos del siglo XVI, aunque no se puede visitar.

Como anécdota nos contó que, en la actualidad, las monjas suben a ese desván una vez al año, para hacer una chocolatada, el día 1 de enero.

La Casa del Gran Capitán será un escenario muy importante en la novela porque será aquí donde ocurra el primero de los asesinatos. ¿Acaso hay alguna monja implicada?

6. Calle Alcaicería. Universidad. Catedral.

Nos acercábamos al final de la ruta. Nos situamos junto a la catedral, edificio que se estaba construyendo en el contexto temporal de la novela. Se le encargó a Diego de Siloé. Justo enfrente se sitúa la Curia, donde se ubicó la Universidad, y donde Juan Latino impartió clase. 

La ruta continuó por algunos enclaves más, conociendo más datos sobre la novela y sobre la ciudad de Granada. Y así pasamos del día, caminando por las calles que un día pisaron fray Juan de la Cruz y sor Ana de Jesús, convertidos ahora en detectives, en La Capitana, la nueva novela de Susana Martín Gijón.


Sinopsis: Granada, 1585. En una ciudad devastada tras la Reconquista, Sor Ana de Jesús, apodada «la capitana» por su mano firme, lucha por sacar adelante su convento cuando el cadáver de un hombre horriblemente desfigurado aparece en el claustro de su cenobio, poniendo así en peligro la reputación de su orden. ¿Quién era y cómo ha llegado hasta ahí?

A pocos kilómetros, en una colina que domina la Alhambra, un hombre rige los destinos de los monjes de la misma orden. Es San Juan de la Cruz, guía espiritual y amigo íntimo de la priora. Sor Ana de Jesús y fray Juan, el dúo detectivesco más singular de la novela negra española, tendrán que investigar lo sucedido intentando mantener la discreción mientras van desvelando un secreto que hará temblar el bastión de la cristiandad de la Corona.



lunes, 6 de octubre de 2025

MISTERIOS, S.A. de Joyce Carol Oates

 

Editorial: Algaida
Fecha publicación: enero, 2024
Precio: 19,95 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 264
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-9189-879-5
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]

Autora

Joyce Carol Oates (Nueva York, 1938) es una de las grandes escritoras estadounidenses de todos los tiempos. Eterna candidata al Nobel de Literatura, es autora de un centenar de libros, entre novelas, colecciones de cuentos, volúmenes de poesía, obras de teatro y ensayos. Algunas de sus obras han sido finalistas del Premio Pulitzer y ha obtenido, entre otros, el National Book Award, el Premio O. Henry, el Bram Stoker Award o el Prix Fémina. En 2011 recibió la National Humanities Medal, el más alto galardón civil del gobierno estadounidense en el campo de las humanidades. Asimismo, es profesora emérita de la Universidad de Princeton. 

Sinopsis

Una obra de la eterna candidata al Nobel de Literatura.

Identificado sólo por el alias Charles Brockden, el narrador de esta historia encuentra una librería que despierta su deseo al instante: siente con urgencia el deber de agregarla a su ya extensa colección. Pero el dueño de una tienda tan fina no se desprenderá fácilmente de su forma de vida. 

Brockden elabora un plan para adquirirla sin que nadie sospeche jamás del crimen: un asesinato imposible de rastrear. Y sabe que tendrá éxito porque ya lo ha hecho antes.

Los mejores misterios sobre el mundo de los libros.

[Información tomada directamente del ejemplar]

Es hora de volver a este espacio después de un largo descanso. Y lo hago con una de las lecturas de este verano. A Misterios, S.A. de Joyce Carol Oates le hice ojitos cuando vi la reseña que publicó Norah Bennet en El rincón de una cantina (puedes leerla aquí). Me pareció una propuesta interesante para estrenarme con la autora. Un libro brevísimo (94 páginas) que forma parte de la colección Bibliomisterios, de la editorial RBA. Lo cierto es que he buscado este título en la web de la editorial y no lo encuentro. Desconozco si lo han descatalogado. Cuando yo fui a comprarlo a librería física, tuvieron que pedirlo. Pero en Amazon también lo encuentras. Bueno, centrándonos en las sensaciones que he tenido, y en honor a la verdad, debo admitir que la experiencia no ha resultado tan gratificante como esperaba. Pero os voy contando.

Como se recoge en la sinopsis, «la eterna candidata al Nobel de Literatura», construye en Misterios, S.A. una historia que gira alrededor de los libros, los libreros y las librerías. El punto de partida no puede ser más interesante. A nosotros, -y vosotros sabéis a quiénes me refiero-,  todas las lecturas que tengan  que ver con libros y librerías nos apasiona. En este caso, Misterios, S.A. es el nombre de una librería.


«...una preciosa y antigua librería de Seabrook, Nuevo Hampshire, un pueblo con menos de dos mil habitantes fijos que se asoma al océano Atlántico entre New Castle y Portsmouth». [pág. 7]


En activo desde 1912, cualquier bibliófilo puede encontrar libros nuevos, antiguos, mapas o globos terráqueos entre los anaqueles de esta librería. Y hasta allí, hasta el histórico barrio de High Street, donde se ubica concretamente este establecimiento, llegará el narrador de nuestra historia, otro librero y coleccionista de libros que dice llamarse Charles Brockden. Lo que, a priori, parece simplemente el relato sobre un amante de los libros que encuentra una preciosa librería en la que deleitarse, se convertirá en otra cosa muy distinta.  Brockden entablará amistad con Aaron Neuhaus, el dueño de Misterios, S.A. Primero habrá un primer acercamiento un tanto tímido, un tanteo. Brockden parece un cliente más y Aaron un librero encantado de atender al cliente. Sin embargo, hay algo más, intenciones ocultas que se irán desvelando poco a poco. 

La librería

Joyce Carol Oates introduce al lector entre las paredes de este establecimiento. A través de los ojos del narrador, podemos hacernos una idea clara de cómo es esta librería por dentro y por fuera. 


«Misterios, S.A. consta de tres plantas, todas ellas con ventanas en voladizo, que se iluminan de manera espectacular cuando la tienda está abierta a última hora de la tarde». [pág. 8]

 

Libros antiguos y con una encuadernación atractiva se exponen en la planta baja, donde también figuran los libros protagonizados por Sherlock Holmes. 


«...en la segunda, primeras ediciones, ediciones raras y colecciones encuadernadas en cuero; en la tercera, mapas, globos terráqueos y obras artísticas antiguas relacionadas con el caos, el asesinato y la muerte». [pág. 13]


Misterios, S.A. es de esas librerías que nos gustan, esos espacios en los que, una vez que entras y empiezas a fisgonear entre los títulos expuestos, ya no sabes cuándo vas a salir. Sentí curiosidad por si Oates se inspiró en alguna librería real y realicé la búsqueda en Internet. En diversas entrevistas, la autora hace alusiones a una librería concreta, pero como una lejanísima inspiración, y la que describe en este relato sale de su propia imaginación o bien seguramente es el fruto de la mezcla de varias librerías que ya haya visitado en alguna ocasión. 

Qué me ha gustado de este libro

En primer lugar, he disfrutado muchísimo con la descripción de la librería y la enumeración que hace de los diversos autores que se puede encontrar en su interior. Misterios, S.A. es de esas lecturas que te invitan a hacer un listado de autores y obras por descubrir como Casa desolada de Charles Dickens, obra de la que jamás había oído hablar.

Misterios, S.A. me ha resultado un relato divertido que va captando la curiosidad del lector y sacándole una sonrisa, por lo peculiar de su narrador protagonista. Brockden llega a desarrollar un ¿alocado? plan. Inicialmente parece una idea peregrina que se le ocurre de repente pero, a medida que vayamos leyendo entenderemos cuál ha sido la trayectoria del narrador. Y es que, el amor por los libros, llevado al extremo, puede resultar bastante pernicioso. Y no sólo el amor por los libros, sino la idea de posesión. Brocken no se conforma con tener tal o cual título, quizá una primera edición o un volumen descatalogado. No, el narrador y protagonista va más allá y no le importa emprender un plan violento con tal de convertirse en el dueño de la librería y, al decir esto, no destripo nada del argumento porque esta intención del narrador ya viene recogida en la sinopsis.

Oates hace un retrato muy lúcido del mundo de las librerías, nos habla de la competencia que existe entre ellas o de lo gélido y poco gratificante que resulta la comercialización de libros a través de grandes plataformas. Leer esas líneas es pensar inmediatamente en el gigante Amazon. Y también pone el ojo sobre la figura del librero. 

Qué no me ha terminado de convencer

Pues el desenlace, que me parece demasiado difuminado. Nunca me han importado los finales abiertos pero, en esta ocasión, me he quedado con ganas de saber qué ocurre realmente al final. ¿Acaso Brockden consigue su propósito? La respuesta queda en el aire y, aunque está claro que Oates no ha querido ser muy explícita, la tensión dramática que se vive a lo largo de las páginas previas invitaba a llegar un cierre más concreto, en el que quedara claro si el pulso que se establece entre ellos, se decanta a favor de Brockden o de Neuhaus.

Estructura y estilo

Escrito en presente, colocando al lector como testigo de primera línea, el uso de la primera persona nos permite conocer en profundidad a su narrador y protagonista. Charles Brockden parece un tipo normal pero, poco a poco, se irá «desnudando» ante el lector, desvelando su verdadera naturaleza, los motivos que lo empujan a actuar cómo lo hace, la forma en la que ha conseguido convertirse en el dueño de otras tantas librerías, llevando a cabo ciertas estrategias muy cuestionables, que él mismo considera un auténtico arte. 

Con un total de tres capítulos sin numerar, todo el grueso de la acción transcurre en el interior de la librería. La autora aboga por una narración muy descriptiva. No sólo se luce a la hora de contarnos detalles sobre el establecimiento, sino que también se extiende a la hora de describir la idiosincrasia de ambos personajes de la trama. 

Se detecta un cierto toque metaliterario, pues la historia, a modo de matrioskas, contiene otra en su interior cuando Aaron narra cómo llegó a convertirse en el dueño de Misterios, S.A. 

Conclusión

En definitiva, y teniendo en cuenta lo que señalo sobre el desenlace, este pequeño y breve relato supone una adecuada forma de aproximación a la narrativa de Joyce Carol Oates, en el que, a través del mundo de los libros, la autora explora la naturaleza humana y su deseo de posesión. 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí (tapa blanda) y aquí (Kindle):


martes, 29 de julio de 2025

INÉS MARTÍN RODRIGO: ❝Cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra❞

El pasado mes de abril, Inés Martín Rodrigo visitó Sevilla para promocionar su última novela, Otra versión de ti, una lectura que os recomiendo muchísimo para estos días de verano porque os vais a encontrar con una historia intimista de las que cautivan. Inés Martín centra esta historia en las relaciones de pareja, en la búsqueda de la identidad y en la figura de las madres ausentes. La novela, que la propia autora define como un collage, nos va a permitir asomarnos a la vida de Andrea, la pareja de Candela, desaparecida sin que se sepa qué ha sido de ella. Y es que Candela, tras quedar huérfana, pretende reencontrarse con sus raíces y para ello, afrontará la escritura de una novela sobre su madre. Al desaparecer, Andrea busca los motivos de esa desaparición en el ordenador de Candela. Lo que descubra lo dejo en el aire. Pienso ahora que, al hablaros de desapariciones podréis pensar que estamos ante un thriller pero no, Otra versión de ti es mucho mejor. 

Os dejo con la entrevista.

Marisa G.- Inés, un placer tenerte en Sevilla y conocerte. Sigo tu trayectoria, aunque nunca habíamos hablado ni nos habíamos visto. Y felicidades por el Nadal, aunque ya ha pasado un tiempo, y hay nuevos ganadores. 

Inés R.- Sí, claro. Pero muchas gracias.

M.G.- Bueno, pues te tengo que reconocer que he empezado a leer tu novela, y ando con mucha cautela. Y es que a mí, el tema madres y, sobre todo, el tema madres ausentes es algo que me remueve mucho por dentro. 

I.R.- Y a quién no, ¿no?

M.G.- Claro. He empezado a leerlo con esa cautela que te digo y lo primero que te quiero preguntar, ya que llevo muy poquito, es si me espera un libro triste y duro o un libro luminoso.

I.R.- Las dos cosas. Es como la vida, triste, dura y también luminosa. Te espera un libro con el que creo que te vas a poder sentir muy identificada. No solo por el tema de la ausencia de la madre, o por esas ausencias que están tan presentes en nuestra vida, sino también porque la novela está atravesada por temas que en realidad son muy universales, desde ese duelo al que ya nos hemos referido con la ausencia de la madre, pasando también por la enfermedad, la muerte digna, el amor,... Esta es una historia de amor que surge como todas las historias de amor, de la fragilidad de las personas que llegan a esas relaciones con heridas. Es algo que nos sucede a todos. Ninguno salimos ilesos de ciertas circunstancias. Y eso es lo que te vas a encontrar, una novela muy luminosa, en la que se termina bailando al ritmo de Suzi Quatro, con una canción estupenda que se titula Stumblin in, y que te va a dar luz.

M.G.- Hace un tiempo estuve con un compañero tuyo de editorial que también suele hablar mucho de su madre y escribir sobre su madre. Me refiero a Alejandro Palomas. Fíjate que cosa más curiosa. Palomas escribe su madre, el premio Nadal de este año, Jorge Fernández Díaz, habla sobre su padre en la novela con la que ha ganado el premio y tú, o Candela, habla sobre su madre en este libro. ¿Qué es lo que pasa? Lo comentaba con Alejandro en su día, que los escritores tenéis unas herramientas, que no todos tenemos, que usáis cuando llega un momento, o una necesidad de hablar de vuestros padres, por algún motivo, por heridas abiertas,... Me ha ocurrido con Jorge, con Alejandro y ahora contigo.

I.R.- Y hay más autores. Creo que las relaciones materno-filiales, paterno-filiales son uno de los grandes temas de la literatura. Están ahí desde el principio. Hacemos el viaje de la vida casi siempre acompañados, desde el principio, por nuestros padres. Son figuras además totémicas y, en muchos casos, incluso idealizadas. Sobre todo, en lo que respecta a la figura de la madre. Me parece muy interesante lo que estamos haciendo, me incluyo, toda una serie de creadoras, no solo escritoras, sino también cineastas, que nos estamos intentando acercar a la figura de la madre, a la figura de la maternidad desacralizándola, mirándola desde otra perspectiva diferente a ese púlpito en el que se le había colocado desde tiempo inmemorial y atreviéndonos a contar desde otra perspectiva,  creo que mucho más realista. 

Lo que sucede con los padres es que, además de marcarnos mucho la vida, cuando están presentes, nos la marcan, sobre todo, cuando están ausentes. Y llega un momento en la vida en el que irrumpe esa palabra grande, enorme, que es orfandad. Y cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra. Independientemente, además, de la relación que hayas tenido, o que tuvieras con tu padre o con tu madre.

M.G.- Y de la edad, Inés.

I.M.- Da igual, claro, da lo mismo. Desde luego, cuando te sucede siendo un niño, estás más desvalido todavía. Pero sí, por supuesto, da igual a qué edad te suceda. Y a partir de ese momento, creo que tienes que aceptar que, puesto que la vida se te ha quebrado, ya no vas a volver a caminar erguida. Y a mí eso me ha pasado, una vez que me he reconocido como huérfana. He sentido ese sentimiento tan hondo, tan profundo, tan doloroso. Y he recurrido a la literatura para tratar de enderezarme un poquito. Creo que para eso está también la literatura, para guiarnos en ese camino que, a veces, es muy oscuro.


[Si quieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Pero en alguna entrevista te he escuchado decir que tú no concibes la literatura como herramienta terapéutica, ¿no?

I.M.- No, y no lo es, para nada. Y además creo que es importante aclararlo, porque además estamos rodeados de tantos falsos profetas de la autoayuda, que hay gente que lo pasa muy mal. La enfermedad mental es un tema muy serio. Es una enfermedad y, por lo tanto, tiene que ser tratada por especialistas. Yo hago terapia en el terapeuta y luego, cuando llego a casa, escribo o lo que sea, pero son dos cosas completamente distintas. 

Además, la dimensión utilitaria de la literatura no me gusta. Si lo planteamos así nos estamos equivocando. Escribo, como la protagonista de la novela también para entenderme, para saber qué lugar ocupo en el mundo, pero también para vivir más y mejor. Porque vivo todas esas otras vidas que la literatura me permite crear, y si lo trasladas a la lectura, pues es exactamente lo mismo.

M.G.- A raíz del fallecimiento de mis padres, pensé mucho en ellos, y empecé a entenderlos y a comprenderlos. Los comportamientos y actitudes que antes, cuando los tenía en vida, me desquiciaban, y no entendía, ahora los comprendo mejor. No sé si eso es una herramienta de reconciliación o realmente que mi madurez o esa ausencia me hace ver las cosas desde otro punto de vista. ¿Qué crees?

I.M.- Creo que la perspectiva es muy útil. El paso del tiempo es muy sano. Hay historias a las que no nos podemos enfrentar o traumas que no podemos revivir, y ocurre que, a veces, ni siquiera podemos escribir sobre ellas hasta que no ha pasado cierto tiempo. Lo mismo sucede con respecto a las figuras totémicas del padre y de la madre. ¿Por qué? Porque nos separa un abismo, y no solo un abismo de edad, nos separa un abismo de vida. Yo que no soy madre, entiendo profundamente la dificultad que entraña serlo. Perdí a mi madre muy joven. Y mi madre era muy joven cuando murió. Entonces, no pude llegar a entender o no me podía imaginar lo que suponía ser madres a esa edad, a los treinta y cinco, treinta y seis, a los cuarenta años. No ha sido hasta ahora que he comprendido. He comprendido lo que ella pudo sentir entonces, enfermando, dejando a dos niñas muy pequeñas, huérfanas de madre. Y con mi padre ha sucedido lo mismo. Creo que juzgamos a nuestros padres de manera injusta, sin tener la perspectiva del tiempo, sin tener todas las claves, sin tener conciencia de lo que realmente sucedió. Madurar también es esto. Es aprender y no aprender a perdonar, porque no se trata de perdón, sino aprender a ponerse en su lugar. Creo que como hijos, pocas veces nos ponemos en el lugar de los padres. Bueno, ya casi nadie se pone en el lugar de nadie.

M.G.- Exacto. 

I.M.- Creo que hasta que no somos lo suficientemente maduros, no llegamos a entender ciertas cosas. Es verdad que, en el momento en que te conviertes en madre o en padre, hasta cierto punto dejas de ser un poco hijo. A mí esa clave me falta.

M.G.- Ya. Bueno, y empiezas a leer la novela... ¿O ensayo...?

I.M.- Novela, novela. Es una historia de ficción.

M.G.- Pero hay como una mezcla de géneros.

I.M.- Sí, es una novela que está construida con una mezcla de géneros, si quieres llamarlos géneros. Es una hibridación de cantidad de herramientas narrativas en las que me he permitido usar todo, desde la narración más convencional de una novela más convencional, el uso de la segunda personal o el relato, que es una de mis debilidades. Hay un relato dentro de la novela, como también hay conversaciones de WhatsApp, tweets, entrevistas periodísticas. Es un gran collage, pero porque la vida lo es. A mí me interesa la literatura que subvierte los géneros, la literatura que no tiene ni etiquetas ni límites tampoco, y eso es lo que he buscado en esta novela.

M.G.- Romper barreras.

I.M.- Sí, eso es.

M.G.- Hay muchas referencias literarias,  referencias a obras teatrales, al cine. ¿De qué manera encajan todas estas citas, todas estas referencias en lo narrado? Es como si dieran cohesión a la relación de Candela con Andrea, su pareja. ¿Cómo encajan?

I.M.- De una manera muy armónica. Igual que la literatura desempeña un papel crucial en nuestras vidas, ese papel también lo tiene el teatro, o el cine. Digamos que permiten un equilibrio muy armónico. Para mí la música tenía que estar presente en la novela, porque muchas veces veo películas que tienen una banda sonora extraordinaria y siempre pienso que esa banda sonora, no solo da coherencia a la película, sino que se convierte incluso en un personaje más. ¿Por qué no hacer eso mismo en una novela, en una ficción narrativa? Y eso es lo que he querido hacer en esta novela, donde la música, con ese enorme poder evocador que tiene. Cuando escuchamos una canción, tal vez nos vamos mentalmente al lugar en el que la escuchamos por primera vez, o a ese momento que compartimos con alguien. Cuando escribí mi primera novela, Azules son las horas, me pasé toda la escritura escuchando a un pianista que se llama Dustin O'Halloran y cada vez que escucho a ese pianista, vuelvo a aquella novela rápidamente. Aquí, la novela tiene ese papel cohesionador, ese papel evocador y narrativo, también. 

M.G.- Y hay una lista de Spotify, en la que podemos encontrar temas muy concretos. Me gustaría preguntarte por esos temas, por qué esos y no otros. Y luego también me llama mucho la atención las fotografías que se insertan en el libro.

I.M.- Con respecto a la música, esos temas son las canciones favoritas de Candela. Es la música que, de algún modo, ha ido construyendo su relación con Andrea, su propia vida. Asocia esas canciones a momentos muy concretos y determinados, ya sean más tristes o más alegres. La música es que siempre está presente en nuestra vida, por lo menos, en la mía, y tenía que estar también muy presente en la de Candela. Además es que son temas muy variados, y de distintas épocas, como pueden ser Gino Paoli o Suzi Quatro, u otras más actuales, como McEnroe, con la voz maravillosa de su cantante, Ricardo Lezón, o La bien querida, Xoel López o Depedro, que es un cantante fantástico. Bueno, pues también hibridación. Volvemos otra vez a la mezcla. No hay un género musical o un estilo musical que predomine entre el resto. Creo que la mezcla nos hace crecer. Eso con respecto a las canciones. 

Con respecto a las fotografías son un elemento narrativo más de este collage al que me refería. Pero no sólo las fotografías, sino también los documentos. Insisto, me he dado la libertad de recurrir a toda la documentación y a todo el material que necesitaba para poder construir,—ese es el verbo—, la historia de Otra versión de ti.

M.G.- Y en esa otra versión de ti, Candela y Andrea son las dos protagonistas. ¿Cómo es la relación entre ambas mujeres? En la novela veremos que quizá Andrea no conocía suficientemente a Candela, aunque nunca se termina de conocer a la persona con la que vives.

I.M.- Claro. La identidad es un tema crucial en esta novela. Esta es una novela sobre la identidad, sobre esa búsqueda incesante que todos emprendemos en algún momento de nuestra vida, para saber quiénes somos y que yo creo que nunca llegamos a terminar del todo, a perpetrar del todo. Y aquí se mezcla con la relación de pareja que mantienen Candela y Andrea. Se puede trasladar a cualquier pareja, en realidad. ¿Cuándo llegamos a conocer a la persona que tenemos a nuestro lado? ¿Cuándo la llegamos a conocer del todo? ¿Acaso es posible? ¿Acaso nosotros mismos nos conocemos del todo? ¿Cuántas versiones hay de nosotros? Pues ahí está el título. Otra versión de ti, que es esa versión que Andrea va descubriendo en el ordenador de Candela cuando esta desaparece y que es toda esa documentación que ella ha ido recopilando durante los meses previos para tratar de escribir el libro sobre su madre.

M.G.- He leído ese WhatsApp largo que aparece en la novela, en el que Candela le dice a Andrea que ha tomado la decisión de escribir un libro. Y yo veo dos posiciones tan distintas. Por un lado, Candela como muy entusiasmada, casi rozando lo obsesivo, y Andrea, más cautelosa. Me ha parecido un WhatsApp muy interesante, porque creo que desvela la actitud de cada una de ellas, el sitio que ocupa cada una.

I.M.- Claro. Candela se obsesiona con escribir ese libro, lo siente como una necesidad, porque teme que, una vez fallecido su padre, pierda a los dos, a su padre y a su madre, definitivamente. Y la única manera que tiene o que se le ocurre para poder retenerlos es a través de la literatura. Cree que trasladándolos a las páginas de un libro, eso le va a permitir vivir o revivirlos a través de la escritura. Y luego, por otra parte, está Andrea, que asiste sin poder hacer mucho más que estar y acompañar a esa deriva, rozando la autodestrucción de Candela, que ve que comienza.

En esta novela es fundamental el acompañar. En esta novela y en la vida, porque lo primordial y lo fundamental es saber estar al lado de alguien que sufre y que está pasando por un momento doloroso, por un momento trágico. Y para mí era muy importante que esa figura quedara iluminada, poner el foco sobre ella, porque a veces se nos olvida. Es decir, es crucial el papel del cuidador, de la persona que cuida a alguien que está enfermo o que está moribundo. Pero, ¿qué pasa con la persona que cuida del cuidador? Y esa persona es Andrea.

M.G.- Lo de la figura del cuidador es, para mí, una asignatura pendiente en esta sociedad porque, los que hemos tenido que cuidar, nos hemos sentimos muy desprotegidos emocionalmente y en todos los sentidos. Muy sola.

I.M.- Claro, y más allá. Y todavía más el papel del que cuida al cuidador porque el cuidador, además, es que no se deja cuidar.

M.G.- Eso es, exactamente. 

Inés, quería preguntarte por la voz narrativa. Es Andrea la que se dirige constantemente a Candela. Pero esa voz, no sé si es la voz propia de Andrea o la voz propia de Inés, que intenta buscar el camino para comunicarse a través del personaje.

I.M.- Inés está en todas las voces. Inés Martín Rodrigo está en todas las voces porque las ha creado. Y está en todos los personajes porque los ha creado, los ha inventado. Esa voz en segunda persona tenía que ser en segunda persona porque el lector escucha y el lector asiste a ese soliloquio, a ese monólogo casi que emprende, que comienza Andrea en su propia mente, una vez que descubre que Candela ha desaparecido. Entonces, se dirige a ella casi como  sucede en Cinco horas con Mario, con la diferencia de que, en el caso de Delibes, el marido ha fallecido y aquí no sabemos lo que ha sucedido. No sabemos si es una desaparición temporal, circunstancial,... El lector tendrá que ir avanzando en la lectura para descubrirlo.

M.G.- ¿Por qué la segunda voz narrativa está tan poco explorada en literatura?

I.M.- Porque es muy difícil escribir una novela cuya voz narrativa sea en segunda persona. Es una voz muy difícil de conseguir, muy difícil de apresar, muy difícil de contener, porque se va. Pero una vez que la tienes, una vez que la encuentras, es maravilloso. Es maravillosa porque lleva al lector a donde tú quieras. Y en este caso concreto, yo quería que se metiera en la cabeza de Andrea, que sintiera con ella, que sufriera con ella, que riera con ella, que asistiera a ese caos que, de repente, empieza a extenderse por su vida y sin embargo, trata de contenerlo. Entonces, ahí está.

M.G.- Inés, cuando llego a esa primera página de la novela y leo lo siguiente: «Estabas empezando a olvidarte de tu madre y cada vez te costaba más recordarla su cara, su voz, sus manos, sus gestos, sus gustos, su carácter», tuve que levantarme e ir a mi ordenador. Tengo grabada la voz de mis padres.

I.M.- ¿Y las escuchaste?

M.G.- Sí. Llevaba muchos años sin escucharlos pero, al leer esas líneas, me tuve que levantar para escucharlos de nuevo. Nunca me alegraré más de haber tenido la idea de grabar a mis padres, su voz. Tengo fotografías, claro, pero olvidar su voz, el tono de sus voces, me espeluznaba.

I.M.- Claro, es que además la voz es algo... Lo dice Belén en la novela. Candela le pide a Belén un texto en el que describa quién cree que era la madre de Candela. Y Belén le responde algo así como que la voz dice mucho de la personalidad de una persona y es verdad. 

Es curioso porque ahora no valoramos eso. Estamos permanentemente haciendo grabaciones y tenemos multitud de vídeos. Creo que demasiados. Pero hace treinta, cuarenta, cincuenta años no era así. Y aquellas voces se han perdido. Además es que recordar una voz es casi tan difícil como recordar un olor. Y una vez que se pierde esa evocación, tienes una sensación de vacío.

Hay un libro precioso que publicó Periférica hace unos meses. Se titula, precisamente, La voz. Es de una autora japonesa, no recuerdo ahora su nombre, que viven en Francia [Se refiere a La voz sombra de Ryoko Sekiguchi]. Precisamente, en esa novela, se reflexiona sobre lo que sucede con las voces de nuestros muertos, a dónde van, cómo permanecen en nuestro recuerdo.

M.G.- Yo tengo a buen recaudo las mías y, además, como me da miedo perder esas grabaciones, las guardadas en varios dispositivos.

I.M.- Haces bien. 

M.G.- Sí. Bueno, me comentaste antes que tu madre falleció siendo muy joven. Estamos hablando de recuerdos, de la imagen que tenemos de nuestros padres. ¿Qué tal de potente es ese recuerdo de tu madre? ¿Es nítido o, al contrario, está difuminado?

I.M.- Bueno, mi madre, su ausencia, está siempre muy presente en mi vida. Ahora, gracias a esta novela, está más presente ella y menos su ausencia. Es un recuerdo que, durante muchos años ha sido un recuerdo muy doloroso, ha sido un recuerdo triste, angustioso incluso, pero que insisto, en gran parte, gracias a haber escrito esta novela, ahora es un recuerdo también en parte bello y en parte hermoso. Yo he recuperado a mi madre, he recuperado la sonrisa de mi madre, he recuperado la alegría de mi madre. Y bueno, esa es una herencia que ella me dejó, de la que yo no era consciente y que he descubierto gracias a esta novela.

M.G.- Las lecturas cambian a los lectores, al menos, ciertas lecturas, y estoy convencida que la escritura opera del mismo modo con los escritores. En este caso, tras escribir este libro, ¿tú sientes que hay una Inés antes y una Inés después?

I.M.- No tanto, no. Pero sí una escritora mejor. Yo he crecido mucho como escritora con esta novela, pero muchísimo. Y estoy muy orgullosa de haberla escrito, muchísimo, porque era un reto inmenso. A mí me gustan mucho los riesgos literarios, los riesgos creativos, los personales, ya menos. Y estoy muy orgullosa de haberlo hecho, de verdad que sí. Y me colocaba en un lugar literario al que creo que pertenezco y en el que me quiero quedar.

M.G.- Inés, yo continuaré con la lectura de esta Otra versión de ti. Seguramente encuentro a mi madre en estas páginas. Segurísimo.

I.M.- Seguro que sí.

M.G.- Te agradezco que hayas venido a Sevilla y que hayas compartido este momento conmigo.

I.M.- Nada, un placer.

Sinopsis: Hace casi una década que Andrea y Candela son pareja y en estos años su amor ha tenido que convivir con los golpes habituales de la vida. Candela es escritora y desde muy pequeña la pérdida la acompaña: de niña le sorprendió la temprana muerte de su madre y desde entonces le persigue su recuerdo. Ahora, veintiséis años después y en su mejor momento, todo estallará de nuevo cuando tenga que asumir otro adiós. Será cuando se obsesione con escribir un libro que la ayude a descubrir quién fue su madre, esa mujer casi desconocida para ella, y construir por fin un relato claro y reconfortante. Para ello recopila testimonios de familiares, amigos y expertos en neurología, psicología y fotografía, además de documentos e imágenes… Piezas de un puzle que, tras la misteriosa desaparición de Candela, Andrea tendrá que resolver. Será ella quien le irá contando al lector la historia de ambas y la de la incesante búsqueda de una identidad personal y familiar a partir de un amor infinito.


Otra versión de ti es una obra deslumbrante sobre la recomposición de los recuerdos que nos construyen, el temor a perderlos y la búsqueda incansable por preservarlos. Una novela sobre el amor a la pareja, el amor a la vida. En definitiva, un alegato del amor al amor. 


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