lunes, 27 de enero de 2025

LA EDUCACIÓN FÍSICA de Rosario Villajos

Editorial: Seix Barral
Premio Biblioteca Breve 2023
Fecha publicación: marzo, 2023
Precio: 19,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 304
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN:  978-84-322-4184-0
[Disponible en eBook; y en Audioibro;
puedes empezar a leer aquí]

Autora

(Córdoba, 1978) dedicó toda su infancia a dibujar, leer y ver películas. Formada en Bellas Artes, ha trabajado en la industria musical, cinematográfica, artística y cultural. Es autora de la novela gráfica Face (2017) y de las novelas Ramona (2019) y La muela (2021), una historia delirante sobre la soledad y la precariedad en la sociedad actual. Ha vivido en Córdoba, Sevilla, Granada, Barcelona, Montpellier y Londres. Actualmente reside en Madrid, donde compagina la escritura con un trabajo en IT. Mantiene su acento andaluz.

Sinopsis

Una tarde de finales de agosto, Catalina, que acaba de cumplir dieciséis años, abandona la casa de su mejor amiga en una urbanización de las afueras tras un desagradable percance. Cuando llega a la carretera, decide que la única forma de volver a la suya es haciendo autostop. Como a cualquier joven de su edad, le aterra subirse al coche de un extraño, pero no tanto como lo que imagina que le espera si no cumple con el estricto toque de queda impuesto por sus padres.

Ambientada a principios de los años noventa, La educación física dibuja el retrato de una adolescente marcada por una relación complicada con su propio cuerpo y por el rencor hacia un mundo empeñado en convertirla en culpable por el hecho de ser mujer, y pone en evidencia los relatos sobre los que se construyen los valores de toda una generación.

Dueña de una obra literaria y artística centrada en lo corporal, Rosario Villajos traslada en esta magnífica novela aquella educación sentimental con la que Flaubert retrataba la vida y época de un joven burgués en el siglo xix al terreno de lo físico y defiende que el cuerpo es el campo donde se libran todas las batallas, donde se dirime quiénes somos y también donde se reflejan los miedos, las tensiones y las violencias de cada época.

[Información tomada directamente del ejemplar]

Rosario Villajos se alzó con el Premio Biblioteca Breve que otorga Seix Barral en su edición del año 2023, por La educación física. Por entonces leí algunas opiniones y todas coincidían en señalar esta novela de lectura obligatoria, incluso en centros educativos. Pero, con la excelsa oferta literaria que tenemos hoy día, resulta inevitable que lecturas apetecibles se vayan quedando relegadas. Por suerte, podríamos decir que los astros se han alineado y durante estas vacaciones navideñas me he podido enfrentar a esta novela. No he salido indemne. Leer La educación física ha sido con volver a reencontrarme con aquellos monstruos que, siendo jovencita, me perseguían y, en ocasiones, los párrafos de esta novela se han convertido en latigazos en mi espalda. No quiero decir que la lectura haya sido dolorosa, sino que está colmada de un buen puñado de reflexiones, que te hacen asomarte al pasado desde la perspectiva del presente, entendiendo que hay cosas que, por suerte, han ido evolucionando, aunque aún quede mucho camino que andar.

La educación física está protagonizada exclusivamente por Catalina, una adolescente, de dieciséis años, con problemas. Lo vamos a saber desde el minuto uno, cuando leamos en la primera página lo siguiente:


«Conoce varias maneras de satisfacer su hambre: se arranca las costras de las pequeñas heridas que ella misma se provoca; se corta las uñas con los dientes; se muerte la punta de las yemas hasta toparse con el sabor de los dedos en carne viva; también se arranca las cejas, aunque se ha propuesto dejar de hacerlo este año porque eso sí podría derivar en un problema difícil de esconder»" [pág. 11]


Es decir, Catalina se autolesiona para hacer frente a la ansiedad, se produce dolor para tapar otro dolor más intenso, algo mucho más visceral. La pregunta sería por qué sufre ansiedad, de qué se quiere esconder infringiéndose daño a sí misma. Bueno, ya os diré algo más adelante pero, antes de entrar en esa cuestión, sería interesante poneros en situación. 

Toda la acción de la novela se desarrolla a lo largo de una tarde-noche de agosto. ¿De qué año? La misma sinopsis nos lo apunta pero, incluso si ese detalle no figurara en la contra de la novela, sería fácil ubicar temporalmente la acción a través de referencias a ciertos sucesos reales y dramáticos que conmocionaron nuestro país, hace ya unas cuantas décadas, pero que todos recordamos, y que tienen mucho que ver con la vulnerabilidad de la mujer. No obstante, los hechos se concentran aún más en el tiempo. Concretamente la historia se inicia en torno a las seis y cuarto de la tarde y terminará sobre las nueve y cuarenta y cinco minutos, entrando ya la noche. Villajos hace uso de un artificio simple pero efectivo para ir recolocando los hechos en la línea temporal. Y, a la vez que nos va contando lo que ocurre en esa horquilla temporal, también iremos conociendo lo que sucedió justo antes de las seis y cuarto, sucesos que dan pie a la novela.

Y si la historia se desarrolla en ese intervalo temporal también lo hará a lo largo de un retorno. Es decir, y por resumir el asunto, Catalina sale de casa de su amiga Silvia, situada en una zona residencial, a las afueras de la ciudad, a las 6 y cuarto de la tarde. Lo hace de manera precipitada, casi huyendo, tras vivir, como dice la sinopsis, «un desagradable percance»Su intención es regresar a casa justo antes del toque de queda, las diez de la noche. Tardará casi cuatro horas en recoger una distancia de apenas unos cuantos kilómetros. Y vuelven a surgir preguntas. ¿De qué huye? ¿Por qué tarda tanto en llegar a su casa? En este punto he dudado sobre si daros más detalles con respecto a la trama, añadir algún apunte más. En la propia sinopsis ya se adelanta que Catalina se ve obligada a hacer autostop, pero creo que decir algo más sería inconveniente. Así que lo dejó ahí. Sí os diré que, en ese camino de vuelta, cargada de dudas e incertidumbres, con la culpa como compañera de viaje, Catalina analizará a través de los ojos de la adolescencia lo que le ha ocurrido, la herida ocasionada, y rememorará también las instrucciones recibidas en casa, los reproches, las prohibiciones; vislumbrará con nitidez cuál es su posición como fémina dentro del seno familiar, o en el contexto social; sabrá lo que se espera de ella y lo que otros anhelan de su cuerpo.

La educación física es la radiografía de una realidad, cuyas ramificaciones llegan todavía a nuestros días. Han pasado casi treinta años y las mujeres seguimos batallando por un espacio, luchando contra el miedo ancestral, inculcado generación tras generación, contra los abusos, la ostentación de poder y la culpa. 

Qué me ha gustado de esta novela

No quiero autores que me lo den todo mascado. Cuando leo una novela, salvo contadas excepciones, me gusta ser parte de la historia, meterme de lleno y tratar de ir limpiando el espejo del vaho que la narración deja, hasta llegar a ver el reflejo con nitidez. Y eso es lo que hace Rosario Villajos en esta novela, hacer uso de la sutileza, dejar pequeñas pinceladas aquí y allá, el recuerdo de un gesto, la rememoración de una escena, de tal manera que el lector va comprendiendo por qué Catalina huye. Contribuye a esa construcción de los hechos algunas palabras, como puta, que aparecerá en las primeras páginas. 

Leer La educación física ha sido como hacer un viaje al pasado cuando, en plena adolescencia, me sentía intimidada por algunas miradas, por algunos comentarios. Me ocurría en la calle. También en el colegio. Alguna vez lo he comentado con mis compañeras de pupitre. Cada una de ellas percibía aquellas «agresiones» de un modo propio. Lo cierto es que hoy, a mis casi cincuenta y cinco años, sigo manteniendo fresco en mi memoria cierta escena en la que me sentí desnuda, a pesar de ir forrada de ropa. Fueron años en los que escuché las advertencias de mi madre, que me dibujaba un exterior lleno de peligros, porque lo de ser chica no era ninguna bicoca, había que tener cuidado, mantenerse alejada de los chicos. 


«Le gustaría gritarle a todo el mundo que odia haber nacido con este cuerpo al que no se le permite hacer nada. Quizá no lo dice porque teme aburrir, o que no la entiendan, o que no la quieran con toda su extrañeza». [pág. 76]


Años en los que quise romper con todo, rebelándome contra las diferencias que existían entre mi hermano y yo, soportando las limitaciones impuestas únicamente porque yo era chica, mientras lidiabas con aquel miedo ancestral, que las madres iban inculcando a las hijas, generación tras generación. Y a mí, si quería vivir, no me quedaba otra más que ingeniármelas para esquivar el cerco de mis padres, rebelarme contra aquella opresión a través de faldas cortas que me ponía en casa de mis amigas, y me cambiaba al regresar a la mía, las primeras ingestas de alcohol y aquellos cigarrillos finos y alargados (¿se llamaban More?) que fumaba, para sentirme, ingenuamente, segura de mí misma. Como Catalina, había que vivir, tratando de que no te ocurriera nada pero, a veces, el peligro podría estar mucho más cerca de lo que esperabas.


«Catalina no quiere que la violen, ni que se la coman, ni aparecer por partes en una cuneta, pero tampoco quiere condicionar su vida al lobo cuando intuye que, como dios, puede que esté en todas partes». [pág. 109]


La educación física me ha inundado de todos esos recuerdos, me ha colocado frente a mis propios pensamientos, a mis propias emociones, con mis ilusiones y mis miedos, en una novela que contiene páginas enteras dignas de ser reproducidas, subrayadas o enmarcadas.

Temas

Catalina es una adolescente más. En muchos de sus pensamientos y sensaciones podremos ver reflejado al adolescente que fuimos. Muestra signos de rebeldía, empieza a llevar la contraria a sus padres, los  provoca con su forma de vestir, los desafía en sus decisiones. Si mamá dice A, tú haces B. 


«Catalina no hace sólo autostop para no llegar tarde a casa sino porque necesita rozar la linde establecida, vivir al límite, prefiere el apocalipsis al líquido amniótico en el que flota cuando está con papá y con mamá». [pág. 112]


Así que, girando alrededor de la adolescencia, Rosario Villajos toca muchos temas como son el despertar a la sexualidad, la admiración que desde la juventud se puede sentir por una persona adulta, la relación con los chicos o la propia identidad. Y es que, a veces, Catalina no sabe quién es. La autora aborda, a través de las vivencias de la joven, cómo son esos primeros encuentros con el sexo opuesto, los primeros besos, las primeras intentonas de los jóvenes por llegar algo más lejos. Pero no solo se centra en el sexo adolescente, sino que también examina con lupa el que se produce dentro del matrimonio, esa cita sexual obligada (¿el polvo de los sábados?). Catalina reflexiona sobre la disposición de la mujer, esa costumbre grabada en su ADN de plegarse a los deseos del hombre, la imposición de satisfacer al macho, aunque sea por pura inercia. Pim, pam, ¡fuera! Misión cumplida y a otra cosa, sin que la mujer piense en sus propios deseos, en lo que realmente le gusta, o el sexo como moneda de cambio, mercantilizado, un trámite más que la mujer tenía que pasar si quería conseguir algo, aunque lo que desearan la esclavizara todavía más.


«Aquellas mujeres llamaban tontos a los hombres en general por hacer lo que fuera a cambio de un abrir y cerrar de piernas. Alguna mencionaba lo que sacaba ella de todo eso: una lavadora nueva, quizá más adelante con secadora». [pág. 198]


Relacionado con lo sexual, la novela también ahonda en el papel de la mujer dentro del universo familiar, como esposa y madre, que maneja los pequeños desastres del hogar, impidiendo que el cabeza de familia tenga conocimiento de ellos para no ser juzgada, para no ser culpada. Catalina cree que su familia mantiene el equilibrio sobre dos pilares: el chantaje y la culpa. Esta última estará muy presente en la vida de la joven. ¿Acaso lo que ha ocurrido es su culpa? ¿Realmente lo que le han dicho es real? ¿Es ella la que ha provocado la situación tan incómoda que ha vivido?  

Y luego están las muestras de poder del jerarca, que deja su impronta incluso en las cuestiones más surrealistas, como el orden en el que su prole debe usar el baño. Y es que en esa familia, como todas las de la época (me gustaría pensar que ya no es así) el hombre tiene privilegios de cuna frente a la mujer. Esas diferencias en la educación de los hijos y de las hijas quedarán muy patentes en la novela. Catalina observa cómo su padre y su hermano Pablito están exentos de arrimar el hombre en las cuestiones domésticas, para eso ya está la madre y la propia Catalina. La joven se enerva al contemplar el amplio rango de libertades de las que disfruta su hermano, mientras ella vive encorsetada (¡y enfajada!, ya veréis) por el mero hecho de ser chica.

Pero si hay un tema estrella en la novela ese será el cuerpo femenino. ¿Cuántos cambios sufre el cuerpo de una mujer a lo largo de su vida? Naces y en una decena de años lo que conocías empieza a cambiar. De repente tu pecho, que era plano como el de los chicos, comienza a crecer y te conviertes de un día para otro en el centro de esos comentarios de las amigas de tu madre o de tus tías, que hablan de «margaritas» o no sé que otro tipo de flores y no puedes evitar sentirte totalmente ridícula. Ahí ya empiezas a tener una relación complicada con tu cuerpo porque los cambios que se están produciendo te ponen en el centro de las conversaciones y encima los chicos también se burlan de ti y tratan de tocarte, a poco que te descuides. 


«¿...que tener tetas y culo es un suplicio?» [pág. 255]

 

Eso, por no hablar de la menstruación. Un día te levantas y encuentras una mancha roja en las bragas e inmediatamente empiezas a temblar. ¿Qué narices es eso? ¿Acaso te estás muriendo? Porque encima nadie te ha contado nada. Tú habrás podido oír campanas pero cuando la realidad te llega, te pega una bofetada que te deja sentada en el suelo. Y con suerte, tu madre celebrará aquel suceso con cierto regocijo, pero también puede ocurrir que tu madre suspire y te diga: «Eso es la regla, hija. A partir de ahora la vas a sufrir todos los meses». Y te lo dice con ese tono de voz pesaroso y la escuchas cuchichear con tu padre que, a partir de ese momento, ya no te mirará igual, y tú te vuelves a sentir como si te hubiesen colocado un neón luminoso sobre la cabeza, una flecha en color rojo, que se enciende y se apaga, señalándote como una nueva presa.

Catalina sabe que la menstruación es tabú. ¿Esto que le pasa a mi cuerpo, que es naturaleza pura y dura, lo tengo que ocultar? De la menstruación no se habla, y mucho menos con un hombre, porque la fertilidad de las hijas es un problema para los padres. Así que, por favor, Catalina cuando tengas la menstruación quítate de en medio, oculta todo rastro de lo que te está ocurrido porque, hija mía, lo que te ocurre es una guarrería y si alguien te pregunta, tú responde únicamente: «Estoy mala». ¿Mala? ¿De qué? 


«Nunca le enseñará a su hija a ponerse un tampón ni a aliviar el dolor de barriga con una bolsa de agua caliente; solo le enseñará a fingir que no tiene la regla, a esconder el suplicio en alguna parte de su cerebro y las compresas sucias en el fondo de la basura para que los hombres de la casa no la vean,...» [pág. 124]


Escóndelo todo, Catalina, no vaya a ser que hieras la sensibilidad masculina, como ocurría con esos anuncios de compresas en las que el color de la menstruación era azul porque el rojo es demasiado llamativo y puede herir sensibilidades. Menos mal que eso va cambiando. 

Y luego están los embarazos. Te venden que tener hijos al mundo es lo más maravilloso que existe, el primer objetivo de la mujer en su vida, y no digo que no, pero traer hijos al mundo duele y supone pasar por un montón de cambios durante el embarazo, que luego dejan su secuela. Y te llegará la menopausia y las hormonas volverán a juguetear con tu cuerpo. En resumen, que la mujer vive montada en una noria que no para de dar vueltas, y a cada vuelta, su cuerpo ya no era el que tenía. Y Catalina está en ese inicio de cambios y transformaciones. Lo que ha vivido la joven es un granito más de arena en esa relación complicada que la mujer tendrá con su cuerpo, hasta el punto de que a ella, lo de ser chica, no le convence. Y yo la entiendo perfectamente porque el camino no va a ser fácil. De hecho, no lo ha sido ni de pequeña, cuando notaba que ciertos juegos infantiles no eran tan inocentes como parecían.


«Cada vez que le preguntaban qué quería ser de mayor, Catalina no decía médico ni enfermera; decía "quiero ser un niño"». [pág. 165]


Estructura y estilo

Escrita en tercera persona, La educación física se vertebra sobre largos monólogos interiores en los que prácticamente no hay cabida para el diálogo. Y es que ella no mantiene ningún tipo de conversación a lo largo de esas cuatro horas que suponen el regreso a casa. La voz que Catalina oye dentro de sí misma, es la voz de su propio cuerpo que conoce a la joven mejor que a sí misma. 

Villajos introduce una pizca de suspense en la historia, a través de ese percance que ocurre momentos antes del inicio de la novela, y que iremos desvelando con la lectura. Se suma a esa atmósfera de incertidumbre las múltiples referencias a un periodo que ella pasó en el hospital, del que no hay gran información.


Leer La educación física ha sido como estar viendo la vida de Catalina por un pequeño agujerito y estar constantemente en tensión por ella. Inevitablemente me salían advertencias de peligro- «Catalina no hagas esto, porque te puede ocurrir algo»- y es que yo sigo teniendo aquel miedo dentro de mí. Y a la vez, sentía ganas de gritarle que no se sintiera culpable, que ella no había hecho nada, que no pensara mal de sí misma, sino que es este mundo, esta sociedad la que nos culpabiliza por ser chicas, y que siempre nos han dicho que los hombres son lobos pero lobos puede haber en todas partes. 

Una lectura que deja un poso muy profundo con un final optimista. Quizá no todos los hombres sean lobos.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí (tapa blanda), aquí (libro de bolsillo) y aquí (Kindle)



8 comentarios:

  1. ¡Hola!

    ¡Pero qué reseña tan completísima! Me ha encantado cómo has ido desgranando punto por punto. En mi caso, tengo esta lectura pendiente pero aún no he encontrado hueco para leerla; después de leerte, sé que tengo que escoger el momento adecuado, seguramente a mí también me remueva cosas de cuando era más joven. ¡Muchas gracias por tu reseña!

    Nos vemos entre páginas
    La vida de mi silencio

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  2. ¡Hola, Marisa! Ya había leído una que otra reseña de este libro y recuerdo que me llamó mucho la atención, pues toca temas bastante duros y sensibles. Además, nos deja reflexionando sobre el hecho de ser mujer en una sociedad tan machista y muestra los cambios por los que tenemos que pasar las mujeres a lo largo de nuestras vidas. De más está decirte que me la apunto y estoy segura que disfrutaré mucho de esta lectura. Gracias por la reseña. ¡Besos!

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  3. Hola, Marisa.
    Una reseña de lujo, estructurada y muy bien pensada con el físico de las mujeres. Todos esos cambios han de influir por fuerza en el transcurrir vital. De la novela me gusta que esté diseñada en un espacio temporal tan corto. Hay veces que un día o una noche marcan más que varios años de nuestra vida.
    Besos.

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  4. Ay, Marisa tengo diez años más que tú y veo que fuimos sometidas a las mismas represiones. Yo no tuve hermanos, solo una hermana, por lo que no noté esas diferencias, pero las amenazas de mi madre y sus advertencias hacia lo que debía ser el comportamiento de una chica veo que son las mismas o muy parecidas. Yo también fui una adolescente rebelde, y en este caso lo fuimos con causa. Anoto la novela que parece de lo más interesante.
    Un beso.

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  5. Pues no me había fijado en este libro, la verdad. Y me gusta mucho todos los temas que trata y parece que acierta también en las formas, así que tomo buenísima nota ahora.
    Besotes!!!

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  6. Por supuesto que no todos los hombres son lobos como tampoco todas las mujeres son caperucita. Es que vaya manía de generalizar. En la feria del libro de mi ciudad presentaron este libro, fue muy interesante y me tenían convencida tanto la autora como la presentadora (escritora también), por todo lo que comentas. Me parecía una novela diferente, que retrata muy bien una época y cómo era ser niña entonces aunque yo ya no viví ese tabú con la regla. Pero sí otro tipo de silencios.
    Pero empezaron no sé por qué a soltar comentarios de política y se mofaban abiertamente de los votantes de derechas. Ella llegó a decir "incluso tengo algunos en el Facebook que me leen, no sé qué hacen ahí".
    Y yo estas cosas no las paso, esta soberbia y las lecciones de moral, no. Porque es la misma intolerancia que dicen querer combatir. Y conste que me da igual a quien voten los autores que leo, nunca me preocupo de eso. No me importa que Stephen King sea demócrata ni que Clint Eastwood sea republicano.
    Pero si vas a faltar el respeto a buena parte de tus lectores, puedes ir a tomar viento fresco a una farola.
    Besos

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  7. Hola Marisa!! Me resulta muy interesante lo que nos cuentas de este título, así que me lo apunto. Creo que ahora me apetece una lectura de este estilo. ¡Gran reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!

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  8. Hola!! No había oído nada sobre este título y por lo que nos cuentas me llama mucho. Me lo llevo bien anotado. ¡Estupenda reseña! Besos!!

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