viernes, 15 de enero de 2021

TE DIRÉ QUE ESTOY VIVO de Isaac Pachón

Editorial:  Cáprica Ediciones
Fecha publicación: octubre, 2019
Precio: 18,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 284
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788412058215

Autor

Es escritor y técnico en pavimentos ligeros. Miembro de la Plataforma de Adictos a la Escritura y colaborador en muchos de sus actos y publicaciones.

En 2015, después de varias participaciones en antologías y revistas literarias, publica Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café que además de contar entre sus páginas con el relato "Bellini", Premio Revista Entropía 2013, es centro de muy buenas críticas de lectores y críticos literarios en medios como El Mundo, El Faro de Vigo, Las Provincias o la revista Qué leer. Buscando el lado frío de la almohada (2017) supone un cambio de registro del autor que deja a un lado el relato breve para editar una recopilación ilustrada de textos en prosa poética, donde el escritor nos detalla de una manera sencilla los sentimientos que emanan de una noche de insomnio provocado por el desamor.

En 2019 escribe y dirige Los Invitados su primera incursión en el mundo teatral para dar vida a una comedia para micro teatro. 

Sinopsis

He vivido la posibilidad de saber de lo que somos capaces si echamos de menos a quien un día se convirtió en un recuerdo, haciendo del dolor lo único real. ¿Y si pudieras empezar de nuevo? No os engaño cuando os digo que las entradas más fantásticas no tienen forma de puerta.

¿Qué le dirías a esa persona que ya no está? A donde vayamos, Ciudad Recuerdo nos espera

Una historia de realismo mágico que nos adentrará en un mundo secreto donde el tiempo, la nostalgia y el recuerdo son los verdaderos protagonistas, invitándonos con delicadeza a pasear por esa fina línea que separa la realidad del sueño.

[Información tomada directamente del ejemplar]



No es la primera vez que Isaac Pachón aparece en este espacio. Ya lo hizo en el año 2016, con aquel libro que tituló Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café. Se trataba de un volumen de relatos, veintiocho en total, dispares pero bonitos, y con los que, en algún momento me llegué a emocionar. Destaqué de aquellas pequeñas historias el particular enfoque del autor y la sencillez de su prosa, algo nada desdeñable. Pues bien, vuelvo a repetir con este autor catalán, a través de Te diré que estoy vivo. En este caso, estamos ante una novela. El ejemplar llegó a mis manos hace trece meses. La intención de leer esta historia siempre estaba ahí pero, ya sabéis, que el tiempo es tan limitado que, inevitablemente, muchas lecturas se van quedando estancadas. Sin embargo, no sé vosotros pero a veces tengo la sensación de que son los libros los que eligen el momento para ser leídos. ¿No os parece? Es como si todas tus circunstancias personales se confabularan para poner ante tus ojos un determinado título. Yo así lo creo. Y eso es precisamente lo que me ha ocurrido con este libro.

Te diré que estoy vivo contiene una historia tierna, emotiva y esperanzadora. Nada más leer las primeras páginas de la introducción, te das cuenta de lo que te espera en las páginas venideras: pérdida de un ser querido, añoranza, nostalgia, muerte, reencuentro,... Porque Javier, el protagonista de esta historia narrada en primera persona es un hombre de cuarenta años que no olvida a su abuelo Santiago. Fallecido treinta años atrás, cuando el narrador era tan solo un niño, tuvo que despedirse de su abuelo, al que estaba tan unido. Fue su yayo el que inculcó al nieto el amor por el arte y  la pintura, disciplina que el joven practica con asiduidad. 

Estando un día dibujando junto al mar, a Javier le viene a la memoria unas láminas que su abuelo le regaló, unas reproducciones de obras de Picasso, Dalí, Miró. Recordando, recordando, el joven siente el deseo de acudir al cementerio, donde está enterrado su abuelo y visitar su tumba. En una de esas visitas, nota algo extraño en la lápida de su yayo. Es ahí cuando todo da un vuelco. Javier tendrá que emprender un viaje lleno de fantasía, de esperanza, de sorpresas maravillosas, hasta un desenlace onírico, que me hubiera gustado que Pachón estirara un poco más. Sin embargo, supone un broche dulce y mágico, que deja una media sonrisa en los labios, y en el que juega un papel fundamental una determinada obra pictórica.  

De la trama me ha parecido enternecedor un viaje al pasado en la vida del protagonista. Verlo de niño, implorando a Dios para que no le arrebatara a su abuelo, y sentirse decepcionado al comprobar que sus plegarias no son escuchadas, me ha estrujado el corazón. Por otra parte, hay escenas llenas de magia y fantasía. No soy muy proclive a lo fantasioso. No obstante, en este caso me he dejado llevar por la parte más mágica de la historia. La posibilidad de que algo como lo que se narra en este libro pueda ser real supone una enorme puerta a la esperanza, a la que no me he podido resistir. Y aquí viene el porqué creo que este libro ha querido que lo lea justo ahora. Muchos sabéis que sufrí la pérdida de mi padre hace un par de meses. La enfermedad, la muerte, el tanatorio, el cementerio formaron parte de mi vida en el mes de noviembre. Después de eso, los recuerdos no dejan de invadirme con frecuencia, acompañados por la nostalgia y la melancolía. Quizá por eso me ha resultado tan sencillo empatizar con Javier, con su sensación de pérdida, con ese vacío que sentimos cuando, alguien a quien amamos mucho, se nos ha ido. Y precisamente por eso, por esa pérdida tan reciente en mi vida, es por lo que me ha resultado tan sencillo dejarme convencer por esta historia que me conduce a un lugar en el que se curan las heridas. Pero, a pesar de esa magia que impregna cada página de este libro, no puedo decir que se pueda catalogar la historia como realismo mágico, como apunta la sinopsis. No al menos para mí. Todo lo que ocurre en este relato es sorprendente, algo inusual e inimaginable para el protagonista, que no da crédito a lo que ve, a lo que vive.

Te diré que estoy vivo está lleno de lecciones y consejos«Nunca dudes de ti, ni de tu valía, nunca» o  «Aprovecha cada día de tu vida, Javi. Por sencillo que sea. Disfruta, no te cierres puertas. Y jamás te dejes comer por la desidia, jamás». Y también de amor, un amor profundo y sincero, el que siente un nieto  por su abuelo, o el que siente un hombre por una mujer porque, en esta historia también hay una subtrama amorosa que, quizá, es lo que menos me ha convencido. Sin duda alguna, me quedo con todo lo referente a la relación abuelo-nieto, ese amor que nos impide asimilar una separación del ser querido y que tanto ha marcado nuestra vida. 

No se puede negar que el autor tiene una gran imaginación. Javier llegará a un destino que sorprenderá igualmente al lector, en el que la vida es vida, donde el tiempo tiene importancia y, a la vez, no lo tiene. No puedo ahondar mucho pero, en ese lugar, veremos y escucharemos cosas que, a los que ya tenemos una edad, nos van a resultar familiares.

Pero estoy hablando de lugares y tengo que aclarar que los hechos de esta historia se sitúan en Barcelona. No se hace un gran despliegue de descripción urbana, pero sí se mencionan diversos enclaves de la Ciudad Condal, como el cementerio de Poblenou, donde se puede contemplar la escultura titulada El beso de la muerte, el paseo marítimo, las playas o el espigón. Si conoces la ciudad, bien porque vivas en ella, bien porque la hayas visitado, podrás imaginarte perfectamente paseando junto a Javier, por esas playas en las que unos y otros aprovechan las instalaciones de un gimnasio urbano y al aire libre. 

En Te diré que estoy vivo vamos a encontrar una narración cercana, cálida y entrañable. El libro se estructura en veintiséis capítulos de corta extensión. El volumen cuenta además con un prólogo a cargo de la actriz Ana Milán. A ella misma, la lectura de este libro, le evocó el recuerdo de su abuelo fusilado. Y será el propio Isaac el que, a través de una introducción, nos desvele el porqué de esta historia. Sobre la muerte se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo. Todo lo que ocurre en ese trance y lo que, supuestamente nos espera una vez que abandonemos este mundo, supone un material lo suficientemente jugoso como para que aparezca con tema central de muchos escritos.  Pachón se cuestionó si publicar o no esta historia y para ello tanteó a sus conocidos. ¿Qué opinaban ellos sobre la muerte, sobre lo que había detrás de esta vida? Como os podéis imaginar, las respuestas eran dispares. 

Te diré que estoy vivo me ha parecido una fábula preciosa, llena de reflexiones y lecciones, de esas que nos darían quienes más nos quieren y quienes conocen por experiencia de qué va la vida. En todo momento he tenido la sensación de que se pretende que el lector regrese a la inocencia y a la pureza de su niñez, y  con esos ojos de niño es como hay que leerla, abriendo nuestro corazón a la esperanza, y dejándonos llevar por la historia que nos propone Isaac Pachón, dulce, tierna y emotiva, con una cubierta preciosa, realizada por Gemma Silvestre, que me parece especialmente atractiva. Estamos ante una historia sencilla, sin grandes pretensiones, solo tocar un poco el corazón de lector y emocionarlo. 

  

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí: 


7 comentarios:

  1. Sin duda parece una lectura de esos que llegan al corazón no me importaría descubrir qué esconden estos relatos aunque estoy con varias lecturas entre manos y no quiero agobiarme besos

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  2. Hola. Ha salido unas cuantas veces una palabra que me gusta mucho y que hoy en día nos hace mucha falta, esperanza.
    Me gustan estas historias que traen luz, que son un cobijo y hacen aflorar la escasa inocencia que la vida nos permite conservar todavía. Me lo apunto para cuando sea necesario, pienso como tú, que hay cierto tipo de libros que aparecen en el momento adecuado.
    Besos

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  3. Preciosa reseña. No conocía esta novela pero efectivamente como tú dices los libros escogen el momento de ser leídos.

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  4. Una tierna y emotiva historia la que muestra esta novela de un autor que no conocía. Es verdad eso que dices sobre que los libros eligen su momento para ser leídos. Y sobre todo lo que es más verdad es lo limitado que es el tiempo para atender y leer todo lo que nos gustaría.
    Me apunto el título, y más ahora que desde hace un mes me he convertido en abuelo (ja, ja...)
    Un beso, Marisa

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  5. ¡Hola, Marisa!
    ¡Qué reseña más sentida! Has logrado llamar totalmente mi atención, una historia tan dulce, preciosa y emotiva que sin duda quiero leer. No conocía la novela ni he leído a Isaac Pachón, tomo nota de tu sugerencia y agradezco tu hermosa reseña ;)
    Abrazos.

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  6. Hace unos meses leí una novela titulada "Un espíritu en mi sofá" de Alicia Lakatos y esta me la ha recordado. Allí había almas de fallecidos que aparecían para encontrarse con los vivos. En la reseña menciono el hecho de que, aunque no creo en un más allá, me he sorprendido muchas veces deseando que el espíritu de las personas que he perdido, mi padre entre ellas, se siente a la orilla de mi cama y me dé un último beso, un último abrazo, un "te quiero", una oportunidad de volver a verlos y a sentirlos. Son historias que atraen a nuestra esperanza hacia algo que nos gustaría tener y que nunca más tendremos. Y a mí tampoco la fantasía me gusta mucho, pero hay fantasías que tocan nuestros deseos más íntimos.
    Un beso.

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