Editorial: Página de Espumas.
Fecha publicación: marzo, 2018.
Precio: 14,00 €
Género: Cuentos.
Nº Páginas: 120
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 978-84-8393-234-6
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]
Fecha publicación: marzo, 2018.
Precio: 14,00 €
Género: Cuentos.
Nº Páginas: 120
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 978-84-8393-234-6
[Disponible en eBook;
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Autora
María Fernanda Ampuerto nació en Guayaquil, Ecuador, en 1976 y estudió literatura. Colabora con numerosos medios internacionales y hasta la fecha ha publicado dos libros de crónicas, Lo que aprendí en la peluquería y Permiso de residencia. En 2016 ganó el premio Cosecha Eñe de relato. Pelea de gallos es su primer libro de cuentos.
Sinopsis
Pelea de gallos narra desde diferentes voces el hogar, ese espacio que construye -o destruye- a las personas, aborda los vínculos familiares y sus códigos secretos, las relaciones de poder, el afecto, los silencios, la solidaridad, el abuso.... Es decir, todos los horrores y maravillas que se encierran entre las cuatro paredes de una casa: el espanto y la gloria de nuestras vidas cotidianas.
María Fernanda Ampuero ha reunido en su primer libro de cuentos a un buen número de seres inocentes que se corrompen, gente enferma de amor, de soledad, de pérdida -personas que luchan, a su manera, contra la nítida crueldad de estar vivos- y lo hace con un libro demoledor y apegado a Latinoamérica, en cuyas páginas se van desgranando elementos culturales, políticos y sociales que retratan a un continente en su complejidad, en sus radicales diferencias y semejanzas.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Enfrentarse a un volumen de cuentos es toda una experiencia llena de múltiples puertas que te conducen a distintas aventuras. Es la parte más atractiva que tiene el género frente a la novela, pues las posibilidades de disfrutar se multiplican, una por cada una de las historias que contiene el ejemplar. Si a eso le añadimos un estilo singular, un lenguaje descarnado, un tono objetivo y unos temas espinosos, te garantizo que no vas a salir indemne de la lectura. Es lo que ocurre con Pelea de gallos, el primer volumen de cuentos de la ecuatoriana María Fernando Ampuero, tras recibir el premio Cosecha Eñe de relato en 2016.
Pelea de gallos contiene un total de trece historias con denominador común. La violencia se asoma a estas páginas desde distinto ángulo aunque con el mismo objetivo, la mujer, epicentro de unos cuentos en los que mayormente será la encargada de poner la voz. Si unimos las dos palabras, mujer y violencia, a todos nos cruza la mente infinitas posibilidades, muchas de las cuales son exploradas por Ampuero. De todos modos, y como suele ser habitual cuando hablamos de este género, es complicado relatar aquí qué podemos encontrar entre las algo más de cien páginas que tiene el libro. Probablemente lo más directo y sencillo es decir que cada uno de los cuentos que contiene te sumirán en una profunda zozobra y por ello, estas historias requieren de lectores comprometidos que, movidos por la curiosidad, hagan caso omiso al probable reparo inicial y se adentren en la propuesta que nos hace la autora, sin temor ni duda. Es algo que ya he comentado alguna vez con otras publicaciones de la editorial Páginas de Espuma, una editorial que selecciona con tino sus publicaciones, que apuesta por una literatura de alto voltaje, innovadora y experimental.
No daba crédito. Fue abrir el libro y comenzar a leer Subasta. Al principio dudaba. ¿Quién me hablaba y en qué circunstancias? Un par de líneas más abajo encontré la respuesta. El cuento que abre este volumen nos ofrece una visión insólita, algo que uno no puede imaginar en un mundo civilizado pero que, por increíble que parezca, sucede. La narradora de este cuento ha sido secuestrada y asiste como objeto a la venta en una subasta, una subasta de seres humanos. El horror se apodera de ella. Solo hay lugar para la supervivencia aunque el camino elegido provoque repugnancia. Eso sí, es efectivo.
El inicio tiene una potencia electrizante. Finalizas la lectura de este primer cuento casi temiendo lo que vas a encontrar a continuación. Y vendrá Monstruos donde Narcisa nos advierte que no hay que temer a los muertos sino a los vivos porque son estos últimos los que realmente cometen actos atroces. Los muertos, muertos están. Y conoceremos a Griselda, esa mujer que hacías las tartas más sabrosas y bonitas de todo el barrio, que avivaba la ilusión de los hijos de los demás mientras que su propia hija era agua de otro costal.
No es frecuente encontrar intriga o suspense en estos cuentos, salvo en Nam. La historia transita a base de recuerdos que trasladan a la narradora a una adolescencia, a un triángulo amoroso -una figura geométrica que aparecerá más de una vez-. En una casa, habitaciones de puertas abiertas. Todas menos una. Lo prohibido es lo que más nos atrae. Ha sido así desde el principio de los tiempos. Aquello que no podemos conseguir, el umbral que no podemos traspasar se convierte en una obsesión contra la que es difícil luchar. Por eso en Nam, todo terminará por conducir a esa puerta cerrada cuya apertura desvelará lo impensable. Estamos ante un relato con una tensión significativa, una historia en la que va in crescendo y nos mantendrá en vilo.
Pero si tengo que destacar algún cuento ese será Pasión, una historia sumamente original que nos trae recuerdos de aquella más grande jamás contada pero a la que se le ha dado una vuelta de tuerca. Este cuento me ha parecido un curioso ejercicio imaginativo, una forma de dar cierto sentido a lo inverosímil y aún así tiene toques mágicos y místicos. Y en este punto no puedo dejar atrás Luto, espeluznante cuento en el que sus protagonistas prefieren vivir rodeadas de cucarachas que tener a un hombre en casa.
Los temas que se abordan en Pelea de gallos van desde la violencia hacia la mujer, pasando por el despertar del sexo, la homosexualidad y la emigración-inmigración, una cuestión que María Fernanda Ampuero conoce de cerca, no en vano llegó a nuestro país sin papeles y al hablar de aquellos años se le nota el resquemor de haber puesto los pies en una tierra en la que, al principio, no se sintió arropada. En la entrevista nos concedió (puedes leerla aquí) nos comentó que la que inmigración fue una de las experiencias más brutales que había vivido. Pero a sus cuentos también asoman el peso de la culpa, las creencias religiosas, las relaciones incestuosas, la venganza. Flota en algunos de ellos un aire decadente reflejado en las aguas de una piscina sobre la que flotan hojas secas y cadáveres de insectos. Y nos golpeará de lleno los traumas por abusos sexuales, la sumisión, el desvirtuado concepto del amor o el maltrato que resuena con cada chasquido de una vara de laurel haciendo añicos el término familia. Podéis intuir que no son historias fáciles de asumir, que reflejan el lado menos amable de la vida pero ¿por qué obviar lo que nos rodea? Resulta interesante analizar el efecto que esta galería de horrores produce, no solo en los personajes, sino en cada lector.
Con descripciones ásperas que nos despellejan vivo, Ampuero despoja sus textos de mieles y evita camuflar la negrura del que golpea, viola, maltrata o trafica. La vida es tal como es y a la autora, según sus propias palabras, no le interesa el encubrimiento ni la dulzura. No hay remilgos en mostrar la violencia más dura ni en mostrar la parte más escatológica de sus personajes en estos cuentos que poseen, algunos de ellos, un desenlace brutal, de los que te dejan flotando en una nebulosa con una media sonrisa aflorando a los labios y diciendo, '¡¿qué cojones...?!'
Y aunque todo parezca fruto de la imaginación y la ficción, Ampuero está ahí, enroscada entre las líneas, aportando alguna vivencia, alguna emoción. Me llamó especialmente, y así se lo comenté en la entrevista, la figura paterna. Es como una sombra que planea sobre estas páginas, que genera un sentimiento algo descafeinado en los personajes, en esas niñas, jóvenes, mujeres que siempre desearon ser amadas de otra forma. Al leer estos cuentos es fácil entender a María Fernanda, su rotundidad a la hora de manifestar que nunca hubiera querido que su padre leyera estos cuentos pero ella solo se ha encargado de mostrar la Deep Web del mundo. Y yo, a través de sus palabras, la he visto observar y reflexionar, sentada en un autobús, en el interior del metro o paseando por un parque, con sus ojos oscuros como la noche examinando el ir y venir, traspasando la línea que separa aquello que se muestra de lo que no se quiere mostrar. Los trapos sucios se lavan en casa. Solo en el interior, entre las paredes de una casa, somos lo que realmente somos.
María Fernanda Ampuerto nació en Guayaquil, Ecuador, en 1976 y estudió literatura. Colabora con numerosos medios internacionales y hasta la fecha ha publicado dos libros de crónicas, Lo que aprendí en la peluquería y Permiso de residencia. En 2016 ganó el premio Cosecha Eñe de relato. Pelea de gallos es su primer libro de cuentos.
Sinopsis
Pelea de gallos narra desde diferentes voces el hogar, ese espacio que construye -o destruye- a las personas, aborda los vínculos familiares y sus códigos secretos, las relaciones de poder, el afecto, los silencios, la solidaridad, el abuso.... Es decir, todos los horrores y maravillas que se encierran entre las cuatro paredes de una casa: el espanto y la gloria de nuestras vidas cotidianas.
María Fernanda Ampuero ha reunido en su primer libro de cuentos a un buen número de seres inocentes que se corrompen, gente enferma de amor, de soledad, de pérdida -personas que luchan, a su manera, contra la nítida crueldad de estar vivos- y lo hace con un libro demoledor y apegado a Latinoamérica, en cuyas páginas se van desgranando elementos culturales, políticos y sociales que retratan a un continente en su complejidad, en sus radicales diferencias y semejanzas.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Enfrentarse a un volumen de cuentos es toda una experiencia llena de múltiples puertas que te conducen a distintas aventuras. Es la parte más atractiva que tiene el género frente a la novela, pues las posibilidades de disfrutar se multiplican, una por cada una de las historias que contiene el ejemplar. Si a eso le añadimos un estilo singular, un lenguaje descarnado, un tono objetivo y unos temas espinosos, te garantizo que no vas a salir indemne de la lectura. Es lo que ocurre con Pelea de gallos, el primer volumen de cuentos de la ecuatoriana María Fernando Ampuero, tras recibir el premio Cosecha Eñe de relato en 2016.
Pelea de gallos contiene un total de trece historias con denominador común. La violencia se asoma a estas páginas desde distinto ángulo aunque con el mismo objetivo, la mujer, epicentro de unos cuentos en los que mayormente será la encargada de poner la voz. Si unimos las dos palabras, mujer y violencia, a todos nos cruza la mente infinitas posibilidades, muchas de las cuales son exploradas por Ampuero. De todos modos, y como suele ser habitual cuando hablamos de este género, es complicado relatar aquí qué podemos encontrar entre las algo más de cien páginas que tiene el libro. Probablemente lo más directo y sencillo es decir que cada uno de los cuentos que contiene te sumirán en una profunda zozobra y por ello, estas historias requieren de lectores comprometidos que, movidos por la curiosidad, hagan caso omiso al probable reparo inicial y se adentren en la propuesta que nos hace la autora, sin temor ni duda. Es algo que ya he comentado alguna vez con otras publicaciones de la editorial Páginas de Espuma, una editorial que selecciona con tino sus publicaciones, que apuesta por una literatura de alto voltaje, innovadora y experimental.
No daba crédito. Fue abrir el libro y comenzar a leer Subasta. Al principio dudaba. ¿Quién me hablaba y en qué circunstancias? Un par de líneas más abajo encontré la respuesta. El cuento que abre este volumen nos ofrece una visión insólita, algo que uno no puede imaginar en un mundo civilizado pero que, por increíble que parezca, sucede. La narradora de este cuento ha sido secuestrada y asiste como objeto a la venta en una subasta, una subasta de seres humanos. El horror se apodera de ella. Solo hay lugar para la supervivencia aunque el camino elegido provoque repugnancia. Eso sí, es efectivo.
El inicio tiene una potencia electrizante. Finalizas la lectura de este primer cuento casi temiendo lo que vas a encontrar a continuación. Y vendrá Monstruos donde Narcisa nos advierte que no hay que temer a los muertos sino a los vivos porque son estos últimos los que realmente cometen actos atroces. Los muertos, muertos están. Y conoceremos a Griselda, esa mujer que hacías las tartas más sabrosas y bonitas de todo el barrio, que avivaba la ilusión de los hijos de los demás mientras que su propia hija era agua de otro costal.
No es frecuente encontrar intriga o suspense en estos cuentos, salvo en Nam. La historia transita a base de recuerdos que trasladan a la narradora a una adolescencia, a un triángulo amoroso -una figura geométrica que aparecerá más de una vez-. En una casa, habitaciones de puertas abiertas. Todas menos una. Lo prohibido es lo que más nos atrae. Ha sido así desde el principio de los tiempos. Aquello que no podemos conseguir, el umbral que no podemos traspasar se convierte en una obsesión contra la que es difícil luchar. Por eso en Nam, todo terminará por conducir a esa puerta cerrada cuya apertura desvelará lo impensable. Estamos ante un relato con una tensión significativa, una historia en la que va in crescendo y nos mantendrá en vilo.
Pero si tengo que destacar algún cuento ese será Pasión, una historia sumamente original que nos trae recuerdos de aquella más grande jamás contada pero a la que se le ha dado una vuelta de tuerca. Este cuento me ha parecido un curioso ejercicio imaginativo, una forma de dar cierto sentido a lo inverosímil y aún así tiene toques mágicos y místicos. Y en este punto no puedo dejar atrás Luto, espeluznante cuento en el que sus protagonistas prefieren vivir rodeadas de cucarachas que tener a un hombre en casa.
Los temas que se abordan en Pelea de gallos van desde la violencia hacia la mujer, pasando por el despertar del sexo, la homosexualidad y la emigración-inmigración, una cuestión que María Fernanda Ampuero conoce de cerca, no en vano llegó a nuestro país sin papeles y al hablar de aquellos años se le nota el resquemor de haber puesto los pies en una tierra en la que, al principio, no se sintió arropada. En la entrevista nos concedió (puedes leerla aquí) nos comentó que la que inmigración fue una de las experiencias más brutales que había vivido. Pero a sus cuentos también asoman el peso de la culpa, las creencias religiosas, las relaciones incestuosas, la venganza. Flota en algunos de ellos un aire decadente reflejado en las aguas de una piscina sobre la que flotan hojas secas y cadáveres de insectos. Y nos golpeará de lleno los traumas por abusos sexuales, la sumisión, el desvirtuado concepto del amor o el maltrato que resuena con cada chasquido de una vara de laurel haciendo añicos el término familia. Podéis intuir que no son historias fáciles de asumir, que reflejan el lado menos amable de la vida pero ¿por qué obviar lo que nos rodea? Resulta interesante analizar el efecto que esta galería de horrores produce, no solo en los personajes, sino en cada lector.
Con descripciones ásperas que nos despellejan vivo, Ampuero despoja sus textos de mieles y evita camuflar la negrura del que golpea, viola, maltrata o trafica. La vida es tal como es y a la autora, según sus propias palabras, no le interesa el encubrimiento ni la dulzura. No hay remilgos en mostrar la violencia más dura ni en mostrar la parte más escatológica de sus personajes en estos cuentos que poseen, algunos de ellos, un desenlace brutal, de los que te dejan flotando en una nebulosa con una media sonrisa aflorando a los labios y diciendo, '¡¿qué cojones...?!'
Y aunque todo parezca fruto de la imaginación y la ficción, Ampuero está ahí, enroscada entre las líneas, aportando alguna vivencia, alguna emoción. Me llamó especialmente, y así se lo comenté en la entrevista, la figura paterna. Es como una sombra que planea sobre estas páginas, que genera un sentimiento algo descafeinado en los personajes, en esas niñas, jóvenes, mujeres que siempre desearon ser amadas de otra forma. Al leer estos cuentos es fácil entender a María Fernanda, su rotundidad a la hora de manifestar que nunca hubiera querido que su padre leyera estos cuentos pero ella solo se ha encargado de mostrar la Deep Web del mundo. Y yo, a través de sus palabras, la he visto observar y reflexionar, sentada en un autobús, en el interior del metro o paseando por un parque, con sus ojos oscuros como la noche examinando el ir y venir, traspasando la línea que separa aquello que se muestra de lo que no se quiere mostrar. Los trapos sucios se lavan en casa. Solo en el interior, entre las paredes de una casa, somos lo que realmente somos.
Como anécdota os diré que he leído este volumen dos veces, es algo que me gusta hacer con los cuentos. Pero esta vez, los he leído del derecho y del revés, del principio hacia el final y del final hacia el principio. El resultado ha sido curioso. Ligeramente cambian los ángulos, las perspectivas, las impresiones,... Pero tanto monta, monta tanto... Da igual en qué sentido los leas porque, de un modo u otro, estos cuentos, siempre, siempre, siempre, te dejarán una huella indeleble. A los valientes, ¡Pelea de gallos!
¡Hola! Qué interesante, se ve que los has disfrutado mucho. No solemos leer este tipo de cuentos pero nos han dado ganas.
ResponderEliminarUn beso
Vaya mal cuerpo que me ha dejado la reseña. Bueno, la reseña no que es de nivelón, como siempre. Pero cuando has empezado a desgranar argumentos me ha entrado una revoltura...
ResponderEliminarTanta violencia y crueldad me sobrepasa. Y mira que los cuentos me gustan. Esta vez no te sigo.
Besos
No termino de animarme con los cuentos, relatos y similares así que lo dejo pasar. Me alegro de que lo hayas disfrutado tanto.
ResponderEliminarBesos.
Oyeeee, qué interesantísimo, que miles de reflexiones tienen que provocar distintos cuentos con casos diferentes. Muy admirable también lo de releerlo de otro modo; dicen que el orden de los factores no altera el producto, pero a veces sí.
ResponderEliminarBesos.
Me encantan los cuentos, los relatos, tras la novela negra es mi género favorito. Me gusta mucho lo que has contado, me lo llevo.
ResponderEliminarBesukis carinyet 💋💋💋
No tenía ni idea de su existencia, pero me ha llamado poderosamente la atención.
ResponderEliminarUn beso :)
Pero no me lo cuentes así, que no hay manera de resistirse!
ResponderEliminarBesotes!!!
Los relatos no son lo mío, y en mi momento actual menos. Lo dejo pasar.
ResponderEliminarUn beso ;)
Esta vez no me animo, no lo veo para mí.
ResponderEliminarBesos
Ya sabes que los cuentos y relatos me dan una pereza tremenda...
ResponderEliminarEsta vez, pese a la recomendación, me quedo con dudas, así que a corto plazo no creo que me anime. Un beso!
ResponderEliminarMe gustan tus impresiones, se nota que lo has disfrutado, aunque esta vez lo dejo pasar,tengo que hacer hueco con los pendientes.
ResponderEliminarBesitos
Pues aunque no soy muy fan de cuentos y relatos en general, creo que me lo leería =)
ResponderEliminarBesotes
Marlau, son lecturas diferentes a lo que acostumbramos.
ResponderEliminarNorah, son muy duros, sí.
Manuela, pues a otra cosa.
Esther, la verdad es que fue una especie de experimento.
Yolanda, me alegro que te guste.
Tamara, si lo lees, me cuentas.
Margari, jejeje ¿otro que apuntar?
Natàlia, para otra ocasión.
Carla, Ok.
Laky, ya lo sé... Cada uno tiene sus preferencias.
Ro, pues pasando página jeje.
Vero, ¡ay, los eternos pendientes!
Shorby, yo creo que estos sí te gustarían,.
Muchas gracias a todos por vuestros cometarios. Besos.