martes, 29 de julio de 2025

INÉS MARTÍN RODRIGO: ❝Cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra❞

El pasado mes de abril, Inés Martín Rodrigo visitó Sevilla para promocionar su última novela, Otra versión de ti, una lectura que os recomiendo muchísimo para estos días de verano porque os vais a encontrar con una historia intimista de las que cautivan. Inés Martín centra esta historia en las relaciones de pareja, en la búsqueda de la identidad y en la figura de las madres ausentes. La novela, que la propia autora define como un collage, nos va a permitir asomarnos a la vida de Andrea, la pareja de Candela, desaparecida sin que se sepa qué ha sido de ella. Y es que Candela, tras quedar huérfana, pretende reencontrarse con sus raíces y para ello, afrontará la escritura de una novela sobre su madre. Al desaparecer, Andrea busca los motivos de esa desaparición en el ordenador de Candela. Lo que descubra lo dejo en el aire. Pienso ahora que, al hablaros de desapariciones podréis pensar que estamos ante un thriller pero no, Otra versión de ti es mucho mejor. 

Os dejo con la entrevista.

Marisa G.- Inés, un placer tenerte en Sevilla y conocerte. Sigo tu trayectoria, aunque nunca habíamos hablado ni nos habíamos visto. Y felicidades por el Nadal, aunque ya ha pasado un tiempo, y hay nuevos ganadores. 

Inés R.- Sí, claro. Pero muchas gracias.

M.G.- Bueno, pues te tengo que reconocer que he empezado a leer tu novela, y ando con mucha cautela. Y es que a mí, el tema madres y, sobre todo, el tema madres ausentes es algo que me remueve mucho por dentro. 

I.R.- Y a quién no, ¿no?

M.G.- Claro. He empezado a leerlo con esa cautela que te digo y lo primero que te quiero preguntar, ya que llevo muy poquito, es si me espera un libro triste y duro o un libro luminoso.

I.R.- Las dos cosas. Es como la vida, triste, dura y también luminosa. Te espera un libro con el que creo que te vas a poder sentir muy identificada. No solo por el tema de la ausencia de la madre, o por esas ausencias que están tan presentes en nuestra vida, sino también porque la novela está atravesada por temas que en realidad son muy universales, desde ese duelo al que ya nos hemos referido con la ausencia de la madre, pasando también por la enfermedad, la muerte digna, el amor,... Esta es una historia de amor que surge como todas las historias de amor, de la fragilidad de las personas que llegan a esas relaciones con heridas. Es algo que nos sucede a todos. Ninguno salimos ilesos de ciertas circunstancias. Y eso es lo que te vas a encontrar, una novela muy luminosa, en la que se termina bailando al ritmo de Suzi Quatro, con una canción estupenda que se titula Stumblin in, y que te va a dar luz.

M.G.- Hace un tiempo estuve con un compañero tuyo de editorial que también suele hablar mucho de su madre y escribir sobre su madre. Me refiero a Alejandro Palomas. Fíjate que cosa más curiosa. Palomas escribe su madre, el premio Nadal de este año, Jorge Fernández Díaz, habla sobre su padre en la novela con la que ha ganado el premio y tú, o Candela, habla sobre su madre en este libro. ¿Qué es lo que pasa? Lo comentaba con Alejandro en su día, que los escritores tenéis unas herramientas, que no todos tenemos, que usáis cuando llega un momento, o una necesidad de hablar de vuestros padres, por algún motivo, por heridas abiertas,... Me ha ocurrido con Jorge, con Alejandro y ahora contigo.

I.R.- Y hay más autores. Creo que las relaciones materno-filiales, paterno-filiales son uno de los grandes temas de la literatura. Están ahí desde el principio. Hacemos el viaje de la vida casi siempre acompañados, desde el principio, por nuestros padres. Son figuras además totémicas y, en muchos casos, incluso idealizadas. Sobre todo, en lo que respecta a la figura de la madre. Me parece muy interesante lo que estamos haciendo, me incluyo, toda una serie de creadoras, no solo escritoras, sino también cineastas, que nos estamos intentando acercar a la figura de la madre, a la figura de la maternidad desacralizándola, mirándola desde otra perspectiva diferente a ese púlpito en el que se le había colocado desde tiempo inmemorial y atreviéndonos a contar desde otra perspectiva,  creo que mucho más realista. 

Lo que sucede con los padres es que, además de marcarnos mucho la vida, cuando están presentes, nos la marcan, sobre todo, cuando están ausentes. Y llega un momento en la vida en el que irrumpe esa palabra grande, enorme, que es orfandad. Y cuando la orfandad llega a tu vida, te quiebra. Independientemente, además, de la relación que hayas tenido, o que tuvieras con tu padre o con tu madre.

M.G.- Y de la edad, Inés.

I.M.- Da igual, claro, da lo mismo. Desde luego, cuando te sucede siendo un niño, estás más desvalido todavía. Pero sí, por supuesto, da igual a qué edad te suceda. Y a partir de ese momento, creo que tienes que aceptar que, puesto que la vida se te ha quebrado, ya no vas a volver a caminar erguida. Y a mí eso me ha pasado, una vez que me he reconocido como huérfana. He sentido ese sentimiento tan hondo, tan profundo, tan doloroso. Y he recurrido a la literatura para tratar de enderezarme un poquito. Creo que para eso está también la literatura, para guiarnos en ese camino que, a veces, es muy oscuro.


[Si quieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Pero en alguna entrevista te he escuchado decir que tú no concibes la literatura como herramienta terapéutica, ¿no?

I.M.- No, y no lo es, para nada. Y además creo que es importante aclararlo, porque además estamos rodeados de tantos falsos profetas de la autoayuda, que hay gente que lo pasa muy mal. La enfermedad mental es un tema muy serio. Es una enfermedad y, por lo tanto, tiene que ser tratada por especialistas. Yo hago terapia en el terapeuta y luego, cuando llego a casa, escribo o lo que sea, pero son dos cosas completamente distintas. 

Además, la dimensión utilitaria de la literatura no me gusta. Si lo planteamos así nos estamos equivocando. Escribo, como la protagonista de la novela también para entenderme, para saber qué lugar ocupo en el mundo, pero también para vivir más y mejor. Porque vivo todas esas otras vidas que la literatura me permite crear, y si lo trasladas a la lectura, pues es exactamente lo mismo.

M.G.- A raíz del fallecimiento de mis padres, pensé mucho en ellos, y empecé a entenderlos y a comprenderlos. Los comportamientos y actitudes que antes, cuando los tenía en vida, me desquiciaban, y no entendía, ahora los comprendo mejor. No sé si eso es una herramienta de reconciliación o realmente que mi madurez o esa ausencia me hace ver las cosas desde otro punto de vista. ¿Qué crees?

I.M.- Creo que la perspectiva es muy útil. El paso del tiempo es muy sano. Hay historias a las que no nos podemos enfrentar o traumas que no podemos revivir, y ocurre que, a veces, ni siquiera podemos escribir sobre ellas hasta que no ha pasado cierto tiempo. Lo mismo sucede con respecto a las figuras totémicas del padre y de la madre. ¿Por qué? Porque nos separa un abismo, y no solo un abismo de edad, nos separa un abismo de vida. Yo que no soy madre, entiendo profundamente la dificultad que entraña serlo. Perdí a mi madre muy joven. Y mi madre era muy joven cuando murió. Entonces, no pude llegar a entender o no me podía imaginar lo que suponía ser madres a esa edad, a los treinta y cinco, treinta y seis, a los cuarenta años. No ha sido hasta ahora que he comprendido. He comprendido lo que ella pudo sentir entonces, enfermando, dejando a dos niñas muy pequeñas, huérfanas de madre. Y con mi padre ha sucedido lo mismo. Creo que juzgamos a nuestros padres de manera injusta, sin tener la perspectiva del tiempo, sin tener todas las claves, sin tener conciencia de lo que realmente sucedió. Madurar también es esto. Es aprender y no aprender a perdonar, porque no se trata de perdón, sino aprender a ponerse en su lugar. Creo que como hijos, pocas veces nos ponemos en el lugar de los padres. Bueno, ya casi nadie se pone en el lugar de nadie.

M.G.- Exacto. 

I.M.- Creo que hasta que no somos lo suficientemente maduros, no llegamos a entender ciertas cosas. Es verdad que, en el momento en que te conviertes en madre o en padre, hasta cierto punto dejas de ser un poco hijo. A mí esa clave me falta.

M.G.- Ya. Bueno, y empiezas a leer la novela... ¿O ensayo...?

I.M.- Novela, novela. Es una historia de ficción.

M.G.- Pero hay como una mezcla de géneros.

I.M.- Sí, es una novela que está construida con una mezcla de géneros, si quieres llamarlos géneros. Es una hibridación de cantidad de herramientas narrativas en las que me he permitido usar todo, desde la narración más convencional de una novela más convencional, el uso de la segunda personal o el relato, que es una de mis debilidades. Hay un relato dentro de la novela, como también hay conversaciones de WhatsApp, tweets, entrevistas periodísticas. Es un gran collage, pero porque la vida lo es. A mí me interesa la literatura que subvierte los géneros, la literatura que no tiene ni etiquetas ni límites tampoco, y eso es lo que he buscado en esta novela.

M.G.- Romper barreras.

I.M.- Sí, eso es.

M.G.- Hay muchas referencias literarias,  referencias a obras teatrales, al cine. ¿De qué manera encajan todas estas citas, todas estas referencias en lo narrado? Es como si dieran cohesión a la relación de Candela con Andrea, su pareja. ¿Cómo encajan?

I.M.- De una manera muy armónica. Igual que la literatura desempeña un papel crucial en nuestras vidas, ese papel también lo tiene el teatro, o el cine. Digamos que permiten un equilibrio muy armónico. Para mí la música tenía que estar presente en la novela, porque muchas veces veo películas que tienen una banda sonora extraordinaria y siempre pienso que esa banda sonora, no solo da coherencia a la película, sino que se convierte incluso en un personaje más. ¿Por qué no hacer eso mismo en una novela, en una ficción narrativa? Y eso es lo que he querido hacer en esta novela, donde la música, con ese enorme poder evocador que tiene. Cuando escuchamos una canción, tal vez nos vamos mentalmente al lugar en el que la escuchamos por primera vez, o a ese momento que compartimos con alguien. Cuando escribí mi primera novela, Azules son las horas, me pasé toda la escritura escuchando a un pianista que se llama Dustin O'Halloran y cada vez que escucho a ese pianista, vuelvo a aquella novela rápidamente. Aquí, la novela tiene ese papel cohesionador, ese papel evocador y narrativo, también. 

M.G.- Y hay una lista de Spotify, en la que podemos encontrar temas muy concretos. Me gustaría preguntarte por esos temas, por qué esos y no otros. Y luego también me llama mucho la atención las fotografías que se insertan en el libro.

I.M.- Con respecto a la música, esos temas son las canciones favoritas de Candela. Es la música que, de algún modo, ha ido construyendo su relación con Andrea, su propia vida. Asocia esas canciones a momentos muy concretos y determinados, ya sean más tristes o más alegres. La música es que siempre está presente en nuestra vida, por lo menos, en la mía, y tenía que estar también muy presente en la de Candela. Además es que son temas muy variados, y de distintas épocas, como pueden ser Gino Paoli o Suzi Quatro, u otras más actuales, como McEnroe, con la voz maravillosa de su cantante, Ricardo Lezón, o La bien querida, Xoel López o Depedro, que es un cantante fantástico. Bueno, pues también hibridación. Volvemos otra vez a la mezcla. No hay un género musical o un estilo musical que predomine entre el resto. Creo que la mezcla nos hace crecer. Eso con respecto a las canciones. 

Con respecto a las fotografías son un elemento narrativo más de este collage al que me refería. Pero no sólo las fotografías, sino también los documentos. Insisto, me he dado la libertad de recurrir a toda la documentación y a todo el material que necesitaba para poder construir,—ese es el verbo—, la historia de Otra versión de ti.

M.G.- Y en esa otra versión de ti, Candela y Andrea son las dos protagonistas. ¿Cómo es la relación entre ambas mujeres? En la novela veremos que quizá Andrea no conocía suficientemente a Candela, aunque nunca se termina de conocer a la persona con la que vives.

I.M.- Claro. La identidad es un tema crucial en esta novela. Esta es una novela sobre la identidad, sobre esa búsqueda incesante que todos emprendemos en algún momento de nuestra vida, para saber quiénes somos y que yo creo que nunca llegamos a terminar del todo, a perpetrar del todo. Y aquí se mezcla con la relación de pareja que mantienen Candela y Andrea. Se puede trasladar a cualquier pareja, en realidad. ¿Cuándo llegamos a conocer a la persona que tenemos a nuestro lado? ¿Cuándo la llegamos a conocer del todo? ¿Acaso es posible? ¿Acaso nosotros mismos nos conocemos del todo? ¿Cuántas versiones hay de nosotros? Pues ahí está el título. Otra versión de ti, que es esa versión que Andrea va descubriendo en el ordenador de Candela cuando esta desaparece y que es toda esa documentación que ella ha ido recopilando durante los meses previos para tratar de escribir el libro sobre su madre.

M.G.- He leído ese WhatsApp largo que aparece en la novela, en el que Candela le dice a Andrea que ha tomado la decisión de escribir un libro. Y yo veo dos posiciones tan distintas. Por un lado, Candela como muy entusiasmada, casi rozando lo obsesivo, y Andrea, más cautelosa. Me ha parecido un WhatsApp muy interesante, porque creo que desvela la actitud de cada una de ellas, el sitio que ocupa cada una.

I.M.- Claro. Candela se obsesiona con escribir ese libro, lo siente como una necesidad, porque teme que, una vez fallecido su padre, pierda a los dos, a su padre y a su madre, definitivamente. Y la única manera que tiene o que se le ocurre para poder retenerlos es a través de la literatura. Cree que trasladándolos a las páginas de un libro, eso le va a permitir vivir o revivirlos a través de la escritura. Y luego, por otra parte, está Andrea, que asiste sin poder hacer mucho más que estar y acompañar a esa deriva, rozando la autodestrucción de Candela, que ve que comienza.

En esta novela es fundamental el acompañar. En esta novela y en la vida, porque lo primordial y lo fundamental es saber estar al lado de alguien que sufre y que está pasando por un momento doloroso, por un momento trágico. Y para mí era muy importante que esa figura quedara iluminada, poner el foco sobre ella, porque a veces se nos olvida. Es decir, es crucial el papel del cuidador, de la persona que cuida a alguien que está enfermo o que está moribundo. Pero, ¿qué pasa con la persona que cuida del cuidador? Y esa persona es Andrea.

M.G.- Lo de la figura del cuidador es, para mí, una asignatura pendiente en esta sociedad porque, los que hemos tenido que cuidar, nos hemos sentimos muy desprotegidos emocionalmente y en todos los sentidos. Muy sola.

I.M.- Claro, y más allá. Y todavía más el papel del que cuida al cuidador porque el cuidador, además, es que no se deja cuidar.

M.G.- Eso es, exactamente. 

Inés, quería preguntarte por la voz narrativa. Es Andrea la que se dirige constantemente a Candela. Pero esa voz, no sé si es la voz propia de Andrea o la voz propia de Inés, que intenta buscar el camino para comunicarse a través del personaje.

I.M.- Inés está en todas las voces. Inés Martín Rodrigo está en todas las voces porque las ha creado. Y está en todos los personajes porque los ha creado, los ha inventado. Esa voz en segunda persona tenía que ser en segunda persona porque el lector escucha y el lector asiste a ese soliloquio, a ese monólogo casi que emprende, que comienza Andrea en su propia mente, una vez que descubre que Candela ha desaparecido. Entonces, se dirige a ella casi como  sucede en Cinco horas con Mario, con la diferencia de que, en el caso de Delibes, el marido ha fallecido y aquí no sabemos lo que ha sucedido. No sabemos si es una desaparición temporal, circunstancial,... El lector tendrá que ir avanzando en la lectura para descubrirlo.

M.G.- ¿Por qué la segunda voz narrativa está tan poco explorada en literatura?

I.M.- Porque es muy difícil escribir una novela cuya voz narrativa sea en segunda persona. Es una voz muy difícil de conseguir, muy difícil de apresar, muy difícil de contener, porque se va. Pero una vez que la tienes, una vez que la encuentras, es maravilloso. Es maravillosa porque lleva al lector a donde tú quieras. Y en este caso concreto, yo quería que se metiera en la cabeza de Andrea, que sintiera con ella, que sufriera con ella, que riera con ella, que asistiera a ese caos que, de repente, empieza a extenderse por su vida y sin embargo, trata de contenerlo. Entonces, ahí está.

M.G.- Inés, cuando llego a esa primera página de la novela y leo lo siguiente: «Estabas empezando a olvidarte de tu madre y cada vez te costaba más recordarla su cara, su voz, sus manos, sus gestos, sus gustos, su carácter», tuve que levantarme e ir a mi ordenador. Tengo grabada la voz de mis padres.

I.M.- ¿Y las escuchaste?

M.G.- Sí. Llevaba muchos años sin escucharlos pero, al leer esas líneas, me tuve que levantar para escucharlos de nuevo. Nunca me alegraré más de haber tenido la idea de grabar a mis padres, su voz. Tengo fotografías, claro, pero olvidar su voz, el tono de sus voces, me espeluznaba.

I.M.- Claro, es que además la voz es algo... Lo dice Belén en la novela. Candela le pide a Belén un texto en el que describa quién cree que era la madre de Candela. Y Belén le responde algo así como que la voz dice mucho de la personalidad de una persona y es verdad. 

Es curioso porque ahora no valoramos eso. Estamos permanentemente haciendo grabaciones y tenemos multitud de vídeos. Creo que demasiados. Pero hace treinta, cuarenta, cincuenta años no era así. Y aquellas voces se han perdido. Además es que recordar una voz es casi tan difícil como recordar un olor. Y una vez que se pierde esa evocación, tienes una sensación de vacío.

Hay un libro precioso que publicó Periférica hace unos meses. Se titula, precisamente, La voz. Es de una autora japonesa, no recuerdo ahora su nombre, que viven en Francia [Se refiere a La voz sombra de Ryoko Sekiguchi]. Precisamente, en esa novela, se reflexiona sobre lo que sucede con las voces de nuestros muertos, a dónde van, cómo permanecen en nuestro recuerdo.

M.G.- Yo tengo a buen recaudo las mías y, además, como me da miedo perder esas grabaciones, las guardadas en varios dispositivos.

I.M.- Haces bien. 

M.G.- Sí. Bueno, me comentaste antes que tu madre falleció siendo muy joven. Estamos hablando de recuerdos, de la imagen que tenemos de nuestros padres. ¿Qué tal de potente es ese recuerdo de tu madre? ¿Es nítido o, al contrario, está difuminado?

I.M.- Bueno, mi madre, su ausencia, está siempre muy presente en mi vida. Ahora, gracias a esta novela, está más presente ella y menos su ausencia. Es un recuerdo que, durante muchos años ha sido un recuerdo muy doloroso, ha sido un recuerdo triste, angustioso incluso, pero que insisto, en gran parte, gracias a haber escrito esta novela, ahora es un recuerdo también en parte bello y en parte hermoso. Yo he recuperado a mi madre, he recuperado la sonrisa de mi madre, he recuperado la alegría de mi madre. Y bueno, esa es una herencia que ella me dejó, de la que yo no era consciente y que he descubierto gracias a esta novela.

M.G.- Las lecturas cambian a los lectores, al menos, ciertas lecturas, y estoy convencida que la escritura opera del mismo modo con los escritores. En este caso, tras escribir este libro, ¿tú sientes que hay una Inés antes y una Inés después?

I.M.- No tanto, no. Pero sí una escritora mejor. Yo he crecido mucho como escritora con esta novela, pero muchísimo. Y estoy muy orgullosa de haberla escrito, muchísimo, porque era un reto inmenso. A mí me gustan mucho los riesgos literarios, los riesgos creativos, los personales, ya menos. Y estoy muy orgullosa de haberlo hecho, de verdad que sí. Y me colocaba en un lugar literario al que creo que pertenezco y en el que me quiero quedar.

M.G.- Inés, yo continuaré con la lectura de esta Otra versión de ti. Seguramente encuentro a mi madre en estas páginas. Segurísimo.

I.M.- Seguro que sí.

M.G.- Te agradezco que hayas venido a Sevilla y que hayas compartido este momento conmigo.

I.M.- Nada, un placer.

Sinopsis: Hace casi una década que Andrea y Candela son pareja y en estos años su amor ha tenido que convivir con los golpes habituales de la vida. Candela es escritora y desde muy pequeña la pérdida la acompaña: de niña le sorprendió la temprana muerte de su madre y desde entonces le persigue su recuerdo. Ahora, veintiséis años después y en su mejor momento, todo estallará de nuevo cuando tenga que asumir otro adiós. Será cuando se obsesione con escribir un libro que la ayude a descubrir quién fue su madre, esa mujer casi desconocida para ella, y construir por fin un relato claro y reconfortante. Para ello recopila testimonios de familiares, amigos y expertos en neurología, psicología y fotografía, además de documentos e imágenes… Piezas de un puzle que, tras la misteriosa desaparición de Candela, Andrea tendrá que resolver. Será ella quien le irá contando al lector la historia de ambas y la de la incesante búsqueda de una identidad personal y familiar a partir de un amor infinito.


Otra versión de ti es una obra deslumbrante sobre la recomposición de los recuerdos que nos construyen, el temor a perderlos y la búsqueda incansable por preservarlos. Una novela sobre el amor a la pareja, el amor a la vida. En definitiva, un alegato del amor al amor. 


viernes, 18 de julio de 2025

EL ALUMNO de José Antonio Lucero.

Editorial: Ediciones B
Fecha publicación: junio, 2025
Precio: 22,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 432
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788466682299
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]

Autor

José Antonio Lucero (Rota, 1988) es profesor de Ciencias Sociales y Lengua y Literatura en Educación Secundaria. Licenciado en Historia y Máster en Escritura por la Universidad de Sevilla, colabora con varios medios digitales como blogger y youtuber desde su canal La cuna de Halicarnaso, donde combina historia, cultura y docencia, sin perder de vista las referencias a la cultura pop y a los fenómenos de masas. En 2018 fue finalista del XXIII Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla.

Además de historiador y profesor, Lucero es autor de las novelas La vida en un minuto y La madrina de guerra (Ediciones B), y de ¿Por qué los primeros emojis se escribían en arcilla?, un divertido libro de historia para niños a partir de 9 años, y de La maestra.

Sinopsis

Septiembre de 1955. Roque, un joven maestro que en el pasado fue un alumno difícil, llega a una escuela de la sierra de Sevilla con el deseo de que los niños puedan soñar con un futuro mejor, lejos del estruendo de la violencia y la lacra de la dictadura.

Poco a poco conseguirá sembrar en los pequeños la curiosidad por el conocimiento y descubrirles la belleza de las palabras a través de la poesía.

Sin embargo, sus inquietudes pedagógicas, heredadas de la maestra de su infancia, Lali, no casan con el estricto engranaje educativo del régimen ni con los ideales del director del centro, quien pronto empezará a sospechar de él. Y es que Roque esconde un secreto del pasado: busca algo que le arrebataron cuando era un niño, tras la detención de su profesora y su ingreso en un siniestro internado franquista, donde, a pesar de todo, descubrió que enseñar puede ser un acto de resistencia.

[Información tomada de la web de la editorial]

El pasado mes de mayo, José Antonio Lucero no faltó a su cita con Sevilla. Desde que comenzara a publicar, y con cada novela, el autor de Rota acude a la capital hispalense para iniciar el tour de promoción. Es fiel a esta rutina y, desde los inicios, es fiel también a contar con esta que os escribe como maestra de ceremonias. Conocí a Lucero cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo al publicar lo que supuso su debut literario, La vida en un minuto (puedes leer la entrevista aquí) y, a raíz de aquella conversación, he tenido el privilegio de acompañarlo en cada presentación que ha hecho en Sevilla, con La madrina de guerra (puedes leer aquí), La maestra (puedes leer aquí) y ahora con El alumno. Casi me siento parte de sus novelas, a través de las cuales he conocido un poco más a su autor y, más concretamente, la tremenda vocación que siente por la enseñanza. Y es que, para los que no lo sepáis, José Antonio es profesor de Ciencias Sociales, Lengua y Literatura en Educación Secundaria. Licenciado en Historia y Máster en Escritura por la Universidad de Sevilla, siente una gran pasión por la Historia, que trata de divulgar a través de su canal de YouTube La cuna de Halicarnasso.

Centrándonos en lo que nos ocupa hoy, vengo a contaros cómo transcurrió la presentación de El alumno y mis sensaciones después de haber leído esta última novela de Lucero. El alumno se puede entender como una continuación del libro previo, La maestra, pero, desde ya, os adelanto que no hay necesidad de leer la anterior para poder disfrutar de esta última, una cuestión sobre la que le pregunté al autor durante la presentación. José Antonio Lucero nos aclaró que se pueden leer de manera independiente, aunque, obviamente, la experiencia lectora aumenta si se leen de forma correlativa. En cualquier caso, él nos explicó que la disposición de las tramas en ambas novelas permitirían también leer la historia de manera inversa, es decir, primero El alumno y después La maestra.

¿De qué trata El alumno?

La sinopsis ya nos da suficientes pistas. De entrada, nos ubica en el año 1955. Este es el punto temporal de partida, aunque nos iremos moviendo, de vez en cuando, por la línea del tiempo. En esas fechas, el joven Roque Martínez acaba de sacar plaza definitiva como maestro. Llegará a Encinar de la Sierra, un pueblo de la sierra norte de Sevilla, con una gran vocación, con muchas ganas de ejercer la docencia, siguiendo unas prácticas pedagógicas que no todo el mundo verá con buenos ojos. A Roque no se lo van a poner fácil. Por un lado, porque estamos en los años 50, en plena dictadura y todo lo que se había avanzado en temas de educación durante la República quedará ahora sepultado bajo una espesa capa de tierra. Ahora, será el régimen franquista el que determine, bajo los preceptos del nacionalcatolicismo, lo que un maestro puede o no puede enseñar. 

Pero Roque recibió una educación muy distinta de aquella que ahora se siente obligado a impartir. Él es uno de los herederos de la Institución Libre de Enseñanza, fruto de una educación liberadora, alejada de cualquier creencia religiosa, que fuera impuesta en las aulas como una obligación inamovible.


«... de ese Dios a quien yo no reconocía de entre las enseñanzas que recibí de pequeño, como si el cristianismo no fuera en realidad monoteísta y nuestro Señor adoptara múltiples formas». [pág. 200]


Roque viene de un sistema educativo que apostaba por ampliar los horizontes de los escolares, por hacerlos pensar, por animarlos a tener criterio propio, y ofrecerles la oportunidad de poder ir más allá de las cuatro calles de su pueblo. A Roque le gustaría enseñar a sus alumnos lo que sus maestras le enseñaron a él, pero se va a encontrar con altos y sólidos muros. 

Al margen de esta trama que compone el presente de la novela, el lector viajará al pasado para conocer a un Roque adolescente, recluido en un frío e inhóspito internado de Madrid. Algo ocurrió allí que va a condicionar para siempre su vida y cuyos hechos darán lugar al desarrollo de ciertos sucesos en esta novela. 

Esto es, a grandes rasgos, el argumento de El alumno. Pero...

¿Qué tiene que ver esta novela con La maestra, la anterior publicada por el autor?

Pues mucho. El alumno casi se podría entender como un spin-off de la novela previa. Es decir, un personaje algo secundario de La maestra se convierte ahora en el protagonista de El alumno. Y es que, los que ya leímos aquella novela, descubrimos en esta que a Roque Martínez lo conocimos siendo un niño, cuando residía en Alcalá del Valle,  un pueblo de la provincia de Cádiz, y acudía a la escuela, donde Juana y Lali, las protagonistas de la novela anterior, eran las maestras. Juana y Lali fueron maestras de la República, docentes que, como las dos terceras partes del cuerpo de docentes de España en aquellos años, sufrieron lo que se llamó un proceso de depuración, con la llegada de la dictadura. ¿En qué consistía ese proceso de depuración? Pues José Antonio Lucero lo cuenta muy bien en La maestra pero, para despertar tu curiosidad te diré que consistía en apartar a los maestros y a las maestras de su profesión, desterrarlos de sus aulas, inhabilitarlos de por vida para purgar el sistema educativo, para eliminar cualquier vestigio que llevara el sello republicano, las ideas de libertad, y de progreso. 

Aunque el autor creyó que con La maestra había cerrado un ciclo de novelas ambientadas en la Segunda República, la guerra civil y el inicio del franquismo, de repente, surgió la idea de El alumno. Impulsado por su editora, Lucero quiso retomar la historia de Roque, aquel niño, alumno de Lali y Juana, cuya presencia tuvo especial repercusión en el devenir de aquellas dos maestras. A Roque lo dejamos, en la novela previa, en un punto complicado de su vida, con el peso de la culpa lastrando su alma.

¿Qué me ha gustado de la novela?

Hasta el momento, no puedo decir más que siempre he disfrutado mucho de las novelas de José Antonio Lucero. El autor roteño no sólo nos cuenta una historia, en la que la vida de varios personajes se entremezcla, sino que también se fija en algún episodio del pasado, en algún momento histórico, o en alguna cuestión de índole político-social para retratarnos la España de esos años. Es lo que lleva haciendo desde que publicó La vida en un minuto. Es lo que ha vuelto a hacer en esta ocasión, retomando la estela que ya dibujó previamente en La maestra, y poniendo el ojo en las vicisitudes que ha sufrido el sistema educativo durante el pasado siglo XX.

Si bien es cierto que Lucero se centró previamente en contarnos cómo ejercían la docencia los maestros y maestras durante la República y el proceso de depuración que sufrieron durante la guerra civil, lo que el autor pretende con El alumno es mostrar a los lectores el giro brutal que sufrió el sistema educativo con la llegada del régimen de Franco. «¿Qué ocurrió con aquella renovación del Magisterio que intentó llevarse a cabo en España y que la guerra civil y el franquismo cercenó?», se pregunta Lucero. Esta fue la idea que animó al autor a apostar por la historia de Roque, para mostrar a los lectores que enseñar puede ser un acto de resistencia, a pesar de las situaciones que se puedan vivir.

A ese acto de resistencia nos asomaremos en esta historia como reflejo de una realidad, la existencia de docentes españoles, quienes, como apuntó Lucero eran «rupturistas y generaron una pequeña revolución en sus aulas" José Antonio nos contó que había tenido la oportunidad de leer testimonios de algunas personas que tuvieron una relación directa con esos docentes, en cuyas aulas se hablaba de otras cuestiones muy distintas a aquellas que venían impuestas por el nacionalcatolicismo.

En El alumno, como ya vimos en La maestra, vamos a conocer de primera mano cómo era dar clases en un entorno rural, en municipios pequeños, donde el único medio de subsistencia era la agricultura y la ganadería, en reductos donde los padres se preguntaban para qué tenían que ir sus hijos a la escuela si, al fin y al cabo, el futuro que les deparaba la vida no era más que cuidar cosechas y ganado. Ni siquiera la educación era considera como un bien para el individuo entre las familias más pudientes, que veían la universidad como «un nido de rojos».

Asomarme a ese mundo, al mundo de los docentes de aquella época, a las vidas de aquellos maestros y maestras que quisieron cambiar el mundo desde las aulas, para volver a ver cómo su vocación era pisoteada por el régimen de Franco, ha sido más que interesante, una lectura que me ha servido para ampliar aún más lo aprendido a través de documentales como Las maestras de la República, o películas como La lengua de las mariposas o El maestro que prometió el mar. 




Roque Martínez y los poderes fácticos de Encinar de la Sierra

Decía antes que a Roque lo conocimos en la novela anterior siendo un chiquillo. Ahora, en El alumno, lo vamos a ver convertido en un adulto, con treinta y pocos años, soltero y portando cicatrices, no sólo sobre su piel, sino también sobre su alma. Sobre Roque conoceremos que mantiene una relación muy complicada con su padre, con quien no habla hace más de veinte años. Algo ocurrió en la novela previa que hizo que aquella relación, nada fácil, terminara por quebrarse definitivamente.

Durante la presentación, Lucero nos contó que ha sido uno de los personajes más difíciles de construir porque este maestro, con esas ganas tremendas de enseñar a sus alumnos, arrastra un pasado muy pesado. «Todos los actos que lleva a cabo Roque en el presente deben ser consecuentes con su pasado», afirmó. Añadiendo, además, que ha volcado mucho de sí mismo en la construcción de este personaje porque «Roque entiende la educación y la docencia como la entiendo yo mismo», aclaró.

Para mí, Roque es un personaje noble. Quizá lo que vivió en el pasado le convierte en un adulto que siente especial predilección por los débiles, por los desterrados de cualquier sociedad, por minúscula que sea, como ocurre en Encinar de la Sierra, como ocurre con un niño de nombre Saúl, del que no os puedo desvelar mucho. Roque siente a sus alumnos como algo propio, forjando con ellos un vínculo fuerte y sólido,  hasta el punto de que los niños son capaces de comprometerse en ciertas acciones que pueden acarrearle severos problemas, con tal de ayudar a su maestro.

Y mientras tiene el apoyo de los pequeños, Roque también se fustiga. Lo hace al compararse con las que fueron sus maestras, con Lali y con Juana, quizá pensando que no estará a la altura, que no va a cumplir con lo que ellas hubieran esperado de él. Roque quiere hacer mucho por sus alumnos pero tiene la alas cortadas, sintiendo siempre la fría sombra de los poderes fácticos del pueblo a sus espaldas, la presencia de Isabelino Díaz, el alcalde; de Francisco Pérez del Río, el gobernador civil; de Don Enrique, el director de la escuela; o del cura. Todos ellos cuestionaran sus métodos y Roque caminará sobre una cuerda, temiendo caer al vacío. 


«Está enseñando a los niños a cuestionar las verdades sagradas. ¡La duda es el primer paso hacia la rebeldía, contra Dios y contra España!». [pág. 245]


Y se hostiga también por lo ocurrido en aquel internado, en el que compartió días de frío y castigo con su amigo Justo. Roque no se considera buen amigo y cree que tiene una deuda pendiente.  Por eso, precisamente, por esa deuda que tiene con su amigo Justo y con el pasado, eligió plaza en Encinar de la Sierra y no en cualquier otro lugar.


«Decirle por qué está en este pueblo, qué o a quién busca, por qué persigue los fantasmas del pasado que lo más sensato sería poder dejar atrás». [pág. 227]


Los personajes femeninos

No puedo dejar de hablar de los personajes femeninos de la novela. Azucena y Lola asomarán a las páginas de la novela, aunque no se conocerán porque no coincidirán en el tiempo. Estas dos mujeres se podrían entender como la representación de dos tipos de amor. Azucena podría encarnar ese amor de juventud, algo alocado y deseoso de exploración, mientras que Lola viene a representar un amor más maduro.

Lola es un personaje que enamorará al lector y lo conseguirá por méritos propios. Para Lola, la vida es fácil, o debería serlo. Hija del Gobernador Civil, tiene a su alcance lo que otros muchos no tienen. Sin embargo, con Lola nos esperan grandes sorpresas. Ella nos va a demostrar que es una mujer con criterio. En una época, en la que el papel de la mujer estaba reducido a la nada, Lola va a tomar sus propias decisiones e incluso hará frente a los suyos.

Sobre Lola, José Antonio nos contó que siempre ha querido contar la historia de mujeres que rompieron barreras en la Historia, «siempre infravaloradas e infrarepresentadas en los procesos históricos». Azucena y Lola, cada una en su momento, cada una dentro de sus propias circunstancias, serán mujeres que romperán moldes, muy alejadas del conformismo, de la sumisión, de lo que social y familiarmente se podría esperar de ellas. Estoy convencida de que ellas dos te conquistarán, lector.

Temas

Al margen del mundo de la docencia, y sin querer desvelar mucho sobre la novela, hay ciertas cuestiones de interés en las que Lucero se adentra. Por un lado, y unido a la temática de la guerra civil española, El alumno nos va a permitir conocer, no sólo a los vencedores, sino también a los vencidos, a todos aquellos hombres que tuvieron que huir para evitar una muerte segura, o que se tuvieron que ocultar en los lugares más insospechados. La novela explora ligeramente la red de ayuda que se tejió entre los republicanos para ayudar a aquellos que necesitaban alejarse de España y buscar otro lugar en el que iniciar una nueva vida, lejos de un país roto, tras una guerra fratricida que destrozó a familias entera, condenadas al ostracismo por tener un familiar en el supuesto bando equivocado.

La Iglesia y los abusos en el seno eclesiástico será otro de los temas que dan pie al desarrollo de los hechos, o las vidas en los internados religiosos, donde los alumnos eran enviados a otros lugares para desempeñar una actividad laboral en condiciones muy precarias. Al hilo de esta cuestión, José Antonio nos contó que había leído testimonios en los que se narraban cómo algún internado usaba a los niños como mano de obra semi-esclavo. «Se los llevaban a los montes de León para cuidar vacas o a las minas de Asturias». Allí desarrollaban una labor remunerada, aunque del supuesto salario, ni el niño ni su familia veían una sola peseta, sino que se lo quedaba la dirección del internado.

Nos contó Lucero que, abordar todos estos temas, sirve para abrir habitaciones ocultas de nuestro pasado reciente, sacar a la luz episodios de la Historia, aunque sea a través de la ficción para contar historias humanas.

Referencias literarias y cinematográficas

Entre alguna fugaz referencia cinematográfica que sirve para medir el pulso de la época, la poesía no falta. Ya lo vimos en La madrina de guerra, donde nos topamos con un cameo de Miguel Hernández. El poeta de Orihuela vuelve a asomar en este libro. Lo hace a través de sus versos, porque la poesía es vehículo de aprendizaje, al menos, eso es lo que intenta Roque con sus alumnos, enseñarles por medio de los versos de insignes poetas, o por los versos del propio Lucero, que también se cuelan en las páginas del libro. 

Para José Antonio, Miguel Hernández es un referente importante«Todos mis personajes masculinos se parecen a Miguel Hernández», a ese hombre nacido en un entorno rural, como le ocurre a sus propios personajes.

Estructura y estilo

Estructurada en cinco partes que se cierran con un epílogo, la novela cuenta con cuarenta y dos capítulos para desarrollar una trama que, como dije antes, se mueve en el tiempo. Por un lado, los capítulos que transcurren en los años 50, en Encinar de la Sierra. Por otro, lo sucedido entre los años 30 y 40, en ese internado de Madrid, donde Roque pasará un tiempo. Incluso, nos podremos asomar levemente al año 1972. Pero el lector encontrará también un salpicado de capítulos escritos en primera persona. El narrador se dirige a otra persona, le cuenta partes de su vida, un relato emotivo y sincero, pero, ¿a quién le habla? Es algo que iremos descubriendo con el paso de las páginas.

Con un estilo evocador, José Antonio Lucero vuelve a regalarnos una historia en la que se nota el amor que siente por su profesión. Y también por su familia, porque aquella presentación se cerró con unas palabras del autor dirigidas a su mujer, a la que hizo entrega de un ramo de flores. «Para mí, escribir es un proyecto familiar y sin la ayuda de mi mujer no hubiera podido escribir ninguna de mis novelas», declaró. Fue un bonito gesto que emocionó a algunos de los allí reunidos.


En definitiva, si os tengo que recomendar una novela para las vacaciones de verano, no me lo pienso, os animaría a leer El alumno, y La maestra, y La madrina de guerra y La vida en un minuto, todas ellas historias de personas muy humanas, muy sencillas, muy apegadas a la tierra, con las que, estoy convencida, vas a disfrutar mucho.


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí en tapa blanda y aquí en Kindle



martes, 15 de julio de 2025

PILAR GONZÁLEZ ÁLVAREZ: ❝Lo sobrenatural, la magia, o lo paranormal es una constante en mis novelas❞

No conocía a Pilar González, a pesar de ser escritora residente en Sevilla. Cuando me llegó su novela Solo la lluvia (Espasa) no esperaba encontrarme con alguien que ha había publicado con anterioridad. Siempre es un placer conocer a nuevos autores. En este caso, Pilar González nos presenta una historia negra, un thriller, que tiene como protagonista a Candeloria Navarro, una medium que colaborará con la policía en la resolución de un asesinato, que todavía no se ha cometido.

Os dejo con la entrevista.

M. González.- Pilar, un placer conocerte. Eres de aquí, nacida aquí.

P. González.- Soy sevillana, sí.

M.G.- Y no te conocía. Esta ciudad no es muy grande, aunque sí hay bastantes escritores. A ti no te conocía pero me alegra hacerlo ahora. Y esta no es tu primera novela, así que, para empezar, me gustaría que me contaras sobre tu trayectoria literaria.

P.G.- Pues, si no recuerdo mal, empecé a publicar en el 2004. Lo que ocurre es que, en aquella época, lo que escribía eran libros de autoayuda y de desarrollo personal, relacionados con mi profesión. Me pareció que era una buena forma de dar a conocer a más gente qué tipo de técnicas trabajaba. Así que, publiqué un primer libro, de nombre El despertar de... Era un poco novelado pero iba sobre el crecimiento personal o el crecimiento interior. Luego, tuve un parón bastante grande pero en 2015 volví a publicar sobre ese tema. Publiqué varios libros y, desde entonces, no he dejado de hacerlo. 

Conocí la autopublicación a través de Amazon y eso me llevó a publicar también ficción, que es lo que realmente me gusta escribir. Me fue bastante bien, así que, he seguido publicando prácticamente una vez al año.

M.G.- Pues sí que tienes trayectoria. Y esta novela la dedicas a la Hermandad de Escritores. Cuéntame qué es eso.

P.G.- Pues es un grupo de escritores. Al principio, casi todos éramos autopublicados. Éramos como los hombres o las mujeres orquesta porque había que hacer de todo, aparte de escribir, maquetar, diseñar la portada, las correcciones,... Todo el trabajo. A veces, se nos hacía un poco cuesta arriba y era algo muy solitario. Así que fuimos empezando a conectar a través de las redes y formamos un grupito de apoyo que ha sido fundamental para la mayoría. Luego nos hemos ido conociendo en persona, hemos tenido encuentros y hemos formado una hermandad maravillosa para mí. Algunos de ellos ya están publicando con editorial como, por ejemplo, Lara Beli que el año pasado escribió un libro maravilloso que se llama Libre es mi corazón, sobre Rosalía de Castro. No sé si las conoces.

M.G.- No, no. 

P.G.- Tuvo muchísimo éxito. Bueno, pues en la hermandad nos hemos ido apoyando, al principio, a nivel literario, nos hemos leído, nos hemos hecho sugerencias editing unos con otros,... Por eso se lo dedico a ellos.

M.G.- Un gesto muy bonito. Pues en Solo la lluvia, vamos a conocer a Candeloria Navarro, una mujer muy especial, de la que después vamos a hablar. Ella empieza a colaborar con la policía para resolver varias investigaciones criminales. Se dice de esta novela que es un drama psicológico, un thriller sensorial y con toque de realismo mágico. Todo eso, ¿cómo se combina?

P.G.- Cuando empecé a escribir ficción, de lo que me di cuenta es de que me gusta mezclar géneros. No sé por qué pero me sale así. Y, en esta novela, efectivamente hay un poco de suspense, un poco de misterio y también un poco de ficción histórica. Es como un cóctel molotov que parece que ha quedado bastante bien, según las opiniones que empiezo a recibir. Está gustando bastante. Siempre mezclo géneros. Y luego está el tema sobrenatural, la magia o lo paranormal, como quieras llamarlo. Es una constante en mis novelas, a excepción de una.

M.G.- Te interesa el tema.

P.G.- Sí, es un tema que me atrae y que me sale casi de manera inconsciente.

M.G.- Pilar, tengo una curiosidad tonta. ¿Por qué Candeloria y no Candelaria?

P.G.- Porque la novela está ubicada en Galicia, en A Coruña. Buscaba un nombre que significara luz, llama, como una guía. Lo primero que se me ocurre es Candela pero quería un nombre que fuera más gallego. Y existe Candelaria pero luego encontré que Candeloria es un nombre más antiguo y que se ha castellanizado como Candelaria. Así que, aunque Candeloria está ya en bastante desuso, aún se emplea y es más gallego que Candelaria. Por eso lo elegí. 


[Si quieres escuchar nuestra conversación, clic al vídeo]

M.G.- Y es muy original, sí. Bueno, pues hemos dicho que Candeloria es una mujer muy especial porque tiene un don. ¿Qué don es ese?

P.G.- Ella tiene un don que vive como si fuera una condena. Tiene la capacidad psíquica o extrasensorial de conectar con personas que han fallecido. O, más bien al contrario, son las personas fallecidas las que contactan con ella. Ella no hace nada para que eso ocurra. Y lo vive como si fuera un castigo, una condena o una maldición. Es algo que la tiene aterrada desde pequeñita y, de alguna manera, la ha aislado. Siente que la rechazan por eso, que su madre ha querido que siempre fuera un secreto. 

M.G.- E incluso los médicos no le dan ningún tipo de credibilidad. No lo ha tenido nada fácil.

P.G.- Claro, los médicos piensan que tiene esquizofrenia, epilepsia,... Lo que se suele decir cuando se tiene algo que no típico ni normal. A eso se le añade también que no es una persona muy agraciada. Siempre ha tenido tendencia a engordar un poquito. No es que fuera obesa pero tú sabes, los niños se metían con ella, se reían de ella, la apodaban albóndiga,... Bueno, todo eso va conformando su carácter y ella se ha sentido acomplejada, aislada, como un bicho raro.

M.G.- Generalmente, las personas que tienen este don les viene de herencia. No sé si es el caso de Candeloria.

P.G.- No. En este caso no hay ningún antecedente. 

M.G.- Y la relación que tiene con sus padres es un poco...

P.G.- Sí, sobre todo con el padre, que la rechaza. La madre, aunque no lo lleva bien, sí que la sobreprotege, en alguna medida.

M.G.- Pilar, algo que me llama mucho la atención y me gustaría que me explicaras. En la novela se cuenta que este tipo de don también se puede entrenar, que no es necesario nacer con él.

P.G.- Sí, sí, sí.

M.G.- Y eso, ¿cómo se hace?

P.G.- Hay una asociación. 

M.G.- ¿La UME?

P.G.- Sí, la Unión de Mediums y Espiritistas, aunque esta es inventada. Hay otros muchos grupos que existen desde hace muchísimo tiempo. Creo que uno de los primeros fue el Club Fantasma, del que hablo en el libro, que se fundó en 1800 aproximadamente. En este tipo de asociaciones se reúne para hablar sobre temas sobrenaturales, sobre espiritismo y cosas así. Y ellos mantienen que ciertas capacidades se pueden desarrollar a base de entrenamiento.

M.G.- Y digamos que hay un elemento natural que tranquiliza a Candeloria y que da título a la novela.

P.G.- Sí, el libro se llama Solo la lluvia porque, de alguna manera, es el elemento que a ella la calma. La lluvia hace que el miedo desaparezca. Es como un bálsamo para ella. La frase "solo la lluvia" aparece en el texto en bastantes ocasiones. Me pareció un título ideal.

Fíjate que yo empecé el libro con la idea de otro título y acabé cambiándolo porque me di cuenta de el título tenía que ser Solo la lluvia. Y no sólo porque es un elemento importante para la protagonista, sino también porque era más acorde al tono de la novela, con el clima del escenario principal. Me pareció un título bonito y evocador. 

M.G.- Hemos dicho que ella ayuda a la policía a resolver ciertas investigaciones criminales. De hecho, lo que ella pretende, al tener una premonición, es tratar de evitar que se cometa un asesinato. ¿Ese podría ser el núcleo de la trama?

P.G.- Sí. Hasta ese momento lo que haya ha experimentado son visiones de seres que se le aparecían, que habían fallecido. Pero ahora, por primera vez, tiene una visión de algo que todavía no ha ocurrido, que ocurrirá en el futuro. A partir de ahí ella se plantea si hay posibilidad de poder evitar una muerte. Es una cuestión que está muy relacionada con el tema del destino, un tema que planea por toda la novela. 

M.G.- Si se puede cambiar el destino.

P.G.- Exacto. Empieza a dudar sobre si el destino se puede cambiar. Su intención es evitar que ocurra lo que todavía no ha ocurrido.

M.G.- ¿Te consta que la policía recurra a este tipo de personas para resolver casos? Es algo que vemos mucho en las películas. 

P.G.- Sí, me consta. Me estuve documentando para ver si precisamente es así. A nivel internacional, hay más casos. En España también pero parece que aquí hay como un poquito de...

M.G.- ...reticencia.

P.G.- Sí. Pero hay casos en los que se recurre, como fue en el caso de Marta del Castillo.

M.G.- Me suena que en el caso Madelaine, también. 

P.G.- En el caso de Marta del Castillo no fue concluyente, no fue resolutivo, pero se hace.

M.G.- Y esa colaboración de Candeloria con la policía va a traer ciertas repercusiones a nivel personal. No sé si podemos contar mucho sobre esto. 

P.G.- Sí, porque la sinopsis ya habla de un amor imposible. Candeloria va a vivir un amor idealizado, un amor utópico, que, de alguna manera, y aunque ella sepa que no es correspondida, le va a dar cierto sustento, cierta esperanza. 

M.G.- Le crea ilusión.

P.G.- Sí. Hay una tensión emocional que se irá manteniendo a lo largo de toda la novela. 

M.G.- Hay un personaje real del que yo desconocía su existencia, un mago, de nombre Dai Vernon. ¿Qué tiene que ver este personaje con la historia?

P.G.- Eso se preguntan muchos lectores. Sobre todo, hasta casi la mitad de la novela. Es que hay dos tramas que, en apariencia, parecen independientes. Sin embargo, hay un momento en el que ambas van a converger. Me pareció interesante ir alternando ambas tramas y hablar de un personaje real, alguien que tuviera que ver con el mundo del ilusionismo y dotarlo, como licencia literaria, un poquito más allá en el tema de la magia. Es lo que te puedo contar.

M.G.- ¿Pero cómo llegas a este personaje?

P.G.- Llego a este personaje cuando me surge la idea de incluir a alguien que fuera real. Me gusta incluir en mis novelas algo de ficción histórica. Fui buscando y, al principio, pensé en Houdini, pero era demasiado conocido. Hay muchos libros y películas sobre él. Quería a alguien que fuera famoso en su mundo pero no demasiado fuera de él. Y encontré a Dai Vernon. Me pareció que podía encajar muy bien. Pero he tenido bastante dificultad con su biografía. Hay muchos manuales sobre sus trucos, sin embargo, sobre su vida hay muy poquita documentación. He tenido que ficcionar algunas lagunas que había. Y dentro de lo que he encontrado, he tratado de ser lo más fiel posible. 

M.G.- Se dice que Vernon llegó a engañar a Houdini. ¿Cómo fue eso?

P.G.- Precisamente, en la novela, hay un capítulo en el que explico cómo fue. Houdini era un poquito soberbio. Él decía que si veía un truco tres veces podría descubrirlo. Vernon le hizo un truco que Houdini vio no sé cuántas veces y no fue capaz de descubrirlo. Vernon aprovechó eso como reclamo publicitario en su tarjeta de visita. 

M.G.- Y no nos podemos olvidar del inspector de policía con el que va a colaborar Candeloria. Víctor Garrido es un hombre que también arrastra lo suyo.

P.G.- Sí. Víctor es andaluz, sevillano. Fue destinado a A Coruña como inspector de policía. Es un hombre muy profesional, muy amable, que respeta mucho a Candeloria. Ella se siente respetada y eso hace que le atraiga. Aparte de que lo ve guapo y todo eso. Lo que pasa es que él pasa por un proceso trágico, que va a conmocionar su vida. A raíz de ese hecho para a entrar en una situación muy depresiva y Candeloria le va a servir de apoyo.

M.G.- Antes has comentado que también has escrito un par de libros de desarrollo personal. En esta novela, también vamos a ver algo de eso, ¿no? Digamos que Candeloria va a evolucionar.

P.G.- Sí, es algo que me parecía importante.

M.G.- Ella busca como esa aceptación y esa paz interior que le ha faltado toda su vida.

P.G.- Claro. La necesidad de aceptación es un tema muy universal, con el que nos podemos identificar. ¿Quién no necesita ser aceptado? No es necesario tener grandes traumas. Creo que todos, de manera innata y natural, necesitamos ser aceptados. Y en el caso de Candeloria, mucho más por todos los complejos que tiene, por cómo la tratan, porque se ha sentido aislada y rechazada siempre. En la novela se plantea ese estigma social, cómo se actúa frente a lo diferente.

M.G.- A lo raro.

P.G.- Sí, a lo raro, también.

M.G.- Antes hablabas de la documentación. No sé si has tenido que hablar con mediums. 

P.G.- Sí, sí.

M.G.- ¿Y qué te cuentan?

P.G.- Mi hermana tiene algo y conozco un poco del tema. Pero aparte me he documentado. Internet es una fuente de documentación impresionante, maravillosa. He leído libros, he visto documentales, vídeos,... pero también he preguntado a expertos. El tema de la documentación es muy amplio y, por suerte, hoy día es de fácil acceso.

M.G.- Hay diferentes tipos de mediums.

P.G.- Sí, sí,... 

M.G.- ¿Y en qué se diferencian unos de otros?

P.G.- Bueno, lo explico también en un capítulo. Hay algunos que tienen clarividencia, es decir, que pueden ver a personas o a otro tipo de seres. Hay otros que tiene clariudencia, que no ven, pero escuchan a alguien que les habla. Por eso, muchas veces, estas personas son tachadas de tener alucinaciones. Hay otros que son psicomotólicos, los que pueden mover objetos. Hay muchos tipos, sí.

M.G.- Y la acción transcurre en Galicia, en A Coruña. ¿Por qué eliges esa ubicación exactamente?

P.G.- Me parecía que era interesante por el clima, con la lluvia, el viento, las nubes y todo gris. Quería darle ese tono a la novela. Estuve buscando posibles escenarios. Ya conocía A Coruña. Es una ciudad muy bonita y tenía otros lugares que me venían bien. Aparecen distintos municipios de A Coruña. El año pasado volví a visitar la ciudad para recorrer algunos lugares que salen en la novela.

M.G.- Pilar, no tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que me hayas atendido y espero que tengas mucha suerte. 

P.G.- Muchas gracias a ti.


Sinopsis: Entre el destino y el libre albedrío, una novela llena de magia, amor y redención.

Candeloria Navarro es médium. Desde niña, se le presentan seres del pasado que han convertido su vida en un pozo de soledad: durante mucho tiempo padece miedos que solo la lluvia calma. Además, siente complejo por su tendencia a engordar y se percibe diferente.

Su don, para ella una maldición, le permite mantener una colaboración exitosa en algunos casos de desaparecidos que investiga Víctor Garrido, inspector de la Policía Nacional en A Coruña. Así, en 2018, Candeloria tiene una premonición: está a punto de cometerse el asesinato de una mujer. A partir de este momento, se pregunta si el destino puede cambiarse y buscará a la posible víctima con la ayuda del inspector. La cuestión se complica cuando se enamora del policía, un amor imposible, y por la conexión de su presagio con Dai Vernon, un famoso ilusionista que vivió en el siglo xx al otro lado del Atlántico, en Magic Castle, precursor de la «magia de cerca» y que en 1970 construyó un reloj de bolsillo muy peculiar, la única pista que parece concluyente. ¿Logrará ella evitar el crimen?

Una novela apasionante, en la que la magia, el misterio y la recreación histórica se dan la mano para denunciar el estigma social al que se ven sometidas las personas que no siguen determinado canon y que te atrapará entre sus páginas.


martes, 8 de julio de 2025

ALAITZ LECEAGA: ❝El susurro de los personajes es lo primero que me lleva a una historia❞

El día que Alaitz Leceaga ganó el Premio Fernando Lara en Sevilla, con su novela Hasta donde termina el mar (puedes leer sobre este premio aquí), yo estaba presente en el fallo. Era 2021 y ahí andábamos, con la mascarilla en ristre a todas partes. Con posterioridad, en 2023, Leceaga publicó Las dos vidas de Mina índigo y ahora llega con otra historia más, La última princesa.

Ambientada en la localidad de Lemóniz (Vizcaya), La última princesa es un thriller que lleva el sello Leceaga. Leyendas, ritos ancestrales y mitología se combinan en una novela que gira alrededor de una impresionante central nuclear abandona y real, y una excavación arqueológica. Asesinatos no faltan en esta novela, como tampoco falta la persona encargada de la investigación criminal, Nora Cortázar, con un pasado familiar muy traumático y una mente ágil, que le proporciona ser Asperger.

Alaitz Leceaga visitó Sevilla hace unos días. Aquí os dejo nuestra charla.


Marisa G.- Alaitz, bienvenida a Sevilla, bienvenida a la ciudad en la que te concedieron el premio Fernando Lara, en 2021.

Alaitz L.- Sí, estoy unida a esta ciudad. 

M.G.- Yo estaba presente aquella noche. Lástima que fue en pleno Covid y fue todo un poco frío, pero bueno, estuvo bien.

A.L.- Sí, cierto.

M.G.- Ahora regresas a esta ciudad con tu quinta novela, La última princesa, un thriller que promete una lectura llena de intriga, suspense, en la que se combina misterios, rituales ancestrales y leyendas. En tus novelas es fácil encontrar el toque de fantasía, de espíritus, y de mitología. ¿Se podría decir que constituye tu sello personal?

A.L.-  Sí, totalmente. En mis otras novelas también está muy presente. Es algo que forma parte de mis historias. En esa novela hablamos de rituales antiguos, rituales sangrientos, pero creo que, de alguna forma, las leyendas y los cuentos de hadas siempre están muy presentes en mis relatos. En esta también. 

M.G.- En esta novela, el lector va a encontrar una trama muy negra. A raíz del hallazgo de un cadáver se va a iniciar una investigación. Recalcas que es una novela de ficción pero es cierto que la historia tiene cierta vinculación con un hecho real. Es algo que ya vimos en tu libro anterior, cuando desarrollas una trama relacionada con el naufragio de un pesquero en la localidad de Ea. En esta ocasión te fijas en la central nuclear de Lemóniz.

A.L.- Aquí hay dos respuestas. Primero, creo que la realidad, de alguna forma, nos nutre por completo. Las mejores historias salen de hechos reales o de una parte pequeña de la realidad. Segundo, la central nuclear de Lemóniz es un paisaje increíblemente potente porque te la encuentras en ese bosque frondoso, verde, antiguo, y también te encuentras ese mar y, de repente, en mitad de la nada, aparece una central nuclear abandonada. Y también una plataforma en alta mar. Son paisajes muy potentes, un choque enorme entre ambas cosas. Me pareció un escenario impresionante para ambientar un thriller, para ambientar una novela policíaca.

M.G.- Pero tú sueles buscar hechos reales, sucesos sorprendentes que, quizá, la gente no conozca y, a partir de ahí, desarrollas una trama, ¿no?

A.L.- No es lo habitual. Para mí, lo principal son los personajes. El susurro de los personajes es lo primero que me lleva a una historia, pero es verdad que los hechos reales, de alguna forma, son como ese desencadenante. La central nuclear de Lemóniz y todo lo que sucedió alrededor, es un contexto tan fuerte, tan potente que me pedía una novela.

M.G.- Y encuadras la trama en 1992, en un contexto temporal, político y social en el que ETA seguía muy en activo. Aquel año se siguieron cometiendo asesinatos pero incluso hubo tímidas negociaciones. ¿Cómo ha sido integrar a la banda terrorista en esta trama?

A.L.- Cuando suceden los hechos de la novela, yo era una niña muy pequeña. Al sentarme a escribir una novela ambientada en 1992, en Euskadi o en España, no te puedes olvidar de los Juegos Olímpicos de Barcelona o de la Exposición Universal de Sevilla, que también aparece en la trama. No hubiera sido honesto obviar el contexto político o social que rodeaba a Euskadi en ese momento. De alguna manera, era algo natural para mí. Sabía que tarde o temprano tendría que mencionar a ETA. Era algo lógico.

A mí me atraía mucho el año 1992. Fue un año mágico en el que España empieza como a mirar al futuro. Fue casi como de mis primeros recuerdos colectivos, ver en la tele la inauguración de las Olimpiadas de Barcelona o la de la Exposición Universal. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir una novela ambientada en un pasado más cercano al de mis otras historias.

M.G.- Por otro lado, la mitología vasca también tiene mucha presencia en la novela. ¿Hasta qué punto será importante en la trama?

A.L.- La mitología vasca y la de toda la zona del norte, diría. Hay un momento en la historia en la que se descubre una tumba celta en una excavación arqueológica. La princesa del título y las leyendas que la rodean van a tener un peso muy importante en la trama. Son elementos que a mí me gusta añadir a mis historias porque creo que la enriquecen mucho. A todos nos encantan este tipo de historias, de intrahistorias.


[Si prefieres oír nuestra conversación, clic en el vídeo]


M.G.- La verdad es que sí. Además, se aprende mucho de una cultura, a través de sus leyendas. 

A.L.- Totalmente.

M.G.- La encargada de llevar las riendas de la investigación criminal será Nora Cortázar, jefa del Departamento de Ciencias del Comportamiento en la Interpol. Es un personaje en el que se da cierta paradoja porque ella pertenece, por decirlo de algún modo, al lado de los buenos pero, en realidad, es hija del mal. Su padre era un asesino en serie.

A.L.- Sí, es verdad. Uno de los temas que sobrevuela la novela es: ¿pueden los pecados de los padres traspasarse a los hijos o del padre a la hija, en este caso?
Efectivamente, el padre de Nora es un asesino famoso y de alguna forma eso proyecta una sombra sobre ella y sobre el resto de sus hermanos. No creo que sea lo único que la define pero, desde luego, ella siente ese empuje y necesidad de perseguir a los monstruos, a los asesinos en serie, a hombres como su padre.

M.G.- Un poco como para devolver a la sociedad, en forma de bien, lo que su padre hizo mal.

A.L.- No sé si tanto como para devolver a la sociedad. Creo que ella siente que, de alguna manera, tiene que luchar contra ese mal que habita dentro de ella. Es algo que ella sospecha, como también lo sospechan sus hermanos. Cada uno de los tres hermanos tiene una lucha diferente consigo mismo para hacer frente a ese mal que creen que su padre les ha traspasado a ellos. 

M.G.- Nora es una muy buena investigadora. Tiene unas cualidades específicas que la hacen realmente brillante.

A.L.- Sí, Nora tiene Asperger de alto funcionamiento. Eso hace que sea obsesiva, y la única capaz de ver pistas, pequeñas cosas que para el resto pasan desapercibidas. También hace que sea creativa, imaginativa pero, al mismo tiempo, hace que sus relaciones personales, sus relaciones más cercanas, sean complicadas para ella. De alguna manera, toda esa facilidad que tiene para perseguir a asesinos en serie, a monstruos, se le complica muchísimo cuando se trata de leer o de comprender lo que sienten o lo que piensan las personas más cercanas y que ella más aprecia.

Me atraían mucho esas dos partes de Nora, cómo consigue meterse en la piel de personas terribles pero, al mismo tiempo, no puede comprender a las personas que más aprecia. 

M.G.- Volver a su pueblo natal la convierte en un personaje un tanto vulnerable. Digamos que los fantasmas del pasado regresan, pero iremos viendo cómo Nora va evolucionando. Al final de la novela vamos a encontrar a una Nora muy distinta de la que vimos al principio.

A.L.- Sí, totalmente. Además, eso es una constante en mis historias. Me gustan los personajes complicados, con claroscuros, y también que el lector llegue al final y piense que el protagonista es muy distinto al que conoció en las primeras páginas. 

M.G.- Y advierto que los personajes femeninos siempre predominan en tus novelas. Son como el eje central de tus historias. ¿Eso es casual o hay alguna intención?

A.L.- Siempre me hacen preguntas de este estilo. Me dicen que mis personajes femeninos son muy fuertes y especiales. Yo siempre respondo que son como las mujeres de mi alrededor o las mujeres que conozco. No es una particularidad única de los personajes literarios. Es una particularidad de las personas, que se sobreponen incluso en circunstancias terribles.

M.G.- Pero sí hay muchos personajes femeninos en tus novelas.

A.L.- Sí, casi siempre son protagonistas femeninas. Los personajes masculinos aparecen y tienen su importancia pero es verdad que casi siempre los protagonistas son femeninos, sí.

M.G.- Pues precisamente, de los personajes masculinos quisiera preguntarte ahora, de los hermanos de Nora, Beñat y Oliver. ¿Cómo es la relación que mantienen?

A.L.- Es un poco complicada. Nora huye de Lemóniz, siendo adolescente, cuando descubre que su padre es un famoso asesino. Eso arroja una sombra sobre ella y el resto de su familia, que incluye a sus dos hermanos. A ellos les une una relación muy dolorosa. Tejen una relación familiar compleja y llena de secretos. Cuando Nora regresa, y se reencuentra con todos ellos, han pasado casi quince años. Ella cree que todos son personas diferentes pero, de alguna manera, esas personas no se han despedido de las que fueron en el pasado. Porque esta es una novela que nos habla del pasado, de nuestro pasado, y de las personas que solíamos ser. Esa idea está representada en los dos hermanos de Nora y en esa relación tan complicada que mantienen. Además, los dos hermanos son muy distintos entre sí. Ellos han sufrido y, sin querer, también han provocado sufrimiento en los demás.

M.G.- A la hora de construir los personajes, ¿qué es lo más esencial para ti? ¿Cuáles son las cualidades que deben tener?

A.L.- Cuando hablamos de una novela de misterio, lo más importante es que tengan secretos. Los secretos de los personajes es lo que les va a determinar, porque una vez que conoces sus secretos, sabes qué es lo que quieren ocultar, sabes cuándo están mintiendo. Me gustan mucho los personajes que esconden la verdad o los personajes que parece que van a actuar de una manera y luego hacen justo lo contrario. Como autora, es algo que a veces choca porque tienes algo planeado para un personaje determinado, pero siempre hay una parte de sorpresa.

M.G.- Me gustan mucho los escenarios de tus novelas, la personalidad que le das a las casas, a las fincas, a las mansiones. Son casi otros personajes más. Son espacios que también guardan sus propios secretos.

A.L.- Claro, pero es que me gusta que no sean únicamente el lugar en el que suceden cosas. Cuando hablamos de un escenario tan potente, como una central nuclear abandonada o como los bosques de la zona, tienes casi la mitad de la novela construida. Tenía que darle la importancia casi telúrica que tienen esos lugares. 

M.G.- La trama la centras en el Lemóniz de los años 90. ¿Ha cambiado mucho el municipio desde entonces?

A.L.- Ha crecido bastante el número de habitantes. Ahora tiene una zona más turística, como es la zona de Armintza, que también aparece en la novela, con su puerto y su playa. Ahora hay más personas que se acercan a visitar la central nuclear. No puedes entrar pero puedes verla de cerca. Es algo tan monumental que ha despertado mucha curiosidad.

M.G.- Es inevitable que hablemos de esa etiqueta que se ha acuñado, el Euskal Noir. Hace unos meses, precisamente en este mismo hotel, hablaba con Ibon Martin sobre las novelas que transcurren en el norte de España. Él me hablaba de la importancia de la climatología, de la gente que, debido al mal tiempo, se recluye en casa. Todo eso aporta una atmósfera brutal en las novelas.

A.L.-Sí, es verdad. Pero, cuando me siento a escribir, nunca lo pienso. De todos modos, hay muchas personas que me dicen que leyendo tal novela les ha recordado a la de algún otro escritor. Creo que compartimos un paisaje más o menos común. Y no sólo lo digo por Euskadi, sino por toda la zona, con esos bosques y el mar. El tiempo brumoso y la lluvia ha empujado, durante mucho tiempo, a las personas y a las familias a pasar más tiempo juntos, a estar más tiempo en su casa. Y antes de la televisión, de la radio o de las redes sociales, ¿qué hacíamos? Pues nos contábamos historias. Gran parte de las leyendas de la zona vienen de ahí. Todo eso se refleja cuando nos sentamos a escribir, hablamos de lo que conocemos y nos rodea. 

M.G.- Sobre la documentación, habrás tenido que indagar mucho sobre cómo se llevaban a cabo las investigaciones en los años 90. O el hecho de que Nora tenga Asperger, imagino que también te habrá obligado a averiguar cómo se comportan este tipo de personas, o la historia de la central nuclear,... Todo eso. ¿Cómo ha sido el proceso?

A.L.- Hay dos partes que para mí eran vitales. Por un lado, con el Asperger de Nora quería ser justa y representar a este tipo de personas con justicia y honestidad. Tuve la suerte de contactar con una asociación y ellos fueron tan amables de darme algunas pautas, incluso de leer, en algún momento, algunas líneas, algunos párrafos, para darme su opinión sincera sobre si pensaban que los estaba representando bien. Tenía muy claro que quería alejarme por completo de esa representación de persona con espectro autista que vemos en las series o películas, esa imagen de casi genio loco o algo así. Tenía clarísimo que quería enseñar algo más cercano a la realidad o tan cercano como la novela de ficción me permitiera. 

Por otro lado, tuve la oportunidad de acercarme a una excavación arqueológica porque en la novela estas excavaciones tienen bastante importancia. Aunque la que aparece en la novela es ficticia, sí hay una muy cerquita del lugar en el que se desarrollan los hechos. Ellos fueron increíblemente pacientes conmigo a la hora de explicarme cómo se lleva a cabo una excavación arqueológica. Pero no una en 2025, sino cómo eran las técnicas empleadas en 1992. Existen muchas diferencias en cuanto a la exploración de yacimientos. Así, cuando Nora visita la excavación arqueológica de la novela, lo hace con los ojos de 1992 y no con los ojos de 2025.

M.G.- Alaitz, ¿cuál será el futuro de esa central nuclear? Creo que nunca ha funcionado. Es un edificio muerto. ¿Se quedará ahí para siempre? ¿No hay opción a demolición?

A.L.- La central nuclear nunca llegó a funcionar. Sin embargo, se construyó al completo, hasta el punto de que las personas que han podido entrar, han visto las oficinas, los archivadores, los bolígrafos,... Estaba todo, menos el combustible radioactivo. Es una ruina gigantesca, de un tamaño descomunal, que ocupa casi todo el valle. ¿Cuál es su futuro? Pues no tengo ni idea. Es tan grande y lo que representa es tan grande, que no sé qué futuro puede tener. 

M.G.- He leído que hay algún proyecto para llevar tus novelas a serie de televisión. ¿En qué estado está ese proyecto?

A.L.- No te voy a responder a esa pregunta, lo siento.

M.G.- Pero el proyecto va en marcha, ¿no?

A.L.- Digamos que todo va bien

M.G.- Me alegro. Pues, Alaitz, muchas gracias por venir a Sevilla, con este calor incluso.

A.L.- Estoy encantada. Sevilla ha quedado unida a mi carrera profesional con el premio. Siempre sois súper amables conmigo y estoy encantada de venir siempre con cada historia.

M.G.- Muchas gracias. Lo dejamos aquí.

Sinopsis: Cuando los monstruos se cuelan en tu mente, vienen para quedarse.

Lyon, 1992. Nora Cortázar es la jefa del departamento de Ciencias del Comportamiento de Interpol, donde imparte clases sobre psicología criminal, pero sobre todo es conocida por ser la hija de un famoso asesino, Balbea. Obsesiva, analítica y con una memoria extraordinaria, Nora es una mujer única con una capacidad especial para comprender el mal.

El regreso de Nora a Lemoniz para asistir al funeral de su madre coincide con el hallazgo de un cadáver en la central nuclear. En un pueblo marcado por los secretos, Nora sospecha que tras el asesinato hay más de lo que parece, y para resolverlo unirá fuerzas con su primer amor, a quien la une un doloroso pasado.

Una central nuclear abandonada, una plataforma marítima y los paisajes imponentes de la costa vasca son los escenarios de este thriller atmosférico en el que se cruzan siniestros rituales antiguos, leyendas y oscuros secretos familiares.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...