El pasado día 1 de octubre tuve la oportunidad de pasear por Granada junto a Susana Martín Gijón. Desde la editorial Alfaguara, y con motivo de la publicación de la nueva novela de la autora, La Capitana, se convocó a diversos medios de comunicación para participar en una ruta literaria que nos llevó a conocer los escenarios más importantes de este nuevo libro, protagonizado principalmente por Sor Ana de Jesús. Martín Gijón vuelve al siglo XVI, después de escribir La Babilonia, 1580, pero esta vez conduce al lector a la tierra de la Alhambra, para adentrarlo en una nueva trama histórico criminal, que tendrá como pareja detectivesca a Sor Ana de Jesús, la Capitana de las prioras, y a fray Juan de la Cruz.
Ambientada en el año 1585, La Capitana cuenta con un contexto histórico en el que veremos cómo Granada ha sido reconquistada por el Cristianismo en 1492. «Los Reyes Católicos, y los reyes posteriores, intentaron convertir Granada en el bastión de la Cristiandad y acabaron ahogando a los moriscos»", nos explicó Susana. La Batalla de las Alpujarras tuvo como consecuencia la expulsión de la mayoría de la población morisca, «lo que provocó que la ciudad cayera en picado». Granada se convirtió en una ciudad oscura, sin el apoyo del rey. Por aquel tiempo, la ciudad ya contaba con muchos monasterios, conventos e iglesias pero, aún así, se fundó un nuevo enclave de la Orden de las Carmelitas Descalzas, dirigido por fray Juan de la Cruz y por Sor Ana de Jesús, «los dos adalides de la reforma teresiana».
En palabras de Martín Gijón, La Capitana es una novela de intriga criminal con muchos giros de guión y muy entretenida, pero que también pretende dar una visión histórica, que nos acerca más a una época menos conocida de Granada, a través de personajes que la autora encuentra fascinantes y que han pasado de puntillas por la historia.
A raíz de una serie de asesinatos, fray Juan de la Cruz y sor Ana de Jesús tendrán que desempeñar labores detectivescas para proteger la reforma teresiana. Colocar a estos dos personajes históricos al frente de esta trama ha obligado a la autora ha sumergirse profundamente en sus vidas y en sus biografías.
La gran protagonista
Sor Ana de Jesús, capitana de las prioras, fue una mujer que lideró su orden y que tenía capacidad para hacer cosas grandes. «Ella sola, en el siglo XVI, se pateó toda Europa fundando conventos de su orden, luchó por erradicar los privilegios de algunos, para crear una sociedad más justa, y luchó contra la misoginia que existía en su propia iglesia», nos aclaró la autora.
A través del protagonismo femenino, Martín Gijón quiere reparar esa anulación que siempre ha sufrido la mujer y devolverla al lugar que le corresponde, dando a conocer, en este caso, la vida de Sor Ana de Jesús. «Me indigna que no se la haya reconocido», comentó la autora.
Otros personajes
Sin embargo, también hace lo propio con otros personajes históricos que aparecen en la novela, como Juan Latino, un nombre y una vida que, a su juicio, debería estar en todos los libros de Historia. Sobre la vida de este personaje, Susana comentó que ha quedado como en el olvido, no por su género, sino por motivos de discriminación racial, ya que fue el primer catedrático negro de Europa, cuyas raíces se hundían en la esclavitud. Poeta y gramático, de origen etíope, Latino creció junto a Gonzalo Fernández de Córdoba, nieto del Gran Capitán. Era el esclavo de la familia pero se hicieron íntimos amigos, ayudándose entre sí, y mientras Gonzalo acudía a la Universidad, el otro quedaba a las puertas, escuchando las lecciones. Gonzalo liberará a su amigo de la esclavitud, otorgándole incluso una dote importante para que pudiera casarse. Juan Latino llegó a impartir gramática latina a todos los estudiantes de Granada, fue muy querido y reconocido por ilustres escritores, como Cervantes, y consiguió saltarse todos los prejuicios sociales.
En el otro lado de la sociedad estará Samira, una morisca dedicada a la crianza de gusanos de seda. Martín Gijón nos aclaró que la industria textil de la seda era muy popular en la Granada de la época. «Después de China, Granada era el lugar que más seda exportaba y de mejor calidad», puntualizó.
Y entre explicación y explicación, la ruta nos llevó por los diversos enclaves que aparecen en la novela, un recorrido del que sin duda disfrutarán los lectores. El punto de partida fue...
1. El Carmen de los Mártires
Este lugar era conocido antiguamente como el Corral de los Cautivos. Durante la Reconquista, los moros encerraban en este espacio a los cristianos secuestrados. Más tarde, en los tiempos de Isabel la Católica, se erigió en este solar una ermita, a la que llamaron la Ermita de los Mártires, por aquello de los mártires cristianos que habían perdido la vida en los subterráneos del corral. Con el paso del tiempo, el terreno fue comprado por la Orden de los Carmelitas Descalzos para construir un convento del que fue prior San Juan de la Cruz. Para él, este espacio se convirtió en un remanso de paz, después de escapar de la cárcel, donde escribió sus obras más importantes.
Hoy día es el Carmen de los Mártires, nombre que reciben las grandes viviendas y palacios de Granada, visitable por los turistas, que cuenta con jardines, fuentes, un lago y patio nazarí. Como curiosidad, no pudimos entrar a visitarlo porque se encontraba cerrado por un rodaje cinematográfico. Aún perdura en el lugar el llamado cedro de San Juan, un ciprés, -que no cedro-, muy venerado y que todo el mundo busca cuando visita el lugar.
2. Bosque de la Alhambra hacia la Cuesta de Gomérez y la Puerta de las Granadas.
Desde el Carmen de los Mártires, descendimos hacia la Cuesta de Gomérez, atravesando un precioso y umbrío espacio arbolado, el Bosque de la Alhambra, que nos refrescó del calor del día. En este punto Susana nos explicó cuál era el recorrido que San Juan de la Cruz hacía cada día, en su visita al Convento de San José. Un camino que él hacía descalzo en «un ejercicio de austeridad», huyendo de todo lo material, para dar misa a las monjas que vivían en el convento. Martín Gijón nos contó que, antiguamente, a lo largo del camino, existían muchos exvotos, cruceros, de los que hoy quedan pocos.
3. Real Chancillería de Granada.
La Cuesta de Gomérez desemboca en la Real Chancillería de Granada que hoy ocupa el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. La autora nos contó que, a lo largo de la calle que desciende, existían múltiples pensiones que acogían a todas aquellas personas que estaban pendientes de juicio.
La Real Chancillería, tercera corte de España, jugará un papel muy importante en la novela, situada en lo que hoy es la Plaza Nueva y muy cerca del río Darro.
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[Fuente: @jeosm] |
4. Casa de los Tilos. Cuadra Dorada
Este edificio pertenecía a la familia Granada Venegas, descendientes directos de la familia real nazarí, pero cristianizados posteriormente. Incluso llegaron a intervenir en la rebelión de las Alpujarras, a favor de los cristianos. El interior del edificio cuenta con un espacio al que llaman la Cuadra Dorada, un salón literario que fundó Alfonso Granada Venegas, mecenas de la cultura, y al que acudían poetas y literatos de la época para debatir o declamar. Entre los asistentes podíamos encontrar a Juan Latino.
Susana nos comentó que, introducir la Cuadra Dorada como escenario de la novela, le había permitido hablar de la cultura de la época en Granada, mencionando a escritores como Luis Barahona de Soto, y a alguna otra poeta que, aunque ficción, seguro que la hubo.
5. Convento de San José
Como mencionó anteriormente la autora, en Granada existían muchos conventos y monasterios pero, aun así, cada ciudad quería tener un convento de la madre Teresa, un convento de las hermanas descalzas y Granada no iba a ser menos. Así que, alentada por las familias más nobles, Santa Teresa decide fundar un convento aquí pero esta vez opta por delegar en Sor Ana de Jesús, una mujer tenaz y emprendedora. No obstante, fue la propia madre Teresa la que eligió a las monjas que vivirían en ese convento. Cada una vino de un lugar distinto de España y, al llegar a Granada, se encontraron con un gran tropiezo. Inicialmente, iban a vivir en una casa alquilada a un noble pero este, al conocer que sus nuevas arrendatarias eran monjas, les denegó el asilo, por miedo a que se convirtieran en ocupas. Las monjas se vieron en la calle hasta que otra noble, Ana de Peñalosa (aunque en la novela se la conoce como Leonor de Peñalosa) las acoge durante unos meses en su casa.
Las monjas, a pesar de tener el amparo de doña Ana, pasarán mucha hambre. Con el tiempo consiguen hacerse con la Casa del Gran Capitán, de D. Gonzalo Fernando de Aguilar y Córdoba, que tendrán que arreglar. Más tarde, adquieren la iglesia adyacente, la de San José. Debido al mal estado de la vivienda, las monjas vivían en el desván, el único lugar habitable de la casa, donde fray Juan de la Cruz les daba misa, antes de que adquirieran la iglesia. Hoy día, nos explicó Martín Gijón, siguen viviendo monjas de clausura en el edificio y el desván lo mantienen a modo de museo, conservando elementos del siglo XVI, aunque no se puede visitar.
Como anécdota nos contó que, en la actualidad, las monjas suben a ese desván una vez al año, para hacer una chocolatada, el día 1 de enero.
La Casa del Gran Capitán será un escenario muy importante en la novela porque será aquí donde ocurra el primero de los asesinatos. ¿Acaso hay alguna monja implicada?
6. Calle Alcaicería. Universidad. Catedral.
Nos acercábamos al final de la ruta. Nos situamos junto a la catedral, edificio que se estaba construyendo en el contexto temporal de la novela. Se le encargó a Diego de Siloé. Justo enfrente se sitúa la Curia, donde se ubicó la Universidad, y donde Juan Latino impartió clase.
La ruta continuó por algunos enclaves más, conociendo más datos sobre la novela y sobre la ciudad de Granada. Y así pasamos del día, caminando por las calles que un día pisaron fray Juan de la Cruz y sor Ana de Jesús, convertidos ahora en detectives, en La Capitana, la nueva novela de Susana Martín Gijón.
Sinopsis: Granada, 1585. En una ciudad devastada tras la Reconquista, Sor Ana de Jesús, apodada «la capitana» por su mano firme, lucha por sacar adelante su convento cuando el cadáver de un hombre horriblemente desfigurado aparece en el claustro de su cenobio, poniendo así en peligro la reputación de su orden. ¿Quién era y cómo ha llegado hasta ahí?
A pocos kilómetros, en una colina que domina la Alhambra, un hombre rige los destinos de los monjes de la misma orden. Es San Juan de la Cruz, guía espiritual y amigo íntimo de la priora. Sor Ana de Jesús y fray Juan, el dúo detectivesco más singular de la novela negra española, tendrán que investigar lo sucedido intentando mantener la discreción mientras van desvelando un secreto que hará temblar el bastión de la cristiandad de la Corona.
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